1. Universidad de Concepción
Magíster en Educación
UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN
DIRECCION DE POSTGRADO – FACULTAD DE EDUCACIÓN
PROGRAMA MAGISTER EN EDUCACIÓN
Profesora: Dra. Beatriz Figueroa
Alumna: María Alarcón Matus
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Magíster en Educación
Comentario del texto de Henry A. Giroux
LA ENSEÑANZA DE LA ALFABETIZACIÓN Y LA POLÍTICA DE LA DIFERENCIA.
En la actualidad la educación chilena se encuentra en una crisis muy compleja, que
afecta la sociedad entera, hace ya varias décadas. Para volver a reestablecer una
armonía entre todos los agentes que intervienen en ella, se han propuesto nuevas
reformas curriculares, programas de intervenciones pedagógicas, entrega de muchos
recursos económicos a las entidades educativas, con el objetivo de optimizar los
procesos de aprendizaje, pero aún no se observan mejoras significativas.
Esto se debe según Giroux (1992) a la falta de consenso sobre temas inherentes a la
educación como son: la alfabetización, la cultura y la diferencia, que son
imprescindible para hacer una reestructuración del currículum escolar, principalmente
en los sectores más vulnerables.
Para Giroux (1992) la alfabetización es un referente y una forma de crítica social, una
práctica emancipadora de la posición del sujeto y “las identidades sociales de los
otros” (Giroux,A. 1992:12). Mirada así, pareciera no importar en estos momentos el fin
último de la educación; considerar que las personas logren ser felices, sentirse
autorrealizadas tanto individual como colectivamente, en un tiempo que está
conducido por una cultura propia y un espacio donde se logra concretar.
Visto esto desde la lógica lineal e ideológicamente monolítica, al dejar una puerta
abierta a dichos temas en cuestión, se corre el riesgo de ver amenazado el poder de
dominación, donde hay que cuidar que no se despliegue las alas de la emancipación
de las personas más pobres “de los subordinados”, ya que éstos podrían atreverse a
expresar, cuestionar los sistemas y apropiarse de sí mismos en la interrelación con
otros y con su entorno sociocultural. Todo esto podría ocasionar el caos y la
desventura de quienes desean gobernar sin preocupaciones.
Quizás sea ésta una de las causas por los cuales los niveles de gestión educativa
gubernamental, no planteen programas educativos innovadores o cambios de
estrategias más eficaces, para abordar la crisis educacional, que salen a la luz en las
evaluaciones externas como el Programa (PREAL)*, que señala claramente que las
escuelas públicas imparten educación de baja calidad y no enseñan a los alumnos
habilidades necesarias para salir de la pobreza o aportar al crecimiento económico de
su país, en otras palabras, los alumnos aprenden a ser agentes pasivos, receptivos de
la cultura de la escuela, que en su mayoría se aleja de su cultura real y cotidiana. Esto
se confirma aún más en las evaluaciones internas como el SIMCE o la PSU, con sus
nefastos resultados.
*Sitúa a Chile en el puesto 51 con 391 puntos sobre un promedio de 500 (noviembre 2007) (informe-pisa-
2006-sobre-calidad-de-la.html)
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Giroux (1992) hace una relación directa entre la política del poder por una parte, ya
que los dueños de él, buscan en sus discurso el enfoque más conveniente, es allí
donde el lenguaje discursivo toma un rol preponderante, se exhibe al país entre los
mejores resultados de América latina (http://www.emol.com/noticias), evidenciando
que la gestión del gobierno es alentadora, tratando de que los chilenos cambien la
visión referente a este problema y por otra parte, la relaciona con la ética en la
individualidad de leer el mundo, según “las circunstancias de clase, género, raza…”
(Giroux,A. 1992:14).
Si consideramos ambos elementos, el poder y la ética, debemos reflexionar si serán
las malas prácticas pedagógicas, el desinterés de los alumnos por aprender o el
enfoque planteado por los programas y planes educacionales, enmarcados en el
simple hecho de entregar conocimientos uniformes de una cultura dominante e
individualista, donde los cambios psicosociales de las personas o grupos no tienen
importancia alguna.
Esta penosa realidad la constaté, viendo la angustia de un niño pequeño, en una
escuela de alta vulnerabilidad, que casi sollozando, trataba de decodificar una palabra
mientras la profesora le señalaba unos fonemas aislados, que en su ingenua cabecita
o en su lenguaje natural, no tenía significado; ahora concluyo, que dicho elementos
se conjugan y se enraízan en la cotidianidad del trabajo de los docentes, donde al
creerse dueños del poder en sus aulas, se olvidan de las personas, de sus intereses,
valores y sobre todo de su dignidad humana y divina. ¿Cuántos docentes siguen
teniendo la visión, que la alfabetización esta restringida a leer y escribir o a desarrollar
técnicas auditivas y no comparten la visión de Giroux,A. (1992)? Quien plantea que los
procesos de la lectura y escritura son conceptos con un dinamismo constante, se
trata de dialogar con distintas lenguas, discursos y textos desde la perspectiva
concreta del autor. En otras palabras el uso del lenguaje activo, como forma para
comprenderse y comprender o el producir y valorar lo que otros producen, en un
ambiente que abrace a la persona y no solo al alumno, en un clima esperanzador de
unir capitales culturales formales e informales, cobra su real valor.
Me gustaría que todos los docentes que se encuentre en esta situación, escucharan
las palabras de Giroux (1992) y las hicieran vida en sus aulas, porque la alfabetización
es la necesidad de crear oportunidades para que el otro se sienta valorado, como
también desafiar al docente a cruzar fronteras para interactuar con el otro en su
dimensión de persona, con sus propios problemas, dones y dificultades, para que
desde allí, se inicie una renovada visión o más bien una revolución que erradique
tantos paradigmas y prejuicios que hacen sentir temor de mirar al otro como un ser
en evolución constante. Un educador crítico, interesado en “hablar a cerca de
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importantes cuestiones sociales, política y culturales” (Giroux, A. 1992:14), con el
objetivo de desarrollar, “ciudadanos críticos de una sociedad” (Giroux,A. 1992:18), en
la cual están inmersos.
Si fuese esa la realidad, tendríamos escuelas con docentes de mentes abiertas a
nuevos modelos, poseedores de dominio personal y con una visión compartida sobre
las demandas de la sociedad real. Gaviotas que enseñan no solo a “comer
conocimientos” o ir en busca del sustento en lenguaje escolarizado “buenas
calificaciones”, sino orientadoras del aprendizaje de volar, para ver el mundo desde lo
alto, insistiendo en mirarlo desde lo macro, sin temor a críticas ni a desafíos, aunque
esto conlleve el dolor de ser desterrado. Así se lograría una alfabetización cultural en
los alumnos, capaces de ser pluralistas sin abandonar sus valores y creencia
arraigadas en sus vivencias, disminuyendo las diferencias de ver el mundo y con la
posibilidad de que “otras voces puedan hablar y sean escuchadas” ((Giroux,A.
1992:14), teniendo la convicción que de la dignificación de las personas se amplíe a
todos los grupos humanos sin necesidad que piensen o actúen igual a otros, sino con
el objetivo de construir juntos un mundo mejor.
Pareciera una utopía, pero creo firmemente que es posible cumplirla, si se toma
conciencia de la labor docente y de su rol en la sociedad.
Concluyendo este comentario, es fundamental insistir en que la alfabetización no sólo
debiera ser la política de las diferencias, sino más bien la concreción de políticas
gubernamentales educacionales que den un giro completo a la educación, con límites
acordes a los contextos, pero no sólo en papeles y escritorios, sino con docentes
concretos, con exigencias de expertiz en lo que hacen, sin temor de provocar cambios,
que disguste a muchos, porque son las nuevas generaciones las que están siendo
perjudicadas en este sistema de excluyente, discriminador y sectorizado, con grandes
abismos de posibilidades entre los niños, que teniendo igualdad de capacidades
deben estar sometidos a estructuras escolares desorganizadas en su gestión y
curricularmente deficientes, solo por el simple hecho de no poseer los medios
económicos o no pertenecer a los estratos sociales altos, que hoy son dueños del
conocimiento, haciendo de la sociedad democrática y pluralista una ficción para los
que debe sufrir estas desigualdades.
Por ultimo enfatizar que el docente que ha tomado conciencia a lo que están llamado,
extraiga de sus alumnos su sabiduría natural, logrando que salga del letargo que hoy
se encuentran, mediante actividades educativas, que les convierta en cuestionadores
concientes y reflexivos de la educación que reciben, con conocimientos formales
vinculados a su cultura, técnicas discursivas diversas y valores personales profundos,
que permitan entablar relaciones con otros, mediante la lectura de “la historia como
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medio para reivindicar el poder y la identidad” (Giroux,A. 1992:22), entendida como
forma de liberación, de derechos y obligaciones responsables, fundadas en las
experiencias de variedad de culturas, conviviendo con otros iguales o desiguales, en
la legitimización de quien aprende en “la diversidad, igualdad y justicia social”
(Giroux,A. 1992:18), que todo ser humano merece.