El renacimiento de las ciudades en Europa se debió al aumento de la producción agraria, que permitió a los campesinos vender excedentes y comprar productos artesanales. Estas actividades económicas se desarrollaron en las ciudades, haciéndolas crecer y formar barrios de artesanos y comerciantes protegidos por murallas. Las ciudades ofrecían libertad a los siervos que lograban permanecer allí más de un año y un día.