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Capitulo 5: La Crisis del medio ambiente. The Ann Arbor Science for the People. Biology as Social Weapon.
Traducción de C. López-Fanjul de Arguelles, Madrid: Editorial Alhambra, 1982. p. 201-231.
5200 	 AGRESION
~
Health Assembly and to the United Nations, Ginebra, World
Health Organization, 1974.
7. 	 TURNER, J. S.: The chemical feast, Nueva York, Grossman,
1970.
8.. U. S. National Institutes of Health: Atlas of cancer 7110rtality
. for U: S. citizens: 1950-1969, U. S. Department of Health,
Education, and Welfare, publicación núm. NIH 75-780, Wa­
shington, D.C., U. S. Government Printing Office, 1975.
9. 	 FUCHS, V. R.: Who shall live: Health economics and social
choice, Nueva York, Basic Books, 1974.
10. National Center for Health Statistics: Vital and heallh sta­
tislics, serie 7, núm. 2, Washington, D.C., U. S. Department
of Health, Education, and Welfare, 1974.
11. 	 RIBICOFF, A.: The American medical machtne, Nueva York,
Saturday Review Press, 1973.
12. 	 WILLIAlv!S, L. P.: HOlv fO avoid unnecessary surgery, Nueva
York, Paperback Library, 1972.
13. 	 COMMONER, B.: «How poverty breeds overpopulation (and
not the other way around), Rampar/s, 13: 21-25, 58-59, 1975.
·LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE 

Los últimos años de la década de los sesenta fueron tes­
tigos de la aparición del movimiento ecológico como fuerza
política de consideración. El reconocimiento de la existencia
de una polución creciente, del derroche de los recursos y del
empeoramiento de la calidad de vida hizo que las personas
reclamaran un nuevo tipo de relación con la Naturaleza..Uno
de los catalizadores de este movimiento de opinión fue la
obra de PAUL E HRLICE titulada La Explosión de la Pobla­
ción (1). EHRLICH. mantiene que la causa fundamental de la
crisis actual del medio ambiente' es el aumento de la pobla­
ción mundial, y pide un esfuerzo general para -reducir las
tasas de crecimiento, bien voluntariamente, si ello fuera po­
sible, u obligatoriamente, si se considerara necesario.
GARRETT HARDIN ha ampliado esta filosofía al sugerir que
.no deberjamos suministrar alimentos a aquellos países que
continúen manteniendo tasas ele nacimiento elevadas, con1
objeto de inclinarlos a limitar su capacidad reproductiva (2).
HARDIN sostiene que debemos concebir al mundo como un
¡
li bote salvavidas cuya capacidad no es suficiente para todos
los náufragos, de manera que algunos de ellos deben ahogar­
se para que otros se salven.
Estas consideraciones sobre la destrucción del medio am­
biente, como resultado del comportamiento reproductivo hu­
mano y del consiguiente crecimiento exponencial de las po­
blaciones, gozan de gran aceptación en nuestra sociedad ac­
tual, y han sido consolidadas por los resultados de los
modelos de computador analizados en Los Límites al Creci­
miento, obra en la que el mundo se concibe como un gran
sistema cuyo funcionamiento es susceptible de representación
matemática (3). El modelo de Los Límites al Crecimiento
BIOLOGIA. 14 201
202 LA CRISIS DEL MEDIO AM81ENTE .
predecía la catástrofe universal a menos de que se restrin­
giera estrictamente el crecimiento, sugiriendo la necesidad
de una planificación a escala mundial para la salvac.ión de
nuestro planeta.
Todos estos enfoques consideran que el problema básico
es el del crecimiento y desarrollo de las poblaciones huma­
nas en una Tierra finita, argumentando que, en último tér­
mino, la especie humana debe ser limitada mediante fuerzas
idénticas a las que controlan a las especies animales. De la
misma manera que observarnos, en condiciones naturales, a
las especies animales competir por unos recursos escasos,
también nosotros estarnos destinados a sufrir crisis más y
más agudas a medida que la· población crece y los recur­
sos disminuyen. La analogía entre poblaciones humanas y
animales es c<;Hpún y subyacente a una gran parte de las con­
sideraciones sobre el medio ambiente, y por ello una porción
considerable de nuestra opinión sobre los problemas sociales,
tales como pueden serlo el hambre o la polución, proviene de
nuestra forma de concebir la Naturaleza.
'.
REFERENCIAS BIBLlOGRAFICAS
1. EHRLiCH, P.: The populatioil bomb, Nueva York, Ballantine
Books, 1968. .
2. HiRDIN, G.: «Living on a llfeboat», BioSciéllce, 24: 561-568,
1974.
3. MEADOWS, D. H.; MEADOWS, D. L.; RANDERS, J., y BEHRENS,
W. W.: The limits to growth, Nueva York, Universe Books,
1972.
DETERMINISMO ECOLOGICO
JOHN VANDERMEER
La crisis deJ medio, qmbiente_ ha venido fraguándose desde
los años sesenta, y este proceso de maduración parece haber
tornado la crisis en paradoja, de tal manera que las crisis
ecológicas pueden denominarse, cada vez con mayor propie­
dad, paradojas ecológicas.
Por ejemplo, en la orilla norte del lago Superior, la Re- '
serve Mining Company proporciona trabajo a varios millares
de personas, aunque al mismo tiempo vierte al lago residuos
de taconita contaminados con fibras del tipo de las de!' amian­
to, lo cual implica un envenenamiento potencial de los sumi­
nistros de agua al área circundante. Según los representantes
de la compañía, la supresión elel vertido haría imposible el
funcionamiento de la empresa en términos económicos, y,. en
buena lógica empresarial, la compañía de~ería abandonar en­
tonces su base actual, ocasionando así la pérdida de varios
millares de pucstos de trabajo (1). •
Por citar un ejemplo más, WILLIAl1 T. RUSTON, presidente
de la Watson Industrial Properties, decía en 1974, ~n un dis­
curso pronunciado en la Asociación de Planificadores Em­
presariales del Sur de California (2, pág. 274):
Uno de los hechos de la vida que me motiva en cuanto
presidente de la Cámara de Comercio de Los Angeles es la
necesidad que tiene el área de los cinco condados de Los
Angeles de crear anualmente setenta y cinco mil puestos de
trabajo, solamente para responder a la demanda de la clase
trabajadora actual, sin tener en cuenta a los inmigrantes; y
si fallamos en esto, las consecuencias sociales y económicas
serían"graves. Si toda la legislación vigente sobre el medio
ambiente se aplicara fal y como e'stá concebida; se perderían
unos ochocientos mil puestos de trabajo en esta zona.
203
204
205
LA CRISIS DEL MEDIO AMBIEIlTE
Este enfoque se repite una y otra vez; por una parte, el
ambientalista dice que debemos cesar depolucionar, mien­
tras -que el industrial, por la suya, mantiene que si esto se
llevara acabo significaría la bancarrota; lo triste es que am­
bos parecen tener razón.
. Entrar aquí en detalles sobre la magnitud de nuestros
actuales problemas ecológicos sería superfluo; tales proble­
m~s están siendo plenamente analizados en la prensa y su
progresión diaria puede observarse en las noticias de cada
tarde. Nadie negaría que cada una de las ciudades importan­
tes de los Estados Unidos sufren de seria polución atmosfé­
rica, que muchos de los principales ríos están contaminados
y que la mayoría de la población mundial está insuficiente­
mente alimentada; es evidente que nuestros problemas ecoló­
gicos son muy serios.
.Sin embargo, también percibimos los inquietantes conflic­
tos que acompañan a todas y cada una de las «crisis ecológi­
cas». En muchas ciudades importantes, la polución atmosfé­
rica alcanza cotas peligrosas, pero la industria automovilís­
ticacaciquea para retrasar la aplicación de la legislación
referente a controles de emisión. La gente muere de hambre
en Latinoarnérica al mismo tiempo que el secretario de Agri­
cultura subraya que los alimentos son parte de -nuestro «pa­
quetede negociación» (3, pág. 279). Parece inherebte a todo
problema ecológico el ir acompañado de un algo estructural
que lo convierte en insoluble, al menos a corto plazo. Es, en
"verdad, Ullá situación irónica el que libertad signifique, para
la mujer y el hombre medios, libertad de escoger entre la
ruina ecológica o la económica, entre la muerte por envene­
namiento o por hambre. El pueblo querrá entender la causa
de" esta c'ontradicción que tan directamente afecta a sus vidas.
Sin embargo, en el momento en que se hizo evidente la na­
turaleza paradójica de la érisis ambíental, ya e$,tabá sólida­
"me"nte iricrustada en la conciencia ptiblica una posible causa
de esa fundamental contradicción; el problema básico se con­
cebía en términos de de111.asiada gente. Si no hubiera tanta
gente en Latinoamérica, los latinoamericanos tendrían sufi­
cientes alimentos; si no hubiera tanta gente en los Estados
Unidos, no habría ese monstruoso número de automóviles.
Cada problema ecológico y ambiental podría ligarse virtual­
mente, y de hecho lo fue, al espectro de demasiada gente.
DETERMINISMO ECOLOGICO
. "A medida .que el «problema poblacional» fue ocupando
el lugar central del movimiento ecológico, se fueron ocultan­
do bajó el tapete un gran número de importantes factores. .
Muchos ele éstos están comenzando a reaparecer, pero, en
la opinión de muchos, el problemé1. poblacional es aún un
factor causal importante en la generación de paradojas eco­
lógicas del tipo de las citadas a.nter.iormene:
A partir de la aparente aceptación universal de los argu­
mentos simplistas del tipo «bomba poblacional», ocurrida en
los últimos años sesenta, párece que han aparecido dos aná­
lisis algo más complejos, que denominaré análisis reacciona­
rio y análisis liberal.
El ANALISIS REACCIONARIO
Esta línea de pensamiento tiene probablemente su origen
más próximo en el libro de los PADDOCK titulado Hambre­
1975 (4), en el que se sugiere la aplicación a países del siste­
ma de triage, por el que se rigen las decisiones sanitarias en
el frente de batalla. En el sistema de triage se· considera que
los heridos de guerra pertenecen a tres categorías diferentes:
los que sobrevivirían con o sin atención médica, los que es
probable que mueran incluso con atención médica y los que
es probable que sobrevivan solamente si se les presta aten­
ción médica; los recursos se concentran en la salvación de
aquellos que per1enecen a la última categoría citada. Siguien­
do este símil, los PADDOCK sugieren que la ayuda alimenticia
debe süminis~rarse únicamente a aquellos países que presen­
ten ciertas posibilidades de poder solucionar el «vaCÍo ali­
mentos-personas». En estos planes se negaría ayuda' a aque­
llos otros países considerados como «casos perdidos» por la
magnitud de su explosión demográfica.
Este concepto nos conduce de manera natural a la posi­
ción recientemente adont:oda, v m25 cuidadosamente elabo­
rada, por GARRETT HARDIi!. El an:ílisis de HARDIN es, de hecho,
más complejo y siniestro de lo que Zldmiten muchos de sus
detractores. y s~ desarrolla :o ]0 lZlrgo ele dos líneas relacio­
nadas. l.a primera de ellas es la de la ética del hote salva­
206
207LA CRISIS DEL MEDIO AMBIE~HE
vidas, que HARDIN ha expuesto en BioScience (5, pág. 561)
como sigue:
Cada naClOn rica equivale, metafóricamente hablando, a
un bote salvavidas tripulado por gentes relativamente. aco­
modadas, mientras que los pobres del mundo se encuentran
embarcados en otras lmichas mucho más abarrotadas. Por
así decirlo, los pobres caen continuamente de sus embar·
caciones al agua y, durante un cierto tiempo, nadan en la
esperé'nza de ser salvados por un bote rico y de beneficiarse
así de los «bienes» que este último transporta a bordo. ¿Qué
deben hacer los pasajeros de una embarcación rica?; éste
es el problema central de ,da ética del bote salvavidas».
La segunda teoría es la de lo~ guardianes de la civilización
(6, pág. 1297):
Es impróbable que lá civilización y la dignidad humana
sobrevivan en cualquier parte, pero es mejor que esto ocu­
rra en alguna en vez de que desaparezcan de todas. Las
minorías afortlmadas deben actuar como depositarios de
una civilización amenazada por las buenas intenciones de
los ignorantes. ­
Este doble análisis se apoya en tres SUpOSICIOnes implí­
citas: la primera consiste en que la población mundial, por
su excesiva magnitud, está abocada él. una situación de recur­
sos escasos; la segunda reside en que la distribución de re­
cursos en embarcaciones ricas y pobres es inevitable; la ter­
cera mantiene que .las clases privilegiadas son necesarias para
poder legar una vida mejor (o como mínimo aceptable) a las
generaciones futuras.
El conjunto formado por el análisis de HARDIN (el modelo
del bote salvavidas unido a la teoría de los depositarios de
ia civilización) y sus tres supuestos (el aumento de la pobla­
ción ocasiona escasez, la estructura de clases es inevitable y
deseable) conduce a la conclusión de que es nuestro deber
moral para con las generaciones venideras el negar recursos
a aquellos CJue en la actualidad no tienen lo suficiente para
sobrevivir; si no lo hacemos así, seguirán produciendo niños
y, por tanto, harán aún más desesperada una situación ya
crítica. En palabras del N atioila[ Observer, la consecuencia
de la ética del bote salvavidas propuesta por HARDIN es «de-
DETERMINIS/v',O ECOLOGICO
jémoslos morir de hambre», entendiendo por «ellos» a los
que no son depositarios de la civilización (7). En otra publi­
cación he razonado cómo el modelo de HARDIN es incorrecto
en su totalidad (8).
Mediante una cita marginal señalaré que estos análisis no
son en manera alguna novedosos. Así, por ejemplo, escribía
un eminente ecólogo en 1925:
(Tenemos) un incremento anllal de población cercano a
las novecientas mil almas, y las dificultades para alimentar
a esta legión de nuevos ciudadanos deberá crecer de año en
,l10, hasta que finalmente acabe en la catástrofe, a menos
que se encuentren medios y modos de prevenir a tiempo
los peligros del hambre y la- miseria.
y en la misma obra:
La productividad del suelo sólo puede incrementarse
dentro de ciertos límites definidos y hasta un cierto punto.
Sin embargo, las necesidades de la vida crecen con mayor
rapidez que el tamaño de las poblaciones... Es, por consi­
guiente, ilusorio esperar que un aumento de la prodücción
pueda suministrar la base del crecimiento de la' población.
Continúa diciendo que:
En lugar de expansionarse geográfiQlamente, en vez de
exportar hombres, la raza blanca ha exportado mercancías,
construyendo así un sistema económico mundial cuya ca·
racterística es que en Europa, v últimtlmente también en
América, se encuentra un nivel de producción que es gigan­
tesco a escala mundial, mientras que el resto dd mundo
suministra amplios mercados y fuentes de materia prima:
La raza blanca puede... solamente mantener su posición en
tanto que se mantengan las diferencias en el nivel de vida
entre las distintas partes del mundo. Varias nacionés han
tomado medidas para salvaguardar esta posición de predo·
minio en relación con sus capacidades innatas.
Finalmente:
Todo lo que hoy admiramos en la Tierra -ciencia y arte,
tecnología e invenCÍón- es exclusivamente el' .producto
creaclor de unos pocos"pueblos' (quienes) quizás 'desciendan
208 209LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE
.originalmente de una sola raza. De ellos depende la exis­
tencia de toda esa wltura; si perecen, sepultarán con ellos
·.la belleza de este mundo.
La obra citada es Mein Kampf, y el ecólogo, ADOLFO HITLER
(9, pág. 61; 10, págs. 121 y 155; 9, pág. 25).
. El que las opiniones de HARDIN y HITLER parezcan tan afi­
nes merece una considerab!e reflex¡~n. Si·l<l; escasez es con­
secuencia del exceso de población y ésta debe estar inevita­
blemente dividida entre ricos y pobres, siendo tal estructura
de clases deseable, ¿qué debemos concluir? ¿No tendría sen­
tido el que contuviéramos el aumento de la población o qui­
zás incluso disminuir el tamaño de la actual? ¿A qué fracción
de la población debería afectar más tal restricción? ¿A aque­
llos sin capacidad o deseo de conservar la civilización y la
dignidad humana? ¿Quiénes son éstos? ¿Por qué son así? Ver­
daderamente podría argumentarse que la diferencia de prin­
cipio entre HARDIN y HITLER reside en que este último llevó
sus razonamientos a sus conclusiones lógicas, mientras que
HARDIN se queda corto.
No es necesario, sin embargo, que nos preocupemos por
la repugnancia moral implícita en esa ilrgumentación, pue'sto
que el razonamiento es falso debido a que todas sus suposi­
ciones básicas son erróneas. Consideremos brevemente esas
tres suposiciones.
Defender que el «exceso de población» (o la tendencia a
reproducirse en exceso) es una de las causas principales de
la escasez evidencia una profunda ignorancia de elementales
hechos 'políticos y económicos. El razonamiento suele seguir
los pasos que fueron dados en un principio por TROMAS
MALTR us.. Las poblaciones aumentan exponencialmente, mien­
tras que ·las cosas necesarias para ·la vida aumentan, si es
que lo hacen, aritméticamente; por tanto, la población nece­
sariamente crecerá más aprisa que los medios de subsisten­
cia. Supongamos, por ejemplo, que una cierta población ha­
bita una isla de unas 40.000 hectáreas de superficie, y que la
producción de la tierra es tal que para cubrir las necesidades
de uI)a persona son necesarias 40 hectáreas. Debido al curso
normal del desarrollo tecnológico, cada treinta años se nece­
sitan cuatro hectáreas menos por individuo. Por tanto, si em­
vezamos (digamos) en 1no, con 100 personas y unas nece­
., DETERMINISMO ECOLOGICO
sidades.·de 40 hectáreas por persona, las exigencias de todos
ellos pueden ser atendidas con facilidad (lOO personas X .
X 40 hectáreas = 4.000 hectáreas). Si la población se duplica
cada treinta años, en el año 2000 tendremos 200 personas, cu­
yas necesidades pueden cubrirse con 36 hectáreas por perso­
na (40-4), y, por tanto, todas e11as pueden' acomodarse sin
problemas (200 X 36 = 7.200 hectáreas). En el año 2030, el nú­
mero de personas será de 400, con un requisito de 32 hectá­
reas por persona (36 - 4), el cual puede todavía ser satisfecho
sin dificultad (400 X 32 = 12.800 hectáreas). En el año 2060,
la población será de 800 personas y sus necesidades se cubri­
rán con 28 hectáreas por persona (800 X 28 = 22.400 hectá­
reas). En el año 2090, las personas serán 1.600 y sus exigencias
se satisfarán con 24 hectáreas por persona, lo cual implica
un total de 38.400 hectáreas, próximo al desastre, puesto que
nuestra isla tiene una superficie de 40.000 hectáreas. En el
año 2120, la población será de 3.200 personas, con unas nece­
sidades de 20 hectáreas por persona, lo cual implica una su­
perficie global de 64.000 hectáreas, que es más de vez y me­
dia del área utilizable; por ello, con 3.200 personas y 40.000
hectáreas, cada persona dispondrá únicamente de 12,5 hectá­
. reas, miéntras que habíamos estipulado que se necesitaban
20 hectáreas. ¡Qué escasez! ¡Qué rápido ha sobrevenido!
Este argumento, con detalles que difieren de unos a otros
autores, constituye la base de las miríadas de formas que
toma la argumentación sobre el exceso de población. Mien­
tras que la tasa de desarrollo tecnológico (tal como se ha
utilizado más arriba en sentido restringido) no supere per­
manentemente a la tasa de crecimiento de la población (lo
cual, mantiene!!, no es factible en un mundo finito ), el ex­
ceso de población conducirá inevitablemente a la escasez con
certeza matemática.
¿Hasta qué punto se corresponde este abstracto análisis
con la realidad? Consideremos, por ejemplo, el caso de Gua­
temala, cuya base económica ·es fundamentalmente agrícola
[la mayor parte de los datos históricos citados aquí están
tomados deTl1ELvILLE y MELVILLE (11)]. Durante los años cua­
renta, la superficie m edia de tierra disponible por campesino
disminuyó lentamente, y muchos df~ ellos tuvieron que sub­
sistir con menos ele 40 áreas de terreno. En los primeros
años ce b clécoda de los cinCl~enta se facilitó a los campesi­
210 LA CRI SIS DEL MEDIO AMBIEi'-ITE
nos la aclq;" isici6n ele tierras, siendo r::ada vez menos los que
(" ~íT_b::n c~, lig~1C1c: s ;: ~obrcvivir utiliz::Tldo fincas tan pequeí'ias'
co.:"1'o bs (me habí,m labrado antes de 1950. En 195·1·, la tierra
voh 'ió súbitamente a CSCélSCé1r otra vez, más incluso que en
los afios ''l.teriores a 1950. Un neomalthu siano hubiera podido
c(:'lcluir ((n p.:)iccz que el é1Llmento e!e población en los aJ.los
cuarentn ()c8sionó UD8.. situación de relativa escasez de tie·
H2 ~; que, a continuación, la' detención del crecimiento en los
prim e' j'os ,1."10'0 cincuenta atenuó de cJ1guna manera el proble·
m ~: : nie¡~lr2S que ¡ma e:zplCJsión rel,(;ntína del crecimiento de
1;-: rClhhci6n, R!ltnior a 195~ (o quiz8s la llegada a la mayoría
ele ed2.cl de los individuos pertenecientes a una «explosi.ón»
anteri nr), osasionó de nuevo una situación en la que los re·
Cl1lY" " escasearon. Estudiando la historia de la población gua·
temalteca se encuentra realmente un continuo aumento de
la pobbción desde poco después de la: conquista espaí'iola, y
semejante exam,en sl1pcTficial tiende é confirmar las preten·
:"iones de los particlarios de las exp1osiones demográficas, si
T'C en detalle, al menos en líneas generales. Como era de es·
pcr:1r, ¡llOil población en crecimiento llegará sin remisión a
. . un 1JlFltO en el que Jos recursos SC8.n escasos, y Guatemala
poreceri" ser UD ejernp1.o notorio de ello, Sin embargó, -si nos
desprendemos de nuestras anteojeras políticas y examinarnos
p] C3S0 ,""{-,, de cerca, C'omel1zamos a contemplar una hi.sotia
li g'?r~men te diferente. " c"'2nte los :!ños treinta y los prime·
ros cuarenta, Guatemala fue ¡zobernada por el dictador UBI·
CO, cuya an,ístacl con los ~ st8.c1os Unidos y sus empresas ca·
m el-ci21es hicien;m posible (jl.1e 18. United Fruit Company,
entre otréls, alcanzaran una firme .posición en el país. Las
crecientes expectativas, provenientes en gnm medida de una
burguesía en crecinüento, pro'v'ocaron la revolución de 1944.
El izquierdista JUA N JOSÉ ARr~VALO fue elegido presidente, e
inmediat8mente comenzó a promover una reforma agraria
que pondría en manos de los campesinos una gran parte de
las tierras no cultivadas pertenecientes a los grandes latifun·
dist.o.s. Su sucesor, TACODO ARBENZ GUZMÁN, aceleró el progra·
ma de reforma agraria y; durante los primeros años cincuen·
ta, fuC'ron c~propj8das él.. los granees propietarios 603.615 hec·
táreas y traspasadas él los c8mpesinos a continuación (lo cual
se estima que solamente ascendía al 16,3 por 100 de los te·
DETERMINISMO ECOLOGICO 2 Ji
rrenos yermos que constituían las reserV8S de los grandes
propietarios J..
En aquel tiempo pertenecían él.. la Unitecl Fruit Company
más de 200.000 hectáre8s, que eran, en su mayor parte, terre·
nos de reserva sin cultivar [por e.iemplo, « ... en la costa
atlántica sólo tenían plantadas 1..600 hectáreas, poseyendo
35.000.de reserva. Incluso si se hubieran doblado las produc:
ciones y sin necesidad de atenazar, sus resen'as hubieran
sido suficientes para los próximos ciento diez aí'ios» (11. pá­
gina 82)]. Los años 1953 y 1954 fueron incómodos para la
United Fruit Company; entre el 2 y el 5 de marzo ele 1953
les fueron expropiadas 84.923 hectáreas de sus posesiones en
Escuintla; el 17 de octubre de 1953, otras 2.388 hectáreas en
Suchitepequez sufrieron la misma suerte, seguidas el 25 de
febrero de 1954 -por 44.986 hectáreas más en Isabal. En un
año se le expropiaron 132.297 hectáreas, de las 200.000 que
poseía.
Era en aquella época secretario de Estado de los Estados'
Unidos Jo HN FOSTER DULLES, quien declaró que «el gobierno.
guatemalteco declara que su país no es una colonia esté'.do~
unidense, y verd8deramente estamos orgullosos de que Gua·.
temala pueda procl8marlo así. Los Estados Unidos no. pre~
tenden coleccionar colonias; la cuestión clave es dilucidar' si
Guatemala está sometida al colonialismo comunista» (11, pá·
gina 96). El hecho de que el seí'ior DULLES fuera un importante
socio del bufete jurídico Cromwell·Sullivan, abogados de la
United Fruit Company, 110 tuvo, probable!jPente, nada qUé
ver con su postura en el asunto. Es posible que incluso ig­
norara el que la compañía hubiera perdido 132.297 hectáreas
de sus terrenos de reserva. Al igual que los ~emás secretarios
de Estado, su único interés era combatir al comunismo, razón
por la cual los Estados Unidos suministraron públicárnenú~
armas, en 1953 y 1954. a los gobiernos de Honduras y Nica~ .
ragua y a los exiliados guatemaltecos residentes en varias
naciones centroamericanas. Fi.nalmente, el 30 de junio de
1954, las fuerzas de ARMAS, abastecidas y adiestradas por el
gobierno de los Estados Unidos y bajo la dirección de la
Agencia Central de Información de los Estados Unidos ''<, de·
rribaron el !2:obkrnn ele ekcciór' r~()pu.l2.r de ARBENZ. l:. pesar
" CIA, (N. del T.)
------------- --------------------------
213212 LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE
de todo, la correlación entre el éxito aparente del programa
ele reforma agraria y las pérdidas sufridas por la United Fruit
Company es absolutamente espúrea: según el señor DULLES,
el' golpe de estado guatemalteco (que en aquel momento negó
que hubiese sido instigado por los Estados Unidos) fue l¡.nica­
mente una respuesta a los «agitadores comunistas .,. (que)
dominaban la organización de la seguridad social y llevaron
a cabo el programa de reform3. agraria» (11, pág. 97).
Después elel golpe de 1954, las tierras expropiadas por el
gobierno de ARBENZ fueron devueltas a los latifundistas y el
progl~ama de reforma agraria fue, en esencia,' abandonado.
Una vez más fueron los recursos escas'os (al menos para los
cámpesinos) y los malthusianos pudieron volver a aducir el
exceso de' población.
Si el análisis expuesto es para los neomalthusianos dema­
siado político, exageradamente histórico o, de alguna manera,
excesivo, volvamos al sencillQ modelo abstracto de la isla de
las 40.000 hectóreas v sus 100 pobladores. Cualquier análisis
realista no puede acabarse con la simple división de los re­
Cllrsos existentes (en m~e~.tro caso superficie de tierra) entre
el número de personas, debiendo ~enerse en consideración
el grado de concentración de estos recursos y los cambios
que en tal concentración vienen dictados por el sistema polí­
tico y económico. Por ejemplo, en la exageradamente simple
situación de la isla de las 40.000 bectáreas he propuesto que
cada uno de los 100 pobladores poseía 40.000/100 = 400 hec­
táreas, superficie bastante superior a las 40 hectáreas nece­
sarias. Sin embargo, muy pocas pohlaciones se acercan, ni
siquiera de formé.', aproximada, a una división uniforme de los
·recursos semejante a ésta. Si transponemos el ejemplo guate­
malteco .a nuestra isla de 40.000 hectáreas y 100 personas,
nos encontraremos con que, siguiendo el censo de 1950, la
concentración de ~a propiedad agraria llevaría consigo el que
dos de las 100 personas tendrían cada una 14.400 hectáreas
de las 40.000, diez~ personas poseerían cada una 540 hectáreas,
tocándoles unas 65 bectáreas a cacla una de 1as 88 personas
restantes. Treinta aúos después (de acuerdo con el ejemplo
previo), babria cuatro personas con 7.220 hectáreas cada una,
,~einte con. 270 hectáreas cada VIla y 176 con 32 hectáreas cada
una, ~xtef)sión menor que la necesaria de 36 hectáreas. Esto
indica que, para el 88 por 100 de la población, la escasez
DETERMI~/lSMO ECOLOGICO
crítica de recursos ocurrirá con ciento veinte aflos de adelan­
to con respecto a lo supuesto en el primitivo sistema iguali­
tario.
.~lientras que el sistema político y económico genere una
distribución desigual de recursos, es evidente que incluso
aquellas poblaciones que no crezcan sufrirán de una mani­
fiesta escasez antes de que los recursos sean estrechos. Pa­
recería por ello que la mengua yerdaderamente real de re­
cursos que normalmente padece la mayoría de la población
mundial debiera analizarse en términos de algún problema
imaginario de exceso de población. Existen, de hecho, nume­
rosas fuentés de evidencia que señalan la importancia capital
de los factores distributivos en lo que respecta a las simples
consideraciones del tamaño poblacional; por ejemplo, en lo
que toca al consumo de energía y recursos, cada ciudadano
de los Estados Unidos cuesta al mundo el equivalente de vein­
ticinco a quinientos hindúes (14). La· mayor parte de los re­
cursos mundiales son utilizados por naciones desarrolladas
cuyas tasas de crecimiento poblacional son bajas [los Estados
Unidos, con sólo el 5 por 100 de la población mundial, con­
sumen el 42 por 100 del aluminio mundial, el 28 por JOO' del
hierro, el 63 por 100 del gas natural y el 33 por 100 del petró­
leo (15); más de un tercio de los sesenta millones de tonela­
das de pescado que se pescaron en 1967 fueron consumidas
directamente por las naciones c1esarrolladas, y otro 45 por 100
lo fue de manera indirecta, en forma de harina de pescado
utilizada como pienso; sólo ocbo millones de toneladas (14
por 100) fueron a parar a las naciones hambrientas (16)]. Las
comparaciones entre países muestran, si acaso, la inexisten­
cia de correlación entre densidad ele población y hambre [la
densidad de población de la India es 164 personas por kiló­
metro cuadrado, mientras que la de Gran Bretafla es 288;
otras comparacion.es interesantes referentes al número de ba­
bitantes por kilómetro cuadrado son: México; 25 - Estados
Unidos, 42; Bolivia, 4- - Alemania Occidental, 237; Etiopía, 20 ­
Bélgica, 316; Pakistán (incluido Bangladesh), 118 - Japón, 277;
lvIoz~mbique, 9 - Holancla, 315 (17); queda así claro que la
densidar¡ de población no es per se la causa de la escasez de
recursos]. Los países cuya densidad de población es más alta
tíenen generalmente niveles de vida superiores que los de
aquellos -ottos cuya densidad es más baja; y pnrece indiscu­
21 4 LA CRISIS DEL MEDIO I-MBIENTE
- - ----_._-----­
tibIe que, a la hora de generar escasez de recursos, la densidad
~lctual de población debe ser un factor mucho menos impor­
lj n te .que el grado de distribución de aquélLos. Como indica
B.~ImY Co M:oí ONER, el control del crecimiento poblacional «es
semejante a intentar salvar un barco que se hunde,· aligerán­
dolo de peso al ,m'ojar al agua a sus tripulantes. Uno se ve
obligaclo ~ preguntarse si no hay algo radicalmente incoheren­
te en esto» OS, pág. 254; véanse también referencias 19 y 20).
En lo que respecta a la suposición de que la desigualdad
es inevitable, parece que los argumentos de HARDIN son dos:
primero, que históricamente ha sido así; segundo, que inde­
penc1 i:o ntcl~:cntc ele lo que hagamos, unos pocos se llevarán
b_ parte del león de la riqueza -si alguien que tiene mucho
lo repl8, otro ocupará su puesto y nada habrá cambiado-o
~ :: ~' T' !¡ ::1 l0 !,is:órico es palmariamente fatuo y merece es­
casos comentarios. Es discutible al menos que tal constante
.' histórica exista [podría aducirse que muchas sociedades pri­
mi tivas son igualitarias, C01110 ocurre con los bosquimanos
kung, los pigmeos congoleños o incluso los aborígenes aus­
tralianos (véase el artículo «Sociobiología, un nuevo determi­
DiSiDO biológico», en esta misma obra)]. En último término,
e incluso si siempre ha sido así, ello no condiciona el futuro
en un sentido o cn otro.
Sin e;llbargo, es curioso que el segundo argumento sea
c::Jnecto, dentro ele sus propios límites de definición, aun
cuando no constituya una llO"vedad en macla alguno. Siguien­
do a H.uWIN (5, pág. 562):
1-lay quien dic~ «me siento culpable ele mi buena suerte».
L2 contestación es bien sencilla: cede tu lugar a otros. Tal
altruismo podría aplacar los escrúpulos de aquellas perso­
nas adictas a sentirse culpables, pero no modificaría en
nada la ética del bote salvavidas. La persona neces-itada a
quien el acomplej3do de culpabilidad cede su pLaza, no ex­
perimentará a su vez tal repulsión con respecto a su re­
pentina fortuna (si lo hiciese no saltaría a bordo). El'-'résul­
t2do lleta ele la acción de las personas con remordimientos'
al renunciar a su injusta posición es la eliminación de este
tipo de desazón del bote salvavidas_
RRDIN parece querer recordarnos uno de los prinCIpIOS
bSlsic:os de la teoría económica. En un sistema capitalista, la
DETERMINISMO ECOLOGICO 2 15
riqueza y el poder tenderán a concentrarse en manos de una
pequeña fraq:ión ele la población, yHARDIN simplemente rei­
tera este- principio, por :más que ·10 ·hZlga superficialmente.
De hecho, podríamos parafrasear puntualmente sus palabras
para que dijeran: «el resultado neto de la renuncia al capi­
tal injustamente acumulado por parte de los capitalistas con
escrúpulos y su transferencia a la clase obrera, resulta en la
eliminación de este tipo de sentimiento de la clase capita­
lista y, por ello, de la economía mundial».
Lo más conspicuo de esta triste y aterradora parte del
análisis reside en que la mayor parte ele la gente que enfoca
estps probíemas desdé el punto ele vista ecológico no parecen
darse cuenta "de que los rasgos inherentes al sistema capita­
lista SOI¿ la principal fuerza causante de estas omnipresentes
desigualdades. HARDIN no admite lo que su propio análisis
implica en parte, esto es, que cualquier población organizada
a la l11é'.nera capitalista se verá arrastrada a la ética del bote
salvavidas, independientemente. de su tamaño o de su tasa
ele crecimiento.
Muchos, supongo, aceptarían que, fundamentalmente, el
capitalismo nos ha llevado a la ética del bote salvavidas (tam­
bién insistirían, probablemente, en que las mismas conse­
cuencias hubieran aparecido en cualquier otra sociedad or­
ganizada industrialmente, «también en las socialistas»). Sería
fácil que, además, admitieran que, en la génesis de las des­
igualdades que hoy existen, el n1undo en desarrollo ha sido
opi-imido por el desarrollado, que los países ricos han estado
robando recursos en gran escala, despilfarrando el trabajq
e impidiendo el progreso político y económico de los países
subdesarrollados. La réplica comúa es, sin embargo, «no me
importa el pasado, me preocupa el futuro », y con este -prag­
matismo, aparentemente raciQnal, señalamos que, personal~
mente, no somos responsables de las irritantes iniquidades
actuales y que, por más que deploramos su existencia, esta­
mos persuadidos, a pesar de todo, de que debemos enfrentar­
nos con la realidad. Lo que hoy existe es con lo que debemos
contar; hagamos que la situación sea equitativa de hoy: en
adelanL. Lo que no se reconoce es la impoiSibilidad de ma11­
tener uniforme la distribución futura mientras que, al mismo
tiempo, permanece la fuerza que he, determinado la distribu­
ción pasada. Si aceptamos el capitalismo c~mo forma de 01'­
216 LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE
ganizaclOn económica, la segunda SUpOS1ClOn deHARDIN es
perfectamente correcta y las desigualdades son inevitables.
Con todo, es seguro que HARDIN no está en lo cierto si con­
sideramos el mundo desde un punto de vista más amplio.
La tercera suposición es quizás la más perniciosa de to­
das; esto es, que las desigualdades son, de hecho, deseables.
Esta suposición proviene de una ética elitista de conserva­
ción. Consideremos, por ejemplo, ·una de las especies de
sequoia (uno de los ejemplos de HARDIN)' (21) que se suponía
extinguida de largo tiempo atrás por obra del hacha pel
Homo sapiens. La especie fue redescubierta en zo~as aisladas
de China, correspondientes a localidades en las que existían,
o aún existen, jardines de templos. HARDIN nos dibuja un
cuadro histórico en el que el campesino busca leña y el
sacerdote protege al árbol (sequoia), concluyendo que sin la
protección de los sacerdotes (clase privilegiada) las sequoias
verdaclt:ramente serían una especie extinguida. Por tanto, si
queremos conservar la Naturaleza para la posteridad debe­
mos confiar esta misión a cierta clase privilegiada, ya que al
h9mbre .cie la calle le preocqpan m~s los problemas de cada
día, tales como encontrar alimento JI abrigo.
. Una vez más se podría argumentar que esto es, en esen­
cia, correcto; que mientras que «el hombre de la calle» sea
una pm-te perceptible de la sociedad, y esté luchando por
llTIa parte de la riqueza de esa sociedad menor de la que.
debería corresponderle, debemos contar, para la conserva­
ción de las beiJezas naturales, con una clase distinguida que
cumpla esta función. Este razonamiento ignora, sin embargo,
yarios factores causantes; el primero de ellos es que la degra­
di,lció~ del medio ambiente está generalmente producida por
lá gran industria, que es posesión de esa clase privilegiada
que se supone que es la que va a salvaguardar la civilización
y la dignidad humana; el segundo reside en que la tendencia
a ocasionar daños ambientales, tanto si están perpetrados
por .las clases alt~s como por las bajas, está dictada por las
instituciones políticas.
Por ejemplo, el abandono del programa de reforma agra­
ria en Guatemala fue causado por los cambios políticos im­
p'u~stos por la CIA. En lugar de aquella reforma agraria se
ha impuesto un programa de colonización en el que grandes
ár·eas. cübiertas de prístinas selvas tropicales están siendo
DETERM IN1SMO ECOLOGICO 2 17
convertidas en terreno agrícola. Los conservacionistas deben
comprender que la destrucción de estas selvas es innecesaria
y que no tiene relación alguna con la presión del exceso de
población, sino que se debe a la imposición de una institución
política que trata de evitar una reforma agraria sensata.
La opción real con que se encara el conservacionista no
es escoger entre justicia social y conservación de la Natura­
leza, como nos harían creer los hardinistas, sino entre la con­
servación de pequeñas islas naturales rodeadas por el mar
de la explotación vulgar y la creación de un sistema de orga­
nización que promueva la coexistencia armónica de los seres
humanos entre sí y con la Naturaleza. ¿Queremos conservar
rincones naturales como lujo y excepción o proteger a la pro­
pia Naturaleza en beneficio de todos?
EL ANALlSIS LIBERAL
1;'or el tiempo en que la bomba poblacional se estaba lan­
zando, numerosOs ecólogos indicaron una serie de hechos
muy elementales, que fueron convenientemente ignorados por
la mayor pClrte de los divulgadores del problema poblacionaJ.
Mientras que estos divulgadores proponían el control obliga­
torio de la natalidad como solución, un grupo de ecólogos
menos es.::uchados señalaban las causas sociales obvias de
13.s tasas de natalidad' elevadas: pobreza, carencia de justicia
soCial, opresión de la mujer, etc. Des}>ués ele numerosos in­
tentos fallidos de difusión de anticonceptivos en regiones sub­
desarrolladas con altas tasas de nacimientos, la serena voz
de los ecólogos .que apuntan a las causas sociales de los pa­
~ rámetros demográficos está empezando a ser escuchada.
Por ejemplo, BARRY Co M r.,.¡ oNER ha publicado reciente­
mente un excelente análisis de la relación entre tasa de cre­
. cimiento poblacional y desarrollo económico (22), haciendo
notar: que sí se representan conjuntamente en un gráfico el
producto nacional bruto (PNB) y la tasa de crecimiento de
poblacióli aparece una relación negativa entre ambos; es de­
cir, las" regiones con elevado PNB tienen tasas de crecimiento
bajas, y viceversa. CO lvl MONER muestra, además, cómo el úni­
B10LOGIA. 15
218
219LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE
ca medio eficaz de disminuir las altas tasas de crecimiento
poblacional es permitir el desarrollo de las regiones atrasa­
das, incluso mediante ayuda; cuando su PNB alcance la mag­
nitud de solament~ una fracción del nuestro, sus tasas de
natalidad disminuirán y su crecimiento poblacional estará
controlado. COMMONER dice (22, pág. 59):
Creo que lo que el problema está pidiendo es un proceso
que hoy está ya firmemente enraizado en el pensamiento
de los pueblos del Tercer Mundo: la devolución de parte
de la riqueza mundial a aquellas naciones cuyos recursos
económicos y humanos han sufrido gran parte del peso de
producirla, esto es, a las naciones en vías de desarrollo.. .
No negamos que esta proposición implica problemas eco­
nómicos, sociales y políticos de la mayO!' dificúltad, en es­
pecial para los países ricos.
y lo deja así. Es como si de repente hubiéramos descu­
bierto qu(O! en las terribles desigualdades ele la distribución
de la riqueza hay algo malo y, una vez que hemos llegado a
esta conclusión, sencillamente legislamos sobre el tema.
Resumiendo el problema, COlllMONER dice: "Creo que la
crisis mundial de población tiene su origen en la pobreza, y
qu~ para acabar con la primera hay que suprimir la segunda.
Si la causa es la manifiesta distribución desigual de la ri­
queza mundial, para eliminar la pobreza, y la crisis de pobla­
ción con ella, debemos redistribuir esa riqueza entre y den­
tro de las naciones» (22, pág. 59). Durante los últimos años
sesenta se nos hizo creer a í11l.lChos de nosotros que: a) la
pobreza existe (entre otras cosas), y b) para darle fin debe­
mos concluiy con el exceso de población; hoy contamos con
el nuevo análisis liberal: a) el exceso de población es una
realidad, y b) para eliminarlo debemos erradicar la pobreza.
Para aquellos de nosotros que hemos deseado anular la po­
breza, todo lo anterior constituye una cruel iron~a._ Se nos
dice que el problema «real» causante de la pobteza es el
exceso de población. Después de haber trabajado en progra­
mas destinados a mitigar la pobreza y sufrido la corr'es'pon­
diente frustración, una importante porción ele los activis"tas
de los últimos años sesenta optaron por la solución propues­
ta. Una vez que hemos sentado firmemente en nuestro cere­
bro el hecho de que el exceso ele población es un problema
DETERMINISMO ECOLOGICO
de verdadera significación social, es fácil olvidar que, en un
principio, se le tuvo en consideración precisamente por ros
problemas que originaba, tales como la pobreza. Cuando se
ha aceptado' que ésta e's un problema en sí misma; se rios .
indica que debemos resolver aquel problema cuya solución
buscábamos al principio, de tal manera que resolvamos tam­
bién el «problema del exceso de población». Sin embargo,
parece que olvidamos lo difícil que era el problema 'en sus
inicios. El que BARRY COMMONER dijera en 1975 que «... esta
proposición implica ... problemas ... de la mayor dificultad ...
para los países ricos», indica la ingenuidad que la panacea
poblacional parece haber alentado en los ecólogos. Los so­
cialistas. y.comunistas de los años treinta sabían que era un
pl:oblema d~fícil, las guerrillas vietnamitas sabían que era
un problema difícil, la izquierda chilena sabe que es un pro­
blema difícil, y los partidarios de la idea ele la explosión de
la población acaban de descubrir que debemos terminar con
la mala distribución ele la riqueza y que ello no será sencillo.
Poelemos esperar con satisfacción la aparición de otras mués­
tras ele perspicacia a medida que se vayan analizando las
causas últimas de esa mala distribución.
Sea como fuere, el nuevo análisis liberal tiene dos efec­
tos, uno bueno y otro majo. El lado bueno consiste en aban­
donar el derrocbe de energía consumido en los intentos de
disminución de las tasas de natalidad por medios puramente
físicos (difusión de anticonceptivos, esterilización forzada, et­
cétera); el mato reside 'en que se continúe manteniendo que
la población es el tema central de la crisis ecológica.
ORIGENES DEL PROBLEMA POBLACIONAL
Hay personas que piensan que la discusión deJ«pr'oble­
ma pobJacional» comenzó con PAUL EHRLICH o, si acaso,
con TOlI IVIALTHUS; sin embargo, el párrafo siguiente fue es­
crito mucbísimo antes:
Podría suponerse que habría de ser necesario poner un
límite a la procreación antes que limitar la cuantía de la
220 221LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE
.propiedad, de manera que nadie pudiera engendrar por en·
cima de un cierto número, y que este total debiera fijarse
por referencia a los azares de la vida humana, a s<rber la
posibilidad de que algunos hijos no lleguen al estado adulto
y la infertilidad de un cierto número de matrimonios. La
carencia de toda regulación, como ocurre en la generalidad
de los estados, necesariamente ocasionaría la indigencia de
los ciudadanos, y tal depauperación es el padre del crimen
y de' la sedición. .
La cita está tomada de la Política de ARISTÓTELES (23, pá­
gina 59), .escrita entre los años 335 y 323 antes de Cristo. La
cita es interesante, puesto que el concepto aristotélico de
tamaño óptimo implica el que todos «oo. los ciudadanos de­
bieran conocer el carácter de los demás», y el que el límite
máximo de población de un estado debiera « ... no ser tan
grande que no pudiera ser abarcado a simple vista» (23, pá·
gina .176).
Puesto que el razonamiento básico es el mis'1110 para cual­
quier tamaño poblacional, podrían encontrarse fácilmente
frases semejantes en cualquier periodo histórico, o bien sería
posible construir el argumento de novo, sencillamente supo·
niendo que la tecnología existente para la distribución de los
recursos más limitados no cambiaría, o bien que su cambio
sería lento en comparación con el crecimiento de la pobla­
ción. Otra vez ocurre que el argumento es, en esencia, inde­
pendiente de cuál es el tamaño presente de la población; sin
'embargo, debe recalcarse que IvIALTHUS no fue en esto ni
el prih1ero ni el último.
En vez de dar, detalles sobre tan antigua historia, es más
apropiado examinar la reciente obsesión con el exceso de
población, alucinación que no comenzó, como vulgarmente
5('; cree, en los Ltiltimos ai:í.os sesenta, sino con una intensa
campaña llevada a cabo durante los primeros aúos cincuenta.
En un artículo titulado "Por qué la bomba poblacional
es una creación de Rockefeller» (24), STEVE WEISSj'lAN docu­
menta' detalladamente el inicio del movimiento poblacional.
La' fundación Hugh Moore, fundada en 1944 por el presiden­
te dd' Consejo de la Dixie Cup Corporation, publicó unos
folletos para «llamar la atención del público norteamericano
sobre los peligros inherentes a la explosión de la población».
DETERMiNISMO ECOLOGICO
En uno ele los folletos más antiguos, titulado «La bomba po­
blacional», citado por I-IA.NsEN (25, pág. 8), vemos que:
Cientos de millones de personas pasan h,ambre en el
mundo. En su desesperación cada vez se hacen más sus­
ceptibles a la propaganda comunista...; los contribuyentes
{!orteamericanos no pueden alimentar al mundo... La bom·
ba poblacional amenaza con una explosión tan peligrosa
COI1;O la de la bomba de hidrógeno. No debemos perder
tiempo. El peligro se hace mayor cada día. Nuestra forma
de vida, incluso nuestra propia existencia y la de nuestros
hijos, está en juego.
En 1952, JOHN D. ROCKEFELLER II instituyó y presidió el
Consejo de la Población, y poco después las fundaciones Ford,
Carnegie, Commonwealth and Community, Mott y Mellons
contribuyeron sustancialmente a los fondos de este Consejo.
En 1957, un comité ad hoc del Consejo de la Población y de
las fundaciones Rockefeller, Conse.rvation (fundada por LAW·
RENCE ROCKFFELLER) y la de Planificación de la Paternidad
publicó Población: dilema in.ternaciol'1al, obra en la que se
consideraba que el crecimiento de la población constituía
una grave amenaza a la estabilidad política. En 1959, en una
memoria dirigida al presidente DWIGHT EISENH OWER por el
Comité para el Estudio del Programa Militar de Ayuda, el
general WILLIAM H. DRAPER II solicitó del presidente la in­
clusión de planes nacionales de población e investigación
adicional sobre el control del tamaño poblacional en la legis·
lación referente a ayuda al desarrollo. EISENH OWER no acep-'
t6 la proposición y el banquero DRAPER decidió encabezar la
Campaña de Emergencia Poblacional Nlundial de Planifica­
ción ele la Pat'erniclad. Junto con los ROCKEFELLER, los FORD
y otros, DRAPER continuó apremiando para la consecución de
un compromiso sólido gubernamentoJ en la adopción de me·
elidas de control poblacional. El Día ele la Tierra de 1970, el
problema del «exceso de población» estaba ya firmemente
arr:iti.gado en la mente del público como principal causa de
ñüestra :crisis 'energética actual, y todavía hoy (1976), en un
anuncio' a toda plana en el Smithsol1ian Magazine de la fun­
dación Ambient:tI , firmado, entre otros, por P.H,lL E HRLICH
(biólogo de la Universidad de Stanford), GARRETT HARDIN
(biólogo de la Uni"ersidad de California), C. W. COOK (presi·
223222 LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE
dente de General Foods Corporation), W. G. P HILLIPS (pre­
sidente de International Multifood Corporation) y J. PAUL
GETTY, se nos dice que «nos embaucan quienes afirman que
existe una seria escasez de alimentos ... el problema está en
que hay demasiada gente» (26).
, ¿Por qué los grupos de consumidores, los sindicatos y la
cIase trabajadora no se hicieron oír duranté el periodo en
que se fraguó el concepto de crisis poblacionaI? ¿Por qué
fueron los ricos, los industriales y la clase dirigente norteame­
ricanél los que tomaron l80s riendas?
Podemos comenzar a entender las razones que hubo para
ello examinando el desarrollo del capitalismo internacional
en aquellos años. Los movimientos sindicales de los años
treinta obtuvieron imp'ortantesqanancias económicas, lo cual
produjo un aumento del coste del trabajo. La inflación mano,
tuvo altos los beneficios. pero no tanto como lo hubieran
sido de seguir siendo barata la mano de obra. Las naciones
extranjeras, además de ser los principales suministradores
de materias primas. ofrecían una mano de obra abundante,
barata y no sindicada. Muchas 'empresas industriales trasla­
daron al extran jera gran p~rte de aquellas de sus operacio­
nes que requerían de trabajo intensivo, lo cual originó cam­
bios sustanciales en las pclUtas demográficas de muchos paí­
ses extraníeros. De especiéd importancia fue la aparición,
prácticamente instantánea, de un proletariado urbano consi­
derable. consecuencia de la emifrraciólJ del campo a la ciudad.
Tal emigración fue beneficiosa para los ne~ocios, puesto que,
como cualquier otro tipo de crecimiento poblacional, man­
tenía ba ios los salarios.
Desde la mitad hasta el finél de Jos años cuarenta se des­
arrollaron. tanto en nuestro país como en otros, los concep­
to's de administración y me"canización científicas (27). El uso
adecuado de los traba iadores mediante métodos de eficiencia
temporal v la sustitución de una parte considerable de la
mano de obra por máquinas. resultó en un gran número de
parados en las áreas urbanas extran ieras de imporfancÍa.
Una cosa es disponer de una reserva de manq de o1:ira indus­
trial y otra es la existencia de masa,~ de obreros parados sin
perspectivas tangibles de trabaio futuro. Al mismo tiempo.
que el exceso de población del Tercer Mundo había creado
masas laborales baratas e-n los añ05 treinta y los primeros
DETERMINISMO ECOLOGICO
cuarenta, la mayor parte ele la actual expanslOn industrial
lleva consigo un gran desarrollo intensivo del capital, y el
exceso ele población que en un principio había servido de
reserva de mano de obra industrial se considera ahora como
una amenaza potencial. ¿Qué har~n estas masas de parados?,
¿Se encolerizarán o, se frustrarán? Como dijo en 1958 F. Os­
BORN, presidente del comité ad hoc del Consejo de la Pobla­
ción, «, .. a menos que se pueda reducir el número pe na~
cimientos en las próximas décadas, serán inútiles las espe­
ranzas de alcanzar mejores condiciones de vida por parte de
naciones grandes pero subdesarrolladas ... Un fracaso trá­
gico en la consecución de los niveles de vida más elevados
posibles sólo puede resultar en desilusión, confusión' y en el
pdi~ro de recurrir a medidas desesperadas» (28, pág. 95)~
¿Qujén es· exactamente' el que teme estas «medidas desespe.
radas»? Si a las masas de parados del Tercer Mundo pudiera
persuadírselns de que su problema es que son demasiada
¡?ente, en vez de que los causantes del conflicto son los ne­
gociantes extranjeros, quizás no lleguen a tomar esas «medi­
das desesperadas».
UTILIZANDO LA BOMBA DE POBLACION
Si los problemas ecológicos existentes son, de hecho, lo su­
ficientemente graves como para atentar contra nuestras pro­
pias vidas, y si slempre'existen cáusas estructurales que ha­
cen que estos problemas sean insolubles, parece que de ello
se sigue el que la estructura deba cambiarse. En los prime~
ros años sesenta parecía que estábamos en puertas de un'
despertar general a este estado de conciencia. Las revelacio,
nes sucesivas de los atentados perpetrados contra el medio
ambiente hicieron que el pueblo comenzara a percibir las
realidades ecológicas, lo cual podría haber sido seguido Jnc
mediatamente por un creciente conocimiento de la natura­
leza esencialmente política de b crisis ambiental. Sin em­
bargo, ¡la ciencia ganó la batalla una vez más!; no hay nada
que sea estructuralmente malo: lo que pasa es que hay de­
masiada gente, Los latinoamericanos no mllleren de ham'bre
- ------- ---
225
'224' LA CRISIS DEL MEDIO AMB IENTE
porque, 'nuestro café y nuestros plátanos se cultiven en sus
huertos, sino porque son demasiados, La corrompida atmós­
fera de Gary (Indiana) no es tal como consecuencia de los
beneficios obtenidos por la industria del acero, sino el resul­
,tado de la demanda de acero por parte de demasiada gente.
Cada uno de los problemas ecológicos puede ligarse al exce­
,so (:le población.
Una, vez más, las contradicciones que iban' apareciendo y
desafiando la naturaleza fundamental del sistema sociopolí­
·tico fueron diluidas por los científicos. A la luz de la ·disci­
plina denominada ecología se ha demostrado que los proble­
mas están «determinados biológicamente», y para esto se
ofrecieron los razonamientos científicos necesarios. Al igual
· que el papel de la mujer es el que es por razones hormonales,
y los 'negros son pobres por culpa de sus genes, la crisis
· ecológica existe porque normalmente las poblaciones crecen
·de forma exponencial. La crisis ecológica está tan determina­
.da biológicamente como la función de los sexos y de las
clases económicas, y por ello tanto unos como otros están
libres de conteflido político. Como dijo PAUL COLINVAUX en
las consideraciones finales de la conferencia inaugural del
Instituto de Ec¡;ología (TIE): «Hay algo que aún podemos
"decir como ecó"logos ... esto es, cuál es la verdadera causa
ecológica de la existencia de esas grandes poblaciones. Esto
ha ocurrido así porque nuestra especie aún conserva la estra­
· tegia reproductiva darwinista de sus primitivos antepasados))
,(29, pág. 12).
A,pe'sar de todo, la ideología del exceso de población se
,está volviendo contra la clase dirigente norteamericana. Mien­
· tras que el primitivo concepto de triage y su sucesor, la ética
del bote salvavidas, parecían ser la consecuencia lógica del
pensamiento original de los propagandistas de los problemas
.poblacionales, la nueva clase liberal está cambiando y mor­
diendo la mano que le dio de comer y, al mismo tiempo que
aceptan que el exceso de -poblaciórf es Un problema real, pi­
den reformas que se asemejan en mucho a las peticiones de
los revolucionarios del Tercer Mundo.
Parece, pues, que tenemos dos líneas populares en las que
se desarrolla el movimiento ecológico. La primera es la del
bote salvavidas, la cual, llevada a sus conclusiones lógicas,
. puede describirse como fascista. La segunda es la liberal, en
DETERMINISMO ECOLOGICO
mayor o menor grado, y en ella se sugiere que la población
puede ser controlaca de forma real por medio de reformas
sociales, entre las que debería incluirse un ataque directo a
los propios problemas ecológicos .utilizando las instituciones
existentes. Debemos alimentar al hambriento, limpiar la po­
lución, desarrollar explotaciones de recursos naturales cuya
producción pueda mantenerse y asegurar la justicia social.
Todo lo que es necesario hac¡;:r es .invertir en estos proyectos
tanto como se gastó en enviar un hombre a la Luna, y así po­
dremos eludir nuestro problema ecológico. Pero mantengámo­
nos alerta; la hora de la destrucción se acerca; ¡debemos ac­
tuar deprisa! 

Esta es la erudición convencional que nos llega desde el 

estrato académico de la ecología (muy pocos aceptan la lí­

nea fascista abiertamente). ¿Cuál ha sido la respuesta a estas 

llamadas de acción rápida de emergencia? ¿Es que ha habido 

una avalancha de legislación efecti'va para limpiar el aire, 

para redistribuir la riqueza, para detener la explotación del'
Tercer Mundo? De hecho, alguna ley ha aparecido, pero en
el momento e.n que quiera hé!cerse cumplir nos enfrentare­
mos a la primera ley de la ecología y del capitalismo; debe­
rnos escoger entre un medio ambiente puro o una economía
próspera, entre morir envenenados o hambrientos.
En resumen, la respuesta a las pretensiones liberales de
a}:GÍón rápida de emergencia no ha sido la promulgación de
leyes efectiva~; de hecho, parece que la puesta en vigor de
tales le¡yes es imposible en el actual sistema. Pero ha habido
una-respuesta.
EL tWEVO DETERMIN1SMO ECOI..OGICO
Uno de los resultados bá"sicos y universalmente aceptados
tras generaciones de investigación ecológica es que los siste­
mas ecológicos son extremadamente complejos, todo en ellos
está interrel~cionado. Dos de los estudios más populares e
importantes sobre problemas ecológicos globales se han hecho
eco de este tema. El primero, patrocinado por el Club de
Roma y publicado con el título de Los Límites del Crecimiel1­
22722(, LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE
lo (30), pUSO de manifiesto lo intrincado del sistema que nos
está llevando a la absoluta ruina. En esta obra se pide <da
crcz,ción ele un foro mundial en el que estadistas, administra­
dores y científicos puedan discutir los peligro's y esperanzas
q112 encierra en si el sistema global del futuro, sin las restric­
ciones que conllevan las negociaciones formales interguber­
"mm1entales» (30, pág. Xl). El segundo, apadrinado también
por el Club de Roma y publicado con el título de La Huma­
nielad en el Punto de Retomo (31), subrayaba también la
complejidad del sistema, solicitando un plan global para el
desarrollo de una organización internacional «práctica»:
«... ya están proyectadas un cierto número de reuniones, a
las que asistir;:n personajes públicos, dirigentes políticos de
dis tintas partes del mundo .. . (pareJ. estudiar el) desarrollo
de una organización internacional práctica... » (31, pág. XI).
Los que asisten a esas rCLmiones proceden en su mayoría
de los Estados Unidos, Europa Occidental y Japón ,"o
¿Cómo se comportará este «foro mundial»? ¿ Cómo se
constituirá esa «organización internacional práctica»? Los
científicos que descubrieron la tremenda complicación del
ecosistema mundial solicitan ahora un «foro mundial» o una
«organización internacional». ¿Quién puede operar eficazmen­
te él tan enorme escala? ¿ Qué grupo estaría lo suficientemen­
te bien organizado para comenzar por sí solo tan vasta ta­
rea? H ay un grupo de personas que parecen creer que poseen
la respuesta; C.4RL H. MADDEN, principal economista de la
C:ín1uél ele Comercio de los Estados Unidos, decía en 1973
(33, pág. 84):
El Cl'ecimiento explosivo... de las empresas multinacio­
nales privadas es probablemente el paso individual más im­
portante que se ha dado para desarrollar los medios tec­
nológicos suficientes 'para la población mundial... La em­
presa multinacional. .. promete el más eficiente uso de los
recursos mundiaIes.
HERBERT C. KNORTZ, vicepresidente administrativo de ITT,
decía en 1974 (34, pág. 535):
~, Véase una excelente recenSlOn de estos dos libros por
JI-llRAD, LOVE y STRIGINI (32).
DETERMiNISMO ECOLOGICO
La empresa multinacional constituye ~lma de las pocas
instituciones a las que en efecto interesa la utilización en­
ciente de los recursos naturales... En el caso ele las mayo­
res multinacionales, la eficacia operativ,;¡ y las relaciones
cooperativas han sido llevadas 8 tal extremo ele diciencia
a través de décadas de experiencia... Las multinacionales re­
presentan la mejor esperanza actual de progreso' ele una.
comunidad económica mundial que producirá «mucho para
muchos», mayores beneficios para los pueblos de toclos los
países.
Finalmente, como declaración de culpabilidad o il'ltento
profético, h.1tlES S. KEMPER, Jr., presidente de las Compaí'iías
de Seguros Kempcr, deCÍa en 1973 (35, pág. 248):
Los empresarios industriales cobran más que. cualquier
otro gnilJO de nuest¡:a ;sociedad; N,uestras ganan~bs y pri­
vilegios son mayores'. Tenemos satisfacciones fundamenta­
les en el desarrollo de nuestro trabajo. En un sentido
verdaderamente real, administramos el futuro del 'mundo,
tan allá como más lejos pueda alcanzar la vista.
RICr-r ARD BARNET Y RONALD MULLER, en su reciente libro
Dominio Mllndial, documentan el crecimiento increiblemente
rápido de las empresas multinacionales. Al tratar de la con­
vocatoria ecológica en, favor de una administración y p1anifi­
caéÍón región~les, ponen de manifiesto el crecimiento d'e las
empresas de ámbito mundial: <dos únicos planificadores glo­
bales del mundo mantienen que sólo aquellas grandes orga­
nizaciones son capaces de proyectar a escala mundial para
resolver los colosales problemas con que hoy se enfrenta la
humanidad». A continuación, y sei1alanclo 10 que debe ser casi
obvio para cualquiera que haya pensado en el asunto, dice:
«... la evidencia señala apremiante y descorazonadorarnente
que el tipo de planteamiento que hasta aquí ha producido un
notable crecim.iento empresarial, produce al mismo tiempo
una forma de crecimiento social incorrecta. La disparidad
entre lo que el hombre moderno necesita y la moderna em­
presa produce, parece ir en aumento» (36, pág. 359).
Tiene cierta ,ironía el·que los -causantes de la enfermedad
insistan en que si la padecemos durante algo más de tiempo,
desaparecerán los síntomas. Desde los incipientes principios
228
229
LA 	CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE
del capitalismo competitivo, pasando por la evolución del
capitalismo monopolista y su ramificación internacional, has­
ta el' dominio global de la empresa multinacional, las diversas
tormas del llamado sistema de empresa libre han saqueado
este planeta y constituyen los principales agentes portadores
.de la crisis ecológica que es hoy '·deJ dominio público. A pesar
de toder, desean que estlmulemos· su ulterior·· desarrollo. Se
está fraguando una nueva disculpa; la ciencia de la ecología
nos indica que debemos planificar a escala mundial, y los
únicos con verdadera experiencia de éxito en planificar a tal
escala son los administrativos de las multinacionales, etc., etc,
LbS 	científicos y los técnicos, en sus esfuerzos de «objefi­
·vidad» tristemente ingenuos realizados en el ejercicio de su
ciencia «imparcial », con frecuencia nos han alistado a nuestro
pesar como reclutas que inconscientemente sirven a la causa
misma de los problemas que desean resolver. Los ecólogos,
a mi' manera de ver las cosas, constituyen el ejemplo más
evidente de tal adscripción, En un verdadero deseo apasio­
nado de salvar ~l mundo del desastre ecológico, a veces han
sacrificado el análisis completo de causas y efectos al prag­
matismo del « q~é podemos hacer aquí y ahora». Si no pode­
·rnos alentar la esperanza de llegar a controlar al monstruo
de las Marcas Comerciales Unidas, puede que digamos a los
latinoamericanos que tengan menos hijos. Si creemos que la
.planificación regional es necesaria, dejemos que las empresas
mundiales lo hagan, puesto que nadie más lo podrá hacer en
.el futuro próximo.
Es evidente que este tipo de entrega no contribuirá a re­
·solver el problema, sino que sólo conseguirá agravarlo. Lo
que necesitamos es enfrentarnos con el problema desde sus
.inicios. Debemos eliminar un sistema que, fundamentalmen­
te, pone los beneficios por encima de la ecología y que con­
tinúa esclavizando a la hUfnanidad. y a la Naturaleza.
Todo empezó con una simple idea. Hace mucho tiempo que
alguien se dio cuenta de que era posible robar porciones de
la productividad del prójimo. Esta pequefía innovación tuvo
sobre el desarrollo de la cultura humana una influencia qui­
zás mayor que la de la palanca, la rueda, la máquina de va­
.por o cualquier otro avance tecnológico. Con la ejecución de
'esta· idea cambiaron las relaciones fundamentales entre los
seres humanos y entre éstos y la Naturaleza; el cambio ge-
DETERMIfIISMO ECOLOGICO
neró un proceso evolutivo que parece estar hoy llegando a su
culminación.
Sí, estamos en una situación crítica, Las soluciones fascis­
tas son erróneas, tanto desde el punto de vista humanístico
como del ecológico, Las soluciones liberales no pueden alcan­
zarse en nuestro sistema socioeconómico actual. Está claro
que la solución de los problemas del medio ambiente requie­
re de un tipo de política radicalmente diferente,
REFERENCIAS BlBLlOGRAFICAS
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DETERMINISMO ECOLOGICO
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36. 	 BARNET, R. J., Y MULLER, R. E.: Global ~ reach, Nueva York,
Simon and Schuster, 1974.

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La crisis del medio ambiente: biology as a weapon

  • 1. Capitulo 5: La Crisis del medio ambiente. The Ann Arbor Science for the People. Biology as Social Weapon. Traducción de C. López-Fanjul de Arguelles, Madrid: Editorial Alhambra, 1982. p. 201-231.
  • 2. 5200 AGRESION ~ Health Assembly and to the United Nations, Ginebra, World Health Organization, 1974. 7. TURNER, J. S.: The chemical feast, Nueva York, Grossman, 1970. 8.. U. S. National Institutes of Health: Atlas of cancer 7110rtality . for U: S. citizens: 1950-1969, U. S. Department of Health, Education, and Welfare, publicación núm. NIH 75-780, Wa­ shington, D.C., U. S. Government Printing Office, 1975. 9. FUCHS, V. R.: Who shall live: Health economics and social choice, Nueva York, Basic Books, 1974. 10. National Center for Health Statistics: Vital and heallh sta­ tislics, serie 7, núm. 2, Washington, D.C., U. S. Department of Health, Education, and Welfare, 1974. 11. RIBICOFF, A.: The American medical machtne, Nueva York, Saturday Review Press, 1973. 12. WILLIAlv!S, L. P.: HOlv fO avoid unnecessary surgery, Nueva York, Paperback Library, 1972. 13. COMMONER, B.: «How poverty breeds overpopulation (and not the other way around), Rampar/s, 13: 21-25, 58-59, 1975. ·LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE Los últimos años de la década de los sesenta fueron tes­ tigos de la aparición del movimiento ecológico como fuerza política de consideración. El reconocimiento de la existencia de una polución creciente, del derroche de los recursos y del empeoramiento de la calidad de vida hizo que las personas reclamaran un nuevo tipo de relación con la Naturaleza..Uno de los catalizadores de este movimiento de opinión fue la obra de PAUL E HRLICE titulada La Explosión de la Pobla­ ción (1). EHRLICH. mantiene que la causa fundamental de la crisis actual del medio ambiente' es el aumento de la pobla­ ción mundial, y pide un esfuerzo general para -reducir las tasas de crecimiento, bien voluntariamente, si ello fuera po­ sible, u obligatoriamente, si se considerara necesario. GARRETT HARDIN ha ampliado esta filosofía al sugerir que .no deberjamos suministrar alimentos a aquellos países que continúen manteniendo tasas ele nacimiento elevadas, con1 objeto de inclinarlos a limitar su capacidad reproductiva (2). HARDIN sostiene que debemos concebir al mundo como un ¡ li bote salvavidas cuya capacidad no es suficiente para todos los náufragos, de manera que algunos de ellos deben ahogar­ se para que otros se salven. Estas consideraciones sobre la destrucción del medio am­ biente, como resultado del comportamiento reproductivo hu­ mano y del consiguiente crecimiento exponencial de las po­ blaciones, gozan de gran aceptación en nuestra sociedad ac­ tual, y han sido consolidadas por los resultados de los modelos de computador analizados en Los Límites al Creci­ miento, obra en la que el mundo se concibe como un gran sistema cuyo funcionamiento es susceptible de representación matemática (3). El modelo de Los Límites al Crecimiento BIOLOGIA. 14 201
  • 3. 202 LA CRISIS DEL MEDIO AM81ENTE . predecía la catástrofe universal a menos de que se restrin­ giera estrictamente el crecimiento, sugiriendo la necesidad de una planificación a escala mundial para la salvac.ión de nuestro planeta. Todos estos enfoques consideran que el problema básico es el del crecimiento y desarrollo de las poblaciones huma­ nas en una Tierra finita, argumentando que, en último tér­ mino, la especie humana debe ser limitada mediante fuerzas idénticas a las que controlan a las especies animales. De la misma manera que observarnos, en condiciones naturales, a las especies animales competir por unos recursos escasos, también nosotros estarnos destinados a sufrir crisis más y más agudas a medida que la· población crece y los recur­ sos disminuyen. La analogía entre poblaciones humanas y animales es c<;Hpún y subyacente a una gran parte de las con­ sideraciones sobre el medio ambiente, y por ello una porción considerable de nuestra opinión sobre los problemas sociales, tales como pueden serlo el hambre o la polución, proviene de nuestra forma de concebir la Naturaleza. '. REFERENCIAS BIBLlOGRAFICAS 1. EHRLiCH, P.: The populatioil bomb, Nueva York, Ballantine Books, 1968. . 2. HiRDIN, G.: «Living on a llfeboat», BioSciéllce, 24: 561-568, 1974. 3. MEADOWS, D. H.; MEADOWS, D. L.; RANDERS, J., y BEHRENS, W. W.: The limits to growth, Nueva York, Universe Books, 1972. DETERMINISMO ECOLOGICO JOHN VANDERMEER La crisis deJ medio, qmbiente_ ha venido fraguándose desde los años sesenta, y este proceso de maduración parece haber tornado la crisis en paradoja, de tal manera que las crisis ecológicas pueden denominarse, cada vez con mayor propie­ dad, paradojas ecológicas. Por ejemplo, en la orilla norte del lago Superior, la Re- ' serve Mining Company proporciona trabajo a varios millares de personas, aunque al mismo tiempo vierte al lago residuos de taconita contaminados con fibras del tipo de las de!' amian­ to, lo cual implica un envenenamiento potencial de los sumi­ nistros de agua al área circundante. Según los representantes de la compañía, la supresión elel vertido haría imposible el funcionamiento de la empresa en términos económicos, y,. en buena lógica empresarial, la compañía de~ería abandonar en­ tonces su base actual, ocasionando así la pérdida de varios millares de pucstos de trabajo (1). • Por citar un ejemplo más, WILLIAl1 T. RUSTON, presidente de la Watson Industrial Properties, decía en 1974, ~n un dis­ curso pronunciado en la Asociación de Planificadores Em­ presariales del Sur de California (2, pág. 274): Uno de los hechos de la vida que me motiva en cuanto presidente de la Cámara de Comercio de Los Angeles es la necesidad que tiene el área de los cinco condados de Los Angeles de crear anualmente setenta y cinco mil puestos de trabajo, solamente para responder a la demanda de la clase trabajadora actual, sin tener en cuenta a los inmigrantes; y si fallamos en esto, las consecuencias sociales y económicas serían"graves. Si toda la legislación vigente sobre el medio ambiente se aplicara fal y como e'stá concebida; se perderían unos ochocientos mil puestos de trabajo en esta zona. 203
  • 4. 204 205 LA CRISIS DEL MEDIO AMBIEIlTE Este enfoque se repite una y otra vez; por una parte, el ambientalista dice que debemos cesar depolucionar, mien­ tras -que el industrial, por la suya, mantiene que si esto se llevara acabo significaría la bancarrota; lo triste es que am­ bos parecen tener razón. . Entrar aquí en detalles sobre la magnitud de nuestros actuales problemas ecológicos sería superfluo; tales proble­ m~s están siendo plenamente analizados en la prensa y su progresión diaria puede observarse en las noticias de cada tarde. Nadie negaría que cada una de las ciudades importan­ tes de los Estados Unidos sufren de seria polución atmosfé­ rica, que muchos de los principales ríos están contaminados y que la mayoría de la población mundial está insuficiente­ mente alimentada; es evidente que nuestros problemas ecoló­ gicos son muy serios. .Sin embargo, también percibimos los inquietantes conflic­ tos que acompañan a todas y cada una de las «crisis ecológi­ cas». En muchas ciudades importantes, la polución atmosfé­ rica alcanza cotas peligrosas, pero la industria automovilís­ ticacaciquea para retrasar la aplicación de la legislación referente a controles de emisión. La gente muere de hambre en Latinoarnérica al mismo tiempo que el secretario de Agri­ cultura subraya que los alimentos son parte de -nuestro «pa­ quetede negociación» (3, pág. 279). Parece inherebte a todo problema ecológico el ir acompañado de un algo estructural que lo convierte en insoluble, al menos a corto plazo. Es, en "verdad, Ullá situación irónica el que libertad signifique, para la mujer y el hombre medios, libertad de escoger entre la ruina ecológica o la económica, entre la muerte por envene­ namiento o por hambre. El pueblo querrá entender la causa de" esta c'ontradicción que tan directamente afecta a sus vidas. Sin embargo, en el momento en que se hizo evidente la na­ turaleza paradójica de la érisis ambíental, ya e$,tabá sólida­ "me"nte iricrustada en la conciencia ptiblica una posible causa de esa fundamental contradicción; el problema básico se con­ cebía en términos de de111.asiada gente. Si no hubiera tanta gente en Latinoamérica, los latinoamericanos tendrían sufi­ cientes alimentos; si no hubiera tanta gente en los Estados Unidos, no habría ese monstruoso número de automóviles. Cada problema ecológico y ambiental podría ligarse virtual­ mente, y de hecho lo fue, al espectro de demasiada gente. DETERMINISMO ECOLOGICO . "A medida .que el «problema poblacional» fue ocupando el lugar central del movimiento ecológico, se fueron ocultan­ do bajó el tapete un gran número de importantes factores. . Muchos ele éstos están comenzando a reaparecer, pero, en la opinión de muchos, el problemé1. poblacional es aún un factor causal importante en la generación de paradojas eco­ lógicas del tipo de las citadas a.nter.iormene: A partir de la aparente aceptación universal de los argu­ mentos simplistas del tipo «bomba poblacional», ocurrida en los últimos años sesenta, párece que han aparecido dos aná­ lisis algo más complejos, que denominaré análisis reacciona­ rio y análisis liberal. El ANALISIS REACCIONARIO Esta línea de pensamiento tiene probablemente su origen más próximo en el libro de los PADDOCK titulado Hambre­ 1975 (4), en el que se sugiere la aplicación a países del siste­ ma de triage, por el que se rigen las decisiones sanitarias en el frente de batalla. En el sistema de triage se· considera que los heridos de guerra pertenecen a tres categorías diferentes: los que sobrevivirían con o sin atención médica, los que es probable que mueran incluso con atención médica y los que es probable que sobrevivan solamente si se les presta aten­ ción médica; los recursos se concentran en la salvación de aquellos que per1enecen a la última categoría citada. Siguien­ do este símil, los PADDOCK sugieren que la ayuda alimenticia debe süminis~rarse únicamente a aquellos países que presen­ ten ciertas posibilidades de poder solucionar el «vaCÍo ali­ mentos-personas». En estos planes se negaría ayuda' a aque­ llos otros países considerados como «casos perdidos» por la magnitud de su explosión demográfica. Este concepto nos conduce de manera natural a la posi­ ción recientemente adont:oda, v m25 cuidadosamente elabo­ rada, por GARRETT HARDIi!. El an:ílisis de HARDIN es, de hecho, más complejo y siniestro de lo que Zldmiten muchos de sus detractores. y s~ desarrolla :o ]0 lZlrgo ele dos líneas relacio­ nadas. l.a primera de ellas es la de la ética del hote salva­
  • 5. 206 207LA CRISIS DEL MEDIO AMBIE~HE vidas, que HARDIN ha expuesto en BioScience (5, pág. 561) como sigue: Cada naClOn rica equivale, metafóricamente hablando, a un bote salvavidas tripulado por gentes relativamente. aco­ modadas, mientras que los pobres del mundo se encuentran embarcados en otras lmichas mucho más abarrotadas. Por así decirlo, los pobres caen continuamente de sus embar· caciones al agua y, durante un cierto tiempo, nadan en la esperé'nza de ser salvados por un bote rico y de beneficiarse así de los «bienes» que este último transporta a bordo. ¿Qué deben hacer los pasajeros de una embarcación rica?; éste es el problema central de ,da ética del bote salvavidas». La segunda teoría es la de lo~ guardianes de la civilización (6, pág. 1297): Es impróbable que lá civilización y la dignidad humana sobrevivan en cualquier parte, pero es mejor que esto ocu­ rra en alguna en vez de que desaparezcan de todas. Las minorías afortlmadas deben actuar como depositarios de una civilización amenazada por las buenas intenciones de los ignorantes. ­ Este doble análisis se apoya en tres SUpOSICIOnes implí­ citas: la primera consiste en que la población mundial, por su excesiva magnitud, está abocada él. una situación de recur­ sos escasos; la segunda reside en que la distribución de re­ cursos en embarcaciones ricas y pobres es inevitable; la ter­ cera mantiene que .las clases privilegiadas son necesarias para poder legar una vida mejor (o como mínimo aceptable) a las generaciones futuras. El conjunto formado por el análisis de HARDIN (el modelo del bote salvavidas unido a la teoría de los depositarios de ia civilización) y sus tres supuestos (el aumento de la pobla­ ción ocasiona escasez, la estructura de clases es inevitable y deseable) conduce a la conclusión de que es nuestro deber moral para con las generaciones venideras el negar recursos a aquellos CJue en la actualidad no tienen lo suficiente para sobrevivir; si no lo hacemos así, seguirán produciendo niños y, por tanto, harán aún más desesperada una situación ya crítica. En palabras del N atioila[ Observer, la consecuencia de la ética del bote salvavidas propuesta por HARDIN es «de- DETERMINIS/v',O ECOLOGICO jémoslos morir de hambre», entendiendo por «ellos» a los que no son depositarios de la civilización (7). En otra publi­ cación he razonado cómo el modelo de HARDIN es incorrecto en su totalidad (8). Mediante una cita marginal señalaré que estos análisis no son en manera alguna novedosos. Así, por ejemplo, escribía un eminente ecólogo en 1925: (Tenemos) un incremento anllal de población cercano a las novecientas mil almas, y las dificultades para alimentar a esta legión de nuevos ciudadanos deberá crecer de año en ,l10, hasta que finalmente acabe en la catástrofe, a menos que se encuentren medios y modos de prevenir a tiempo los peligros del hambre y la- miseria. y en la misma obra: La productividad del suelo sólo puede incrementarse dentro de ciertos límites definidos y hasta un cierto punto. Sin embargo, las necesidades de la vida crecen con mayor rapidez que el tamaño de las poblaciones... Es, por consi­ guiente, ilusorio esperar que un aumento de la prodücción pueda suministrar la base del crecimiento de la' población. Continúa diciendo que: En lugar de expansionarse geográfiQlamente, en vez de exportar hombres, la raza blanca ha exportado mercancías, construyendo así un sistema económico mundial cuya ca· racterística es que en Europa, v últimtlmente también en América, se encuentra un nivel de producción que es gigan­ tesco a escala mundial, mientras que el resto dd mundo suministra amplios mercados y fuentes de materia prima: La raza blanca puede... solamente mantener su posición en tanto que se mantengan las diferencias en el nivel de vida entre las distintas partes del mundo. Varias nacionés han tomado medidas para salvaguardar esta posición de predo· minio en relación con sus capacidades innatas. Finalmente: Todo lo que hoy admiramos en la Tierra -ciencia y arte, tecnología e invenCÍón- es exclusivamente el' .producto creaclor de unos pocos"pueblos' (quienes) quizás 'desciendan
  • 6. 208 209LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE .originalmente de una sola raza. De ellos depende la exis­ tencia de toda esa wltura; si perecen, sepultarán con ellos ·.la belleza de este mundo. La obra citada es Mein Kampf, y el ecólogo, ADOLFO HITLER (9, pág. 61; 10, págs. 121 y 155; 9, pág. 25). . El que las opiniones de HARDIN y HITLER parezcan tan afi­ nes merece una considerab!e reflex¡~n. Si·l<l; escasez es con­ secuencia del exceso de población y ésta debe estar inevita­ blemente dividida entre ricos y pobres, siendo tal estructura de clases deseable, ¿qué debemos concluir? ¿No tendría sen­ tido el que contuviéramos el aumento de la población o qui­ zás incluso disminuir el tamaño de la actual? ¿A qué fracción de la población debería afectar más tal restricción? ¿A aque­ llos sin capacidad o deseo de conservar la civilización y la dignidad humana? ¿Quiénes son éstos? ¿Por qué son así? Ver­ daderamente podría argumentarse que la diferencia de prin­ cipio entre HARDIN y HITLER reside en que este último llevó sus razonamientos a sus conclusiones lógicas, mientras que HARDIN se queda corto. No es necesario, sin embargo, que nos preocupemos por la repugnancia moral implícita en esa ilrgumentación, pue'sto que el razonamiento es falso debido a que todas sus suposi­ ciones básicas son erróneas. Consideremos brevemente esas tres suposiciones. Defender que el «exceso de población» (o la tendencia a reproducirse en exceso) es una de las causas principales de la escasez evidencia una profunda ignorancia de elementales hechos 'políticos y económicos. El razonamiento suele seguir los pasos que fueron dados en un principio por TROMAS MALTR us.. Las poblaciones aumentan exponencialmente, mien­ tras que ·las cosas necesarias para ·la vida aumentan, si es que lo hacen, aritméticamente; por tanto, la población nece­ sariamente crecerá más aprisa que los medios de subsisten­ cia. Supongamos, por ejemplo, que una cierta población ha­ bita una isla de unas 40.000 hectáreas de superficie, y que la producción de la tierra es tal que para cubrir las necesidades de uI)a persona son necesarias 40 hectáreas. Debido al curso normal del desarrollo tecnológico, cada treinta años se nece­ sitan cuatro hectáreas menos por individuo. Por tanto, si em­ vezamos (digamos) en 1no, con 100 personas y unas nece­ ., DETERMINISMO ECOLOGICO sidades.·de 40 hectáreas por persona, las exigencias de todos ellos pueden ser atendidas con facilidad (lOO personas X . X 40 hectáreas = 4.000 hectáreas). Si la población se duplica cada treinta años, en el año 2000 tendremos 200 personas, cu­ yas necesidades pueden cubrirse con 36 hectáreas por perso­ na (40-4), y, por tanto, todas e11as pueden' acomodarse sin problemas (200 X 36 = 7.200 hectáreas). En el año 2030, el nú­ mero de personas será de 400, con un requisito de 32 hectá­ reas por persona (36 - 4), el cual puede todavía ser satisfecho sin dificultad (400 X 32 = 12.800 hectáreas). En el año 2060, la población será de 800 personas y sus necesidades se cubri­ rán con 28 hectáreas por persona (800 X 28 = 22.400 hectá­ reas). En el año 2090, las personas serán 1.600 y sus exigencias se satisfarán con 24 hectáreas por persona, lo cual implica un total de 38.400 hectáreas, próximo al desastre, puesto que nuestra isla tiene una superficie de 40.000 hectáreas. En el año 2120, la población será de 3.200 personas, con unas nece­ sidades de 20 hectáreas por persona, lo cual implica una su­ perficie global de 64.000 hectáreas, que es más de vez y me­ dia del área utilizable; por ello, con 3.200 personas y 40.000 hectáreas, cada persona dispondrá únicamente de 12,5 hectá­ . reas, miéntras que habíamos estipulado que se necesitaban 20 hectáreas. ¡Qué escasez! ¡Qué rápido ha sobrevenido! Este argumento, con detalles que difieren de unos a otros autores, constituye la base de las miríadas de formas que toma la argumentación sobre el exceso de población. Mien­ tras que la tasa de desarrollo tecnológico (tal como se ha utilizado más arriba en sentido restringido) no supere per­ manentemente a la tasa de crecimiento de la población (lo cual, mantiene!!, no es factible en un mundo finito ), el ex­ ceso de población conducirá inevitablemente a la escasez con certeza matemática. ¿Hasta qué punto se corresponde este abstracto análisis con la realidad? Consideremos, por ejemplo, el caso de Gua­ temala, cuya base económica ·es fundamentalmente agrícola [la mayor parte de los datos históricos citados aquí están tomados deTl1ELvILLE y MELVILLE (11)]. Durante los años cua­ renta, la superficie m edia de tierra disponible por campesino disminuyó lentamente, y muchos df~ ellos tuvieron que sub­ sistir con menos ele 40 áreas de terreno. En los primeros años ce b clécoda de los cinCl~enta se facilitó a los campesi­
  • 7. 210 LA CRI SIS DEL MEDIO AMBIEi'-ITE nos la aclq;" isici6n ele tierras, siendo r::ada vez menos los que (" ~íT_b::n c~, lig~1C1c: s ;: ~obrcvivir utiliz::Tldo fincas tan pequeí'ias' co.:"1'o bs (me habí,m labrado antes de 1950. En 195·1·, la tierra voh 'ió súbitamente a CSCélSCé1r otra vez, más incluso que en los afios ''l.teriores a 1950. Un neomalthu siano hubiera podido c(:'lcluir ((n p.:)iccz que el é1Llmento e!e población en los aJ.los cuarentn ()c8sionó UD8.. situación de relativa escasez de tie· H2 ~; que, a continuación, la' detención del crecimiento en los prim e' j'os ,1."10'0 cincuenta atenuó de cJ1guna manera el proble· m ~: : nie¡~lr2S que ¡ma e:zplCJsión rel,(;ntína del crecimiento de 1;-: rClhhci6n, R!ltnior a 195~ (o quiz8s la llegada a la mayoría ele ed2.cl de los individuos pertenecientes a una «explosi.ón» anteri nr), osasionó de nuevo una situación en la que los re· Cl1lY" " escasearon. Estudiando la historia de la población gua· temalteca se encuentra realmente un continuo aumento de la pobbción desde poco después de la: conquista espaí'iola, y semejante exam,en sl1pcTficial tiende é confirmar las preten· :"iones de los particlarios de las exp1osiones demográficas, si T'C en detalle, al menos en líneas generales. Como era de es· pcr:1r, ¡llOil población en crecimiento llegará sin remisión a . . un 1JlFltO en el que Jos recursos SC8.n escasos, y Guatemala poreceri" ser UD ejernp1.o notorio de ello, Sin embargó, -si nos desprendemos de nuestras anteojeras políticas y examinarnos p] C3S0 ,""{-,, de cerca, C'omel1zamos a contemplar una hi.sotia li g'?r~men te diferente. " c"'2nte los :!ños treinta y los prime· ros cuarenta, Guatemala fue ¡zobernada por el dictador UBI· CO, cuya an,ístacl con los ~ st8.c1os Unidos y sus empresas ca· m el-ci21es hicien;m posible (jl.1e 18. United Fruit Company, entre otréls, alcanzaran una firme .posición en el país. Las crecientes expectativas, provenientes en gnm medida de una burguesía en crecinüento, pro'v'ocaron la revolución de 1944. El izquierdista JUA N JOSÉ ARr~VALO fue elegido presidente, e inmediat8mente comenzó a promover una reforma agraria que pondría en manos de los campesinos una gran parte de las tierras no cultivadas pertenecientes a los grandes latifun· dist.o.s. Su sucesor, TACODO ARBENZ GUZMÁN, aceleró el progra· ma de reforma agraria y; durante los primeros años cincuen· ta, fuC'ron c~propj8das él.. los granees propietarios 603.615 hec· táreas y traspasadas él los c8mpesinos a continuación (lo cual se estima que solamente ascendía al 16,3 por 100 de los te· DETERMINISMO ECOLOGICO 2 Ji rrenos yermos que constituían las reserV8S de los grandes propietarios J.. En aquel tiempo pertenecían él.. la Unitecl Fruit Company más de 200.000 hectáre8s, que eran, en su mayor parte, terre· nos de reserva sin cultivar [por e.iemplo, « ... en la costa atlántica sólo tenían plantadas 1..600 hectáreas, poseyendo 35.000.de reserva. Incluso si se hubieran doblado las produc: ciones y sin necesidad de atenazar, sus resen'as hubieran sido suficientes para los próximos ciento diez aí'ios» (11. pá­ gina 82)]. Los años 1953 y 1954 fueron incómodos para la United Fruit Company; entre el 2 y el 5 de marzo ele 1953 les fueron expropiadas 84.923 hectáreas de sus posesiones en Escuintla; el 17 de octubre de 1953, otras 2.388 hectáreas en Suchitepequez sufrieron la misma suerte, seguidas el 25 de febrero de 1954 -por 44.986 hectáreas más en Isabal. En un año se le expropiaron 132.297 hectáreas, de las 200.000 que poseía. Era en aquella época secretario de Estado de los Estados' Unidos Jo HN FOSTER DULLES, quien declaró que «el gobierno. guatemalteco declara que su país no es una colonia esté'.do~ unidense, y verd8deramente estamos orgullosos de que Gua·. temala pueda procl8marlo así. Los Estados Unidos no. pre~ tenden coleccionar colonias; la cuestión clave es dilucidar' si Guatemala está sometida al colonialismo comunista» (11, pá· gina 96). El hecho de que el seí'ior DULLES fuera un importante socio del bufete jurídico Cromwell·Sullivan, abogados de la United Fruit Company, 110 tuvo, probable!jPente, nada qUé ver con su postura en el asunto. Es posible que incluso ig­ norara el que la compañía hubiera perdido 132.297 hectáreas de sus terrenos de reserva. Al igual que los ~emás secretarios de Estado, su único interés era combatir al comunismo, razón por la cual los Estados Unidos suministraron públicárnenú~ armas, en 1953 y 1954. a los gobiernos de Honduras y Nica~ . ragua y a los exiliados guatemaltecos residentes en varias naciones centroamericanas. Fi.nalmente, el 30 de junio de 1954, las fuerzas de ARMAS, abastecidas y adiestradas por el gobierno de los Estados Unidos y bajo la dirección de la Agencia Central de Información de los Estados Unidos ''<, de· rribaron el !2:obkrnn ele ekcciór' r~()pu.l2.r de ARBENZ. l:. pesar " CIA, (N. del T.)
  • 8. ------------- -------------------------- 213212 LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE de todo, la correlación entre el éxito aparente del programa ele reforma agraria y las pérdidas sufridas por la United Fruit Company es absolutamente espúrea: según el señor DULLES, el' golpe de estado guatemalteco (que en aquel momento negó que hubiese sido instigado por los Estados Unidos) fue l¡.nica­ mente una respuesta a los «agitadores comunistas .,. (que) dominaban la organización de la seguridad social y llevaron a cabo el programa de reform3. agraria» (11, pág. 97). Después elel golpe de 1954, las tierras expropiadas por el gobierno de ARBENZ fueron devueltas a los latifundistas y el progl~ama de reforma agraria fue, en esencia,' abandonado. Una vez más fueron los recursos escas'os (al menos para los cámpesinos) y los malthusianos pudieron volver a aducir el exceso de' población. Si el análisis expuesto es para los neomalthusianos dema­ siado político, exageradamente histórico o, de alguna manera, excesivo, volvamos al sencillQ modelo abstracto de la isla de las 40.000 hectóreas v sus 100 pobladores. Cualquier análisis realista no puede acabarse con la simple división de los re­ Cllrsos existentes (en m~e~.tro caso superficie de tierra) entre el número de personas, debiendo ~enerse en consideración el grado de concentración de estos recursos y los cambios que en tal concentración vienen dictados por el sistema polí­ tico y económico. Por ejemplo, en la exageradamente simple situación de la isla de las 40.000 bectáreas he propuesto que cada uno de los 100 pobladores poseía 40.000/100 = 400 hec­ táreas, superficie bastante superior a las 40 hectáreas nece­ sarias. Sin embargo, muy pocas pohlaciones se acercan, ni siquiera de formé.', aproximada, a una división uniforme de los ·recursos semejante a ésta. Si transponemos el ejemplo guate­ malteco .a nuestra isla de 40.000 hectáreas y 100 personas, nos encontraremos con que, siguiendo el censo de 1950, la concentración de ~a propiedad agraria llevaría consigo el que dos de las 100 personas tendrían cada una 14.400 hectáreas de las 40.000, diez~ personas poseerían cada una 540 hectáreas, tocándoles unas 65 bectáreas a cacla una de 1as 88 personas restantes. Treinta aúos después (de acuerdo con el ejemplo previo), babria cuatro personas con 7.220 hectáreas cada una, ,~einte con. 270 hectáreas cada VIla y 176 con 32 hectáreas cada una, ~xtef)sión menor que la necesaria de 36 hectáreas. Esto indica que, para el 88 por 100 de la población, la escasez DETERMI~/lSMO ECOLOGICO crítica de recursos ocurrirá con ciento veinte aflos de adelan­ to con respecto a lo supuesto en el primitivo sistema iguali­ tario. .~lientras que el sistema político y económico genere una distribución desigual de recursos, es evidente que incluso aquellas poblaciones que no crezcan sufrirán de una mani­ fiesta escasez antes de que los recursos sean estrechos. Pa­ recería por ello que la mengua yerdaderamente real de re­ cursos que normalmente padece la mayoría de la población mundial debiera analizarse en términos de algún problema imaginario de exceso de población. Existen, de hecho, nume­ rosas fuentés de evidencia que señalan la importancia capital de los factores distributivos en lo que respecta a las simples consideraciones del tamaño poblacional; por ejemplo, en lo que toca al consumo de energía y recursos, cada ciudadano de los Estados Unidos cuesta al mundo el equivalente de vein­ ticinco a quinientos hindúes (14). La· mayor parte de los re­ cursos mundiales son utilizados por naciones desarrolladas cuyas tasas de crecimiento poblacional son bajas [los Estados Unidos, con sólo el 5 por 100 de la población mundial, con­ sumen el 42 por 100 del aluminio mundial, el 28 por JOO' del hierro, el 63 por 100 del gas natural y el 33 por 100 del petró­ leo (15); más de un tercio de los sesenta millones de tonela­ das de pescado que se pescaron en 1967 fueron consumidas directamente por las naciones c1esarrolladas, y otro 45 por 100 lo fue de manera indirecta, en forma de harina de pescado utilizada como pienso; sólo ocbo millones de toneladas (14 por 100) fueron a parar a las naciones hambrientas (16)]. Las comparaciones entre países muestran, si acaso, la inexisten­ cia de correlación entre densidad ele población y hambre [la densidad de población de la India es 164 personas por kiló­ metro cuadrado, mientras que la de Gran Bretafla es 288; otras comparacion.es interesantes referentes al número de ba­ bitantes por kilómetro cuadrado son: México; 25 - Estados Unidos, 42; Bolivia, 4- - Alemania Occidental, 237; Etiopía, 20 ­ Bélgica, 316; Pakistán (incluido Bangladesh), 118 - Japón, 277; lvIoz~mbique, 9 - Holancla, 315 (17); queda así claro que la densidar¡ de población no es per se la causa de la escasez de recursos]. Los países cuya densidad de población es más alta tíenen generalmente niveles de vida superiores que los de aquellos -ottos cuya densidad es más baja; y pnrece indiscu­
  • 9. 21 4 LA CRISIS DEL MEDIO I-MBIENTE - - ----_._-----­ tibIe que, a la hora de generar escasez de recursos, la densidad ~lctual de población debe ser un factor mucho menos impor­ lj n te .que el grado de distribución de aquélLos. Como indica B.~ImY Co M:oí ONER, el control del crecimiento poblacional «es semejante a intentar salvar un barco que se hunde,· aligerán­ dolo de peso al ,m'ojar al agua a sus tripulantes. Uno se ve obligaclo ~ preguntarse si no hay algo radicalmente incoheren­ te en esto» OS, pág. 254; véanse también referencias 19 y 20). En lo que respecta a la suposición de que la desigualdad es inevitable, parece que los argumentos de HARDIN son dos: primero, que históricamente ha sido así; segundo, que inde­ penc1 i:o ntcl~:cntc ele lo que hagamos, unos pocos se llevarán b_ parte del león de la riqueza -si alguien que tiene mucho lo repl8, otro ocupará su puesto y nada habrá cambiado-o ~ :: ~' T' !¡ ::1 l0 !,is:órico es palmariamente fatuo y merece es­ casos comentarios. Es discutible al menos que tal constante .' histórica exista [podría aducirse que muchas sociedades pri­ mi tivas son igualitarias, C01110 ocurre con los bosquimanos kung, los pigmeos congoleños o incluso los aborígenes aus­ tralianos (véase el artículo «Sociobiología, un nuevo determi­ DiSiDO biológico», en esta misma obra)]. En último término, e incluso si siempre ha sido así, ello no condiciona el futuro en un sentido o cn otro. Sin e;llbargo, es curioso que el segundo argumento sea c::Jnecto, dentro ele sus propios límites de definición, aun cuando no constituya una llO"vedad en macla alguno. Siguien­ do a H.uWIN (5, pág. 562): 1-lay quien dic~ «me siento culpable ele mi buena suerte». L2 contestación es bien sencilla: cede tu lugar a otros. Tal altruismo podría aplacar los escrúpulos de aquellas perso­ nas adictas a sentirse culpables, pero no modificaría en nada la ética del bote salvavidas. La persona neces-itada a quien el acomplej3do de culpabilidad cede su pLaza, no ex­ perimentará a su vez tal repulsión con respecto a su re­ pentina fortuna (si lo hiciese no saltaría a bordo). El'-'résul­ t2do lleta ele la acción de las personas con remordimientos' al renunciar a su injusta posición es la eliminación de este tipo de desazón del bote salvavidas_ RRDIN parece querer recordarnos uno de los prinCIpIOS bSlsic:os de la teoría económica. En un sistema capitalista, la DETERMINISMO ECOLOGICO 2 15 riqueza y el poder tenderán a concentrarse en manos de una pequeña fraq:ión ele la población, yHARDIN simplemente rei­ tera este- principio, por :más que ·10 ·hZlga superficialmente. De hecho, podríamos parafrasear puntualmente sus palabras para que dijeran: «el resultado neto de la renuncia al capi­ tal injustamente acumulado por parte de los capitalistas con escrúpulos y su transferencia a la clase obrera, resulta en la eliminación de este tipo de sentimiento de la clase capita­ lista y, por ello, de la economía mundial». Lo más conspicuo de esta triste y aterradora parte del análisis reside en que la mayor parte ele la gente que enfoca estps probíemas desdé el punto ele vista ecológico no parecen darse cuenta "de que los rasgos inherentes al sistema capita­ lista SOI¿ la principal fuerza causante de estas omnipresentes desigualdades. HARDIN no admite lo que su propio análisis implica en parte, esto es, que cualquier población organizada a la l11é'.nera capitalista se verá arrastrada a la ética del bote salvavidas, independientemente. de su tamaño o de su tasa ele crecimiento. Muchos, supongo, aceptarían que, fundamentalmente, el capitalismo nos ha llevado a la ética del bote salvavidas (tam­ bién insistirían, probablemente, en que las mismas conse­ cuencias hubieran aparecido en cualquier otra sociedad or­ ganizada industrialmente, «también en las socialistas»). Sería fácil que, además, admitieran que, en la génesis de las des­ igualdades que hoy existen, el n1undo en desarrollo ha sido opi-imido por el desarrollado, que los países ricos han estado robando recursos en gran escala, despilfarrando el trabajq e impidiendo el progreso político y económico de los países subdesarrollados. La réplica comúa es, sin embargo, «no me importa el pasado, me preocupa el futuro », y con este -prag­ matismo, aparentemente raciQnal, señalamos que, personal~ mente, no somos responsables de las irritantes iniquidades actuales y que, por más que deploramos su existencia, esta­ mos persuadidos, a pesar de todo, de que debemos enfrentar­ nos con la realidad. Lo que hoy existe es con lo que debemos contar; hagamos que la situación sea equitativa de hoy: en adelanL. Lo que no se reconoce es la impoiSibilidad de ma11­ tener uniforme la distribución futura mientras que, al mismo tiempo, permanece la fuerza que he, determinado la distribu­ ción pasada. Si aceptamos el capitalismo c~mo forma de 01'­
  • 10. 216 LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE ganizaclOn económica, la segunda SUpOS1ClOn deHARDIN es perfectamente correcta y las desigualdades son inevitables. Con todo, es seguro que HARDIN no está en lo cierto si con­ sideramos el mundo desde un punto de vista más amplio. La tercera suposición es quizás la más perniciosa de to­ das; esto es, que las desigualdades son, de hecho, deseables. Esta suposición proviene de una ética elitista de conserva­ ción. Consideremos, por ejemplo, ·una de las especies de sequoia (uno de los ejemplos de HARDIN)' (21) que se suponía extinguida de largo tiempo atrás por obra del hacha pel Homo sapiens. La especie fue redescubierta en zo~as aisladas de China, correspondientes a localidades en las que existían, o aún existen, jardines de templos. HARDIN nos dibuja un cuadro histórico en el que el campesino busca leña y el sacerdote protege al árbol (sequoia), concluyendo que sin la protección de los sacerdotes (clase privilegiada) las sequoias verdaclt:ramente serían una especie extinguida. Por tanto, si queremos conservar la Naturaleza para la posteridad debe­ mos confiar esta misión a cierta clase privilegiada, ya que al h9mbre .cie la calle le preocqpan m~s los problemas de cada día, tales como encontrar alimento JI abrigo. . Una vez más se podría argumentar que esto es, en esen­ cia, correcto; que mientras que «el hombre de la calle» sea una pm-te perceptible de la sociedad, y esté luchando por llTIa parte de la riqueza de esa sociedad menor de la que. debería corresponderle, debemos contar, para la conserva­ ción de las beiJezas naturales, con una clase distinguida que cumpla esta función. Este razonamiento ignora, sin embargo, yarios factores causantes; el primero de ellos es que la degra­ di,lció~ del medio ambiente está generalmente producida por lá gran industria, que es posesión de esa clase privilegiada que se supone que es la que va a salvaguardar la civilización y la dignidad humana; el segundo reside en que la tendencia a ocasionar daños ambientales, tanto si están perpetrados por .las clases alt~s como por las bajas, está dictada por las instituciones políticas. Por ejemplo, el abandono del programa de reforma agra­ ria en Guatemala fue causado por los cambios políticos im­ p'u~stos por la CIA. En lugar de aquella reforma agraria se ha impuesto un programa de colonización en el que grandes ár·eas. cübiertas de prístinas selvas tropicales están siendo DETERM IN1SMO ECOLOGICO 2 17 convertidas en terreno agrícola. Los conservacionistas deben comprender que la destrucción de estas selvas es innecesaria y que no tiene relación alguna con la presión del exceso de población, sino que se debe a la imposición de una institución política que trata de evitar una reforma agraria sensata. La opción real con que se encara el conservacionista no es escoger entre justicia social y conservación de la Natura­ leza, como nos harían creer los hardinistas, sino entre la con­ servación de pequeñas islas naturales rodeadas por el mar de la explotación vulgar y la creación de un sistema de orga­ nización que promueva la coexistencia armónica de los seres humanos entre sí y con la Naturaleza. ¿Queremos conservar rincones naturales como lujo y excepción o proteger a la pro­ pia Naturaleza en beneficio de todos? EL ANALlSIS LIBERAL 1;'or el tiempo en que la bomba poblacional se estaba lan­ zando, numerosOs ecólogos indicaron una serie de hechos muy elementales, que fueron convenientemente ignorados por la mayor pClrte de los divulgadores del problema poblacionaJ. Mientras que estos divulgadores proponían el control obliga­ torio de la natalidad como solución, un grupo de ecólogos menos es.::uchados señalaban las causas sociales obvias de 13.s tasas de natalidad' elevadas: pobreza, carencia de justicia soCial, opresión de la mujer, etc. Des}>ués ele numerosos in­ tentos fallidos de difusión de anticonceptivos en regiones sub­ desarrolladas con altas tasas de nacimientos, la serena voz de los ecólogos .que apuntan a las causas sociales de los pa­ ~ rámetros demográficos está empezando a ser escuchada. Por ejemplo, BARRY Co M r.,.¡ oNER ha publicado reciente­ mente un excelente análisis de la relación entre tasa de cre­ . cimiento poblacional y desarrollo económico (22), haciendo notar: que sí se representan conjuntamente en un gráfico el producto nacional bruto (PNB) y la tasa de crecimiento de poblacióli aparece una relación negativa entre ambos; es de­ cir, las" regiones con elevado PNB tienen tasas de crecimiento bajas, y viceversa. CO lvl MONER muestra, además, cómo el úni­ B10LOGIA. 15
  • 11. 218 219LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE ca medio eficaz de disminuir las altas tasas de crecimiento poblacional es permitir el desarrollo de las regiones atrasa­ das, incluso mediante ayuda; cuando su PNB alcance la mag­ nitud de solament~ una fracción del nuestro, sus tasas de natalidad disminuirán y su crecimiento poblacional estará controlado. COMMONER dice (22, pág. 59): Creo que lo que el problema está pidiendo es un proceso que hoy está ya firmemente enraizado en el pensamiento de los pueblos del Tercer Mundo: la devolución de parte de la riqueza mundial a aquellas naciones cuyos recursos económicos y humanos han sufrido gran parte del peso de producirla, esto es, a las naciones en vías de desarrollo.. . No negamos que esta proposición implica problemas eco­ nómicos, sociales y políticos de la mayO!' dificúltad, en es­ pecial para los países ricos. y lo deja así. Es como si de repente hubiéramos descu­ bierto qu(O! en las terribles desigualdades ele la distribución de la riqueza hay algo malo y, una vez que hemos llegado a esta conclusión, sencillamente legislamos sobre el tema. Resumiendo el problema, COlllMONER dice: "Creo que la crisis mundial de población tiene su origen en la pobreza, y qu~ para acabar con la primera hay que suprimir la segunda. Si la causa es la manifiesta distribución desigual de la ri­ queza mundial, para eliminar la pobreza, y la crisis de pobla­ ción con ella, debemos redistribuir esa riqueza entre y den­ tro de las naciones» (22, pág. 59). Durante los últimos años sesenta se nos hizo creer a í11l.lChos de nosotros que: a) la pobreza existe (entre otras cosas), y b) para darle fin debe­ mos concluiy con el exceso de población; hoy contamos con el nuevo análisis liberal: a) el exceso de población es una realidad, y b) para eliminarlo debemos erradicar la pobreza. Para aquellos de nosotros que hemos deseado anular la po­ breza, todo lo anterior constituye una cruel iron~a._ Se nos dice que el problema «real» causante de la pobteza es el exceso de población. Después de haber trabajado en progra­ mas destinados a mitigar la pobreza y sufrido la corr'es'pon­ diente frustración, una importante porción ele los activis"tas de los últimos años sesenta optaron por la solución propues­ ta. Una vez que hemos sentado firmemente en nuestro cere­ bro el hecho de que el exceso ele población es un problema DETERMINISMO ECOLOGICO de verdadera significación social, es fácil olvidar que, en un principio, se le tuvo en consideración precisamente por ros problemas que originaba, tales como la pobreza. Cuando se ha aceptado' que ésta e's un problema en sí misma; se rios . indica que debemos resolver aquel problema cuya solución buscábamos al principio, de tal manera que resolvamos tam­ bién el «problema del exceso de población». Sin embargo, parece que olvidamos lo difícil que era el problema 'en sus inicios. El que BARRY COMMONER dijera en 1975 que «... esta proposición implica ... problemas ... de la mayor dificultad ... para los países ricos», indica la ingenuidad que la panacea poblacional parece haber alentado en los ecólogos. Los so­ cialistas. y.comunistas de los años treinta sabían que era un pl:oblema d~fícil, las guerrillas vietnamitas sabían que era un problema difícil, la izquierda chilena sabe que es un pro­ blema difícil, y los partidarios de la idea ele la explosión de la población acaban de descubrir que debemos terminar con la mala distribución ele la riqueza y que ello no será sencillo. Poelemos esperar con satisfacción la aparición de otras mués­ tras ele perspicacia a medida que se vayan analizando las causas últimas de esa mala distribución. Sea como fuere, el nuevo análisis liberal tiene dos efec­ tos, uno bueno y otro majo. El lado bueno consiste en aban­ donar el derrocbe de energía consumido en los intentos de disminución de las tasas de natalidad por medios puramente físicos (difusión de anticonceptivos, esterilización forzada, et­ cétera); el mato reside 'en que se continúe manteniendo que la población es el tema central de la crisis ecológica. ORIGENES DEL PROBLEMA POBLACIONAL Hay personas que piensan que la discusión deJ«pr'oble­ ma pobJacional» comenzó con PAUL EHRLICH o, si acaso, con TOlI IVIALTHUS; sin embargo, el párrafo siguiente fue es­ crito mucbísimo antes: Podría suponerse que habría de ser necesario poner un límite a la procreación antes que limitar la cuantía de la
  • 12. 220 221LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE .propiedad, de manera que nadie pudiera engendrar por en· cima de un cierto número, y que este total debiera fijarse por referencia a los azares de la vida humana, a s<rber la posibilidad de que algunos hijos no lleguen al estado adulto y la infertilidad de un cierto número de matrimonios. La carencia de toda regulación, como ocurre en la generalidad de los estados, necesariamente ocasionaría la indigencia de los ciudadanos, y tal depauperación es el padre del crimen y de' la sedición. . La cita está tomada de la Política de ARISTÓTELES (23, pá­ gina 59), .escrita entre los años 335 y 323 antes de Cristo. La cita es interesante, puesto que el concepto aristotélico de tamaño óptimo implica el que todos «oo. los ciudadanos de­ bieran conocer el carácter de los demás», y el que el límite máximo de población de un estado debiera « ... no ser tan grande que no pudiera ser abarcado a simple vista» (23, pá· gina .176). Puesto que el razonamiento básico es el mis'1110 para cual­ quier tamaño poblacional, podrían encontrarse fácilmente frases semejantes en cualquier periodo histórico, o bien sería posible construir el argumento de novo, sencillamente supo· niendo que la tecnología existente para la distribución de los recursos más limitados no cambiaría, o bien que su cambio sería lento en comparación con el crecimiento de la pobla­ ción. Otra vez ocurre que el argumento es, en esencia, inde­ pendiente de cuál es el tamaño presente de la población; sin 'embargo, debe recalcarse que IvIALTHUS no fue en esto ni el prih1ero ni el último. En vez de dar, detalles sobre tan antigua historia, es más apropiado examinar la reciente obsesión con el exceso de población, alucinación que no comenzó, como vulgarmente 5('; cree, en los Ltiltimos ai:í.os sesenta, sino con una intensa campaña llevada a cabo durante los primeros aúos cincuenta. En un artículo titulado "Por qué la bomba poblacional es una creación de Rockefeller» (24), STEVE WEISSj'lAN docu­ menta' detalladamente el inicio del movimiento poblacional. La' fundación Hugh Moore, fundada en 1944 por el presiden­ te dd' Consejo de la Dixie Cup Corporation, publicó unos folletos para «llamar la atención del público norteamericano sobre los peligros inherentes a la explosión de la población». DETERMiNISMO ECOLOGICO En uno ele los folletos más antiguos, titulado «La bomba po­ blacional», citado por I-IA.NsEN (25, pág. 8), vemos que: Cientos de millones de personas pasan h,ambre en el mundo. En su desesperación cada vez se hacen más sus­ ceptibles a la propaganda comunista...; los contribuyentes {!orteamericanos no pueden alimentar al mundo... La bom· ba poblacional amenaza con una explosión tan peligrosa COI1;O la de la bomba de hidrógeno. No debemos perder tiempo. El peligro se hace mayor cada día. Nuestra forma de vida, incluso nuestra propia existencia y la de nuestros hijos, está en juego. En 1952, JOHN D. ROCKEFELLER II instituyó y presidió el Consejo de la Población, y poco después las fundaciones Ford, Carnegie, Commonwealth and Community, Mott y Mellons contribuyeron sustancialmente a los fondos de este Consejo. En 1957, un comité ad hoc del Consejo de la Población y de las fundaciones Rockefeller, Conse.rvation (fundada por LAW· RENCE ROCKFFELLER) y la de Planificación de la Paternidad publicó Población: dilema in.ternaciol'1al, obra en la que se consideraba que el crecimiento de la población constituía una grave amenaza a la estabilidad política. En 1959, en una memoria dirigida al presidente DWIGHT EISENH OWER por el Comité para el Estudio del Programa Militar de Ayuda, el general WILLIAM H. DRAPER II solicitó del presidente la in­ clusión de planes nacionales de población e investigación adicional sobre el control del tamaño poblacional en la legis· lación referente a ayuda al desarrollo. EISENH OWER no acep-' t6 la proposición y el banquero DRAPER decidió encabezar la Campaña de Emergencia Poblacional Nlundial de Planifica­ ción ele la Pat'erniclad. Junto con los ROCKEFELLER, los FORD y otros, DRAPER continuó apremiando para la consecución de un compromiso sólido gubernamentoJ en la adopción de me· elidas de control poblacional. El Día ele la Tierra de 1970, el problema del «exceso de población» estaba ya firmemente arr:iti.gado en la mente del público como principal causa de ñüestra :crisis 'energética actual, y todavía hoy (1976), en un anuncio' a toda plana en el Smithsol1ian Magazine de la fun­ dación Ambient:tI , firmado, entre otros, por P.H,lL E HRLICH (biólogo de la Universidad de Stanford), GARRETT HARDIN (biólogo de la Uni"ersidad de California), C. W. COOK (presi·
  • 13. 223222 LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE dente de General Foods Corporation), W. G. P HILLIPS (pre­ sidente de International Multifood Corporation) y J. PAUL GETTY, se nos dice que «nos embaucan quienes afirman que existe una seria escasez de alimentos ... el problema está en que hay demasiada gente» (26). , ¿Por qué los grupos de consumidores, los sindicatos y la cIase trabajadora no se hicieron oír duranté el periodo en que se fraguó el concepto de crisis poblacionaI? ¿Por qué fueron los ricos, los industriales y la clase dirigente norteame­ ricanél los que tomaron l80s riendas? Podemos comenzar a entender las razones que hubo para ello examinando el desarrollo del capitalismo internacional en aquellos años. Los movimientos sindicales de los años treinta obtuvieron imp'ortantesqanancias económicas, lo cual produjo un aumento del coste del trabajo. La inflación mano, tuvo altos los beneficios. pero no tanto como lo hubieran sido de seguir siendo barata la mano de obra. Las naciones extranjeras, además de ser los principales suministradores de materias primas. ofrecían una mano de obra abundante, barata y no sindicada. Muchas 'empresas industriales trasla­ daron al extran jera gran p~rte de aquellas de sus operacio­ nes que requerían de trabajo intensivo, lo cual originó cam­ bios sustanciales en las pclUtas demográficas de muchos paí­ ses extraníeros. De especiéd importancia fue la aparición, prácticamente instantánea, de un proletariado urbano consi­ derable. consecuencia de la emifrraciólJ del campo a la ciudad. Tal emigración fue beneficiosa para los ne~ocios, puesto que, como cualquier otro tipo de crecimiento poblacional, man­ tenía ba ios los salarios. Desde la mitad hasta el finél de Jos años cuarenta se des­ arrollaron. tanto en nuestro país como en otros, los concep­ to's de administración y me"canización científicas (27). El uso adecuado de los traba iadores mediante métodos de eficiencia temporal v la sustitución de una parte considerable de la mano de obra por máquinas. resultó en un gran número de parados en las áreas urbanas extran ieras de imporfancÍa. Una cosa es disponer de una reserva de manq de o1:ira indus­ trial y otra es la existencia de masa,~ de obreros parados sin perspectivas tangibles de trabaio futuro. Al mismo tiempo. que el exceso de población del Tercer Mundo había creado masas laborales baratas e-n los añ05 treinta y los primeros DETERMINISMO ECOLOGICO cuarenta, la mayor parte ele la actual expanslOn industrial lleva consigo un gran desarrollo intensivo del capital, y el exceso ele población que en un principio había servido de reserva de mano de obra industrial se considera ahora como una amenaza potencial. ¿Qué har~n estas masas de parados?, ¿Se encolerizarán o, se frustrarán? Como dijo en 1958 F. Os­ BORN, presidente del comité ad hoc del Consejo de la Pobla­ ción, «, .. a menos que se pueda reducir el número pe na~ cimientos en las próximas décadas, serán inútiles las espe­ ranzas de alcanzar mejores condiciones de vida por parte de naciones grandes pero subdesarrolladas ... Un fracaso trá­ gico en la consecución de los niveles de vida más elevados posibles sólo puede resultar en desilusión, confusión' y en el pdi~ro de recurrir a medidas desesperadas» (28, pág. 95)~ ¿Qujén es· exactamente' el que teme estas «medidas desespe. radas»? Si a las masas de parados del Tercer Mundo pudiera persuadírselns de que su problema es que son demasiada ¡?ente, en vez de que los causantes del conflicto son los ne­ gociantes extranjeros, quizás no lleguen a tomar esas «medi­ das desesperadas». UTILIZANDO LA BOMBA DE POBLACION Si los problemas ecológicos existentes son, de hecho, lo su­ ficientemente graves como para atentar contra nuestras pro­ pias vidas, y si slempre'existen cáusas estructurales que ha­ cen que estos problemas sean insolubles, parece que de ello se sigue el que la estructura deba cambiarse. En los prime~ ros años sesenta parecía que estábamos en puertas de un' despertar general a este estado de conciencia. Las revelacio, nes sucesivas de los atentados perpetrados contra el medio ambiente hicieron que el pueblo comenzara a percibir las realidades ecológicas, lo cual podría haber sido seguido Jnc mediatamente por un creciente conocimiento de la natura­ leza esencialmente política de b crisis ambiental. Sin em­ bargo, ¡la ciencia ganó la batalla una vez más!; no hay nada que sea estructuralmente malo: lo que pasa es que hay de­ masiada gente, Los latinoamericanos no mllleren de ham'bre
  • 14. - ------- --- 225 '224' LA CRISIS DEL MEDIO AMB IENTE porque, 'nuestro café y nuestros plátanos se cultiven en sus huertos, sino porque son demasiados, La corrompida atmós­ fera de Gary (Indiana) no es tal como consecuencia de los beneficios obtenidos por la industria del acero, sino el resul­ ,tado de la demanda de acero por parte de demasiada gente. Cada uno de los problemas ecológicos puede ligarse al exce­ ,so (:le población. Una, vez más, las contradicciones que iban' apareciendo y desafiando la naturaleza fundamental del sistema sociopolí­ ·tico fueron diluidas por los científicos. A la luz de la ·disci­ plina denominada ecología se ha demostrado que los proble­ mas están «determinados biológicamente», y para esto se ofrecieron los razonamientos científicos necesarios. Al igual · que el papel de la mujer es el que es por razones hormonales, y los 'negros son pobres por culpa de sus genes, la crisis · ecológica existe porque normalmente las poblaciones crecen ·de forma exponencial. La crisis ecológica está tan determina­ .da biológicamente como la función de los sexos y de las clases económicas, y por ello tanto unos como otros están libres de conteflido político. Como dijo PAUL COLINVAUX en las consideraciones finales de la conferencia inaugural del Instituto de Ec¡;ología (TIE): «Hay algo que aún podemos "decir como ecó"logos ... esto es, cuál es la verdadera causa ecológica de la existencia de esas grandes poblaciones. Esto ha ocurrido así porque nuestra especie aún conserva la estra­ · tegia reproductiva darwinista de sus primitivos antepasados)) ,(29, pág. 12). A,pe'sar de todo, la ideología del exceso de población se ,está volviendo contra la clase dirigente norteamericana. Mien­ · tras que el primitivo concepto de triage y su sucesor, la ética del bote salvavidas, parecían ser la consecuencia lógica del pensamiento original de los propagandistas de los problemas .poblacionales, la nueva clase liberal está cambiando y mor­ diendo la mano que le dio de comer y, al mismo tiempo que aceptan que el exceso de -poblaciórf es Un problema real, pi­ den reformas que se asemejan en mucho a las peticiones de los revolucionarios del Tercer Mundo. Parece, pues, que tenemos dos líneas populares en las que se desarrolla el movimiento ecológico. La primera es la del bote salvavidas, la cual, llevada a sus conclusiones lógicas, . puede describirse como fascista. La segunda es la liberal, en DETERMINISMO ECOLOGICO mayor o menor grado, y en ella se sugiere que la población puede ser controlaca de forma real por medio de reformas sociales, entre las que debería incluirse un ataque directo a los propios problemas ecológicos .utilizando las instituciones existentes. Debemos alimentar al hambriento, limpiar la po­ lución, desarrollar explotaciones de recursos naturales cuya producción pueda mantenerse y asegurar la justicia social. Todo lo que es necesario hac¡;:r es .invertir en estos proyectos tanto como se gastó en enviar un hombre a la Luna, y así po­ dremos eludir nuestro problema ecológico. Pero mantengámo­ nos alerta; la hora de la destrucción se acerca; ¡debemos ac­ tuar deprisa! Esta es la erudición convencional que nos llega desde el estrato académico de la ecología (muy pocos aceptan la lí­ nea fascista abiertamente). ¿Cuál ha sido la respuesta a estas llamadas de acción rápida de emergencia? ¿Es que ha habido una avalancha de legislación efecti'va para limpiar el aire, para redistribuir la riqueza, para detener la explotación del' Tercer Mundo? De hecho, alguna ley ha aparecido, pero en el momento e.n que quiera hé!cerse cumplir nos enfrentare­ mos a la primera ley de la ecología y del capitalismo; debe­ rnos escoger entre un medio ambiente puro o una economía próspera, entre morir envenenados o hambrientos. En resumen, la respuesta a las pretensiones liberales de a}:GÍón rápida de emergencia no ha sido la promulgación de leyes efectiva~; de hecho, parece que la puesta en vigor de tales le¡yes es imposible en el actual sistema. Pero ha habido una-respuesta. EL tWEVO DETERMIN1SMO ECOI..OGICO Uno de los resultados bá"sicos y universalmente aceptados tras generaciones de investigación ecológica es que los siste­ mas ecológicos son extremadamente complejos, todo en ellos está interrel~cionado. Dos de los estudios más populares e importantes sobre problemas ecológicos globales se han hecho eco de este tema. El primero, patrocinado por el Club de Roma y publicado con el título de Los Límites del Crecimiel1­
  • 15. 22722(, LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE lo (30), pUSO de manifiesto lo intrincado del sistema que nos está llevando a la absoluta ruina. En esta obra se pide <da crcz,ción ele un foro mundial en el que estadistas, administra­ dores y científicos puedan discutir los peligro's y esperanzas q112 encierra en si el sistema global del futuro, sin las restric­ ciones que conllevan las negociaciones formales interguber­ "mm1entales» (30, pág. Xl). El segundo, apadrinado también por el Club de Roma y publicado con el título de La Huma­ nielad en el Punto de Retomo (31), subrayaba también la complejidad del sistema, solicitando un plan global para el desarrollo de una organización internacional «práctica»: «... ya están proyectadas un cierto número de reuniones, a las que asistir;:n personajes públicos, dirigentes políticos de dis tintas partes del mundo .. . (pareJ. estudiar el) desarrollo de una organización internacional práctica... » (31, pág. XI). Los que asisten a esas rCLmiones proceden en su mayoría de los Estados Unidos, Europa Occidental y Japón ,"o ¿Cómo se comportará este «foro mundial»? ¿ Cómo se constituirá esa «organización internacional práctica»? Los científicos que descubrieron la tremenda complicación del ecosistema mundial solicitan ahora un «foro mundial» o una «organización internacional». ¿Quién puede operar eficazmen­ te él tan enorme escala? ¿ Qué grupo estaría lo suficientemen­ te bien organizado para comenzar por sí solo tan vasta ta­ rea? H ay un grupo de personas que parecen creer que poseen la respuesta; C.4RL H. MADDEN, principal economista de la C:ín1uél ele Comercio de los Estados Unidos, decía en 1973 (33, pág. 84): El Cl'ecimiento explosivo... de las empresas multinacio­ nales privadas es probablemente el paso individual más im­ portante que se ha dado para desarrollar los medios tec­ nológicos suficientes 'para la población mundial... La em­ presa multinacional. .. promete el más eficiente uso de los recursos mundiaIes. HERBERT C. KNORTZ, vicepresidente administrativo de ITT, decía en 1974 (34, pág. 535): ~, Véase una excelente recenSlOn de estos dos libros por JI-llRAD, LOVE y STRIGINI (32). DETERMiNISMO ECOLOGICO La empresa multinacional constituye ~lma de las pocas instituciones a las que en efecto interesa la utilización en­ ciente de los recursos naturales... En el caso ele las mayo­ res multinacionales, la eficacia operativ,;¡ y las relaciones cooperativas han sido llevadas 8 tal extremo ele diciencia a través de décadas de experiencia... Las multinacionales re­ presentan la mejor esperanza actual de progreso' ele una. comunidad económica mundial que producirá «mucho para muchos», mayores beneficios para los pueblos de toclos los países. Finalmente, como declaración de culpabilidad o il'ltento profético, h.1tlES S. KEMPER, Jr., presidente de las Compaí'iías de Seguros Kempcr, deCÍa en 1973 (35, pág. 248): Los empresarios industriales cobran más que. cualquier otro gnilJO de nuest¡:a ;sociedad; N,uestras ganan~bs y pri­ vilegios son mayores'. Tenemos satisfacciones fundamenta­ les en el desarrollo de nuestro trabajo. En un sentido verdaderamente real, administramos el futuro del 'mundo, tan allá como más lejos pueda alcanzar la vista. RICr-r ARD BARNET Y RONALD MULLER, en su reciente libro Dominio Mllndial, documentan el crecimiento increiblemente rápido de las empresas multinacionales. Al tratar de la con­ vocatoria ecológica en, favor de una administración y p1anifi­ caéÍón región~les, ponen de manifiesto el crecimiento d'e las empresas de ámbito mundial: <dos únicos planificadores glo­ bales del mundo mantienen que sólo aquellas grandes orga­ nizaciones son capaces de proyectar a escala mundial para resolver los colosales problemas con que hoy se enfrenta la humanidad». A continuación, y sei1alanclo 10 que debe ser casi obvio para cualquiera que haya pensado en el asunto, dice: «... la evidencia señala apremiante y descorazonadorarnente que el tipo de planteamiento que hasta aquí ha producido un notable crecim.iento empresarial, produce al mismo tiempo una forma de crecimiento social incorrecta. La disparidad entre lo que el hombre moderno necesita y la moderna em­ presa produce, parece ir en aumento» (36, pág. 359). Tiene cierta ,ironía el·que los -causantes de la enfermedad insistan en que si la padecemos durante algo más de tiempo, desaparecerán los síntomas. Desde los incipientes principios
  • 16. 228 229 LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE del capitalismo competitivo, pasando por la evolución del capitalismo monopolista y su ramificación internacional, has­ ta el' dominio global de la empresa multinacional, las diversas tormas del llamado sistema de empresa libre han saqueado este planeta y constituyen los principales agentes portadores .de la crisis ecológica que es hoy '·deJ dominio público. A pesar de toder, desean que estlmulemos· su ulterior·· desarrollo. Se está fraguando una nueva disculpa; la ciencia de la ecología nos indica que debemos planificar a escala mundial, y los únicos con verdadera experiencia de éxito en planificar a tal escala son los administrativos de las multinacionales, etc., etc, LbS científicos y los técnicos, en sus esfuerzos de «objefi­ ·vidad» tristemente ingenuos realizados en el ejercicio de su ciencia «imparcial », con frecuencia nos han alistado a nuestro pesar como reclutas que inconscientemente sirven a la causa misma de los problemas que desean resolver. Los ecólogos, a mi' manera de ver las cosas, constituyen el ejemplo más evidente de tal adscripción, En un verdadero deseo apasio­ nado de salvar ~l mundo del desastre ecológico, a veces han sacrificado el análisis completo de causas y efectos al prag­ matismo del « q~é podemos hacer aquí y ahora». Si no pode­ ·rnos alentar la esperanza de llegar a controlar al monstruo de las Marcas Comerciales Unidas, puede que digamos a los latinoamericanos que tengan menos hijos. Si creemos que la .planificación regional es necesaria, dejemos que las empresas mundiales lo hagan, puesto que nadie más lo podrá hacer en .el futuro próximo. Es evidente que este tipo de entrega no contribuirá a re­ ·solver el problema, sino que sólo conseguirá agravarlo. Lo que necesitamos es enfrentarnos con el problema desde sus .inicios. Debemos eliminar un sistema que, fundamentalmen­ te, pone los beneficios por encima de la ecología y que con­ tinúa esclavizando a la hUfnanidad. y a la Naturaleza. Todo empezó con una simple idea. Hace mucho tiempo que alguien se dio cuenta de que era posible robar porciones de la productividad del prójimo. Esta pequefía innovación tuvo sobre el desarrollo de la cultura humana una influencia qui­ zás mayor que la de la palanca, la rueda, la máquina de va­ .por o cualquier otro avance tecnológico. Con la ejecución de 'esta· idea cambiaron las relaciones fundamentales entre los seres humanos y entre éstos y la Naturaleza; el cambio ge- DETERMIfIISMO ECOLOGICO neró un proceso evolutivo que parece estar hoy llegando a su culminación. Sí, estamos en una situación crítica, Las soluciones fascis­ tas son erróneas, tanto desde el punto de vista humanístico como del ecológico, Las soluciones liberales no pueden alcan­ zarse en nuestro sistema socioeconómico actual. Está claro que la solución de los problemas del medio ambiente requie­ re de un tipo de política radicalmente diferente, REFERENCIAS BlBLlOGRAFICAS 1. Time: «Test on taconite: Dumping oE mine waste in Lake Superior», Time, 99: 44, 1972, 2, RUSTON, W, T,: «Corporate involvement in government», Vital Speeches, 40: 272-274, 1974, 3, LERZA, C,: "the world food conEerence: A SBmmar:y», en Food for I!/e people, not for profit, editado por C. Lerza y M, l a­ cobson, Nueva York, Ballantine Books, 1973, 4. PADDOCK, W" y PADDOCK, p,: Fam ine-1975: Al11erica's decisiol/ ­ W/w s/1Clll sl/rvive?», Boston, Little, Ero-vn and Company, 1967, , 5,. J;[ARDIN, G.: «Living 011. a lifeboat», BioSciel1ce, 24: 561-568, 1974. 6, RARD,íN, G,: «Editoria¡", Science, 172: 1297, 1971. 7, N cülonal Observer, 29 de marzo de 1975, pág, 1. 8, VANDEHMEER, J.: «Rarclin's Jifeboat adrift», Sciellce fo1' the People, 8 (1): 16-19, 1976. 9, STEIN, G, R,: Hitler, Englewoocl Clíffs, N, J" Prentice-Hall, 1968. 10. MASER, W.: I-litler's lvlein Kampf: Al'! {//1alysi~, 'Londres, Fab'er and Faber, 1970. 11. MELVILLE, T., y MELVILLE, M.: Gl/atemala, al10tlza Vietnam?, !v1ic1dlesex, Inglaterra, Penguin Books, 1971. 12. MARCHETTI, V " y MARKS, J,: Tlze elA al1d tlle cult of il/tel· ligence, Nueva York, Dell, 1974. 13, JON..IS, S., y TOBIS, D.: Guatemala, Nueva York, North Ame· rican Congress on Latin America, 1974. ' 14. D.'lns, VV,: Readillgs in !¡¡m1Cl11 papula/io1l ecology, Englewood Cliffs, N, J., Prentice,Hall, 1971. 15. D, S, Burcau oE Mines: Mineral facls ami prable/11s, Washing­ ton, D.C., D, S, Govemment Printing OfEice, 1970,
  • 17. 230 231LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE· 16. BORGSTROM, G.: «The harvest of the seas: How fruitful and for whom,." en The enviromnenlal crisis, editado por H. W. Helfricil, Jr., New Haven, Conn., Yale University Press, 1970. 17. United Natiuns: U. N. demographic yearbook, 1969, Nueva Yod<, United Nations, 1969. 18. COAIMONER, B.: The closing circle, Nueva York, Bantam Books, 1971. 19. Science for lhe People: «Not better lives, just fewer people», Scicllce tOI' the People, 6 (1): 18, 1974. 20. Scie¡¿ce fol' the People: «Science versus ethics», Science for tl/C Pwple, 7 (4): 14-16, 1975. 21. HARDIN, G.: Discurso en la Universidad de Michigan, Aun Arbor, 26 ele marzo de 1975. 22. CO~I ¡Vl ONER, B.: (d-low poverty breeds overpopulation (and not the other way around)>>, Ramparts, 31: 21-25, 58-59, 1975. 23. VVELLDON, J. E. C.: The PoliÚcs of Aristotle, Londres, Mac­ millan, 1912. 24. WEISSJIIAN, S.: «Why the population bomb is a Rockefeller ba by», en Eco-caiastrophe, editado por los. editores de Ram­ par/s, págs. 26-41, San Francisco, Canfield Press, 1970. 25. HANSEN, J.: Tlle «poplLlation explosioll», how socialists view il, Nueva York, Pathfinder Press, 1970. 26. Snúl/¡soJlia1l iVlagazille, marzo de 1976, págs. 28-29. 27. BRAVERAiAN, H.: Labor and monopoly capital: The degrada­ tion ot WOI''' in lhe tvvel1tieth century, Nueva York, Monthly E.cvieIV Pl'ess, 1974. 28. OSBOH.N, F.: «Population: An international dílemma», en Oll poplllation, !lli'ee essays; Nueva York, New American Library, 1960. . 29. COLINVAUX, P.: «The coming climactic: Concluding remarks at the Institute of Ecology», Bulletin 01 lhe Ecological 50­ ciety ot America, 56 (4): 11-14, 1975, 30. MEADOWS, D. H.; MEADOWS, D. L.; RANDERS, J., y BEHRENS, W. W.:' The limils to growth, Nueva York, Universe Books, 1972. 31. MESAROVIC, M., y PESTEL, E.: j¡1ankind at the turning point, Nueva Yor1<, E. P. Dutton and Company I Reader's Digest Press, 1974. 32. . JI-IIRAD, D.; Lo wE, M., y STRIGINI, P.: «The limits to capi­ talist growth», SciCl1ce tor the People, 7 (3): 14-19,34-37, 1975. 33. MADDEN, C. H.: «The l11ultinational corporation, world mo­ ney», l/ital Speeches, 40 (3): 84·87, 1973. 34. KNORTZ, H. C.: «The l11ultinational corporation, an economic institution», Vital Speeches; 40 (17): 535-540, 1974. DETERMINISMO ECOLOGICO 35. KEMPER, J. S.: «Corpora.tions: Power, ethics, and social res­ ponsibility», Vital Speeclzes, 40 (8): 248-249, 1973. 36. BARNET, R. J., Y MULLER, R. E.: Global ~ reach, Nueva York, Simon and Schuster, 1974.