1. 25/10/2014 Legión de Los Andes - Combate de Membrillar
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Combate de Membrillar
20 de Marzo 1814
Un segundo aviso de Lantaño había puesto
término a las perplejidades de Gaínza,
convenciéndole de que O'Higgins avanzaba
con todas sus fuerzas hacia El Quilo. "Ya eran
las 12 de! día -dice- cuando e! que declara tuvo
aviso de que el enemigo le venía encima; en e!
momento se puso en marcha para llegar a
aquel punto (El Quilo) y batir a O'Higgins,
considerando que alcanzara a él,
sosteniéndose la avanzada cuando menos un
par de horas, mas todo el orden y viveza de la
tropa en su marcha, que hacía a pie y a veces
a carrera. de modo de que la artillería y bagajes
ni podían seguirla por las barrancas y algunos
malos pasos que tenían que transitar. no bastó
para llegar a tiempo, pues a poco más de las.3
de la tarde y cuando le faltaría una legua corta
para llegar a El Quilo tuvo aviso y vio que e! enemigo había rechazado la avanzada y
apoderándose de aquel punto ventajoso".
El primer impulso de Gaínza al imponerse de la retirada de Barañao, fue salvar la legua escasa
que lo separaba de El Quilo, situarse en un cerro vecino que lo emparejaba, y concluir con
O'Higgins. Mas Luis Urrejola lo disuadió haciéndole presente que uno de los guías se había
fugado y que seguramente habría impuesto a O'Higgins de! plan, permitiéndole contrarrestar o
eludir e! movimiento realista. En realidad. como se lee entre líneas tanto en el oficio de Urrejola
como en la confesión de Gaínza, lo que arredró a la totalidad de los jefes realistas delante de El
Quilo fue lo formidable de las posiciones y e! temor de que Mackenna los atacara por la espalda
movimiento imposible, estando e! río de por medio y careciendo esta división patriota de caballos.
Esta posición determinó en Gaínza un brusco cambio de criterio. Al amanecer del día 20 repasó
e! Itata antes de la confluencia con el Ñuble y fue a situarse en Cucha-Cucha para atacar a
Mackenna.
Esta era precisamente la única determinación que podía conducirle a un desastre. El
campamento del Membrillar tenía sus espaldas apoyadas en las barrancas. en esa parte
infranqueable, del río Itata. El frente que miraba al norte estaba defendido por tres reductos
bastante bien emplazados cuyos fuegos se cruzaban. Obras de fortificación pasajera protegían
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los flancos. Estas defensas atendidas las armas de la época y la calidad de las tropas de ambos
bandos, daban a Mackenna la certidumbre, casi absoluta', de rechazar con grandes pérdidas el
asalto del ejército realista, que, por lo demás, no necesitaba atacar las posiciones de Membrillar
para apoderarse de Santiago y de todo Chile, siempre que arriesgara el todo por el todo, inclusive
su base de Chillán.
El combate de Membrillar empezó se desarrolló en forma imprevista.
Poco después de la 1 P. M. del día 20, Mackenna ordenó recoger algunos animales del ejército
que pastaban en las inmediaciones de la viña de Cucha-Cucha. En esos momentos, la tercera
parte del ejército realista aún no pasaba el Itata, y los dos tercios que lo habían vadeado, venían
de camino al trote y dispersos. Gaínza dio orden a Lantaño de que destacase unos 30 hombres
de los que había traído consigo, a desalojar de esa viña, donde el oficial, desobedeciendo la
orden de Mackenna, se había apostado, al destacamento patriota, Se trabó combate, y los
soldados realistas a medida que llegaban, entendiendo que la orden de ¡Adelante! dada por
Lantaño al piquete de 30 soldados, era general, se precipitaban sobre el pequeño destacamento
patriota. Mackenna tuvo que enviar otros destacamentos y un cañón para proteger el repliegue de
los suyos, y las avanzadas de ambos ejércitos llegaron combatiendo hasta el mismo fuerte.
Entre tanto, seguían llegando al lugar del combate los soldados que habían pasado primero el río,
y, sin que los jefes pudieran contenerlos, tomando por un bajo que protegía su avance, se
lanzaron sin orden ni concierto al asalto de las trincheras patriotas. Algunos tiros de fusil "y una
voz que se oyó ¡Avanzar! - dice Gainza - fueron bastante para que cuanta tropa tenía a sus
espaldas el que declara, a pie y a caballo, sin hacerle caso, oír sus voces y amenazas y las de
los otros jefes y oficiales y menos esperar que la artillería se montase y, por decirlo de una vez,
con el mayor desorden, corrían todos precipitadamente y en modo arbitrario a que están
acostumbrados a embestir, cada uno por donde le dio la gana, a la trinchera del enemigo, que
empezaron a tomar con un valor a toda prueba" ... "La artillería, que había quedado atrás, no pudo
llegar hasta media hora después de empezado el ataque" ...
Junto con salir de la hondonada que los protegía, los soldados realistas se precipitaron sobre las
trincheras, despreciando el fuego de metralla y de fusilería del reducto del norte, pero fueron
rechazados a la bayoneta en las trincheras mismas. Las tropas que venían en pos retrocedieron,
y el coronel Balcarce, saliendo de las trincheras con 60 hombres, capturó cuatro sobrevivientes
realistas del grupo de suicidas que se habían precipitado sobre el campamento. La salida costó la
pérdida del comandante de las milicias de Rancagua, Agustín Almarza.
A esta altura, el combate pareció suspenderse, pero momentos más tarde, la totalidad del ejército
realista rodeó por todos costados el campo de Membrillar, colocándose a tiro de pistola, en vez
de asaltado, a fin de que los patriotas pudieran fusilarlos con más comodidad. Faltaba poco para
las 5 P. M. En esta posición absurda soportaron el fuego de seis piezas de artillería y de 700
fusileros hasta las ocho de la noche. Un jefe me avisado intentó por tres veces romper las
fortificaciones del flanco derecho, como eran las más débiles. Mackenna acudió con fuerzas del
reducto de Balcarce al punto amagado y los asaltantes retrocedieron. La permanencia de la línea
realista durante tres hora a tiro de pistola de las trincheras patriotas, sin experimentar más
pérdida que unos cien muertos y, tal vez, otros tantos heridos, se explica por el hecho de haberse
descompuesto la mayoría de los fusiles, como consecuencia de la lluvia y de su mal estado.
Algo parecido ocurrió con varias piezas de artillería.
A las 7 1/2 de la noche, la lluvia, la oscuridad y las bajas produjeron la dispersión completa del
ejército realista. Los soldados se dieron a sí mismos la voz de replegarse a las casas de Cucha-
Cucha, pues el comando había desaparecido, y dejando la artillería abandonada en una quebrada
y los fusiles tirados en el campo, unos pocos se precipitaron en esa dirección. La mayoría huyó a
Chillán y muchos se desbandaron. Galnza, perdido en la oscuridad de la noche, se cobijó bajo un
árbol, acompañado de cuatro oficiales y de algunos soldados, a tiro de fusil de las líneas
patriotas. "Si un tambor nuestro -dice el capitán García- hubiera salido tocando ataque, las
pérdidas del enemigo habrían sido incalculables:"
Pero estaba decretado que los comandos compitieran en un concurso de errores. Lo mismo que
le ocurrió al general Escala en la batalla de Dolores sesenta y siete años más tarde, Mackenna
no se dio cuenta de su triunfo, y sólo pensó en reparar los desperfectos de las fortificaciones para
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resistir la segunda embestida, que ya lo encontraba con el armamento muy deteriorado. El 21 de
marzo, cuando el enorme desastre de los realistas era conocido en toda la región, escribía a
O'Higgins, que permanecía aún en El Quilo: "Me persuado que los realistas repetirán la acción"; y
éste le contestó: "Ignoro la situación del enemigo, pero un dragón y un nacional prisioneros, que
acaban de pasarse a nuestro campo, me aseguran que Gaínza, al principio de su derrota, huyó
con la oficialidad, diciendo que los iba a esperar a Chillán; que las tropas en pequeñas partidas se
acogieron a varios puntos de Cucha-Cuchai-que las milicias de Rere y de La Laja fugaron con su
armamento; que los muertos pasan de 200; y que a los 300 heridos no hubo quién los auxiliase y
recogiese. La derrota, según esta relación, ha sido completa, y estoy persuadido de que aterrado
el enemigo no quiere sufrir segundo golpe ..”
Le habría bastado a Mackenna mandar. al amanecer del día 21 una corta patrulla, para
cerciorarse del resultado del combate, y esta elemental medida habría cambiado el curso de los
acontecimientos. Es sencillamente una necedad suponer que el propio Mackenna u O'Higgins,
acelerando la marcha, habrían podido capturar los restos dispersos del ejército de Caínza, que
contaban con magníficos caballos y que huían en territorio amigo, pero se habrían adueñado de
toda la artillería, de la mitad o más de los fusiles, tirados en el campo, de las municiones, los
bagajes y los víveres, e impedido que el ejército se rehiciera en Chillán.
Viendo los jefes realistas que en el Membrillar nadie se preocupaba de otra cosa que de
fortificarse más y más, mandaron recoger la artillería, las armas, municiones, víveres, bagaje y
heridos a las barbas mismas de Mackenna, quien continuaba creyendo que la retirada había sido
sólo una estratagema para sacarlo de sus posiciones. Al mismo tiempo que se recogía el
material, se reunían los dispersos, y una semana más tarde, el ejército realista estaba
reconstituido en el mismo pie que antes de las victorias patriotas de El Quilo y de Membrillar. Las
cuatrocientas o quinientas bajas experimentadas en el último de estos combates, inclusive
dispersos, se llenaron con sus tropas veteranas de Chillán, reemplazándolas por milicianos.
Las bajas patriotas sólo montaban a 7 muertos, 18 heridos y 6 contusos.
Entre estos últimos, se contaba Mackenna, que libró con un rasmillón en el cuello, producido por
una bala. La oficialidad y la tropa pelearon bien, salvo un coronel y cuatro oficiales, que se
escondieron, Si se presta crédito al testimonio del capitán Nicolás Carda. quien registra sus
nombres. grados y regimientos.