1. Año 10, nº 494 - 27 de abril de 2014
“Dichosos los que crean sin haber visto”
EL PÚLPITO
PARROQUIA DE NTRA. SRA. DE LA MEDALLA MILAGROSA
EL PUERTO DE SANTA MARÍA (CÁDIZ)
!!DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA
El choque del Resucitado
con los apóstoles había sido
t a n d e c i s i v o q u e , s u
testimonio, era algo natural,
e s p o n t á n e o y l ó g i c o :
disfrutaban hablando de
Aquel que, bajando a la
muerte, subió de la tierra tal
y cómo les anunció en los
días de su pasión. Pero como
en todos los grupos salió una
v o z d i s c o r d a n t e y
disconforme. Tomás, el
incrédulo, no solamente no
creía que Jesús hubiera
resucitado, es que además se
negaba a dar por válido y
serio el testimonio del resto
de sus compañeros. Su fe, la
de Tomás, estaba sostenida
por su forma particular de
comprender y de acoger las
cosas: todo lo que no veo,
queda fuera de mí. No me
s i r v e . ¿ L e p o d r í a n
convencer, o volver de sus
posiciones, la experiencia, el
encuentro, el cara a cara que
el resto de los apóstoles
t u v i e r o n c o n J e s ú s
Resucitado? ¿Qué le impedía
a Tomás dar el paso hacia la
fe aún sin ver? Su dificultad
residía, y no lo olvidemos, en
una fe hilvanada por el
simple hilo de la apariencia.
Tal vez, lo más positivo de
Tomás, es que también él
q u e r í a t e n e r u n a
experiencia real y fuerte del
Resucitado. Pero lo negativo,
es que se cerraba a creer por
la palabra y la experiencia
viva de sus compañeros.
P r o n t o J e s ú s s e h i z o
presente. Las puer tas
estaban tan cerradas como
la mente de Tomás y, a la
vez, tan fáciles de abrir
como el corazón de aquel
testarudo apóstol con la
s i m p l e p r e s e n c i a d e l
R e s u c i t a d o . E n e s e
momento, y no lo olvidemos,
todos los esquemas de
Tomás caen por el suelo.
Aquel que, sin ver no creía,
de pronto se fía. ¿Y por qué
cree? ¿Por qué ve? ¿Por qué
siente que su rostro se
sonroja ante la evidencia de
la nueva vida? ¿Tal vez
porque Jesús, no merecía
t a n t a i n c e r t i d u m b r e ,
racionalidad o dudas? En el
fondo, Santo Tomás creía
pero…quería un cara a cara
con el Señor. Pudo más en él
el afán de seguridades,que el
m i s t e r i o d e l a fe . S u
confesión “Señor mío y Dios
mío”, no solamente es un
grito de fe, también lo es de
arrepentimiento: ¡qué necio
he sido! ¡Señor, cómo te he
podido tratar así! ¡Qué ciego
he estado! ¡Por qué me he
dejado llevar por la dureza
de la razón! También a
nosotros el Señor nos
reclama la fe. No tenemos la
suerte de asomarnos a ese
s e p u l c r o q u e t o d av í a
conserva el calor del cuerpo
de Jesús. No poseemos el
privilegio de sentarnos
frente a Pedro, Juan o
Santiago para preguntarles
sobre el cómo Jesús resucitó
y c ó m o e r a . P e r o
precisamente por ello
nuestra fe vale lo que el oro
fi n o : c r e e m o s p o r e l
testimonio de los apóstoles.
Creemos por lo que nuestros
padres nos han transmitido.
Creemos porque en la
experiencia que otros
tuvieron del Resucitado,
tenemos también puesta
nuestra esperanza, nuestra
ilusión y nuestra certeza de
que Jesús es el principio y
final de todo. Creemos
porque, la Iglesia, nos ha ido
transmitiendo todo esto con
sufrimiento, convencimiento
y a m o r : ¡ J e s ú s h a
resucitado!Nosotros no
hemos tenido la oportunidad
de meter nuestros dedos en
el costado pero también es
verdad que en la Eucaristía,
la escucha de la Palabra, la
oración personal, los dramas
del mundo, la celebración
del resto de los sacramentos
nos pueden hacer sentir en
propia carne la alegría y la
e x p e r i e n c i a d e C r i s t o
Resucitado.
Javier
Leoz,
sacerdote
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2. PRIMERA LECTURA
(Hch 2, 42-47)
“Los creyentes vivían todos unidos
y lo tenían todo en común”
Los hermanos eran constantes en
escuchar la enseñanza de los
apóstoles, en la vida común, en la
fracción del pan y en las oraciones.
Todo el mundo estaba impresionado
por los muchos prodigios y signos
que los apóstoles hacían en
Jerusalén. Los creyentes vivían
todos unidos y lo tenían todo en
común; vendían posesiones y bienes,
y lo repartían entre todos, según la
necesidad de cada uno. A diario
acudían al templo todos unidos,
celebraban la fracción del pan en las
casas y comían juntos, alabando a
Dios con alegría y de todo corazón;
eran bien vistos de todo el pueblo, y
día tras día el Señor iba agregando al
grupo los que se iban salvando.
! SALMO RESPONSORIAL
(Sal 117, 2-4.13-15.22–24)
R: Dad gracias al Señor
porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
!Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R.
!Empujaban y empujaban
para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos. R.
!La piedra que desecharon
los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría
y nuestro gozo. R.
!SEGUNDA LECTURA
(1P 1, 3-9)
“La fuerza de Dios os custodia
en la fe para la salvación”
Bendito sea Dios, Padre de nuestro
Señor Jesucristo, que en su gran
misericordia, por la resurrección de
Jesucristo de entre los muertos, nos
ha hecho nacer de nuevo para una
esperanza viva, para una herencia
incorruptible, pura, imperecedera,
que os está reservada en el cielo. La
fuerza de Dios os custodia en la fe
para la salvación que aguarda a
manifestarse en el momento final.
Aleg raos de ello, aunque de
momento tengáis que sufrir un poco,
e n p r u e b a s d i ve r s a s : a s í l a
comprobación de vuestra fe -de más
precio que el oro, que, aunque
perecedero, lo aquilatan a fuego-
llegará a ser alabanza y gloria y
h o n o r c u a n d o s e m a n i fi e s t e
Jesucristo. No habéis visto a
Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y
creéis en él; y os alegráis con un gozo
inefable y transfigurado, alcanzando
así la meta de vuestra fe: vuestra
propia salvación.
! SANTO EVANGELIO
( Jn 20, 19-31)
“¡Señor mío y Dios mío!”
Al anochecer de aquel día, el primero
de la semana, estaban los discípulos
en una casa, con las puertas
cerradas por miedo a los judíos. Y en
esto entró Jesús, se puso en medio y
les dijo: “Paz a vosotros”. Y, diciendo
esto, les enseñó las manos y el
costado. Y los discípulos se llenaron
de alegría al ver al Señor. Jesús
repitió: “Paz a vosotros. Como el
Padre me ha enviado, así también os
envío yo”. Y, dicho esto, exhaló su
aliento sobre ellos y les dijo: “Recibid
el Espíritu Santo; a quienes les
perdonéis los pecados, les quedan
perdonados; a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos”.
Tomás, uno de los Doce, llamado el
Mellizo, no estaba con ellos cuando
vino Jesús. Y los otros discípulos le
decían: “Hemos visto al Señor”. Pero
él les contestó: “Si no veo en sus
manos la señal de los clavos, si no
meto el dedo en el agujero de los
clavos y no meto la mano en su
costado, no lo creo”. A los ocho días,
estaban otra vez dentro los
discípulos y Tomas con ellos. Llegó
Jesús, estando cerradas las puertas,
se puso en medio y dijo: “Paz a
vosotros”. Luego dijo a Tomás: “Trae
tu dedo, aquí tienes mis manos; trae
tu mano y métela en mi costado; y no
seas incrédulo, sino creyente”.
Contestó Tomás: “¡Señor mío y Dios
mío!” Jesús le dijo: “¿Porque me has
visto has creído? Dichosos los que
crean sin haber visto”. Muchos otros
signos, que no están escritos en este
libro, hizo Jesús a la vista de los
discípulos. Éstos se han escrito para
que creáis que Jesús es el Mesías, el
Hijo de Dios, y para que, creyendo,
tengáis vida en su nombre.
“Dichosos los que crean sin haber visto”
Parroquia de Ntra. Sra. de la Medalla Milagrosa. C/Federico García Lorca, s/n. Apdo. de correos, 164. 11.500 El Puerto de Santa María. Tlfno: 956 85 65 61.
Tiempo de oración
Lecturas de la próxima semana
(2ª semana del salterio)
!Lunes 28: San Pedro Chanel
Hch 4, 23-31; Sal 2, 1-9; Jn 3, 1-8
Martes 29: Santa Catalina de Siena
1Jn 1, 5-2, 2; Sal 102, 1-4.8-9.13-18; Mt 11, 25-30
Miércoles 30: San Pío V
Hch 5, 17-26; Sal 33, 2-9; Jn 3, 16-21
Jueves 1: San José Obrero
Col 3, 14-15.17.23-24; Sal 89, 2-16; Mt 13, 54-58
Viernes 2: San Atanasio
Hch 5, 34-42; Sal 26, 1.4.13-14; Jn 6, 1-15
Sábado 3: Santos Felipe y Santiago
1Co 15, 1-8; Sal 18, 2-5; Jn 14, 6-14
Domingo 4: San José María Rubio
Jornada y colecta del Clero Nativo
Hch 2, 14.22b-33; Sal 15, 1-11;
1P 1, 17-21; Lc 24, 13-35
Obispos
y
fieles
españoles,
presentes
en
la
canonización
de
Juan
Pablo
II
y
Juan
XIII
El
arzobispo
de
Valladolid
y
presidente
de
la
Conferencia
Episcopal
Española
(CEE),
Ricardo
Blázquez
,asis>rá
a
las
canonizaciones
de
los
papas
Juan
XXIII
y
Juan
Pablo
II,
que
se
celebrarán
el
domingo,
27
de
abril,
a
las
10
horas
en
la
Plaza
de
San
Pedro
de
El
Va>cano.
También
acudirán
el
arzobispo
de
Valencia
y
del
vicepresidente
de
la
CEE,
Carlos
Osoro
y
del
secretario
general
y
portavoz,
José
María
Gil
Tamayo.
Además,
está
prevista
la
par>cipación
de
numerosos
obispos
y
fieles
españoles,
a
través
de
peregrinaciones
organizadas
desde
las
diócesis.
El
Departamento
de
Juventud
de
la
CEE
ha
coordinado
una
peregrinación,
en
bus
y
en
barco,
de
casi
600
jóvenes,
de
entre
15
y
35
años,
acompañados
por
los
obispos
de
Astorga
y
de
San
Sebas>án.
Angelo
Giussepe
Roncalli
(Juan
XXIII,
1958-‐1963)
fue
bea>ficado,
precisamente
por
Juan
Pablo
II,
el
3
de
sep>embre
del
año
2000.
Su
fiesta
litúrgica
se
celebra
el
11
de
octubre.
Karol
Jósef
Wojtyla
(Juan
Pablo
II,
1978-‐2005)
fue
bea>ficado
por
Benedicto
XVI
el
1
de
mayo
de
2011.
Su
fes>vidad
se
celebra
el
22
de
octubre.
Fuente:
CEE