1. CARMEN V Vivamus, mea Lesbia, atque amemus, rumoresque senum severiorum omnes unius aestimemus assis. Soles occidere et redire possunt: nobis cum semel occidit brevis lux, nox est perpetua una dormienda. Da mi basia mille, deinde centum, dein mille altera, dein secunda centum, deinde usque altera mille, deinde centum. Dein, cum milia multa fecerimus, conturbabimus illa, ne sciamus aut ne quis malus invidere possit, cum tantum sciat esse bassiorum. CATULO (S. I a.C.) Vivamos y amemos, Lesbia mía, y démosles menos valor que a un as a las voces de los viejos severos. Los astros pueden morir y volver; muerta nuestra breve luz, deberemos dormir una última noche perpetua. Dame mil besos, seguidos de un ciento; luego otros mil, luego un segundo ciento; luego otros mil seguidos, luego un ciento. Después, hechos ya muchísimos miles, los borraremos, para olvidar su número o nadie pueda echarnos mal de ojo, cuando sepa que fueron tantos nuestros besos.
2. Safo (S. VII-VI a.C.) Plegaria a Afrodita (D. 1) Inmortal Afrodita de bien labrado trono, hija de Zeus, trenzadora de engaños, yo te imploro, no esclavices mi corazón con angustias y penas, Señora, en vez de eso ven aquí, si en verdad mi voz oíste desde lejos ya otra vez y me escuchaste y viniste abandonando la mansión del padre, tras uncir el áureo carro: bellos, veloces gorriones te trajeron sobre la tierra negra batiendo con vigor sus alas desde el cielo a través del éter.
3. Presto llegaron: y tú, diosa feliz, sonriendo con tu rostro inmortal me preguntabas qué me sucedía y para qué otra vez te llamo y qué es lo que en mi loco corazón quiero que ocurra: “ ¿A quién muevo esta vez a sujetarse a tu cariño, Safo? ¿Quién es la que te agravia? Si ha huido de ti, pronto vendrá a buscarte; si no acepta regalos, los dará; si no te ama, bien pronto te amará aunque no quiera”. Ven, pues, también ahora, líbrame de mis cuitas rigurosas y aquello que el corazón anhela que me cumplas, cúmplemelo y sé tú misma mi aliada en la batalla.
4. Safo (S. VII-VI a.C.) Safo D. 2 Me parece igual a los dioses aquel varón que está sentado frente a ti y a tu lado te escucha mientras le hablas dulcemente y mientras ríes con amor. Ello en verdad ha hecho desmayarse a mi corazón dentro del pecho: pues si te miro un instante, mi voz no me obedece, mi lengua queda rota, un suave fuego corre bajo mi piel, nada veo con mis ojos, me zumban los oídos, ...brota de mí el sudor, un temblor se apodera de mí entera, pálida cual la hierba me quedo y a punto de morir me veo a mí misma.
5. Apolo y Dafne Garcilaso de la Vega (1539-1616) A Dafne ya los brazos le crecían y en luengos ramos vueltos se mostraban: en verdes hojas vi que se tornaban los cabellos que el oro oscurecían; de áspera corteza se cubrían los tiernos miembros que aún bullendo estaban; los blancos pies en tierra se hincaban y en torcidas raíces se volvían. Aquel que fue la causa de tal daño, a fuerza de llorar, crecer hacía este árbol, que con lágrimas regaba. ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño, que con llorarla crezca cada día la causa y la razón por que lloraba!