1. De la Inteligencia Racional a la Inteligencia Nacional
Sea World, San Diego, California: el espectáculo de las focas y los pingüinos amaestrados. El conductor, un
individuo bajito, barrigón, moreno, claramente de origen hispano y seguramente mexicano, que con cierta
dosis de prejuicio podríamos calificar a simple vista como alguien sin personalidad y sin figura de líder, se
para al frente del escenario dirigiendo la vista hacia las gradas que alojan a una audiencia expectante y en las
que no queda espacio para una persona más. A una señal gestual del animador-domador, sin emitir una sola
palabra, divide a la tribuna en dos secciones: los de la izquierda deben aplaudir una vez, los de la sección
derecha, dos veces. Da la orden y en diez segundos el señor tiene el control absoluto del auditorio. El grupo
de dos mil quinientas personas se deja organizar y conducir, se involucra y participa activamente desde el
inicio del espectáculo. Han transcurrido sólo diez segundos y observo al numeroso grupo, incluido yo,
ejecutando dócilmente una serie de rutinas ordenadas por un individuo al que hace quince segundos
ninguna persona del escenario, o si acaso algunas cuantas, habían visto antes.
2. El suceso descrito es poco extraordinario; al contrario, es cotidiano. Se observa en cualquier espectáculo y
escenario similar al de Sea World, sin embargo podemos apreciar que la velocidad de respuesta a la invitación a
participar, la espontaneidad de la reacción y la intensidad de las manifestaciones de participación es mucho mayor
en determinados grupos de personas pertenecientes a cierto tipo de sociedades. No porque las personas que las
integran tengan algún don, talento nato o cierta preparación especial, sino porque su actitud es más
abierta, receptiva, participativa.
Podemos observar que la espontaneidad y la cualidad de receptivos hace a algunos grupos más organizadles que a
otros para el alcance de propósitos específicos. Desde luego que debe tomarse en cuenta la intervención de un
líder para mover a una multitud hacia cierto objetivo, pero por ahora nos concentraremos no en el líder, sino en el
grupo.
Otros grupos humanos muestran menor disposición hacia la participación en actividades conjuntas y por lo tanto
son menos dúctiles. Hay sociedades enteras que, por alguna razón, su capacidad de movimiento grupal es casi
nula y su facultad de desplazamiento en conglomerados organizados es prácticamente inexistente. Estos son
grupos estáticos y dispersos.
3. El tipo de grupo que se describe en el primer párrafo de este artículo: responsivo, participativo y
fácil de organizar y conducir hacia objetivos comunes, es típico -y por lo tanto puede ser
significativamente representativo- de las sociedades de países con un nivel de vida relativamente
mayor, como las de los Estados Unidos, Canadá y de la Europa Occidental. En cambio, los grupos
del tipo opuesto en la sociedad son lentos, individualistas y en cierto grado, apáticos. Estos son
resistentes a ser organizados y por lo tanto difíciles de conducir, incluso ante la presencia de un
líder o ante la inminencia de una amenaza natural.
Una dicotomía de las sociedades en los dos tipos de grupos descritos nos mostraría por un lado,
una sociedad despierta, dinámica, activa, con cohesión, convencida del beneficio del respeto de
las leyes, normas y reglamentos. La otra, con las características opuestas: adormilada, pasiva,
con dispersión de los individuos que la integran, apática, resistente a ser organizada, con poco
respeto a normas y leyes. El grupo comunitario y el grupo individualista.
Surge en este momento la pregunta: ¿en caso de una emergencia o crisis local o regional, que
tipo de sociedad sería más fácil de evacuar, de mantener ordenada y de rehabilitar para su ajuste
a las condiciones del desastre? ¿Qué tipo de sociedad responde mejor a los boicots organizados
en contra de un producto dañino? ¿Cuál de las sociedades defiende mejor sus intereses de grupo
sumándose a una cruzada cuya fuerza la da el mayor número de individuos y la solidez de sus
convicciones? La respuesta es obvia.
4. La inteligencia de un país: la inteligencia nacional
Antes de proponer formalmente el concepto de inteligencia nacional -la inteligencia colectiva de un país- hagamos
una extensión de este tipo de inteligencia aplicada a los tipos de sociedad según la dicotomía planteada en los
primeros párrafos, según la cual existirían dos tipos de sociedades: las dúctiles para la
organización, proactivas, despiertas, permeables, que en su grado de madurez llegan a ser homeostáticas, que
llamaremos sociedades tipo “A” y las sociedades con las características opuestas:
pasivas, lentas, adormiladas, desorganizadas y difíciles de conducir hacia objetivos comunes, resistentes al
acatamiento de leyes y normas, que identificaremos como tipo “B”. Si en este punto asociamos la forma de
comportamiento típico de las sociedades tipo “A” y tipo “B” con el país al que típicamente pertenece esa
sociedad, tendríamos en una aproximación primera y simplista, dos tipos de países: aquellos cuyo tejido social lo
forman las sociedades tipo “A” y aquellos formados por sociedades tipo “B”.
Si pretendiéramos medir cuantitativamente las diferencias de comportamiento entre los dos tipos “A” y “B” de
sociedades, tendríamos una escala en la que habría una infinidad de valores.
Homeostasis: autorregulación de la constancia de las propiedades de los sistemas influidos por agentes exteriores.
Factores étnicos y genéticos en la determinación de la inteligencia
El concepto de inteligencia nacional que defino formalmente en el apartado siguiente no tiene nada que ver con la
diferenciación en los coeficientes de inteligencia racional asociados al origen étnico de las personas, para las cuales se
han determinado calificaciones medias producto de la aplicación de diversos instrumentos de medición (ver Intelligence:
Knowns and Unknowns, Report of a Task Force, Board of Scientific Affairs, American Psychological Association, August 7,
1995).
La inteligencia nacional tampoco está relacionada en forma alguna con el concepto del inconsciente colectivo planteado
por el psicoanalista Suizo Karl Gustav Jung (1875-1971), de quien el escritor Alemán Herman Hesse (1877-1962), premio
Nobel de literatura en 1946 y autor de El Lobo Estepario (1927) y de Demian, plantea en esta obra la idea del “Egregor”,
símbolo animal que adoptan los países como expresión del espíritu de su pueblo, que es la manifestación de su propio
inconsciente colectivo.
Independientemente de si lo que marca la diferencia entre ambos tipos de sociedades “A” y “B” según lo planteado en el
apartado anterior se debe a factores genéticos o aprendidos, es claro que existen razones por las cuales las dos clases de
sociedades muestran comportamientos típicamente diferentes. También es claro cuál de los dos comportamientos es
más deseable que el otro.
Razón por la cual se habla, por ejemplo, del Águila Azteca, del León Británico, del Oso Ruso, etc.
5. El Coeficiente de Inteligencia Nacional
Para poder plantear con claridad el concepto de inteligencia nacional -la inteligencia colectiva de un país-
agrupemos bajo un solo término el cúmulo de los factores genéticos y aprendidos que le confieren a la sociedad
típica de un país esas capacidades de movilidad organizada, de aceptar y seguir a un líder, de ser convencida de
perseguir objetivos comunes, de participar en actividades de grupo sin perder su individualidad. Démosle a ese
conjunto de factores la denominación de “Inteligencia Nacional”. Así, cada país del orbe tendría su propio
coeficiente de inteligencia nacional, medido éste en proporción del grado en que su sociedad entera se acerca a
una sociedad del tipo “A”, cuya calificación máxima sería de 100. Si el punto de referencia es el cero, que
correspondería a una sociedad cuyas características son claramente las del tipo “B”, de inmovilidad, pasividad,
resistentes a ser organizadas, somnolientas, entonces tendríamos en la escala del 0 al 100, una ubicación para
cada país, de acuerdo a la sociedad típica del mismo, entre esos valores extremos de 0 y 100. Como ya se
mencionó, una característica de las sociedades tipo “A” es que son conocedoras y respetuosas de las leyes y las
normas aplicables a los diferentes niveles de gobierno: federal, estatal y municipal. Lo contrario es válido para las
sociedades tipo “B”.
Es importante señalar aquí que al considerar a la sociedad de un país, me refiero al conjunto total de su
conglomerado social, multi-étnico, multi-racial, en que no se hace necesario distinguir a las nacionalidades de
origen de los individuos que integran esa sociedad. Esta no-diferenciación con base en factores de origen
geográfico o étnico es posible y pertinente porque dichas diferencias se ven minimizadas o anuladas por el efecto
de las influencias en el estilo de vida del país y su cultura, que es adoptada a fin de cuentas en menor o mayor
grado, por los inmigrantes después de un tiempo de vivir en su país adoptivo, así como por los nacidos en ese
país cuyo origen étnico es foráneo.
En este punto me aventuro a hacer una afirmación: existe una correlación (por demostrar y por medir) entre el
grado en que un país tiene una sociedad tipo “A” que muestra esas características de organizable, y el grado de
desarrollo de ese país, medido éste en términos de su progreso económico y social. En otras palabras: entre
mayor sea la capacidad de una sociedad de organizarse para conseguir objetivos comunes, entre más esa
sociedad tenga características del tipo “A”, mayor es el nivel de desarrollo del país al que pertenece esa sociedad.
6. Con relación a este planteamiento específico puede surgir el argumento opuesto de que las cosas ocurren a la
inversa en el sentido de que es precisamente el nivel de desarrollo económico y social del país el que determina
que una sociedad sea organizable. Esto lo someto al juicio de los expertos, pero dudo que sea esta la afirmación
válida para el caso que nos ocupa.
Países inteligentes y países que no lo son tanto
A reserva de que se diseñen, se prueben, se perfeccionen y se apliquen los instrumentos de medición adecuados,
podríamos adelantar que los países con un mayor Coeficiente de Inteligencia Nacional (IN) serían los más educados
y organizados socialmente. Así, podríamos adelantar que los países Nórdicos (Finlandia, Suecia, Noruega,
Dinamarca) y los Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Suiza, Francia y otros países avanzados, así como Singapur y
Japón en Asia, tendrían coeficientes IN relativamente altos, acercándose al 100 en esa escala relativa. En cambio,
los países más atrasados socialmente como Haití, Afganistán, Mongolia, aunados a algunos africanos, estarían más
próximos al cero.
Por otra parte, como las sociedades son susceptibles de evolucionar socialmente con el tiempo sobre todo por los
efectos de su proceso educativo y de refinación de comportamientos, el coeficiente de inteligencia nacional IN
puede variar. Así, Corea del Sur es un ejemplo de cambio en el coeficiente IN, ya que ha sido muy patente su
evolución positiva, de pasar de ser un país “desorganizado” y con poco progreso económico y social hasta los años
sesentas, a un país avanzado y muy competitivo económica y socialmente, gracias a que sus ciudadanos han ido
acrecentando educación y su capacidad de organización hacia el progreso, por lo que ese país tendría ahora un alto
coeficiente de inteligencia nacional IN.
Este concepto es aplicable en una escala menor a grupos sociales dentro de un mismo país, por eso en el caso de
México el “Norte” es más progresista que el “Sur”
7. La inteligencia de México
¿Con que coeficiente de inteligencia nacional estaría México? ¿Ha cambiado con el tiempo ese coeficiente? ¿Qué
perspectivas visualizamos para su incremento? ¿Qué acciones debemos llevar a cabo como sociedad y qué
instrumentos tenemos a la mano para incrementar ese coeficiente, no con la simple finalidad de tener una
calificación mayor, sino por lo que refleja esa calificación? Esto está por determinarse.
La verdad es que el concepto de Inteligencia Nacional es algo que debe ser considerado como un tema de
investigación. Sabemos que antes que esta se inicie, de seguro será un tema de controversia que, en cualquier
caso, deberá ser abordado por los especialistas en la materia. Aquí el concepto queda simplemente
enunciado, esperando que alrededor de él se inicien los estudios, los debates y las propuestas y a partir de ello se
avance en el camino de la exploración formal. En México requerimos una evolución más acelerada, un mayor
coeficiente de inteligencia nacional.