Este artículo describe, cómo el Covid 19 impacta sobre la inseguridad alimentaria y sobre el estado nutricional (desnutrición, sobrepeso/obesidad) de los países y sus grupos más sensibles, entre ellos niños y mujeres de América Latina y El Caribe.
1. Seguridad alimentaria nutricional ante el COVID-19
07 de mayo de 2020
La inseguridad alimentaria y su impacto sobre el estado
nutricional (desnutrición, sobrepeso/obesidad) se cierne
sobre los países y sus grupos más sensibles, entre ellos
niños y mujeres.
Este artículo está escrito por Miguel Guzmán y Dilberth Cordero
América Latina y el Caribe venía experimentando una desaceleración del
crecimiento económico, tanto por factores globales como por situaciones
particulares de cada país y la correspondiente repercusión en los grupos
vulnerables, cuyas brechas de pobreza, malnutrición, educación, acceso al agua
segura y otros servicios esenciales se mantenían o presentaban una escasa
mejora, comprometiendo el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible
(ODS).
A finales de diciembre surge una preocupación sanitaria en China fruto de casos
de neumonía atípica en la ciudad de Wuhan, posteriormente identificada por la
Organización Mundial de la Salud (OMS) como el nuevo virus SARS CoV-2
responsable del COVID-19, que en marzo sería declarada como pandemia.
Las respuestas de los países (implementadas en momentos diferentes) han sido
diversas, aunque con un denominador común: restricción del contacto
interpersonal directo. Sin duda, estas medidas han demostrado – en el pasado
y actualmente – su efecto en la reducción del contagio de las enfermedades
transmitidas de persona a persona. Para finales de marzo, 1.000 millones de
personas en el mundo estaban en cuarentena, con severas limitaciones en su
movilidad y trabajo.
En este contexto, los Estados hacen sendos esfuerzos para mantener las
cadenas de valor de productos alimentarios y sus servicios relacionados en
operación; sin embargo, disponibilidad, acceso y utilización biológica de los
alimentos (componentes de la seguridad alimentaria) se ven severamente
afectados y, por tanto, asegurar el abastecimiento permanente para las familias
se convierte en un verdadero desafío. Esta situación es más evidente en las
ciudades capitales, cuyas elevada densidad poblacional e importantes
desigualdades, las colocan en una situación particularmente vulnerable
En ese sentido, la inseguridad alimentaria y su impacto sobre el estado
nutricional (desnutrición, sobrepeso/obesidad) se cierne sobre los países y sus
grupos más sensibles, entre ellos niños y mujeres. Varios elementos protectores,
que podrían mitigar la situación, están ausentes o no pueden desarrollarse al
menos aceptablemente; por ejemplo: desplazamientos en la cadena de
suministro o, acceso físico y económico seguros a centros de expendio de
2. alimentos frescos (algunos productos básicos han incrementado su precio por
limitaciones logísticas o por especulación).
CEPAL proyecta una caída promedio de 5,3% en el PIB de ALC para 2020, en
un escenario de también contracción global promedio de 3% según el FMI (el
peor desde la Gran Depresión) y con un volumen de comercio mundial que
podría caer entre 13% y 32%, estimado por OMC. Asimismo, 113 millones de
personas ya enfrentaban una grave inseguridad alimentaria (insuficiente aporte
calórico para cumplir con actividades habituales) antes del COVID-19 (según
FAO), y es justo este segmento el que afrontará una mayor debilidad y por tanto,
el deterioro de su dieta básica y sus condiciones de vida en general.
Bajo estas consideraciones, la seguridad alimentaria nutricional es seguramente
uno de los retos más relevantes – una tarea prioritaria para hoy y para el día
después. Las medidas de salvaguarda sanitaria han generado una disrupción
en las formas en que los individuos han encarado la cobertura de sus
necesidades básicas, entre ellas salud, alimentación y nutrición.
Así, el COVID-19 ha modificado los patrones de vida y de consumo, afectando
las operaciones del mercado, generando cambios en los modelos de producción
y todos sus servicios relacionados (p.ej. logísticos y financieros), revelando un
conjunto de discusiones relacionadas con sus efectos actuales y, sus impactos
en el corto y mediano plazo. Algunos a considerar son:
• Establecer regulaciones sanitarias, de inocuidad y bioseguridad para la
habilitación gradual de las operaciones en la cadena de suministro (personal y
procesos).
• Fortalecer los sistemas de monitoreo de los mercados de alimentos y otros
productos básicos, en la intención de evitar malas prácticas comerciales como el
acaparamiento de stocks y la especulación.
• Fortalecer los mecanismos y programas de protección social que garanticen el
acceso a alimentos nutritivos, basados en recomendaciones nutricionales de cada
país y partiendo del derecho a alimentación adecuada.
• Definir políticas y medidas de soporte al sector agroalimentario previendo la
disponibilidad de materia prima, insumos y recursos financieros seguros y
suficientes para encarar las campañas agrícolas, ciclos pecuarios y procesos
industriales necesarios para asegurar el abastecimiento interno y las
exportaciones durante la emergencia y luego de la misma.
• Promover la modernización de los modelos de producción y comercialización
mediante la incorporación de mejores prácticas y de tecnologías digitales que
permitan escalar la productividad, facilitar las operaciones en la cadena de
suministro y simplificar las transacciones en la cadena de pagos.
• Fortalecer los sistemas alimentarios locales, particularmente en las ciudades,
vinculándolos con las principales cadenas de suministro de alimentos y otros
productos básicos.
• Promover entre la población recomendaciones nutricionales clave, con enfoque de
curso de vida y de los 1.000 primeros días de vida, como medio para mejorar la
dieta, en especial en los segmentos más vulnerables y con un notable énfasis en
la lactancia materna.
3. • Fortalecer los sistemas de información relacionados con prácticas nutricionales y
estado nutricional, particularmente de niños y mujeres embarazadas
• Incorporar y/o actualizar políticas sobre medidas de bioseguridad para todos los
actores que participan en la cadena alimentaria (productores, transportistas,
distribuidores, comercializadores, clientes, etc.)
• Promover la internacionalización de mipymes a fin de incrementar los ingresos
externos para el país y dinamizar la actividad económica.
• Promover la inclusión financiera mediante la bancarización de la población y la
formalización de las empresas como mecanismo para poder participar activamente
de los mecanismos de apoyo al sector productivo y a la población.
Es recomendable que los países y los organismos interesados, enfrenten el
desafío de la seguridad alimentaria nutricional de manera prioritaria, como una
medida de mitigación necesaria a corto, mediano y largo plazo.
Miguel Guzmán
Desde 2016 brinda acompañamiento técnico en iniciativas y operaciones del
Banco con actores públicos y privados del sector productivo, en especial
Agronegocios. Economista boliviano con más de 20 años de experiencia, se ha
desempeñado en responsabilidades de gestión en el ámbito privado comercial y
de producción primaria/agroindustrial; en el sector público nacional y
subnacional; y a nivel gremial productivo (asistencia técnica, innovación rural y
desarrollo territorial). Trabajó como consultor para iniciativas de FOMIN, IFC,
SNV, CAF, IICA, ACH, COSUDE, WWF, CITIBANK, etc.; y como Asesor
de empresas en proyectos de inversión y operaciones productivo-comerciales.
Ha ejercido representación boliviana en foros agroalimentarios internacionales
(CFC, ISTA, ZICOSUR y otros) y funciones oficiales en operaciones de
emergencias por desastres naturales, recuperación y rehabilitación productiva.