1. 204 205
PAPA
FRANCISCOPara pedirle que ayude a las madres de
Malvinas que claman por la identificación de sus
hijos enterrados como NN en el cementerio de
Darwin, Julio Aro, veterano de la guerra, y una
periodista de GENTE, viajaron al Vaticano
buscando el apoyo papal en esta causa
humanitaria por la que trabajan desde hace
años. “Díganle a las mamás que cuentan con
todo mi apoyo”, prometió el Papa.
por Gaby Cociffi
Fotos: Felici, L’Osservatore
Romano y G.C.
“Cada mamá merece
tener un lugar donde dejarle
una flor a su hijo”
Señor, me
has mirado a
los ojos
Diez de la mañana del
10 de diciembre.
Conmovido, con los ojos
húmedos, Francisco
mira fijo a los ojos y
escucha el relato de
Gaby Cociffi y Julio Aro.
“Sé quiénes son y el
trabajo que están
haciendo para ayudar a
las mamás”, dijo.
en el Vaticano
2. 206 207
“Me comprometo a ayudarlos”
En Roma, buscando un apoyo ecuménico para la causa de los soldados
NN, mantuvimos una reunión con el venerable Jonathan Boardman,
archidácono en Italia y Malta de la iglesia anglicana y capellán de All
Saints, donde sirve desde l999. Nos recibió en el primer piso de la Via
del Baubuino 153. Conmovido, se comprometió a ayudar a las madres
en esta causa. “El derecho a la identidad es el primer derecho de todo
ser humano. El Reino Unido tiene tradición y respeto en estas causas
humanitarias. Me comprometo a ayudarlos”.
P
apa Francesco, Papa Francesco!”, en la
Plaza San Pedro retumba un mismo
grito. Y él, inmaculadamente de blanco,
con un resfrío que lo obliga a sacar de
tanto en tanto un pequeño pañuelito del
bolsillo derecho de su sotana, agita su mano y le sonríe
a la multitud.
Son las diez de la mañana del miércoles 10 de diciembre,
es la audiencia general, y Francisco rompe una y otra vez
el estricto protocolo vaticano para estar cerca de la gente.
Se preocupa por sus problemas (“Usted bendijo a mi so-
brina que tuvo cáncer”, le dice un hombre emociona-
do), responde con simpatía (“Yo rezo por usted, por mi
mujer, por mi suegra”, le grita un señor; “Ah, si reza por
su suegra usted es un santo”, responde Francisco), ben-
dice rosarios, medallas y crucifijos, sonríe a quien le lleva
una bandera de un club de futbol (cuando le dan una de
River, bromea: “Las gallinas a mi me gustan en caldo”),
besa niños, abraza, toca manos, y en medio de ese gentío
se da el tiempo necesario para escuchar y comprometer-
se con las causas que le tocan el corazón.
Es ahí donde el tiempo parece detenerse. Ya no se escu-
cha nada. Sólo la voz del Papa buscando las palabras jus-
tas, las que darán consuelo y esperanza.
Eso fue lo que ocurrió cuando, finalmente, el Papa Fran-
cisco se paró frente a Julio Aro, veterano de Malvinas, y
frente a mí, periodista y ex corresponsal de guerra, y miró
fijamente la foto que tenía en mis manos: la de una cruz
blanca del cementerio de Darwin cuya placa reza Soldado
Argentino Sólo Conocido por Dios. Son 123 las cruces
blancas de Darwin, y bajo cada una de ellas están enterra-
dos los soldados argentinos que nunca fueron reconoci-
dos. Y por ellos estábamos en Roma.
–Santo Padre, vinimos en nombre de las mamás que
desde hace años buscan saber donde están enterrados
sus hijos. Trabajamos hace mucho tratando de ayudar-
las para lograr la identificación de los soldados NN…
El Papa me miró fijamente a los ojos, no me dejó seguir
hablando, y con dulzura nos sorprendió:
–Sé quiénes son ustedes, sé del trabajo que están hacien-
do para ayudar a las mamás y por los caídos.
Francisco volvió a mirar la foto con la cruz, la tocó suave-
mente, y luego alzo su vista al cielo. Con los ojos llenos de
lágrimas, acercó su cara a la nuestra, y dijo con la voz que-
brada y llena de amor:
–Yo también quiero que cada madre sepa dónde poner
una flor. Yo también creo que cada madre merece tener
un lugar donde dejarle una flor a su hijo.
“CUENTEN CON MI APOYO”. De pronto la Plaza San
Pedro parece en silencio. Sólo podemos escuchar la voz
de Francisco. El Papa junta sus manos a modo de oración.
–Díganle a las mamás, si esto les sirve de bálsamo, que
cuenten con todo mi apoyo. Que es algo fundamental
que ellas puedan buscar a ese hijo.
Julio Aro, quien combatió con el Regimiento 6 de Merce-
des en Puerto Argentino, no puede contener las lagrimas.
Cuando volvió a Malvinas en 2008, “para cerrar el círcu-
lo”, fue hasta el cementerio de Darwin, y no encontró a
muchos de sus compañeros. “Ellos están allí enterrados
como NN. Sólo algunos tenían la chapita identificato-
ria. Yo mismo había anotado con birome en un papeli-
to mi nombre y lo había pegado con cinta scotch a mi
placa. A los pocos días, con la lluvia y la humedad del
pozo, donde vivíamos mojados, el nombre se había bo-
rrado. Si yo me hubiese quedado en las islas, también se-
ría un NN. Y querría que alguien ayude a mi madre
buscarme. Por eso, desde la Fundación No me Olvides
empecé con esta causa. Para ayudar a las mamás que
quieren saber donde están sus hijos”.
El Papa nos toma las manos. Yo, que había preparado, ca-
siestudiadodememoria,loquequeríadecirleenesospo-
cos minutos, también me dejo llevar por la emoción. Co-
mo joven periodista me tocó cubrir la guerra en l982, y
desde entonces trato de acompañar a los veteranos que
volvieron y a las familias de aquellos que quedaron en las
islas. Cuando Julio Aro –junto al veterano José Raschia–
me hablaron en 2008 de la causa por identificación de los
123 NN, me sumé sin dudarlo. Muchas mamás me habían
dicho: “Cuando vamos al cementerio besamos todas las
cruces pensando que en alguna estará nuestro hijo, pe-
ro ¿en cuál? Caminamos entre ellas buscando una se-
ñal. Preguntamos en voz alta: ¿Hijo, dónde estas? Y na-
die responde. Necesitamos saber dónde está enterrado,
para no seguir esperándolo”. Escuche una y cientos de
veces testimonios similares a este. Testimonios que calan
profundo en el corazón. Soy madre de cuatro varones, y
me pongo en la piel de cada mamá de Malvinas, pero tam-
bién siento que nadie puede quedar indiferente a seme-
jante dolor.
Emocionada, le pedí a Francisco:
Las cartas
Junto a Julio Aro
llevamos cuatro cartas de
mamás para el Papa
Francisco. En las oficinas
de la puerta Sana Anna,
se las entregamos a
Monseñor Guillermo
Karcher, jefe del
protocolo del Vaticano.
María Antonia Reyes
Lobos, mamá de José,
escribió: “Necesitamos
poder llorarlos así como
Jesús lloró a Lázaro”.
Sonia Ortega, mamá de
José, Nélida Echave,
mamá de Horacio, y
Raquel Ugalde, madre de
Daniel, coinciden: “No
queremos irnos sin poder
ver en esas cruces
blancas escrito el nombre
de nuestros hijos”.
3. 209208
“El Papa construye puentes
y derriba muros”
Monseñor Guillermo Karcher, jefe de protocolo del Vaticano, fue quien propició la
primera reunión –el 9 de diciembre– con el flamante embajador ante la Sana
Sede. “Venite ahora al Vaticano, que quiero que conozcas unas personas que
trabajan en una causa humanitaria que te va a interesar”, le dijo monseñor.
Eduardo Valdés había aterrizado junto a su señora, Susana, y sus dos hijos,
apenas un día antes. De gran relación con el Papa, el embajador Valdes (en la
foto junto al ministro Alberto Balboa Menéndez), se conmovió con la causa. “Voy
a seguirla personalmente”, prometió. Y ofició de contacto con otras importantes
figuras que pueden ayudar a las madres. “Sumo pontífice quiere decir alguien
que construye puentes y derriba muros, y eso hace Francisco”, finalizó.
–Santo Padre, en este momento la Cruz Roja Internacio-
nal afirma que está en delicadas negociaciones con los
gobiernos de Argentina y el Reino Unido. ¿Cómo podría
ayudarnos usted para llegar a los corazones de quienes
hoy tienen la decisión, ya que las mamás han esperado
33 años y no pueden seguir esperando…?
Tomando la foto de la cruz en sus manos, el Papa nos re-
galó las palabras que pueden cambiar la historia:
–Cuenten con mi apoyo. Por mi parte voy a hacer todo
lo que pueda para tratar de ayudar que esto se haga.
Voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para que cada
mamá sepa dónde esta su hijo.
TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A ROMA. A
medidos de 2014 monseñor Guillermo Karcher, ceremo-
niero pontificio, estuvo en Buenos Aires. Con un café de
por medio, y con la ayuda de Gerardo Di Fazio, director
de Culto de la Provincia de Buenos Aires, le presentamos
losproblemasytrabasqueestabasufriendolacausaporla
identificación de los NN. Conmovido, sugirió una audien-
cia con el Papa. “Este tema le llega al corazón”, definió. El
26 de septiembre, se le envió un email a Su Santidad soli-
citando la audiencia: “Me dirijo a usted a fin de solicitar
una audiencia por la causa humanitaria sobre la iden-
tificación de los cuerpos NN que descansan en el ce-
menterio de Darwin en las islas Malvinas, y que fue pre-
sentada ante usted por Monseñor Guillermo Karcher.
Visitaríamos a Su Santidad con Julio Aro, veterano de la
guerra de Malvinas. Quedando a la espera de la confir-
mación de la fecha, con la esperanza y la Fe de que las
madres de estos chicos algún día puedan tener una
tumba donde dejar una flor, me despido invocando la
proteccióndeMaríaSantísima”.Pocosdíasmástarde,Di
Fazio llamó por teléfono y pidió: “Expliquen con detalle
la causa y los problemas que tienen, porque el Papa va
a leer ese mail”.
INFORME PARA EL PAPA. Brevemente traté de ex-
plicar el paso a paso de una causa en la que trabajábamos
desde hace tantos años. El informe para el Papa decía:
l En 2008 el veterano de guerra Julio Aro volvió a las islas
yencontróquemuchosdesuscompañerosnoteníanuna
tumba allí, ya que existen 123 tumbas de Soldado Argen-
tino Sólo Conocido por Dios. Desde entonces apoyamos
a las madres que, a treinta y dos años de la guerra, no tie-
nen una tumba donde dejar una flor.
l Por mucho tiempo la causa fue rechazada por diferen-
tes funcionarios, hasta que le pedimos ayuda al músico in-
glés Roger Waters, quien en 2012 durante su visita a la Ar-
gentina le alcanzó a la presidenta Cristina Kirchner el
reclamo de las madres por sus hijos muertos en la guerra.
l El Dr. Parrilli me llamó un día después de que el músi-
co visitara a la Presidenta, y en una reunión en casa de go-
bierno (el 13 de marzo de 2012) me dijo que si conseguí-
amos más de 10 firmas de las madres pidiéndole a la
Presidenta por sus hijos, y las llevábamos para el 27 de
marzo, ella podría anunciar la causa el 2 de abril.
l Para visitar a las madres de los caídos, viajamos con Ju-
lio Aro y José Raschia al Chaco, Corrientes y Provincia de
Buenos Aires, y llevamos las primeras 27 firmas de madres
y padres pidiendo la identificación de los cuerpos.
l El 2 de abril la Presidenta anunció que había enviado
una carta a la Cruz Roja Internacional, pidiendo que fuera
mediador ante el Reino Unido.
l Desde entonces trabajamos junto al ministerio de Justi-
cia (al doctor Juan Martin Mena). Julio y yo hemos visita-
do 102 familias de las 123 por todo el país para buscar el
pedido formal con su firma. 90 familias enviaron la solici-
tud, las restantes, por temas personales, políticos o fami-
liares se abstuvieron.
l La CRI pidió que se hiciera un expediente y que el Equi-
po Argentino de Antropología Forense (a quienes había-
mos consultado desde un primer momento en 2008), hi-
ciera extracción de sangre de las familias para hacer el
banco de ADN de Malvinas. Hasta hoy el EAAF y el minis-
terio han visitado 80 familias, y llevan tomadas mas de 160
muestras.
l He hablado informalmente con miembros del go-
bierno británico. El secretario para América Latina del
gobierno inglés, Hugo Swire, dijo que el gobierno britá-
nico acepta identificar a los soldados NN. Pero aclaró
que el gobierno argentino jamás había comunicado esta
intención, como así tampoco no habían recibido nin-
gún pedido formal de la CRI.
l La lentitud y las trabas que aparecen día a día, hace
que las madres estén muy angustiadas, ya que siendo
personas mayores temen morir antes de saber dónde
están enterrados sus hijos. Por este motivo necesitamos
que esta causa Humanitaria se haga realidad lo antes po-
sible y que si se considera pertinente, Su Santidad ayu-
de a las madres.
l Por el durísimo clima de las islas, según nos han expre-
sado los miembros del EAAF –Luis Fondebrider, Maco So-
migiliana, y Daniel Bustamante– si el trabajo de identifica-
ción no se realiza en el verano de 2015, ya no podrá
hacerse hasta el 2016. Y desgraciadamente muchas de las
mamás no tienen ese tiempo.
“El Papa los espera el 10 de diciembre”, fue el siguiente y
sorpresivo llamado de Di Fazio. Monseñor Karcher, en el
Vaticano, se había ocupado de llevarle al Papa el informe
de Malvinas.
LA INTIMIDAD DEL VATICANO. El 9 de diciembre, a
las diez de la mañana, entrando por la puerta Santa Anna
del Vaticano, nos esperó monseñor Guillermo Karcher
para la audiencia preliminar donde él preguntaría detalles
sobre la causa. Con sus 22 años en Roma, conoce la inti-
midad del Papa como muy pocos. “Esta misma tarde le
voy a informar todo lo que hablamos”, nos dijo. Luego,
sabríamos que Karcher le había llevado al Papa la carpeta
con los nombres de todos los familiares que quieren la
identificación, y las cuatro cartas de las mamás que había-
mos llevado hasta Roma. “Le dije que estaba la directora
de GENTE, pero que venía en forma personal. Que no
sólo dirige la revista sino que ayuda a las padres de los
caídos. Que la estaba acompañando un veterano de
Malvinas, que fue el impulsor de esta causa. El Papa se
mostró conmovido, porque sabe que las madres tienen
ese derecho”, contó monseñor Karcher. Y agregó:
“¿Quién no puede conmoverse o quedar indiferente an-
te esto? Esta es una causa humanitaria que nos llega al
corazón a todos”. Incansable, el jefe del protocolo vatica-
no llamó al embajador Eduardo Valdés, que había arriba-
do a Roma el día anterior y recién el 20 presentará sus car-
tas credenciales. “Venite media hora antes hoy al
Vaticano,porqueacáhayunaspersonasquetienenuna
causa que te va a interesar”. Así, en el tercer piso del pa-
lacio vaticano, conversamos por primera vez con el emba-
jador, quien ofreció todo su apoyo (ver recuadro).“La
Providencia hizo que todo se fuera dando para poder
ayudar. Coincide que hay un Papa argentino, que Dios
me ha puesto aquí, y que la sensibilidad ha cambiado.
Que Bergoglio sea Papa no lo aleja de la realidad ar-
gentina y su problemática pasada. Que las mamás ten-
gan la certeza de que no han sido ni serán olvidadas.
La cruz
y el rosario
Al Papa se le
entregaron las cartas
de las madres de
Malvinas, la lista de
las 80 familias que ya
dieron su muestra de
sangre y que buscan
la identificación, y una
foto de una cruz en el
cementerio de Darwin
con la placa que reza
Soldado Argentino
Sólo conocido por
Dios. Su Santidad se
mostró conmovido al
ver la foto, y con los
ojos húmedos, se
comprometió a ayudar
a las madres. Antes
de retirarnos de la
audiencia, nos
regalaron un rosario
bendecido por
Francisco.
4. 210
Están en el corazón del Papa y de todos sus colabora-
dores.”, finalizó monseñor.
LAS CARTAS DE LAS MADRES. Antes de viajar
a Roma, cuatro madres nos dieron cartas para Fran-
cisco. Cuatro pequeñas cartas, de puño y letra, que
dicen así:
l Nélida Montoya, 82 años, nacida en Lobos, y ma-
dre de Daniel Echave, caído en la batalla final, escri-
bió: “Quiero confesarle que esta guerra hizo que el
dolor nos cegara por la pérdida de mi hijo mayor el
día 14 de junio de l982 muy cerca de llegar a Puer-
to Argentino ya casi finalizada la guerra, aleján-
donos de la Fe en Dios y la Iglesia. Poco a poco y
con el pasar de los años, y más aún al ver a Su San-
tidad asumir el Pontificado, la Fe va regresando a
nosotros colmando nuestros corazones de esperan-
za. Hace 32 años que los restos de Horacio yacen
en las islas en una tumba con la frase Soldado Ar-
gentino Sólo conocido por Dios. Este es uno de
nuestros mas grandes dolores”.
l Raquel Ugalde, mamá de Daniel, a los 79 años, en su
casa de Haedo escribió: “Al igual que otras mamás es-
peramos que puedan ser identificados y para eso he-
mos entregado muestras de sangre. Pero el trámite se
demora y estoy cerca de cumplir 80 años y no quisie-
ra irme sin poder ver en esa cruz blanca escrito el
nombre de mi hijo. Le pido a Su Santidad perdone el
atrevimiento de enviarle estas líneas, pero mi mayor
deseo es que el día que Dios disponga de mí, irme sa-
biendo que mi hijo dejó de ser un desconocido”.
l Desde Río Gallegos, Provincia de Santa Cruz, So-
nia Cárcamo, mamá de José Honorio Ortega, caído el
28 de mayo de l982 durante la batalla de Darwin, es-
cribió: “Yo soy una de las mamás de Malvinas, mi
hijo no tienen un nombre en su cruz. Santo Padre,
pasaron 32 años y seguimos esperando que algún
día podamos llegar y colocar una flor en sus tum-
bas, y que no sigan las demoras para que los cientí-
ficos de Antropología Forense puedan trabajar en
Darwin así nuestros héroes dejan de ser NN”.
l María Antonia, madre de José Reyes Lobos, escri-
bió: “Si bien sabemos que Dios en su infinita bon-
dad y amor los tiene en su memoria y corazón, no-
sotros, los familiares de los caídos, necesitamos
poder llorarlos y honrarlos así como Jesús lloró a
Lázaro, y no seguir viviendo en la incertidumbre
que si estará vivo o no, y que en algún momento to-
cará la puerta y ahí estará, aunque hayan pasado
33 años. Su Santidad, sé positivamente que usted
hará lo posible e imposible para que ambos gobier-
nos hallen la manera para que este milagro por fin
ocurra en la luz de nuestro señor Jesucristo”.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Soldado Sólo Conocido por Dios, rezan las 123 pla-
cas. “Dios no los ha olvidado, Dios recuerda sus
nombres”, consuela el papa Francisco. Pero a la vez
promete: “Yo voy a hacer todo lo que pueda para
ayudar a que las mamás tengan una tumba donde
dejar una flor”.
Que así sea. n
“Dios no los ha olvidado.
Dios recuerda sus nombres. Pero yo haré
todo lo que esté a mi alcance para
ayudar a las madres”