1. 4.3 Manejo de espacios
El manejo de los espacios, es la habilidad que tienen las personas de moverse y hablar en todo
tipo de ambientes o espacios, ya sean cerrados, abiertos o frente a diferentes tipos de
audiencias. Así en una entrevista de trabajo, frente a una persona en una oficina, los
movimientos tenderán a ser más cortos y precisos y el timbre de voz más íntimo, ya que no
manejar esos códigos de conducta, generarán o derivarán en malas percepciones.
El movimiento, es lo primero que debe conocer e intuir la persona al llegar al lugar donde le
toca hablar o intervenir. Lo que debe hacer en ese momento, es planear su movimiento. Aún
en la participación
aparentemente más simple en
una oficina o mesa redonda,
quien habla debe prever cada
detalle de sus movimientos.
Recorre con la vista tus
posibilidades de
desplazamiento al interior de
la oficina, por si te piden
levantarte, salir o pasar a otro
lugar dentro de la misma.
No improvises situaciones que
pueden resultar incómodas
para el entrevistador o para
quien te vaya a escuchar.
El cuerpo, con sus
movimientos, interviene de una manera decisiva en la comunicación oral, de tal manera que
no es fácil concebir una reunión en la que no pueda verse al entrevistador o a la persona con la
debamos conversar y debamos limitarnos sólo a escuchar.
Normalmente el oyente ve al orador a la vez que lo están escuchando, y el movimiento de este
es de suma importancia en la transmisión del mensaje. Se aprecia el significado de la expresión
facial del orador, del modo que se desplaza, del gesto de la cabeza, los brazos y las manos.
Desde el natural y frecuente gesto de ajustarse la corbata o abrocharse la chaqueta, hasta
pasar a una entrevista de trabajo con gestos propios, hay toda una gama de vicios. Estos vicios
han sido muy estudiados por los expertos en psicología oratoria y han determinado que no son
más que gestos estereotipados que vuelven a repetirse a lo largo de una conversación. Por
ejemplo ajustarse la camisa, gesticular demasiado, arreglarse el reloj en la muñeca
constantemente, etc. Todos esos gestos, lo único que hacen, es deslucir y empobrecer la
comunicación mejor planeada.
Algunas pautas generales en el manejo de
espacios y oratoria.
No existe una regla universal que nos diga cómo
se debe permanecer mientras se habla o se
pronuncia un discurso, pero sí pueden señalarse
algunas prácticas viciosas que deben desterrarse:
- No te refugies en tu ropa o en tu cuerpo.
- Esconder las manos debajo del escritorio donde
se está hablando, evitando manejar la
gesticulación natural del hablar.
2. - Si vas a hablar ante público, evita tener cosas que puedan permitir esconderte u ocultar parte
de tu cuerpo (sillas, atriles, mesas, etc.)
- Mantente quieto, no estático, pero permanece en el lugar en el que estás hablando. Si es
necesario, puedes moverte mientras vas exponiendo o hablando (en caso de hacerlo en
público).
- Al momento de hablar no te derrumbes escondiéndote detrás del escritorio, ni permanezcas
rígido en posiciones forzadas. , Mantén una posición erguida y relajada. Asumida con
naturalidad.
- Cuando te toque hablar deja un espacio de unos veinte centímetros entre tu pecho y el
escritorio e igual espacio entre la espalda y el respaldo de tu asiento. De este modo podrás
avanzar y retroceder, dándole relativa movilidad a tu cuerpo.
- Si tus pies están en exposición, evita el cruce y descruce continuado de las piernas, y cuantos
tics puedan provocar la distracción de quien te escucha.
- Las palabras, los gestos y movimientos, deben brotar con naturalidad de acuerdo con tu
estilo.
- Por otra parte los gestos, además de su utilidad para reforzar y clarificar ideas, son muy
valiosos también en cuanto ayudan a mantener el diálogo con el o los oyentes.
- A veces inconscientemente pretendemos esconder nuestras emociones tan expuestas a la
observación no verbal, ocupando nuestras manos en actos que nada tiene que ver con lo que
estamos hablando.
- No juegues con tus manos. A medida que avanzamos en la conversación, si sentimos en
realidad lo que decimos, ya necesitaremos nuestras manos y nuestros brazos para apoyar y
acompañar la palabra.
- El mejor maestro es el corazón, la mente, el interés que pongamos en el tema. El deseo de
hacer comprender lo que nosotros ya comprendimos y queremos comunicar.
- Los gestos son algo tan personal como la risa. Sé tú mismo y usa los gestos correctos, sin
temor a equivocarte.
- Debemos recordar que no hay movimientos neutrales, y que todo gesto o movimiento que
no enriquezca nuestra presentación, la empobrece.