2. El desarrollo de la ciencia y la tecnología en Colombia es muy pobre, y
aunque desde hace 20 años el tema ha ganado terreno político (con la
Constitución de 1991 y la Ley 1286 del 2009), aún no hay una apuesta real
del Estado que lo impulse más allá de los buenos deseos y se tome en
serio para apalancar el progreso social y económico del país.
3. Por eso, vicerrectores de Investigación de las universidades Nacional de Colombia,
Industrial de Santander, Tecnológica de Pereira, Cauca, Valle y Los
Andes decidieron avanzar y están construyendo agendas del conocimiento a corto,
mediano y largo plazo. Las propuestas señalan, entre otros, tres asuntos
fundamentales: ampliar el número de doctores; definir áreas prioritarias de
investigación a las cuales la academia, el sector productivo y el Estado le deben
apostar; y articular los diferentes esfuerzos existentes en investigación y formación
doctoral.
4. ¿A qué se le debe apuntar?
Un país como Colombia, con una producción científica exigua en el contexto
latinoamericano y mundial, y con una inversión limitada no puede dedicarse a generar
impactos en cien mil áreas, sino que tiene que dedicarse a los temas que realmente sean
los que impacten es sus procesos de desarrollo económico y social”, advierte Óscar
Gualdrón, vicerrector de Investigación de la Universidad Industrial de Santander (UIS).
Dado lo anterior, Gualdrón considera importante que la investigación empiece a centrarse
en campos como la minería, en donde se proyectan grandes inversiones, y en la
biodiversidad, cuyo potencial aún no ha sido bien explorado para satisfacer las
necesidades de todas las regiones del país. “Si no generamos conocimiento propio, esa
potencialidad no será bien aprovechada, o será utilizada por sectores externos a
Colombia”, argumenta Samuel Ospina, de la Universidad Tecnológica de Pereira.
5. Sin embargo, las áreas prioritarias de investigación no deben ser estáticas en el tiempo sino
ajustarse a los contextos cambiantes globales y locales. Al respecto, José Luis Villaveces,
de la Universidad de los Andes, precisa: “Es la brutal realidad la que le señala a uno qué es
lo que interesa. Si hace 20 años, cuando se creó el Sistema Nacional de Ciencia y
Tecnología, hubiésemos dicho que la telefonía celular era un área de interés, se habrían
‘toteado’ de la risa. Lo que nos urge es saber enfrentar los problemas que diariamente se le
vienen al país”.
En este contexto, los vicerrectores coinciden en que una de las tareas urgentes para que la
CT+I empiecen a andar es “mirar en detalle cada una de las áreas que se consideren
estratégicas, evaluando lo que existe y a lo que se le debe apostar”, puntualiza Rafael
Molina, vicerrector de Investigación de la Universidad Nacional de Colombia. Este reto
implica mayor formación de capital humano.
CIENCIA Y TECNOLOGIA
6. Otro de los retos que los vicerrectores plantean como esenciales tiene que ver con la articulación
de la investigación entre las instituciones de educación superior, y la generación de redes de
colaboración que a su vez vinculen el sistema académico con el sector productivo. “Por ejemplo,
Colombia tiene una estructura de medianas y pequeñas empresas con las cuales hay que
fortalecer procesos de transferencia de conocimiento”, señala el Vicerrector de Investigación de la
UIS.
“Esta es una semilla que se ha venido cultivando pero que aún no es visible”, asegura Rafael
Molina. En su opinión, “hay que desmitificar que la universidad no trabaja con la industria. La
Universidad Nacional actualmente tiene 850 proyectos activos en los cuales participan 350
empresas, y 1.300 proyectos de extensión en los que también están vinculadas 400 empresas. De
hecho, en el 60% de los proyectos específicos que Colciencias le ha financiado a la UN está
implicado el sector productivo empresarial, público o privado”
Una semilla que hay que cultivar
7. Los vicerrectores consideran que para que realmente se pueda hablar de ciencia, tecnología e
innovación, se debe cumplir con la meta de invertir el 1% del PIB en su desarrollo. El
Vicerrector de la UN concluye: “Las universidades representan el 90% de todos los grupos de
investigación registrados por el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, y han venido
haciendo esfuerzos importantes para apostarle al avance científico del país. Después de dos
décadas ya es hora de dar pasos firmes, pues Colombia no puede seguir rezagada en un tema
crucial para su desarrollo y para el bienestar social y económico de su población”.