2. El concepto de justificación.
1. ¿Qué es la justificación?
Los medios de justificación.
2. Las obras de la ley.
3. La fe de Jesucristo.
El resultado de la justificación.
4. Obediencia de fe.
5. ¿Seguir pecando?
En Gálatas 2:15-21 trata sobre las
diferencias entre judíos y gentiles.
¿Son todos justificados de la misma
manera? ¿Se justifican los gentiles
por la fe de Jesucristo y los judíos por
las obras de la ley?
En definitiva, ¿cuál es la base de la
justificación de todos nosotros?
3. “Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles”
(Gálatas 2:15)
Los judíos eran los receptores del
pacto, los herederos de las promesas,
los llamados a ser santos, el pueblo
elegido por Dios. Los gentiles, por el
contrario, eran pecadores por cuanto
ignoraban la Ley divina.
Pero Pablo deja claro que, tanto unos
como otros, necesitan ser justificados
(es decir, ser declarados justos).
¿Qué implica la justificación?
Es lo contrario a la condenación. La
persona no solamente es perdonada,
sino que también es declarada justa
(Deuteronomio 25:1).
Implica ser parte del pueblo de Dios.
Es relación con Dios y su pacto.
4. “sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino
por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo,
para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley,
por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado” (Gálatas 2:16)
Pablo no siempre usa la palabra “ley” con
el mismo significado. Sin embargo, la
expresión “obras de la ley” parece referirse
siempre al cumplimiento de la Torá (todas
las leyes contenidas en el Pentateuco,
incluidos los diez mandamientos).
Hacer las obras de la ley exige pleno
cumplimiento en pensamiento y obra –en
cada momento de la vida– a todos y cada
uno de sus mandamientos.
Aún si llegásemos a ser capaces de hacer
esto, las obras de la ley no podrían
salvarnos. Ellas son una norma de vida, y
no un medio de redención o perdón.
5. Es importante comprender la base de nuestra
justificación. En Gálatas, Pablo nos enseña que:
La fe no necesita ser complementada con
obras. La justificación no es por fe y obras
(como enseñaban los judaizantes), sino
exclusivamente por fe.
La fe no es un concepto abstracto. No hay
que, simplemente, tener fe. Hay que tener fe
en algo concreto: la obra que Jesús realizó
por nosotros.
La fe, en sí misma, no justifica. La fe es el
medio por el que nos aferramos a Jesús,
quien nos justifica.
Nuestra esperanza está en “la fe de Cristo”.
Somos salvos por Su fe y no por la nuestra.
No hay mérito alguno en nuestro acto de fe.
6. “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive
Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo
de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20)
¿Cómo nace nuestra fe?
La fe es siempre una respuesta
a la revelación divina.
Cuando Dios le reveló a Abraham las
bendiciones que tenía reservadas para él,
éste creyó (Génesis 15:5-6).
La verdadera fe se origina en un corazón
conmovido por un sentimiento de gratitud y
amor por la bondad de Dios.
Ante el inmenso sacrificio que Dios hizo por
nosotros para darnos vida eterna, nuestra
respuesta es la fe.
7. “Con Cristo estoy juntamente crucificado,
y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y
lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la
fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20)
La fe no puede ser un mero reconocimiento
intelectual de lo que Dios hizo por mí.
La fe es una respuesta de amor al amor de Dios.
A partir de ahora, ya no puedo seguir
entristeciendo deliberadamente a Dios con mis
pecados.
Toda mi vida queda afectada. La fe incluye lo
que hacemos, cómo vivimos, en quién
confiamos y en qué creemos.
¿Qué implica tener fe?
8. “Y si buscando ser justificados en Cristo, también
nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo
ministro de pecado? En ninguna manera” (Gálatas 2:17)
Una acusación levantada contra Pablo
era que, al hacer hincapié solo en la fe y
no en las obras, animaba a los gentiles a
seguir pecando después de haber sido
justificados.
Este razonamiento le parece ridículo a
Pablo. Por ello, contesta enfáticamente:
“En ninguna manera”.
Su razonamiento es que, una vez
justificado, soy una nueva criatura.
Ahora Cristo vive en mí y, por tanto, hago
las obras que Él preparó de antemano
para que ande en ellas (Gálatas 2:20;
2ª de Corintios 5:17; Efesios 2:10).
9. “La gracia es un favor inmerecido y el creyente es justificado sin
ningún mérito de su parte, sin ningún derecho que presentar ante
Dios. Es justificado mediante la redención que es en Cristo Jesús,
quien está en las cortes del cielo como el sustituto y la garantía del
pecador. Pero si bien es cierto que es justificado por los méritos de
Cristo, no está en libertad de proceder injustamente. La fe obra por
el amor y purifica el alma. La fe brota, florece y da una cosecha de
precioso fruto. Donde está la fe, aparecen las buenas obras. Los
enfermos son visitados, se cuida de los pobres, no se descuida a los
huérfanos ni a las viudas, se viste a los desnudos, se alimenta a los
desheredados. Cristo anduvo haciendo bienes, y cuando los
hombres se unen con él, aman a los hijos de Dios, y la humildad y la
verdad guían sus pasos. La expresión del rostro revela su
experiencia y los hombres advierten que han estado con Jesús y que
han aprendido de él. Cristo y el creyente se hacen uno, y la belleza
del carácter de Cristo se revela en los que están vitalmente
relacionados con la Fuente de poder y de amor. Cristo es el gran
depositario de la rectitud que justifica y de la gracia santificante”
E.G.W. (Mensajes selectos, tomo 1, pg. 465)