texto argumentativo, ejemplos y ejercicios prácticos
Zibynca Boletín 17
1. UNAD VMMP
Volumen 1 No. 17
Marzo 2010
El Programa Formación
de Formadores
quiere felicitar a todas
las mujeres de la
Comunidad Unadista
en su día y desear
ZIBYNCA BOLETÍN
para ellas
amor, salud, armonía y
FORMADORES
la realización de los
sueños
que habiten en el
corazón de cada
DE
una…
FORMACIÓN
Marzo 8
2. UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA
UNAD
Dr. Jaime Alberto Leal Afanador.
Rector
Dr. Roberto Salazar Ramos
Vicerrector de Medios y Mediaciones Pedagógicas
John Alejandro Figueredo
Coordinador Programa Formación de Formadores
María Catalina Duque
Alix Chinchilla Rueda
Sofía J. Gutiérrez
Gloria Avellaneda G.
María del Carmen Bernal
María del Socorro Gómez E.
Formadoras
8 de marzo: Día Internacional de la mujer.
El 8 de marzo fue instaurado como el Día de la Mujer y sobre sus antecedentes
históricos, se puede establecer que dos hechos fueron tomados como emblema de
las mujeres, los cuales ocurrieron en la ciudad de Nueva York en fecha similar o
cercana. El primero sucedió en el año de 1857, y fue una gran marcha de trabaja-
doras textileras que denunciaban las terribles condiciones laborales con las que li-
diaban. Ellas desfilaron por los barrios más adinerados de Nueva York. El otro acon-
tecimiento, de consecuencias más graves, ocurrió en 1908 cuando un grupo de
40.000 trabajadoras de textileras se levantaron en huelga para buscar la reducción
de las jornadas de 10 horas y reclamar el descanso dominical, el derecho a unirse
a los sindicatos, a entrenamiento vocacional, y para proclamarse en contra de la
explotación infantil. La fábrica Cotton de textiles se convirtió en el escenario del te-
rror, cuando más de 100 mujeres quedaron encerradas en la fábrica y perecieron
en un gran incendio. Los grupos que defendían los derechos de las mujeres decidie-
ron festejar el Día de la Mujer el 8 de marzo, en honor a tan lamentables circuns-
tancias.
Años después, en 1975, las Naciones Unidas (ONU) adopta esta fecha para celebrar
el Día de las Naciones Unidas para los Derechos de la Mujer y la Paz Mundial, y
desde entonces se generalizó por completo esta celebración que hoy en día cada
país festeja a su manera. Durante la Asamblea General de 1977, se invitó a todos
los países miembros a reconocer y conmemorar las múltiples contribuciones de las
mujeres a sus sociedades, así como a promover la toma de conciencia de la situa-
ción femenina y sus luchas por vivir en un mundo con menos violencia, menor dis-
criminación y mayor igualdad en la distribución de las oportunidades.
El objetivo de la Organización de las Naciones Unidas es unir esfuerzos para poner
fin a la discriminación por motivos de género, cuando y dondequiera que ésta ocu-
rra. Es preciso que toda la humanidad tenga plenas facultades para aportar su con-
tribución al desarrollo de la sociedad y el adelanto de la civilización.
A partir de entonces, las Naciones Unidas han emprendido iniciativas para mejorar
la condición de las mujeres, logrando la existencia de un marco jurídico internacio-
nal que, al menos en teoría, promueve y garantiza la igualdad.
3. Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo
Gioconda Belli
4. MUJER Y DESARROLLO
Hacer el mundo habitable y vivir mejor, no son dos ideas diametralmente opuestas,
sólo que una condición para su posibilidad, es que las instituciones y las personas que
viven en ese mundo, se compartan un mínimo de principios de convivencia representa-
dos éticamente; asumidos para llevarlos a la práctica dentro de una escala de valora-
ciones, a partir del diálogo y en franca coherencia entre el pensar, el sentir y el hacer.
Ser mujer en el mundo de hoy, no es tarea fácil. Constituye un gran desafío en la larga
lucha por el pleno reconocimiento y vigencia de nuestros derechos, en el que hemos
tenido que superar con valentía, inteligencia y paciencia, una infinidad de obstáculos,
muchos de los cuales subsisten todavía, pero no por ello debemos detenernos. Es nece-
sario seguir ese proceso de lucha por obtener nuestra propia visibilidad como seres so-
ciales, culturales, políticos y tener voz y voto, en todas las instancias de liberación,
que interfieran directa o indirectamente, con la condición de vida de todas las perso-
nas; por la integración y nuestra plena participación en el desarrollo de los pueblos,
que nos permitan intervenir decisivamente en la construcción de un nuevo mundo más
equitativo y humanizado.
Ningún pueblo del mundo, que se precie de ser democrático, será verdaderamente li-
bre ni justo, en tanto persistan normas y costumbres lesivas a la dignidad y a los dere-
chos humanos de las mujeres. Es por ello, que debemos nosotras, atrevernos a romper
con las cadenas que todavía atan a la sumisión, subordinación y dependencia.
La educación es clave fundamental para facultar a la mujer y contribuir al desarrollo
general de la sociedad, pues al educar a la mujer se educa a la familia. La educación de
la mujer es una herramienta eficaz para combatir los estereotipos sexuales y las con-
ductas incriminatorias en su contra, permitiéndole un mejor disfrute de sus derechos
humanos. Así como la educación, la salud de la mujer constituye una preocupación im-
portante y para ello hay que adoptar medidas tendientes a asegurar en pie de igualdad,
un acceso adecuado a los servicios de atención, nutrición, planificación familiar, salud
mental, entre otros.
Es preciso reconocer también, expresamente y valorar equitativamente el trabajo de la
mujer, pues realiza múltiples funciones y responsabilidades que contribuyen de manera
importante en el desarrollo socioeconómico. Es preciso que se incorpore nuestra efec-
tiva participación en los programas de ajuste y desarrollo, que se aseguren además,
condiciones equitativas de trabajo que nos permita gozar de manera práctica de los
derechos humanos en el campo laboral.
5. Intervenir en la concepción, diseño y ejecución de proyectos y programas que afectan
nuestras vidas, es un derecho que no podemos olvidar ni cesar de reclamar, especial-
mente después del esfuerzo continuado de los grupos de mujeres en las últimas confe-
rencias Internacionales de las Naciones Unidas. Es un hecho que cada vez más mujeres
estamos participando, haciendo oír nuestras voces y tratando de impedir que se sigan
pasando por alto nuestros intereses.
Con un enfoque de género y desde los nuevos acuerdos internacionales de Naciones
Unidas, el concepto de desarrollo tiene significados diferentes al tradicional, que no se
puede asociar sólo con crecimiento económico o tecnológico, con balanzas de pago o
producto interno bruto, sino con crecimiento humano, con desarrollo personal, con
educación, con la paz, con seguridad social, con el equilibrio poblacional. Los cambios
a nivel de hábitos y costumbres, han ido dejando sin contenido los clásicos estilos de
manejo y poder, para los cuales las mujeres estamos cada vez mejorando nuestras ca-
pacidades y habilidades de gestión, con la experiencia de la acción.
Nos estamos preparando con la conciencia puesta en el cambio, como una oportunidad
y no como una amenaza; teniendo presente que no hay conocimiento sin equivocacio-
nes, no hay superación sin dolor y no hay experiencia sin fracasos. Siempre con el ideal
de autoafirmación; así como nos lo expresa un colectivo de mujeres desplazadas, que
por encima de su tragedia personal y la pérdida de sus aires y sus tierras, nos dicen en
lo que han llamado "UN CREDO DESDE LA MUJER":“
“Creemos en la bondad y el valor de las mujeres, en nuestra fuerza y salud, en
nuestra capacidad de llorar, en nuestra capacidad de sostenernos mutuamente en
lugar de ser rivales; en nuestra capacidad de responder a las demandas de los hijos
e hijas y cargar con el peso de la vida diaria. Creemos en nuestra apertura y fuerza
para seguir trabajando en nuestro ser espiritual y terrenal lleno de vida, naci-
miento y muerte.
Afirmamos la historia de las mujeres, como la historia de la humanidad. Somos re-
colectoras de los frutos, campesinas, criadas, algunas educadoras, otras pioneras,
tejedoras, costureras, formamos hogares y somos obreras como madres y amas
de casa…
Damos la vida, somos trabajadoras ocultas, sin salario en casa y trabajadoras asa-
lariadas fuera de casa cuando la oportunidad se nos ofrece, como un rayo de luz y
de esperanza, en estos tiempos de incertidumbre y pasos al viento…
Reconocemos esta diversidad y esta versatilidad. Nos alegramos de nuestra intui-
ción y en nuestra lógica. Confesamos nuestras fallas, nuestra fragilidad e imperfec-
ciones, pues hemos aceptado la violencia y la injusticia. Esperamos el tiempo de
paz, cuando la violencia desaparezca y que tanto mujeres como hombres podamos
amar y ser amadas y amados en el trabajo y que las riquezas de nuestro mundo
sean justamente compartidas.”
María del Socorro Gómez Estrada