Este documento habla sobre el servicio de diaconado. Explica que el diaconado es un servicio, no un cargo de autoridad. Se centra en definir al diácono como un servidor según el Nuevo Testamento, destacando que Jesús fue el mejor ejemplo como diácono al servir a los demás. También analiza la diferencia entre un diácono y un esclavo, y resalta la importancia de que los creyentes sirvan a Dios y a los demás como auténticos servidores.
1. DIACONADO
UN SERVICIO, MAS QUE UN CARGO
HAWER GOMEZ
Teólogo Latinoamericano
(Cali-Colombia)
Su reflexión la hace desde
la teología de la Dignidad
Participar en el ministerio de diaconado es un
honor que Dios ofrece a los creyentes que de
corazón sincero desean servir en beneficio
de los demás, teniendo claro, que no están
llamados a ser servidos, sino a servir, a ser
siervos más no amos, a ser trabajadores más
no espectadores, siguiendo siempre como
ejemplo las huellas del mejor diácono que ha
pisado la tierra; Jesús, el cual vino al mundo a
servir y no a ser servido, colocando su vida
en sacrificio aceptable en pro de la redención
humana.
EN LA BÚSQUEDA DE ENCONTRAR A DIOS, SOLO
LO HAYAMOS, CUANDO SERVIMOS A LOS DEMÁS
(MT 25:40)
3. Contenido
Prólogo………………………………..…………5
Capitulo I. El Diácono………………..7
Etimología- En el Nuevo Testamento- Diácono
como un servidor (mesero)- Diácono en
contraste con el esclavo- Diácono como un
autentico servidor- Jesús el Diácono- El Diácono,
el más pequeño entre los hermanos- Diaconado
un servicio, no un autoritarismo- Cambio de roles y
funciones.
Capitulo II. El Ministerio del Diácono
en el Nuevo Testamento……….25
Diaconado, Don del Espíritu Santo- Diaconado, El
Ministerio- Diácono al servicio de la Palabra de
Dios- Diácono, Ministrando a los santos-Diácono,
el Ministro- Diácono, la elección- Requisitos para
ser Diáconos.
Capitulo III. El Diácono Ideal
Para un
Pastor…………….45
Quienes pueden ejercer el diaconado- Desde que
edad pueden aspirar los hermanos al cargo de
diácono- El diácono puede ser soltero- Cuantos
años de membresía debe tener un creyente para
postularse como diácono- El perfil de un buen
diácono- Cual debe ser el porcentaje de las mujeres
en el grupo de la junta local- Cual es la ventaja de
una diaconisa frente un diácono- Al momento de
elegir un diácono- Que esperar de un diácono- Los
diáconos que guardan distancia- Ideal de las
funciones de un buen diácono- El diácono que no se
congrega- Ventajas de ser un diácono- ¿Hoy día se
está ejerciendo bien el servicio de diaconado?-
Pastores apoyados en buenos diáconos- Diáconos
permisivos con el pastor- Diáconos apáticos-
Diácono en busca de empatía con los creyentes-
Diácono y servicio- Tiempo de duración y
obligaciones
4. PROLOGO
Todo diácono ó aspirante a serlo está en la
obligación de leer este libro de bolsillo, ya que
ofrece una presentación exhaustiva de todo lo
que tiene que ver con el servicio diaconal en la
iglesia. El pastor Fabio Isaza nos introduce a
través del nuevo testamento para informarnos
detalladamente sobre la persona del diácono, su
etimología, su elección, su labor y su
compromiso frente a Dios, la Escritura y los
creyentes. El lector tiene en sus manos un libro,
que aunque pequeño en forma, no lo es en su
contenido, ya que aborda minuciosamente el
tema del ministerio del diácono, dando además
respuesta a muchas de las inquietudes más
frecuentes que se suscitan en la mente de los
cristianos como: Requisitos para el diaconado,
quines pueden ser diáconos, sistema de elección
de un diácono, funciones del diácono, entre
otras. Este libro será una gran ayuda y
servirá como herramienta útil para los diáconos,
ya que les brindará respuestas y pasos a seguir
en algunos casos específicos. Asimismo el libro
está escrito en un lenguaje claro, sencillo y con
una redacción comprensible.
Participar en el ministerio de diaconado es un
honor que Dios ofrece a los creyentes que de
corazón sincero desean servir en beneficio de los
demás, teniendo claro, que no están llamados a
ser servidos, sino a servir, a ser siervos más no
amos, a ser trabajadores más no espectadores,
siguiendo siempre como ejemplo las huellas del
mejor diácono que ha pisado la tierra; Jesús, el
cual vino al mundo a servir y no a ser servido,
colocando su vida en sacrificio aceptable en pro
de la redención humana.
Solo resta decir hermanos que disfruten del
contenido de este libro y que sea de gran
bendición para todo aquel que lo lea, y se vea en
él como en un espejo, mirando y corrigiendo con
la ayuda de Dios, lo inapropiado que ha realizado
en su ministerio.
6. Etimología.
La palabra diácono viene del griego diavkono
que significa: Servidor, ministro, asistente. Se
utilizaba en la antigua Grecia para referirse a
las personas que desempeñaban un trabajo
concerniente a lo doméstico, a menudo los
que servían a la mesa, un camarero. En la
mayoría de los casos estos diáconos
(sirvientes) no eran vistos como dou`lo"
(esclavos), ya que muchos de ellos eran
remunerados con un salario. Se puede
entender esta definición de diácono, como
aquel que desempeña una labor para su
señor, desde la necesidad de querer hacerlo y
no porque le toca hacerlo. En otras palabras, el
diácono al servicio de su señor hacía su
trabajo con amor y alegría.
En tiempos helenísticos los griegos llamaron
diáconos a ciertos funcionarios que oficiaban
el servicio religioso del culto dentro de los
templos, de ahí que la idea religiosa de la
palabra diácono paso hacer utilizada dentro de
la cristiandad.
En el Nuevo Testamento.
La palabra griega diácono y sus derivados se
han traducido al español como ministro,
ministerio, ministrar, servir, sirviente y aparece
más de un centenar de veces. En su mayoría
la expresión diaconado tiene que ver con el
servicio que el creyente presta a Dios en la
propagación del evangelio y con la ayuda
filantrópica que brinda a sus hermanos en la
fe.
Diácono como un servidor (mesero).
En varios pasajes de la Escritura leemos sobre
personas que efectuaron una labor de
diaconado pero sin tener nada que ver con un
servicio religioso, su tarea se limitaba
simplemente a quehaceres domésticos; servir
provisiones a sus allegados. En (Mt 4:11)
vemos como unos ángeles diaconizaban a
Jesús, le servían en lo que él necesitaba,
suministrándole agua y comida, dando así fin a
su ayuno.
7. (Mr 1:31) Jesús sana a la suegra de Pedro e
inmediatamente ella se levanta a servirles algo
de alimentos, se convirtió en una diaconisa en
ese momento. (Lc 10:40) Marta estaba
afanada de que ella sola sirviera la comida, el
diaconado de preparar los alimentos lo estaba
efectuando sin la ayuda de su hermana María.
(Jn 2:5) Jesús estaba en una fiesta de bodas,
el vino se agota y María le dice a los diáconos
de la fiesta (los encargados de servir vino y
comida a los invitados) haced todo lo que él os
dijere. Leemos también como unos diáconos
servían alimentos en las bodas de un rey (Mt
22:13).
El caso más llamativo lo encontramos en (Hch
6:2) donde insólitamente los apóstoles habían
dejado su labor de predicadores del evangelio
p a r a c o n v e r t i r s e e n m e s e r o s q u e
administraban la comida de los hermanos.
Diácono en contraste con el esclavo.
Cuando leemos en el nuevo testamento la
palabra siervo (de sirviente) ha de tenerse en
cuenta que esta a su vez ha sido traducida de
dos expresiones totalmente diferentes
(diavkono) y (dou`lo") con connotaciones
enteramente distintas, ya que un esclavo, en
muchos de los casos desempeñaba labores
diaconales para sus señores, pero no siempre
un diácono era un esclavo. Nos centraremos
pues aquí en el servicio y las labores que
desempeñaba un esclavo (dou`lo") en los
inicios del cristianismo.
Por lo regular, los esclavos estaban siempre al
servicio de personas adineradas, amos que
poseían un poder económico estable que les
permitía comprarlos y sostenerlos. Estos
señores iban desde reyes que encomendaban
tareas de pregonar una invitación por toda la
comarca (Mt 22:3). Terratenientes que los
ponían a labrar sus campos y apacentar
ganado (Lc 17:7). Ricos que colocaban a sus
esclavos como mayordomos de su casa
8. (Lc 16:1), comerciantes de sus negocios (Lc
19:13). Centuriones romanos que necesitaban
que los asistieran (Lc 7:2). E inclusive el sumo
sacerdote del templo (Mr 14:47). Las labores
de estos esclavos estaban determinadas por
las necesidades de sus amos, consistían en
labrar la tierra, apacentar ganado, llevar los
niños a la escuela, llevar recados, bañar,
limpiar y vestir a sus amos, entre otras muchas
otras labores domésticas.
Esclavos de Dios. El Señor también posee
esclavos, pero no porque sea un tirano
déspota. Es importante notar, que muchos
piadosos por agradecimiento y respeto se
denominaban así mismo como esclavos al
servicio de Dios. María dispuso su cuerpo para
el nacimiento del Mesías (Lc 1:38.48). Simeón
el justo, que esperaba el advenimiento del
Salvador estaba siempre orando en el templo
(Lc 2:29). Pablo y Silas fueron reconocidos
como esclavos del Dios Altísimo; por predicar
la Palabra (Hch 16:17). Los apóstoles se
designaron así mismo como esclavos de
Cristo, y con esta afirmación
encabezaban sus epístolas (Ro 1:1; Gal 1:10;
Stg 1:1; 2P 1:1; Jud 1). En su totalidad el
pueblo de Israel se llamaba así mismo esclavo
de Dios (Lc 1:54). Igualmente la iglesia es
llamada por Dios mismo como sus esclavos
sobre los cuales derramará su Espíritu Santo
(Hch 2:18), hombres y mujeres libres del
pecado pero ahora esclavos de santidad (Ro
6:22; 1P 2:16).
Es menester que los creyentes sean esclavos
de Dios en amor, obediencia, sujeción y
santidad. Pero un creyente no puede ser
solamente un esclavo inerte, una pertenencia
de Dios inactiva, Jesús demanda de todos los
suyos, que más que esclavos, sean diáconos,
ministros al servicio de la Palabra de Dios y de
las necesidades de sus hermanos.
Diácono como un autentico servidor.
Cuando el cristianismo empieza a dar sus
primeros pasos, la iglesia no estaba
estructurada bajo un sistema eclesial definido,
9. los roles de los así llamados líderes de la
comunidad de fe no habían sido aún
especificados. Se ve claramente como los
apóstoles son ministros de la Palabra, pero a
la vez sirven de meseros, administrando
comida a los feligreses (Hch 6:2). Como la
iglesia crecía rápidamente en número de
conversos, las funciones de los doce variaban
según las necesidades de los hermanos que
conformaban la misma. Al no tener sus roles
determinados, conllevó esto a que se
presentaran desatenciones hacía algunos
grupos de personas que conformaban la
iglesia, ya que las necesidades de unos no
eran las necesidades de otros (Hch 6:1). Los
apóstoles se percataron que dentro de la
iglesia debía haber una estructura eclesial que
les permitiera desarrollar a cada hermano
funciones específicas de acuerdo al don
otorgado por el Espíritu Santo, para que no se
presentaran más desordenes de roles
ministeriales. Pareció bien a los doce, junto
con la iglesia, elegir a siete hermanos, dentro
de la comunidad, para que ejecutaran el
rol del diaconado dentro de la iglesia, mientras
que los apóstoles se dedicaban de lleno a la
expansión del reino de Dios mediante la
predicación del evangelio. Históricamente se
ve que el ministerio del diaconado surge en
respuesta a suplir esas necesidades
apremiantes que algunos miembros de la
iglesia tenían.
Algo muy importante que la iglesia desconoce
hoy día, es que el “cargo” de diácono como tal
no existía dentro de la iglesia primitiva, los
cristianos no se postulaban, ni pretendían ser
elegidos como diáconos, simplemente se
utilizaba este rotulo para referirse a cualquier
cristiano que, de forma amorosa y
desinteresada prestara ayuda a su hermano
en la fe. Vemos pues como Pablo da
testimonio de Febe, diaconisa de Cencrea,
que ha ayudado a muchos hermanos
incluyendo al apóstol (Ro 16:1-2). El
diaconado de esta hermana estaba dirigido a
proporcionar comida, hospedaje, dinero, a los
hermanos necesitados como: Viudas,
huérfanos, ancianos, misioneros etc,
10. además de un acompañamiento al enfermo, al
moribundo, al desconsolado. El mismo Pablo
se coloca al servicio de la iglesia sin esperar
retribución alguna “He despojado a otras
iglesias, recibiendo salario para serviros a
vosotros” (2Cor 11:8).
El Señor Jesús señala con un ejemplo veraz
quienes deben ser los diáconos de su amada
iglesia (Mt 25:42-45). Según el texto, todos los
miembros de la iglesia están llamados para ser
diáconos, todos nosotros debemos servir
diligentemente a cualquier persona que lo
necesite. Así pues debemos dar comida al
hambriento, agua al sediento, refugio al
forastero, abrigo al desnudo, medicina y ayuda
al enfermo, acompañamiento al prisionero.
Haciendo esto de corazón, seremos
verdaderos discípulos de Cristo.
Jesús el Diácono.
Cuando se trata de servir a los demás de una
forma desinteresada y llena de amor
incondicional, el Señor Jesucristo es el modelo
a seguir que cada feligrés tiene. Ya que siendo
en forma de Dios, no lo estimó ser, sino que se
despojó así mismo, tomando forma de siervo
(Fil 2:6-7). Jesús siendo Dios mismo, teniendo
millares de ángeles a su servicio, de forma
voluntaria decidió venir a la tierra para ayudar
al hombre a salir de su estado de pecado. Él no
se consideró así mismo como alguien
importante, aunque lo es, alguien a quien los
demás tenían la obligación de servirle ya que
es el señor de todo. El señor Jesús sabe que al
servir a los demás su dignidad no se ve
afectada, él siendo servidor no dejó de ser
Dios, él siempre está en disposición de servir
en beneficio de los suyos “Los ciegos ven, los
cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos
oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es
anunciado el evangelio” (Mt 11:5). Jesús conoce
que su más
11. grande objetivo es servir al hombre “Porque el
Hijo del Hombre no vino para ser servido
(diaconizado), sino para servir (diaconizar), y para
dar su vida en rescate por muchos.” (Mr 10:45).
Que diremos de la escena en que el Maestro
lava los pies de sus discípulos, una labor poco
agradable y exclusiva de los esclavos. Jesús
da ejemplo a su iglesia, ya que siendo Dios,
está entre nosotros como el que sirve (Lc
22:27). El Señor es el diácono perfecto ya que
cumple su objetivo de servir dentro de su
pueblo, como un diácono mas no como un
esclavo. No olvidemos, Dios es servidor del
hombre pero no es su sirviente. Copiemos
pues este ejemplo de Cristo y estemos
siempre en disposición de ayudar al más
necesitado, no nos consideremos a nosotros
mismos como alguien importante dentro de la
iglesia, como a creyentes de trayectoria que
los demás deban de servirles, como cristianos
de alta dignidad que ya no se untan de
servicio. Por el contrario, como creyentes
antiguos que somos, seamos
servidores de los demás, así como Jesús es
servidor nuestro y de todos.
El Diácono, el más pequeño entre los
hermanos.
Dentro del reino de Dios los status y las
pociones honoríficas funcionan muy diferente
a como el mundo las tiene estipuladas, puesto
que el esclavo no será más que su señor. En la
iglesia por el contrario impera una gran
paradoja, ya que el que desee enseñorearse
de sus hermanos, deberá ser el que ejerza el
rol de sirviente. ¿Pero quién en sus cinco
sentidos estará dispuesto a servir a sus
hermanos? y mucho menos si se goza de una
posición elevada de dignidad dentro de la
congregación. Ningún ser humano desea
servir, prefiere ser servido, desea a como de
lugar, alcanzar los puestos más elevados de
la pirámide social, y desde ahí ejercer un poder
de autoritarismo sobre sus consiervos. Dentro
de los seguidores de Jesús se levantó dicha
12. disputa, ya que Santiago y Juan solicitaron
anticipadamente a Jesús, que dentro del reino,
cada uno de ellos se sentara en posiciones de
alta dignidad; a la izquierda y derecha de
Jesús respectivamente. Esta petición
encolerizó a los demás apóstoles, a tal motivo
que ya se estaban presentando grescas
dentro del grupo. Jesús para apaciguar los
ánimos se refirió a una analogía acerca de los
que gobiernan y enseñorean sobre las
naciones, para enseñarles que dentro de la
iglesia no se hará así jamás “Pero no será así
entre vosotros, sino que el que quiera hacerse
grande entre vosotros será vuestro servidor
(diácono), y el que de vosotros quiera ser el
primero, será siervo (esclavo) de todos.” (Mr
10:43-44). En un sentido original, el diácono
nunca será más que sus hermanos, ya que por
el contrario deberá ser servidor de todos,
como el cristiano más pequeño dentro de la
iglesia que vela por el bienestar de los demás.
Diaconado un servicio,
No un autoritarismo.
El diaconado desde sus inicios se presentó
como un servicio en beneficio de los demás,
nunca pretendió ser un cargo de status con
pinceladas de autoritarismo, como una orden
social opresiva y carente de libertad que quiso
imponerse por encima de sus hermanos. Los
cristianos que ejercieron el diaconado en el
inicio del cristianismo siempre fueron
concientes que su labor consistía en ayudar en
todo lo que más pudieran a los necesitados de
la comunidad eclesial. Jamás pensaron que el
servir a sus hermanos los situaría en una
posición privilegiada de mando. El ministerio
de diaconado siempre fue y ha sido un servicio
en pro de alguien más. Es inverosímil pensar
hoy día que aspirar a dicho “cargo” dentro de
la iglesia es para tener respeto y autoridad
sobre los hermanos, negando toda posibilidad
de pensar y expresarse con libertad, no
olvidéis que la Palabra dice: No seáis altivos (Ro
12:16)
13. Cambio de roles y funciones
En la iglesia contemporánea el rol y las
funciones ejercidas por la persona llamada
diácono no tiene ni siquiera la sombra del
ejercicio de ejecución de hace dos mil años.
Los diáconos se ven así mismos como los
segundos al mando después del pastor, se
consideran cristianos que están puestos por
Cristo pon encima de sus hermanos, sus
funciones se limitan exclusivamente a
considerar en que se va invertir el dinero que
circula dentro de la congregación, a quien
disciplinar ó de cual hermano disponer para el
servicio, creen que tienen la última palabra
sobre cualquier asunto, no aceptan que los
corrijan y mucho menos ser guiados. Algunos
diáconos, por no decir la mayoría, no se
detienen, no toman un tiempo para ayudar en
alguna necesidad a un feligrés, y si se ayuda,
ésta primero tiene que filtrarse por un
tecnicismo agobiante de votaciones, que
cuando se va a ver, la ayuda llega demasiado
tarde. Ya los diáconos no están para servir,
sino para ser servidos, no hay compromiso
social, ni dolor, ni empatía por las angustias del
necesitado. Cristo desea que los diáconos
recuperen el espíritu que imperaba en la
iglesia primitiva, que su servicio, que su don
dado por Dios esté puesto en beneficio de
suplir las necesidades apremiantes de sus
hermanos.
15. Diaconado, Don del Espíritu Santo
Muchos desconocen que el diaconado es un
Don ministerial otorgado por el Espíritu Santo.
No podemos pretender pensar que el diácono
surge por que sí, impulsado por su anhelo de
servir, el cristiano no logra ser diácono, si
primero no es llamado para ejercer dicho fin
“Porque irrevocables son los dones y el
llamamiento de Dios.” (Ro 11:29). El apóstol
Pablo sabía esto desde el principio, él era
conciente, que su ministerio (su diaconía)
venía, procedía del cielo, avalado y
proporcionado por Dios “Por lo cual, teniendo
nosotros este diaconado según la misericordia que
hemos recibido (de Dios)” (2Cor 4:1). Todos
sabemos que Jesús es Dios de orden, él no
dispondrá de alguien para su servicio, si
primero no lo llama y seguidamente lo instruye
y prepara para ejecutar dicho ministerio. ¿Esto
para qué? para que dicha labor sea efectuada
con la mayor eficiencia “el cual asimismo nos
hizo diáconos competentes de un nuevo pacto”
(2Cor 3:6). Así pues, la efectividad
del ministerio del diaconado depende
enteramente de Dios, quien es el que hace
operativo los dones ministeriales dentro de su
iglesia para que se beneficien unos de otros
“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo
a los otros, como buenos administradores de la
multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable
conforme a las palabras de Dios; si alguno
ministra, ministre conforme al poder que Dios da,
para que en todo sea Dios glorificado por
Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio
por los siglos de los siglos. Amén.” (1P 4:10-11).
La Escritura da testimonio de esto, al afirmar
que cada uno de los cristianos son hechos
diáconos por el Don de Dios que opera con su
poder en cada individuo ya que dice: “Del cual
yo fui hecho diácono por el don de la gracia de Dios
que me ha sido dado según la operación de su
poder.” (Ef 3:7).
Aunque muchos no lo crean, el servicio es
considerado en la Palabra de Dios como un
Don, con la misma importancia y relevancia de
los grandes ministerios (aunque no hay
ministerio pequeño) equiparándose al nivel de
16. apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y
maestros. Y esto gracias a los dones
repartidos por Cristo conforme a lo
sobreabúndate de su multigracia, ya que el
primer Don operativo que se efectúa en la vida
del creyente es el de diácono (servidor), ya sea
para Cristo ó para sus hermanos. El diaconado
es el ministerio que impulsa a los otros
ministerios, es su motor, permite colocarlos en
funcionamiento para buscar perfeccionar a los
santos “a fin de perfeccionar a los santos para la
obra del diaconado (servicio), para la edificación
del cuerpo de Cristo” (Ef 4:12). Todos los
creyentes no están llamados, ni tienen la
capacidad para ser evangelistas, pastores,
m a e s t r o s , p r e d i c a d o r e s , c a n t a n t e s ,
administradores, pero si todos están llamados
para ser servidores, para ser diáconos unos a
favor de los otros, como dice la Escritura: “De
manera que, teniendo diferentes dones, según la
gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese
conforme a la medida de la fe; o si de Diácono, en
Diaconizar…” (Ro 12:6-7). Por tal motivo todos
los creyentes deben procurar los
Dones espirituales mejores, pero han de saber
que el Diaconado es un Don que todos están
obligados, como cristianos que son, a tenerlo
en su vida y a ejecutarlo en beneficio de otros.
Diaconado, El Ministerio.
Los cristianos reconocían que el servicio de
diaconado era una función tan determinante
dentro de la iglesia, que lo valoraron como un
Ministerio otorgado por el mismo señor
Jesucristo (1Cor 12:5). Así como el apóstol
Pablo quien había determinado que su función
diaconal dentro del reino de Dios era el de
predicar el evangelio de salvación tanto a
judíos como a gentiles, aunque después se
dedicó a estos últimos “Porque a vosotros hablo,
gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles,
honro mi ministerio” (Ro 11:13). Su Ministerio
se centró en la anunciación del mensaje de la
cruz y daba gracias a Dios por haberle tenido
como digno de dicha labor “Doy gracias al que
me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque
17. me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio”
(1Tim 1:12). El apóstol consideró su vida en
función del mandato de Dios, de ir y anunciar el
evangelio, nunca imaginó jubilarse, ni tener un
retiro pronto para irse de vacaciones
permanentes, él sabía desde el principio de su
llamamiento, que su Ministerio caducaba el
día de su muerte, esto se lo había dejado bien
claro a sí mismo y a la iglesia “Pero de ninguna
cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí
mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el
ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar
testimonio del evangelio de la gracia de Dios.”
(Hch 20:24). El Ministerio dado por Dios era
algo de lo cual los apóstoles y servidores del
Señor se enorgullecían, tanto que donde fuera
que estuviesen, siempre narraban las grandes
proezas que Dios hacía por medio de ellos “a
los cuales, después de haberles saludado, les contó
una por una las cosas que Dios había hecho entre
los gentiles por su ministerio.” (Hch 21:19). El
Ministerio del Diaconado era algo grande, era
algo que siempre debía estar
en funcionamiento, por ningún motivo se podía
parar, debía estar en un movimiento perpetuo.
Por tal motivo siempre se alentó a los líderes
de la iglesia a que nunca dejaran de trabajar en
el Ministerio que Dios les había entregado
“Decid a Arquipo: Mira que cumplas el ministerio
que recibiste en el Señor.” (Col 4:17), igualmente
a Timoteo, al cual Pablo alienta para que su
Ministerio lleve mucho fruto para gloria de Dios
“Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones,
haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.”
(2Tim 4:5). Lo mismo ocurre con Marcos, ya
que éste es considerado por Pablo como una
pieza útil para el Ministerio “Toma a Marcos y
tráele contigo, porque me es útil para el
ministerio.” (2Tim 4:11). Resta decir, que el
Ministerio tiene rasgos trascendentales en la
vida del creyente, ya que tienen la facultad de
convertir al cristiano en Ministro y esto no para
sí, sino para la obra a la cual fue llamado por
Dios para el crecimiento espiritual de la iglesia.
Los apóstoles y pastores de la antigüedad
siempre valoraron y tuvieron en gran estima su
Ministerio, nunca lo
18. menospreciaron, al contrario trabajaron duro
por ello, muchos inclusive ofrendaron sus
propias vidas en libación por el honor de haber
sido llamados Ministros del Dios Altísimo.
Diácono al servicio de la Palabra de Dios.
Los líderes dentro de la iglesia que eran
reconocidos como diáconos, no solo estaban
obligados a suplir las necesidades físicas de
los feligreses, sino que también estaban
comprometidos con instruirlos según la
Palabra de Dios. No podemos pensar, que el
servicio diaconal se encontraba limitado solo a
proporcionar alimentos y elementos básicos
para la supervivencia del necesitado “También
los diáconos, por ser ministros de los misterios de
Jesucristo, deben complaceros por todos los
medios. Pues no son solo ministros de la comida y la
bebida, sino de la iglesia de Dios” (Ignacio,
Tralianos 7). A la iglesia se le dejó bien claro
que el diácono estaba comprometido,
primeramente con Dios y
luego con sus hermanos, y que la predicación
de la Palabra era un elemento importante,
intrínseco en la vida de éste servidor, por ende,
el diácono debía ser un maestro en las
Escrituras, no un neófito.
El descuido de la Palabra de Dios, fue el
elemento detonante por el cual los apóstoles
disertaron con la congregación. Esta querella
fue la que desembocó en una elección de
Diáconos, ya que la prioridad de los apóstoles
era seguir enseñando y anunciado la Palabra
de Dios “Y nosotros persistiremos en la oración y
en el ministerio de la Palabra” (Hch 6:4). El
servicio de la Palabra, no solo estaba
determinada a la congregación local, ya que
esta tarea traspaso las barreras sociales y
culturales, convirtiendo a los ministros en
misioneros al servicio del mundo entero “Y
Bernabé y Saulo, cumplido su servicio, volvieron de
Jerusalén, llevando también consigo a Juan, el que
tenía por sobrenombre Marcos” (Hch 12:25). El
diácono estaba forzado a estar comprometido
con la predicación de la Palabra de Dios, no
era una opción sino una
19. obligación, una carga impuesta por Dios la
cual debía llevar con ahínco “de la cual fui
hecho ministro, según la administración de Dios
que me fue dada para con vosotros, para que
anuncie cumplidamente la Palabra de Dios” (Col
1:25). Entonces, el diácono está obligado a
estar actualizado en la Palabra de Dios, a
instruirse en todo momento y así mismo
enseñar a los feligreses nuevos que necesiten
adoctrinamiento.
Diácono, Ministrando a los santos.
Cuando la Biblia se refiere a la labor de
ministrar a los santos, apunta a suplir con
dinero esa fuerte necesidad que la iglesia ó un
líder espiritual tiene. Poder aportar con dinero
era considerado un privilegio entre los
cristianos de aquella época, así lo
consideraron los creyentes en Corinto, cuando
de su propia voluntad y por mano de Pablo,
decidieron colectar una ofrenda monetaria
para la iglesia de Jerusalén que
estaba atravesando una situación económica
precaria “pidiéndonos con muchos ruegos que les
concediésemos el privilegio de participar en este
servicio para los santos.” (2Cor 8:4). Pablo
reconocía que dentro de su ministerio una
labor importante era la de estar atento y
socorrer con ayuda monetaria a las iglesias
que así lo requerían, y no solamente él, sino
que muchas iglesias participaban de este
ministerio “Mas ahora voy a Jerusalén para
ministrar a los santos. Porque Macedonia y Acaya
tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres
que hay entre los santos que están en Jerusalén”
(Ro 15:25-26). Prestar ayuda a los
necesitados de la iglesia era una labor que no
se podía dejar de hacer, los cristianos sabían
que era prácticamente una obligación de ellos,
como hijos de Dios, ayudar a sufragar los
gastos de las congregaciones menos
afortunadas. La colección de la ofrenda no
debía ser algo gravoso, ni de tristeza, por el
contrario cuando los hermanos participaban
de este servicio lo hacían con alegría y sin ser
presionados “Cuanto a la ministración para los
20. santos, es por demás que yo os escriba” (2Cor
9:1). El diácono siempre debe estar atento
para ayudar económicamente a los
necesitados de la iglesia, no solamente es
menester ministrar las cosas espirituales sino
que también en lo que se requiera diligencia
f i n a n c i e r a t a m b i é n h a d e a p o r t a r
generosamente ya que esto agrada a Dios;
como ofrenda de amor entre hermanos
“Porque la ministración de este servicio no
solamente suple lo que a los santos falta, sino que
también abunda en muchas acciones de gracias a
Dios; pues por la experiencia de esta ministración
glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al
evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra
contribución para ellos y para todos; asimismo en
la oración de ellos por vosotros, a quienes aman a
causa de la superabundante gracia de Dios en
vosotros. ¡Gracias a Dios por su don inefable!”
(2Cor 9:12-15). Todo este bienestar es lo que
d e s e n c a d e n a e l p o d e r c o n t r i b u i r
económicamente entre iglesias. No olvidemos
pues, que una iglesia que profesa el
diaconado ministrando a los santos, como
también a sus
pastores, quienes predican la Palabra en
medio de ellos, será una iglesia bendecida y
amada por Dios, ya que este servicio subirá
cual ofrenda agradable delante de nuestro
Señor “Pero todo lo he recibido, y tengo
abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de
Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante,
sacrificio acepto, agradable a Dios.” (Fil 4:18).
Es hermoso ver como toda una congregación
se une en un solo sentir para ayudar a sufragar
los gastos de alguien que trabaja para Dios, no
olvidemos de hacer lo mismo.
Diácono, el Ministro.
Cuando al interior de la iglesia se
establecieron líderes espirituales a cargo de
iglesias, a estos se les instaba de manera
imperativa a que no descuidaran el diaconado
(Ministerio) entregado por el Señor. Pablo
hace ciertas recomendaciones a Timoteo para
que su ministerio lleve mucho fruto en medio
21. de la congregación de los santos “Si esto
enseñas a los hermanos, serás buen ministro de
Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la
buena doctrina que has seguido.” (1Tim 4:6). Así
mismo avala y reconoce públicamente al
hermano Tíquico quien es su consiervo y
Ministro fiel de Dios en la predicación de la
Palabra “Todo lo que a mí se refiere, os lo hará
saber Tíquico, amado hermano y fiel ministro y
consiervo en el Señor” (Col 4:7). Así pues, los
apóstoles y pastores de la iglesia se
consideraron diáconos al servicio de Dios y de
sus hermanos, hombres que trabajaron
arduamente para sacar siempre su ministerio
adelante, para ser dignos de ser llamados
Ministros. Ministros que sufrieron penurias,
que pagaron un precio por servir a Jesucristo,
Ministros no perezosos, más siempre
diligentes, trabajadores, veraces, santos, de
testimonio, sabios, comprometidos cien por
ciento con su diaconado “antes bien, nos
recomendamos en todo como ministros de Dios, en
mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades,
en angustias; en azotes, en cárceles, en tumultos, en
trabajos, en desvelos, en ayunos; en pureza, en
ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu
Santo, en amor sincero, en palabra de verdad, en
poder de Dios…” (2Cor 6:4-7).
Diácono, la elección.
Como hemos visto, al inicio de la iglesia los
diáconos no eran elegidos, estos simplemente
surgían para ayudar a resolver las penurias de
los hermanos más necesitados. Después,
cuando la iglesia se vio en la necesidad de
instaurar a creyentes capacitados en cargos
d i a c o n a l e s , f u e q u e s u r g i e r o n l a s
interrogantes de cómo debían ser elegidos
estos cristianos que entrarían a desarrollar
este ministerio de servicio dentro de la iglesia.
Notamos pues que su elección no dependía de
la sugerencia de algún apóstol o pastor, las
personas que conformaban la iglesia estaban
en la responsabilidad de elegir, dentro de sus
mismos hermanos, a cristianos aptos para
realizar este
22. ministerio. Aquí no dependían las amistades,
no había politiquería, ni presiones para que los
hermanos eligieran libremente a sus diáconos,
simplemente los creyentes señalaban a los
hermanos más competentes y con la guía del
Espíritu Santo, se los presentaban a los
líderes, los cuales oraban imponiéndoles las
manos en gesto de aprobación (Hch 6:6). Por
otro lado, el diaconado no estaba confinado a
ser un ministerio exclusivo de los hombres, ya
que como leemos en (Ro 16:1) una mujer
llamada Febe ostentaba el titulo de diaconisa
de Cencrea.
Hoy día la elección de los diáconos de la
iglesia se puede efectuar de dos maneras.
Una es por voto popular ó democracia, donde
todos los feligreses de forma libre elijen a sus
d i á c o n o s , h a b i e n d o s i d o s e ñ a l a d o
previamente por el pastor de la congregación.
La segunda manera es, que de una forma
autónoma, el pastor sólo, elija quienes serán
sus coayudadores en el próximo periodo
ministerial, teniendo en cuenta,
que los hermanos no pueden tener queja
alguna sobre cualquiera de estos diáconos
elegidos.
Requisitos para ser Diáconos.
Pablo estipula en la carta que le escribe a
Timoteo (3:13) que los diáconos ostentan un
grado honroso, por tal motivo deben ser
intachables, tanto para los de la iglesia, como
para los de afuera. Sin contar demás, que
estos servidores debían cumplir con ciertos
requisitos para poder ejercer su ministerio,
que consistían en:
Debían ser mayores de edad
No neófitos
Poderosos en las Escrituras
De buen testimonio
Llenos del Espíritu Santo
Sabios
Imparciales
Honestos
23. serviciales
sociables
Sin doblez de palabra (que su sí sea sí,
y su no sea no)
Sin codicia
Defensores de la fe
Irreprensibles
Honrados por su familia
Laboriosos en la iglesia
Sujetos a su pastor
La Biblia manda a que los diáconos sean
horrados, ya que ellos eran los que
administraban el dinero para suplir las
necesidades de la iglesia, no era bien visto que
un diácono se gastase el dinero de sus
hermanos en algo diferente a lo que estaba
destinado. También debían ser sometidos a
prueba primero, esta consistía en que el
diácono cuando ejercía su ministerio estaba
en periodo de prueba, si era hallado en alguna
falta, podía ser destituido de su cargo.
Además debían ser ejemplo para los nuevos
creyentes en conducta, fe, amor, pureza,
conocimiento y exposición de la Palabra de
Dios.
24. III.
EL DIÁCONO IDEAL PARA UN PASTOR.
(Una perspectiva subjetiva)
25. El ministerio de servir en la iglesia como un
Diácono es algo de mucha honra, el creyente
que ejerza ó desea ejercerlo, ha de saber que
este cargo trae consigo un aval y poder divino
q u e a s u v e z d e m a n d a u n a g r a n
responsabilidad. No se puede anhelar llegar a
ser diácono si simplemente se va a quedar
inerte, indiferente, esperando ovaciones y
reconocimiento de parte de los hermanos, si
piensa que este cargo lo va a subir de status
situándolo por encima de los demás, no está
conectado con Jesucristo y su perspectiva de
diaconado, tampoco a entendido cual es la
labor de un verdadero diácono; la cual es
servir y no ser servido. Olvidémonos de una
vez por todas que el diácono está por encima
de todos los creyentes rasos, que el diácono
tiene la última palabra, que Dios solo habla a
través de sus labios, que su palabra es la ley.
¡No!, el diácono está y debe estar siempre en
un estado de servicio, es el primero en la línea
de batalla, es el que mete las manos al fuego
para rescatar a un hermano, es el que no
juzga, no cuestiona,
no contiende, simplemente ayuda al más
necesitado, brindando socorro con amabilidad
y sinceridad. Sin olvidar además que son los
encargados de predicar y defender la fe. A
continuación daré algunas respuestas a las
inquietudes más frecuentes que los hermanos
tiene con respecto al servicio de diácono.
1. Quienes pueden ejercer el diaconado.
Cualquiera hermano que haga parte de la
membresía de la iglesia, teniendo presente,
que este servicio no se encuentra
condicionado para ser ejercido solo y
exclusivamente por el sexo masculino. Las
mujeres también están llamadas a honrar a
Dios a través de este servicio. También en lo
posible, que dentro de la junta local no se
hallen familiares en primer y segundo grado de
consanguinidad.
2. Desde que edad pueden aspirar los
hermanos al cargo de diácono.
Esta respuesta es circunstancial, ya que
depende del sitio geográfico y la necesidad
26. congregacional. Me explico, si es una
membresía pequeña y no hay candidatos a
diaconado mayores de treinta y cinco años, el
pastor puede postular o elegir a feligreses
mayores de veinticinco años. Se considera
como una edad apta para ejercer el ejercicio
de diácono dentro de la iglesia.
3. El diácono puede ser soltero.
En lo posible, el aspirante a diácono debe ser
casado. Pero por qué negarle una oportunidad
a un cristiano idóneo que pueda ejercer este
servicio desde su estado de soltería. Si una
iglesia es extremadamente pequeña y el
pastor solo puede contar dentro de su equipo
de trabajo, para conformar la junta local a
hermanos solteros, ¿porqué no hacerlo?.
4. Cuantos años de membresía debe tener
un creyente para postularse como diácono.
Deben ser dos años como mínimo, aunque
esto es muy relativo, ya que en todos lo casos
o circunstancias no son iguales, en algunos
casos puede llegar a ser hasta de un año de
membresía y por lo menos tres de vida
cristiana.
5. El perfil de un buen diácono.
Bautizados en el nombre de Jesús, haber
recibido el Espíritu Santo (con evidencia de
haber hablado en otras lenguas), Poderosos
en las Escrituras, no neófitos, de buen
testimonio, llenos del Espíritu Santo, sabios,
imparciales, honestos, serviciales, sociables,
sin doblez de palabra (que su sí sea sí y su no
sea no), sin codicia, defensores de la fe,
irreprensibles, honrados por su familia,
laboriosos en lo secular y en la iglesia, sujetos
a su pastor, con carácter, humildes, lideres,
idealistas, íntegros, honorables, discretos y
que les guste untarse de pueblo.
6. Cual debe ser el porcentaje de las
mujeres en el grupo de la junta local.
Aunque haya congregaciones donde no
admiten mujeres para trabajar en este servicio.
Empero estoy convencido en que la cantidad
27. de mujeres diaconisas en la iglesia local debe
ser del mismo porcentaje que el de los
hombres, ya que esto proporciona un
equilibrio emocional, pues las mujeres, gracias
a su feminidad aportan una perspectiva
diferente en la toma de decisiones,
perspectiva que los hombres no perciben.
7. Cual es la ventaja de una diaconisa frente
a un diácono.
La mujer es mas analítica, más centrada, más
calmada, no es prejuiciosa. A la hora de tomar
una decisión, es más humana, más dada a la
necesidad de la persona, su juicio es a
posteriori. El hombre por lo regular es más
circunstancial, juzga a priori, por lo que ven
sus ojos, por lo que oyen sus oídos, lo primero
que le llegó lo da por un hecho, no se toma la
tarea de investigarlo.
8. Al momento de elegir un diácono.
Ya sea por decisión autónoma del pastor ó por
elección democrática, ha de tenerse en cuenta
estas recomendaciones para que la iglesia
elija un diácono de acuerdo al corazón de Dios
y a la necesidad de la iglesia.
No se debe elegir un diácono por que
lo consideramos buen amigo o nos
hace favores.
No se debe elegir a una persona por el
simple hecho de que aporta
e c o n ó m i c a m e n t e s u m a s
considerables en la iglesia.
No se recomienda elegir a personas
calladas, que no se meten con nadie
(necesitamos diáconos que luchen
por el bienestar de la congregación).
No basar la elección por el simple
hecho de que oran y ayunan mucho,
sino tiene aptitudes y actitudes de
líder, no es recomendable elegir a
alguien así, es menester que esté
enterado de las prioridades de la
iglesia, y postule soluciones viables a
dichas dificultades.
No elegir personas perezosas, que
son esquivas al trabajo.
28. Elijan personas pujantes, llenas de
Dios, con carácter, idealistas,
visionarias, trabajadoras.
9. Que esperar de un diácono.
Por ser un cargo de mayor importancia,
siempre se espera que trabajen más que los
demás, ya que están para el servicio de los
santos. Está para ser siervo, para ayudar a los
hermanos, está para servir y no ser servido.
Debe ser una persona que esté dispuesto a
cuidar de la iglesia, de los enseres, de la parte
humana y la parte espiritual. Que siempre esté
disponible para ejecutar una excelente labor,
que se involucre en la necesidad de la iglesia,
que sea amigo del creyente, que inspire
confianza, respeto, amor, que mire a los
demás como sus iguales, que sea discreto,
que esté en un solo sentir con su ministro y lo
apoye en la toma de decisiones buenas en pro
de la iglesia.
10. Los diáconos que guardan distancia.
Los cristianos que trabajan en el diaconado
pero guardan distancia, pensando que si se
involucran con el creyente raso, su status o
posición social dentro de la iglesia se ve
afectada, los que piensan que su santidad se
ve reducida si se ríen o comparten con los
feligreses de sus actividades diarias. Se
considera que estos hermanos no pueden ser
diáconos, ya que el diácono es un servidor,
debe estar con el pueblo, inmerso en su
problemática, no excluido. El ministerio de
d i a c o n a d o e s p a r a c o l o c a r l o e n
funcionamiento, no para ser exhibirlo como un
trofeo en una urna de cristal que nadie puede
tocar.
11. Ideal de las funciones de un buen
diácono.
Debe ser un cristiano comprometido de una
manera integral, con Dios, consigo mismo, su
familia, con su ministerio y con la iglesia en
general. Que sea un cristiano que tenga
mucha empatía, fuerte con el fuerte y débil con
el débil, con tal de traer a todos a los pies de
Cristo. Siempre positivo, pujante y lleno de fe,
creyendo que Dios puede hacer grandes
cosas dentro y fuera de la iglesia.
29. 12. El diácono que no se congrega.
Un creyente que ejerce el diaconado y que por
fuerzas mayores de su trabajo secular no
pueda asistir constantemente a los cultos,
debe sincerarse con su pastor para ser
revocado de sus funciones y darle así
oportunidad a alguien más, ya que este
servicio demanda mucho tiempo y
compromiso para hacer las cosas bien para
Dios en beneficio de la comunidad.
13. Ventajas de ser un diácono.
Dejemos claro primeramente que el diácono
no tiene ventaja frente al creyente raso ya que
es un siervo. Nuca ha de considerarse un
diácono como un jefe, capataz ó mayoral, ya
que la iglesia es vista como ovejas y no como
esclavos; y la oveja es dócil, grupo del cual
también hacen parte los diáconos.
14. ¿Hoy día se está ejerciendo bien el
servicio de diaconado?.
La respuesta a esta pregunta es muy
relativa, ya que en algunas congregaciones
de nuestra iglesia encontramos diáconos
comprometidos con la causa de su trabajo,
siempre al servicio del más necesitado. Por
otro lado, todavía existen capataces, amos
más no siervos, que limitaron sus funciones a
mandar, más no a servir, diáconos
desorientados. El motivo de que surja esta
clase de comportamiento diaconal, lo
debemos a que sus pastores no los
capacitaron previamente, enseñándoles las
funciones que deben desarrollar los creyentes
llamados diáconos. Además el servicio
diaconal se ha vuelto repetitivo, los nuevos
diáconos ejercen las mismas funciones de sus
antecesores, no hay un cambio, una
reestructuración en las funciones, no se
preocupan por servir, no rompen paradigmas,
transitan el camino ya recorrido.
15. Pastores apoyados en buenos
diáconos.
No es saludable que el pastor sea autoritario
dentro de la congregación y que la toma de
decisiones trascendentales descanse sobre
los hombros de un solo hombre. Es relevante
30. que el pastor se apoye en sus diáconos, ya
que ellos son hombres y mujeres llenos del
Espíritu Santo, sabios que están puestos,
primeramente por el Señor, para ayudar al
ministro a pastorear la grey de Dios. A los
pastores jóvenes, les insto a que se apoyen en
sus diáconos más antiguos ya que ellos tienen
una experiencia más amplia en la iglesia y
pueden instruirlo en las necesidades más
apremiantes de los creyentes.
16. Diáconos permisivos con el pastor.
El diácono que calla y es permisivo con su
pastor, tapándole cualquier hecho causal de
destitución, es considerado como un mal
diácono, pues no está ejerciendo el servicio
fundamental de su ministerio, que es servir a
Dios y a los hermanos. Cuando un diácono
pasa por alto cualquier eventualidad que
desagrada a Dios, está siendo copartícipe de
este desagravio, convirtiéndose así en
cómplice.
17. Diáconos apáticos.
Los diáconos indiferentes, insensibles,
apáticos hacia la necesidad de la iglesia, no
deberían ejercer el ministerio del diaconado.
No se sabe porqué hay creyentes que se
llaman así mismo diáconos sino sirven a la
iglesia, la congregación se merece un diácono
con compromiso social, que ame el servicio,
que sea un coayudador de su pastor y sirva a
la iglesia, siguiendo el ejemplo de Cristo, que
vino a servir y no ser servido.
18. Diácono en busca de empatía con los
creyentes.
Muchos feligreses piensan que los diáconos
del presente siglo hacen poco ó nada en
beneficio de resolver la necesidad de alguien
en la iglesia, la perspectiva que el pueblo tiene
de sus líderes diaconales está puesta por el
piso, ya que los feligreses creen que los
diáconos sirven nada más para elegir el color
de pintura que se va a utilizar en las paredes
del templo. El diácono debe procurar quitar de
31. sí esta mala imagen que las personas se han
creado en sus mentes, pues el diácono
además de ayudar a sus hermanos, está en la
obligación de buscar cultivar una relación filial
entre ellos y el pueblo, deben hacerse querer,
estimar y respetar por encima de cualquier otro
objetivo. Cuando hay buenas relaciones
diácono-feligrés, es más fácil buscar juntos
una salida inteligente a los problemas que
abaten la iglesia.
19. Diácono y servicio.
El diácono no está simplemente para posar
como figura de porcelana ubicada en el altar,
es menester que todo diácono ejerza una labor
ministerial dentro de la iglesia. Es interesante
ver diáconos encargados de los rediles,
siendo asesores de alguna directiva de la
iglesia, coayudando al pastor, estando en la
obra carcelaria, evangelizando etc. Siguiendo
los pasos de los antiguos apóstoles, los
diáconos deben ser servidores de los hombres
y predicadores de la Palabra de Dios,
amalgamando estas dos funciones serán
verdaderos servidores del Señor.
20. Tiempo de duración y obligaciones
Por lo regular es de un año y si es necesario,
serán reelegidos de forma consecutiva hasta
por cinco años. Así mismo aprobarán y
administrarán las inversiones monetarias que
el templo requiera, aunque no pueden asumir
las responsabilidades ni las atribuciones que
son exclusivas del pastor. Serán los
responsables de cuidar y velar por la feligresía
cuando el pastor esté ausente, pero no podrán
hacer reuniones sin la previa convocatoria del
pastor. Además velarán por el orden y
reverencia dentro de la congregación, serán
los que, junto con el pastor, sentarán disciplina
a cualquier feligrés que lo requiera. Asistirán al
pastor en la ministración de la Santa Cena y
velarán por la buena conservación del templo
y todo lo que haya dentro de este. Sin olvidar
que estarán pendientes de los enfermos y
necesitados para ayudarlos, visitarles y
suplirles su necesidad.