Este documento compara el desarrollo del autismo y el síndrome de Asperger, describiendo las diferencias en el desarrollo social, comunicación, simbolismo, cognitivo y motor en niños con autismo. Explica que los niños con autismo a menudo muestran poco interés en la interacción social, dificultades en la comunicación no verbal y expresión de emociones, y demoras en el desarrollo del lenguaje y juego simbólico. También describe posibles déficits cognitivos y discrepancias entre habilidades e
1. Desarrollo Autismo vs. Desarrollo Asperger
Desarrollo Autismo
Desarrollo social
a) Interacción y comunicación social
Los primeros meses de vida de un niño, son de fundamental importancia para su
desarrollo posterior. Respecto al comportamiento temprano de los niños autistas
son escasos los datos que se disponen en relación a esa etapa. Gran parte de
la información existente consiste sólo en relatos de los padres al momento de
asistir a sus primeras consultas, quienes destacan como rasgo más llamativo la
ausencia de comportamientos sociales apropiados para una determinada edad
evolutiva.
Según los padres, algunos de estos niños no prestan ninguna atención especial
a la voz humana ni a las expresiones gestuales, es decir no parecen sintonizar
con su entorno social inmediato. Por otra parte, mientras que los niños normales
a partir de los tres meses de edad se conectan emocionalmente con los demás
(formas primitivas de empatía), los niños autistas generalmente no expresan sus
emociones y tienen dificultad para revivirlas en sí mismos (Frontera Sancho,
1994).
El bebé normal, hacia los seis meses de edad levanta sus bracitos cuando su
madre lo va a tomar en los suyos. También en esta edad es cuando el niño se
muestra cada vez más capaz de anticipar un futuro a corto plazo en rutinas
habituales, y además reconoce a las personas que participan en dichas rutinas,
lo que permite que desarrollen un intenso apego hacia las figuras de crianza
(percepción de contingencias).
En los niños autistas de esa misma edad, no se observan los habituales
movimientos anticipadores del niño antes de ser tomados en brazos
(Ajuriaguerra, 1979). Además, la formación de vínculos de apego, se encuentra
alterada y su conformación es más lenta que en los niños norma-les. Sin
embargo, la relación que los niños autistas tienen con los extraños es claramente
diferente de la que mantienen con personas significativas, lo que constituye un
importante índice del "apego" del niño con personas familiares a él (Riviere,
1991; Frontera Sancho, 1994).
Para Hobson (1995), los niños pequeños tienen capacidades constituidas de
forma innata para relacionarse con las otras personas. Considera que la
experiencia de relación personal, es el punto de partida del desarrollo social que
lleva a que el niño adquiera conceptos acerca de los sentimientos, las
intenciones, los pensamientos y las creencias de las personas. Este mismo autor
considera que los niños autistas carecen de algún aspecto esencial de esa
dotación biológica que permite que se produzca la coordinación intersubjetiva
con otras personas, y por eso se ven privados de aquello que resulta necesario
2. para adquirir el conocimiento de lo que son las personas y para comprender la
mente.
La sociabilidad deficiente puede variar desde un completo desinterés por otras
personas que son ignoradas o tratadas como objetos, hasta un modo intrusivo
de repetición de preguntas en un intento de mantener la interacción social en
movimiento. Los niños pueden ser distantes y evadir las miradas o entrometerse
en el espacio de otros, acercándose demasiado, tocándolos inapropiadamente,
besándolos u oliéndolos. Por lo general prefieren a los adultos antes que a otros
niños. Posiblemente ello sea con-secuencia de que aquellos son más tolerantes
con los comportamientos autistas.
Sobre el particular, Fuentes et al., (1992) agregan que generalmente los niños
autistas se acercan a los otros con el fin de satisfacer sólo una necesidad
inmediata, luego de lo cual ignora a la persona en cuestión. Afirma también que
sólo unos pocos se implican en actividades colectivas o inician la interacción con
los demás, la cual tiende a ser particular, unilateral y repetitiva. No suelen
mostrar interés por la respuesta del otro, sólo piden insistentemente respuestas
estereotipadas a sus preguntas y les resulta difícil entender las normas que rigen
las interacciones sociales convencionales. Además, pueden encontrarse
sumamente afectados los comportamientos no verbales, como por ejemplo,
sostener una mirada, las expresiones faciales, posturas y gestos corporales,
como así también una incapacidad para establecer relaciones con sus pares
(García Coto, 1996; Fuentes et al., 1992).
En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, se describe
a las personas autistas en relación con la interacción social, de la siguiente
manera:
"Los sujetos de menor edad pueden tener muy poco o ningún interés en
establecer lazos de amistad. Los sujetos de más edad pueden estar interesados
por unas relaciones amistosas, pero carecen de la comprensión de las
convenciones de la interacción social." (DSM IV, 1994 :70).
En investigaciones realizadas por Hobson (1995), se muestran los diferentes
trastornos que las personas autistas manifiestan en la conducta social. Las
iniciativas de aproximación social o las respuestas a ellas son escasas, y cuando
se dan se expresan en forma deficiente.
b) La comunicación afectiva y la expresión de las emociones
En la coordinación interpersonal del afecto, los niños autistas tienen dificultades
para compartir afectivamente, en situaciones en que los niños normales son
especialmente propensos a mostrar el placer de interesar al otro por aquello a lo
que atienden.
Hobson (1995) comenta que un grupo de investigadores (Kasari, Sigman, Mundy
y Yirmiya (1992), más conocidos como el grupo de la UCLA), examinaron
directamente las pautas de coordinación interpersonal de afectos entre niños
pequeños autistas y otras personas, en situaciones en que adultos familiares o
3. extraños simulaban pena, miedo o incomodidad. En todas estas circunstancias,
los niños autistas se comportaron de forma poco común, en el sentido de que
apenas miraban al adulto o se relacionaban con él. En dicha investigación se
trabajó con una prueba que demostró que los niños autistas:
"....son relativamente "despegados" no sólo en las transacciones afectivas
interpersonales de persona a persona, sino también con respecto a las actitudes
emocionales de las otras personas con respecto a los objetos y hechos del
mundo." (Hobson, 1995).
Es evidente que las personas con autismo presentan anomalías cualitativas, y
no sólo cuantitativas, tanto en las expresiones emocionales deliberadas como
espontáneas. Sin embargo, es erróneo pensar que ningún niño autista tiene la
capacidad de expresar afecto. Sucede que el afecto es frecuentemente lábil, con
rabietas, gritos, inquietud, lágrimas sin motivo aparente, risas o irrupciones
agresivas, es decir se caracteriza por una forma personal e idiosincrásica. Por lo
general, los berrinches, gritos o comportamientos autoagresivos se producen
cuando las cosas no son he-chas a su manera o en sus términos (Rapin, 1994;
Fuentes et al., 1992). Ajuriaguerra opina que el retraimiento de la persona autista
en un mundo interior no significa desconocimiento de una determinada realidad
(ya sea interna o externa) sino que se encuentra cargada o simbolizada afectiva-
mente fuera del campo de las múltiples posibilidades de utilización social
(Ajuriaguerra, 1979).
El desarrollo de la reciprocidad social-emocional, se caracteriza por una falta de
reacción ante situaciones emocionales por las cuales las personas cercanas
están pasando, es decir hay un código emocional que no puede ser
comprendido. "Con frecuencia el sujeto tiene sumamente afectada la conciencia
de los otros" (DSM IV, 1994). Esto podría entenderse como un indicador
precursor de la ausencia de la Teoría de la Mente, ya que falta la habilidad
necesaria para la interacción con los demás, y la capacidad de atribuir a otro una
conducta intencional (García Coto, 1996).
c) Desarrollo del simbolismo
Sostiene Frontera Sancho (1994), que la función simbólica constituye una
adquisición fundamental en los niños normales de alrededor de los dieciocho
meses de edad. En los niños autistas se encuentran serias alteraciones en todas
las áreas que definen el mundo simbólico: lenguaje y juego simbólico. Las
mismas son consecuencia de las perturbaciones que caracterizan la interacción
social. De este modo se constituye un círculo vicioso, en el cual a los niños
autistas les resulta difícil desarrollar símbolos y pautas comunicativas, porque el
mundo de los otros les resulta opaco e impredecible. Por otra parte, al no
desarrollar adecuadamente los símbolos y el lenguaje se ven privados de
instrumentos esenciales para penetrar en el mundo interno de los demás
(Riviere, 1991).
4. En diversas investigaciones sobre el desarrollo social también se ha demostrado
que los niños con autismo presentan una demora anormal y limitaciones en sus
acciones imitativas de las conductas de otras personas. El estudio de este
aspecto presenta un interés especial por la presencia simultánea de capacidades
aparentemente discordantes. Un ejemplo claro de esta discrepancia es la
ecolalia. La ecolalia es el empleo del lenguaje de otra persona, sin que éste se
vea modificado por la perspectiva que tiene el niño desde su propia situación.
En las historias de niños con trastornos autistas recopiladas por Lorna Wing en
1969, la mayoría de los niños de tres a cinco años de edad, manifestaron
dificultades para copiar acciones o movimientos, realizaron mal las pruebas de
imitación corporal y con objetos, y pocos fueron capaces de imitar de manera
espontánea. En sus horas de juego sólo pudieron imitar pequeñas acciones
copiadas de una manera repetitiva y estereotipada. En caso de ser imitados por
otros, sus respuestas sociales y contactos visuales tienden a aumentar, lo cual
parece indicar que estos niños sí registran las imitaciones que los demás realizan
de sus propias conductas.
La observación de la conducta de un niño autista durante su juego, refleja
claramente el empobrecimiento de éste. Es común que manipulen los juguetes
en vez de jugar con ellos, rechazando aquellos que requieren creatividad.
Cuando participan de algún juego imaginativo, éste suele consistir en la
repetición reiterada de una situación aprendida.
Los niños autistas presentan una notoria incapacidad para incorporar a otro niño
en su juego, es decir, para realizar juegos colectivos. A ve-ces suelen aceptar
juegos cuerpo a cuerpo con el adulto. Las características de repetición una y otra
vez, el escaso interés por compartir con otros y la ausencia por la comprensión
por el pensamiento y las emociones de las personas, caracterizan las actividades
lúdicas de los niños autistas (Fuentes et al., 1992).
Desarrollo cognitivo
Lewis (1991) sostiene que a pesar de las primeras afirmaciones de Kanner con
relación a que el potencial cognitivo de los niños autistas es normal, en la
actualidad se sabe que la mayoría de estos niños presentan un retardo
intelectual. A partir de los años sesenta se ha demostrado que el autismo, va
acompañado en una importante cantidad de casos, por CI menor de 70. También
hace referencia a investigaciones que apoyan la idea de que muchos niños
autistas presentan un déficit cognitivo que no puede ser explicado desde una
hipótesis que hace hincapié únicamente en el desinterés social como causa de
déficit mental, ya que si este fuera el caso, todos los niños autistas deberían
padecer una deficiencia intelectual. Además agrega que este déficit cognitivo es
un problema central que ocasiona el resto de las problemáticas que caracterizan
el síndrome autista. Para realizar esta afirmación tiene en cuenta que la
probabilidad de autismo aumenta cuando el CI disminuye, aunque es poco
5. frecuente en niños con un CI por debajo de 20, y también que la inteligencia del
niño autista es la mejor predicción de su desarrollo psicológico y social. Otro dato
importante que consigna es que en los test estandarizados los mejores puntajes
se obtienen en los ítems no verbales y en los ítems referidos a habilidades viso-
espaciales, destacándose la característica excepcional de la memoria repetitiva.
Una sobresaliente memoria espacial, se demuestra en las habilidades de
algunos niños autistas para recordar caminos y recorridos pocos habituales.
La ecolalia retardada, la repetición de comerciales televisivos y de sucesos o
historias, son ejemplos de la capacidad de una memoria verbal superior, lo cual
no significa la comprensión de lo que se está relatando.
La atención presente en las diferentes actividades se relaciona con distintos
grados de perseverancia, rigidez, repetición o dificultad para cambiar de
situación. A pesar de ello, cuando se tratan de actividades favoritas, tales como
mirar un determinado programa de televisión, estudiar fechas, jugar con la
computadora, el período atencional se incrementa notablemente, sin trascender
el contexto más inmediato.
Rapin (1994), Frontera Sancho (1994) y Fuentes et al., (1992), realizaron
investigaciones que demuestran que, las capacidades cognitivas de las
personas autistas se caracterizan por una frecuente paradoja entre
competencias vs. Incompetencias. Por ejemplo, puede coexistir una especial
habilidad para la música, el dibujo, los cálculos y la memoria mecánica con una
marcada incompetencia mental.
Lewis (1991) sostiene que parecen ser incapaces de planificar y organizar sus
conductas, sin embargo, clasifican y ordenan los objetos que se encuentran a su
alrededor inmediato de manera extremadamente sistemática y repetitiva.
Parecen estar fijados en el presente y carecer de imaginación que podría
llevarlos más allá del aquí y ahora.
La relación de los niños autistas con los objetos, presenta características
particulares en el sentido de que le otorgan mayor importancia a las sensaciones
que reciben de éstos más que a la utilidad del objeto en sí. Un niño autista puede
sostener un auto de juguete y mirar solamente cómo da vueltas sus ruedas,
demostrando ser incapaz de comprender la función de los objetos (juguete) como
lo haría un niño normal.
Además, la persona con autismo presenta dificultades en la capacidad para
imaginar lo que otra persona piensa, siente o experimenta, y cómo percibirán los
otros sus propios comportamientos. Son frecuentes e importantes los déficit en
la flexibilidad cognitiva, las funciones ejecutivas, el juicio y el sentido común.
6. Desarrollo Motor
Logros en el desarrollo motor se dan en los niños autistas a la misma edad que
los niños normales, pero pueden presentar algunas anormalidades:
Forma característica de estar de pie (cabeza inclinada y brazos doblados)
Andar de puntillas sin mover los brazos
Autoestimulación hasta llegar al punto de la autolesión
Retraso en el control de esfínteres
Desarrollo de la comunicación/lenguaje
Cuanto más limitado sea su lenguaje, peor será su pronóstico.
1.- Comunicación no verbal.
Sus caras son poco expresivas y no suelen utilizar las manos ni el cuerpo,
lloran y gritan para expresarse no usan palabras (es una especie de clave, de
código que sólo sus padres pueden entender; los padres de un autista
entienden a su hijo, pero no a otro con el mismo trastorno, sin embargo, no
parecen comunicarse con sus padres, no los invita a compartir sus intereses) y
cuando emplean gestos no lo hacen igual que los niños normales.
2.- Lenguaje hablado.
Retraso en la adquisición y desarrollo del lenguaje: el niño autista no amplía su
vocabulario con la rapidez con que lo haría un niño normal y tienen un
significado fijo de las palabras.
Anomalías en el habla: ecolalia (repetición sin sentido de palabras), inversión
pronominal, omisión o disfunción en el uso de palabras (quizá porque no
conocen el significado de las preposiciones).
Bajo nivel de abstracción: lenguaje concreto, no emplea metáforas ni
modismos.
Dificultades sintácticas: desorden del lenguaje
Dificultades para la conversación: pocos pueden mantener una conversación,
no guardan turno al hablar y no relacionan lo que el otro dice con la información
que ya poseían.
7. Desarrollo Asperger
Desarrollo Cognitivo
Criterios diagnósticos de Asperger
Atendiendo a los criterios de clasificación diagnóstica del DSM V en estos niños
es usual la existencia de una marcada inflexibilidad del pensamiento,
entendiendo esta como la dificultad o incapacidad de un sujeto para alternar
rápidamente de una respuesta a otra, respondiendo a las demandas
cambiantes de una tarea o situación. El interés por los diferentes campos es
reducido y se caracteriza por ser excesivamente circunscrito o perseverante
[ref: DSM V]. Atendiendo a los diferentes procesos cognitivos, el Síndrome de
Asperger se caracteriza por una comunicación verbal y no verbal que presenta
problemas, a menudo el lenguaje hablado no se entiende completamente, las
metáforas, expresiones no literales y analogías tienen que ser explicadas ya
que son comprendidas de una forma literal. En algunos casos la adquisición del
leguaje puede estar retrasada, los niños afectados emplean muchas veces
frases que han memorizado, pero no lo hacen en el contexto idóneo. El
lenguaje hablado puede ser extraño en cuanto al acento y al volumen, ser
excesivamente formal o muy monótono. Si el niño con síndrome de Asperger
muestra un buen nivel del lenguaje hablado no debe asumirse que su
comprensión se encuentra en el mismo nivel. No es raro que estos niños
hablen a menudo sobre un tema de su propio interés sin tener en cuenta el
aburrimiento de quién les escucha.
Funciones Ejecutivas en el Asperger
El concepto de función ejecutiva hace referencia al proceso de control
necesario para guiar el comportamiento en un contexto de cambio constante.
Dentro de este concepto se incluyen habilidades como planificación, memoria
de trabajo, flexibilidad, control inhibitorio y monitorización. Dentro de las
funciones ejecutivas el proceso de flexibilidad cognitiva (capacidad para
desarrollar respuestas alternativas y creativas y saber reaccionar ante
situaciones nuevas o cambiantes) se encontraría afectado. Estos niños utilizan
rutinas muy rígidas y las imponen a los que les rodean, provocando frustración.
Esas rutinas se pueden ir modificando con el tiempo, a medida que van
madurando. Esta rigidez se pone de manifiesto también de otras maneras,
dando lugar a problemas en el pensamiento imaginativo y creativo.
Memoria en el Asperger
Existen datos contradictorios en cuanto a los sistemas de memoria afectados
en niños con autismo, por un lado, algunos estudios con niños con SA que han
evaluado tareas de emparejamiento dibujo-nombre, señalamiento a partir de la
categoría, tareas donde los niños deben elegir cuales de los elementos se
relacionan entre sí por pertenecer a la misma categoría o tareas de
asociaciones de palabras, han encontrado un buen funcionamiento de la
memoria semántica. Sin embargo estos autores plantean que, a pesar de que
encuentran la memoria semántica sin afectación en sujetos autistas, parece
8. existir una relación anómala entre la memoria episódica y la semántica, que
produce ausencia del efecto de niveles de procesamiento. Esta característica
produce que los niños no se beneficien del buen funcionamiento de la memoria
semántica para mejorar su desempeño en tareas de memoria episódica. Por
otra parte, algunas investigaciones encontraron reducción de las habilidades de
memoria de trabajo en un grupo de sujetos autistas de alto rendimiento, cuando
la tarea imponía grandes demandas de procesamiento. Los autores
encontraron dificultades en el rendimiento de los niños autistas respecto del
grupo control cuando aumentaba, en una tarea, la cantidad de cajas en las
cuales había estímulos escondidos. Podríamos concluir que, gran parte de la
bibliografía consultada indica que en poblaciones de niños con Trastorno de
Asperger no se aprecian dificultades de memoria a corto plazo verbal ni visual.
Sin embargo atendiendo al procesamiento en memoria de trabajo, parecen
existir dificultades cuando las tareas requieren mayores demandas de
procesamiento.
Atención en el Asperger
Otro de los procesos cognitivos que se puede encontrar afectado sería la
atención, existen dificultades, especialmente para mantener la atención en
tareas largas y de elevada dificultad (atención sostenida).Por otra parte, el
tener que cambiar de una actividad a otra (atención alternante) genera muchas
dificultades y ansiedad
Desarrollo del lenguaje
Los niños con síndrome de Asperger tienen un desarrollo atípico del lenguaje.
Su habla por lo general incluye peculiaridades, como hablar monótono o hablar
de una manera demasiado formal. Las conversaciones por lo general pueden
girar en torno a algunos temas de interés restringido o peculiar, tales como
trenes o del sistema solar… Los niños con síndrome de Asperger por lo general
no reconocen las normas o etiquetas socialmente apropiadas de dar y tomar la
palabra en una conversación. Cuando se le hace una pregunta directa sobre
algo que está haciendo, un niño con síndrome de Asperger puede responder
con una recitación de largo recorrido de los hechos sobre un tema que a él le
interesa.
Desarrollo Social
El síndrome de Asperger se caracteriza por retrasos sociales. Las personas y
niños con síndrome de Asperger lucha les cuesta entender el sarcasmo, las
metáforas y el humor; tienden a tomar las figuras retóricas en dicción literal.
Los niños con síndrome de Asperger no entienden las señales sociales y
pueden parecer incómodos alrededor de otros niños. Esta falta en el desarrollo
social puede hacerles vulnerables respecto a niños más experimentados.
Muchos problemas con las habilidades sociales pasan a la vida adulta.
9. Desarrollo emocional
Los niños con síndrome de Asperger pueden padecer un retraso en el
desarrollo emocional. Les cuesta reconocer sus propias emociones y no son
capaces de empatizar con los demás. En ocasiones se pueden ver
angustiados por los cambios en la rutina o cuando se enfrentan a situaciones
desconocidas. Los niños con síndrome de Asperger suelen carecer de
habilidades eficaces de resolución de problemas. La aplicación de la
información aprendida en una situación anterior les es difícil, lo que puede
hacer que se sientan frustrados. Las frustraciones pueden suceder incluso en
niños mayores, ya que tienden a carecer de habilidades para manejar las
emociones difíciles de afrontar.
Desarrollo de habilidades motoras
El desarrollo de habilidades motoras tardíamente puede ser la primera señal de
que un niño puede tener el síndrome de Asperger. Los niños con Asperger
tienden a gatear y caminar más tarde que otros niños. También pueden tener
movimientos torpes. Los niños mayores suelen experimentar retrasos motores
como por ejemplo: con una bicicleta, atrapar una pelota o colgarse de juegos
infantiles.