El documento critica la arquitectura moderna por mezclar estilos históricos de forma incoherente y propone una arquitectura futurista que refleje la vida moderna. Argumenta que la arquitectura debe crear formas y espacios nuevos basados en las necesidades y tecnologías actuales, en lugar de repetir modelos del pasado. Finalmente, sostiene que debido a los cambios en la tecnología y la vida moderna, la arquitectura debe distanciarse de la tradición y comenzar desde cero.
1. ANTONIO SANT´ELIA:
Manifiesto de la Arquitectura futurista (1914).
Después del 700 no ha habido arquitectura. Lo que se denomina arquitectura moderna es una
estúpida mixtura de los más variados elementos estilísticos, utilizada para enmascarar el
esqueleto moderno. La belleza nueva del hierro y el cemento es profanada por la sobre posición
de incrustaciones decorativas carnavalescas que no están justificadas por las necesidades
constructivas ni por nuestro gusto, y que tienen sus orígenes en la antigüedad india, egipcia o
bizantina. Esta asombrosa erupción de necedades e impotencias se denomina "NEOCLASICISMO".
En Italia, estos productos de alcahuetería arquitectónica son bien recibidos, y la más voraz
incompetencia que llegue de fuera es reputada como inventiva brillante, como el último grito dela
arquitectura. Los jóvenes arquitectos (los que ganan originalidad a través de las clandestinas
maquinaciones de las publicaciones de arte) despliegan su talento en los barrios nuevos donde
una alegre ensalada de columnas ojivales, follajes siglo diecisiete, arcadas góticas, pilastras
egipcias o entumecidas cariátides de estuco del siglo quince, reclama su aceptación como estilo y
como arrogante esfuerzo de monumentalidad. La caleidoscópica aparición y desaparición de
formas, el multiplicarse de los automóviles, el aumento cotidiano de las necesidades impuestas
por la rapidez de las comunicaciones, por la aglomeración de las gentes, por las exigencias de la
higiene y cien fenómenos más de la vida moderna, no parecen afectar en manera alguna a tales
renovadores de la arquitectura. Ellos continúan tozudamente aplicando las reglas de Vitruvio,
Vignola y Sansovino, y con unas pocas revistillas alemanas de arquitectura en las manos tratan de
imponer a nuestra ciudad la imagen de la imbecilidad, allí donde debería imponerse la directa y
fidedigna proyección de nosotros mismos. Así, este arte expresivo y sintético ha llegado a ser en
sus manos un huero ejercicio estilístico, un rumiar de fórmulas incompetentemente empleadas,
para disfrazar de edificio moderno, elvulgar y habitual conglomerado de piedras y ladrillos. Como
si nosotros, acumuladores ygeneradores de movimientos, con nuestras extensiones mecánicas,
con el ruido y la velocidadde nuestra vida, pudiéramos vivir en las mismas calles construidas para
los hombres de hacecuatro, cinco o seis siglos.La suprema estupidez de la arquitectura moderna
estriba en que se repite constantemente a símisma por la complicidad mercantil de las academias,
esas prisiones de la inteligencia, dondelos jóvenes están onanísticamente obligados a copiar
modelos clásicos, en lugar de abrir susespíritus a la búsqueda de los límites y a la solución del
nuevo e imperioso problema: "la casa yla ciudad futuristas". La casa y la ciudad material y
espiritualmente nuestras, en que puedatener lugar nuestra turbulenta existencia sin parecer un
anacronismo grotesco.El problema de la arquitectura futurista no es un problema de reajuste
lineal. No es unacuestión de encontrar nuevos perfiles, nuevas formas para las puertas y ventanas,
sustitutospara las columnas, las pilastras, las ménsulas con cariátides, las gárgolas. No es una
cuestiónde hacer las fachadas de ladrillo o cubrirlas de piedra; ni de establecer diferencias entre
losedificios nuevos y los viejos. Es cuestión de crear la casa futurista según un plan riguroso,
conayuda de todos los recursos científicos y técnicos, de satisfacer hasta el límite de lo
posiblecada una de las exigencias de nuestros modos de vida y de nuestro espíritu, rechazando
todoaquello que resulte grotesco, molesto o antiestético (tradición, estilo, estética,
2. proporción),determinando formas nuevas, nuevas líneas, una armonía nueva de perfiles y
volúmenes, unaarquitectura cuya única razón de ser radique en las condiciones especiales de la
vida moderna,cuyos valores estéticos estén en perfecta armonía con nuestra sensibilidad. Esta
arquitecturano puede depender de ninguna ley de continuidad histórica. Debe ser tan nueva como
nuevoes nuestro estado de ánimo.El arte de la construcción ha sido capaz de evolucionar en el
tiempo y pasar de un estilo a otromanteniendo inalteradas las características generales de la
arquitectura, porque, así como loscambios de moda o de movimientos religiosos sucesivos son
frecuentes, los factores quecausan cambios profundos en las condiciones del medio ambiente,
que vuelcan lo viejo y creanlo nuevo —como el descubrimiento de leyes naturales, el
perfeccionamiento de sistemasmecánicos, la utilización científica y racional de los materiales—
son verdaderamente muyraros. En la vida moderna el proceso de la evolución estilística de la
arquitectura hacomenzado. "LA ARQUITECTURA SE DISTANCIA DE LA TRADICION. SE
RECOMIENZADESDE EL PRINCIPIO POR FUERZA".El cálculo de la resistencia de los materiales, el
uso del cemento armado, descalifican l