El autor testifica firmemente que Jesucristo es el Hijo de Dios y Salvador de la humanidad. Explica que su testimonio de la divinidad de Cristo se forjó a lo largo de los años a través del ejemplo de su madre, las enseñanzas de la iglesia y la lectura de las escrituras. Manifiesta que su testimonio se fortalece cada vez que participa en actividades religiosas o estudia las escrituras.