11. Hay manos traicioneras, manos sin memoria, manos que han vendido hasta sus ideas, ahora se mueven en tenebrosas oficinas, forman alianzas, cuentan billetes, pobres manos vacías. Hay manos crueles, manos manchadas de sangre, como las de aquel dictador chileno, manos asesinas que ahora lanzan misiles. También las hay dignas, no se callan ni se esconden del frío, manos castigadas que reclaman lo suyo, manos del trabajador. Pero nada como tus manos, cuando vuelvo del abismo, tan pequeñas y tan fuertes, descubren donde traigo las heridas. Y hay manos libres, lo dieron todo por un sueño, hoy son de fuego, ya se han vuelto inmortales. Maximiliano Saavedra