Este documento contiene varias historias cortas sobre un hombre llamado Amancio que pasa unos días en el pueblo de su hijo Samuel. En una de las historias, Amancio encuentra ídolos religiosos que otros habían arrojado a la basura y decide guardarlos porque son significativos para él. Otra historia describe a Amancio y su acompañante Simón caminando bajo el sol abrasador y Simón bebiendo de una calabaza de chicha a pesar de los intentos de Amancio de convencerlo de no hacerlo.
2. —Samuel, su hijo, me
envía a pasar unos
días en su casa.
Sabe, estoy de
vacaciones y quisiera
disfrutarlas en este
pueblo que tiene un
hermoso paisaje.
3. No se debe bailar
porque los que
bailan son diablos y
los que toman
chicha son
coches”.
4. ¿No saben que estos son
ídolos? ¡Saquen esto de
aquí, antes que los
rompa! ¡Arrójenlos a la
basura! ¡Sólo debemos
creer en Dios! ¡Nada más
en Él!
5. Allí estaban todavía, entre la
basura. Los recogí, los apreté
fuertemente contra mi
pecho, los besé y lloré
desfogando mi rabia. Volví a
casa y los oculté
cuidadosamente en mi cuarto:
¿Cómo iba a dejar en esa
asquerosa basura a mis
Santitos? ¿Cómo?...
6. Le había dicho a mi hijo:
“No te preocupes, Samuel,
yo rescataré a tu padre de
la vida mundana que
lleva, le expulsaré ese
demonio borracho que
tiene. ¡Yo lo convertiré!,
Pues he vuelto a muchas
ovejas descarriadas al
camino del Señor
7. Pues el hermano gustaba
acompañarme. Pobre Simón; el
“cabo” de la lampa hizo brotar de
sus manos grandes ampollas, que
reventaban produciéndole ardor.
El sol colaneño, también, jugó un
importante papel; sus rayos nos
hacían sudar y secaba nuestras
gargantas, produciéndonos sed.
Prefería aguantar la sed, en vez
de tomar la chichita que siempre
llevaba en mi fiel calabazo.
8. el hermano Simón miró a todos
lados, dejó parada la lampa y fue
hacia la alforja. Presuroso sacó el
calabazo, lo levantó y le dio un largo
sorbo. Hasta que un día me presenté
ante él. Se sorprendió. Presuroso, con
su mano, trató de borrar el bigote
blanco que había sobre sus labios y
me miró asustado.
9. Un día asistimos a un
matrimonio. Simón, el
hermano, vestía elegante.
Los potos de chicha
pasaban de mano en mano
haciendo entrar en calor a
todos los invitados, que ya
picaditos salían a bailar...
10. Desperté asustado, me di cuenta
que estaba en mi cuarto
— ¡Buenos días de Dios, don
Amancio!— me saludó el ayudante
del carro que va a Talara.
—¿Aquél hombre que está allá, no
es el hermano Simón?—
Grande fue mi sorpresa cuando
descubrí que era el hermano Simón;
roncaba fuerte “¡Dios mío, parecía
un tractor!”.
11. Todavía con la sonrisa entre
los labios, miré al ayudante y
le dije:
—Si ves a mi hijo Samuel, dile
que me mande otro
hermano, pero de esos que
paren fuerte...
12. • Un gesto de hermandad
• Los pequeños hechiceros
• El hermano que se convirtió
• Amarga experiencia
• Rumbo a su destino
• El muerto no asusta
• El encanto de la peña
• El pozo de aguas milagrosas
• El tesoro escondido
• El algarrobo en forma de cruz
• La cabra diabólica