Este documento presenta una secuencia didáctica para una clase de Lengua en 5to grado sobre cuentos policiales. La docente comenzará motivando a los alumnos con un cuento policial y luego les pedirá que respondan preguntas en grupos. Procederá a explicar las características de los cuentos policiales, como que responden a un enigma o caso por resolver. Finalmente, los alumnos deberán copiar información sobre el tema y buscar cuentos policiales en la biblioteca.
1. SECUENCIA DIDÁCTICA
PRACTICANTE: Villegas Wanda Noelia
ESCUELA: Centro Educativo n°22 Urbano J Núñez
MATERIA: Lengua
GRADO: 5to
CONTENIDO: Los cuentos policiales
OBJETIVOS: Reconocer las características de los cuentos policiales y la
diferencia con otros tipos de cuentos.
La docente comenzará la clase utilizando como recurso de motivación el lenguaje
sonoro de un cuento policial que se titula “El caso del loro mensajero”. Luego que
se termine de escuchar dicho cuento, la docente les pedirá a sus alumnos que se
agrupen y se les entregará una fotocopia con las siguientes preguntas:
A. ¿Por qué el personaje de la detective es gracioso?
B. ¿Qué entendió la detective?
C. ¿Qué significa el texto de la amenaza? ¿Por qué está asustada
Lucia?
D. Por lo que escucharon del cuento, ¿Por qué el cuento se llama “ El
caso del loro mensajero”?
E. Busquen en el diccionario las siguientes palabras y copien los
significados en sus carpetas: enigma, misterio, intriga, suspenso,
caso, sospechoso.
Que tendrán que responder para luego socializar entre todos sobre lo que llegaron
a resolver. A partir de las posibles respuestas de los alumnos, la docente
comenzará con la explicación de dicho tema, comentándoles a sus alumnos que
los cuentos policiales son narraciones que responden a la pregunta ¿Qué
sucedió? Y que se distinguen de otros cuentos porque contiene un enigma para
resolver: el caso.
Habitualmente, el caso es un delito como un robo, una amenaza o un asesinato.
Así, el cuento relata cómo el protagonista, que puede ser un detective policial o un
investigador privado, conoce las pistas. A partir de entonces, usando su
pensamiento, explica qué sucedió y resuelve el caso.
2. Luego, que la docente termine con la explicación les pedirá a sus alumnos que
copien la fecha del día, y un cuadro explicando acerca de los cuentos policiales y
las características del mismo.
Los cuentos policiales son narraciones, es decir que responden a la pregunta
¿Qué sucedió? Y se distinguen de otros cuentos porque contienen un enigma
para resolver: el caso. Habitualmente el caso es un delito, como un robo, una
amenaza. Así, el cuento relata como protagonista, que puede ser un detective
policial o u investigador privado, conoce las pistas y resuelve el caso.
Como cierre de la clase se les pedirá a los alumnos que en las bibliotecas,
busquen libros de cuentos policiales. Primero observen las imágenes de las tapas
y las que haya en el interior. ¿Qué objetos aparecen en esas imágenes? Luego,
lean los índices y presten atención a los títulos de los cuentos. ¿En cuáles de esos
relatos que hayan encontrado se usan las palabras “casos” y “enigma”?.
Esquema previo al desarrollo del guión
1. ¿Qué quiero comunicar?
2. ¿Cuáles son los objetivos?
3. ¿Cómo? ¿De qué forma?
4. ¿Con la intervención de quien?
5. ¿Cuánto dura el cuento?
6. ¿Con qué efecto? ¿Música?
DESARROLLO
1) Lo que quiero comunicar con el empleo del lenguaje sonoro, es un
cuento policial que se llama “el caso del loro mensajero”.
2) El objetivo que quiero lograr es motivar a los alumnos., para luego
continuar trabajando acerca de las características de los cuentos
policiales.
3) El género con el que se trabaja es un cuento policial.
4) Los personajes del cuento son la detective que va a resolver el caso, el
loro que actúa como medio de la amenaza, Lucía la joven amenazada y
Juliana, la poeta.
5) La grabación del cuento policial dura 10:01.
3. 6) Los efectos sonoros que empleé para este cuento son: de golpe, de
timbre, de lluvia, de un gato maullando, de un portazo. Y la música de
suspenso.
Guión Radiofónico “El caso del loro mensajero”
TEXTO AUDIO TIEMPO
Aquella tarde llovía como nunca y yo estaba sola
en la oficina. Bebí dos tragos de café, con los ojos
fijos en la ventana. Sin poder resistirme, con mi
dedo índice escribí en el cristal empañado por la
humedad: “Gerarda Pistacho, detective”.
En pocos minutos, otra capa de humedad empaño
el cristal. Tuve que escribir de nuevo mi nombre y
mi oficio, pero, con tanto trajín, se me enfrío el
café.
Es el problema de estar muy ocupada.
De pronto, una muchacha que no tendría más de
doce años entró a la oficina en forma brusca y
chorreando agua. Parecía un salmón pecoso, pero
más expresivo. Al menos, se la veía muy
asustada. Era alta para su edad y flaca como un
esqueleto. Yo la conocía a la chica, pero no
lograba recordar de dónde.
-¡Señora Pistacho, me ha pasado algo terrible! –
exclamó.
Termine de escribir mi nombre en el cristal y recién
entonces la atendí. Primero lo primero.
Música
Efectode la lluvia
Efectode golpe de una
puerta
Tiempo total
del cuento es
de 10:01
4. Me dispuse a escucharla. En este oficio, uno
termina acostumbrándose a escuchar. La gente
me cuenta sus problemas y yo se los resuelvo. Así
es como funciona el negocio. Una pista para
Pistacho y Pistacho cierra el caso. Esa soy yo:
Gerarda. Gerarda Pistacho.
La chica parecía un salmón, sí; y tomado por un
anzuelo. Pero…. ¿Quién era el pescador? Intente
tranquilizarla:
-Lo que pueda estar sucediendo allá afuera,
muchachita, no te sucederá en mi oficina. Aquí
estás segura. Como que me llamo Gerarda
Pistacho.
Y para refrendar mi idea, le señalé con el índice la
ventana, pero la humedad del ambiente ya había
empañado el cristal. Así como la marea borra los
castillos de arena, así mi nombre se borraba del
cristal. Todo es fugaz. En este oficio, uno se hace
filósofa de tanto ver que la taza es blanca, pero el
café es negro. El famoso lado oscuro de las cosas.
-¿Estoy protegida aquí?
-Lo estás, pero…. ¿cuál es tu nombre?
Me llamo Lucia Máxima Inocencia de la Fuente.
Muy bien. Ya tenía algo. Tenía el nombre de mi
clienta. Así se empieza.
-Bien, Lucia. Te escucho.
Como si una punzada de dolor le recorriera la
cara, dijo:
-El loro… ¡El loro!... Una amenaza de… ¡muerte!
Trague saliva. Aquello era espantoso. Un caso
demasiado difícil para mis posibilidades. Le señalé
la puerta con el índice y le dije:
-Seguro que tu veterinario lo podrá solucionar. Hay
tratamientos para loros agresivos, en serio. Y si no
los hay todavía, los sabrás mañana. Adiós.
Lucia me miro con los ojos ardientes de furia
juvenil. Con sequedad, espetó:
5. -Hablo en serio. El loro no tiene nada que ver, pero
me trajo una amenaza de muerte en el pico.
Eso cambiaba todo. Usar un loro de correo era
una estrategia novedosa.
-Quiero interrogar a ese loro mensajero
Como respuesta, la chica saco un papel de su
bolsillo:
-Después se lo presento. Tome, esta es la
amenaza.
El papel, arrugado y humedecido, tenía la
siguiente leyenda:
Tendrás tu merecidohasta el último suspiro.
A mí no me gusta la lluvia, odio la lluvia; pero más
me molesta la violencia. Lucia se mordía los
labios, violetas por el frío. Pobre chica: estaba
muerta de miedo.
-¿Qué le dije? ¿Vio que era una amenaza terrible?
-¿El loro habla?
La chica pensó un momento:
-Habla como hablan los loros, ya sabe: “papa
quiero papa”. No espere una conversación larga
con él, tiene poco vocabulario.
-Quiero verlo…. ¡Ahora! –bramé, como suelo
hacerlo cuando me pongo enérgica. Un acceso de
tos, a continuación del bramido, me detuve en el
despacho.
-Siempre que hubo tos, paró –me consoló la chica.
No iba a esperar a que dejara de llover. Me puse
el piloto y salimos a la intemperie. En este oficio, la
comodidad es un lujo. Soy una mujer dura; sé
enfrentarme a la lluvia y a otro tipo de desastre
naturales, como Julia, mi amiga la poeta, una
mujer alta y corpulenta, que se lleva todo por
delante. Entonces recordé de dónde conocía a la
chica: ¡era vecina de mi amiga Julia! Había crecido
mucho últimamente, pero esas cosas ocurren a los
doce años, es la edad del estirón. Cada tanto,
suelo ir a comer a lo de mi amiga. Esturión. Julia
Efectode la tos
6. conoce la receta del esturión a la canaria. Una
delicia.
El loro dormitaba en un patio techado, al lado del
cuarto de Lucia. Los padres de la chica no
estaban.
-¿Cómo te llamas? –le pregunte al pajarraco.
Ese verde, tenía un aspecto extraño; un pico
curvo, plumas, alas a los costados del cuerpo.
Realmente era un ser extraño. Y no me contestó.
Insistí.
Lucia me codeó el brazo y dijo:
-No creas que no lo entiende. Lo entiende, solo
que no le quiere contestar. Pero le informo que se
llama Picote.
Sonreí. Recién empezaba la investigación y ya
tenía el nombre de un testigo clave.
-Señor Picote, no es necesario que me diga nada.
Sé cuál es su nombre.
Picote me observó con indiferencia y soltó una
frase contundente:
-Quiero papa. Papa. Papa para Picote.
Di un vistazo a la casa. En el jardín, había un
muro.
-¿Detrás del muro vive Juliana, la poeta? –
pregunté
-Juliana, la poeta, vive detrás del muro, si –me
aseguró la chica.
Tuve sospecha, una corazonada. Salí a la calle y
toqué el timbre de Juliana. Enseguida, oí un
estruendo lejano. Sin duda, Juliana se había
chocado con la heladera o algo así. Siempre hacía
desastre.
En dos segundos, estaba ante mi amiga, la poeta.
Al verme, se alegró, pero apenas le respondí con
un gesto seco.
-¿Es tuyo esto ? –le pregunté, blandiendo ante sus
Efectode risa
Efectosonorode un
lorohablando.
Efectode un timbre
7. ojos del mensaje con la amenaza.
Juliana fue a buscar unos anteojos. En el camino,
tropezó con una silla y piso la cola del gato, que
maulló como un jaguar y salió por la ventana.
-Es mi letra, claro –afirmó Juliana, ya con los
anteojos.
-Estas en problemas –le susurré, con pena. -¿Por
qué amenazaste a tu vecina?
-¿Amenazarla? ¡Yo no amenacé a nadie! –dijo,
sorprendida.
-Está escrito: “Tendrás tumerecido hasta el último
suspiro” –le informé.
-¡Están confundidas! Vengan, pasen y les cuento –
respondió.
La chica y yo la seguimos: Juliana era tan alta que
se golpeó la frente contra el marco de la puerta de
la cocina. Con la hoja en la mano comenzó a
recitar:
No dejarédeescribirtepoemas/ entrealegríasypenas.
/ Hascometidoelcrimen deignorarme/ massitúme
lees,sabrásamarme./ Aunquetehayasido/ tedarétu
merecido./ Esaloúnicoqueaspiro.
Juliana me mostró la hoja y me dijo:
-¿Ves? Aquí recorté esos versos con la tijera,
porque sobraban.
Coloqué el pedazo de papel con la “amenaza” y vi
que encajaba perfectamente en la hoja.
Tendrás tumerecido/ hastaelúltimosuspiro.
A continuación, el poema decía:
Temerecesmiamor,/tronchadoportunegación./
Porquesiempreteamaré./ Hastaelúltimosuspiro,por
Efectode tropiezo.
Efectode un maullido
de un gato.
Efectode un golpe.
8. tisuspiraré.
Juliana, con una sonrisa melancólica, afirmó:
-Hice un bollo con los versos y los tiré a la basura.
El loro los habrá encontrado. El problema,
Gerarda, es que…. ¡mi novio no me quiere más!
Le dije que ya pasaría, que el tiempo lo cura todo
y me fui.
El caso estaba resuelto.
Ya en la casa de Lucia, comenté:
-Es un caso de amor no correspondido. Típico. No
hubo crimen.
Entretanto, Picote, con su torva expresión,
sentenció:
-Papa. Quiero papa. ¡La papa para Picote!
Efectode un loro
hablando.