Este documento resume las pandemias más letales de la historia desde la Peste Negra en el siglo XIV hasta el VIH/SIDA en la actualidad. La Peste Negra mató entre 75-200 millones de personas en Europa en 1347-1351. La viruela causó aproximadamente 56 millones de muertes en 1520. La gripe española de 1918-1919 fue responsable de 40-50 millones de muertes. La plaga de Justiniano de 541-542 causó entre 25-50 millones de muertes. El VIH/SIDA ha causado 25-35 mill
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1. LAS PANDEMIAS MÁS LETALES DE LA
HISTORIA DE LA HUMANIDAD
De la peste negra al coronavirus, todo sobre el
futuro de las pandemias con un repaso de los brotes
más devastadores de la historia desde los primeros
registros datados en la Edad Antigua.
Desde los inicios del turbulento 2020, la
ciencia trabaja a contrarreloj en la investigación
de la COVID-19. Desde que fue declarada pandemia
global por la Organización Mundial de la Salud
(OMS), las cifras del coronavirus continuaron en
ascenso y transformaron la vida cotidiana de todos
los países. Aunque su incidencia a día de hoy ha
caído por la vacunación a nivel global, el acumulado
de casos desde su origen ronda los 272 millones a
nivel global.
Según datos del Ministerio de Sanidad de España y
de la publicación digital Our World in data, los
fallecidos en España superan los 88 600 y, a nivel
mundial, superan los 5.3 millones, Sin embargo, al
analizarlas a través de un prisma global, las cifras
de la COVID-19 aún están lejos de sus competidores
más letales de la historia.
La Peste Negra (1347-1351): 75 - 200
millones de muertes:
La peste negra es considerada la epidemia más
devastadora de la historia de la humanidad. El brote
repentino de esta enfermedad en el siglo XIV afectó,
según estiman modelos de predicción actuales, entre
75 y 200 millones de personas, que traducido a
porcentaje representa un 30 y un 60% de la población
de Europa.
De acuerdo a los datos actuales, el inicio de
la pandemia de peste negra tuvo su epicentro en Asia
y se extendió a través de las rutas comerciales
hacia Europa hasta alcanzar su pico máximo entre
1347 y 1353. Aunque durante siglos se ha culpado de
su origen a las ratas, un estudio de 2018
sugirió que se propagó a través de las pulgas y los
2. piojos de las personas. La fiebre, la tos, las
manchas en la piel y otros síntomas como la gangrena
que dio nombre a la epidemia se extendieron como la
pólvora por el norte de África, Asia, Oriente
Medio y Europa con una mortalidad muy alta.
Aunque la gravedad de la plaga fue diferente según
la zona, los estragos de sus consecuencias a nivel
económico, político y social fueron abrumadores,
sobre todo cuando la opinión pública comenzó a
culpar a los judíos como responsables del
envenenamiento de los canales de agua potable.
La medicina de aquella época era aún tan básica que
no estaba preparada para investigar la causa de la
enfermedad, por lo que los historiadores, médicos y
biólogos no hallaron consenso sobre si la raíz de
la plaga fue una variante de la peste bubónica u
otra enfermedad distinta. A lo largo de los años
posteriores, la mayoría de variedades de Yersinia
pestis se han encontrado en China, lo que podría
indicar que la epidemia se originó en aquella
región.
Ahora, un nuevo estudio del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas ha demostrado que la
mortalidad de la peste negra tuvo un impacto muy
desigual gracias al análisis del polen fosilizado
recogido en Europa. El trabajo, publicado en Nature
Ecology and Evolution afirma que la mortalidad no
fue tan homogénea como reflejan los libros de
historia.
“Hemos descubierto que la considerada peor pandemia
de la historia tuvo un impacto devastador en algunas
regiones, como Escandinavia o Francia, mientras que,
en otras, como en Irlanda o la Península Ibérica,
el impacto fue mucho más discreto”, afirma Reyes
Luelmo, investigadora en el grupo de arqueología
medioambiental del Instituto de Historia del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas de España
(CSIC).
A través del estudio del polen, los investigadores
han reconstruido la historia del desarrollo de las
actividades económicas relacionadas con la
agricultura y la ganadería, lo que los ha llevado a
3. conocer la interacción de los humanos con el
entorno. “Supuestamente, una epidemia con tal caída
demográfica habría provocado por entonces que los
bosques se recuperaran ante un menor impacto humano
sobre ellos y, en paralelo, que tanto la agricultura
como la ganadería sufrieran una notable deceleración
o incluso cese absoluto", explica José Antonio
López, investigador del Instituto de Historia del
CSIC.
Según explican los investigadores, al basarse en el
estudio más allá de los datos cuantitativos que
normalmente solo reflejan la realidad de las grandes
urbes, han constatado las altas tasas de mortalidad
en Francia, Escandinavia, Alemania, Grecia e Italia,
mientras muchas regiones de Europa Central y
Oriental, incluidas la península ibérica e Irlanda,
muestra que la actividad agrícola no cesó.
"Las pandemias son fenómenos complejos que tienen
historias regionales y locales. Hemos visto esto con
la COVID-19, ahora lo hemos demostrado para la peste
negra", sostiene Adam Izdebski, del Instituto Max
Planck.
Viruela (1520): 56 millones de muertes
Bautizada así en honor a las pústulas que provoca
en la piel, la viruela fue una pandemia devastadora
con una tasa de mortalidad de un 30%, especialmente
alta entre niños y bebés. A pesar de que se desconoce
su origen, existen evidencias de su existencia en
una época muy temprana, ya que se han hallado restos
en momias egipcias datadas del siglo III a. C.
A través de la historia, la enfermedad se propagó
en brotes periódicos y se expandió de forma masiva
cuando los conquistadores llegaron al nuevo mundo:
según las estimaciones, unas 400 000 personas
morían cada año en la Europa del siglo XVIII y un
tercio de aquellos que lograban sobrevivir
desarrollaba ceguera o quedaban con heridas graves
en el rostro.
4. La OMS declaró su erradicación en 1980, tras
diversos esfuerzos por globalizar las campañas de
vacunación. Sin embargo, se estima que la viruela
mató hasta 300 millones de personas solo en el siglo
XX y hasta 500 millones en sus últimos 100 años de
existencia.
Previo a la aparición de la vacunación, en China se
practicaba la inoculación para prevenir la
enfermedad al menos desde el siglo X d. C. Siglos
más tarde, la experta británica Mary Montagu observó
cómo los circasianos que se pinchaban con agujas
impregnadas en pus de viruela nunca contraían la
enfermedad, lo que significó uno de los mayores
aportes sobre la patología en Occidente hasta que el
científico Edward Jenner desarrolló la vacuna 90
años más tarde.
Tras las campañas de vacunación el virus quedó
erradicado, excepto por las reservas en estado
criogénico que todavía quedan en dos laboratorios
de Rusia y Estados Unidos. A pesar de que algunos
grupos de expertos han solicitado su eliminación
para evitar incidentes, no se llevó a cabo por falta
de información sobre el virus.
La Gripe Española (1918-1919): 40-50
millones de muertes
Al contrario de lo que puede parecer debido a su
nombre, la gripe española mató a más de 40 millones
de personas en todo el mundo y, pese a su nombre,
no se inició en España. Aunque no existe un consenso
en cuanto a su origen, muchos científicos sitúan sus
primeros casos en Estados Unidos en 1918.
En el contexto de una guerra mundial en la que España
era neutral, ese Estado no censuró la información
sobre la epidemia y sus consecuencias, a diferencia
de los países implicados en el conflicto bélico, que
eliminaron toda información al respecto con el
objetivo de no desmoralizar a las tropas y no
mostrar sus puntos más vulnerables al enemigo.
5. Por tanto, los medios de comunicación españoles
fueron los primeros en informar sobre la enfermedad,
y además, uno de los países más afectados con 8
millones de personas infectadas y 300 000 personas
fallecidas.
“La censura y la falta de recursos evitaron
investigar el foco letal del virus. Ahora se sabe
que fue causado por un brote de influenza virus A,
del subtipo H1N1”, afirma el diario de información
sanitaria la Gaceta Médica. “A diferencia de otros
virus que afectan básicamente a niños y ancianos,
muchas de sus víctimas fueron jóvenes y adultos
saludables entre 20 y 40 años, una franja de edad
que probablemente no estuvo expuesta al virus
durante su niñez y no contaba con inmunidad
natural”.
Plaga de Justiniano (541-542): 25-50
millones de muertes
La información sobre las enfermedades del pasado es
más desconocida cuanto más retrocedemos en la
historia. Sin embargo, existen evidencias que
sugieren que la llamada Plaga de Justiniano se
encuentra en cuarto lugar entre las más
devastadoras, y provocó la muerte de entre 25 y 50
millones de personas. Según las estimaciones
demográficas del siglo VI, supuso la muerte de entre
el 13 y el 26% de la población.
Su origen se remonta al Imperio bizantino en las
ratas que viajaban cientos de kilómetros en los
barcos mercantes, que navegaban hacia los distintos
rincones de Eurasia entre el año 541 y 549. La plaga
fue recurrente en las zonas cercanas a los puertos
del Mediterráneo hasta aproximadamente el año 750.
Los lugares más aceptados como origen de la pandemia
son los enclaves comerciales del este de África, y
su causa más aceptada se halla en
la bacteria Yersinia pestis, como en el caso
posterior de la Peste Negra, aunque proveniente de
una cepa diferente. En este caso, su nombre hizo
6. referencia al emperador romano Justiniano I que
regía entonces el Imperio bizantino.
VIH/SIDA (1981-actualidad): 25-35 millones
de muertes
Desde su aparición en 1976, el virus de la
inmunodeficiencia humana (VIH) ha matado a 32
millones de personas, según la OMS. A día de hoy aún
hay entre 31 y 35 millones conviviendo con la
enfermedad, sobre todo en África.
Este virus infecta las células del sistema
inmunitario, mermando la capacidad del organismo
para combatir enfermedades. En las etapas más
avanzadas del virus sobreviene el síndrome de la
inmunodeficiencia adquirida o SIDA, que ha tenido
un gran impacto en la sociedad no solo a nivel de
salud, sino como fuente de discriminación.
“El VIH/sida sigue siendo uno de los problemas de
salud pública más graves del mundo, especialmente
en los países de ingresos bajos o medios”, afirma
la Organización Mundial de la Salud, y continúa: “A
mediados de 2017, 20.9 millones de personas estaban
recibiendo terapia antirretrovírica en todo el
mundo. Sin embargo, solo el 53% de los 36.7 millones
de personas que vivían con el VIH estaba recibiendo
el tratamiento en 2016 a nivel mundial”.