Este documento discute la crisis ambiental desde los años 1960 y 1970, cuando surgió el movimiento ecológico. Señala que los problemas ambientales como la contaminación y el agotamiento de recursos llevaron a la gente a exigir una nueva relación con la naturaleza. También analiza las perspectivas de Paul Ehrlich, Garrett Hardin y el informe Los Límites del Crecimiento, los cuales ven el crecimiento poblacional como la causa principal de la crisis ambiental y proponen limitar el crecimiento de la población mundial. Final
1. Capitulo 5: La Crisis del medio ambiente. The Ann Arbor Science for the People. Biology as Social Weapon.
Traducción de C. López-Fanjul de Arguelles, Madrid: Editorial Alhambra, 1982. p. 201-231.
2. 5200 AGRESION
~
Health Assembly and to the United Nations, Ginebra, World
Health Organization, 1974.
7. TURNER, J. S.: The chemical feast, Nueva York, Grossman,
1970.
8.. U. S. National Institutes of Health: Atlas of cancer 7110rtality
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Education, and Welfare, publicación núm. NIH 75-780, Wa
shington, D.C., U. S. Government Printing Office, 1975.
9. FUCHS, V. R.: Who shall live: Health economics and social
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10. National Center for Health Statistics: Vital and heallh sta
tislics, serie 7, núm. 2, Washington, D.C., U. S. Department
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11. RIBICOFF, A.: The American medical machtne, Nueva York,
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12. WILLIAlv!S, L. P.: HOlv fO avoid unnecessary surgery, Nueva
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13. COMMONER, B.: «How poverty breeds overpopulation (and
not the other way around), Rampar/s, 13: 21-25, 58-59, 1975.
·LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE
Los últimos años de la década de los sesenta fueron tes
tigos de la aparición del movimiento ecológico como fuerza
política de consideración. El reconocimiento de la existencia
de una polución creciente, del derroche de los recursos y del
empeoramiento de la calidad de vida hizo que las personas
reclamaran un nuevo tipo de relación con la Naturaleza..Uno
de los catalizadores de este movimiento de opinión fue la
obra de PAUL E HRLICE titulada La Explosión de la Pobla
ción (1). EHRLICH. mantiene que la causa fundamental de la
crisis actual del medio ambiente' es el aumento de la pobla
ción mundial, y pide un esfuerzo general para -reducir las
tasas de crecimiento, bien voluntariamente, si ello fuera po
sible, u obligatoriamente, si se considerara necesario.
GARRETT HARDIN ha ampliado esta filosofía al sugerir que
.no deberjamos suministrar alimentos a aquellos países que
continúen manteniendo tasas ele nacimiento elevadas, con1
objeto de inclinarlos a limitar su capacidad reproductiva (2).
HARDIN sostiene que debemos concebir al mundo como un
¡
li bote salvavidas cuya capacidad no es suficiente para todos
los náufragos, de manera que algunos de ellos deben ahogar
se para que otros se salven.
Estas consideraciones sobre la destrucción del medio am
biente, como resultado del comportamiento reproductivo hu
mano y del consiguiente crecimiento exponencial de las po
blaciones, gozan de gran aceptación en nuestra sociedad ac
tual, y han sido consolidadas por los resultados de los
modelos de computador analizados en Los Límites al Creci
miento, obra en la que el mundo se concibe como un gran
sistema cuyo funcionamiento es susceptible de representación
matemática (3). El modelo de Los Límites al Crecimiento
BIOLOGIA. 14 201
3. 202 LA CRISIS DEL MEDIO AM81ENTE .
predecía la catástrofe universal a menos de que se restrin
giera estrictamente el crecimiento, sugiriendo la necesidad
de una planificación a escala mundial para la salvac.ión de
nuestro planeta.
Todos estos enfoques consideran que el problema básico
es el del crecimiento y desarrollo de las poblaciones huma
nas en una Tierra finita, argumentando que, en último tér
mino, la especie humana debe ser limitada mediante fuerzas
idénticas a las que controlan a las especies animales. De la
misma manera que observarnos, en condiciones naturales, a
las especies animales competir por unos recursos escasos,
también nosotros estarnos destinados a sufrir crisis más y
más agudas a medida que la· población crece y los recur
sos disminuyen. La analogía entre poblaciones humanas y
animales es c<;Hpún y subyacente a una gran parte de las con
sideraciones sobre el medio ambiente, y por ello una porción
considerable de nuestra opinión sobre los problemas sociales,
tales como pueden serlo el hambre o la polución, proviene de
nuestra forma de concebir la Naturaleza.
'.
REFERENCIAS BIBLlOGRAFICAS
1. EHRLiCH, P.: The populatioil bomb, Nueva York, Ballantine
Books, 1968. .
2. HiRDIN, G.: «Living on a llfeboat», BioSciéllce, 24: 561-568,
1974.
3. MEADOWS, D. H.; MEADOWS, D. L.; RANDERS, J., y BEHRENS,
W. W.: The limits to growth, Nueva York, Universe Books,
1972.
DETERMINISMO ECOLOGICO
JOHN VANDERMEER
La crisis deJ medio, qmbiente_ ha venido fraguándose desde
los años sesenta, y este proceso de maduración parece haber
tornado la crisis en paradoja, de tal manera que las crisis
ecológicas pueden denominarse, cada vez con mayor propie
dad, paradojas ecológicas.
Por ejemplo, en la orilla norte del lago Superior, la Re- '
serve Mining Company proporciona trabajo a varios millares
de personas, aunque al mismo tiempo vierte al lago residuos
de taconita contaminados con fibras del tipo de las de!' amian
to, lo cual implica un envenenamiento potencial de los sumi
nistros de agua al área circundante. Según los representantes
de la compañía, la supresión elel vertido haría imposible el
funcionamiento de la empresa en términos económicos, y,. en
buena lógica empresarial, la compañía de~ería abandonar en
tonces su base actual, ocasionando así la pérdida de varios
millares de pucstos de trabajo (1). •
Por citar un ejemplo más, WILLIAl1 T. RUSTON, presidente
de la Watson Industrial Properties, decía en 1974, ~n un dis
curso pronunciado en la Asociación de Planificadores Em
presariales del Sur de California (2, pág. 274):
Uno de los hechos de la vida que me motiva en cuanto
presidente de la Cámara de Comercio de Los Angeles es la
necesidad que tiene el área de los cinco condados de Los
Angeles de crear anualmente setenta y cinco mil puestos de
trabajo, solamente para responder a la demanda de la clase
trabajadora actual, sin tener en cuenta a los inmigrantes; y
si fallamos en esto, las consecuencias sociales y económicas
serían"graves. Si toda la legislación vigente sobre el medio
ambiente se aplicara fal y como e'stá concebida; se perderían
unos ochocientos mil puestos de trabajo en esta zona.
203
4. 204
205
LA CRISIS DEL MEDIO AMBIEIlTE
Este enfoque se repite una y otra vez; por una parte, el
ambientalista dice que debemos cesar depolucionar, mien
tras -que el industrial, por la suya, mantiene que si esto se
llevara acabo significaría la bancarrota; lo triste es que am
bos parecen tener razón.
. Entrar aquí en detalles sobre la magnitud de nuestros
actuales problemas ecológicos sería superfluo; tales proble
m~s están siendo plenamente analizados en la prensa y su
progresión diaria puede observarse en las noticias de cada
tarde. Nadie negaría que cada una de las ciudades importan
tes de los Estados Unidos sufren de seria polución atmosfé
rica, que muchos de los principales ríos están contaminados
y que la mayoría de la población mundial está insuficiente
mente alimentada; es evidente que nuestros problemas ecoló
gicos son muy serios.
.Sin embargo, también percibimos los inquietantes conflic
tos que acompañan a todas y cada una de las «crisis ecológi
cas». En muchas ciudades importantes, la polución atmosfé
rica alcanza cotas peligrosas, pero la industria automovilís
ticacaciquea para retrasar la aplicación de la legislación
referente a controles de emisión. La gente muere de hambre
en Latinoarnérica al mismo tiempo que el secretario de Agri
cultura subraya que los alimentos son parte de -nuestro «pa
quetede negociación» (3, pág. 279). Parece inherebte a todo
problema ecológico el ir acompañado de un algo estructural
que lo convierte en insoluble, al menos a corto plazo. Es, en
"verdad, Ullá situación irónica el que libertad signifique, para
la mujer y el hombre medios, libertad de escoger entre la
ruina ecológica o la económica, entre la muerte por envene
namiento o por hambre. El pueblo querrá entender la causa
de" esta c'ontradicción que tan directamente afecta a sus vidas.
Sin embargo, en el momento en que se hizo evidente la na
turaleza paradójica de la érisis ambíental, ya e$,tabá sólida
"me"nte iricrustada en la conciencia ptiblica una posible causa
de esa fundamental contradicción; el problema básico se con
cebía en términos de de111.asiada gente. Si no hubiera tanta
gente en Latinoamérica, los latinoamericanos tendrían sufi
cientes alimentos; si no hubiera tanta gente en los Estados
Unidos, no habría ese monstruoso número de automóviles.
Cada problema ecológico y ambiental podría ligarse virtual
mente, y de hecho lo fue, al espectro de demasiada gente.
DETERMINISMO ECOLOGICO
. "A medida .que el «problema poblacional» fue ocupando
el lugar central del movimiento ecológico, se fueron ocultan
do bajó el tapete un gran número de importantes factores. .
Muchos ele éstos están comenzando a reaparecer, pero, en
la opinión de muchos, el problemé1. poblacional es aún un
factor causal importante en la generación de paradojas eco
lógicas del tipo de las citadas a.nter.iormene:
A partir de la aparente aceptación universal de los argu
mentos simplistas del tipo «bomba poblacional», ocurrida en
los últimos años sesenta, párece que han aparecido dos aná
lisis algo más complejos, que denominaré análisis reacciona
rio y análisis liberal.
El ANALISIS REACCIONARIO
Esta línea de pensamiento tiene probablemente su origen
más próximo en el libro de los PADDOCK titulado Hambre
1975 (4), en el que se sugiere la aplicación a países del siste
ma de triage, por el que se rigen las decisiones sanitarias en
el frente de batalla. En el sistema de triage se· considera que
los heridos de guerra pertenecen a tres categorías diferentes:
los que sobrevivirían con o sin atención médica, los que es
probable que mueran incluso con atención médica y los que
es probable que sobrevivan solamente si se les presta aten
ción médica; los recursos se concentran en la salvación de
aquellos que per1enecen a la última categoría citada. Siguien
do este símil, los PADDOCK sugieren que la ayuda alimenticia
debe süminis~rarse únicamente a aquellos países que presen
ten ciertas posibilidades de poder solucionar el «vaCÍo ali
mentos-personas». En estos planes se negaría ayuda' a aque
llos otros países considerados como «casos perdidos» por la
magnitud de su explosión demográfica.
Este concepto nos conduce de manera natural a la posi
ción recientemente adont:oda, v m25 cuidadosamente elabo
rada, por GARRETT HARDIi!. El an:ílisis de HARDIN es, de hecho,
más complejo y siniestro de lo que Zldmiten muchos de sus
detractores. y s~ desarrolla :o ]0 lZlrgo ele dos líneas relacio
nadas. l.a primera de ellas es la de la ética del hote salva
5. 206
207LA CRISIS DEL MEDIO AMBIE~HE
vidas, que HARDIN ha expuesto en BioScience (5, pág. 561)
como sigue:
Cada naClOn rica equivale, metafóricamente hablando, a
un bote salvavidas tripulado por gentes relativamente. aco
modadas, mientras que los pobres del mundo se encuentran
embarcados en otras lmichas mucho más abarrotadas. Por
así decirlo, los pobres caen continuamente de sus embar·
caciones al agua y, durante un cierto tiempo, nadan en la
esperé'nza de ser salvados por un bote rico y de beneficiarse
así de los «bienes» que este último transporta a bordo. ¿Qué
deben hacer los pasajeros de una embarcación rica?; éste
es el problema central de ,da ética del bote salvavidas».
La segunda teoría es la de lo~ guardianes de la civilización
(6, pág. 1297):
Es impróbable que lá civilización y la dignidad humana
sobrevivan en cualquier parte, pero es mejor que esto ocu
rra en alguna en vez de que desaparezcan de todas. Las
minorías afortlmadas deben actuar como depositarios de
una civilización amenazada por las buenas intenciones de
los ignorantes.
Este doble análisis se apoya en tres SUpOSICIOnes implí
citas: la primera consiste en que la población mundial, por
su excesiva magnitud, está abocada él. una situación de recur
sos escasos; la segunda reside en que la distribución de re
cursos en embarcaciones ricas y pobres es inevitable; la ter
cera mantiene que .las clases privilegiadas son necesarias para
poder legar una vida mejor (o como mínimo aceptable) a las
generaciones futuras.
El conjunto formado por el análisis de HARDIN (el modelo
del bote salvavidas unido a la teoría de los depositarios de
ia civilización) y sus tres supuestos (el aumento de la pobla
ción ocasiona escasez, la estructura de clases es inevitable y
deseable) conduce a la conclusión de que es nuestro deber
moral para con las generaciones venideras el negar recursos
a aquellos CJue en la actualidad no tienen lo suficiente para
sobrevivir; si no lo hacemos así, seguirán produciendo niños
y, por tanto, harán aún más desesperada una situación ya
crítica. En palabras del N atioila[ Observer, la consecuencia
de la ética del bote salvavidas propuesta por HARDIN es «de-
DETERMINIS/v',O ECOLOGICO
jémoslos morir de hambre», entendiendo por «ellos» a los
que no son depositarios de la civilización (7). En otra publi
cación he razonado cómo el modelo de HARDIN es incorrecto
en su totalidad (8).
Mediante una cita marginal señalaré que estos análisis no
son en manera alguna novedosos. Así, por ejemplo, escribía
un eminente ecólogo en 1925:
(Tenemos) un incremento anllal de población cercano a
las novecientas mil almas, y las dificultades para alimentar
a esta legión de nuevos ciudadanos deberá crecer de año en
,l10, hasta que finalmente acabe en la catástrofe, a menos
que se encuentren medios y modos de prevenir a tiempo
los peligros del hambre y la- miseria.
y en la misma obra:
La productividad del suelo sólo puede incrementarse
dentro de ciertos límites definidos y hasta un cierto punto.
Sin embargo, las necesidades de la vida crecen con mayor
rapidez que el tamaño de las poblaciones... Es, por consi
guiente, ilusorio esperar que un aumento de la prodücción
pueda suministrar la base del crecimiento de la' población.
Continúa diciendo que:
En lugar de expansionarse geográfiQlamente, en vez de
exportar hombres, la raza blanca ha exportado mercancías,
construyendo así un sistema económico mundial cuya ca·
racterística es que en Europa, v últimtlmente también en
América, se encuentra un nivel de producción que es gigan
tesco a escala mundial, mientras que el resto dd mundo
suministra amplios mercados y fuentes de materia prima:
La raza blanca puede... solamente mantener su posición en
tanto que se mantengan las diferencias en el nivel de vida
entre las distintas partes del mundo. Varias nacionés han
tomado medidas para salvaguardar esta posición de predo·
minio en relación con sus capacidades innatas.
Finalmente:
Todo lo que hoy admiramos en la Tierra -ciencia y arte,
tecnología e invenCÍón- es exclusivamente el' .producto
creaclor de unos pocos"pueblos' (quienes) quizás 'desciendan
6. 208 209LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE
.originalmente de una sola raza. De ellos depende la exis
tencia de toda esa wltura; si perecen, sepultarán con ellos
·.la belleza de este mundo.
La obra citada es Mein Kampf, y el ecólogo, ADOLFO HITLER
(9, pág. 61; 10, págs. 121 y 155; 9, pág. 25).
. El que las opiniones de HARDIN y HITLER parezcan tan afi
nes merece una considerab!e reflex¡~n. Si·l<l; escasez es con
secuencia del exceso de población y ésta debe estar inevita
blemente dividida entre ricos y pobres, siendo tal estructura
de clases deseable, ¿qué debemos concluir? ¿No tendría sen
tido el que contuviéramos el aumento de la población o qui
zás incluso disminuir el tamaño de la actual? ¿A qué fracción
de la población debería afectar más tal restricción? ¿A aque
llos sin capacidad o deseo de conservar la civilización y la
dignidad humana? ¿Quiénes son éstos? ¿Por qué son así? Ver
daderamente podría argumentarse que la diferencia de prin
cipio entre HARDIN y HITLER reside en que este último llevó
sus razonamientos a sus conclusiones lógicas, mientras que
HARDIN se queda corto.
No es necesario, sin embargo, que nos preocupemos por
la repugnancia moral implícita en esa ilrgumentación, pue'sto
que el razonamiento es falso debido a que todas sus suposi
ciones básicas son erróneas. Consideremos brevemente esas
tres suposiciones.
Defender que el «exceso de población» (o la tendencia a
reproducirse en exceso) es una de las causas principales de
la escasez evidencia una profunda ignorancia de elementales
hechos 'políticos y económicos. El razonamiento suele seguir
los pasos que fueron dados en un principio por TROMAS
MALTR us.. Las poblaciones aumentan exponencialmente, mien
tras que ·las cosas necesarias para ·la vida aumentan, si es
que lo hacen, aritméticamente; por tanto, la población nece
sariamente crecerá más aprisa que los medios de subsisten
cia. Supongamos, por ejemplo, que una cierta población ha
bita una isla de unas 40.000 hectáreas de superficie, y que la
producción de la tierra es tal que para cubrir las necesidades
de uI)a persona son necesarias 40 hectáreas. Debido al curso
normal del desarrollo tecnológico, cada treinta años se nece
sitan cuatro hectáreas menos por individuo. Por tanto, si em
vezamos (digamos) en 1no, con 100 personas y unas nece
., DETERMINISMO ECOLOGICO
sidades.·de 40 hectáreas por persona, las exigencias de todos
ellos pueden ser atendidas con facilidad (lOO personas X .
X 40 hectáreas = 4.000 hectáreas). Si la población se duplica
cada treinta años, en el año 2000 tendremos 200 personas, cu
yas necesidades pueden cubrirse con 36 hectáreas por perso
na (40-4), y, por tanto, todas e11as pueden' acomodarse sin
problemas (200 X 36 = 7.200 hectáreas). En el año 2030, el nú
mero de personas será de 400, con un requisito de 32 hectá
reas por persona (36 - 4), el cual puede todavía ser satisfecho
sin dificultad (400 X 32 = 12.800 hectáreas). En el año 2060,
la población será de 800 personas y sus necesidades se cubri
rán con 28 hectáreas por persona (800 X 28 = 22.400 hectá
reas). En el año 2090, las personas serán 1.600 y sus exigencias
se satisfarán con 24 hectáreas por persona, lo cual implica
un total de 38.400 hectáreas, próximo al desastre, puesto que
nuestra isla tiene una superficie de 40.000 hectáreas. En el
año 2120, la población será de 3.200 personas, con unas nece
sidades de 20 hectáreas por persona, lo cual implica una su
perficie global de 64.000 hectáreas, que es más de vez y me
dia del área utilizable; por ello, con 3.200 personas y 40.000
hectáreas, cada persona dispondrá únicamente de 12,5 hectá
. reas, miéntras que habíamos estipulado que se necesitaban
20 hectáreas. ¡Qué escasez! ¡Qué rápido ha sobrevenido!
Este argumento, con detalles que difieren de unos a otros
autores, constituye la base de las miríadas de formas que
toma la argumentación sobre el exceso de población. Mien
tras que la tasa de desarrollo tecnológico (tal como se ha
utilizado más arriba en sentido restringido) no supere per
manentemente a la tasa de crecimiento de la población (lo
cual, mantiene!!, no es factible en un mundo finito ), el ex
ceso de población conducirá inevitablemente a la escasez con
certeza matemática.
¿Hasta qué punto se corresponde este abstracto análisis
con la realidad? Consideremos, por ejemplo, el caso de Gua
temala, cuya base económica ·es fundamentalmente agrícola
[la mayor parte de los datos históricos citados aquí están
tomados deTl1ELvILLE y MELVILLE (11)]. Durante los años cua
renta, la superficie m edia de tierra disponible por campesino
disminuyó lentamente, y muchos df~ ellos tuvieron que sub
sistir con menos ele 40 áreas de terreno. En los primeros
años ce b clécoda de los cinCl~enta se facilitó a los campesi
7. 210 LA CRI SIS DEL MEDIO AMBIEi'-ITE
nos la aclq;" isici6n ele tierras, siendo r::ada vez menos los que
(" ~íT_b::n c~, lig~1C1c: s ;: ~obrcvivir utiliz::Tldo fincas tan pequeí'ias'
co.:"1'o bs (me habí,m labrado antes de 1950. En 195·1·, la tierra
voh 'ió súbitamente a CSCélSCé1r otra vez, más incluso que en
los afios ''l.teriores a 1950. Un neomalthu siano hubiera podido
c(:'lcluir ((n p.:)iccz que el é1Llmento e!e población en los aJ.los
cuarentn ()c8sionó UD8.. situación de relativa escasez de tie·
H2 ~; que, a continuación, la' detención del crecimiento en los
prim e' j'os ,1."10'0 cincuenta atenuó de cJ1guna manera el proble·
m ~: : nie¡~lr2S que ¡ma e:zplCJsión rel,(;ntína del crecimiento de
1;-: rClhhci6n, R!ltnior a 195~ (o quiz8s la llegada a la mayoría
ele ed2.cl de los individuos pertenecientes a una «explosi.ón»
anteri nr), osasionó de nuevo una situación en la que los re·
Cl1lY" " escasearon. Estudiando la historia de la población gua·
temalteca se encuentra realmente un continuo aumento de
la pobbción desde poco después de la: conquista espaí'iola, y
semejante exam,en sl1pcTficial tiende é confirmar las preten·
:"iones de los particlarios de las exp1osiones demográficas, si
T'C en detalle, al menos en líneas generales. Como era de es·
pcr:1r, ¡llOil población en crecimiento llegará sin remisión a
. . un 1JlFltO en el que Jos recursos SC8.n escasos, y Guatemala
poreceri" ser UD ejernp1.o notorio de ello, Sin embargó, -si nos
desprendemos de nuestras anteojeras políticas y examinarnos
p] C3S0 ,""{-,, de cerca, C'omel1zamos a contemplar una hi.sotia
li g'?r~men te diferente. " c"'2nte los :!ños treinta y los prime·
ros cuarenta, Guatemala fue ¡zobernada por el dictador UBI·
CO, cuya an,ístacl con los ~ st8.c1os Unidos y sus empresas ca·
m el-ci21es hicien;m posible (jl.1e 18. United Fruit Company,
entre otréls, alcanzaran una firme .posición en el país. Las
crecientes expectativas, provenientes en gnm medida de una
burguesía en crecinüento, pro'v'ocaron la revolución de 1944.
El izquierdista JUA N JOSÉ ARr~VALO fue elegido presidente, e
inmediat8mente comenzó a promover una reforma agraria
que pondría en manos de los campesinos una gran parte de
las tierras no cultivadas pertenecientes a los grandes latifun·
dist.o.s. Su sucesor, TACODO ARBENZ GUZMÁN, aceleró el progra·
ma de reforma agraria y; durante los primeros años cincuen·
ta, fuC'ron c~propj8das él.. los granees propietarios 603.615 hec·
táreas y traspasadas él los c8mpesinos a continuación (lo cual
se estima que solamente ascendía al 16,3 por 100 de los te·
DETERMINISMO ECOLOGICO 2 Ji
rrenos yermos que constituían las reserV8S de los grandes
propietarios J..
En aquel tiempo pertenecían él.. la Unitecl Fruit Company
más de 200.000 hectáre8s, que eran, en su mayor parte, terre·
nos de reserva sin cultivar [por e.iemplo, « ... en la costa
atlántica sólo tenían plantadas 1..600 hectáreas, poseyendo
35.000.de reserva. Incluso si se hubieran doblado las produc:
ciones y sin necesidad de atenazar, sus resen'as hubieran
sido suficientes para los próximos ciento diez aí'ios» (11. pá
gina 82)]. Los años 1953 y 1954 fueron incómodos para la
United Fruit Company; entre el 2 y el 5 de marzo ele 1953
les fueron expropiadas 84.923 hectáreas de sus posesiones en
Escuintla; el 17 de octubre de 1953, otras 2.388 hectáreas en
Suchitepequez sufrieron la misma suerte, seguidas el 25 de
febrero de 1954 -por 44.986 hectáreas más en Isabal. En un
año se le expropiaron 132.297 hectáreas, de las 200.000 que
poseía.
Era en aquella época secretario de Estado de los Estados'
Unidos Jo HN FOSTER DULLES, quien declaró que «el gobierno.
guatemalteco declara que su país no es una colonia esté'.do~
unidense, y verd8deramente estamos orgullosos de que Gua·.
temala pueda procl8marlo así. Los Estados Unidos no. pre~
tenden coleccionar colonias; la cuestión clave es dilucidar' si
Guatemala está sometida al colonialismo comunista» (11, pá·
gina 96). El hecho de que el seí'ior DULLES fuera un importante
socio del bufete jurídico Cromwell·Sullivan, abogados de la
United Fruit Company, 110 tuvo, probable!jPente, nada qUé
ver con su postura en el asunto. Es posible que incluso ig
norara el que la compañía hubiera perdido 132.297 hectáreas
de sus terrenos de reserva. Al igual que los ~emás secretarios
de Estado, su único interés era combatir al comunismo, razón
por la cual los Estados Unidos suministraron públicárnenú~
armas, en 1953 y 1954. a los gobiernos de Honduras y Nica~ .
ragua y a los exiliados guatemaltecos residentes en varias
naciones centroamericanas. Fi.nalmente, el 30 de junio de
1954, las fuerzas de ARMAS, abastecidas y adiestradas por el
gobierno de los Estados Unidos y bajo la dirección de la
Agencia Central de Información de los Estados Unidos ''<, de·
rribaron el !2:obkrnn ele ekcciór' r~()pu.l2.r de ARBENZ. l:. pesar
" CIA, (N. del T.)
8. ------------- --------------------------
213212 LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE
de todo, la correlación entre el éxito aparente del programa
ele reforma agraria y las pérdidas sufridas por la United Fruit
Company es absolutamente espúrea: según el señor DULLES,
el' golpe de estado guatemalteco (que en aquel momento negó
que hubiese sido instigado por los Estados Unidos) fue l¡.nica
mente una respuesta a los «agitadores comunistas .,. (que)
dominaban la organización de la seguridad social y llevaron
a cabo el programa de reform3. agraria» (11, pág. 97).
Después elel golpe de 1954, las tierras expropiadas por el
gobierno de ARBENZ fueron devueltas a los latifundistas y el
progl~ama de reforma agraria fue, en esencia,' abandonado.
Una vez más fueron los recursos escas'os (al menos para los
cámpesinos) y los malthusianos pudieron volver a aducir el
exceso de' población.
Si el análisis expuesto es para los neomalthusianos dema
siado político, exageradamente histórico o, de alguna manera,
excesivo, volvamos al sencillQ modelo abstracto de la isla de
las 40.000 hectóreas v sus 100 pobladores. Cualquier análisis
realista no puede acabarse con la simple división de los re
Cllrsos existentes (en m~e~.tro caso superficie de tierra) entre
el número de personas, debiendo ~enerse en consideración
el grado de concentración de estos recursos y los cambios
que en tal concentración vienen dictados por el sistema polí
tico y económico. Por ejemplo, en la exageradamente simple
situación de la isla de las 40.000 bectáreas he propuesto que
cada uno de los 100 pobladores poseía 40.000/100 = 400 hec
táreas, superficie bastante superior a las 40 hectáreas nece
sarias. Sin embargo, muy pocas pohlaciones se acercan, ni
siquiera de formé.', aproximada, a una división uniforme de los
·recursos semejante a ésta. Si transponemos el ejemplo guate
malteco .a nuestra isla de 40.000 hectáreas y 100 personas,
nos encontraremos con que, siguiendo el censo de 1950, la
concentración de ~a propiedad agraria llevaría consigo el que
dos de las 100 personas tendrían cada una 14.400 hectáreas
de las 40.000, diez~ personas poseerían cada una 540 hectáreas,
tocándoles unas 65 bectáreas a cacla una de 1as 88 personas
restantes. Treinta aúos después (de acuerdo con el ejemplo
previo), babria cuatro personas con 7.220 hectáreas cada una,
,~einte con. 270 hectáreas cada VIla y 176 con 32 hectáreas cada
una, ~xtef)sión menor que la necesaria de 36 hectáreas. Esto
indica que, para el 88 por 100 de la población, la escasez
DETERMI~/lSMO ECOLOGICO
crítica de recursos ocurrirá con ciento veinte aflos de adelan
to con respecto a lo supuesto en el primitivo sistema iguali
tario.
.~lientras que el sistema político y económico genere una
distribución desigual de recursos, es evidente que incluso
aquellas poblaciones que no crezcan sufrirán de una mani
fiesta escasez antes de que los recursos sean estrechos. Pa
recería por ello que la mengua yerdaderamente real de re
cursos que normalmente padece la mayoría de la población
mundial debiera analizarse en términos de algún problema
imaginario de exceso de población. Existen, de hecho, nume
rosas fuentés de evidencia que señalan la importancia capital
de los factores distributivos en lo que respecta a las simples
consideraciones del tamaño poblacional; por ejemplo, en lo
que toca al consumo de energía y recursos, cada ciudadano
de los Estados Unidos cuesta al mundo el equivalente de vein
ticinco a quinientos hindúes (14). La· mayor parte de los re
cursos mundiales son utilizados por naciones desarrolladas
cuyas tasas de crecimiento poblacional son bajas [los Estados
Unidos, con sólo el 5 por 100 de la población mundial, con
sumen el 42 por 100 del aluminio mundial, el 28 por JOO' del
hierro, el 63 por 100 del gas natural y el 33 por 100 del petró
leo (15); más de un tercio de los sesenta millones de tonela
das de pescado que se pescaron en 1967 fueron consumidas
directamente por las naciones c1esarrolladas, y otro 45 por 100
lo fue de manera indirecta, en forma de harina de pescado
utilizada como pienso; sólo ocbo millones de toneladas (14
por 100) fueron a parar a las naciones hambrientas (16)]. Las
comparaciones entre países muestran, si acaso, la inexisten
cia de correlación entre densidad ele población y hambre [la
densidad de población de la India es 164 personas por kiló
metro cuadrado, mientras que la de Gran Bretafla es 288;
otras comparacion.es interesantes referentes al número de ba
bitantes por kilómetro cuadrado son: México; 25 - Estados
Unidos, 42; Bolivia, 4- - Alemania Occidental, 237; Etiopía, 20
Bélgica, 316; Pakistán (incluido Bangladesh), 118 - Japón, 277;
lvIoz~mbique, 9 - Holancla, 315 (17); queda así claro que la
densidar¡ de población no es per se la causa de la escasez de
recursos]. Los países cuya densidad de población es más alta
tíenen generalmente niveles de vida superiores que los de
aquellos -ottos cuya densidad es más baja; y pnrece indiscu
9. 21 4 LA CRISIS DEL MEDIO I-MBIENTE
- - ----_._-----
tibIe que, a la hora de generar escasez de recursos, la densidad
~lctual de población debe ser un factor mucho menos impor
lj n te .que el grado de distribución de aquélLos. Como indica
B.~ImY Co M:oí ONER, el control del crecimiento poblacional «es
semejante a intentar salvar un barco que se hunde,· aligerán
dolo de peso al ,m'ojar al agua a sus tripulantes. Uno se ve
obligaclo ~ preguntarse si no hay algo radicalmente incoheren
te en esto» OS, pág. 254; véanse también referencias 19 y 20).
En lo que respecta a la suposición de que la desigualdad
es inevitable, parece que los argumentos de HARDIN son dos:
primero, que históricamente ha sido así; segundo, que inde
penc1 i:o ntcl~:cntc ele lo que hagamos, unos pocos se llevarán
b_ parte del león de la riqueza -si alguien que tiene mucho
lo repl8, otro ocupará su puesto y nada habrá cambiado-o
~ :: ~' T' !¡ ::1 l0 !,is:órico es palmariamente fatuo y merece es
casos comentarios. Es discutible al menos que tal constante
.' histórica exista [podría aducirse que muchas sociedades pri
mi tivas son igualitarias, C01110 ocurre con los bosquimanos
kung, los pigmeos congoleños o incluso los aborígenes aus
tralianos (véase el artículo «Sociobiología, un nuevo determi
DiSiDO biológico», en esta misma obra)]. En último término,
e incluso si siempre ha sido así, ello no condiciona el futuro
en un sentido o cn otro.
Sin e;llbargo, es curioso que el segundo argumento sea
c::Jnecto, dentro ele sus propios límites de definición, aun
cuando no constituya una llO"vedad en macla alguno. Siguien
do a H.uWIN (5, pág. 562):
1-lay quien dic~ «me siento culpable ele mi buena suerte».
L2 contestación es bien sencilla: cede tu lugar a otros. Tal
altruismo podría aplacar los escrúpulos de aquellas perso
nas adictas a sentirse culpables, pero no modificaría en
nada la ética del bote salvavidas. La persona neces-itada a
quien el acomplej3do de culpabilidad cede su pLaza, no ex
perimentará a su vez tal repulsión con respecto a su re
pentina fortuna (si lo hiciese no saltaría a bordo). El'-'résul
t2do lleta ele la acción de las personas con remordimientos'
al renunciar a su injusta posición es la eliminación de este
tipo de desazón del bote salvavidas_
RRDIN parece querer recordarnos uno de los prinCIpIOS
bSlsic:os de la teoría económica. En un sistema capitalista, la
DETERMINISMO ECOLOGICO 2 15
riqueza y el poder tenderán a concentrarse en manos de una
pequeña fraq:ión ele la población, yHARDIN simplemente rei
tera este- principio, por :más que ·10 ·hZlga superficialmente.
De hecho, podríamos parafrasear puntualmente sus palabras
para que dijeran: «el resultado neto de la renuncia al capi
tal injustamente acumulado por parte de los capitalistas con
escrúpulos y su transferencia a la clase obrera, resulta en la
eliminación de este tipo de sentimiento de la clase capita
lista y, por ello, de la economía mundial».
Lo más conspicuo de esta triste y aterradora parte del
análisis reside en que la mayor parte ele la gente que enfoca
estps probíemas desdé el punto ele vista ecológico no parecen
darse cuenta "de que los rasgos inherentes al sistema capita
lista SOI¿ la principal fuerza causante de estas omnipresentes
desigualdades. HARDIN no admite lo que su propio análisis
implica en parte, esto es, que cualquier población organizada
a la l11é'.nera capitalista se verá arrastrada a la ética del bote
salvavidas, independientemente. de su tamaño o de su tasa
ele crecimiento.
Muchos, supongo, aceptarían que, fundamentalmente, el
capitalismo nos ha llevado a la ética del bote salvavidas (tam
bién insistirían, probablemente, en que las mismas conse
cuencias hubieran aparecido en cualquier otra sociedad or
ganizada industrialmente, «también en las socialistas»). Sería
fácil que, además, admitieran que, en la génesis de las des
igualdades que hoy existen, el n1undo en desarrollo ha sido
opi-imido por el desarrollado, que los países ricos han estado
robando recursos en gran escala, despilfarrando el trabajq
e impidiendo el progreso político y económico de los países
subdesarrollados. La réplica comúa es, sin embargo, «no me
importa el pasado, me preocupa el futuro », y con este -prag
matismo, aparentemente raciQnal, señalamos que, personal~
mente, no somos responsables de las irritantes iniquidades
actuales y que, por más que deploramos su existencia, esta
mos persuadidos, a pesar de todo, de que debemos enfrentar
nos con la realidad. Lo que hoy existe es con lo que debemos
contar; hagamos que la situación sea equitativa de hoy: en
adelanL. Lo que no se reconoce es la impoiSibilidad de ma11
tener uniforme la distribución futura mientras que, al mismo
tiempo, permanece la fuerza que he, determinado la distribu
ción pasada. Si aceptamos el capitalismo c~mo forma de 01'
10. 216 LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE
ganizaclOn económica, la segunda SUpOS1ClOn deHARDIN es
perfectamente correcta y las desigualdades son inevitables.
Con todo, es seguro que HARDIN no está en lo cierto si con
sideramos el mundo desde un punto de vista más amplio.
La tercera suposición es quizás la más perniciosa de to
das; esto es, que las desigualdades son, de hecho, deseables.
Esta suposición proviene de una ética elitista de conserva
ción. Consideremos, por ejemplo, ·una de las especies de
sequoia (uno de los ejemplos de HARDIN)' (21) que se suponía
extinguida de largo tiempo atrás por obra del hacha pel
Homo sapiens. La especie fue redescubierta en zo~as aisladas
de China, correspondientes a localidades en las que existían,
o aún existen, jardines de templos. HARDIN nos dibuja un
cuadro histórico en el que el campesino busca leña y el
sacerdote protege al árbol (sequoia), concluyendo que sin la
protección de los sacerdotes (clase privilegiada) las sequoias
verdaclt:ramente serían una especie extinguida. Por tanto, si
queremos conservar la Naturaleza para la posteridad debe
mos confiar esta misión a cierta clase privilegiada, ya que al
h9mbre .cie la calle le preocqpan m~s los problemas de cada
día, tales como encontrar alimento JI abrigo.
. Una vez más se podría argumentar que esto es, en esen
cia, correcto; que mientras que «el hombre de la calle» sea
una pm-te perceptible de la sociedad, y esté luchando por
llTIa parte de la riqueza de esa sociedad menor de la que.
debería corresponderle, debemos contar, para la conserva
ción de las beiJezas naturales, con una clase distinguida que
cumpla esta función. Este razonamiento ignora, sin embargo,
yarios factores causantes; el primero de ellos es que la degra
di,lció~ del medio ambiente está generalmente producida por
lá gran industria, que es posesión de esa clase privilegiada
que se supone que es la que va a salvaguardar la civilización
y la dignidad humana; el segundo reside en que la tendencia
a ocasionar daños ambientales, tanto si están perpetrados
por .las clases alt~s como por las bajas, está dictada por las
instituciones políticas.
Por ejemplo, el abandono del programa de reforma agra
ria en Guatemala fue causado por los cambios políticos im
p'u~stos por la CIA. En lugar de aquella reforma agraria se
ha impuesto un programa de colonización en el que grandes
ár·eas. cübiertas de prístinas selvas tropicales están siendo
DETERM IN1SMO ECOLOGICO 2 17
convertidas en terreno agrícola. Los conservacionistas deben
comprender que la destrucción de estas selvas es innecesaria
y que no tiene relación alguna con la presión del exceso de
población, sino que se debe a la imposición de una institución
política que trata de evitar una reforma agraria sensata.
La opción real con que se encara el conservacionista no
es escoger entre justicia social y conservación de la Natura
leza, como nos harían creer los hardinistas, sino entre la con
servación de pequeñas islas naturales rodeadas por el mar
de la explotación vulgar y la creación de un sistema de orga
nización que promueva la coexistencia armónica de los seres
humanos entre sí y con la Naturaleza. ¿Queremos conservar
rincones naturales como lujo y excepción o proteger a la pro
pia Naturaleza en beneficio de todos?
EL ANALlSIS LIBERAL
1;'or el tiempo en que la bomba poblacional se estaba lan
zando, numerosOs ecólogos indicaron una serie de hechos
muy elementales, que fueron convenientemente ignorados por
la mayor pClrte de los divulgadores del problema poblacionaJ.
Mientras que estos divulgadores proponían el control obliga
torio de la natalidad como solución, un grupo de ecólogos
menos es.::uchados señalaban las causas sociales obvias de
13.s tasas de natalidad' elevadas: pobreza, carencia de justicia
soCial, opresión de la mujer, etc. Des}>ués ele numerosos in
tentos fallidos de difusión de anticonceptivos en regiones sub
desarrolladas con altas tasas de nacimientos, la serena voz
de los ecólogos .que apuntan a las causas sociales de los pa
~ rámetros demográficos está empezando a ser escuchada.
Por ejemplo, BARRY Co M r.,.¡ oNER ha publicado reciente
mente un excelente análisis de la relación entre tasa de cre
. cimiento poblacional y desarrollo económico (22), haciendo
notar: que sí se representan conjuntamente en un gráfico el
producto nacional bruto (PNB) y la tasa de crecimiento de
poblacióli aparece una relación negativa entre ambos; es de
cir, las" regiones con elevado PNB tienen tasas de crecimiento
bajas, y viceversa. CO lvl MONER muestra, además, cómo el úni
B10LOGIA. 15
11. 218
219LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE
ca medio eficaz de disminuir las altas tasas de crecimiento
poblacional es permitir el desarrollo de las regiones atrasa
das, incluso mediante ayuda; cuando su PNB alcance la mag
nitud de solament~ una fracción del nuestro, sus tasas de
natalidad disminuirán y su crecimiento poblacional estará
controlado. COMMONER dice (22, pág. 59):
Creo que lo que el problema está pidiendo es un proceso
que hoy está ya firmemente enraizado en el pensamiento
de los pueblos del Tercer Mundo: la devolución de parte
de la riqueza mundial a aquellas naciones cuyos recursos
económicos y humanos han sufrido gran parte del peso de
producirla, esto es, a las naciones en vías de desarrollo.. .
No negamos que esta proposición implica problemas eco
nómicos, sociales y políticos de la mayO!' dificúltad, en es
pecial para los países ricos.
y lo deja así. Es como si de repente hubiéramos descu
bierto qu(O! en las terribles desigualdades ele la distribución
de la riqueza hay algo malo y, una vez que hemos llegado a
esta conclusión, sencillamente legislamos sobre el tema.
Resumiendo el problema, COlllMONER dice: "Creo que la
crisis mundial de población tiene su origen en la pobreza, y
qu~ para acabar con la primera hay que suprimir la segunda.
Si la causa es la manifiesta distribución desigual de la ri
queza mundial, para eliminar la pobreza, y la crisis de pobla
ción con ella, debemos redistribuir esa riqueza entre y den
tro de las naciones» (22, pág. 59). Durante los últimos años
sesenta se nos hizo creer a í11l.lChos de nosotros que: a) la
pobreza existe (entre otras cosas), y b) para darle fin debe
mos concluiy con el exceso de población; hoy contamos con
el nuevo análisis liberal: a) el exceso de población es una
realidad, y b) para eliminarlo debemos erradicar la pobreza.
Para aquellos de nosotros que hemos deseado anular la po
breza, todo lo anterior constituye una cruel iron~a._ Se nos
dice que el problema «real» causante de la pobteza es el
exceso de población. Después de haber trabajado en progra
mas destinados a mitigar la pobreza y sufrido la corr'es'pon
diente frustración, una importante porción ele los activis"tas
de los últimos años sesenta optaron por la solución propues
ta. Una vez que hemos sentado firmemente en nuestro cere
bro el hecho de que el exceso ele población es un problema
DETERMINISMO ECOLOGICO
de verdadera significación social, es fácil olvidar que, en un
principio, se le tuvo en consideración precisamente por ros
problemas que originaba, tales como la pobreza. Cuando se
ha aceptado' que ésta e's un problema en sí misma; se rios .
indica que debemos resolver aquel problema cuya solución
buscábamos al principio, de tal manera que resolvamos tam
bién el «problema del exceso de población». Sin embargo,
parece que olvidamos lo difícil que era el problema 'en sus
inicios. El que BARRY COMMONER dijera en 1975 que «... esta
proposición implica ... problemas ... de la mayor dificultad ...
para los países ricos», indica la ingenuidad que la panacea
poblacional parece haber alentado en los ecólogos. Los so
cialistas. y.comunistas de los años treinta sabían que era un
pl:oblema d~fícil, las guerrillas vietnamitas sabían que era
un problema difícil, la izquierda chilena sabe que es un pro
blema difícil, y los partidarios de la idea ele la explosión de
la población acaban de descubrir que debemos terminar con
la mala distribución ele la riqueza y que ello no será sencillo.
Poelemos esperar con satisfacción la aparición de otras mués
tras ele perspicacia a medida que se vayan analizando las
causas últimas de esa mala distribución.
Sea como fuere, el nuevo análisis liberal tiene dos efec
tos, uno bueno y otro majo. El lado bueno consiste en aban
donar el derrocbe de energía consumido en los intentos de
disminución de las tasas de natalidad por medios puramente
físicos (difusión de anticonceptivos, esterilización forzada, et
cétera); el mato reside 'en que se continúe manteniendo que
la población es el tema central de la crisis ecológica.
ORIGENES DEL PROBLEMA POBLACIONAL
Hay personas que piensan que la discusión deJ«pr'oble
ma pobJacional» comenzó con PAUL EHRLICH o, si acaso,
con TOlI IVIALTHUS; sin embargo, el párrafo siguiente fue es
crito mucbísimo antes:
Podría suponerse que habría de ser necesario poner un
límite a la procreación antes que limitar la cuantía de la
12. 220 221LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE
.propiedad, de manera que nadie pudiera engendrar por en·
cima de un cierto número, y que este total debiera fijarse
por referencia a los azares de la vida humana, a s<rber la
posibilidad de que algunos hijos no lleguen al estado adulto
y la infertilidad de un cierto número de matrimonios. La
carencia de toda regulación, como ocurre en la generalidad
de los estados, necesariamente ocasionaría la indigencia de
los ciudadanos, y tal depauperación es el padre del crimen
y de' la sedición. .
La cita está tomada de la Política de ARISTÓTELES (23, pá
gina 59), .escrita entre los años 335 y 323 antes de Cristo. La
cita es interesante, puesto que el concepto aristotélico de
tamaño óptimo implica el que todos «oo. los ciudadanos de
bieran conocer el carácter de los demás», y el que el límite
máximo de población de un estado debiera « ... no ser tan
grande que no pudiera ser abarcado a simple vista» (23, pá·
gina .176).
Puesto que el razonamiento básico es el mis'1110 para cual
quier tamaño poblacional, podrían encontrarse fácilmente
frases semejantes en cualquier periodo histórico, o bien sería
posible construir el argumento de novo, sencillamente supo·
niendo que la tecnología existente para la distribución de los
recursos más limitados no cambiaría, o bien que su cambio
sería lento en comparación con el crecimiento de la pobla
ción. Otra vez ocurre que el argumento es, en esencia, inde
pendiente de cuál es el tamaño presente de la población; sin
'embargo, debe recalcarse que IvIALTHUS no fue en esto ni
el prih1ero ni el último.
En vez de dar, detalles sobre tan antigua historia, es más
apropiado examinar la reciente obsesión con el exceso de
población, alucinación que no comenzó, como vulgarmente
5('; cree, en los Ltiltimos ai:í.os sesenta, sino con una intensa
campaña llevada a cabo durante los primeros aúos cincuenta.
En un artículo titulado "Por qué la bomba poblacional
es una creación de Rockefeller» (24), STEVE WEISSj'lAN docu
menta' detalladamente el inicio del movimiento poblacional.
La' fundación Hugh Moore, fundada en 1944 por el presiden
te dd' Consejo de la Dixie Cup Corporation, publicó unos
folletos para «llamar la atención del público norteamericano
sobre los peligros inherentes a la explosión de la población».
DETERMiNISMO ECOLOGICO
En uno ele los folletos más antiguos, titulado «La bomba po
blacional», citado por I-IA.NsEN (25, pág. 8), vemos que:
Cientos de millones de personas pasan h,ambre en el
mundo. En su desesperación cada vez se hacen más sus
ceptibles a la propaganda comunista...; los contribuyentes
{!orteamericanos no pueden alimentar al mundo... La bom·
ba poblacional amenaza con una explosión tan peligrosa
COI1;O la de la bomba de hidrógeno. No debemos perder
tiempo. El peligro se hace mayor cada día. Nuestra forma
de vida, incluso nuestra propia existencia y la de nuestros
hijos, está en juego.
En 1952, JOHN D. ROCKEFELLER II instituyó y presidió el
Consejo de la Población, y poco después las fundaciones Ford,
Carnegie, Commonwealth and Community, Mott y Mellons
contribuyeron sustancialmente a los fondos de este Consejo.
En 1957, un comité ad hoc del Consejo de la Población y de
las fundaciones Rockefeller, Conse.rvation (fundada por LAW·
RENCE ROCKFFELLER) y la de Planificación de la Paternidad
publicó Población: dilema in.ternaciol'1al, obra en la que se
consideraba que el crecimiento de la población constituía
una grave amenaza a la estabilidad política. En 1959, en una
memoria dirigida al presidente DWIGHT EISENH OWER por el
Comité para el Estudio del Programa Militar de Ayuda, el
general WILLIAM H. DRAPER II solicitó del presidente la in
clusión de planes nacionales de población e investigación
adicional sobre el control del tamaño poblacional en la legis·
lación referente a ayuda al desarrollo. EISENH OWER no acep-'
t6 la proposición y el banquero DRAPER decidió encabezar la
Campaña de Emergencia Poblacional Nlundial de Planifica
ción ele la Pat'erniclad. Junto con los ROCKEFELLER, los FORD
y otros, DRAPER continuó apremiando para la consecución de
un compromiso sólido gubernamentoJ en la adopción de me·
elidas de control poblacional. El Día ele la Tierra de 1970, el
problema del «exceso de población» estaba ya firmemente
arr:iti.gado en la mente del público como principal causa de
ñüestra :crisis 'energética actual, y todavía hoy (1976), en un
anuncio' a toda plana en el Smithsol1ian Magazine de la fun
dación Ambient:tI , firmado, entre otros, por P.H,lL E HRLICH
(biólogo de la Universidad de Stanford), GARRETT HARDIN
(biólogo de la Uni"ersidad de California), C. W. COOK (presi·
13. 223222 LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE
dente de General Foods Corporation), W. G. P HILLIPS (pre
sidente de International Multifood Corporation) y J. PAUL
GETTY, se nos dice que «nos embaucan quienes afirman que
existe una seria escasez de alimentos ... el problema está en
que hay demasiada gente» (26).
, ¿Por qué los grupos de consumidores, los sindicatos y la
cIase trabajadora no se hicieron oír duranté el periodo en
que se fraguó el concepto de crisis poblacionaI? ¿Por qué
fueron los ricos, los industriales y la clase dirigente norteame
ricanél los que tomaron l80s riendas?
Podemos comenzar a entender las razones que hubo para
ello examinando el desarrollo del capitalismo internacional
en aquellos años. Los movimientos sindicales de los años
treinta obtuvieron imp'ortantesqanancias económicas, lo cual
produjo un aumento del coste del trabajo. La inflación mano,
tuvo altos los beneficios. pero no tanto como lo hubieran
sido de seguir siendo barata la mano de obra. Las naciones
extranjeras, además de ser los principales suministradores
de materias primas. ofrecían una mano de obra abundante,
barata y no sindicada. Muchas 'empresas industriales trasla
daron al extran jera gran p~rte de aquellas de sus operacio
nes que requerían de trabajo intensivo, lo cual originó cam
bios sustanciales en las pclUtas demográficas de muchos paí
ses extraníeros. De especiéd importancia fue la aparición,
prácticamente instantánea, de un proletariado urbano consi
derable. consecuencia de la emifrraciólJ del campo a la ciudad.
Tal emigración fue beneficiosa para los ne~ocios, puesto que,
como cualquier otro tipo de crecimiento poblacional, man
tenía ba ios los salarios.
Desde la mitad hasta el finél de Jos años cuarenta se des
arrollaron. tanto en nuestro país como en otros, los concep
to's de administración y me"canización científicas (27). El uso
adecuado de los traba iadores mediante métodos de eficiencia
temporal v la sustitución de una parte considerable de la
mano de obra por máquinas. resultó en un gran número de
parados en las áreas urbanas extran ieras de imporfancÍa.
Una cosa es disponer de una reserva de manq de o1:ira indus
trial y otra es la existencia de masa,~ de obreros parados sin
perspectivas tangibles de trabaio futuro. Al mismo tiempo.
que el exceso de población del Tercer Mundo había creado
masas laborales baratas e-n los añ05 treinta y los primeros
DETERMINISMO ECOLOGICO
cuarenta, la mayor parte ele la actual expanslOn industrial
lleva consigo un gran desarrollo intensivo del capital, y el
exceso ele población que en un principio había servido de
reserva de mano de obra industrial se considera ahora como
una amenaza potencial. ¿Qué har~n estas masas de parados?,
¿Se encolerizarán o, se frustrarán? Como dijo en 1958 F. Os
BORN, presidente del comité ad hoc del Consejo de la Pobla
ción, «, .. a menos que se pueda reducir el número pe na~
cimientos en las próximas décadas, serán inútiles las espe
ranzas de alcanzar mejores condiciones de vida por parte de
naciones grandes pero subdesarrolladas ... Un fracaso trá
gico en la consecución de los niveles de vida más elevados
posibles sólo puede resultar en desilusión, confusión' y en el
pdi~ro de recurrir a medidas desesperadas» (28, pág. 95)~
¿Qujén es· exactamente' el que teme estas «medidas desespe.
radas»? Si a las masas de parados del Tercer Mundo pudiera
persuadírselns de que su problema es que son demasiada
¡?ente, en vez de que los causantes del conflicto son los ne
gociantes extranjeros, quizás no lleguen a tomar esas «medi
das desesperadas».
UTILIZANDO LA BOMBA DE POBLACION
Si los problemas ecológicos existentes son, de hecho, lo su
ficientemente graves como para atentar contra nuestras pro
pias vidas, y si slempre'existen cáusas estructurales que ha
cen que estos problemas sean insolubles, parece que de ello
se sigue el que la estructura deba cambiarse. En los prime~
ros años sesenta parecía que estábamos en puertas de un'
despertar general a este estado de conciencia. Las revelacio,
nes sucesivas de los atentados perpetrados contra el medio
ambiente hicieron que el pueblo comenzara a percibir las
realidades ecológicas, lo cual podría haber sido seguido Jnc
mediatamente por un creciente conocimiento de la natura
leza esencialmente política de b crisis ambiental. Sin em
bargo, ¡la ciencia ganó la batalla una vez más!; no hay nada
que sea estructuralmente malo: lo que pasa es que hay de
masiada gente, Los latinoamericanos no mllleren de ham'bre
14. - ------- ---
225
'224' LA CRISIS DEL MEDIO AMB IENTE
porque, 'nuestro café y nuestros plátanos se cultiven en sus
huertos, sino porque son demasiados, La corrompida atmós
fera de Gary (Indiana) no es tal como consecuencia de los
beneficios obtenidos por la industria del acero, sino el resul
,tado de la demanda de acero por parte de demasiada gente.
Cada uno de los problemas ecológicos puede ligarse al exce
,so (:le población.
Una, vez más, las contradicciones que iban' apareciendo y
desafiando la naturaleza fundamental del sistema sociopolí
·tico fueron diluidas por los científicos. A la luz de la ·disci
plina denominada ecología se ha demostrado que los proble
mas están «determinados biológicamente», y para esto se
ofrecieron los razonamientos científicos necesarios. Al igual
· que el papel de la mujer es el que es por razones hormonales,
y los 'negros son pobres por culpa de sus genes, la crisis
· ecológica existe porque normalmente las poblaciones crecen
·de forma exponencial. La crisis ecológica está tan determina
.da biológicamente como la función de los sexos y de las
clases económicas, y por ello tanto unos como otros están
libres de conteflido político. Como dijo PAUL COLINVAUX en
las consideraciones finales de la conferencia inaugural del
Instituto de Ec¡;ología (TIE): «Hay algo que aún podemos
"decir como ecó"logos ... esto es, cuál es la verdadera causa
ecológica de la existencia de esas grandes poblaciones. Esto
ha ocurrido así porque nuestra especie aún conserva la estra
· tegia reproductiva darwinista de sus primitivos antepasados))
,(29, pág. 12).
A,pe'sar de todo, la ideología del exceso de población se
,está volviendo contra la clase dirigente norteamericana. Mien
· tras que el primitivo concepto de triage y su sucesor, la ética
del bote salvavidas, parecían ser la consecuencia lógica del
pensamiento original de los propagandistas de los problemas
.poblacionales, la nueva clase liberal está cambiando y mor
diendo la mano que le dio de comer y, al mismo tiempo que
aceptan que el exceso de -poblaciórf es Un problema real, pi
den reformas que se asemejan en mucho a las peticiones de
los revolucionarios del Tercer Mundo.
Parece, pues, que tenemos dos líneas populares en las que
se desarrolla el movimiento ecológico. La primera es la del
bote salvavidas, la cual, llevada a sus conclusiones lógicas,
. puede describirse como fascista. La segunda es la liberal, en
DETERMINISMO ECOLOGICO
mayor o menor grado, y en ella se sugiere que la población
puede ser controlaca de forma real por medio de reformas
sociales, entre las que debería incluirse un ataque directo a
los propios problemas ecológicos .utilizando las instituciones
existentes. Debemos alimentar al hambriento, limpiar la po
lución, desarrollar explotaciones de recursos naturales cuya
producción pueda mantenerse y asegurar la justicia social.
Todo lo que es necesario hac¡;:r es .invertir en estos proyectos
tanto como se gastó en enviar un hombre a la Luna, y así po
dremos eludir nuestro problema ecológico. Pero mantengámo
nos alerta; la hora de la destrucción se acerca; ¡debemos ac
tuar deprisa!
Esta es la erudición convencional que nos llega desde el
estrato académico de la ecología (muy pocos aceptan la lí
nea fascista abiertamente). ¿Cuál ha sido la respuesta a estas
llamadas de acción rápida de emergencia? ¿Es que ha habido
una avalancha de legislación efecti'va para limpiar el aire,
para redistribuir la riqueza, para detener la explotación del'
Tercer Mundo? De hecho, alguna ley ha aparecido, pero en
el momento e.n que quiera hé!cerse cumplir nos enfrentare
mos a la primera ley de la ecología y del capitalismo; debe
rnos escoger entre un medio ambiente puro o una economía
próspera, entre morir envenenados o hambrientos.
En resumen, la respuesta a las pretensiones liberales de
a}:GÍón rápida de emergencia no ha sido la promulgación de
leyes efectiva~; de hecho, parece que la puesta en vigor de
tales le¡yes es imposible en el actual sistema. Pero ha habido
una-respuesta.
EL tWEVO DETERMIN1SMO ECOI..OGICO
Uno de los resultados bá"sicos y universalmente aceptados
tras generaciones de investigación ecológica es que los siste
mas ecológicos son extremadamente complejos, todo en ellos
está interrel~cionado. Dos de los estudios más populares e
importantes sobre problemas ecológicos globales se han hecho
eco de este tema. El primero, patrocinado por el Club de
Roma y publicado con el título de Los Límites del Crecimiel1
15. 22722(, LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE
lo (30), pUSO de manifiesto lo intrincado del sistema que nos
está llevando a la absoluta ruina. En esta obra se pide <da
crcz,ción ele un foro mundial en el que estadistas, administra
dores y científicos puedan discutir los peligro's y esperanzas
q112 encierra en si el sistema global del futuro, sin las restric
ciones que conllevan las negociaciones formales interguber
"mm1entales» (30, pág. Xl). El segundo, apadrinado también
por el Club de Roma y publicado con el título de La Huma
nielad en el Punto de Retomo (31), subrayaba también la
complejidad del sistema, solicitando un plan global para el
desarrollo de una organización internacional «práctica»:
«... ya están proyectadas un cierto número de reuniones, a
las que asistir;:n personajes públicos, dirigentes políticos de
dis tintas partes del mundo .. . (pareJ. estudiar el) desarrollo
de una organización internacional práctica... » (31, pág. XI).
Los que asisten a esas rCLmiones proceden en su mayoría
de los Estados Unidos, Europa Occidental y Japón ,"o
¿Cómo se comportará este «foro mundial»? ¿ Cómo se
constituirá esa «organización internacional práctica»? Los
científicos que descubrieron la tremenda complicación del
ecosistema mundial solicitan ahora un «foro mundial» o una
«organización internacional». ¿Quién puede operar eficazmen
te él tan enorme escala? ¿ Qué grupo estaría lo suficientemen
te bien organizado para comenzar por sí solo tan vasta ta
rea? H ay un grupo de personas que parecen creer que poseen
la respuesta; C.4RL H. MADDEN, principal economista de la
C:ín1uél ele Comercio de los Estados Unidos, decía en 1973
(33, pág. 84):
El Cl'ecimiento explosivo... de las empresas multinacio
nales privadas es probablemente el paso individual más im
portante que se ha dado para desarrollar los medios tec
nológicos suficientes 'para la población mundial... La em
presa multinacional. .. promete el más eficiente uso de los
recursos mundiaIes.
HERBERT C. KNORTZ, vicepresidente administrativo de ITT,
decía en 1974 (34, pág. 535):
~, Véase una excelente recenSlOn de estos dos libros por
JI-llRAD, LOVE y STRIGINI (32).
DETERMiNISMO ECOLOGICO
La empresa multinacional constituye ~lma de las pocas
instituciones a las que en efecto interesa la utilización en
ciente de los recursos naturales... En el caso ele las mayo
res multinacionales, la eficacia operativ,;¡ y las relaciones
cooperativas han sido llevadas 8 tal extremo ele diciencia
a través de décadas de experiencia... Las multinacionales re
presentan la mejor esperanza actual de progreso' ele una.
comunidad económica mundial que producirá «mucho para
muchos», mayores beneficios para los pueblos de toclos los
países.
Finalmente, como declaración de culpabilidad o il'ltento
profético, h.1tlES S. KEMPER, Jr., presidente de las Compaí'iías
de Seguros Kempcr, deCÍa en 1973 (35, pág. 248):
Los empresarios industriales cobran más que. cualquier
otro gnilJO de nuest¡:a ;sociedad; N,uestras ganan~bs y pri
vilegios son mayores'. Tenemos satisfacciones fundamenta
les en el desarrollo de nuestro trabajo. En un sentido
verdaderamente real, administramos el futuro del 'mundo,
tan allá como más lejos pueda alcanzar la vista.
RICr-r ARD BARNET Y RONALD MULLER, en su reciente libro
Dominio Mllndial, documentan el crecimiento increiblemente
rápido de las empresas multinacionales. Al tratar de la con
vocatoria ecológica en, favor de una administración y p1anifi
caéÍón región~les, ponen de manifiesto el crecimiento d'e las
empresas de ámbito mundial: <dos únicos planificadores glo
bales del mundo mantienen que sólo aquellas grandes orga
nizaciones son capaces de proyectar a escala mundial para
resolver los colosales problemas con que hoy se enfrenta la
humanidad». A continuación, y sei1alanclo 10 que debe ser casi
obvio para cualquiera que haya pensado en el asunto, dice:
«... la evidencia señala apremiante y descorazonadorarnente
que el tipo de planteamiento que hasta aquí ha producido un
notable crecim.iento empresarial, produce al mismo tiempo
una forma de crecimiento social incorrecta. La disparidad
entre lo que el hombre moderno necesita y la moderna em
presa produce, parece ir en aumento» (36, pág. 359).
Tiene cierta ,ironía el·que los -causantes de la enfermedad
insistan en que si la padecemos durante algo más de tiempo,
desaparecerán los síntomas. Desde los incipientes principios
16. 228
229
LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE
del capitalismo competitivo, pasando por la evolución del
capitalismo monopolista y su ramificación internacional, has
ta el' dominio global de la empresa multinacional, las diversas
tormas del llamado sistema de empresa libre han saqueado
este planeta y constituyen los principales agentes portadores
.de la crisis ecológica que es hoy '·deJ dominio público. A pesar
de toder, desean que estlmulemos· su ulterior·· desarrollo. Se
está fraguando una nueva disculpa; la ciencia de la ecología
nos indica que debemos planificar a escala mundial, y los
únicos con verdadera experiencia de éxito en planificar a tal
escala son los administrativos de las multinacionales, etc., etc,
LbS científicos y los técnicos, en sus esfuerzos de «objefi
·vidad» tristemente ingenuos realizados en el ejercicio de su
ciencia «imparcial », con frecuencia nos han alistado a nuestro
pesar como reclutas que inconscientemente sirven a la causa
misma de los problemas que desean resolver. Los ecólogos,
a mi' manera de ver las cosas, constituyen el ejemplo más
evidente de tal adscripción, En un verdadero deseo apasio
nado de salvar ~l mundo del desastre ecológico, a veces han
sacrificado el análisis completo de causas y efectos al prag
matismo del « q~é podemos hacer aquí y ahora». Si no pode
·rnos alentar la esperanza de llegar a controlar al monstruo
de las Marcas Comerciales Unidas, puede que digamos a los
latinoamericanos que tengan menos hijos. Si creemos que la
.planificación regional es necesaria, dejemos que las empresas
mundiales lo hagan, puesto que nadie más lo podrá hacer en
.el futuro próximo.
Es evidente que este tipo de entrega no contribuirá a re
·solver el problema, sino que sólo conseguirá agravarlo. Lo
que necesitamos es enfrentarnos con el problema desde sus
.inicios. Debemos eliminar un sistema que, fundamentalmen
te, pone los beneficios por encima de la ecología y que con
tinúa esclavizando a la hUfnanidad. y a la Naturaleza.
Todo empezó con una simple idea. Hace mucho tiempo que
alguien se dio cuenta de que era posible robar porciones de
la productividad del prójimo. Esta pequefía innovación tuvo
sobre el desarrollo de la cultura humana una influencia qui
zás mayor que la de la palanca, la rueda, la máquina de va
.por o cualquier otro avance tecnológico. Con la ejecución de
'esta· idea cambiaron las relaciones fundamentales entre los
seres humanos y entre éstos y la Naturaleza; el cambio ge-
DETERMIfIISMO ECOLOGICO
neró un proceso evolutivo que parece estar hoy llegando a su
culminación.
Sí, estamos en una situación crítica, Las soluciones fascis
tas son erróneas, tanto desde el punto de vista humanístico
como del ecológico, Las soluciones liberales no pueden alcan
zarse en nuestro sistema socioeconómico actual. Está claro
que la solución de los problemas del medio ambiente requie
re de un tipo de política radicalmente diferente,
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