1. Pulpote en busca de
la ilusión perdida
Autora: Lohana Méndez Hernández
2. Pulpote era un pulpo que vivía junto a sus
amigos: Calimbo (el calamar), Cuelo (el
pejepeine) y Saba (el zifio calderón).
Un buen día estaba Pulpote muy
tranquilo cuidando su jardín de esponjas,
corales y algas, cuando de repente, llegó
Cuelo y le dijo revolucionado:
5. ¡Qué ahora a nadie le
interesa la lectura! Todas las
librerías, bibliotecas,… han
cerrado y ahora sólo están
en pie las tiendas de
aparatos marinos. ¡Tienes
que hacer algo, Pulpote!
6. Al día siguiente, Pulpote decidió ir a
investigar por el fondo marino el motivo por el
cual los moluscos, los crustáceos, estrellas,
erizos, mamíferos marinos,… habían perdido
de repente el interés por el mundo mágico de
la lectura. Preguntó a la tortuga, al tiburón, al
calamar,... pero todos le decían que no sabían
nada. Siguió buscando pero no encontró nada.
7. Esa misma noche Pulpote recordó que muy pronto
sería el día del Libro. Pensó que era un buen
momento para que volvieran a recobrar el
interés por la lectura así que puso carteles
por todo el fondo
marino.
8. Llegó el gran día con muchos actos para
celebrarlo y entre ellos dio un gran discurso
frente a la multitud. Todos guardaron silencio
y escucharon con atención lo que Pulpote les
decía.
9. Comprendieron entonces que se estaban
perdiendo muchas cosas por dejar los libros
de lado y pensar sólo en aquel artilugio que un
cangrejo charlatán les había vendido. Fue así
como de nuevo volvieron a cobrar vida las
bibliotecas, librerías, zonas de lectura,…
10. Pero Pulpote aún no estaba satisfecho y se
propuso encontrar al responsable. Tenía una
idea de quién podía ser. El día anterior había
visto a alguien intentando convencer al mero, la
vieja y la cabrilla para que se quedaran con el
artilugio. Pulpote no recordaba mucho su
aspecto así que llamó a sus amigos y les
preguntó si conocían a un cangrejo rojo de ojos
saltones. Sus amigos le dijeron que sí, que vivía
más allá de las algas pardas.
11. Fue así como Pulpote habló con Pambrón, que así se
llamaba y se enteró de la verdad: estaba envidioso de su fama,
de cómo había conseguido tener tantos amigos y de que
todos tuviesen ilusión por la lectura.
Pulpote le regaló un libro y a partir de entonces
Pambrón y él fueron muy buenos amigos.