Este documento presenta fotografías y texto sobre el puente y las personas que lo cruzan como una metáfora para tender puentes entre diferentes orillas y personas. El autor toma fotografías de desconocidos en el puente para reconocerlos como personas y reducir las distancias entre diferentes orillas/mundos. El puente representa el espacio donde vidas desconocidas se cruzan y donde se puede construir un "nosotros" más allá de las diferencias.
4. DE PUENTES Y DE ORILLAS
Allí donde se instala lo humano surgen las orillas. Dos. Del lado de aquí y del
lado de allá, como titulaba Cortázar las dos grandes partes de Rayuela. Del lado
de aquí y del lado de allí o de allá. Algo más que simples expresiones para
denotar lugar, para situarnos y situar espacialmente a los demás. Yo siempre
estoy del lado de aquí. Ellos siempre están del lado de allá. La denotación
espacial da paso a un contenido connotado que tiene una fuerte carga social.
Dos orillas entendidas como dos mundos, distantes por distintos. Y ya se sabe,
lo distinto, lo diferente, siempre es lo otro, lo que está lejos, aquello que no tiene
relación directa con lo mío, con lo nuestro. Los de la otra orilla no son unos de
los nuestros.
13. el puente, una metáfora.
Dos personas situadas cada una en su orilla. Se miran y ven, ambos, una figura
desenfocada al otro lado. Lo otro siempre es visto como algo desenfocado, sin
perfil claro, sin la nitidez de lo próximo, del prójimo, de lo reconocible. Es el
otro: extraño, extranjero. Es el otro, la amenaza o al menos el riesgo de una
amenaza que siempre es vaga, general, porque al ser así, al no precisarse del
todo, cumple mejor el papel social que otorgamos a la percepción de la amenaza.
Hay una novela que narra el devenir histórico de una relación conflictiva entre
comunidades que, viviendo en el mismo lugar, jamás dieron vida a un nosotros
verdadero. El novelista le da protagonismo al puente, pura metáfora viva,
visible, de un desencuentro trágico. Construido, reconstruido, destruido… La
negación del puente es la negación de toda posibilidad de convivencia. Y emerge
la pregunta que habita en cada una de las fotos que van naciendo en el puente:
¿nosotros tendemos más a la construcción o a la destrucción de puentes?.
22. TENDER PUENTES
Los puentes unen las dos orillas creando una tierra de nadie que, por serlo, es
territorio de todos. Los puentes son tránsito, viaje hacia lo otro, viaje hacia
el otro. Puntos de encuentro. Eso de lo que andamos tan necesitados en los
tiempos en los que hemos abdicado de una de las condiciones del sujeto moderno,
ser el otro. Je suis un autre, gritaba Rimbaud cuando la Modernidad era aún la
promesa abierta a lo posible.
El grito de Rimbaud, que un día fue un clamor revolucionario, una llamada a la
transformación, era una forma de abordar lo diferente, las diferencias de una
manera dialéctica. Dialéctica negativa, como quería Adorno: no renuncio a eso que
es mi identidad, pero me abro a la interacción con lo otro, con el diferente
desde el rigor del juicio crítico. Abrirte a lo otro no supone adoptar las pautas
del relativismo cultural, moral, social…; ser crítico, comprender la diferencia
para ajustar no sólo mi posicionamiento frente a ella sino mi propia identidad.
27. VIDAS CRUZADAS
Los puentes son un territorio nómada. En ellos la identidad es, siempre, un estar
de paso en un viaje emprendido hacia el horizonte. La línea del horizonte es la
meta que ha de presidir la aventura humana de ir hacia lo otro, de buscar una
relación dinámica, dialéctica, crítica con lo otro. Lo dijo hace mucho Chesterton:
cuando decimos que no quedan ya territorios por conquistar nos equivocamos,
pues la gran aventura aún no emprendida por los humanos es saltar la valla que
nos separa del jardín del vecino y atrevernos a mirarle a la cara; atrevernos a
reconocerle.
31. LA MIRADA COMO ESPACIO SOCIAL
Poco a poco van acercándose. Del lado de allí y del lado de acá. Dos personas
que caminan en sentidos opuestos que, según se mire, son un único sentido:
ése que les lleva a cruzarse. Un instante. Un breve fragmento de tiempo en el
que los dos cuerpos con sus vidas a cuestas pasan casi rozándose. ¿Por qué no
se miran? La mirada es el primer paso para el reconocimiento, para esa
aproximación al otro que nos posibilita convertirlo en semejante, próximo y, por
lo tanto, prójimo.
En el principio, no lo dudemos, siempre está la mirada. Reconocimiento.
Relaciones igualitarias. El otro es un tú más que un él. Una oportunidad para la
utopía en el mundo de las identidades.
36. UN PUENTE HACIA UN
NOSOTROS
Allí donde lo humano se instala nacen las orillas. Allí y aquí. Aquí y allá. Es
urgente que asumamos que cuando dos orillas surgen hay que ir tendiendo los
puentes que las conviertan en dos lados de un mismo querer, de un mismo proyecto
de convivencia. Si los puentes no transforman el sentido original de las orillas
no podemos hablar de puentes, podremos hablar de obras de ingeniería que no
trascienden su mera función instrumental para convertirse en elementos con una
clara vocación social. Los puentes como encrucijadas de sentido, lugares donde la
intersección de vidas dan vida a la posibilidad de que el otro, los otros, dejen
de ser los siempre extraños, aquellos con quienes no tenemos nada que ver.
El puente son las personas que lo cruzan. Ellos, es decir, nosotros le damos
vida a esa construcción de piedra o de acero o de lo que sea. El puente es la
posibilidad que todos los días vivimos de acabar con ese NOS...(otros) y
constituir el único y necesario Nosotros, sin puntos suspensivos ni paréntesis
que escondan la exclusión en la inclusión aparente.
38. EPÍLOGO
"Sea cual sea el futuro de las ciudades, y por mucho que cambie su trazado,
aspecto y estilo en el transcurso de los años o de los siglos, siempre habrá una
característica que se mantendrá estable: las ciudades son lugares repletos de
desconocidos que conviven en estrecha proximidad"
Zygmund Bauman
39. ENCUADRE
Tengo la suerte de necesitar cruzar ese puente que unos llaman de piedra otros de
los leones, algunos, los menos, romano, todos los días. He dicho necesidad, pero
al mismo tiempo es la realización de un deseo. Durante gran parte de mi vida en
esta ciudad el puente era tan sólo un vial que me o llegar hasta la vieja
estación de ferrocarril, No iba más allá. El puente era también algo que
lógicamente sigue siendo: espacio al que accedían los turistas para obtener esa
foto imprescindible de El Pilar. Pero el puente no era en realidad un puente
porque la otra orilla seguía siendo ese mundo al que se le daba la espalda, mundo
ignorado. Ahora lo cruzo a diario, pero ya no lo vivo como un simple vial ni
siquiera como un monumento histórico o como el mirador para cazar el souvenir.
Voy y vengo entre las dos orillas y en el puente me cruzo con personas con su
biografía, su vida. Son desconocidos. Yo lo soy para ellos. Pero compartimos el
puente, nos cruzamos en ese lugar a veces acompañados por la fuerza del viento y
el rumor de unas aguas que juguetean a ser turbulentas por un ratito. Nos
cruzamos y les miro.
40. Un día quise mirarlos también a través de mi cámara, pero no para que fueran esa
foto simple que la gente reduce a mero instante detenido, tiempo congelado. Mirar
con la cámara es trazar una mirada que pretende ser pregunta, viaje hacia,
interpretación, expresión manifiesta de un posicionamiento ético. Les hago fotos.
No encuadro desde el visor. Eso rompería la magia del encuentro, acabaría con el
sentido de ese entrecruzarse de historias mínimas, pequeñitas, preciosas,
desconocidas… Cuando he mostrado alguna de estas fotos siempre hay personas que
me preguntan por el motivo por el que fotografío a esas personas ya que no
encuentran nada de extraordinario en ese panorama humano, normal, corriente,
rutinario. La respuesta siempre es la misma: por qué no voy a hacerlo. Un
fotógrafo, no recuerdo su nombre, dijo que nada humano le era ajeno. Es así y es
por ello que los construyo con mi mirada como personajes de mi propia vida. A
fuerza de verlos, a fuerza de mirarlos o por el hecho mismo de haberlos mirado ya
no son algo indeterminado. Son personas. No son gente. Sigo desconociendo su
nombre y sus historias, pero ya no son nadie. Han dejado de ser el otro. Las
orillas han dejado paso a la dialéctica del puente.
41. Agradecimientos
A todas las personas que aparecen en las fotos. Un día nos cruzamos en el puente y al
mirarlas quise que ellas fueran parte de este proyecto, de este puente tendido entre dos
orillas y que aspira a unirlas en un mismo horizonte de convivencia.
BAUMAN, Z. "Confianza y temor en la ciudad" Ed. Arcadia. Barcelona
JABÈS. E. "Un extranjero con, bajo e brazo, un libro de pequeño formato" Ed. Círculo de
Lectores
CONTACTO
Jesús Ángel Sánchez Moreno
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