Santa Luisa de Marillac nos muestra: Los escollos a evitar
Alarcón Cámara. Carta a un posible ejercitante
1. Carta a un/a posible ejercitante
Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J
Estimado/a amigo/a (Nombre):
Hacer los Ejercicios Espirituales es una decisión que compromete al que va
a iniciarlos, en varios aspectos: situarse «a solas con Dios» sin caretas,
descalzo, con la propia vida ... ; un deseo ardiente de cambiar de vida:
conocidos los propios desórdenes, ordenarse y buscar la voluntad de Dios
en la disposición de la propia vida [EE. 1]; «jugar limpio» con Dios
ofreciéndole todo lo que uno es y tiene para que ÉL disponga de todo ello
conforme a su voluntad [EE. 5].
Entrar en Ejercicios Espirituales de San Ignacio no es ir a enriquecer, en
primer lugar, tus conocimientos de... sino buscar una experiencia de
encuentro personal, un «tú a tú con Dios» que habla al corazón y
transforma la propia vida. Es dejar actuar al Espíritu Santo para que vaya
haciendo su obra en ti. Se trata de ir descubriendo el ritmo de Dios en ti,
de ponerte en sus manos y como el barro en manos del alfarero dejarte
hacer (Jer 18,2-6). Cuando uno quiere contar con Dios en su vida, en sus
proyectos... quiere decir que está abierto a la sorpresa. Dios sorprende
cuando menos lo pensamos y de la forma más inesperada.
Dios se comunica de forma peculiar al que se acerca a Él, por eso algunas
de las actitudes fundamentales de esta experiencia serán: «caminar con la
antena puesta», es decir, estar a la escucha, captar las resonancias que
tiene en tu interior la oración, el deseo de vivir al estilo de Jesús, el
sufrimiento de la gente, cercana o lejana, la ilusión de una entrega al
servicio de la Iglesia, de los necesitados... la radicalidad en el seguimiento
de Jesús.
¿Qué pasará a lo largo de esta experiencia? ¿Qué decidiré? ¿Se me
comunicará Dios con la suficiente claridad como para que yo arriesgue
TODA mi vida, o parte de ella? Estas y otras preguntas quizá están
amaneciendo a tu conciencia, o ya han amanecido. Hoy, ahora, no tienen
respuesta. Se te invita a la postura de Abraham: «Sal de tu tierra y ponte
en camino a la tierra que YO te mostraré» (Gen 12,1). En la aventura de
Abraham, como en la nuestra, y en este caso en la tuya, Dios es la brújula
y tiene absoluta preferencia en el camino, porque ÉL nos irá indicando el
norte de nuestra vida, de nuestra entrega, de nuestro futuro.
La persona que desea introducirse en esta experiencia de los Ejercicios
Espirituales de San Ignacio de Loyola, en busca de una decisión que le
lleve a una «elección de estado de vida» [EE. 135.169-188] o a una
«reforma de vida» [EE. 189], debe presentarse maduro y sereno en su
autonomía, esencial y profundo en su experiencia de fe. El que trata de leer
la Voluntad de Dios en su vida aprende a conocerse, interpreta con
sinceridad su historia y los acontecimientos que la constituyen. Ama, ante
todo, la verdad, se pone en manos de Dios, escucha las insinuaciones
procedentes del Espíritu, desea guardar viva la memoria de Jesús, es libre,
está en camino sin ataduras ni miedos, en constante búsqueda de Dios.
2. La experiencia de los Ejercicios en la vida ordinaria (EVO) no es un camino
fácil, y sin embargo está al alcance de cualquiera que desee aprender a
vivir, en todo, desde Dios. Los Ejercicios utilizan el «pan cotidiano» de
nuestra experiencia, para educar el corazón y la fe, para abrirnos a la
acción del Espíritu y para iniciarnos en la amistad del Señor. No falsean en
nada la realidad personal de cada uno, ni el peso de sus mecanismos
psicológicos, más o menos armónicos, ni las constantes relaciones con sus
respectivos grupos de vida y de trabajo, ni tampoco la interior alianza, que
debe renovarse incesantemente, con Dios. Se trata, pues, de un «camino
de libertad» para transformarse, siguiéndolo desde la interioridad del
silencio que nos va convirtiendo, en hijos del Padre, hermanos de los
hombres y servidores de la Vida (Los ejercicios espirituales en la vida
corriente Guilles Cusson, S.J. Sal Terrae, Santander, 1976, p. 15).
La adaptación de los Ejercicios Espirituales data del mismo tiempo de San
Ignacio. El libro de los Ejercicios tiene delante al «ejercitante ideal», al
que en clima de retiro se entrega a la experiencia por espacio de 30 días,
más o menos [EE. 4]. Pero el mismo San Ignacio, consciente de que no
todos los que quisieran hacer los Ejercicios podían disponer de este
tiempo, prevé en las Anotaciones: [EE. 18,19 y 20] distintas adaptaciones
según la capacidad y circunstancias del ejercitante. La Compañía de Jesús,
a lo largo de su historia, ha ido adaptando los Ejercicios de San Ignacio a
las personas y sus situaciones.
Somos conscientes de que hay no pocos cristianos que quisieran hacer los
Ejercicios de San Ignacio, pero no disponen de tiempo para retirarse, no
sólo treinta días, sino ni siquiera menos. Buscamos una adaptación tanto
en la temática como en la dedicación. Nuestro quehacer diario es muy rico
en vivencias, pero también es cierto que difícilmente encontramos un
tiempo para estar «a solas con Dios».
Anímate a llevar a cabo esta experiencia. Si tienes a mano un
"acompañante", no lo dejes de lado. El acompañamiento, aunque es un
aspecto fundamental de los Ejercicios, lo dejamos a libre elección. Que el
Señor te guíe en este proceso. Que busques y decidas, desde tu libertad,
aquello a lo que el Señor Jesús te invita. Uno no se arrepiente nunca de
haber "jugado" limpio con Dios. ¡ÁNIMO!
"Si me buscáis de todo corazón me encontraréis" (Jer 29,11-14)
"El Señor es mi pastor, nada me puede faltar" (Sal 23)
"Como busca la cierva corrientes de agua viva, así te busca mi alma a ti mi
Dios" (Sal 42)