La oración de santa Luisa de Marillac por el P. Corpus Juan Delgado CM
Messaggio della Consigliera per le Missioni_ESP
1. Roma, 14 febrero 2020.
Queridas hermanas,
Conservamos todavía en el corazón la alegría de
haber podido dar una Neo-misionera a diversas
Inspectorías. Agradecemos al Señor por las hermanas
que han dicho su Sí y por las Inspectorías de origen que
las han sostenido en este camino.
Esperamos que el camino propuesto desde el
Ámbito de las Misiones en este año Capitular – el
encuentro con Madre Mazzarello y con sus cartas a
las misioneras – pueda suscitar entusiasmo y dinamismo
misionero en todas las comunidades. Tal vez cuantas
otras FMA aún responderán a la llamada del Señor!
Las necesidades del Instituto y las peticiones de la Iglesia
siempre son tantas...
En el mensaje anterior, he compartido con
ustedes el gran deseo de Madre Mazzarello de ir a
las misiones, expresado repetidamente en sus
cartas a don Cagliero! No solamente ella
custodiaba este deseo... En la primera comunidad
de Mornés, el sueño misionero habitaba en el
corazón de todas las FMA y también en el de las
niñas.
Hoy, les propongo la lectura y la reflexión de la Carta 17 – A la directora de la casa de
Montevideo – Villa Colón, Sor Angela Vallese, escrita desde Mornese, en diciembre de 1878. Esta
es la primera carta de madre Mazzarello a las misioneras, después de un año de su partida (14
noviembre 1877). En ella, la Madre exhorta y aconseja a las hermanas y presenta a la primera
Visitadora de las casas fundadas en América, sor Magdalena Martini.
Madre Mazzarello es muy concreta en lo que escribe, porque es concreta en su cotidiano. A
las hermanas de Montevideo – Villa Colón - les habla del tiempo que pasa veloz, las exhorta a
crecer en la virtud y a “estar prontas cuando el Señor las llame”. Habla de la alegría, del trabajo, de
la oración y también en un modo no explícito, de la vida comunitaria, de las buenas relaciones, de
la animación y del gobierno. Basta leer atentamente los dos primeros párrafos.
Como experimentada campesina, indica que se debe poner atención para que los defectos no
echen raíces. Además, ella sabe que todo en la naturaleza necesita un tiempo... por eso la persona
no debe asustarse de los propios defectos, sino combatirlos – “no [...] todo a la vez, sino poco a
poco - con buena voluntad”. Sin embargo, no basta la buena voluntad: se requiere “valentía y gran
confianza en Dios”.
Como en todas las cartas que Madre Mazzarello escribe a las misioneras en América,
también en ésta comunica algunas noticias de familia, pero pocas... porque las noticias llegarán con
las misioneras de la segunda expedición, que ya se preparan para partir. En efecto partirán el 1° de
enero de 1879.
Entre todo lo que Madre Mazzarello escribe en la Carta 17, hay una expresión que yo,
particularmente considero una joya:
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2. “Estoy contenta de que estas hermanas sean buenas y trabajen, de nosotras depende hacerlas
crecer siempre en la virtud, primero con el ejemplo, porque lo que se enseña con el ejemplo
permanece impreso en el corazón y hace mucho bien, y después con las palabras”.
Podemos decir – sin forzar las palabras – que madre Mazzarello estaba convencida de las
consecuencias y de cuanto podía producir un simple testimonio de vida. Aún si con esta expresión
en la carta, ella se refiere simplemente al buen ejemplo de la directora en relación con las hermanas,
nosotras podemos ir más allá y pensar en los desafíos de la evangelización.
Vivimos en un mundo en el cual la gente, para creer, tiene necesidad de ver, de tocar con la
mano... Las personas nos miran y miden nuestros gestos, las actitudes, nuestras opciones, nuestro
modo de vivir juntas...
San Pablo VI, en la Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi (1975), propiamente en el
capítulo en el cual habla sobre el testimonio de vida, escribe: «Para la Iglesia, el testimonio de una
vida auténticamente cristiana [...] es el primer medio de evangelización “El hombre contemporáneo
escucha con más gusto los testimonios que los maestros, y si escucha a los maestros lo hace porque
dan testimonio”».
Madre Yvonne, en la Carta de Convocación al CG XXIV, subraya: «La fidelidad a la
Palabra de Dios y a las Constituciones es garantía de futuro porque genera fidelidad. Una
comunidad alegre, radicada en Cristo, coherente, no obstante su fragilidad, contagia a quien vive al
lado, como en Valdocco y en Mornese».
El mismo Rector Mayor en el Aguinaldo 2020 se ha expresado así: «El sínodo sobre los
jóvenes ha demostrado con una desarmante claridad que lo que las nuevas generaciones esperan de
quienes han dedicado su vida por completo al Señor es encontrar “testigos luminosos y
coherentes”».
Queridas hermanas, que cada una de nosotras pueda sentirse estimulada a evangelizar más
con la vida que con las palabras. Que cada una pueda escuchar a Madre Mazzarello que nos dice:
“Las dejo en el corazón de Jesús y le pido que las bendiga y las haga todas suyas y las conserve
siempre unidas y alegres. [...] ¡Coraje, coraje, mis buenas hijitas!”
En preparación al CGXXIV oremos juntas: María, primera discípula de Jesús, llena
nuestras vasijas con el vino de la coherencia de vida y del testimonio evangélico.
Permanezcamos en comunión a través de la oración recíproca.
Con afecto fraterno, ¡un fuerte abrazo!
Consejera para las Misiones
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