El documento presenta varios poemas y extractos literarios que tratan sobre el amor y la muerte. Los textos describen el amor apasionado entre parejas y cómo este puede sobrevivir más allá de la muerte. Uno de los poemas anónimos narra la visita de la Muerte a un enamorado durante la noche. Otro poema de Bécquer afirma que aunque el cuerpo muera, el amor permanecerá.
3. Todas las cartas de amor son ridículas. No serían cartas de amor si no fuesen ridículas. También escribí en mi tiempo cartas de amor, como las demás, ridículas. Las cartas de amor, si hay amor, tienen que ser ridículas.
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5. Pero, al fin y al cabo, sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor sí que son ridículas. Quién me diera en el tiempo en que escribía sin darme cuenta cartas de amor ridículas.
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8. La verdad es que hoy mis recuerdos de esas cartas de amor sí que son ridículos. (Todas las palabras esdrújulas, como los sentimientos esdrújulos, son naturalmente ridículas).
12. Un sueño soñaba anoche soñito del alma mía, soñaba con mis amores, que en mis brazos los tenía. Vi entrar señora tan blanca, muy más que la nieve fría. —¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? Las puertas están cerradas, ventanas y celosías. —No soy el amor, amante: la Muerte que Dios te envía. —¡Ay, Muerte tan rigurosa, déjame vivir un día! —Un día no puede ser, una hora tienes de vida.
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14. Muy deprisa se calzaba, más deprisa se vestía; ya se va para la calle, en donde su amor vivía. — ¡Ábreme la puerta, blanca, ábreme la puerta, niña! —¿Cómo te podré yo abrir si la ocasión no es venida? Mi padre no fue al palacio, mi madre no está dormida. —Si no me abres esta noche, ya no me abrirás, querida; la Muerte me está buscando, junto a ti vida sería.
15. — Vete bajo la ventana donde labraba y cosía, te echaré cordón de seda para que subas arriba, y si el cordón no alcanzare, mis trenzas añadiría.
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17. La fina seda se rompe; la muerte que allí venía: —Vamos, el enamorado, que la hora ya está cumplida.
20. Mañanita de San Juan, mañanita de primor, cuando damas y galanes van a oír misa mayor. Allá va la mi señora, entre todas la mejor; viste saya sobre saya mantellín de tornasol, camisa con oro y perlas bordada en el cabezón.
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22. En la su boca muy linda lleva un poco de dulzor; en la su cara tan blanca, un poquito de arrebol, y en los sus ojuelos garzos lleva un poco de alcohol (cosmético); así entraba por la iglesia relumbrando como el sol. Las damas mueren de envidia y los galanes de amor.
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24. El que cantaba en el coro, en el credo se perdió; el abad que dice misa, ha trocado la lección; monacillos que le ayudan, no aciertan responder, no, por decir “ amén ” , “ amén ” , decían “ amor ” , “ amor ” .
42. ¿Vienes? Me llega aquí, pues que suspiras, un soplo de las mágicas fragancias que hicieron los delirios de las liras en las Grecias, las Romas y las Francias. ¡Suspira así! Revuelen las abejas, al olor de la olímpica ambrosía, en los perfumes que en el aire dejas; y el dios de piedra se despierta y ría. (…)
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44. Sones de bandolín. El rojo vino conduce un paje rojo. ¿Amas los sones del bandolín, y un amor florentino? Serás la reina en los decamerones,
45. O amor lleno de sol, amor de España, amor lleno de púrpuras y oros; amor que da el clavel, la flor extraña regada con la sangre de los toros; flor de gitanas, flor que amor recela, amor de sangre y luz, pasiones locas; flor que trasciende a clavo y a canela,
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47. ¿Los amores exóticos acaso...? Como rosa de Oriente me fascinas: me deleitan la seda, el oro, el raso. Torres de kaolín, pies imposibles. Ámame japonesa, japonesa antigua, que no sepa de naciones occidentales; tal una princesa con las pupilas llenas de visiones,
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49. Amor, en fin, que todo diga y cante, Ámame así, fatal cosmopolita, universal, inmensa, única, sola y todas; misteriosa y erudita: ámame mar y nube, espuma y ola.
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51. Sé mi reina de Saba, mi tesoro; descansa en mis palacios solitarios. Duerme. Yo encenderé los incensarios. Y junto a mi unicornio cuerno de oro, tendrán rosas y miel tus dromedarios
54. Si el hombre pudiera decir lo que ama, si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo como una nube en la luz; si como muros que se derrumban, para saludar la verdad erguida en medio, pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor, la verdad de sí mismo, que no se llama gloria, fortuna o ambición, sino amor o deseo, yo sería aquel que imaginaba;
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56. aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos proclama ante los hombres la verdad ignorada, la verdad de su amor verdadero.
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58. Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío; alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina por quien el día y la noche son para mí lo que quiera, y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu como leños perdidos que el mar anega o levanta
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60. libremente, con la libertad del amor, la única libertad que me exalta, la única libertad por que muero.
61. Tú justificas mi existencia: si no te conozco, no he vivido; si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.