Este documento discute la relación entre la ley de Dios y los mandamientos de Jesús. Argumenta que Jesús no vino a abolir la ley sino a cumplirla y que aquellos que sigan los mandamientos serán grandes en el Reino de los Cielos. También señala que la ley de Dios no es irracional sino que garantiza la felicidad humana y que Jesús rechazó interpretaciones superficiales o legalistas de la ley.