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| Opinión | Colaboración
| 03 / Junio / 2013 | 11:13 p.m.
Columnista invitada
Adolescencia no es
igual a delincuencia
Por: Criminóloga Lol-Ha Pérez Landa*
Hace apenas un mes el país
completo, se cimbró ante la noticia
espeluznante de una adolescente que
privó de la vida a sus propios padres
de forma incomprensible y
deshumanizada. Mucho se ha
manoseado el aspecto físico de la
pequeña Ana Carolina de 17 años,
una chica que albergaba tanto rencor
que sobresalió de su menuda
apariencia física
¿Es responsable Ana Carolina del
delito de doble homicidio en contra de
sus padres? Según su propia
declaración y la de sus cómplices, así
es.
¿Es verdad que ella fue la autora
intelectual de los homicidios? Si, al
parecer tenía tiempo urdiendo este
acto tipificado dentro de los delitos
más graves en el derecho penal.
Entonces, si sabemos que fue ella la
responsable, que además manipuló a
su novio mediante sexo y además
consiguió la ayuda de su amigo; que
además fue a sangre fría porque ya lo
había planeado; esto debería de
bastarnos para condenarla al menos
desde una perspectiva moral.
Sin embargo, tan solo la idea
simplista de resumir los hechos que
acompañan a la acción antisocial y
negarnos a elaborar un estudio
profundo del caso por negligencia,
desconocimiento o desinterés, es tan
indignante como menospreciar un
paro cardiaco y querer arreglar todo
con una aspirina. Y conste que no es
una crítica a las autoridades norteñas,
sino más bien a las publicaciones
sensacionalistas de la nota roja que
han dado a conocer este caso bajo
encabezados cercanos a “Psicópata
adolescente mata a sus padres”.
Chihuahua, México. Tan solo escuchar
hablar de este estado eriza la piel de
una gran cifra de mexicanos y
extranjeros. Se ha satanizado, se ha
politizado, se ha ensangrentado su
nombre, su tierra y su gente. Ni todos
en la zona son narcos, ni todos los
hombres de esta región son
homicidas, ni todas las mujeres son
víctimas. Y lo más importante aquí,
no todos los adolescentes son
delincuentes ni aquí ni en china.
Volviendo al caso Ana Carolina (o
Jenny, como le llamaban de cariño)
de ninguna forma es mi intención
hacer o tratar de rehacer las leyes,
pero si es mi obligación tratar de dar
una explicación criminológica al
comportamiento de esta menor de 17
años que privó de la vida a sus
ancianos padres tras haberlos
envenenado y posteriormente
incinerarlos clandestinamente para
ocultar su culpabilidad.
Esta jovencita ¿nació o se hizo
delincuente? Y que conste que no
empleo el término criminal ¿Qué
2. puede llevar al acto homicida a una
joven cuya vida apenas inicia? Su
identidad bio-psico-social aún está en
proceso de maduración. Es de suma
importancia recabar todos los datos,
los antecedentes médicos,
psicológicos y sociales, entre ellos los
familiares, escolares y de orden
socioeconómico y sociocultural, para
llegar a una verdad histórica. Como
se ha hecho del dominio público. esta
familia gozaba de privilegios
económicos; la joven hoy detenida
estudiaba en una de las mejores
preparatorias de Chihuahua, viajaba y
poseía lo que cualquier joven de su
edad podía pedir excepto, dice ella,
“el respeto de mi familia y mis
compañeros”, ya que era víctima de
bullying en la escuela por su
apariencia física y, sobre todo, por el
hecho de ser huérfana (adoptada).
Debemos considerar todos los
cambios por los que atraviesa un
adolescente, entre ellos los de origen
hormonal; sí, en efecto, también los
cambios físicos, los de origen sexual,
la aparición de una nueva estructura
psicosocial. De acuerdo a Eric Erikson,
en esta etapa el adolescente atraviesa
por una crisis sintónica vs. distónica,
es decir, de virtud contra patología y
consiste en identidad vs. confusión de
identidad. Esto último lo podemos
encontrar cuando el adolescente se
desarrolla en grupos en los que los
integrantes no comparten los mismos
códigos, postergando valores de
origen moral, religioso, legal y,
obviamente, de orden social. En el
caso de esta “niña bien”
encontramos, según Erikson, una
patología básica de antipatía y fuerza
distónica en la que se anteponen
defecto y fragilidad. Igualmente,
encontraremos ritualizaciones
desvinculantes ante un entorno social,
pero que a su vez es capaz de
homogeneizar a integrantes con su
misma cosmovisión. Uno de los
aspectos más agudos por los que la
sociedad ha condenado a esta joven
es el punto de haber exterminado a
sus padres y, peor aún, a aquellos
que, sin necesidad aparente, se
hicieron cargo de una pequeña
huérfana, pareja de avanzada edad,
Don Efrén de 89 y Doña Albertina de
68 años.
¿Falta de agradecimiento, de amor o
exceso de frustración? Para poder
diagnosticar a un individuo y poder
definirlo como psicópata, sociópata,
psicótico, desalmado, etcétera,
debemos primordialmente hacer toda
una serie de investigaciones dentro
del campo científico; se deberá
estudiar bajo dos premisas básicas:
factores endógenos y exógenos,
partiendo de ahí los estudios
pertinentes. Dentro de los factores
endógenos debemos analizar, por
ejemplo, estudios psiquiátricos,
endócrinos, genéticos; las
neurociencias deben hacer su trabajo
con mayor énfasis, cualquier estudio
que nos permita la apreciación de
cambio o desequilibrio de origen
orgánico, ya sea anatómico o
fisiológico.
Desde un enfoque exógeno podemos
estudiar todo aquello que provoque
un cambio en el comportamiento del
individuo desde una perspectiva ajena
a él, por ejemplo, la cultura, la
religión, incluso la temperatura y
todos aquellos factores que
modifiquen nuestra personalidad,
3. como son las experiencias y
conocimientos adquiridos durante
nuestra vida y que marcarán nuestra
personalidad.
En síntesis, esta joven puede ser el
resultado de dos o más factores tanto
endógenos como exógenos, a esto se
le conoce como resultado mixto. Es
arbitrario y falto de ética profesional
(deontología) pasar por alto los
resultados arrojados por estas
ciencias.
Diversas teorías explican el delito y
apuntan a una docena de factores.
Entre éstas encontramos, por
ejemplo:
Wilson afirma que la agresión expresa
una disposición universal, pero que se
haya sujeta a la adaptación cultural y
el aprendizaje individual, es decir, no
se encuentra determinada por la
biología, pero si por el
condicionamiento.
Freud vio la agresión como una
reacción a la frustración y al dolor,
psicoanalistas posteriores
desarrollaron la teoría de que la
agresión está al servicio del “Yo”, es
decir, de nuestro estado
preconsciente. Aquí podemos hablar
de libre albedrío.
Desde un punto de vista genético,
diversos estudios sostienen que los
genes influyen en la motivación para
la conducta delictiva. Estudios sobre
niños adoptados indican que desde
muy tierna edad presentan
características delictivas concordantes
con los padres biológicos,
suponiéndose así la existencia de
dicha base. Esta afirmación necesita
analizar con mayor detalle la
contribución de los elementos
perinatales a la delincuencia.
¿Es entonces Ana Carolina culpable
de arrancar la vida de sus padres? Sí.
¿Es ella una víctima de sus
circunstancias? Eso se lo dejo a los
resultados dictaminados por los
expertos forenses, pero sólo
recordemos que, en su mayoría, la
victima puede terminar siendo
victimario. ¿Los jóvenes de hoy son
proclives a la delincuencia? ¿La
sociedad qué debe de hacer para
evitar estos casos? Usted, ¿qué
propone?
criminologa.lol.ha@gmail.com
* Lic. en Criminología y Criminalística,
Victimóloga y Perfiladora Criminal