Jesús mostró respeto a todas las personas y las trató con dignidad, influyendo en ellas para que alcanzaran el Reino de Dios. Siguiendo su ejemplo, encontraremos las pautas para desarrollar una actitud ganadora al predicar la Palabra de Dios.
2. Jesús mostró respeto a todas las
personas con las que entró en contacto
y las trató con la dignidad que
merecían. Influía en ellas con el objetivo
de que alcanzaran el Reino de Dios.
Siguiendo el ejemplo de Jesús y las
enseñanzas de los apóstoles
encontraremos las pautas que nos
ayudarán a hacerlo.
¿Cómo desarrollar una actitud ganadora
en la obra de predicar la Palabra?
3. “Y le era necesario pasar por Samaria” (Juan 4:4)
Había otras rutas para que un
grupo de judíos subiese de
Jerusalén a Galilea sin necesidad
de atravesar Samaria. ¿Por qué,
entonces, le era necesario a Jesús
atravesar la región de Samaria?
Los samaritanos abrazaban una mezcla de verdad y error.
Por esa razón no se les había permitido colaborar con el
pueblo de Israel para construir el Templo (Esdras 4:1-4).
Para los discípulos, era inútil predicar en ese terreno hostil.
Sin embargo, el Espíritu Santo había preparado entre los
samaritanos de Sicar corazones receptivos al mensaje.
Por esa razón, Jesús necesitaba
sembrar la verdad en ese lugar.
Siembra que dio sus primicias y, con
el tiempo, una cosecha abundante
(Juan 4:39-41; Hechos 8:5-25).
4. “Esta ha hecho lo que podía; porque
se ha anticipado a ungir mi cuerpo
para la sepultura” (Marcos 14:8)
Por el contrario, unas palabras de felicitación
reafirmarán a la persona y le ayudarán a que
su fe se desarrolle y crezca.
Mateo 15:21-28 nos muestra el relato de una mujer cananea que acudió a Jesús
con un pedido insistente, negándose a aceptar un “no” por respuesta. Jesús la
felicitó ante sus discípulos al decirle: “Grande es tu fe”.
En otra ocasión, cuando
María fue duramente
criticada, Jesús le defendió
felicitándola también por
su gesto: “se ha anticipado
a ungir mi cuerpo para la
sepultura” (Marcos 14:8).
Una actitud severa y crítica alejará a las personas y evitará que
escuchen nuestro testimonio.
5. “Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es
digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada
uno de vosotros abunda para con los demás” (2ª de Tesalonicenses 1:3)
RESALTANDO LO POSITIVO
El propósito de Pablo al escribir sus cartas era el de animar y fortalecer a las iglesias.
Aunque en ocasiones tenía que reprender duramente el error, no lo hacía sin antes
resaltar lo positivo que veía en la iglesia, y en los hermanos que la componían.
Qué importante es que tengamos el hábito de buscar lo bueno en las personas.
De esta forma, profundizaremos los lazos de amistad y las atraeremos a Cristo.
6. ¿Quién nos conoce mejor que Cristo?
No solo conoce lo bueno, sino también lo malo
de nosotros. Y a pesar de ello, nos acepta, nos
perdona y nos ama.
No hay ningún mérito en nosotros, pero, por
Su bondad, nos acepta.
¿No deberíamos nosotros tener esa misma
actitud hacia los demás?
Debemos aceptar a las personas, no por lo
buenas o malas que sean, sino porque Cristo
nos aceptó a nosotros (que, tal vez, somos
peores que ellas).
Una actitud de aceptación y amor hacia los
demás puede abrir sus corazones y cambiar
sus vidas para bien.
7. La verdad, enseñada sin amor, conduce a un
legalismo acusador o a una fría tolerancia.
La verdad, enseñada con amor, subyuga el
corazón y conduce a una relación salvadora
con Jesús.
Debemos estar preparados para defender
aquello en que creemos. Pero siempre
debemos hacerlo con humildad, respeto y
amor.
Mostremos a los demás el mismo amor que
Cristo ha mostrado con nosotros.
Pidamos al Espíritu Santo que nos conduzca a
personas con corazón receptivo, resaltemos
lo bueno que vemos en ellas, aceptémoslas
sin criticarlas, y enseñémosles con amor.
8. “Cuando nuestro carácter no conocía el amor y éramos
“aborrecibles” y nos aborrecíamos “unos a otros”, nuestro
Padre celestial tuvo compasión de nosotros… Si recibimos
su amor, nos hará igualmente tiernos y bondadosos, no sólo
con quienes nos agradan, sino también con los más
defectuosos, errantes y pecaminosos…
Aun los pecadores cuyos corazones no estén
herméticamente cerrados al Espíritu de Dios responden a la
bondad. Así como pueden responder al odio con el odio,
también corresponderán al amor con el amor. Solamente el
Espíritu de Dios devuelve el amor por odio. El ser
bondadoso con los ingratos y los malos, el hacer lo bueno
sin esperar recompensa, es la insignia de la realeza del cielo,
la señal segura mediante la cual los hijos del Altísimo
revelan su elevada vocación”
E.G.W. (El discurso maestro de Jesucristo, pg. 65)