2. 1. Dios juzgó a Israel y a Judá (2 Reyes 17:1-8; 25:1-12).
2. Algunos de los exiliados regresaron de Asiria y de
Babilonia.
3. Dios permitió que otras naciones conquistaran la tierra
de los judíos.
4. Los escribas, los fariseos y los saduceos eran los
líderes religiosos de los judíos.
5. Los judíos construyeron sinagogas donde leían y
enseñaban la ley de Dios.
6. Algunos de los judíos confiaban en Dios.
3. RECORDEMOS
Después de la muerte de Salomón y, por la soberbia de su hijo, la nación quedó
dividida en dos: al norte diez tribus mantuvieron el nombre Israel, y las dos
tribus del sur llegaron a ser la nación de Judá.
4. 2 Reyes 17: 1-8
“En el año duodécimo de Acaz rey de Judá, comenzó a reinar Oseas hijo de Ela en
Samaria sobre Israel; y reinó nueve años. E hizo lo malo ante los ojos de Jehová,
aunque no como los reyes de Israel que habían sido antes de él. Contra éste subió
Salmanasar rey de los asirios; y Oseas fue hecho su siervo, y le pagaba tributo. Mas
el rey de Asiria descubrió que Oseas conspiraba; porque había enviado embajadores
a So, rey de Egipto, y no pagaba tributo al rey de Asiria, como lo hacía cada año;
por lo que el rey de Asiria le detuvo, y le aprisionó en la casa de la cárcel. Y el rey de
Asiria invadió todo el país, y sitió a Samaria, y estuvo sobre ella tres años. En el año
nueve de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaria, y llevó a Israel cautivo a Asiria, y los
puso en Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos. Porque
los hijos de Israel pecaron contra Jehová su Dios, que los sacó de tierra de Egipto,
de bajo la mano de Faraón rey de Egipto, y temieron a dioses ajenos, y anduvieron
en los estatutos de las naciones que Jehová había lanzado de delante de los hijos de
Israel, y en los estatutos que hicieron los reyes de Israel.”|
5. 2 Reyes 25: 1-12
“Aconteció a los nueve años de su reinado, en el mes décimo, a los diez días del
mes, que Nabucodonosor rey de Babilonia vino con todo su ejército contra
Jerusalén, y la sitió, y levantó torres contra ella alrededor. Y estuvo la ciudad sitiada
hasta el año undécimo del rey Sedequías. A los nueve días del cuarto mes prevaleció
el hambre en la ciudad, hasta que no hubo pan para el pueblo de la tierra. Abierta
ya una brecha en el muro de la ciudad, huyeron de noche todos los hombres de
guerra por el camino de la puerta que estaba entre los dos muros, junto a los
huertos del rey, estando los caldeos alrededor de la ciudad; y el rey se fue por el
camino del Araba. Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y lo apresó en las
llanuras de Jérico, habiendo sido dispersado todo su ejército. Preso, pues, el rey, le
trajeron al rey de Babilonia en Rubia, y pronunciaron contra él sentencia. Degollaron
a los hijos de Sedequías en presencia suya, y a Sedequías les sacaron los ojos, y
atado con cadenas lo llevaron a Babilonia. En el mes quinto, a los siete días del mes,
siendo el año diecinueve de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino a Jerusalén
Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo del rey de Babilonia. Y quemó la casa de
Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y todas las casas de los
príncipes quemó a fuego. Y todo el ejército de los caldeos que estaba con el capitán
de la guardia, derribó los muros alrededor de Jerusalén. Y a los del pueblo que
habían quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia, y a los
que habían quedado de la gente común, los llevo cautivos Nabuzaradán, capitán de
la guardia. Mas de los pobres de la tierra dejó Nabuzaradán, capitán de la guardia,
para que labrasen las viñas y la tierra.”
7. Dios fue paciente con Israel y con Judá. Durante
siglos, Él envió a Sus profetas para advertirles a los
israelitas de la ira de Dios por causa de su pecado,
y del castigo que vendría sobre ellos si no se
arrepentían.
Los israelitas no confiaron en Dios ni se
arrepintieron de su pecado. Por lo tanto, Dios
permitió que sus enemigos pelearan contra ellos y
los conquistaran.
8. Los asirios trajeron gentes otros países para que
vivieran en la parte norte del territorio de Israel. Estas
personas adoraban ídolos; no conocían al Dios vivo y
verdadero.
Muchos de los israelitas de las diez tribus del norte
que no habían sido llevados a Asiria, se casaron con
estas personas que habían sido traídas de otros
países. Los descendientes de estos matrimonios
mixtos llegaron a ser conocidos como samaritanos.
Los samaritanos afirmaban adorar al Señor, pero ellos
lo adoraban de acuerdo a sus propias ideas y no de
acuerdo a la forma en que Dios le había dicho a
Moisés. Ellos rehusaban subir al templo de Dios en
Jerusalén para adorar, por lo tanto, el Señor no
aceptaba su adoración.
9. Las dos tribus del sur también rehusaron arrepentirse,
por lo tanto, Dios permitió que los babilonios los
llevaran cautivos a la tierra de Babilonia.
Los babilonios derrumbaron las murallas de piedra de
Jerusalén. También derribaron y quemaron el templo
de Dios que Salomón el rey había construido.
10. Dios les había advertido a los israelitas que
enviaría otras naciones para que pelearan contra
ellos y los conquistaran si no se arrepentían. El
pueblo no creyó a Su Palabra, así que Él los castigó.
Dios siempre castigará a los que rehúsan confiar en
Él. Todos los incrédulos serán lanzados al lugar de
castigo que ha sido preparado para Satanás y sus
espíritus malignos.
11. Después de muchos años, algunos de los israelitas que habían
sido llevados a Asiria, regresaron a su propia tierra; y la gente
de Judá que había sido llevada cautiva a Babilonia, se arrepintió
y le pidió al Señor que los llevara de regreso a su propia tierra.
El Señor escuchó sus lamentos pidiendo ayuda y llevó a
muchos de ellos de regreso a Jerusalén. Los que regresaron de
Babilonia reconstruyeron a Jerusalén y las murallas de piedra
que rodeaban la ciudad, también reconstruyeron el templo de
Jerusalén.
Cuando los israelitas regresaron a su tierra natal, empezaron a
ser conocidos con un nombre diferente. Fueron llamados
judíos. Al pueblo israelita aún se le conoce como judíos o
como Israel. Su tierra es llamada la tierra de Israel.
13. 3. Dios permitió que otras naciones
conquistaran la tierra de los judíos
14. Los judíos continuaron adorando al
Señor, aunque la mayoría no lo hacía de
corazón. Ellos iban al templo con sus
sacrificios, pero la mayoría de ellos no
creía realmente que fueran pecadores y
que necesitaran de la misericordia de
Dios. Por consiguiente, el Señor los
castigó una vez más, permitiendo que
otras naciones los conquistaran.
Los griegos tomaron el control del país
de los judíos.
Aunque los griegos se apoderaron del
control de la tierra de Israel, permitían
que los judíos siguieran viviendo allí.
Los judíos aprendieron a hablar el idioma
griego.
15. Después de un tiempo, los romanos
conquistaron a los griegos, y ellos
asumieron el control de Jerusalén y de la
tierra de Israel.
Los romanos obligaron a los judíos a
obedecerles y a pagar impuestos.
Si alguno desobedecía, los romanos lo
castigaban. Mataron a muchos judíos con
espada y lanzas, y a otros crucificaron.
El rey de los romanos, conocido con el
nombre de César, vivía en la ciudad de
Roma. El César nombraba a algunos
hombres para que gobernaran por él los
países que él había conquistado.
Los romanos adoraban muchos dioses
falsos. Ellos también adoraban a su rey, el
César, porque pensaban que era un dios.
Sin embargo, ellos permitieron que los
judíos siguieran adorando al Señor en el
templo en Jerusalén.
17. Los saduceos eran líderes de los judíos: algunos
judíos abrazaron libremente la cultura griega,
combinándola con sus creencias acerca de Dios.
Estas personas fueron llamadas saduceos. Aunque
su número fue pequeño, fueron personas ricas y
con influencia. Procuraban controlar al sumo
sacerdote y esa posición tan influyente llegó a ser
comprada y vendida. Ellos también negaban que
algunas porciones de la Biblia fueran verdaderas.
Por tanto los saduceos descartaron parte de la
Palabra de Dios.
18. Los fariseos también eran líderes de los judíos: se
opusieron a la influencia de la cultura griega y se
mantuvieron en la ley dada por Moisés. En su celo,
crearon un “conjunto de leyes protectoras”
alrededor de la ley de Moisés, para que ninguna de
las leyes verdaderas pudiera ser quebrantada. Estas
leyes adicionales llegaron a ser una autoridad en sí
mismas, asumiendo un peso igual a la ley de
Moisés. Los fariseos añadieron a la palabra de
Dios.
19. Los escribas: eran judíos que copiaban las palabras
de Dios. También se les conocía como “abogados”
y “maestros de la ley” porque eran los hombres que
supuestamente conocían y podían explicar el
verdadero significado de las palabras de Dios.
Muchos escribas se sentían muy orgullosos de su
conocimiento de la Palabra de Dios. Ellos pensaban
que estaban agradando a Dios sólo porque sabían
lo que decía la Palabra de Dios. Ellos no reconocían
que es más importante para Dios que nosotros
creamos a Su Palabra y la obedezcamos.
20. En esos tiempos los judíos construyeron casas de
reuniones (sinagogas) en cada pueblo y cada ciudad.
En el último día de la semana, los judíos se reunían en sus
sinagogas, y los maestros y líderes religiosos leían y
explicaban los escritos de Moisés y de los profetas. No
obstante, muchas veces sus explicaciones no estaban de
acuerdo con el verdadero mensaje que Dios había hablado
y que Moisés y los profetas habían escrito en la Biblia.
Los judíos adoraban y ofrecían sacrificios animales en el
templo, y también se reunían en sus sinagogas para
escuchar la lectura y la explicación de las Escrituras. Sin
embargo, la mayoría de ellos no confiaba verdaderamente
en el Señor ni obedecía Su Palabra.
21. Aunque la mayoría de los judíos no confiaba en Dios,
siempre había algunos que creían. Ellos eran como
Abraham, Isaac, Jacob, Moisés y David, quienes
reconocieron que eran pecadores y que necesitaban la
misericordia de Dios. Estos judíos creyentes sabían que su
pecado los separaría para siempre de Dios, por lo tanto,
ellos se acercaban a Dios de la manera que Él había dicho
en Su Palabra. Por fe, ellos confiaban en que Dios
aceptaría sus sacrificios de animales junto con su sangre.
22. Estos judíos estaban esperando la venida del Salvador
prometido. Ellos creían que Dios es fiel y que Él siempre
hace lo que dice. Habían pasado miles de años desde que
Dios había prometido por primera vez que enviaría al
Salvador, pero estos judíos creyentes sabían que Él vendría
en el momento exacto que Dios había planeado.