El estudio macroeconómico abarca temas importantes de la economía en su totalidad y
sus agregados económicos más significativos, como son los hogares, las empresas y el
gobierno, a través de los indicadores de conjunto de la economía; se ocupa de medir y
analizar problemas económicos tales como el desempleo, la inflación y el decrecimiento
de la economía de un país, para buscar soluciones en torno a variables como la inversión,
el consumo, el ahorro, los salarios, las tasas de interés, etc.
la economía está siempre en pleno empleo , a pesar de que el desempleo es un fenómeno
muy marcado en el mundo real. La tasa de desempleo es tal vez el indicador que mejor mide
la salud de la economía de una nación y se calcula tomando como referencia el número de
personas que pertenecen a la población económicamente activa, esto es, las personas que
hacen parte de la fuerza de trabajo . La tasa de desempleo, entonces, corresponde al
porcentaje de individuos de la fuerza de trabajo que están desempleados. En términos
matemáticos, es igual al número de desempleados dividido por el total de la fuerza de trabajo.
Entre 2001 y 2002, el crecimiento económico en Colombia fue de 1,93%, tasa muy baja que
significó una pérdida de dinamismo frente al año 2000. Este fenómeno estuvo asociado con el
bajo crecimiento de la demanda, a su vez vinculado con factores internos como el persistente
desempleo, y externos, como el desempeño de la economía mundial y la caída en los términos
de intercambio, que también afectaron a otros países de América Latina.
Entre 2002 y 2003 hay un crecimiento económico del 3,86%. La economía colombiana se
desenvolvió en un entorno internacional particularmente desfavorable, caracterizado por la
coincidencia de dos choques negativos: la caída de la demanda externa y el menor acceso a
los mercados internacionales de crédito. Aún así, en este periodo se observó gran movimiento
en actividades relacionadas con la producción de Minerales Metálicos, que creció 53,8%, y de
Turba, Hulla y Lignito, con alza de 51,4%. Otros rubros que contribuyeron positivamente al PIB
fueron los de Animales Vivos y Productos Animales (5,29%) y Servicios de Intermediación
Financiera y Servicios Conexos (5,44%). La rama de mayor decrecimiento fue la de Otros
Productos Alimenticios, con -10,85%.
Entre 2003 y 2004 hubo un crecimiento económico del 4,87%, consecuencia del mayor
dinamismo de la demanda interna y la paulatina recuperación de la demanda externa.
Colombia registró una de las tasas de crecimiento más altas de América Latina con un 3,86%,
frente al 1,5% obtenido en promedio por la región.
En el 2003-2004 las ramas económicas que presentaron mayor crecimiento fueron: Desperdicios
y Desechos (37,92%); Equipo de Transporte (30,07%); Trabajos de Construcción y
Construcciones-Edificaciones (29.45%). Los ítems con mayor decrecimiento fueron: Trabajos y
Obras de Ingeniería Civil (-9,95%) y Minerales Metálicos (-8,97%). Entre 2004 y 2005 hay un
crecimiento económico del 4,72%; con ello, la economía colombiana completó el segundo año
consecutivo de crecimiento cercano a su promedio histórico (4,0%), luego de la profunda crisis
de finales de la década de los noventa y de la lenta recuperación de la actividad productiva
durante el período de 2000 a 2002. A este resultado contribuyeron, entre otros, un entorno
externo dinámico, la recuperación de la confianza y la aplicación sistemática de políticas
macroeconómicas favorables a la expansión de la producción y el empleo y a la reducción de
precios. Junto con las exportaciones, la inversión privada fue el principal motor de crecimiento
en 2004. Ello se explica por la recuperación de los balances de las empresas y de los hogares, y
por la mayor confianza de los empresarios, gracias a mejores condiciones de seguridad.
Entre 2005 y 2006 el crecimiento económico se situó en el 6,79%, desempeño que no se
observaba desde hacía una década; así, se completaron tres años de crecimientos por encima
del 4,0% y se consolidó la fase de recuperación de la economía después de la recesión de
finales de la década de los noventa. Desde 2003 el crecimiento promedio de la economía
colombiana ha superado el crecimiento promedio en América Latina, y el de países como Brasil
y México. El ritmo de crecimiento ha respondido a diversos factores, entre los que se
encuentran las políticas de bajas tasas de interés, que se pudieron mantener gracias a la
reducción de la inflación y a las condiciones externas, la confianza de consumidores e
inversionistas y las mejoras en productividad y empleo.
La tasa de inflación anual, medida por el IPC, desciende de forma gradual durante el año
2001, ubicándose al final del mismo en 7,7%, por debajo de la meta de 8,0% fijada por la
Junta Directiva del Banco de la República (JDBR) para ese año. Este nivel de inflación es el
más bajo para cualquier año desde 1970, cuando se situó en 6,8%. Tal resultado demuestra
que la política anti-inflacionaria en Colombia sí ha sido exitosa.
Al finalizar 2002, la inflación anual al consumidor fue de 7.0%, 0,99 puntos porcentuales
superior a la meta de inflación establecida por la JDBR para ese año, pero inferior al 7.7% de
2001. Este desfase debe atribuirse al comportamiento del precio de algunos alimentos, en
particular el de la papa, por problemas de oferta. Al excluir este producto, la inflación total
se situó ligeramente por encima de la meta a fines de 2002.
El ritmo de crecimiento de la economía colombiana durante el 2007 fue alto, el PIB se
incrementó 7,7%, superando en cerca de un punto porcentual la variación del 2006 (6,8%); se
destacaron los aumentos en sectores como la construcción (13,9%), industria (9.5%) y
comercio, restaurante y hoteles (9,9%). La demanda interna creció a tasas superiores a las del
PIB, 8,7% y 9,7% en los últimos dos años, alentada por el mayor consumo de los hogares y el
aumento de la inversión. Durante el primer semestre del 2008, la economía colombiana se
desaceleró; el PIB creció 4,1%, que contrasta con la variación de 8,2% registrada en igual
período del 2007. A junio del 2008, el sector de la construcción creció apenas 0,5% y se
registraron tasas bajas en comercio, restaurantes y hoteles (3.4%), e industria (1,6%).
Desde el 2006 se presentó un aumento continuo en la tasas de intervención del Banco de la
República con el objetivo de controlar la inflación. Desde el 22 de febrero al 25 de julio del 2008,
el Emisor mantuvo inalterada la tasa en 9,75%; en esa fecha la elevó al 10% vigente en la
actualidad. Las medidas se han reflejado en aumentos consecutivos de las tasas de interés
bancarias, por ejemplo, la DTF registra una tendencia creciente; en abril del 2006 era 5,9% y en
octubre de 2008 fue 10,2%. Con la desaceleración de la demanda interna, el encarecimiento del
crédito y el menor crecimiento del mismo, el Banco Central espera reducir las presiones
inflacionarias.
Desde el 2005, la cuenta corriente de la Balanza de Pagos se ha deteriorado. En el 2007, el déficit
alcanzó US$5.862 millones, el equivalente a 3,4% del PIB (en el 2006 fue cercano a 2,2% del PIB).
Este resultado fue más que compensado por el superávit en la cuenta de capital (6,1% del PIB),
que superó en más de US$7.000 millones el registrado en el 2006.
la economía colombiana al cierre de 2009 registró una tasa promedio de crecimiento del orden de
0,4% que lo ubican como el peor desempeño de la década. Los efectos de la crisis externa que se
reflejaron en la fuerte contracción de la demanda externa-interna y en la caída de la producción de
los sectores productivos, especialmente, industria y comercio, fueron las razones principales del
desplome de la actividad económica en Colombia. A pesar de este complicado escenario, para
resaltar, el nivel de inflación logrado al final de 2009, 2% anual, nivel que no se registraba en los
últimos 40 años.
Tras un período de auge de cuatro años de la economía colombiana que finalizó en 2007 con una
tasa de crecimiento del PIB de 7,5%, el 2008 se caracterizó por un importante descenso en la
actividad económica que se reflejó en una caída de 5 puntos en el crecimiento de ese año (2,5% de
PIB) y un fuerte aumento de la tasa de inflación (7,67%) que ocasionó el incumplimiento en la meta
del Banco de la República en este período.
En el período 2005 a 2013 la economía colombiana registró el mejor desempeño en la historia
del país. El PIB per cápita aumentó de manera sostenida y la inflación disminuyó gradualmente
y convergió a la meta de largo plazo en 2009. Durante los siguientes seis años osciló alrededor
de 3%. Este resultado es sobresaliente: el Banco logró ponerle fin a varias décadas
consecutivas de inflación moderada-alta, al tiempo que la variabilidad del producto y la
inflación cayeron de manera significativa. La explicación de la mayor estabilidad del producto
y de la inflación difícilmente se encuentra en la ausencia de choques. Por el contrario, la
economía colombiana recibió choques de diversa intensidad y naturaleza; por ejemplo, en
2006 y 2007 subieron de manera considerable los precios internacionales de los productos
básicos; en 2008 y 2009 la crisis financiera internacional golpeó con fuerza el comercio
internacional, los términos de intercambio, los flujos de capital y la confianza; y en 2010 y 2011
se presentaron fenómenos climáticos que afectaron de manera negativa la producción de los
alimentos y el transporte. Algunos de estos choques fueron tanto o más fuertes que los
observados en el siglo pasado.
Tras cuatro años de crecimiento estable, cercano al 4.8 % anual en el período 2010-2014, la
economía colombiana muestra una clara desaceleración en el 2015, asociada
primordialmente al desplome de los precios del petróleo y al enrarecimiento de las
condiciones económicas mundiales, especialmente para los denominados países emergentes.
Esa desaceleración ha llevado a complejos dilemas en el manejo de la política económica,
tanto en el frente fiscal como en el frente monetario, que configuran lo que quizás pueda ser
la más compleja coyuntura que han enfrentado las autoridades económicas en los últimos
años: mientras el gobierno central enfrenta los complejos retos que le plantea la reducción de
las rentas petroleras, el banco central debe lidiar con el impacto que la pronunciada
devaluación generada por el deterioro de la balanza de pagos, y el fenómeno del Niño tiene
sobre la inflación. Todo ello, en medio de una coyuntura mundial en la que cambia la
dirección de los flujos de capitales, y se ajustan los modelos de crecimiento, tanto de países
desarrollados, como de economías emergentes.
La más reciente actualización de proyecciones del Fondo Monetario Internacional (IMF)
prevé un crecimiento de la economía global del 3.1 %, que se compara
desfavorablemente con el crecimiento del 2014 (3.4 %) y con el promedio de
crecimiento del período 2008-2014 (3.3 %). Si bien se observa una recuperación de las
economías desarrolladas (2 %, vs. 0.9 % en el período 2008-2014), éste se compensa con
la desaceleración en las economías emergentes (que pasan del 5.3 % al 4 %).
Particularmente aguda es la desaceleración en el caso de Latinoamérica y el Caribe, que
decrece a una tasa del 0.3 %.
En cuanto a las perspectivas para 2016, la proyección actual del FMI indicaría que se
espera un crecimiento mundial superior al del presente año, del orden del 3.6 %,
jalonado tanto por mayores crecimientos en las economías desarrolladas, como por la
recuperación de las economías emergentes.
En 2012 la política monetaria fue expansiva, al considerar que la actividad económica podría
desacelerarse como consecuencia de la profundización de la crisis de la deuda europea. Esta
postura permitió que la economía tuviera un mejor desempeño frente a otras economías de
la región, al tiempo que la inflación estuvo controlada.
La disminución del ingreso nacional produjo una desaceleración de la demanda interna, que
luego de crecer 6% en 2014, redujo su expansión a 3,6% en 2015 y a 1,3% al finalizar el
segundo trimestre de 2016. Lo anterior, sumado al débil desempeño del comercio externo,
se reflejó en una significativa pérdida de dinamismo de la actividad económica del país, que
pasó de una tasa de crecimiento de 4,4% en 2014 a un estimado de 2,0% para 2016.
La magnitud de la depreciación del peso, que alcanzó cerca del 60% entre mediados de
2014 y junio de 2016, impactó la inflación al consumidor, a pesar de que el traspaso de la
depreciación a los precios internos es bajo en Colombia. A esto se añadieron los efectos del
fenómeno climático de El Niño sobre los precios de los alimentos y la energía. El resultado
fue un fuerte aumento de la inflación al consumidor, que superó ampliamente la meta del
3% establecida por la Junta Directiva del Banco de la República.