1. La Aventura en el Lago Salado del Volcán<br />Estaba en un carromato que me llevaba al Puerto de Barcelona. Me iba con mi tío Felipe y mi primo Diego en Alcudia, Mallorca. Mi padre murió en un accidente del ejército, y mi madre murió en el parto. Al llegar al puerto, Un hombre de anchos hombros, mandíbula cuadrada, barba mal afeitada y una cicatriz que le recorría toda la mejilla izquierda me agarro por el hombro y me dijo:<br />-¿Eres tu Máximo Alcántara? Bien: Soy Digo Velbandre, capitán del Leviatán, el barco que te llevara a Mallorca con tu tío, y dale gracias a él de que este aquí. Me pago de más para que te esperara y te condujera al barco. –Su aliento olía a vino y a ensalada rancia. –Venga, y si ves un par de fragatas que nos dan vueltas y demás, son el Tronco Negro y el Viriato, nuestra guardia. Últimamente los piratas se están muy animados en esto de saquear y robar. –Me iba contando mientras me medio arrastraba entre el gentío hacia un barco bastante grande, con el mascaron de proa “envuelto” por unos tentáculos de madera. A babor estaba el Tronco Negro, característico por tener el casco pintado de negro carbón; y a estribor el Viriato, donde en el mascaron había una figura de un hombre levantando una espada corta. En dos días de viaje no había nada interesante, solo ver como Tronco Negro y el Viriato daban vueltas y hacían maniobras alrededor del barco. Esa tarde, apoyado en la barandilla de babor aburrido, de pronto oí gritos y alboroto a mis espaldas. Las voces gritaban: ¡Socorro! ¡Piratas! ¡Piratas! ¡Capitán, cuatro fragatas con la Jolly Roger Por estribor! ¡Nos están rodeando! Y demás. Corrí a estribor, y efectivamente cuatro fragatas corsarias estaban disparando hacia el Tronco Negro y el Viriato, Menos una que las rodeaba y se dirigía hacia nosotros. En menos de un minuto nuestras fragatas de guardia estaban hundiéndose lentamente con una de las fragatas acabando con los supervivientes, y las otras tres estaban aquí mismo, en el Leviatán matando y capturando….<br />Estaba en una oscura y húmeda bodega con otros marineros y tripulantes del Leviatán, el Tronco Negro y el Viriato, Algunos todavía inconscientes y otros despiertos y susurrando. A los diez minutos más o menos, entro un guardia muy moreno con una cimitarra en la mano izquierda y una cabeza en la otra. Echo la cabeza hacia el centro de la sala y grito:<br />-¡Ahí tenéis vuestro capitán!- Con un rápido movimiento partió la cabeza en dos con la cimitarra -. Si alguien quiere unirse a el que se vaya y se arrodille en aquella pared – Dijo señalando la pared de la izquierda -. Quien quiera servirnos como esclavo que se vaya a la otra. Decidid bien, tenéis cinco minutos.<br />Mucha gente se fue hacia la derecha, pero algunos tripulantes, los más viejos y curtidos se fueron a la izquierda, empezando a calentar para salvar a sus camaradas en una lucha desesperada. Medite un momento y me decidí por ir a la derecha, donde, si sus amigos conseguían medio vencer en su batalla unirse a ellos, y si no, intentar conseguir amistad con el capitán o el contramaestre con la intención de no ser un esclavo de por vida. Enseguida llegaron los guardias: El moreno de antes con su cimitarra y otros dos, uno con dos dagas cortas y otro una especie de hoz. Los dos guardias empezaron a andar hacia los de la derecha con las armas levantadas, mientras que el otro se dirigía a la izquierda a ponernos los grilletes, que llevaba un buen lote atado al cinto .Uno de los guardias de la derecha grito de dolor. El guardia moreno se giro, y vio que el guardia de la hoz tenía la nariz rota, un enorme moratón que le recubría la parte izquierda de la cara, y no paraba de babear sangre, mientras que a el de las dagas le estaban agarrando de los hombros mientras uno de los tripulantes le cogía la cabeza con ambas manos y se la giro en un brusco movimiento. Se oyó un crujido y los tripulantes dejaban caer el cuerpo inerte del guardia mientras se abalanzaban sobre el guardia moreno que grito algo en un extraño idioma. Pensé en lanzarme ahora al ataque, pero vi que el guardia decapitaba con un solo tajo y bajaron otros diez guardias. La causa estaba perdida.<br />Seis días después<br />Llevaba seis días fregando y limpiando la fragata pirata bajo la atenta mirada de un corsario enchaquetado en una antigua chaqueta de oficial ingles de unos cincuenta años, que por lo que había oído era el segundo al mando. Un día, se encontró al capitán del barco, que al pasarle por delante le bramo:<br />-¡¿Tu, quien eres?!<br />-Máximo Alcántara, mi señor.<br />-¿Y que hacías en el barco hacia Mallorca?<br />-Mis padres murieron y me iba con mi tío que vive en Mallorca, mi señor.<br />-¡Deja de decir “mi señor”, me pone nervioso!<br />-Si mi… Si.<br />-Bien… Me has caído bien y no sé porque, y mira que a mi normalmente no me caen bien los esclavos.<br />“Claro, porque no soy un esclavo, imbécil” Pensé.<br />-A, y ya se lo que has pensado, “Yo no soy esclavo”, “Nunca seré esclavo”… Pero en fin, me has caído bien, y SI, eres un esclavo –Dijo mientras echaba a andar-. A y por si de acaso tienes curiosidad, no vamos a saquear, vamos a buscar un tesoro en una isla de la Polinesia llamada “Utopía”. El resto te lo contara el segundo. La “clave” para que te la diga es “Medusa negra”.<br />Comprobé esa historia, y según el segundo al mando, era cierta. Mi amistad con el capitán había empezado<br />La Historia<br />Resulta que, en la isla, había un volcán, apagado y hueco. Solo nos llevaríamos esa fragata, las otras tres seguirían saqueando. Por el volcán, bajaba en espiral un rio. La única pega, el lago estaba muy salado por las sales minerales de las paredes del volcán.<br />Cuarenta-y-ocho días después…<br />Conseguí, con mi buena vista y también por trabar amistad con el Capitán, ascender a vigilante de cofa, o como un par de graciosos y un medio retrasado me llamaban “El que grita ¡Tierra!”. Estaba mirando con el catalejo, mirando para la posible localización de la esperada Utopía, que según el Capitán, es una isla de una fanega aproximada de extensión con un enorme volcán. Había habido quince falsas alarmas. Me senté, estaba cansado. Cerré los ojos, y pensé en el ataque pirata, de los piratas que ahora eran sus amigos. Se adormilo…Tenia sueño… Y el sueño encontró. <br />Se despertó alarmado por gritos… y truenos. La tripulación gritaba y corría por la cubierta, la lluvia le salpicaba la cara, y entonces, lo impensable pasó… un trueno, no varios, alcanzaron el barco. La fragata pirata sucumbió a los rayos. Un pedazo de madera voló, se choco contra su frente… Y vio al Leviatán agonizar en un traumático sueño.<br />Estaba en una playa, rodeado de pedazos de madera y cadáveres hinchados. Busque algún superviviente, pero solo encontré cadáveres hinchados y caras moradas, pidiendo clemencia a Dios. Y también vi, el volcán con el espiral. Estaba en Utopía. Corrí a la selva, donde recogí unos frutos.<br />Pasaron tres largas semanas sin que nada pasara, hasta que decidió subir el volcán. Subió por un muy pequeño sendero que rodeaba el volcán en espiral, al lado de un caudaloso rio. Al llegar a la cima, me sorprendió ver que el volcán estaba hueco, lleno de agua. Y además supo que buscaban los piratas: un tesoro que brillaba en el fondo del volcán. Al lado del el volcán, había un cartel al lado de una enorme peñón a punto de desplomarse. Al lado había un cartel en ingles, con la tinta medio descorrida, pero conseguí leerlo. Ponía:<br />“Push it to destroy the World” (Empuja-lo para destruir el Mundo). Como no sabía inglés, se me ocurrió empujar la piedra. Reboto sobre el volcán hasta llegar al rio, que destrozo el lateral del rio, igual que al resto del volcán y la ladera del rio. El volcán se estremeció, y se abrió por donde la piedra reboto. Una ola enorme me acogió, arrastrándome al mar. Sentí una repentina inyección de adrenalina, una oleada de pánico, y un desmayo.<br />Estaba otra vez en una playa, pero estaba rodeado de nativos, y para mi suerte, exploradores europeos. Pregunte donde estaba, y me contestaron con parloteos en idiomas que no conocía, pero los europeos tuve que suponer que eran franceses, del sur, porque cuando les hable en catalán, uno o dos me contestaron bien. Me dijeron que estaba en Bora-Bora, y que podría irme a mi casa en un momento. <br />Otros cincuenta días de bogar por el mar y pasamos al fin por el Estrecho de Gibraltar. En diez días estábamos en Mallorca, donde hacían escala, y donde yo bajaba. El resto se iban al Puerto de Cannes. Mi tío y mi primo estaban en el puerto. Estaba en casa.<br /> <br />