El Museu Molí Paperer de Capellades

El Museu Molí Paperer de Capellades
DIPLOMATURA DE POSTGRADO. PERITO CALIGRAFO JUDICIAL, GRAFISTICA, DOCUMENTOSCOPIA Y SOCIO-LINGÜISTICA FORENSE. 2015
Presentadopor : Lic. Doris Leticia MoguelMolina

Visita al Museo Molí Paperer de Capellades
El Museo Molí Paperer de Capellades es uno de los museos más destacados sobre la producción del papel, durante dos
siglos, esta localidad fue famosa por la calidad del papel que producía, dicho legado se conserva.
Situado en un antiguo molino del siglo XVIII, es un museo vivo y didáctico donde se continúa elaborando papel hecho a
mano –”paper de barba”- de alta calidad con la acreditada filigrana “Creu de Malta” (Cruz de Malta). Cuenta con
importante maquinaria, papeles y documentos datados entre los siglos XIII y XX y desarrolla una importante actividad
cultural de la historia del papel en todos sus ámbitos.
Este museo es uno de esos sitios donde se paró la historia y fue una de las industrias más importantes de creación de
papel de España de los siglos XVIII y XIX.
Actualmente permiten una visita guiada, que inicia en el sótano donde se encuentra una fábrica tradicional, que con
energía hidráulica proveniente de la Bassa, maquinaria y utensilios propios de un molino del siglo XVIII, se confecciona
papel a mano y se observa a través de todo el proceso la creación del papel; a lo largo de la exposición que brinda el
personal del museo, se recoge la historia del papel desde sus orígenes hasta los actuales procesos de elaboración.
También tienen una interesante colección de imprentas y procesos de impresión importantes, con maquinaria
impresionante. El trato del personal del museo, es excelente, hacen la visita muy agradable, didáctica y asequible para
todos los que asisten, incluso para niños manteniendo su atención. Adicionalmente, se puede participar en un taller para
la fabricación de una hoja de papel hecha a mano por uno mismo, siguiendo los pasos y técnicas explicadas lo cual se
disfruta y es una experiencia muy enriquecedora.
Así mismo, el museo, cuenta con una tienda donde se puede observar y adquirir artículos interesantes, desde pequeños
objetos hechos en papel, a libros para hacer manualidades en casa.
Dispone, además, de una producción propia de papel artesanal, donde los técnicos papeleros trabajan tal y como lo
hacían los artesanos de la época.
Presentadopor : Lic. Doris Leticia Moguel Molina

El Molino Papelero de
Capellades
El Molino de la Villa, antiguo molino
papelero y actual sede del Museo Molino
Papelero de Capellades, constituye un
ejemplo típico de molino papelero catalán.
Su estructura y la maquinaria que muestra
es la propia del s. XVIII, pero no se convirtió
papelero hasta mediados del s. XIX.
El museo, fundado en 1961*, se encuentra
ubicado en un antiguo molino papelero que
cesó su actividad en el siglo XX.
Durante los siglos XVIII y XIX Capellades se
convirtió en uno de los centros papeleros
más importantes de Cataluña y se dio a
conocer en el extranjero por el papel de
barba de alta calidad que se producía.
Actualmente, es uno de los museos más
importantes a nivel internacional en cuanto
a la temática del papel. Forma parte del
Museo de la Ciencia y de la Técnica de
Cataluña.
*En 1941 Antonio Romaní i Caballé y Llorenç Miquel Serra comenzaron a
establecer contactos con antiguos industriales del papel con el objetivo de crear
un museo sobre esa temática. Con la colaboración del Ayuntamiento de
Capellades y el gremio de fabricantes de papel de Cataluña se fundó el museo en
1958, aunque se inauguró en 1961.

Capellades
En el sótano del edificio donde se encuentra
reconstruido un molino del siglo XVIII, aún
se sigue elaborando papel de manera
artesanal; se puede observar cómo lo hacen
e, incluso, uno mismo puede probar de
fabricar un lienzo con sus propias manos y
en la sala de exposición permanente se
encuentra una recopilación de la historia
del papel.
El edificio, está formado por la planta baja,
tres plantas más y sótano.
El sótano; dedicado a la fabricación del
papel, se divide en tres grandes naves con
bóveda de piedra y un lavadero o picador
de bayetas.
En la primera nave encontramos el traidor
de trapos (1), el trono espolsador (2) y el
pudridor (3), donde se efectuaba la
selección y la manipulación de la materia
prima, previo a la elaboración del papel.
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Capellades
La segunda nave es presidida por la prensa
(4), con la tina (5) al costado. Este es el
lugar donde los operarios más
especializados elaboraban el papel a mano.
También están visibles depósitos de pasta
(6).
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6

Capellades
En la tercera nave, que tiene el riego (7) al
costado, se encuentran el mazo satinador
(8) y las mazas trituradoras (9), dispuestas
en baterías de tres, accionadas por ruedas
hidráulicas mediante los árboles de levas.
Junto al Molino encontramos la Bassa que
es una fuente natural con un caudal de 12
millones de litros de agua diarios. Esto
posibilitó, años atrás, el funcionamiento de
los dieciséis molinos papeleros que
trabajaban en esta zona. De hecho el
antiguo Molí de la Vila, que acoge el Museu
Molí Paperer, fue el primer molino, de los
dieciséis, reconocido de la costa de
Capellades.
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9

Capellades
La planta baja y la primera planta se
destinaban a la habitación del propietario o
arrendatario del molino y a su familia y, a
menudo, a algunos trabajadores como por
ejemplo los aprendices. Había cocina, sala,
dormitorios., albergaban, también,
dependencias agrícolas como el establo, la
bodega, el lagar, la tienda del grano, etc. En
esta parte del edificio también había el
contador (10), donde los trabajadores
elegían y empaquetaban el papel.
Las plantas superiores, con gran cantidad de
ventanas alrededor, son los elementos más
característicos de los molinos papeleros.
Reciben el nombre de miradores y era el
lugar donde el papel se secaba, una vez
extendido, gracias a las corrientes de aire
que se producían al interior.
El papel de Capellades pronto fue conocido
por todos lados como un papel de muy
buena calidad. Por eso, a menudo, en las
carátulas –etiquetas- que encabezaban las
resmas de papel se suprimía el nombre del
pueblo donde estaba situado el molino y se
daba como única referencia la localización
de “Comarca de Capellades”. Así, por su
propio prestigio, el nombre de Capellades
sobrepasaba la pura adscripción geográfica
aconteciendo una marca comercial
Planta superior
Primera Planta
Planta Baja
10

Proceso de fabricación en un molino papelero.

Proceso de fabricación
La elaboración del papel manual era lenta y laboriosa. La
materia prima estaba constituida por trapos viejos,
cuerdas, redes, velas de barcos… piezas hechas de
cáñamo, algodón, lino, materia vegetal fibrosa, que un
trapero se había encargado de recoger y un arriero había
transportado hasta el molino. El trapo se elegía y
clasificaba en el sacudidor (1), donde era cortado con la
ayuda de las dallas. A continuación, se introducía al torno
sacudidor (2) donde, mediante un movimiento rotatorio,
se eliminaban basuras, polvo y otros tipos de impurezas.
Seguidamente el trapo se dejaba en remojo dentro del
pudridor (3) durante un tiempo de entre una y cinco
semanas a fin de procurar la fermentación que después
permitía se pueda triturar. El paso siguiente era
trincharlos en las pilas (4) con las mazas. El proceso
duraba entre 20 y 30 horas. La pasta resultante de la
trituración se mezclaba con una gran cantidad de agua en
un recipiente denominado tina (5). Este era el lugar donde
los dos operarios (6 y 7), elaboraban las hojas de papel. La
herramienta con que lo hacían, molde (8), se compone de
una tela metálica fijada sobre un marco de madera que
determina la medida de la hoja. La forma solía tener una
filigrana, un dibujo hecho con hilo de latón cosido a la
tela metálica, que dejaba la marca en cada hoja de papel.
Al poner la hoja a contraluz se podía ver esta huella: la
marca al agua., El operario sumergía el molde en la tina,
al sacarla del agua se colaba a través de la tela metálica y
las fibras de lo que habían sido trapos se entrelazaban
hasta formar un material nuevo, el papel. El paso
siguiente, era que con una presión suave, el operario
traspasaba la hoja de la forma en un sayal o bayeta de
lana. Este proceso se repetía hasta obtener una puesta
(250 hojas).
Marca de Agua

Proceso de fabricación
La prensa (9), con el torno (10) que multiplicaba la
fuerza, permitía que tres o cuatro hombres sacaran la
mayor parte posible de agua de la puesta. La producción
de un molino con una tina solía ser de 18 puestas diarias
(aproximadamente 4.500 hojas). Después de ser
prensadas, las hojas eran separadas (11) y extendidas en
las cuerdas que había en los miradores con la ayuda de un
utensilio de madera en forma de T (12).
Seguidamente las hojas habían de pasar una primera
elección. En ese entonces, en el perol (13), se hacían
hervir carnazas de animales (gracias a la industria del
cuero que fue factor beneficioso) en agua para obtener el
pegamento y las hojas eran encoladas en un baño caliente
con la gelatina conseguida. La finalidad principal de este
baño era dotar al papel de una capa casi impermeable
para poder escribir, evitando así que se esparciera la tinta.
La distribución uniforme del pegamento se conseguía con
una segunda prensada (14) después de la cual el papel
volvía a ser extendido (15).
El mazo satinador (16), accionado mediante una rueda
hidráulica (17), golpeaba el papel y le daba la lisura
definitiva, sin ser brillante.
Una vez satinadas las hojas, tan solo restaba ya igualar los
bordes, que siempre quedaban irregulares, con la cuchilla
(18) y pasar la elección definitiva al contador. Estos
bordes irregulares se llamaban las barbas del papel, de
aquí viene el nombre de papel de barba.
El proceso finalizaba cuando eran contadas y
empaquetadas (19) en resmas (20) (500 hojas) y se
estampaba la caratula o etiqueta que identificaba el papel.

Del proceso manual a la primera mecanización

Antecedentes
A finales de la Edad Moderna, en el siglo
XVIII, la Revolución Industrial ya era
algo inminente. Había claros síntomas
de que era necesario introducir cambios
en el proceso de fabricación para poder
satisfacer la creciente demanda de
papel. Este aumento de la producción
pasaba para obtener la pasta de papel
con un sistema más rápido que el que
ofrecían las masas trituradoras.
La pila holandesa (A) que, a pesar de que
fue inventada a finales del s. XVII, no fue
implantada en Cataluña hasta el s. XIX;
sustituía las tradicionales pilas con
mazas acelerando la trituración del
trapo. A pesar que en los primeros
tiempos, la fuerza motriz seguía siendo
el agua por medio de las ruedas
hidráulicas, la pila holandesa o cilindro
conseguía obtener la pasta refinada en
cuestión de horas, en cambio, con las
pilas tradicionales se había de obtener
con jornadas enteras.

Mecanización
En cuanto a la mecanización del proceso de tina se va a
llevar a cabo primero con una maquina continua, que se
inicia en Inglaterra en el año 1804 de mano de los
hermanos Foudrinier, los cuales habían perfeccionado el
prototipo construido por el francés Nicolás Robert en
1798. En Cataluña, sin embargo, no se implantó hasta
1843. Esta máquina permitía elaborar papel continuo,
destinado sobre todo a la impresión de mediana baja
calidad, como la prensa, y al embalaje. En 1809 John
Dickinson va desarrollar otro ingenio, la máquina
redonda, que se basaba en un cilindro recubierto de tela
metálica con un sistema de aspiración interna. El cilindro
giraba dentro de un dispositivo de pasta y agua de manera
que, por aspiración, la pasta quedaba encima de la tela
metálica. Con la máquina redonda se obtenía un papel
mucho más parecido al manual, por eso se destinaba a la
impresión de calidad. En Cataluña, debido a su
especialización en papel de alta calidad, no fue hasta
finales del siglo XIX que se implanta la máquina redonda
tipo Picard o semi-continua (B), que eliminaba el trabajo
de los operarios más calificados de la tina.
No será hasta un proceso de mecanización posterior que
la materia prima cambiará. No se inicia el uso de la
madera, del espart o de la paja para la elaboración de la
pasta hasta la adopción de las máquinas de papel
continuo, a partir de la segunda mitad del s. XIX, eso será
un factor importante, ya que hasta entonces los papeleros
habían de hacer frente a episodios traumáticos de escases
de trapo, el cual hasta principios del s. XX seguirá siendo
la materia prima más utilizada para elaborar papel.

Actual proceso de fabricación

Proceso actual
Como en otros procesos productivos, en la
fabricación de papel hay una fase previa que es
la preparación de la materia prima: las fibras de
celulosa, que en la actualidad se extraen de la
madera de los árboles. La mayoría de las
grandes empresas papeleras tienen divisiones
dedicadas a la silvicultura, es decir, al cultivo de
árboles destinados a la fabricación de papel.
Para obtener pasta de papel es necesario un
proceso mecánico y un proceso químico. El
proceso mecánico (A) consiste en sacar la
corteza de los troncos y trocearla en astillas. La
fase siguiente (B) es un proceso químico que
sirve para separar la lignina (sustancia que
aparece en los tejidos leñosos de los vegetales y
que mantiene unidas las fibras de celulosa que
los componen: la lignina constituye el 25% de la
madera) de la celulosa que, en este caso, se
realiza mediante el sistema Kraft. Las astillas se
colocan en el digestor donde productos
químicos separan la mayor parte de la lignina
de la celulosa. La pasta resultante se blanquea
con más productos químicos en los
blanqueadores para obtener una pasta sin
restos de lignina, causante del color amarillento
del papel. Los residuos químicos se separan en
el lavadero. La pasta lavada pasa al clasificador
de fibras –cortas, medianas y largas- El
resultado final de este proceso es la pasta
preparada para hacer las hojas de pasta que
servirán para elaborar el papel propiamente
dicho.

Proceso actual
En la fase de producción del papel (C) las
hojas de pasta se remojan en el púlpito,
pasando seguidamente a un refinador
cónico donde son refinados y de aquí a la
máquina de papel propiamente dicha,
donde una serie de procesos de escurrir el
agua sobrante, prensar, secar y bobinar da
como resultado final la hoja continuo de
papel enrollado en forma de bobina, que se
puede cortar para obtener bobinas más
pequeñas o para obtener directamente
paquetes de hojas.
La localización de la materia prima y la
necesidad de caudales de agua importantes
condiciona a menudo el emplazamiento de
la industria productora de pasta de papel
que se encarga de la fase mecánica y
química. La pasta de papel es distribuida a
las fábricas productoras de papel,
generalmente en lugares industriales donde
hay gran demanda de papel y de sus
derivados.

El papel en sus inicios

Antecedentes
En la antigüedad, las grandes civilizaciones, debido a su
avanzado desarrollo, buscaban la forma de cómo registrar
su información mediante soportes capaces de contener en
ellos la escritura.
Las materias primas empleadas por estas sociedades, en su
momento, fueron: la piedra, la arcilla, el metal, la madera,
el tejido, etc. Sin embargo, había que innovar con soportes
más transportables, más perdurables y más fáciles de
almacenar, así es como surgieron bases más elaboradas
como son el papiro, el amate, el pergamino y el papel.
Se considera que el primer proceso de fabricación del
papel fue desarrollado por un funcionario imperial en
China, en el s. II a. C., consiguiendo esta cultura mantener
el secreto de su fabricación durante más de 500; en el año
610 se introdujo en Japón, y alrededor del 750 en Asia
Central. El conocimiento se transmitió a los árabes, quienes
a su vez lo llevaron a Europa en el siglo X.
El primer núcleo europeo reconocido por la calidad de su
papel es Xàtiva donde se registra la fabricación de papel
hacia el año 1150. Un siglo más tarde la región italiana de
Génova y la de Fabriano se convierten en los máximos
exportadores de papel europeo. Francia y Alemania
habrán de esperar hasta el siglo XIV para disponer de
centros de fabricación. Así la fabricación de papel arranca
en esta zona sólo un siglo antes de la invención de la
imprenta. No es hasta fines del siglo XV que llega al norte
de Europa. El conocimiento del papel en todo el mundo no
será un hecho hasta el siglo XVII, por tanto, pasado más de
un milenio y medio de su invención.
Desde entonces el papel se ha convertido en uno de los
productos emblemáticos de nuestra cultura, elaborándose
no solo de trapos viejos o algodón sino también de gran
variedad de fibras vegetales; además la creciente invención
de colorantes permitió una generosa oferta de colores y
texturas.

La fabricación del papel en Cataluña
En la Península Ibérica la fabricación del papel fue introducida por los árabes en el siglo X. El papel que se fabricaba era el llamado papel hispanoárabe, elaborado con
borra triturada con un sistema aun rudimentario que hacía que quedasen las fibras largas y el pegamento de este papel era hecho de almidón vegetal.
A finales del siglo XIII, en Fabriano (Italia) se desarrolla un nuevo sistema de fabricación que se exportará alrededor de Europa y perdurará hasta la Revolución
Industrial; es el sistema que se puede ver en el sótano del Museo Molino de Papelero donde la pasta se hace triturando trapos de algodón, lino o cáñamo y con el
pegamento hecho de carnaza animal.
Pese que algunos indicios apuntan a la existencia de un molino papelero en la zona de Anoia en el siglo XII, no hay constancia cierta de esta fabricación en Cataluña
hasta el siglo XV, con los primeros establecimientos de molinos papeleros en San Martí de Provensals, en Barcelona, y en la Cataluña Norte. Es durante el siglo XVII
cuando se produce un verdadero incremento de nuevos molinos papeleros en municipios que siglos más tarde despuntaron como las principales regiones papeleras del
Estado español. En este momento los molinos papeleros aparecen vinculados a molinos harineros y batanes de trapos formando pequeños núcleos de producción en el
entorno del agua. Así encontramos en 1632 la implantación del llamado “Molino del Turo” en la Población de Claramunt, considerado el primer molino papelero del
grupo del río Anoia. El siglo XVIII, medidas proteccionistas como la prohibición de exportación de trapos (1728) o la restricción de la importación de papel extranjero
detendrán la fuerte competencia papelera de Génova o de Francia. En 1788, el otorgamiento del monopolio del mercado americano a los papeleros catalanes impulsa
definitivamente el crecimiento de este sector. Es en este momento cuando se construyen molinos alrededor del Principado, consolidándose así las zonas papeleras de
Anoia, la Riba, Olot y Bañolas. En este momento el núcleo de Anoia pasar a ser el más importante no tan solo en Cataluña, sino en el conjunto del Estado español.
En el siglo XIX, el proceso de mecanización comportó la pérdida de importancia del grupo de Anoia en favor de núcleos como Gerona y Alcoi. No obstante, en estos
primeros momentos, el papel hecho en máquina no podía alcanzar la calidad del papel hecho a mano, esto va a permitir la pervivencia de los núcleos papeleros
tradicionales.
Con la creciente competencia entre unos y otros núcleos surgió una conflictividad laboral que se materializa en importantes huelgas tenidas durante las últimas décadas
del XIX. Conflictividad que comportó la introducción en los núcleos tradicionales de las máquinas “Picard” que permitieran prescindir de los operarios mas
especializados como los de tina. En este momento, la introducción de la pila holandesa también va a permitir acabar con las pilas tradicionales originarias del sistema
fabriano. Entre 1841 y 1845 se inicia una segunda mecanización en Cataluña; dos fábricas de Gerona –“La Gerundense” y “La Aurora”- y una tercera el Catllar, en
Tarragona, instalan las primeras máquinas de papel continuo. Esta mecanización comportó el uso de pastas elaboradas a partir de la madera. Así, a principios del s. XX
tuvo lugar la muerte anunciada de la fabricación de papel manual. A lo largo del siglo pasado han aparecido nuevos núcleos como el del Prat de Llobregat, destinado en
un principio a la fabricación de cartón y papel de impresión. En la actualidad las empresas papeleras se han visto afectadas por el proceso de globalización que ha
promovido la concentración empresarial internacional, con empresas que controlan desde la silvicultura, el cultivo de árboles para la obtención de la celulosa en los
bosques, a la producción del producto y su distribución. Sin embargo, hoy sigue habiendo un gran nombre de empresas pequeñas que perviven gracias a su gran
capacidad de adaptación y de especialización.
Los molinos papeleros tuvieron cierta importancia económica durante el siglo XVIII en Cataluña. Con la aparición de nuevas tecnologías, los molinos que aprovechaban
agua del río como fuente de energía fueron cerrando progresivamente. Los últimos cerraron entre 1908 y 1910, a principios del siglo XX.

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