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G A S T O N M A T U T E
L A S A V E N T U R A S D E L C A P I T Á N V U L G A R I D A D
La poesía es un golpe certero, que gana por knockout a la nada.
Índice.
Personajes. Página 1.
Advertencia. Página 1.
La crítica anda diciendo de Las Aventuras del Capitán Vulgaridad. Página 1.
Capítulo 1. Bienvenidos a bordo del bergantín El Mensaje en una Botella del
Capitán Vulgaridad. Página 1.
Capítulo 2. En Cubierta del bergantín El Mensaje en una botella. Página 12.
Capítulo 3. El Capitán Vulgaridad. Página 22.
Capítulo 4. El Rey Tormenta. Página 58.
Capítulo 5. El Capitán Vulgaridad y el Rey Tormenta. Página 61.
Capítulo 6. Las Aventuras del Capitán Vulgaridad. Página 86.
Personajes.
El Capitán Vulgaridad, del bergantín El Mensaje en una botella. El ayudante del
Capitán, el Joven Grumete, el Poeta Relámpago, el Loco, el Borracho, el Filósofo
Filoso Fo, el Estúpido Engreído.
El Rey tormenta, los Consejeros Claridad, el Mensajero Relámpago. El Rey
Determinación, el Rey Razonable, la Reina Resuelta, la Princesa Revuelta, la
Princesa Carisma, la Princesa Siniestra.
El Capitán Extravagante, del bergantín No puede ser de otra manera. El Capitán
Esperanza, de bergantín El imposible. El Capitán Contradicción, del bergantín
Es mejor así. El Capitán Incomprensión, del bergantín Todo lo sabe. El Capitán
Absurdo, del bergantín Ya verás. El Capitán Extraordinario, del bergantín El
rareza. El Capitán Sarcasmo, del bergantín El ironía. El Capitán Poesía, del
bergantín El fantasía.
Costa Melancolía. La taberna La corte de los milagros. El cantinero el Rufián. La
tabernera la Pasión.
Advertencia: Esta es una novela de Aventuras, sobre un Capitán, a ratos en
apariencia Vulgar, Las Aventuras del Capitán Vulgaridad. Como todos, como a
cualquiera, como quien huye de las catástrofes, o vaya a saber uno de qué, y
busca un poco de emoción, nos adentramos, en el peor de los casos, en las más
sórdidas aventuras, como se adentrarán a través de estas páginas el Capitán y su
más variada, ecléctica y excéntrica tripulación. Acabo de decir como quien huye,
pero bien podría haber dicho adentrarse en la mar, naufragar, atracar otros
puertos, ir a la deriva sin rumbo, navegar en un mar en calma, llegar
nuevamente a buen puerto. Huyendo a llegando de la desdicha, al amor, un
deseo, quien puede imaginar que busca cada uno de los tripulantes el bergantín
el mensaje en una botella del Capitán. Voy a decirlo sin más, Yo soy el Capitán, y
también el poeta, y el loco, y el ayudante, y busco a través de cada uno de ellos lo
mismo que ellos buscan. Como el Capitán, no busco nada en este novela, tan
solo escribirla, por el simple placer de escribir, como el solo placer de navegar,
no quiero convencer. Busco como el poeta, ensalzar la figura de los grandes, de
mis amores, en este caso del Capitán, busco como el ayudante del Capitán, la
sensatez y llegar a buen puerto, ayudar al Capitán en su navegación y
encontrarlos. Busco como el loco, poder liberar todo el salvajismo primitivo y
los deseos ocultos y atados ante tanta cordura impuesta. Busco como el filósofo,
el filoso Fo, jugar con las ideas. Busco en el joven grumete, un poco de aventuras
y que lo lleven a navegar. En el estúpido engreído busco muy poco, salvo en los
casos en que la sensatez estúpida lo requiera, un poco de pedantería. En el
borracho, perder un poco los sentidos. En el Rey tormenta un poco de ira
cuando haga falta. En el mensajero Relámpago, la habilidad lo más rápido
posible para comunicar lo que sea necesario. En los consejeros un poco de
sosiego. Todos ellos, en fin, buscan capear las tormentas, buscar los mares en
calma y atracar en buen puerto.
Segunda advertencia: No tengo que aclarar, porque sobraría, que esta es una
obra de ficción, que no fue inspirada en ninguna persona en particular. Salvo en
mis pareceres e ideas, algunas fundadas en la realidad y otras en la imaginación.
Tampoco tengo que decir que no busques la verdad o una enseñanza en estas
aventuras. Si te sirve como reflexión, bienvenida sea, pero no trata de educar,
menos moralizar, pero si buscar el bien, espero lo consiga. Porque digo esto,
porque soy partidario de leer de todo, de escucharlo todo, pero al final de los
finales, tener tu propio pensamiento. Que los lemas, máximas o sentencias son
excelentes, pero no sirven ni para todos ni para el momento adecuado, es decir,
que no te aferres a dichos, ni frases. En algunos casos. En los casos que te
sirvan, no está mal, pero siempre tomando esta advertencia. Por último y por
favor lector piadoso. No se te ocurra llamarme a las 5 de la mañana
preguntándome porque escribí esto o aquello otro. Lo que escribo, por lo
general son cosas que me suceden en el momento, son escritos relámpagos, se
escriben en un segundo, y luego me olvido, quedan por ahí vagando en el viento.
Otros son ideas que me han acompañado siempre, esencias que moldean el
temperamento, espero sepas discernir y no abrumarme con preguntas.
En resumen, que no me despiertes, que me dejes dormir. En todo caso si vas a
llamarme que sea cuando hayas terminado de leer mis Aventuras del Capitán
Vulgaridad, y digas que te ha gustado de verdad.
Tercera advertencia. Soy caótico, melancólico y sentimental. A veces claro. Y
como tal, verás que mis escritos están enmarañados o revueltos, pero es que así
me salen, no llevo un método, menos luego, los ordeno luego demasiado, como
los escribo así quedan, y me gusta que así queden, en parte en honor a la
primera impresión y en parte porque soy impulsivo, acelerado y no me puedo
detener mucho a corregir y ni bien escribo se publican. Lo escrito, escrito está, y
a mí me gusta. Espero que a vos también te guste. Así como quedo, caótico,
melancólico y sentimental. Aunque en verdad buscan la risa. Buena lectura.
La crítica anda diciendo de Las Aventuras del Capitán Vulgaridad.
-Si te gusta Naufragar, atracar en puertos, beber en sórdidas tabernas, navegar,
buscar aventuras, capear tormentas, divertirte junto a una tripulación tan
disparatada y extravagante como un poeta, un filósofo, un borracho, un joven
grumete, un ayudante, todos la mando del Capitán Vulgaridad en el mensaje en
una botella, esta novela es para vos- diario El Náufrago.
-Una novela fascinante- diario el Escueto.
-Wonderfull- United Press.
-Una novela donde nada es lo que parece. Un Capitán Vulgaridad que de vulgar
no tiene nada, Un Rey Tormenta, que anda atado. Para terminar todo siendo
como es- diario Te bato la posta.
-Aprenderás del Capitán Vulgaridad, todos somos en parte un poco como él-
Revista el Sincero y sin infinito.
-Al acabarla querrás ser el Capitán- Radio Malabares.
-Trepidante, tan rápida, movida y emocionante que escapa de la crítica, y no
deja espacio para interpretaciones, porque lo dice todo, porque de tanto
sorprender alucinaras, tus sentidos no podrán analizarlo, solo el regocijo será
total- Revista Solo Poesía.
-Que te voy a contar, leela- diario el Informante.
-Encontrarás en la tormenta la calma, en la taberna una jarra, y al terminarla te
quedará la sensación de tranquilidad, de no querer cambiar nada. Toda la
novela es una barca que es fluir, y pasar- diario No sabemos lo que decimos.
-La leí y nada, no había ningún Capitán. Es más, parecía una historia tan
sencilla. Pero ahora que lo pienso, los personajes parecían tan reales, como vos
como Yo, tan sencillos, como la vida- comentario por internet sobre Las
aventuras del Capitán Vulgaridad.
-Aguante el Capitán Vulgaridad- dijo uno que pasaba.
-El Capitán Vulgaridad soy Yo- dijo el autor. Y no se sabe si hablaba en serio.
-El libro es muy sencillo, todos sus personajes buscan en resumidas cuentas,
capear las tormentas, buscar los mares en calma y atracar en buen puerto-
diario Resumiendo.
-Algunos buscando Claridad, otros por Vanidad, y todos en honor a la Verdad,
no podrán dejar de leer Las Aventuras del Capitán Vulgaridad- diario El rima
interna.
-El Capitán Vulgaridad gusta tanto porque, en parte, sus vos, soy yo, te hace
acordar a tu tía Juana. Es decir se vuelve tan familiar, tan vulgar, tan cotidiano,
que no podemos dejar de amarlo y seguir leyendo- diario En familia.
¿De dónde viene, que hizo, cuáles son sus intenciones? No lo sabemos. Pero no
podrás dejar de sorprenderte y amar, y querer navegar. Demos la bienvenida al
Capitán Vulgaridad- diario Ni idea.
Capítulo 1. Bienvenidos a bordo del Mensaje en una Botella del Capitán
Vulgaridad.
Donde se cuenta cómo llegó El Mensaje en una botella.
-El mensaje en una botella del Capitán Vulgaridad se acerca señor- dijo desde la
torre vigía del puerto al ayudante al encargado en jefe del puerto, tan
emocionado. Era la primera vez que iba a conocer el mensaje en una botella, al
Capitán Vulgaridad. Hacía días que casi no dormía de la noticia. El puerto se
había agitado, hablo de sus habitantes y no del mar, alterado, todos esperaban al
Capitán ante su primera visita. Las tabernas se acicalaron de fiesta, las
prostitutas se arreglaron las ligas más preciadas. Ellas no se arreglaban por el
Capitán, aunque deseaban conocerlo sino por los otros navíos que se
aproximaban, es que en el puerto se celebraba el mes del mercadeo, que se hacia
todos los años, y las furcias sabían que donde había marineros había clientes, y
oro en metálico y un poco de pasión y locura. Los taberneros ya contaban sus
ganancias, los transeúntes o lugareños buscaban vender sus producciones o
baratijas a los marinos o los concurrentes de los pueblos cercanos, y sin más
beneficio, celebrar y divertirse con los demás y con las ocurrencias del Capitán
Vulgaridad y los otros Capitanes como el Capitán Extravagante.
-Avisa a puerto que preparen todo para que atraque el Capitán Vulgaridad, Y
busca espacio para el Capitán Extravagante y los demás que vienen en camino-
dijo el jefe.
-Si en seguida. Que emoción tengo, de conocer al Capitán. ¿Será como dicen?-
pregunto el ayudante.
-Más grande, pero vigila hijo mío, que estas muy excitado y te divertirás, te
asediara la algarabía, y delirar de emoción, crearas como un gozo extremo y
luego un necesidad al otro día de que siga la fiesta. Y al irse el Capitán sentirás
un vacío una leve melancolía- dijo el jefe.
-Eso le pasará a Usted- dijo el ayudante- yo sigo con lo mío, Yo tengo ningún
problema, y si puedo sentir un poco de melancolía, pero en el buen sentido,
añoranza de que vuelva el año que viene. Bueno acá somos un poco
melancólicos todos, pero lo disfrutamos. Los pueblos aledaños piensan que
sufrimos de melancolía, pero nosotros la disfrutamos, y al llevamos con alegría.
-Sí, así debe ser. Dijo el Capitán.
-El mensaje un una botella, ¿Por qué le habrá puesto el mensaje en una botella?-
´pregunto el ayudante.
-No lo sé, ¿Vos que tenés más imaginación que pensás?
-Hum, no sé, quizás sea por la naturaleza de un mensaje en una botella, un
barco que va llevando un poco de esperanza, de noticias, como un mensaje
desesperado lanzado en una botella.-
Costa Melancolía era conocida en toda la zona por sus festividades de mercadeo,
donde se acercaban de todos lados, para ofrecer sus mercancías. Venían de
todos lados el mundo, la fiesta se celebraba de manera ancestral, alguien dijo
justamente eso, que de tanta algarabía luego quedaba la costa como en una
melancólica actitud a la espera del próximo año.
Ahí estaba el poeta, ahí venido de los pueblos vecinos, o por lo menos eso eran
los últimos lugares que había visitado, para enlistarse en las tropas de la
tripulación del Capitán, su misión era como todo trovador, contar las hazañas y
emblemas de pueblos y personas, y ni bien escucho Las Aventuras del Capitán
Vulgaridad no pudo hacer otra cosa, y le vino un solo deseo, contarlas y ensalzar
al Capitán.
Ahí estaba el poeta, esperando en la taberna y escribiendo, un poema muy
íntimo, sobre la persona que más lo había apoyado en todos estos años, o
algunos los más cercanos. Escribió:
Es el cofre de todos mis secretos.
Es el cofre de todos mis secretos,
El guardián de todos mis sonetos,
Me tira una guerra de almohadas,
prefiere que le cuente cuentos sin hadas.
A su lado siempre tengo suerte,
Me salva cuando ríe, de la muerte.
Comprenderás si le ves el corazón,
porque te digo que no entra en una canción.
Cuenta y recuenta lo que cuento,
En un suspiro de bruma, mece mi pluma.
No te vayas, que me vuelvo,
No te pierdas, que me pierdo.
Y también escribió:
El día que intercambiemos almohadas.
El día que intercambiemos almohadas,
Tus sueños serán iguales a los míos.
El día que dejemos a las hadas,
Y seamos cuerdos por desvarío.
El día que dejemos de escribir,
Se perderán como mil versos.
El día que nos olvidemos de vivir,
Vaya a saber quién necesitará nuestros besos.
Termino de escribir, evoco lo que había escuchado sobre lo que solía decir en
Capitán Vulgaridad, y le había encantado, fascinado. Estaba, recuerda, en una
taberna de no sé qué puerto cuando alguien le dijo que dijo el Capitán:
-Yo siempre voy un paso adelantado. Soy un loco, desvarío, tengo mis
excentricidades. Pero mi ventaja es que lo sé- dijo el Capitán Vulgaridad. Hay
que estar un poco loco, desvariar otro poco, cometer algunas excentricidades,
para meterse en el medio de la tormenta y capearla, pero es la única manera.
Quien haría el trabajo sino, quien navegaría los mares. Yo más que loco,
desvariado o excéntrico, diría bien centrado, con determinación. Nadie si un
poco de juicio podría gobernar el bergantín el mensaje en una botella, y menos
los mares.
-A mí me gusta que las cosas funcionen, los cuerdos con buen corazón son
necesarios. Pero cuando toda está terriblemente ordenado, ahí vengo yo con mi
tempestad a meter un poco del caos necesario- dijo el Capitán Vulgaridad.
-Yo digo lo que muchos piensan pero callan, pues yo lo digo cuando es necesario
decirlo- dijo el Capitán Vulgaridad.
El poeta pensó y escribió nuevamente, pensando en la inspiración que le iba a
producir el Capitán y en las musas:
El caos prometido.
Espera el temporal en la mirada,
Espera a que vuelva el caos prometido,
Espera a que acudan las musas,
Espera pluma en mano,
Espera a que termine este poema.
Y algo que escribir.
Un par de musas y una almohada,
Un caos y una tormenta,
Una pluma y papeles,
Y algo que escribir.
Y alguien a quien contarle.
Y alguien a quien mirar.
Y un toque de voz,
Y un toque de ojos,
Y un toque de campanas,
Y un toque de calma.
Y un verso que te toque.
Y una noche que nos toque.
Y alguien que nos toque.
Recordó nuevamente lo que le habían dicho en la taberna:
El Capitán Vulgaridad tenía una extraña habilidad. Solía pasar, por una
conversación, por una multitud y solo de pasada soltaba alguna frase, y seguía
su camino. Él lo hacía sin saberlo, o fingía no saberlo. Pero por donde pasaba
dejaba una duda, un interrogante, una revelación. Enmudecían, callaban, se
derribaban los muros, los castillos.
Era como entrar en una reunión de sabios que se encontraban a oscuras
tratando de descifrar un enigma, y tenían sus años de certezas. El Capitán
Vulgaridad era como que entraba en esa habitación, prendía por un segundo la
luz, para que pudieran ver los sabios, decía algunas palabras y luego volvía a
pagar la luz. Los sabios quedaban boquiabiertos, deslumbrados, sacudidas todas
sus certezas y otra vez a oscuras. Algo así era el Capitán Vulgaridad.
Yo soy mi celo y mi capricho.
Yo me pongo mis límites,
Yo no me lo permito,
Yo solo me reto,
Yo solo me miento y engaño,
Yo solo me calmo,
Yo solo me escribo,
Yo soy mi celo y mi capricho.
Lo que escribo vale más que digo.
Lo que escribo vale más que lo que digo.
Lo que digo te puede sonar al enemigo,
Pero lo que escribo te hará de abrigo,
Lo que escribo mira tú ombligo,
Lo que digo te deja helada,
Lo que escribo te convierte en hada,
Lo que digo se lo lleva al viento,
Y atraca tus oídos como forajido
Lo que escribo es sangre y cuento,
Es un niño malo y presumido.
Lo que digo huye como fugitivo,
Lo que escribo me pone altivo,
Lo que escribo es un peregrino,
Lo que escribo va por los caminos,
Lo que digo es un laberinto,
Escribo por instinto,
Lo que digo ya lo he visto,
Cuando escribo me desvisto,
Lo que digo lo pienso un momento,
Lo que escribo me sale a juramento,
Lo que digo es un armamento,
Lo que escribo queda en el firmamento,
Lo que digo puedo cambiarlo mañana,
Lo que escribo sale de mis entrañas.
Lo que digo puede marearte,
Lo que escribo quiere contarte,
Lo que digo no sabe tenerte,
Lo que escribo no hace más que quererte.
Lo que digo pasa por tu costado,
Lo que escribo te conoce demasiado.
Lo que digo se va de boca,
Lo que escribo te trastoca,
Lo que digo es una cosa loca,
Lo que escribo te toca,
Lo que digo suena a peligro,
Con lo que escribo inmigro,
Lo que digo son palabras criminales,
Lo que escribo no respeta señales,
Lo que digo lo oyen por ahí,
Lo que escribo es solo para tí,
Lo que escribo lo pintaría Dalí,
Lo que digo no es color de rosas
En que escribo vemos las mismas cosas,
En lo que digo somos terrenales,
En lo que escribo somos iguales,
Lo que digo hasta lo canto,
En lo que escribo me gustas tanto.
Lo que digo suena a noticia,
En lo que escribo ya eres mi Alicia.
Lo que digo es mi voz,
Lo que escribo sos vos.
Lo que escribo es un latido,
Lo que escribo se queda contigo.
Lo que escribo contigo se duerme.
¿Dijo ella las palabras mágicas?
¿Dijo ella las palabras mágicas?
¿Si le dijera de encontrarnos
en el Café Terrace por la noche?
¿Qué es lo que ella diría?
¿Si buscara una musa?
¿La seguiría viendo a la vuelta
de la esquina?
Y me engañe.
Como se engañan las rosas,
buscando otras tormentas,
Como un Capitán,
atracando otros puertos,
Como un sabio
buscando un consejo,
Como mi voz,
buscando otras voces,
Como un exhibicionista
buscando otras miradas,
Como un Voyeur
mirando para otro lado,
Como un niño
que quiere crecer demasiado.
Como un poeta
escribiendo fuera de su casa.
Voy a crearte la necesidad.
¿Y dices que no te importa,
ni lees mis poemas?
Fijate que voy a crearte
la necesidad.
Que corras tras mis versos,
Que necesites leer mis poemas,
Que te cuente un cuento,
Que delires con lo que escribo,
Y el día que no puedas leerme,
como una niña caprichosa,
reclamarás tu juguete,
te desmayaras de miedo,
porque te sentirás tan solo
Deliraras y lloraras,
balbucearás incoherencias,
y recitaras lo que recuerdas
de mis versos,
gritando a los cuatro vientos
mis poemas.
Tarde ya comprenderás,
que no por nada,
me llaman poeta,
al otro lado de la frontera,
Y ya en más de dos planetas.
Oye doctor.
Oye doctor.
Tu andas por ahí
curando heridas,
dejando cicatrices.
Con un bisturí.
Oye doctor,
Tú reparas almas,
Con la palabra.
Yo hago lo mismo,
curo heridas,
dejo cicatrices,
consuelo almas,
con la palabra,
con la imaginación,
y una birome.
¿Y qué piensas hacer?
¿Extirparle el deliro al poeta?
¿Sacarle la imaginación?
¿Destrozarlo, acabar con el poeta?
Ten cuidado y oye doctor.
Si yo no escribiera.
Si yo no escribiera.
Ya me hubiera desmayado,
andaría por ahí delirando.
Me hubiese perdido,
Seria un fugitivo,
Si no buscará el adjetivo,
Ya me habría vencido,
Si yo no pegará duro,
si yo no saltase el muro,
En un par de versos,
Si yo no escribiera.
Una musa como vos.
¿Qué bien le vendría una musa
como vos a mis poemas?
Pero no me provoques demasiado,
porque te lleno de poemas.
Pero no me llames no me toques,
porque incendio la ciudad
y sus noches con poemas.
No es bueno agraviar a las musas.
No es bueno agraviar a las musas,
con poemas y cursilerías,
pero si te escribo,
pero si no me he ido,
si me siento cautivo,
es que de vos no me olvido.
Es que no me ataca.
Es que no me ataca,
No me devora la piel,
No me pega su zarpazo,
No me deja desnudo,
y lleno de cicatrices,
rendido en el suelo.
Le dijo el grumete poeta al Capitán Vulgaridad.
-Bueno- dijo el Capitán Vulgaridad con sorna- esos suelen ser los monstruos
más temidos.
Este juego del poeta y la musa.
Este juego del poeta y la musa,
Del Caballero que rescata a la Princesa,
Este cuento sin principio ni final.
Esta novela con papel principal,
Yo me solidarizo con todo.
Yo me solidarizo con todo,
Con un viento huracanado,
A los golpes sobre el teclado,
hasta donde haya que ir
Yo me solidarizo todo,
pero en un susurro
y con un poema.
Ahora Que no invitan a saltar los precipicios.
Ahora que no invitan
a saltar los precipicios,
Ahora que no somos
ni el caballero que te
abre la puerta,
Ni el que arremete
contra molinos.
Ahora que arrojo el mensaje
en un botella,
y me escapo a navegar,
Ahora que doy la estocada final
como buen torero que odia los toros,
Ahora que cuento el cuento,
y de nada me arrepiento.
Ocurren mis ocurrencias.
Ocurren mis ocurrencias,
imágenes que yo imagino,
¿Esta bien decir,
que musiquean las musas?
Capítulo 2. En cubierta del bergantín El Mensaje en una botella.
Donde se cuenta de algunos de los tripulantes que se encontraban en El mensaje
en una botella del Capitán Vulgaridad.
-Grumete diga al puerto que salimos. Todos a bordo. Transmita el mensaje
fuerte y claro- dijo el Capitán Vulgaridad, es necesario, y levantar anclas, para
zarpar.
-¿Siempre es el mismo procedimiento para zarpar? preguntó el grumete.
-No siempre son los mismos, ya te iré aleccionando a medida que vayamos
atracando en los diferentes puertos. Hay algunos tan lejanos y remotos que es ya
imposible levar anclas jamás.
De los amigos, de los familiares, del primer amor, de los recuerdos, de los
mejores si quieres, no se zarpa nunca aunque quisieras.
-¿Y qué pasa si nos azota una tormenta Capitán? preguntó el grumete.
-Siempre, pero siempre, habrá una playa donde, naufragar, un puerto, un islote-
contestó el Capitán Vulgaridad.
-¿En qué puerto te habrás refugiado, en que tormenta te ha azotado? añadió el
grumete poeta- ¿Qué puertos pasas por la noche a visitar cuando todo ya está a
oscuras y durmiendo?
En el bergantín mensaje en una botella iban entre otros, el poeta y el ayudante
del Capitán Vulgaridad.
-Dice el Capitán que con esta lluvia tardaremos dos días más en llegar- dijo el
ayudante.
-Bueno- dijo el poeta- a veces la mejor forma de llegar es llegando tarde o no
llegando.
-Bueno- dijo el ayudante- impávido y sin inmutarse con lo que había dicho el
poeta- y para colmo truena voces y gritos- agregó.
-Yo siempre pienso que los truenos son justamente eso, que me están gritando y
la lluvia que me están llorando- dijo el poeta.
Es que así se comporta un poeta.
¿Qué vas a pedirle que no cree una tormenta?
¿Qué vas a decirle que se calme a un poeta?
¿Qué vas a mandarle que no grite a un poeta?
¿Serias capaz de suplicarle que se calle a un poeta?
¡Que le vas a hablar de amor a un poeta!
¡Que cuentos le vas a contar a un poeta!
¿Es que no entiendes lo que digo?
¿Es que no sabes lo que hago?
Es que así se comporta un poeta.
Y si me ha quedado algún consejo,
en mi memoria siempre fueron:
No estoy de acuerdo, lo niego todo,
Tenés que ser el mismo de antes flaco,
Suéltate que el precipicio no es tan alto,
puede estar a dos metros de tus pies.
No lo pienses dos veces, está bien.
El poeta miraba al filósofo, pensó para sus adentros:
-Este sí que es agudo en sus razonamientos, bien podría llamarlo Fo, el filoso
Fo- se rió.
-¿Y qué es lo más inteligente que se puede hacer en esta vida? preguntó el poeta.
-¿Pensé que eso lo ibas a saber vos que sos poeta y que eres todos deseo? Bueno
en resumen eso, jugársela a doble o nada, crecer sin dignidad- se rió- siempre
dentro de los parámetros del decoro y la decencia. Y al que le gusta te va a amar.
-¿Y por qué será que el Capitán lleva una fauna tan disparatada dentro de su
nave? preguntó el poeta.
-Y conociendo al Capitán, porque le gusta, porque bajo su capa los refugia. Sin
saber de la tripulación intuyo que se sienten seguros y protegidos dentro de la
barca. En ella el loco está protegido de su locura, el sensato de su sensatez y así.
Tú lo describirás mejor que eres poeta, pero se deben sentir que van navegando
en sueños en el mensaje en una botella, atracar puertos, Supongo.
-Supones bien- dijo el poeta-. Si para mi puede ser capear el temporal, afrontar
la tormenta o simplemente disfrutar las aventuras. También escapar al
temporal, ir a la deriva, naufragar.
-Poetizas bien- dijo el filósofo.
-¿Por qué quiere enrolarse en el bergantín El mensaje en una botella bajo el
mando de El Capitán Vulgaridad? pregunto el ayudante del Capitán.
El joven aspirante a grumete sin dudarlo contestó:
-Bueno acá en este puerto la vida es muy monótona, demasiado tranquila, nada
pasa. El mensaje en una botella promete un poco de caos, aventura. A mi edad
tengo todo un mundo por descubrir. Además, la fama y figura del Capitán
Vulgaridad es tan grande y seductora, que ni bien supe de su llegada no hice
otra cosa que ir acrecentando el deseo de enrolarme- contestó el joven.
-Que bien, será un placer. Ahora es extraño- dijo el ayudante del Capitán- y
tenga en cuenta, tanta gente anhelando la paz de la vida retirada o el pueblo y
usted joven tiene la idea de alistarse en un barco extravagante. En la mar le
esperan las tormentas, por ejemplo, no todo es tan atrayente y grato como se lo
imagina. El barco tiene sus complicaciones. Advertido usted, será un gusto
tenerlo.
-¿Eso quiere decir que ya soy tripulante de El mensaje en una botella? dijo
emocionado el joven.
-Sí, si usted así lo desea- contestó entre incrédulo y recordando su juventud el
ayudante.
-Bien, que ganas de conocer al Capitán Vulgaridad- dijo el joven con los ojos
iluminados.
-El otro día vi al Capitán con el torso desnudo, y me llamo la atención una
cicatriz que tenía por el costado surcándole parte de la espalda- le dijo el poeta
al ayudante del Capitán Vulgaridad.
-No se lo menciones, no se lo hagas recordar, ese día la paso bravo el Capitán.
Fue en una tormenta, el mensaje en una botella se balanceaba de un lado al
otro, las olas azotaban el casco, pensábamos que no llegábamos al puerto, un
mástil se quebró y vino a dar sobre el Capitán dejándole esa herida- respondió el
ayudante.
-¿Y es la única que tiene? quiso saber el poeta.
-No, pero las otras no se ven, son internas, De otras tormentas, de otros puertos.
-¿Porque va tan solo? pregunto, aunque lo intuía, el poeta.
-Aunque solo y a la deriva, no lo está. Él va con rumbo, acompañado de su
tripulación y sobre su bergantín, el mensaje en una botella. Mira poeta, acabo de
decir algo medio poético, como a vos te gusta: El Capitán no va solo y a la
deriva, junto a su tripulación y su mensaje en una botella. Me salió alegórico,
quiere decir que el Capitán no está solo mientras tenga compañía y algo que
decir en un mensaje. Usalo para un poema- le dijo el ayudante del Capitán al
poeta.
-Que bien, lo haré. Pero no tenés que explicarme nada, está claro como el agua.
Y tan negro, insondable y revuelto como un mar en tormenta- contestó el poeta.
Luego en su camarote el poeta escribió.
El Capitán no va solo y a la deriva,
aunque se balancea y las olas azotan su barca,
Insondable y revuelto como un mar embravecido.
Va con su tripulación y su mensaje en una botella.
Y Las tormentas que lo llevan a esos puertos.
-¿Y porque te enrolaste en el mensaje en una botella, con el Capitán Vulgaridad?
le preguntó el ayudante del Capitán al poeta.
-Bueno- dijo el poeta- porque las hazañas del Capitán son conocidas por los
siete mares. Además un bergantín que se llama el mensaje en una botella, es
además más que seductor para un poeta. Quiero, ser poeta y cronista de las
hazañas del Capitán, Escribirlo en poemas, que todo el mundo se entere de la
grandeza del Capitán.
-Bueno escribilo, papel hay de sobra en la sala de navegación, inspiración no te
faltará, la mayoría de la tripulación te podrá contar las historias del Capitán. Y
botellas para arrojarlos al mar tampoco, usaremos los restos de los dos o tres
borrachos que andan por ahí.
Veo tan entero al Capitán Vulgaridad ¿Hay algo que le moleste? preguntó el
poeta al ayudante del Capitán.
-Bueno molestarle no creo, él es muy comprensivo, lo ha visto todo, imaginate,
tantos mares, tantos puertos. Lo que sí creo y veo, luego de tantos años a sus
servicios, es que, a veces y en ciertas situaciones, es su mirada al zarpar de cada
puerto. No sabría describirla en este momento, pero vos que sos poeta, prestá
atención a su mirada y describila en tus poemas, sabrás de lo que te hablo. Le
debe molestar ver a los puertos cambiados, otros destruidos, otros tan
modernos, tan a la moda. Lo que sí puedo decirte es lo que le gusta, aunque él lo
niegue y no lo admita, pero puedo percibirlo en sus ojos. Es la alegría que le da,
cuando vuelve a los puertos conocidos, como lo reconocen, lo saludan, se
alegran de verlo y de tener otra vez al Capitán Vulgaridad en tierra.
-Al Capitán le gusta navegar, irse bien lejos, a la deriva, como en sueños. Pero lo
que más le gusta es regresar a buen puerto, en tierra- sentenció el poeta.
-Escribilo en tus memorias sobre el Capitán, no está mal- dijo el ayudante. Pero
para mí al Capitán le gusta zarpar, e irse y naufragar, y volver a atracar y
regresar a buen puerto, todo junto. También puedes escribir eso.
-Se lo podemos preguntar a él- dijo el poeta.
-Preguntaseló, pero te dirá que lo que escribas estará bien.
Iba el filósofo y el poeta caminando por la borda del bergantín el mensaje en
una botella del Capitán Vulgaridad, cuando un joven grumete, con aires de estar
cansado y apesadumbrado, y sabiendo de la condición del filósofo y el poeta, los
indagó buscando respuestas a sus pesares.
El poeta y el filósofo escucharon atentamente por un segundo cuando, el filósofo
lo interrumpió:
-Mira, un filósofo no te servirá de mucho en estos casos, un filósofo no tiene
respuestas, tan solo interrogantes- dijo el filósofo.
-Tampoco yo puedo darte respuestas, un poeta podrá darte deseos, pero no te
solucionará nada, no tenemos respuestas- tercio el poeta.
Entre los tres convinieron en que no le diera mucha importancia al asunto, que
no se enroscara y que tenga más preguntas y más deseos, en ellos, en las
preguntas y en los deseos están las respuestas. Pero al pequeño aprendiz de
grumete no le quedó claro si iba en serio la conclusión o estaban bromeando.
Aunque el poeta y el filósofo hablaban en serio, pero con gracia.
-Lo que si podemos hacer, como todos en este barco, es acompañarte- concluyó
el poeta.
-¿Por qué hay filósofos, poetas, estúpidos engreídos, locos, borrachos, sensatos
en este bergantín, en el mensaje en una botella, un Capitán Vulgaridad y no hay
ningún sabio?- preguntó el poeta.
-Porque los sabios se quedan en tierra supongo. A veces, claro está- contestó el
ayudante.
-¿Por qué es tan impasible usted? le preguntó el poeta al ayudante del Capitán
Vulgaridad.
-Bueno, luego de estar al lado del Capitán Vulgaridad tantos años, uno aprende,
como el Capitán, a ser impasible, tranquilo. Mirá siempre te van a intentar
generar problemas, asesinar, atrapar. Y el que no te los genera se los hace el solo
¿Qué problema hay? Pasa de los estúpidos, los asesinos. Se tu estúpido primero,
asesina primero. Llegado el caso. De otra manera, no busques culpables, ¿Qué
problema hay?- contestó el ayudante del Capitán.
-Bueno usted decía hoy que no hay sabios en este barco, que los sabios se
encuentran en tierra, acabo de encontrar uno.
-Dejate de pavadas chico, el único sabio es uno mismo. Solo tú sabrás las cosas.
-Sí, no me equivoque, he encontrado un sabio- dijo el poeta.
El ayudante del Capitán siguió con sus tareas, impasible.
Y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
Y allá a su frente Estambul.
Oyó oír el poeta al ayudante del Capitán Vulgaridad.
-Que bien que entona esa estrofa. ¿Conoce los versos de la canción del pirata? le
preguntó el poeta al ayudante.
-Todo navegante que se precie de ser un buen pirata, por así decirlo, debe saber
entonar estos versos- contestó el ayudante.
-¿Se la sabe entera, sabe más versos de otros poemas relacionados con la
navegación? quiso saber a modo de curiosidad el poeta.
-No hay mucho pero los sé. Me dan fuerza, me ayudan a navegar. Mira niño- así
le gustaba llamar el ayudante al joven poeta-, un manual de navegación te dirá
como navegar correctamente, pero un buen poema, los versos de los poetas y los
cantantes, te enseñarán de sentimientos, te darán la fuerza necesaria para
seguir. Sin ir más lejos, yo creo que el Capitán Vulgaridad, sabe navegar, porque
aprendió mucho de los libros de navegación, pero mucho más porque aprendió
de los versos del poeta- concluyó el ayudante, impasible como siempre- y a
navegar se aprende navegando- agregó como último motivo.
El poeta lo miraba. No supo que decir, igual dijo:
-Bueno si muchas veces, pero también muchas veces a navegar, se aprende en
casa, se aprende en tierra. No me meta presión, yo como poeta de sentimientos
no sé nada, escribo lo que me viene, no soy maestro de nada, soy aprendiz de
todo- concluyo el poeta.
-No te hagas el estúpido niño, no juegues con conversaciones retoricas conmigo,
puedes tener algo de razón. Tú eres cualquier cosa, menos estúpido, así que no
te hagas. Dijo el ayudante que esta vez no estaba tan impasible.
-¿No se cansa de fingir?- le preguntó el joven poeta al ayudante del Capitán
Vulgaridad.
-¿Cómo dice, no le entiendo?- dijo el ayudante.
- Le pregunto si no se cansa de fingir. De arreglarse todos los días para empezar
el trabajo, de no decirle a los grumetes muchas veces lo que piensa, eso- dijo el
poeta- Yo me hice poeta por eso para decir la verdad a la cara y además, me
pagan por eso.
-Bueno, se finge por cortesía, para no acogotar a nadie, para ser amable,
supongo- supuso el ayudante.
-Deja eso y preparate que en 10 minutos llegamos a puerto, vamos a divertirnos-
le dijo el ayudante del Capitán Vulgaridad al joven poeta.
-Pero no se crea que esto es un suplicio, yo escribo y me divierto- contestó el
joven poeta.
-¿Nunca tuviste miedo de lo que escribís?- preguntó alertado el ayudante.
-No. yo escribo y a los 5 minutos me olvidé de lo que escribí, aunque muchas
veces los temas sean parecidos en lo que vuelvo a escribir o recurrentes. Las
historias se repiten, contalas si quieres que se repitan, no las cuentes si no las
querés ver repetidas- dijo el poeta dejando la pluma y preparándose para
divertirse en tierra.
Lo que le gustó al joven grumete en el bergantín el mensaje en una botella del
Capitán Vulgaridad fue la actitud del Capitán y la condición del poeta.
Le encantaba o le fascinaba del Capitán esa cualidad de albergar bajo su mando
a un sinfín de personajes extraños, gente que se sentía rara, que no encajaba en
el mundo y los sacaba a navegar.
Del poeta le conmovía la forma en que los escuchaba y arrojaba como un
mensaje en una botella, lo que ellos le contaban, en sus escritos, para que el
mundo se enterara.
El joven grumete charlaba con el ayudante del Capitán Vulgaridad y con el
poeta, en cubierta un día de navegación calmo.
-¿Y para el Capitán Vulgaridad que lo sabe todo, y que lo ha visto todo, no es
una decepción cada vez que le dicen algo, nada tiene sentido, o no le satisface
porque ya lo sabe, pierde el asombro?- preguntó el joven grumete.
-Tranquilo chico, para el Capitán todo es asombro, siempre se alegra al ver las
mismas cosas, escuchar los mismos dichos- dijo el ayudante.
-Además- terció raudo el poeta- el que lo sabe todo por lo general se conmueve
ante las cosas sencillas, no hace falta todo un tratado de navegación para
satisfacerlo, con un hola, un hasta luego, está satisfecho.
-Escucha al poeta chico- dijo el ayudante.
Estaba el Joven Grumete atornillando unas maderas en cubierta cuando le
preguntó al ayudante, que por ahí pasaba, como colocarlo, porque se había
falseado el agujero donde iba. Y le dijo:
-Bueno lo ponemos un toque más arriba hacemos otro agujero y listo.
-No- le contestó- porque si lo ponemos un poco más arriba se va a desnivelar un
poco, se va a mover y se va a volver a caer.
-Andá- le dijo- en una superficie grande con poner un poco más arriba el taco,
no pasa nada.
El grumete se acordó de una teoría en la escuela, que no sé cómo se llama y le
contesté:
-Mirá en la escuela me enseñaron, y me parece bien, que un metro en un metro
es un montón, pero un metro más, en 10 kilómetros no hace la diferencia.
Todo esto para ilustrar que poner el taco un poco más alto en una superficie alta
no iba a cambiar la superficie. Ya sé que no toda teoría sirve para todo, pero esta
vez, me parecía bien.
-Bueno- contestó el ayudante del Capitán que nunca se hacía problemas por
nada- ponelo ahí-
Bueno en conclusión no sé qué tendrá que ver con la vida, ni que significaría,
pero suena bien:
-Un metro más, en tan solo un metro, es significativo, pero un metro en 10
kilómetros es insignificante- pensó el Joven Grumete.
Era una tarde de navegación tranquila, el bergantín el mensaje en una botella
pasaba como un sueño apacible por un mar que se dejaba soñar. En cubierta se
encontraban sumidos en la charla dos bocas, una filosa, la del filósofo Fo y otra
ardiente, la del joven poeta. Era una charla también apacible como de dos bocas
que se dejaban besar. El ayudante del Capitán no se encontraba a la vista,
mucho menos se veía la Capitán Vulgaridad, como dos fugitivos, adictos a
esconderse, a huir.
-El otro día leía un lema y no sabía para que lado agarrarlo- dijo el poeta.
-¿Qué lema?- quiso saber el filoso Fo.
-Ese que dice Seize the day, aprovecha el día, como diciendo vamos hace las
cosas porque después. Y bueno me puse a pensar también, que es un arma de
doble filo. Pensando así también se puede cometer cualquier tontería. Pero
bueno supongo que hay que saber distinguir que aprovechar y que rechazar.
-Saber usar la parte positiva, desechar la negativa- le dijo el filoso filósofo Fo. -Si
así debe ser.
Estaba el poeta hablando con el ayudante del Capitán Vulgaridad, cuando el
poeta digo:
-Que pena me dio que el sonámbulo se bajara del barco, que se quedara en aquel
puerto. A mí me divertía, me gustaba, me inspiraba. Ya sabes un tipo que anda
más en sueños que despierto, me parecía agradable. ¿Porque nos dan pena estas
cosas, que se bajen, que se vayan?
El poeta creía saberlo pero quiso escucharlo del ayudante del Capitán.
-Bueno- respondió el ayudante- muchas veces nos dan pena perder lo que nos
entretenía, lo que nos inspiraba, perder también el lugar que ocupaba para
nosotros y el lugar que ocupábamos para ellos.
-Si- insistió el poeta- pero ¿Tener depositado todo eso en una persona?
-Bueno en parte es poético pensar que una sola persona es la que nos va a
salvar, nos va a hacer de escudo, nos va a hacer gozar, a inspirar, y es agradable
O por lo menos a mí me gusta tener a esa persona como un genio, como un faro,
como lo insustituible, me gusta darle esas cualidades, pero ahí sí que no sé
porque, porque endiosar a una persona, eso no lo sé, pero nos agrada,
reverenciar o admirar a los grandes, será porque que nos queremos parecer a
ellos, porque tenemos esperanzas en que nos inspiraran a ser mejores personas
y porque hacen las cosas que a nosotros nos gusta. Llevan y desarrollan un
modelo que es parecido al nuestro, por eso lo endiosamos. Y por eso, nos da
pena perderlos, supongo. Pero el sonámbulo es así, y por más que nos pese,
debemos dejar que se quede en el puerto que él decida.
-Es más o menos lo que yo había pensado- dijo el poeta. es como que
endiosamos a la persona porque hace lo que nosotros pensamos o añoramos
hacer y no nos animamos y en parte por cómo no sentíamos al estar con esa
persona. Porque nos haga sentir un rey ese alguien que encontramos parecidos.
Pero bueno el sonámbulo seguirá en mí soñando cada vez que yo sueñe.
Seguían hablando el ayudante del Capitán Vulgaridad y el poeta. El poeta
preguntó:
-Como es que se lo ve tan en calma al Capitán Vulgaridad, él que lleva una
tormenta en la mirada.
-Como los grandes, joven poeta. Para capear una tormenta o hay que ser una
tormenta o haberla conocido. Para hacer el bien, muchas veces hay que ser malo
o conocer el mal, es decir meterse a la maldad, para conocerla de fondo y luego
usarla en sus conocimientos para hacer el bien. Será como haces vos, para crear
fantasía hay que conocer bien la realidad, ser fantasía, y de la realidad,
conociéndola bien, crear la fantasía. Una fantasía con mucha realidad. ¿No?
-Si- dijo el poeta.
Le dijo el Poeta al Ayudante: Hoy en la cantina con el cantinero, se planteó la
charla inteligencia versus genialidad. Pongamos que fue más o menos así:
-Hay personas que son inteligentes, genios- dijo él.
-Bueno- dije pero una cosa es ser inteligente y otra un genio.
-Pero ¿Estás diciendo lo mismo?- me dijo la tabernera Pasión que justo pasaba y
hoyó parte de la conversación, como diciendo que decía una redundancia o una
boludez.
-No- respondió el poeta- una cosa es ser inteligente y otra un genio. Una leer de
corrido cuatro palabras, o sabes todo un tratado de botánica, pero para mí no es
ninguna inteligencia o mejor dicho genialidad. La gente confunde inteligencia
con saber. Si sabes el teorema de Pitágoras sos inteligente. La inteligencia está
en saber resolver ciertos problemas, si se quiere de la vida cotidiana, y saber
manejarse por la vida. Pero la genialidad es otra cosa, cuando vez a alguno y
decís este es un genio.
-Está bien, pero que es un genio, si vos decís que difiere inteligencia de
genialidad, decime que es la genialidad- dijo el Rufián.
-Bueno, genio es el raro, diferente, pero no raro en el sentido de grotesco o
monstruo, sino el raro que sobresale que es difícil de encontrar, y te agrada. El
que dice genialidades en el sentido de que esta más allá del resto, ve el revés de
las cosas, no le molesta el qué dirán, y convencido de las cosas, se la juega,
siempre con los pies en la tierra claro está, pero se la juega, a doble o nada si es
necesario. Y dice lo que muchos callar, y revela lo que nadie sabía y ni siquiera
intuía, y por sobre todas las cosas, le importa todo, tiene un corazón atroz, eso
es un genio. En un básico decir.
Se los puede reconocer a kilómetros de distancia. Muchas veces no sabemos
definirlos pero los adivinamos. Sabemos quiénes son. Le importan cosas
diferentes, no andan con banalidades ni vanidades.
Por último, el genio es tan genio, que no le interesa demostrar que es un genio,
salvo en el caso, y si alardea de eso, es para que lo quieran, nada más. Y es tan
genio, que en su compañía te sentís a gusto, te hace sentir que el genio no es el
sino vos. Vos lo frotas y te cumple los deseos, y de a tres por vez.
Un genio es un oasis en un desierto de gente, una isla desierta en un naufragio.
Y acá está la revelación y el secreto de la diferencia entre inteligencia y
genialidad: el corazón. Uno puede ser muy inteligente, y esa es función del
intelecto, pero cuando a eso se le agrega, o se usa el corazón a secas, se convierte
en un genio. Usando el corazón se producen las genialidades.
-Me suena un poco al filosofía Zen- dijo el Cantinero Rufián.
-Si pero el Zen no es una filosofía- dijo el poeta-
-¿Como que no es una filosofía?- sorprendido.
-Bueno no es una filosofía en el sentido de filosofía dura, es decir Académica de
los grandes pensadores de la filosofía, no es una filosofía del intelecto, sino
intuitiva, visceral, una filosofía de vida si querés. Por eso te digo eso.
-Si es una filosofía, o así lo parece, mirá acá como me vez yo he leído algo de
filosofía.
-¿Y quién tiene la verdad? le dijo el poeta. Ese libro que leíste lo escribió un tipo,
que puede estar equivocado. Nadie tiene la verdad, salvo que digamos que esa
vereda es blanca.
-¿Pero vos no podes hablar de lo que no sabes o se sabe tanto, o de vez en
cuando claro?- dijo el Rufián.
-Es de lo único que sé, y lo que hago hablar de lo que no sé. Pero te aviso antes
que no se de lo que hablo que es un parecer- dijo el poeta.
-No podes cegarte ante las cosas- enfatizó- pero no está mal, me gusta-
-Es que no me ciego, a mí me gusta imaginar, a veces claro no siempre, lo que
hay dentro del cuarto antes de entrar, luego entro y veo lo que hay. Me gusta
hablar y debatir y decir, mira esto es así y después estar abierto a leer y saber
cómo es. Además hablar de lo que no se sabe alienta a que te lo digan o generar
la charla. ¿Está mal?
Estaban el ayudante del Capitán Vulgaridad y el poeta sobre la cubierta del
bergantín El mensaje en una botella hablando sobre nada, cuando el ayudante
preguntó al poeta:
-¿Y no te molesta que al escribir un tratado interminable, o un verso con una
imagen monumental te interpreten cualquier cosa?
-Es a lo único que se dedica el vulgo, a lo único que se dedican, a interpretar
cualquier cosa. Será porque no entienden, o porque no quieren interpretarlo, o
no se toman la molestia, no les interesa, o tiene sus convicciones, o tiene sus
ideas. Y lo que yo escribo es un disparador, para que piensen lo que ellos
quieren, basado en sus creencias y en lo que ellos deciden. En ese caso que
piensen lo que ellos quieren. Si sirve para que ellos piensen lo que les dé la gana,
bienvenido sea, pero que no me juzguen por lo que puse. Aunque a mí me
gustaría que interpreten mis pareceres. De todas maneras, muchas veces yo
escribo para interpretarme yo, y dejo de escribirme también para interpretarme.
¿Pero cuál era la pregunta, si me molesta? no. ¿Fui claro?
El poeta conoce al borracho a bordo del bergantín el mensaje en una botella del
Capitán Vulgaridad.
-Servime una copa más- le dice el borracho al poeta.
-No es ya suficiente- preguntó el poeta.
-Nunca es suficiente, por eso llego a embriagarme- dijo el borracho- siempre
tengo las ganas de devorar a alguien, de atacar con mis demonios y mis fieras,
de destrozar todo con mi espada, y para que nada de eso suceda, comprendeme,
ahogo mis demonios y mis fieras en alcohol.
-Bueno- dijo el poeta- menos mal, a otros con el alcohol, avivan los demonios y
las fieras. Hum, no probaste con escribir, a mí me da por escribir, sosiega, en
gran parte, la mayoría de las veces, sirve en ciertas ocasiones. Pero creo que lo
mejor es controlarlos, no con la pluma no con el alcohol, sino con una voluntad
de hierro. No sé porque vienen y porque atacan, eso es otro tema, pero si atacan,
mantenerlos tranquilos. Vení, escribite algo, yo te enseño- le dijo el poeta, en
parte para distraerlo.
El poeta se encuentra con el loco en el bergantín el mensaje en una botella del
Capitán Vulgaridad.
-¿Y porque has enloquecido? le dijo el poeta al loco, mirándolo con un poco de
lastima y compasión. Aunque el poeta se llevaba bien con los locos, le
agradaban, los locos que no son agresivos, claro está.
El loco que adivino la mirada de desconsuelo del poeta le aclaro:
-Observa y ten en cuenta, que locos estamos todos, la diferencia es que yo lo sé.
¿Porque enloquecí? Quien sabe, de verdad no sé si en realidad estoy loco.
Supongo que como otros locos, como el borracho, hasta como vos, poeta.
hacemos lo que hacemos porque no podemos soportar ciertas cosas, o no
llegamos a comprender ciertas otras. Supongo. ¿Quién sabe? Algunos se aturden
con locuras, otras con alcohol, vos con palabras. Además, ¿Para qué me querés
cuerdo? No le sirvo a nadie, ni me sirvo a mí mismo cuerdo. Es necesario un
poco de locura. Creen que sufro, pero yo lo disfruto.
-Bueno nos aturdimos o nos salvamos, según el caso- dijo el poeta- En algo
tenés razón, en que estamos todos locos, pero unos pocos lo sabemos, y lo
ocultamos tras las máscaras. Es verdad que disfrutamos haciendo ciertas cosas.
Yo por ejemplo escribo novelas, y otros se hacen unas novelas bárbaras. Buscan
en mis poemas ciertos significados, creen que yo estoy de cierta manera u
alguna otra, pero yo lo disfruto.
-Entonces sigamos- dijo el loco- Yo fiel a mis locuras y vos fiel a tus novelas.
Por algo le gustaban al poeta los locos, porque tenían salidas extraordinarias.
Seguían hablando el loco y el poeta.
-Y nos sacamos las máscaras, y cometemos locuras, y escribimos y nos
embriagamos, para sentirnos vivos, porque si no hiciéramos todo lo que
hacemos, moriríamos- dijo el loco.
-Vos de loco tenés muy poco, en todo caso sos un loco lindo- dijo el poeta, que
no podía dejar de abrazarlo.
El poeta conoce al estúpido engreído en el bergantín el mensaje en una botella,
del Capitán Vulgaridad.
-Escuchaba el otro día tu charla, creo que fue con el ayudante del Capitán, y
decían que todos estamos locos, con la diferencia de que muy pocos lo sabían y
que muy pocos decíamos las cosas aunque todos lo pensábamos. Bueno dejame
aclararte que Yo no estoy nada loco, y Yo no necesito decir ni pensar nada- dio el
estúpido engreído.
-Me encanta tu resolución, aunque equivocado o no, tienes convicciones férreas,
por lo que veo. A mí siempre me gusto la gente con convicciones. Mira te lo voy
a aclarar, el 99 % son unos estúpidos, solo el 1 % se salva. Yo estoy a favor de no
convertirse en estúpido y de intentar conservar al 1 % de los que se salvan, de los
pocos genios que van quedando. No se me van dando mucha pena los estúpidos,
van siendo legión. Me conmueve los dos o tres genios que se salvan de la
estupidez- dijo el poeta.
-Escuchaba el otro día tu charla, creo que fue con el ayudante del Capitán, y
decían que todos estamos locos, con la diferencia de que muy pocos lo sabían y
que muy pocos decíamos las cosas aunque todos lo pensábamos. Bueno dejame
aclararte que Yo no estoy nada loco, y Yo no necesito decir ni pensar nada- dio el
estúpido engreído-. Aunque muchas veces me inciten a hacer locuras o me
hagan hablar, no las necesito. Sé que me llaman el estúpido engreído o así me
apodaron en este bergantín. Bueno voy a decirte: el mundo se comprende de un
99% de estúpidos y un 1% de genios. ¿Dónde están esos genios? No lo sé.
¿Dónde están esos estúpidos? por todos lados, patea una piedra y aparecerá
uno. Estúpidos que no se dan cuenta que la vida es una, que hay que vivirla,
estúpidos que pasan indiferentes sin levantar al caído, estúpidos que se asustan
ante esto que estoy diciendo. Y por ahí andan algunos genios. Lo que me da
pena es que esos genios, bueno todos en general, hasta los estúpidos, hagan
genialidades y creen cosas maravillosas, para tener que sufrir
irremediablemente su última caída, la trágica caída.
-Me encanta tu resolución, aunque equivocado o no, tienes convicciones férreas,
por lo que veo. A mí siempre me gusto la gente con convicciones. Mira te lo voy
a aclarar, el 99 % son unos estúpidos, solo el 1 % se salva. Yo estoy a favor de no
convertirse en estúpido y de intentar conservar al 1 % de los que se salvan, de los
pocos genios que van quedando. No sé, me van dando mucha pena los
estúpidos, van siendo legión. Me conmueve los dos o tres genios que se salvan
de la estupidez- dijo el poeta. Hay que abogar por no convetirse en estúpidos.
Pero no te abrumes, Al fin de cuentas no eses ni tan estúpido ni tan engreído
como pensábamos. Yo solía pensar un poco como vos, pero la gente no es
estúpida, hace lo que puede. Mira vamos a hacer una cosa, dejame que te
abrigue con mi poesía, hasta recudir la población de tus estúpidos a 0. A no
pasar indiferente. A olvidarte de tus caídas, de tu última caída, con poesía- le
dijo el poeta Relámpago.
Capítulo 3. El Capitán Vulgaridad.
Donde se cuenta algo sobre el Capitán Vulgaridad.
En el bergantín mensaje en una botella tripulado, gobernado y presidido por el
Capitán Vulgaridad estaban todas las voces, la de la conciencia, prudencia,
insensatez, en fin, poetas, filósofos, locos. Era algo así como una gran torre de
babel, incomprendida y a la deriva, que el Capitán sabía controlar y navegar. Él
era un poco de todos en mayor o menor medida.
-¿Y no le molesta que en su tripulación haya locos, extravagantes y solitarios? le
preguntó el poeta al Capitán Vulgaridad.
-En el mensaje en una botella hay de todas las clases. No, no me molesta. No
debes interferir, debes dejarlos ser como son. Puedes acompañarlos,
comprenderlos, intentar ayudarlos para que crezcan y sean felices y derechos,
que tengan sus amores, ser amables con ellos, cuidarlos, pero no debes
interferir. Por más que una llama te mueva ardiente de deseo y quieras torcer
sus destinos, debes calmar tus ansias, si ellos no quieren, debes comprender y
ayudarlos a que crezcan. Además yo soy casi uno de ellos, no podría interferir
porque estoy a gusto con ellos.
Volvían el ayudante del Capitán Vulgaridad y el poeta al bergantín el mensaje en
una botella, luego de una noche en la cantina.
-Que gran noche, toda una fiesta, como se divertía el Capitán, como festejaban
todos sus disparates, que a gusto se sentían todos.
-El Capitán es feliz en la cantina haciendo divertir a la concurrencia. En el
bergantín es tan reacio a veces, y en la cantina con dos copas de más, ya lo ves.
-¿Qué bien se encuentra el Capitán entre sus conocidos?- dijo el poeta de
pasada.
-Bueno chico de eso se trata, de encontrarse a gusto entre conocidos. De sentirse
a gusto entre los que te festejan tus ocurrencias, que se quedan y se alegran ante
el más mínimo disparate. Al final todo es eso, los que te conocen y se quedan,
los que se quedan boquiabiertos ante tus disparates y se quedan. El Capitán
Vulgaridad es eso, disparate. Y cuando entra en la cantina la gente lo celebra,
porque es uno de ellos. Bueno, me estás haciendo hablar demasiado chico, es
tarde por la noche hemos bebido demasiado y me mata el cansancio. Pero para
resumírtelo, quédate con los que conozcas, con los que te conozcan, con los que
tengan tus mismos disparates, que se alegren de ello, con los que al final de la
fiesta y la resaca, se quieran quedar, con los que se quedan.
-Me hiciste acordar a los primeros versos de Shakespeare- algo huele a podrido
en Dinamarca. Quedarse donde huela bien, donde no huela a podrido- pensó
para afuera el poeta.
-Hum, Shakespeare, Shakespeare decía bien, sí.
El Capitán Vulgaridad brinda con su amigo el Capitán Extravagante en el Bar La
corte de los milagros.
-¿Y qué sabes de Capitán Esperanza?- le preguntó el Capitán Vulgaridad al
Capitán Extravagante.
-Está bien, casi no la cuenta, su bergantín El imposible surcaba los mares,
cuando topo con un escollo que lo derribo, por suerte todos sus tripulantes
pudieron ser salvados por los botes de los pescadores cercanos al puerto.
-¿El imposible? Siempre surcando mares imposibles, y siempre llegando a buen
puerto, aunque sea naufragando, aunque sea a nado, aunque sea en barca de
sencillos pescadores- dijo el Capitán.
-Ironía es que el Capitán Esperanza le haya puesto El Imposible a su bergantín-
dijo el Capitán Extravagante- Ironía es que tú te llames el Capitán Vulgaridad
cuando de Vulgar no tienes nada, que tu bergantín se llame El mensaje en una
botella, cuando sabes bien donde van dirigidas tus palabras, que siendo yo el
Capitán Extravagante sea en un bergantín donde vayan las personas más
extravagantes y disparatadas: poetas, filósofos, borrachos, locos, estúpidos
engreídos. El único cuerdo parece tu ayudante.
-Bueno- contestó el Capitán Vulgaridad con sorna- irónico es que tu siendo el
Capitán Extravagante estés diciendo tantas verdades- siempre a lo irreverente,
en tu bergantín No puede ser de otra manera.
-Es que- dijo el Capitán Extravagante- Yo soy extravagante cuando el mundo lo
necesita, cuando tengo que decir las cosas, cuando se necesita. En parte porque
es necesario, en parte para incordiar a los idiotas, no puede ser de otra manera.
-Se puede ser de tantas otras maneras- dijo el Capitán Vulgaridad- pero en vos
todo esto queda bien.
-Andá y decile al Capitán Vulgaridad que en breve llegamos al puerto- le dijo el
ayudante al joven grumete.
-¿Le parece? Nunca estuve a solas con el Capitán, no quiero importunarlo, ¿No
lo molestaré?- preguntó el joven grumete.
-Para nada, te falta mucho por aprender joven. Sé cómo el Capitán, a él no le
perturba si lo miran con mala cara, él hace lo que tiene que hacer y se mueve
como es, y si se enojan o lo miran feo, allá ellos. Así que no te hagas problema,
has lo que tengas que hacer, avisale al Capitán y si se enoja allá él. Pero el
Capitán Vulgaridad no es de esos- concluyó el ayudante.
El bergantín el mensaje en una botella acababa de capear y sortear una de las
tormentas más amenazadoras, por lo menos la que había visto el joven poeta, el
ayudante ya casi está acostumbrado a ellas.
-Con que destreza y determinante tranquilidad navego el Capitán esta tormenta-
le dijo el joven poeta al ayudante del Capitán Vulgaridad.
-El Capitán Vulgaridad se maneja con naturalidad porque en parte es una
tormenta, por eso sabe bien cómo manejarlas- respondió el ayudante.
-¿Una tormenta? preguntó el joven poeta, incitándolo a hablar.
-El Capitán es un mensaje en una botella, una tormenta complicada, pero
comprendió que no hay que atormentar ni atormentarse, complicar ni
complicarse- dijo el ayudante.
-¿Él es muy el mismo, no?- volvió a preguntar el poeta.
-El Capitán Vulgaridad es como el Astro Rey, el sol, todo gira a su alrededor- le
dijo el ayudante del Capitán al poeta-. Puede naufragar un rato, puede ir a la
deriva, atracar en otros puertos, alunizar en otros planetas, orbitar alrededor de
ellos, irse lejos de él, pero siempre regresa a ser el mismo, a su planeta, a su
playa. Desorientado, perdido y aturdido al final siempre regresa, se escucha, se
encuentra.
El Joven poeta se encerró luego de la charla del ayudante en el camarote. Estaba
excitado, eufórico por todo lo que había escuchado sobre la vida y sobre el
Capitán Vulgaridad y escribió:
El Astro Rey, el Rey Sol.
El Astro Rey, el Rey Sol,
todo gira a su alrededor,
El centro del universo,
El fin de los versos.
El Capitán Vulgaridad,
El capricho de la vanidad,
en el todo es verdad.
El Capitán Vulgaridad y el Capitán Extravagante bebían y miraban en silencio.
Ahí estaba el Capitán Contradicción del Bergantín Es mejor así. El Capitán
Incomprensión del Bergantín Todo lo sabe. En fin, estaban.
El Capitán Vulgaridad y el Capitán Extravagante seguían bebiendo y seguían
mirando y seguían en silencio.
Y ahí seguían estando el Capitán Absurdo del bergantín Ya verás. El Capitán
Extraordinario del bergantín El Rareza. Y seguían en fin, y seguían estando.
Estaba el poeta ayudando al ayudante del Capitán Vulgaridad a ordenar unas
redes que había en el barco, cuando al mirarlas se le ocurrió:
-¿Es verdad lo que se cuenta del Capitán Vulgaridad y las Sirenas, Qué fueron
ellas las que cayeron en las redes del Capitán Vulgaridad y no como suele
suceder?
-¿Suele suceder? No conozco a nadie que haya escapado de las redes del canto
de las Sirenas. Salvo el Capitán Vulgaridad. Íbamos por el mar encantado,
cuando al pasar cerca de las rocas aparecieron las sirenas, los otros tripulantes
advertidos siempre en caso de divisar sirenas corrieron a colocarse tapones en
los oídos. Al único que vi resuelto y con las orejas al aire fue al Capitán
Vulgaridad que las enfrento, no sé qué les dijo, porque estaba con los oídos
tapados, pero pude ver como los ojos de las sirenas se embelesaban, perdían el
sentido, sus bocas se movían como diciendo bobadas, o eso parecía. La cosa fue
que el Capitán impávido siguió su rumbo junto con el barco. Supongo
conociendo al Capitán Vulgaridad, a su manera, que habrá hablado eso,
vulgaridades, y las cautivó. Yo creo que ya las conoce, sabe cómo tratarlas.
Además creo que las Sirenas le tienen, no sé cómo decirte, respeto, admiración,
no lo sé. Pero al pasar lo saludan con cortesía y reverencia. Pero solo a él, el
resto debemos seguir poniéndonos los tapones, si no queremos perder la cabeza.
-Me fascinan los ojos tormentosos del Capitán Vulgaridad- le dijo el poeta al
ayudante del Capitán.
-Son fascinantes si, el Capitán no esconde nada tras sus ojos.
-Eso es lo que me gusta de ciertas personas, las tormentas que llevan en los ojos,
sus demonios. Ya sabes que me subí en este barco para relatar las hazañas del
Capitán- dijo el poeta.
-Bueno buscale charla en la taberna, ahí es donde afloja la lengua, sus
tormentas, sus demonios- respondió.
-¿Y qué hace el Capitán Vulgaridad para capear una tormenta?- le preguntó el
poeta al ayudante del Capitán.
-No lo sé, pero siempre sabe sortear una tormenta. Creo Yo que no le opone
mucha resistencia, para que el barco no se ladee y se hunda. Lo que hace con
gran habilidad es poner al barco en calma, y dejarlo que fluya, que atraviese la
tormenta, que pase lo que tenga que pasar. Siempre le ha funcionado, siempre
ha llegado a bien puerto, contra pronóstico- dijo el ayudante. Y ya te lo dije, pero
en parte el Capitán sabe cómo tratar una tormenta, porque en parte él es una
tormenta.
-¿Y a le no le molesta?- quiso saber el poeta, sabiendo la respuesta.
-Claro que no, todos llevamos nuestras tormentas, pero son parte de la vida, de
la navegación. Además creo que es lo más atractivo del Capitán, sus tormentas.
-¿Y cómo se hizo Capitán el Capitán Vulgaridad?- le preguntó el poeta al
ayudante del Capitán.
-Bueno él una vez me dijo que le sucedió, que le paso, como pudo haber sido
jardinero. Así sin más, como vos te hiciste poeta. Le pasó- concluyó el ayudante
del Capitán- como mañana le puede pasar cualquier otra cosa.
-¿Cómo es que el Capitán Vulgaridad, él que de vulgar no tiene nada, que sea
tan extravagante, tan sin sentido, tan temerario a veces, tan tormenta, tan
naufragio?- dijo el poeta sabiendo que estaba diciendo todas estas sandeces para
hacer hablar al ayudante del Capitán. El poeta le tenía un aprecio enorme al
Capitán y nunca diría nada malo sobre él, si decía esto era porque lo admiraba, y
empleaba estas palabras más como un halago que como un insulto.
-Mira joven poeta- dijo el ayudante- no me piques. El Capitán lo entendió todo,
o es uno de los pocos que lo han entendido. Que solo hay una vida, que esto es lo
único que tenemos. Por eso le importa nada lo que digan, o lo sientan un
excéntrico, él no va a frenar sus sentimientos, ni su navegación, por lo que
puedan pensar, o por las tormentas que se le presenten. Pero no es temerario, es
valiente. Temerario es el que arremete sin medir las consecuencias. El Capitán
no es estúpido, sabe lo que hace, y pensando siempre en capear las tormentas,
en llegar a buen puerto. Él y llevando a su tripulación, pero sabiendo esto que te
dije, no pierde un minuto a pensar qué pensarán. Lo hace porque debe hacerlo.
Yo creo que en el fondo detesta la solemnidad, por eso es tan irónico, tan
sarcástico, tan vulgar. Además, la gente lo ama como es. Has visto cómo entra a
la taberna, y es una revolución, la gente se altera, canta, baila, se emborracha
más, disfruta más, cuando llega el Capitán. Mirá no se lo digas, ni se lo
menciones, no lo escribas en sus memorias y aventuras. Pero una vez me dijo:
-Yo estoy halagado muchas veces, de que me llamen vulgar ante tanta
originalidad pedante, un loco ante los cuerdos, un niño ante los adultos. Se
piensan los horteras que me insultan al llamarme extravagante pero me
halagan.
-O algo así me dio a entender- Y finalizó.
-Y además es mi única manera de comunicación con el mundo, me divierte, me
hace ser yo mismo. Transparente, sincero con mis sentimientos, vivo, sin
ataduras.
-Unos cuadrados, ordenados, con definiciones de diccionario. Contra un círculo,
un caos, un indefinido donde las palabras no pueden tocarlo- dijo el poeta.
-Algo así, nunca mejor dicho. No por casualidad te hiciste poeta- dijo el
ayudante.
El filoso filósofo Fo charla en cubierta del bergantín el mensaje en una botella
sobre el Capitán Vulgaridad.
-¿Y qué pensará el Capitán cuando se encierra en su camarote? preguntó el
poeta al filósofo.
-Hum, no creo que mucho, el Capitán no es de cavilar demasiado, no se enrosca
como se suele decir, deja que todo pase, que todo fluya. El navega siempre con el
rumbo establecido, buscando los mares en calma, pero cuando vienen
tormentas las navega sin más. Yo creo que el Capitán lo entendió todo, todo lo
comprende, y deja que las cosas sean como son, que pasen, como pasan las
tormentas, como se llega a los puertos. Supongo que lee. ¿Has visto la biblioteca
que tiene en su camarote?- dijo el filoso Fo.
Y por ahí van los Capitanes surcando los mares.
Y por ahí va el Capitán Vulgaridad a bordo del bergantín el mensaje en una
botella. Un Capitán Vulgaridad que de vulgar no tiene nada. Y que cuando le
dicen: -Oye Capitán, eres tan vulgar-. Lo halagan. Porque su grandeza reside en
que no habla con artilugios, ni fuegos de artificios, ni palabras rimbombantes,
sino con la palabra precisa, certera, dice lo que todos piensan pero callan,
cuando es necesario, y de una manera tan sencilla, que enamora. Pero no se
confundan, es vulgar en ese sentido, no es rudimentario al hablar, ni ruin, ni
pedante. El ante la vanidad, la pompa, y la solemnidad, prefiere la sencillez, lo
que mal llamado se puede decir vulgaridad. Por eso lo llamaban el Capitán
Vulgaridad. Surcando los mares en el bergantín el mensaje en una botella, con
ideas y cartas que abriga a los personajes más disparatados lanzados a encontrar
una playa, un puerto donde recojan la botella, donde lean el mensaje. Un
mensaje que capea las tormentas, busca los mares en calma, para atracar en
buen puerto. Así es el Capitán su tripulación y su nave.
Y por ahí va el Capitán Extravagante, que por su manera de ser, de obrar,
diferente a lo común o al orden establecido. Raro y extraño, el Capitán
Extravagante era único y original. ¿En que residía esa naturaleza? En que había
comprendido que la vida era muy corta para ser normal, había que ser raro. Un
caos ante tanto orden. Cuando era necesario, ante las reglas establecidas, ahí
venia el Capitán extravagante a desarreglarlo todo, para el bien de todos.
Hablaba, vestía y actuaba de manera peculiar, -No se puede vivir de otra
manera- decía. Y la gente lo aplaudía. Como se llama su bergantín: el No puede
ser de otra manera. Era el alma gemela del Capitán Vulgaridad.
Y por ahí va el Capitán Esperanza. Siempre tiene un puerto en frente, algún
lugar donde llegar, Eso lo mueve, llegar a alguna parte, y hace rendir ante sus
pies los puertos Imposibles. ¿Cómo se llama su bergantín? El imposible.
Y por ahí va el Capitán Contradicción. Cuestionado por todos. -Pero sos tan
contradictorio- le decían. Y él se reía, porque no comprendían, que si cambiaba
de opinión era porque nunca estaba nada dicho y podía decidir cosas diferentes,
y reinventarse, y así, será me mejor así decía. ¿Cómo se llamaba su bergantín?
Y por ahí va el Capitán Incomprensión, como el Capitán Contradicción también
era poco entendido, y como todo lo sabía, poco lo comprendía. Y bueno su
bergantín se llamaba el Todo lo sabe.
Y por ahí va el Capitán Absurdo. ¿Absurdo, sin sentido? Ya lo verás, y
justamente así se llamaba su Bergantín.
Y por ahí va el Capitán Extraordinario. Hermano del Capitán Extravagante. El
más grande de todos los mares, casi más grande que el Capitán Vulgaridad.
Diferente, raro, fuera de lo común. Lo que se definiría un genio. Por donde pasa
nada vuelve a ser distinto, nunca pasa desapercibido, incluso cuando ni habla,
su presencia es deslumbrante, es extraordinario. Ve lo que otros no ven, es un
suspiro en medio de la noche, un quejido en el desierto. Un faro en los puertos.
Una estrella en los caminos. El extraordinario es de esos que no se ven todos los
días, una rareza, navegando en su bergantín, el Rareza.
Y por ahí va el Capitán Sarcasmo siempre navegando a la par del Capitán
Poesía, Uno en el bergantín el Ironía y el otro en el Fantasía. Se entienden a la
perfección. Van con ironía burlando su destino, uno con lo que dice el otro con
lo que escribe.
En fin, por ahí van los Capitanes surcando los mares, haciendo lo que hacen,
diciendo lo que dicen.
-¿Por qué el Capitán Vulgaridad? ¿Por qué lo llaman así, si es un genio, por qué
no el Capitán Genialidad o el Capitán Carisma?- preguntó el poeta al ayudante
del Capitán.
-En realidad no lo sabemos. Creo que fue su amigo, el Rey Tormenta, que de
niños le puso ese apodo. Pero podemos adivinarlo. El Capitán Vulgaridad es un
genio porque con una par de palabras, con un gesto te arregla todo. No necesita
palabras rimbombantes ni escribir cien tratados, ni versificar los mares para
navegarlos. Con un simple Hola, con un te quiero es suficiente, aunque dudo
que del Capitán salga un te quiero. Es que en el fondo joven poeta, todos somos
vulgares, no necesitamos de mucho, un abrazo, una palabra, un gesto es
suficiente- contestó el ayudante Razón.
-Sos el único razonable en este barco- dijo el poeta, y se rieron.
En los mares bravíos y tormentosos conocidos por todos en la región por los
mares Infelicidad, no muy lejos de ahí estaba el puerto Consuelo, de costa
Melancolía. Ahí capeando las tormentas, atracaban los barcos más osados, y ahí
había atracado el mensaje en una botella del Capitán Vulgaridad. En Costa
Melancolía había un bar, la corte de los milagros. Así se llamaba en parte por la
concurrencia tan variada como extravagante, refugio de maleantes,
disparatados, borrachos. Su dueño El Rufián se lo había escuchado decir a
alguien -Pero esto parece la corte de los milagros-. Le gustó tanto que le cambio
el antiguo nombre, por la corte de los milagros. Pero más importante aún, más
que el Rufián, más que asaltantes y forajidos, había una cantinera, la Pasión.
Muchos iban a la taberna para huir de algo, para divertirse, otros por no tener
que hacer, y muchos por la Pasión. Era como se intuía a penar verla, el deseo
vivo. Ella si bien era agradable con todos, no daba muchos miramientos por
ninguno, aunque si tenía sus amoríos, pero fuese lo que fuese a pasar, siempre
esperaba al Capitán Vulgaridad. Tenía todas las preferencias vivas en la piel por
el Capitán. Y a eso iba, y al Capitán le gustaba llegar al puerto Consuelo de costa
Melancolía, entrar a la corte de los milagros y sentir a la Pasión a flor de piel.
Qué bien le quedaba la Pasión al Capitán Vulgaridad, Que bien le venía al
Capitán Vulgaridad la Pasión. La Pasión era del Capitán Vulgaridad, El Capitán
Vulgaridad era de la Pasión.
Somos más grandes que las fantasías.
Las chicas perfectas solo existen en los libros.
Las princesas ya no encuentran Castillos,
Ni posada donde descansar de los caminos,
Ni ventero que me arme caballero,
A la vuelta de mi casa.
No me gustan las musas en tapa de revista.
Los poemas no saben nada del amor,
El único que lo sabía fue Lope,
Y lo inmortalizó en un soneto,
Eso es amor, quien lo leyó lo sabe.
Cuando esparza versos sobre el papel,
Será cuando este por desangrarme,
El sonido al descorchar una birome,
Y en un par de poemas embriagarme.
En mis poemas discuto con mi pasado,
Arreglo y soluciono el presente,
Hago algunos pocos planes a futuro.
Somos más grandes que las fantasías.
Alicia hace 7 imposibles antes del desayuno.
Antes que te conviertas en quimera,
Pego la vuelta de regreso.
Si te conviertes en esfinge de plata,
Ya no podré tocarte.
Y si miras para otro lado,
Al volver la vista ya no podrás mirarme.
Él el poeta, ella el cuento de hadas.
Ella era el plan, él verso improvisado.
Él era el frente, ella un costado.
Ella el 7 infierno, él el 7 cielo,
Ella el vuelo, él rodar por el suelo.
Él el poeta, ella el cuento de hadas.
Ella el sueño, él guerra de almohadas.
El poeta escribió sus últimos versos,
El guerrero destruyó al enemigo,
En el sur levantaron el muro más alto,
En mi ciudad construyeron duras
y asfaltadas carreteras.
Se creó un idioma nuevo en la torre de babel,
Lo tomaron para la lección en la escuela,
Lo analizaron en las academias,
La niña se aburrió en su columpio,
Y a la princesa no la pudo hacer dormir,
ni en versos, ni en sueños ni en mañanas.
Preguntan por vos
La portera y la vecina,
y el diariero de la esquina.
Mis poemas y mis versos,
otras bocas y otros besos.
Los labios y las miradas,
sabanas y almohadas.
Preguntan por tu voz,
Los cuatro vientos,
Todos los cuentos.
El mundo es mágico.
Por ahí van todos,
convirtiéndose en estúpidos,
convirtiéndose en Reyes,
convirtiéndose en Princesas,
convirtiéndose en charlas de café,
convirtiéndose en calabaza,
convirtiéndose en muñecas,
convirtiéndose en Poeta.
El mundo es mágico 2.
El mundo es mágico,
Por ahí van todos,
convirtiéndose en estúpidos,
con sus modos,
convirtiéndose en Reyes,
de los lodos,
convirtiéndose en Princesas,
por los recodos,
convirtiéndose en charlas de café,
en carnavales que no nos mojen,
convirtiéndose en calabaza,
con los relojes.
Convirtiéndose en muñecas,
endureciendo la piel.
Convirtiéndose en Poeta,
con la pluma y el papel.
Voy a escribir el mejor poema del mundo,
mejor que Quevedo, Borges, Lope,
Sé que voy a llegar,
tengo unas ideas geniales,
solo me falta afinar la pluma.
Y si no me sale, no me preocupo,
ni me la voy a creer, total,
lo mismo da, me puedo dedicar
a la jardinería o la vida retirada.
¿A qué hora suenan las campanas
en tu casa, y te conviertes en calabaza?
Con mi pluma y un par de versos,
Yo siempre fui mi propio paparazzi.
No vengas a retratarme
que estoy acá así desnudo,
que todavía no me he puesto
el traje de poeta.
Casi me agarra el otro día
un fotógrafo, infraganti,
escribiendo lo que nunca te conté.
Soy el recodo que retuerce los caminos.
Soy el recodo que retuerce los caminos,
Un centauro en el laberinto del rey Minos,
Un poeta que escribe su propio destino,
El que sabe porque esta y para que vino.
El caos que impone un poco de orden.
Violentos son tus ojos
en cruz como cerrojos,
violenta tu mirada
cuando no me dices nada,
violenta tu sonrisa
cuando no vienes con prisa,
violentas son tus curvas
cuando se mezclan con la turba.
Violentos tus pezones
que no entienden mis razones,
violenta tu silueta
cantar de los poetas,
violentos son tus labios
que trastocan a los sabios,
violentos son los años
que nos tratemos como extraños.
Violentos tus entrecejos
que estemos tan lejos,
violentas tus caderas
que usurpan la primavera,
violentas tus excusas
cuando compites con mis musas.
Para violento tu maltrato,
si no vienes a pasar un rato.
Me pierdo en unos ojos en tormenta,
que prometen liquidar todo en las ventas,
Me pierdo entre los recodos de tu piel,
Me pierdo entre la pluma y el papel,
Me pierdo ni bien me dice hola,
Me pierdo como una resaca sin olas,
Me pierdo de los pies a la cabeza,
Me pierdo ante la más mínima certeza,
Me pierdo cuando se quedan a mi lado,
Me pierdo cuando conocen mis costados,
Me pierdo cuando decides quedarte,
Ante el más mínimo de mis disparates,
Me pierdo cuando te quedas boquiabierta,
ante mis palabras descubiertas.
Podes entrar por la ventana,
Y jugar con mi ajado corazón,
Al otro día por la mañana,
Vuelvo a ser el que Yo soy.
Te mostrás afiliada al partido,
De los que no están con vos,
Si se altera tu ombligo,
Ya sabes dónde estoy.
Lepa y Nino se cruzaron. Y Nino le propuso amor.
-¿Le parece?- dijo Lepa.
-Ni noción- dijo Nino.
Y vivieron felices.
Ellos no lo saben,
Y creen que me insultan,
Cuando me dicen,
que soy un insensato.
Pero me halagan.
Me halagan cuando
le llaman loco.
Me halagan cuando
me llaman extraterrestre,
Me halagan cuando
me dicen que soy
un niño.
Me halagan cuando
me dicen que soy poeta.
Ellos no lo saben,
Pero yo se los digo
Y creen que me insultan,
Cuando me dicen,
que soy un insensato.
Si nunca pasaron
conmigo un rato.
Pero me halagan.
Me halagan cuando
me llaman loco,
no me conocen un poco.
Me halagan cuando
me llaman extraterrestre,
si nunca visitaron mi planeta.
Me halagan cuando
me dicen que soy
un niño.
Si nunca se enlodaron
conmigo.
Me halagan cuando
me dicen que soy poeta,
Yo que soy un versero.
Yo he estado en medio del lodo,
En el lodo primigenio sin asfaltar,
En el lodo ancestral de las cavernas,
En el lodo manchado de la niñez,
En el lodo revuelto de la modernidad.
Pero reestreno mi disfraz de bucanero.
A veces me divierto esquivando
al mundo entero.
Me divierto siempre contando
el cuento.
No soy un escritor fantasma,
Yo sé bien lo que digo,
Nadie me da letra,
salvo dos o tres musas,
y los libros que leo.
Y a las personas que quiero,
pero termino escribiendo
siempre lo que quiero.
Siempre que pueda divertirme,
y pueda seguir contando,
y pueda seguir encontrando,
y pueda seguir buscando,
Y me sigan excitando,
todo lo que veo, leo, creo,
Yo sigo saliendo al recreo,
Soy un caos, un caos divino,
Soy una tormenta violenta.
Y cuando levante mi pluma,
y desate la tormenta y
vuelva el caos divino.
dejarás de refugiarte,
y te empaparas,
y te alteraras,
y te divertirás como
yo me empapo y altero
y me divierto, conmigo.
Ayer jugué a un viaje retro,
Me silbaron de la infancia,
Adivine lo que me decían,
Complete mi canción,
Me dibuje tal cual era,
Si no se eclipsa la mirada.
Si ya sé que van a tirar la bomba,
Déjame que te cuente un cuento.
Si ya sé que vamos a envejecer,
Déjame que te cuente un cuento.
Si ya sé que no estás de acuerdo,
Déjame que te cuente un cuento.
Si ya sé que escapas de la tormenta,
Déjame que te cuente un cuento.
Si ya sé que hay fuego en tu mirada,
Déjame que te cuente un cuento.
Si ya sé que te sientes rara,
Déjame que te cuente un cuento.
Si ya sé que se te desvaneció un sueño,
Déjame que te cuente un cuento.
Si ya sé que no te dejan tocar tu canción,
Déjame que te cuente un cuento.
Si ya sé que te molesta el sufrimiento,
Déjame que te cuente un cuento.
Si ya sé que piensas que son todos idiotas,
Déjame que te cuente un cuento.
Ya sé que estas llena de preguntas,
Déjame que te cuente un cuento.
Si ya sé que no entiendes muchas cosas,
Déjame que te cuente un cuento.
Vámonos a divertirnos un rato,
Déjame que te cuente un cuento.
Si ya sé que te encantan las tormentas,
Se puso todo negro y relampaguea,
esta por caerse el cielo,
Déjame que te cuente un cuento.
Si Yo ya se para que escribo,
en versos discuto con mi pasado,
soluciono el mítico presente,
Hago algunos planes a futuro.
Arreglo el mundo entre líneas,
Te tiendo una almohada de poesía,
para que te inspire y desees.
Para ahuyentarte los demonios,
Y poner hadas en tu fantasía,
Para que dejes de fijarte en mi peinado
y mires lo que pasa un poco a tu costado.
Para todo esto verseo,
Déjame que te cuente un cuento.
Primero fue su cara de Princesa,
Se fue diciendo: A mí no me interesa.
Llegó con sus labios de cereza,
Se fue balbuceando una certeza,
Primero fue toda la poesía,
luego fue pura fantasía.
Llegó siendo la Venus de Milo,
Luego como pendiendo de un hilo,
puso en un cartel, No se toca, por favor.
Se llevó el pastel, una boca sin sabor.
Buscó en mis versos la belleza,
Se fue negando con la cabeza.
Abría la boca y era un huracán,
zarpazo como garras de astracán,
Llevaba una tormenta en sus ojos,
a tono con sus zapatos rojos,
No era un dios ni menos un poeta,
Esperar a que te desdibujes,
Esperar a que tus ojos me empujen,
y enojada o sin interés me mires,
y me expulsen del paraíso,
Esperar a que salgas de mis poemas,
Esperar a mi próximo infierno,
Esperar a la siguiente musa,
Esperar a ser un príncipe desterrado.
Volver al mundo mío.
Esperar que dejes de mostrar
tu carnet de socio,
afiliada al partido,
Esperar a que te vengas conmigo.
Esperar a dejar de ser tu enemigo,
Y me entregues y se rinda tu ombligo.
Bien está que te vayas contigo,
Bien esta quien te haga de abrigo.
Soy un extranjero,
vengo con leyes
de extranjería.
Soy un poeta,
haciendo el verso.
Soy un niño,
que espera un cuento.
Un recién nacido,
que rompe en llanto.
Yo te deseo disparate,
te deseo loca de remate,
Yo te deseo nostalgia,
te deseo por arte de magia.
Yo te deseo sola,
meciéndote en las olas.
Yo te deseo si me deseas,
y sino la que me quiera.
Yo te deseo y si no vienes,
Martes y Jueves,
será porque te conviene,
Lo mismo da si llueve.
Como ser tú amigo,
y cuidarme de tu ombligo.
Jueves 2 de Marzo.
Tuve que fingir caer en el amor,
Para escribir un buen soneto,
Yo siempre fui un fugitivo,
sin saber porque motivo,
siempre quise huir,
y disentir,
de las palabras,
otro truco de abracadabra,
huir del juego,
de los hasta luego,
huir de las tablas,
de los que me hablan,
huir de los amigos,
cuando necesitaba abrigo,
huir de los ombligos,
que se quedaban conmigo,
huir de la multitud,
que se lleva la corriente,
huir de la virtud,
de los que mienten,
huir de las caricias,
que te hielan,
huir de las noticias,
que se vuelan,
huir de los caballeros,
si no son andantes,
huir de los molinos,
que no se convierten
en gigantes,
huir de los caminos,
que no son para caminantes.
Huir de los sombreros,
de antes,
huir de las hadas azules
huir de los baúles,
huir del frío,
de los ojos
huir del río,
del mar rojo.
huir del pasado,
huir de lo pensado,
huir de lo imaginado,
huir de lo pisado,
huir de las camas,
sin sueño,
huir de las llamas.
de diseño,
huir el llanto,
entonar el canto,
dos veces,
huir de los encantos,
de las sirenas,
huir de unos cuantos
en castillos de arena.
huir de las despedidas,
huir de las causas perdidas,
huir de la nada,
huir de las almohadas,
con cuentos de hadas.
huir de los recuerdos.
huir de los cuerdos,
huir de las cenizas,
cuando arde,
huir de la tiza,
los que te dicen la jugada
de pizarrón,
cuando ya no queda nada,
solo tachar de un borrón.
cuando ya es tarde,
huir de las campanas,
de alarma,
huir de las mañanas,
en calma
huir de los recuadros,
de los peleles,
huir si veo que ladro,
y vuelvo haciendo eles,
huir de los lemas,
y de tales teoremas,
huir de los temas,
que me dicten los poemas,
huir de los versos,
huir de los besos,
huir de las musas
y sin excusas
huir de los poetas,
y volver a mi planeta.
huir de los labios,
que te arañan la espalda,
huir de los sabios.
que se sientan en mi falda.
En fin, huir de la boludez,
de una buena vez.
Y a esta altura,
ni en pintura.
Tuve que fingir caer en el amor,
para escribir un buen soneto.
Tuve que coquetear con las musas,
para que me dejaran un buen poema.
Tuve que jugar a ser poeta,
antes de volver a mi planeta.
¿Qué venís a buscar al viejo poeta?
Es tarde, ya he cambiado de profesión.
¿Que no nos van a dejar entrar?
Tranquila, guardo un verso bajo la manga.
Que no puedes evitar el abismo,
Colgate de mis poemas y pasá.
No voy a dejarlo todo,
siempre me llama la rima,
Vení queda algo para leer,
si te arrimas.
Puede perder un verso,
pero no las mañas.
¿Qué inquieta al poeta?
La calma después de la tormenta,
Las bocas que no están en venta,
Las guerras que no sean de almohadas,
Las princesas encerradas en cuentos de hadas.
Los sabios que parecen saber de vos todo,
Los niños que ya no juegan en los lodos.
Las rimas que no te arriman.
Los versos que ya no te miman.
Inquietan al poeta,
Las musas que no se quedan quietas.
Los genios que habitan en otro planeta,
Los caminantes que se apartan del camino,
Los que se salvan reinventando su destino,
Los labios que no pegan el zarpazo,
Los poemas que pongamos por caso,
No terminan con buena letra.
Yo aunque este lejos los sigo,
Como las minas buscan a Sabina,
Calamaro, Bukowski y Bob Dylan.
Hay unos ojos que miran y se admiran.
Como Sancho Panza ante Don Quijote,
Charlie Simms ante el Lieutenant Coroenl Frank Slade Retired.
Se admira Alicia ante el sombrerero Loco.
Aunque suene arrogante, las musas ante mis versos,
Ante mi poesía,
Como se admira la realidad ante la fantasía.
Muchas veces leo cosas y no entiendo nada,
Entonces me pierdo y entro en mis pensamientos,
y me imagino en los cuentos de hadas,
Pero aunque pierda el hilo no me miento,
Y aunque me parezca todo tan raro,
Al final, al volver, lo veo todo tan claro.
Si la duda te aqueja,
Y andas sin rumbo,
Un poeta te aconseja,
deja de dar tumbos,
Has como el poeta,
Vuelve a ser tú mismo,
Deja de mirar el abismo,
vuelve a tu planeta.
El poeta escribió cientos y cientos de versos.
Para inspirar a los amantes a llenarse de besos.
El poeta es consciente de sus limitaciones,
Sabe que no va a cambiar nada en canciones,
Pero le tirará una almohada a los soñadores.
Meterá con un verso un dedo en la llaga,
para que mientras el escriba poemas, tú hagas.
Si ya sé que no podrás soportar,
Dejar de navegar
en sus ojos de diabólica tormenta,
Nunca más soñar
en una noche estrellada,
Mucho menos recostarte en la cama,
con los versos de Neruda.
Las puertas que no abren a su habitación,
Yo calmaré a las musas con un verso,
Ven que yo dejaré de escribir por un rato,
Dejame que te cuente un cuento.
Navegas en un sueño apacible,
en un mar que se deja soñar,
Besas unos labios invencibles,
en una boca que se deja besar.
Y si alguna vez te sientes sola,
recuerda que siempre tendrás
mis poemas.
Me dieron a elegir entre
la pluma del bien y del mal.
Una escribe versos malísimos,
casi Yo diría que tormentosos.
vender mi alma sería carísimo,
y todos ellos me salen ripiosos,
Ten cuidado no te cruces,
con mi pluma maligna.
A la hora de mi pluma maldita,
susurra una pequeña vocecita,
La otra escribe poemas buenísimos.
Te ayudan a encontrar el camino,
Ven a la hora de mi pluma Bendita,
mi pluma es una mágica varita.
Mi pluma del mal solo entiende
de premios y castigos,
Mi pluma del bien solo te dará,
un bohemio y abrigo.
A veces soy un voy a ver.
A veces un esto ya lo he visto,
A veces ya se lo que me vas a decir,
A veces no se ni lo que decís,
A veces voy de bucanero,
A veces voy de cuerpo entero.
A veces me llaman las musas
A veces busco alguna excusa.
A veces voy de poeta,
A veces desvisto siluetas,
A veces voy de pirata,
A veces mi pluma te atraca,
A veces no importa nada,
A veces te tiro una almohada,
A veces leo de todo,
A veces me veras jugar en el lodo,
A veces tengo frío,
A veces necesito tu abrigo,
A veces como un buen Quijote,
Arremeto contra el remolino de tu escote.
A veces como una buena Alicia
de tus sueños ni noticia.
Como yo no puedo salir a batallar,
Salen a pelear todos mis poemas.
Como yo no puedo a todos besar,
Salen a besar todas las bocas mis poemas.
Como yo no puedo estar en todos lados,
Están en todos lados mis poemas.
Como no todo puede ser como yo quiero,
imaginan en imágenes mis poemas.
Para que los 3 o 4 soñadores
sueñen con un mundo más placentero,
es que yo escribo mis poemas.
Truena, relampaguea,
Se cae el cielo a mares,
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De mujer.
Deliras, sueñas,
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Besas unos labios,
De mujer.
Estrellado, nocturno,
te invitan a entrar,
miras unos ojos de mujer.
Visitas otros planetas,
giras en otras orbitas,
Alunizás en una boca
De mujer.
Lanzas un mensaje en una botella,
atracas otras playas,
Naufragás en una palabra
De mujer.
Te cuentan un cuento,
ves tono en un momento,
Perdés el rumbo en un susurro
De mujer.
Una sirena te encanta,
Un hada te tira una almohada,
Te seduce una musa
De mujer.
Cuentas todos tus cuentos,
escribes todos tus versos,
Dejas de vivir de los besos.
Camino de vuelta a ti mismo,
Es hora de regresar a tu planeta,
Vuelves a tu pluma de poeta.
Soy un niño jugando en el lodo,
Una mujer apodada Soledad,
Un genio que con una botella,
lo sabía todo, mirando las estrellas.
Un muñeco de madera,
que aprendió de la primavera,
y que dice la verdad.
Un versero que escribió
de mi lo que se cuenta.
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pongo cara de tipo duro.
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Ella era una camarera,
Al costado del camino,
-Si me cambias el destino,
Yo te espero en la frontera.
Él era un fugitivo,
Del oxidado corazón,
-Si me das algún motivo,
Yo te escribo una canción.
Ellos hicieron un pacto,
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Se encontraron en la estación.
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-Si no vienes a primeras,
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Si no me das la primavera,
Buscate otra del montón.
Si ya sé que no queréis rimar con decepción,
Si ya sé que no querés que termine la canción,
Dejame que te cuente un cuento.
Si ya sé que te desojas en las ateridas primaveras,
Si ya sé que con un guiño calmaras a las fieras.
Dejame que te cuente un cuento.
Si ya sé que te molesta que te llamen así
Si ya sé que hechas en falta tus labios carmesí.
Dejame que te cuente un cuento.
Una canción de cuna,
que te haga de trinchera,
que te traiga la primavera.
Una canción de cuna,
que no te deje mentir,
que te haga dormir,
Una canción de cuna,
que atraque en tu orilla,
que te haga cosquillas.
Una canción de cuna,
que pida fuego a los dragones,
que ponga en celo a los leones.
Una canción de cuna,
que te acune el corazón,
que suene a mi canción.
Una canción de cuna,
que te espere a la una,
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Una canción de cuna,
que no te deje sola,
que te mesa en las olas.
Una canción de cuna
en el séptimo cielo,
que se cuelgue de tu cuello.
Una canción de cuna,
para que escuches mi voz,
que no se aparte de vos.
Una canción de cuna,
si me tiras una almohada,
si me haces de hada.
Una canción de cuna,
si me traes el sueño
si me conviertes
en un niño bueno.
Una canción de cuna,
que duerma a la princesa,
con un beso.
Una canción de cuna,
que convierta a tu boca en fresa,
con un verso.
Una canción de cuna,
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que sabe lo que cuenta.
Una canción de cura,
que calma a las fieras,
como la vez primera,
que suena a como era.
Si ya sé que no podrán knockearte con los ojos,
Si ya sé que no te seducirán con zapatos rojos.
Dejame que te cuente un cuento.
Si ya sé que ciertos payasos te dan más pena que risa,
Si ya sé que igual te detienes aunque tienes prisa.
Dejame que te cuente un cuento.
Dicen que te vieron
llorar a mares,
en un rincón
de mi poema.
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buscando los lugares,
que se escuche mi canción.
Ya no importa si en la cena,
si me secan los tinteros,
Yo escribo de cero,
con la sombra de mis venas.
Si apareciera,
tu paloma mensajera,
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Yo te mando de regreso
unos versos,
atados a mi corazón.
Las musas deben estar celosas,
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Si me pierdo en mis cosas,
Si en versos me pongo mimoso.
Tanto perdurarán mis versos,
tanto sigan llegando tus besos,
Yo quiero ser un clásico,
que sabe esquivar el daño,
de la crítica y los básicos,
que no lo ataquen los años.
Yo siempre fui un intruso,
En las academias un obtuso.
Llego tarde a comprender,
Lo que me dan para aprender,
Un intruso en la poesía,
con un carnet de fantasía.
Un intruso en el amor,
batiendo en duelo,
con un verso al dolor.
Yo siempre fui un intruso,
entre por la ventana,
u hice uso y abuso,
de mis ripios de mañana.
Mi poesía es un empujón a tu deseo.
Duerme siempre primavera,
En mi almohada de ocasión,
Yo te espero invierno en vera,
hasta la próxima estación.
Ven a verme disfrazada,
a ser parte de la función,
te guarde el papel de hada,
antes de que cierre el telón.
Ven y hazme de princesa,
en mi castillo de cartón,
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Yo te quise madrugadas,
en un verso camaleón,
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como un solo Robinsón.
Yo jugaba a que te ibas
bajo la lluvia sin camarín,
llevame a la deriva,
en tu tormenta carmesí.
Nunca desescribí lo que escribí
y te hice una canción,
te lo prometí y no la perdí,
tocala acompañada de acordeón.
Eras la camarera del salón,
Y la portera de mi corazón,
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antes de que salga el último tren.
Con mis versos
y tu corazón,
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Con mi versos
Con mis versos
y tus lemas,
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Con mis versos,
Con mis versos
y tus cuentos,
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Con mis versos
y tus manos,
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Mi poesía
es un empujón
a tu corazón.
Mi poesía,
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por knockout
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Mi poesía
es tirarte
un almohada.
La primavera
siempre fue
la portera
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siempre fue
la ramera
de mi canción.
Yo siempre escribí
al contado,
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Yo siempre escribí,
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apurate a leerlos,
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¿Estas preso?
lo deduje
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lo deduje
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Se enamoró de mis versos.
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si andas por la zona.
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mis poemas un escudo
Ten cuidado con lo que decís,
ten cuidado con lo que escribís,
detrás de esos ojos, de esas orejas,
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Vamos a verla,
no harás más que quererla.
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el sofocante verano,
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En su barrio es siempre primavera.
Yo le cuento al camarero,
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protege mis versos,
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y la lengua.
Escribo a cuatro manos,
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Hablo a dos lenguas,
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Son un monstruo de 1000 cabezas,
discuto en los salones de belleza.
Si has perdido el norte,
venite al sur,
no necesitas pasaporte,
ahí habita un tahúr.
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Solo hay canciones.
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Y dices palabras desencontradas,
venite al sur.
Venite al sur
donde habitan los poetas,
Ahí es primavera todavía.
Naufragas en unos labios de mujer
Sueñas una noche de papel,
venite al sur.
En la escuela solo conseguí,
mancharme de tiza.
De memoria aprendí
el número del delivery de pizza.
Tengo un corazón que hereda,
zapatos de otros pasos.
Solo miro lo que pasa por mi vereda,
del resto no hago caso.
Como un mal poeta,
que persigue una musa azul,
que ha perdido sus cuartetas,
vaya a saber en qué baúl.
Otra vez a las guerras,
sin almohadas.
Otra vez a los cuentos,
sin hadas.
Otra vez a los versos,
que no terminan
en la cama.
Otra vez a los besos,
que no terminan,
en llamas.
Yo podría quedarme callado,
pero mi pluma no.
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en el infierno.
Yo podría quedarme parado,
pero mi pluma no.
Anda kilómetros
de distancia
sobre el papel.
Yo podría no hacer nada,
pero mi pluma no.
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Yo podría calmarme,
pero mi pluma no.
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siempre en llamas.
Yo puedo mentirte,
pero mi pluma no.
Y dice la verdad.
Yo podría contarte
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Yo soy nadie,
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Dame mi pluma
y juro
que te conquisto
el universo,
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en un par de versos.
Y hasta tengo tanta suerte
que me olvido de mi muerte.
Si ya sé que te da pena,
morirte ante tanta gente,
ante la mirada indiferente,
Dejame que te cuente un cuento.
Yo solo quisiera,
que subamos al ascensor,
y habláramos del tiempo,
digamos bobadas,
y llegáramos a casa.
Como dejar de escribir.
cuando la pluma está ardiendo,
Como dejar de vivir,
cuando un corazón está latiendo.
Como dejar de mirarte,
cuando estas temblando.
Como dejar de decir,
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¿Usted me pregunta por qué señor juez?
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siempre indiferente
tampoco hizo nada,
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Entonces ardí en llamas,
he incendie la ciudad,
encendida y en cenizas.
¿Y usted tiene la insolencia
de preguntar por qué?
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en un desierto de gente.
Ella era una tormenta,
en una calma indiferente.
Todos los cuentos se escriben con mi pluma,
Todos los papeles en blanco se rinden ante mi pluma,
Todas las hadas anidan bajo mi pluma,
Todas las penas y las glorias las tilda mi pluma,
Todos los caminos conducen a mi pluma.
Las tormentas las capea mi pluma,
Los demonios los calma mi pluma.
Y escribí, kilómetros de tinta,
todo sobre un papel irresistible,
alegre de verse atiborrado de versos.
Y escribí, kilómetros de tinta,
Sin trucos, ni fórmulas matemáticas,
Yo te explico todo en un cuento.
Y escribí, kilómetros de tinta,
Porque tengo el vicio de escribirte,
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Y escribí, kilómetros de tinta,
y cree un caos y una tormenta,
para gente que pierde la calma.
Y escribí, kilómetros de tinta,
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¿Qué otra cosa haría un poeta?
Y escribí, kilómetros de tinta,
entre sonetos y cuartetas,
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Te hablarán de lo que siento,
mis ojos, mis manos y mis cuartetas.
Yo ya no sé si mis versos son míos,
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Pero mi pluma no, bien intuyo.
Yo podría atrevido, odiarte,
y si me miras, esquivarte.
Pero mi pluma, ni caso.
en lance poético, te quiere,
y en trance prosaico, te busca,
Y sabe a quién van dirigidos,
todos mis gritos y latidos.
Voy a drogarme,
quiero decir, voy a leer.
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quiero decir, voy a escribir.
Ven a matarme,
quiero decir, ven a besarme.
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quiero decir, me caigo de la cama.
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Todos los días me reinvento,
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Las aventuras del capitán vulgaridad.

  • 1. G A S T O N M A T U T E L A S A V E N T U R A S D E L C A P I T Á N V U L G A R I D A D La poesía es un golpe certero, que gana por knockout a la nada. Índice. Personajes. Página 1. Advertencia. Página 1. La crítica anda diciendo de Las Aventuras del Capitán Vulgaridad. Página 1. Capítulo 1. Bienvenidos a bordo del bergantín El Mensaje en una Botella del Capitán Vulgaridad. Página 1. Capítulo 2. En Cubierta del bergantín El Mensaje en una botella. Página 12. Capítulo 3. El Capitán Vulgaridad. Página 22. Capítulo 4. El Rey Tormenta. Página 58. Capítulo 5. El Capitán Vulgaridad y el Rey Tormenta. Página 61. Capítulo 6. Las Aventuras del Capitán Vulgaridad. Página 86. Personajes. El Capitán Vulgaridad, del bergantín El Mensaje en una botella. El ayudante del Capitán, el Joven Grumete, el Poeta Relámpago, el Loco, el Borracho, el Filósofo Filoso Fo, el Estúpido Engreído. El Rey tormenta, los Consejeros Claridad, el Mensajero Relámpago. El Rey Determinación, el Rey Razonable, la Reina Resuelta, la Princesa Revuelta, la Princesa Carisma, la Princesa Siniestra. El Capitán Extravagante, del bergantín No puede ser de otra manera. El Capitán Esperanza, de bergantín El imposible. El Capitán Contradicción, del bergantín Es mejor así. El Capitán Incomprensión, del bergantín Todo lo sabe. El Capitán Absurdo, del bergantín Ya verás. El Capitán Extraordinario, del bergantín El rareza. El Capitán Sarcasmo, del bergantín El ironía. El Capitán Poesía, del bergantín El fantasía. Costa Melancolía. La taberna La corte de los milagros. El cantinero el Rufián. La tabernera la Pasión. Advertencia: Esta es una novela de Aventuras, sobre un Capitán, a ratos en apariencia Vulgar, Las Aventuras del Capitán Vulgaridad. Como todos, como a
  • 2. cualquiera, como quien huye de las catástrofes, o vaya a saber uno de qué, y busca un poco de emoción, nos adentramos, en el peor de los casos, en las más sórdidas aventuras, como se adentrarán a través de estas páginas el Capitán y su más variada, ecléctica y excéntrica tripulación. Acabo de decir como quien huye, pero bien podría haber dicho adentrarse en la mar, naufragar, atracar otros puertos, ir a la deriva sin rumbo, navegar en un mar en calma, llegar nuevamente a buen puerto. Huyendo a llegando de la desdicha, al amor, un deseo, quien puede imaginar que busca cada uno de los tripulantes el bergantín el mensaje en una botella del Capitán. Voy a decirlo sin más, Yo soy el Capitán, y también el poeta, y el loco, y el ayudante, y busco a través de cada uno de ellos lo mismo que ellos buscan. Como el Capitán, no busco nada en este novela, tan solo escribirla, por el simple placer de escribir, como el solo placer de navegar, no quiero convencer. Busco como el poeta, ensalzar la figura de los grandes, de mis amores, en este caso del Capitán, busco como el ayudante del Capitán, la sensatez y llegar a buen puerto, ayudar al Capitán en su navegación y encontrarlos. Busco como el loco, poder liberar todo el salvajismo primitivo y los deseos ocultos y atados ante tanta cordura impuesta. Busco como el filósofo, el filoso Fo, jugar con las ideas. Busco en el joven grumete, un poco de aventuras y que lo lleven a navegar. En el estúpido engreído busco muy poco, salvo en los casos en que la sensatez estúpida lo requiera, un poco de pedantería. En el borracho, perder un poco los sentidos. En el Rey tormenta un poco de ira cuando haga falta. En el mensajero Relámpago, la habilidad lo más rápido posible para comunicar lo que sea necesario. En los consejeros un poco de sosiego. Todos ellos, en fin, buscan capear las tormentas, buscar los mares en calma y atracar en buen puerto. Segunda advertencia: No tengo que aclarar, porque sobraría, que esta es una obra de ficción, que no fue inspirada en ninguna persona en particular. Salvo en mis pareceres e ideas, algunas fundadas en la realidad y otras en la imaginación. Tampoco tengo que decir que no busques la verdad o una enseñanza en estas aventuras. Si te sirve como reflexión, bienvenida sea, pero no trata de educar, menos moralizar, pero si buscar el bien, espero lo consiga. Porque digo esto, porque soy partidario de leer de todo, de escucharlo todo, pero al final de los finales, tener tu propio pensamiento. Que los lemas, máximas o sentencias son excelentes, pero no sirven ni para todos ni para el momento adecuado, es decir, que no te aferres a dichos, ni frases. En algunos casos. En los casos que te sirvan, no está mal, pero siempre tomando esta advertencia. Por último y por favor lector piadoso. No se te ocurra llamarme a las 5 de la mañana preguntándome porque escribí esto o aquello otro. Lo que escribo, por lo general son cosas que me suceden en el momento, son escritos relámpagos, se escriben en un segundo, y luego me olvido, quedan por ahí vagando en el viento. Otros son ideas que me han acompañado siempre, esencias que moldean el temperamento, espero sepas discernir y no abrumarme con preguntas.
  • 3. En resumen, que no me despiertes, que me dejes dormir. En todo caso si vas a llamarme que sea cuando hayas terminado de leer mis Aventuras del Capitán Vulgaridad, y digas que te ha gustado de verdad. Tercera advertencia. Soy caótico, melancólico y sentimental. A veces claro. Y como tal, verás que mis escritos están enmarañados o revueltos, pero es que así me salen, no llevo un método, menos luego, los ordeno luego demasiado, como los escribo así quedan, y me gusta que así queden, en parte en honor a la primera impresión y en parte porque soy impulsivo, acelerado y no me puedo detener mucho a corregir y ni bien escribo se publican. Lo escrito, escrito está, y a mí me gusta. Espero que a vos también te guste. Así como quedo, caótico, melancólico y sentimental. Aunque en verdad buscan la risa. Buena lectura. La crítica anda diciendo de Las Aventuras del Capitán Vulgaridad. -Si te gusta Naufragar, atracar en puertos, beber en sórdidas tabernas, navegar, buscar aventuras, capear tormentas, divertirte junto a una tripulación tan disparatada y extravagante como un poeta, un filósofo, un borracho, un joven grumete, un ayudante, todos la mando del Capitán Vulgaridad en el mensaje en una botella, esta novela es para vos- diario El Náufrago. -Una novela fascinante- diario el Escueto. -Wonderfull- United Press. -Una novela donde nada es lo que parece. Un Capitán Vulgaridad que de vulgar no tiene nada, Un Rey Tormenta, que anda atado. Para terminar todo siendo como es- diario Te bato la posta. -Aprenderás del Capitán Vulgaridad, todos somos en parte un poco como él- Revista el Sincero y sin infinito. -Al acabarla querrás ser el Capitán- Radio Malabares. -Trepidante, tan rápida, movida y emocionante que escapa de la crítica, y no deja espacio para interpretaciones, porque lo dice todo, porque de tanto sorprender alucinaras, tus sentidos no podrán analizarlo, solo el regocijo será total- Revista Solo Poesía. -Que te voy a contar, leela- diario el Informante. -Encontrarás en la tormenta la calma, en la taberna una jarra, y al terminarla te quedará la sensación de tranquilidad, de no querer cambiar nada. Toda la novela es una barca que es fluir, y pasar- diario No sabemos lo que decimos. -La leí y nada, no había ningún Capitán. Es más, parecía una historia tan sencilla. Pero ahora que lo pienso, los personajes parecían tan reales, como vos como Yo, tan sencillos, como la vida- comentario por internet sobre Las aventuras del Capitán Vulgaridad. -Aguante el Capitán Vulgaridad- dijo uno que pasaba. -El Capitán Vulgaridad soy Yo- dijo el autor. Y no se sabe si hablaba en serio. -El libro es muy sencillo, todos sus personajes buscan en resumidas cuentas, capear las tormentas, buscar los mares en calma y atracar en buen puerto- diario Resumiendo. -Algunos buscando Claridad, otros por Vanidad, y todos en honor a la Verdad, no podrán dejar de leer Las Aventuras del Capitán Vulgaridad- diario El rima interna. -El Capitán Vulgaridad gusta tanto porque, en parte, sus vos, soy yo, te hace acordar a tu tía Juana. Es decir se vuelve tan familiar, tan vulgar, tan cotidiano,
  • 4. que no podemos dejar de amarlo y seguir leyendo- diario En familia. ¿De dónde viene, que hizo, cuáles son sus intenciones? No lo sabemos. Pero no podrás dejar de sorprenderte y amar, y querer navegar. Demos la bienvenida al Capitán Vulgaridad- diario Ni idea. Capítulo 1. Bienvenidos a bordo del Mensaje en una Botella del Capitán Vulgaridad. Donde se cuenta cómo llegó El Mensaje en una botella. -El mensaje en una botella del Capitán Vulgaridad se acerca señor- dijo desde la torre vigía del puerto al ayudante al encargado en jefe del puerto, tan emocionado. Era la primera vez que iba a conocer el mensaje en una botella, al Capitán Vulgaridad. Hacía días que casi no dormía de la noticia. El puerto se había agitado, hablo de sus habitantes y no del mar, alterado, todos esperaban al Capitán ante su primera visita. Las tabernas se acicalaron de fiesta, las prostitutas se arreglaron las ligas más preciadas. Ellas no se arreglaban por el Capitán, aunque deseaban conocerlo sino por los otros navíos que se aproximaban, es que en el puerto se celebraba el mes del mercadeo, que se hacia todos los años, y las furcias sabían que donde había marineros había clientes, y oro en metálico y un poco de pasión y locura. Los taberneros ya contaban sus ganancias, los transeúntes o lugareños buscaban vender sus producciones o baratijas a los marinos o los concurrentes de los pueblos cercanos, y sin más beneficio, celebrar y divertirse con los demás y con las ocurrencias del Capitán Vulgaridad y los otros Capitanes como el Capitán Extravagante. -Avisa a puerto que preparen todo para que atraque el Capitán Vulgaridad, Y busca espacio para el Capitán Extravagante y los demás que vienen en camino- dijo el jefe. -Si en seguida. Que emoción tengo, de conocer al Capitán. ¿Será como dicen?- pregunto el ayudante. -Más grande, pero vigila hijo mío, que estas muy excitado y te divertirás, te asediara la algarabía, y delirar de emoción, crearas como un gozo extremo y luego un necesidad al otro día de que siga la fiesta. Y al irse el Capitán sentirás un vacío una leve melancolía- dijo el jefe. -Eso le pasará a Usted- dijo el ayudante- yo sigo con lo mío, Yo tengo ningún problema, y si puedo sentir un poco de melancolía, pero en el buen sentido, añoranza de que vuelva el año que viene. Bueno acá somos un poco melancólicos todos, pero lo disfrutamos. Los pueblos aledaños piensan que sufrimos de melancolía, pero nosotros la disfrutamos, y al llevamos con alegría. -Sí, así debe ser. Dijo el Capitán.
  • 5. -El mensaje un una botella, ¿Por qué le habrá puesto el mensaje en una botella?- ´pregunto el ayudante. -No lo sé, ¿Vos que tenés más imaginación que pensás? -Hum, no sé, quizás sea por la naturaleza de un mensaje en una botella, un barco que va llevando un poco de esperanza, de noticias, como un mensaje desesperado lanzado en una botella.- Costa Melancolía era conocida en toda la zona por sus festividades de mercadeo, donde se acercaban de todos lados, para ofrecer sus mercancías. Venían de todos lados el mundo, la fiesta se celebraba de manera ancestral, alguien dijo justamente eso, que de tanta algarabía luego quedaba la costa como en una melancólica actitud a la espera del próximo año. Ahí estaba el poeta, ahí venido de los pueblos vecinos, o por lo menos eso eran los últimos lugares que había visitado, para enlistarse en las tropas de la tripulación del Capitán, su misión era como todo trovador, contar las hazañas y emblemas de pueblos y personas, y ni bien escucho Las Aventuras del Capitán Vulgaridad no pudo hacer otra cosa, y le vino un solo deseo, contarlas y ensalzar al Capitán. Ahí estaba el poeta, esperando en la taberna y escribiendo, un poema muy íntimo, sobre la persona que más lo había apoyado en todos estos años, o algunos los más cercanos. Escribió: Es el cofre de todos mis secretos. Es el cofre de todos mis secretos, El guardián de todos mis sonetos, Me tira una guerra de almohadas, prefiere que le cuente cuentos sin hadas. A su lado siempre tengo suerte, Me salva cuando ríe, de la muerte. Comprenderás si le ves el corazón, porque te digo que no entra en una canción. Cuenta y recuenta lo que cuento, En un suspiro de bruma, mece mi pluma. No te vayas, que me vuelvo, No te pierdas, que me pierdo. Y también escribió: El día que intercambiemos almohadas. El día que intercambiemos almohadas, Tus sueños serán iguales a los míos. El día que dejemos a las hadas,
  • 6. Y seamos cuerdos por desvarío. El día que dejemos de escribir, Se perderán como mil versos. El día que nos olvidemos de vivir, Vaya a saber quién necesitará nuestros besos. Termino de escribir, evoco lo que había escuchado sobre lo que solía decir en Capitán Vulgaridad, y le había encantado, fascinado. Estaba, recuerda, en una taberna de no sé qué puerto cuando alguien le dijo que dijo el Capitán: -Yo siempre voy un paso adelantado. Soy un loco, desvarío, tengo mis excentricidades. Pero mi ventaja es que lo sé- dijo el Capitán Vulgaridad. Hay que estar un poco loco, desvariar otro poco, cometer algunas excentricidades, para meterse en el medio de la tormenta y capearla, pero es la única manera. Quien haría el trabajo sino, quien navegaría los mares. Yo más que loco, desvariado o excéntrico, diría bien centrado, con determinación. Nadie si un poco de juicio podría gobernar el bergantín el mensaje en una botella, y menos los mares. -A mí me gusta que las cosas funcionen, los cuerdos con buen corazón son necesarios. Pero cuando toda está terriblemente ordenado, ahí vengo yo con mi tempestad a meter un poco del caos necesario- dijo el Capitán Vulgaridad. -Yo digo lo que muchos piensan pero callan, pues yo lo digo cuando es necesario decirlo- dijo el Capitán Vulgaridad. El poeta pensó y escribió nuevamente, pensando en la inspiración que le iba a producir el Capitán y en las musas: El caos prometido. Espera el temporal en la mirada, Espera a que vuelva el caos prometido, Espera a que acudan las musas, Espera pluma en mano, Espera a que termine este poema. Y algo que escribir. Un par de musas y una almohada, Un caos y una tormenta, Una pluma y papeles, Y algo que escribir. Y alguien a quien contarle. Y alguien a quien mirar. Y un toque de voz, Y un toque de ojos, Y un toque de campanas,
  • 7. Y un toque de calma. Y un verso que te toque. Y una noche que nos toque. Y alguien que nos toque. Recordó nuevamente lo que le habían dicho en la taberna: El Capitán Vulgaridad tenía una extraña habilidad. Solía pasar, por una conversación, por una multitud y solo de pasada soltaba alguna frase, y seguía su camino. Él lo hacía sin saberlo, o fingía no saberlo. Pero por donde pasaba dejaba una duda, un interrogante, una revelación. Enmudecían, callaban, se derribaban los muros, los castillos. Era como entrar en una reunión de sabios que se encontraban a oscuras tratando de descifrar un enigma, y tenían sus años de certezas. El Capitán Vulgaridad era como que entraba en esa habitación, prendía por un segundo la luz, para que pudieran ver los sabios, decía algunas palabras y luego volvía a pagar la luz. Los sabios quedaban boquiabiertos, deslumbrados, sacudidas todas sus certezas y otra vez a oscuras. Algo así era el Capitán Vulgaridad. Yo soy mi celo y mi capricho. Yo me pongo mis límites, Yo no me lo permito, Yo solo me reto, Yo solo me miento y engaño, Yo solo me calmo, Yo solo me escribo, Yo soy mi celo y mi capricho. Lo que escribo vale más que digo. Lo que escribo vale más que lo que digo. Lo que digo te puede sonar al enemigo, Pero lo que escribo te hará de abrigo, Lo que escribo mira tú ombligo, Lo que digo te deja helada, Lo que escribo te convierte en hada, Lo que digo se lo lleva al viento, Y atraca tus oídos como forajido Lo que escribo es sangre y cuento, Es un niño malo y presumido. Lo que digo huye como fugitivo, Lo que escribo me pone altivo, Lo que escribo es un peregrino, Lo que escribo va por los caminos, Lo que digo es un laberinto, Escribo por instinto,
  • 8. Lo que digo ya lo he visto, Cuando escribo me desvisto, Lo que digo lo pienso un momento, Lo que escribo me sale a juramento, Lo que digo es un armamento, Lo que escribo queda en el firmamento, Lo que digo puedo cambiarlo mañana, Lo que escribo sale de mis entrañas. Lo que digo puede marearte, Lo que escribo quiere contarte, Lo que digo no sabe tenerte, Lo que escribo no hace más que quererte. Lo que digo pasa por tu costado, Lo que escribo te conoce demasiado. Lo que digo se va de boca, Lo que escribo te trastoca, Lo que digo es una cosa loca, Lo que escribo te toca, Lo que digo suena a peligro, Con lo que escribo inmigro, Lo que digo son palabras criminales, Lo que escribo no respeta señales, Lo que digo lo oyen por ahí, Lo que escribo es solo para tí, Lo que escribo lo pintaría Dalí, Lo que digo no es color de rosas En que escribo vemos las mismas cosas, En lo que digo somos terrenales, En lo que escribo somos iguales, Lo que digo hasta lo canto, En lo que escribo me gustas tanto. Lo que digo suena a noticia, En lo que escribo ya eres mi Alicia. Lo que digo es mi voz, Lo que escribo sos vos. Lo que escribo es un latido, Lo que escribo se queda contigo. Lo que escribo contigo se duerme. ¿Dijo ella las palabras mágicas? ¿Dijo ella las palabras mágicas? ¿Si le dijera de encontrarnos en el Café Terrace por la noche? ¿Qué es lo que ella diría?
  • 9. ¿Si buscara una musa? ¿La seguiría viendo a la vuelta de la esquina? Y me engañe. Como se engañan las rosas, buscando otras tormentas, Como un Capitán, atracando otros puertos, Como un sabio buscando un consejo, Como mi voz, buscando otras voces, Como un exhibicionista buscando otras miradas, Como un Voyeur mirando para otro lado, Como un niño que quiere crecer demasiado. Como un poeta escribiendo fuera de su casa. Voy a crearte la necesidad. ¿Y dices que no te importa, ni lees mis poemas? Fijate que voy a crearte la necesidad. Que corras tras mis versos, Que necesites leer mis poemas, Que te cuente un cuento, Que delires con lo que escribo, Y el día que no puedas leerme, como una niña caprichosa, reclamarás tu juguete, te desmayaras de miedo, porque te sentirás tan solo Deliraras y lloraras, balbucearás incoherencias, y recitaras lo que recuerdas de mis versos, gritando a los cuatro vientos mis poemas. Tarde ya comprenderás, que no por nada,
  • 10. me llaman poeta, al otro lado de la frontera, Y ya en más de dos planetas. Oye doctor. Oye doctor. Tu andas por ahí curando heridas, dejando cicatrices. Con un bisturí. Oye doctor, Tú reparas almas, Con la palabra. Yo hago lo mismo, curo heridas, dejo cicatrices, consuelo almas, con la palabra, con la imaginación, y una birome. ¿Y qué piensas hacer? ¿Extirparle el deliro al poeta? ¿Sacarle la imaginación? ¿Destrozarlo, acabar con el poeta? Ten cuidado y oye doctor. Si yo no escribiera. Si yo no escribiera. Ya me hubiera desmayado, andaría por ahí delirando. Me hubiese perdido, Seria un fugitivo, Si no buscará el adjetivo, Ya me habría vencido, Si yo no pegará duro, si yo no saltase el muro, En un par de versos, Si yo no escribiera. Una musa como vos. ¿Qué bien le vendría una musa como vos a mis poemas? Pero no me provoques demasiado, porque te lleno de poemas.
  • 11. Pero no me llames no me toques, porque incendio la ciudad y sus noches con poemas. No es bueno agraviar a las musas. No es bueno agraviar a las musas, con poemas y cursilerías, pero si te escribo, pero si no me he ido, si me siento cautivo, es que de vos no me olvido. Es que no me ataca. Es que no me ataca, No me devora la piel, No me pega su zarpazo, No me deja desnudo, y lleno de cicatrices, rendido en el suelo. Le dijo el grumete poeta al Capitán Vulgaridad. -Bueno- dijo el Capitán Vulgaridad con sorna- esos suelen ser los monstruos más temidos. Este juego del poeta y la musa. Este juego del poeta y la musa, Del Caballero que rescata a la Princesa, Este cuento sin principio ni final. Esta novela con papel principal, Yo me solidarizo con todo. Yo me solidarizo con todo, Con un viento huracanado, A los golpes sobre el teclado, hasta donde haya que ir Yo me solidarizo todo, pero en un susurro y con un poema. Ahora Que no invitan a saltar los precipicios. Ahora que no invitan a saltar los precipicios, Ahora que no somos ni el caballero que te
  • 12. abre la puerta, Ni el que arremete contra molinos. Ahora que arrojo el mensaje en un botella, y me escapo a navegar, Ahora que doy la estocada final como buen torero que odia los toros, Ahora que cuento el cuento, y de nada me arrepiento. Ocurren mis ocurrencias. Ocurren mis ocurrencias, imágenes que yo imagino, ¿Esta bien decir, que musiquean las musas? Capítulo 2. En cubierta del bergantín El Mensaje en una botella. Donde se cuenta de algunos de los tripulantes que se encontraban en El mensaje en una botella del Capitán Vulgaridad. -Grumete diga al puerto que salimos. Todos a bordo. Transmita el mensaje fuerte y claro- dijo el Capitán Vulgaridad, es necesario, y levantar anclas, para zarpar. -¿Siempre es el mismo procedimiento para zarpar? preguntó el grumete. -No siempre son los mismos, ya te iré aleccionando a medida que vayamos atracando en los diferentes puertos. Hay algunos tan lejanos y remotos que es ya imposible levar anclas jamás. De los amigos, de los familiares, del primer amor, de los recuerdos, de los mejores si quieres, no se zarpa nunca aunque quisieras. -¿Y qué pasa si nos azota una tormenta Capitán? preguntó el grumete. -Siempre, pero siempre, habrá una playa donde, naufragar, un puerto, un islote- contestó el Capitán Vulgaridad. -¿En qué puerto te habrás refugiado, en que tormenta te ha azotado? añadió el grumete poeta- ¿Qué puertos pasas por la noche a visitar cuando todo ya está a oscuras y durmiendo? En el bergantín mensaje en una botella iban entre otros, el poeta y el ayudante del Capitán Vulgaridad. -Dice el Capitán que con esta lluvia tardaremos dos días más en llegar- dijo el ayudante. -Bueno- dijo el poeta- a veces la mejor forma de llegar es llegando tarde o no llegando. -Bueno- dijo el ayudante- impávido y sin inmutarse con lo que había dicho el
  • 13. poeta- y para colmo truena voces y gritos- agregó. -Yo siempre pienso que los truenos son justamente eso, que me están gritando y la lluvia que me están llorando- dijo el poeta. Es que así se comporta un poeta. ¿Qué vas a pedirle que no cree una tormenta? ¿Qué vas a decirle que se calme a un poeta? ¿Qué vas a mandarle que no grite a un poeta? ¿Serias capaz de suplicarle que se calle a un poeta? ¡Que le vas a hablar de amor a un poeta! ¡Que cuentos le vas a contar a un poeta! ¿Es que no entiendes lo que digo? ¿Es que no sabes lo que hago? Es que así se comporta un poeta. Y si me ha quedado algún consejo, en mi memoria siempre fueron: No estoy de acuerdo, lo niego todo, Tenés que ser el mismo de antes flaco, Suéltate que el precipicio no es tan alto, puede estar a dos metros de tus pies. No lo pienses dos veces, está bien. El poeta miraba al filósofo, pensó para sus adentros: -Este sí que es agudo en sus razonamientos, bien podría llamarlo Fo, el filoso Fo- se rió. -¿Y qué es lo más inteligente que se puede hacer en esta vida? preguntó el poeta. -¿Pensé que eso lo ibas a saber vos que sos poeta y que eres todos deseo? Bueno en resumen eso, jugársela a doble o nada, crecer sin dignidad- se rió- siempre dentro de los parámetros del decoro y la decencia. Y al que le gusta te va a amar. -¿Y por qué será que el Capitán lleva una fauna tan disparatada dentro de su nave? preguntó el poeta. -Y conociendo al Capitán, porque le gusta, porque bajo su capa los refugia. Sin saber de la tripulación intuyo que se sienten seguros y protegidos dentro de la barca. En ella el loco está protegido de su locura, el sensato de su sensatez y así. Tú lo describirás mejor que eres poeta, pero se deben sentir que van navegando en sueños en el mensaje en una botella, atracar puertos, Supongo. -Supones bien- dijo el poeta-. Si para mi puede ser capear el temporal, afrontar la tormenta o simplemente disfrutar las aventuras. También escapar al temporal, ir a la deriva, naufragar. -Poetizas bien- dijo el filósofo. -¿Por qué quiere enrolarse en el bergantín El mensaje en una botella bajo el mando de El Capitán Vulgaridad? pregunto el ayudante del Capitán.
  • 14. El joven aspirante a grumete sin dudarlo contestó: -Bueno acá en este puerto la vida es muy monótona, demasiado tranquila, nada pasa. El mensaje en una botella promete un poco de caos, aventura. A mi edad tengo todo un mundo por descubrir. Además, la fama y figura del Capitán Vulgaridad es tan grande y seductora, que ni bien supe de su llegada no hice otra cosa que ir acrecentando el deseo de enrolarme- contestó el joven. -Que bien, será un placer. Ahora es extraño- dijo el ayudante del Capitán- y tenga en cuenta, tanta gente anhelando la paz de la vida retirada o el pueblo y usted joven tiene la idea de alistarse en un barco extravagante. En la mar le esperan las tormentas, por ejemplo, no todo es tan atrayente y grato como se lo imagina. El barco tiene sus complicaciones. Advertido usted, será un gusto tenerlo. -¿Eso quiere decir que ya soy tripulante de El mensaje en una botella? dijo emocionado el joven. -Sí, si usted así lo desea- contestó entre incrédulo y recordando su juventud el ayudante. -Bien, que ganas de conocer al Capitán Vulgaridad- dijo el joven con los ojos iluminados. -El otro día vi al Capitán con el torso desnudo, y me llamo la atención una cicatriz que tenía por el costado surcándole parte de la espalda- le dijo el poeta al ayudante del Capitán Vulgaridad. -No se lo menciones, no se lo hagas recordar, ese día la paso bravo el Capitán. Fue en una tormenta, el mensaje en una botella se balanceaba de un lado al otro, las olas azotaban el casco, pensábamos que no llegábamos al puerto, un mástil se quebró y vino a dar sobre el Capitán dejándole esa herida- respondió el ayudante. -¿Y es la única que tiene? quiso saber el poeta. -No, pero las otras no se ven, son internas, De otras tormentas, de otros puertos. -¿Porque va tan solo? pregunto, aunque lo intuía, el poeta. -Aunque solo y a la deriva, no lo está. Él va con rumbo, acompañado de su tripulación y sobre su bergantín, el mensaje en una botella. Mira poeta, acabo de decir algo medio poético, como a vos te gusta: El Capitán no va solo y a la deriva, junto a su tripulación y su mensaje en una botella. Me salió alegórico, quiere decir que el Capitán no está solo mientras tenga compañía y algo que decir en un mensaje. Usalo para un poema- le dijo el ayudante del Capitán al poeta. -Que bien, lo haré. Pero no tenés que explicarme nada, está claro como el agua. Y tan negro, insondable y revuelto como un mar en tormenta- contestó el poeta. Luego en su camarote el poeta escribió. El Capitán no va solo y a la deriva, aunque se balancea y las olas azotan su barca, Insondable y revuelto como un mar embravecido. Va con su tripulación y su mensaje en una botella. Y Las tormentas que lo llevan a esos puertos.
  • 15. -¿Y porque te enrolaste en el mensaje en una botella, con el Capitán Vulgaridad? le preguntó el ayudante del Capitán al poeta. -Bueno- dijo el poeta- porque las hazañas del Capitán son conocidas por los siete mares. Además un bergantín que se llama el mensaje en una botella, es además más que seductor para un poeta. Quiero, ser poeta y cronista de las hazañas del Capitán, Escribirlo en poemas, que todo el mundo se entere de la grandeza del Capitán. -Bueno escribilo, papel hay de sobra en la sala de navegación, inspiración no te faltará, la mayoría de la tripulación te podrá contar las historias del Capitán. Y botellas para arrojarlos al mar tampoco, usaremos los restos de los dos o tres borrachos que andan por ahí. Veo tan entero al Capitán Vulgaridad ¿Hay algo que le moleste? preguntó el poeta al ayudante del Capitán. -Bueno molestarle no creo, él es muy comprensivo, lo ha visto todo, imaginate, tantos mares, tantos puertos. Lo que sí creo y veo, luego de tantos años a sus servicios, es que, a veces y en ciertas situaciones, es su mirada al zarpar de cada puerto. No sabría describirla en este momento, pero vos que sos poeta, prestá atención a su mirada y describila en tus poemas, sabrás de lo que te hablo. Le debe molestar ver a los puertos cambiados, otros destruidos, otros tan modernos, tan a la moda. Lo que sí puedo decirte es lo que le gusta, aunque él lo niegue y no lo admita, pero puedo percibirlo en sus ojos. Es la alegría que le da, cuando vuelve a los puertos conocidos, como lo reconocen, lo saludan, se alegran de verlo y de tener otra vez al Capitán Vulgaridad en tierra. -Al Capitán le gusta navegar, irse bien lejos, a la deriva, como en sueños. Pero lo que más le gusta es regresar a buen puerto, en tierra- sentenció el poeta. -Escribilo en tus memorias sobre el Capitán, no está mal- dijo el ayudante. Pero para mí al Capitán le gusta zarpar, e irse y naufragar, y volver a atracar y regresar a buen puerto, todo junto. También puedes escribir eso. -Se lo podemos preguntar a él- dijo el poeta. -Preguntaseló, pero te dirá que lo que escribas estará bien. Iba el filósofo y el poeta caminando por la borda del bergantín el mensaje en una botella del Capitán Vulgaridad, cuando un joven grumete, con aires de estar cansado y apesadumbrado, y sabiendo de la condición del filósofo y el poeta, los indagó buscando respuestas a sus pesares. El poeta y el filósofo escucharon atentamente por un segundo cuando, el filósofo lo interrumpió: -Mira, un filósofo no te servirá de mucho en estos casos, un filósofo no tiene respuestas, tan solo interrogantes- dijo el filósofo. -Tampoco yo puedo darte respuestas, un poeta podrá darte deseos, pero no te solucionará nada, no tenemos respuestas- tercio el poeta. Entre los tres convinieron en que no le diera mucha importancia al asunto, que no se enroscara y que tenga más preguntas y más deseos, en ellos, en las preguntas y en los deseos están las respuestas. Pero al pequeño aprendiz de grumete no le quedó claro si iba en serio la conclusión o estaban bromeando. Aunque el poeta y el filósofo hablaban en serio, pero con gracia. -Lo que si podemos hacer, como todos en este barco, es acompañarte- concluyó el poeta.
  • 16. -¿Por qué hay filósofos, poetas, estúpidos engreídos, locos, borrachos, sensatos en este bergantín, en el mensaje en una botella, un Capitán Vulgaridad y no hay ningún sabio?- preguntó el poeta. -Porque los sabios se quedan en tierra supongo. A veces, claro está- contestó el ayudante. -¿Por qué es tan impasible usted? le preguntó el poeta al ayudante del Capitán Vulgaridad. -Bueno, luego de estar al lado del Capitán Vulgaridad tantos años, uno aprende, como el Capitán, a ser impasible, tranquilo. Mirá siempre te van a intentar generar problemas, asesinar, atrapar. Y el que no te los genera se los hace el solo ¿Qué problema hay? Pasa de los estúpidos, los asesinos. Se tu estúpido primero, asesina primero. Llegado el caso. De otra manera, no busques culpables, ¿Qué problema hay?- contestó el ayudante del Capitán. -Bueno usted decía hoy que no hay sabios en este barco, que los sabios se encuentran en tierra, acabo de encontrar uno. -Dejate de pavadas chico, el único sabio es uno mismo. Solo tú sabrás las cosas. -Sí, no me equivoque, he encontrado un sabio- dijo el poeta. El ayudante del Capitán siguió con sus tareas, impasible. Y va el capitán pirata, cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa, Y allá a su frente Estambul. Oyó oír el poeta al ayudante del Capitán Vulgaridad. -Que bien que entona esa estrofa. ¿Conoce los versos de la canción del pirata? le preguntó el poeta al ayudante. -Todo navegante que se precie de ser un buen pirata, por así decirlo, debe saber entonar estos versos- contestó el ayudante. -¿Se la sabe entera, sabe más versos de otros poemas relacionados con la navegación? quiso saber a modo de curiosidad el poeta. -No hay mucho pero los sé. Me dan fuerza, me ayudan a navegar. Mira niño- así le gustaba llamar el ayudante al joven poeta-, un manual de navegación te dirá como navegar correctamente, pero un buen poema, los versos de los poetas y los cantantes, te enseñarán de sentimientos, te darán la fuerza necesaria para seguir. Sin ir más lejos, yo creo que el Capitán Vulgaridad, sabe navegar, porque aprendió mucho de los libros de navegación, pero mucho más porque aprendió de los versos del poeta- concluyó el ayudante, impasible como siempre- y a navegar se aprende navegando- agregó como último motivo. El poeta lo miraba. No supo que decir, igual dijo: -Bueno si muchas veces, pero también muchas veces a navegar, se aprende en casa, se aprende en tierra. No me meta presión, yo como poeta de sentimientos no sé nada, escribo lo que me viene, no soy maestro de nada, soy aprendiz de todo- concluyo el poeta. -No te hagas el estúpido niño, no juegues con conversaciones retoricas conmigo, puedes tener algo de razón. Tú eres cualquier cosa, menos estúpido, así que no te hagas. Dijo el ayudante que esta vez no estaba tan impasible.
  • 17. -¿No se cansa de fingir?- le preguntó el joven poeta al ayudante del Capitán Vulgaridad. -¿Cómo dice, no le entiendo?- dijo el ayudante. - Le pregunto si no se cansa de fingir. De arreglarse todos los días para empezar el trabajo, de no decirle a los grumetes muchas veces lo que piensa, eso- dijo el poeta- Yo me hice poeta por eso para decir la verdad a la cara y además, me pagan por eso. -Bueno, se finge por cortesía, para no acogotar a nadie, para ser amable, supongo- supuso el ayudante. -Deja eso y preparate que en 10 minutos llegamos a puerto, vamos a divertirnos- le dijo el ayudante del Capitán Vulgaridad al joven poeta. -Pero no se crea que esto es un suplicio, yo escribo y me divierto- contestó el joven poeta. -¿Nunca tuviste miedo de lo que escribís?- preguntó alertado el ayudante. -No. yo escribo y a los 5 minutos me olvidé de lo que escribí, aunque muchas veces los temas sean parecidos en lo que vuelvo a escribir o recurrentes. Las historias se repiten, contalas si quieres que se repitan, no las cuentes si no las querés ver repetidas- dijo el poeta dejando la pluma y preparándose para divertirse en tierra. Lo que le gustó al joven grumete en el bergantín el mensaje en una botella del Capitán Vulgaridad fue la actitud del Capitán y la condición del poeta. Le encantaba o le fascinaba del Capitán esa cualidad de albergar bajo su mando a un sinfín de personajes extraños, gente que se sentía rara, que no encajaba en el mundo y los sacaba a navegar. Del poeta le conmovía la forma en que los escuchaba y arrojaba como un mensaje en una botella, lo que ellos le contaban, en sus escritos, para que el mundo se enterara. El joven grumete charlaba con el ayudante del Capitán Vulgaridad y con el poeta, en cubierta un día de navegación calmo. -¿Y para el Capitán Vulgaridad que lo sabe todo, y que lo ha visto todo, no es una decepción cada vez que le dicen algo, nada tiene sentido, o no le satisface porque ya lo sabe, pierde el asombro?- preguntó el joven grumete. -Tranquilo chico, para el Capitán todo es asombro, siempre se alegra al ver las mismas cosas, escuchar los mismos dichos- dijo el ayudante. -Además- terció raudo el poeta- el que lo sabe todo por lo general se conmueve ante las cosas sencillas, no hace falta todo un tratado de navegación para satisfacerlo, con un hola, un hasta luego, está satisfecho. -Escucha al poeta chico- dijo el ayudante. Estaba el Joven Grumete atornillando unas maderas en cubierta cuando le preguntó al ayudante, que por ahí pasaba, como colocarlo, porque se había falseado el agujero donde iba. Y le dijo: -Bueno lo ponemos un toque más arriba hacemos otro agujero y listo.
  • 18. -No- le contestó- porque si lo ponemos un poco más arriba se va a desnivelar un poco, se va a mover y se va a volver a caer. -Andá- le dijo- en una superficie grande con poner un poco más arriba el taco, no pasa nada. El grumete se acordó de una teoría en la escuela, que no sé cómo se llama y le contesté: -Mirá en la escuela me enseñaron, y me parece bien, que un metro en un metro es un montón, pero un metro más, en 10 kilómetros no hace la diferencia. Todo esto para ilustrar que poner el taco un poco más alto en una superficie alta no iba a cambiar la superficie. Ya sé que no toda teoría sirve para todo, pero esta vez, me parecía bien. -Bueno- contestó el ayudante del Capitán que nunca se hacía problemas por nada- ponelo ahí- Bueno en conclusión no sé qué tendrá que ver con la vida, ni que significaría, pero suena bien: -Un metro más, en tan solo un metro, es significativo, pero un metro en 10 kilómetros es insignificante- pensó el Joven Grumete. Era una tarde de navegación tranquila, el bergantín el mensaje en una botella pasaba como un sueño apacible por un mar que se dejaba soñar. En cubierta se encontraban sumidos en la charla dos bocas, una filosa, la del filósofo Fo y otra ardiente, la del joven poeta. Era una charla también apacible como de dos bocas que se dejaban besar. El ayudante del Capitán no se encontraba a la vista, mucho menos se veía la Capitán Vulgaridad, como dos fugitivos, adictos a esconderse, a huir. -El otro día leía un lema y no sabía para que lado agarrarlo- dijo el poeta. -¿Qué lema?- quiso saber el filoso Fo. -Ese que dice Seize the day, aprovecha el día, como diciendo vamos hace las cosas porque después. Y bueno me puse a pensar también, que es un arma de doble filo. Pensando así también se puede cometer cualquier tontería. Pero bueno supongo que hay que saber distinguir que aprovechar y que rechazar. -Saber usar la parte positiva, desechar la negativa- le dijo el filoso filósofo Fo. -Si así debe ser. Estaba el poeta hablando con el ayudante del Capitán Vulgaridad, cuando el poeta digo: -Que pena me dio que el sonámbulo se bajara del barco, que se quedara en aquel puerto. A mí me divertía, me gustaba, me inspiraba. Ya sabes un tipo que anda más en sueños que despierto, me parecía agradable. ¿Porque nos dan pena estas cosas, que se bajen, que se vayan? El poeta creía saberlo pero quiso escucharlo del ayudante del Capitán. -Bueno- respondió el ayudante- muchas veces nos dan pena perder lo que nos entretenía, lo que nos inspiraba, perder también el lugar que ocupaba para nosotros y el lugar que ocupábamos para ellos. -Si- insistió el poeta- pero ¿Tener depositado todo eso en una persona? -Bueno en parte es poético pensar que una sola persona es la que nos va a salvar, nos va a hacer de escudo, nos va a hacer gozar, a inspirar, y es agradable O por lo menos a mí me gusta tener a esa persona como un genio, como un faro, como lo insustituible, me gusta darle esas cualidades, pero ahí sí que no sé porque, porque endiosar a una persona, eso no lo sé, pero nos agrada,
  • 19. reverenciar o admirar a los grandes, será porque que nos queremos parecer a ellos, porque tenemos esperanzas en que nos inspiraran a ser mejores personas y porque hacen las cosas que a nosotros nos gusta. Llevan y desarrollan un modelo que es parecido al nuestro, por eso lo endiosamos. Y por eso, nos da pena perderlos, supongo. Pero el sonámbulo es así, y por más que nos pese, debemos dejar que se quede en el puerto que él decida. -Es más o menos lo que yo había pensado- dijo el poeta. es como que endiosamos a la persona porque hace lo que nosotros pensamos o añoramos hacer y no nos animamos y en parte por cómo no sentíamos al estar con esa persona. Porque nos haga sentir un rey ese alguien que encontramos parecidos. Pero bueno el sonámbulo seguirá en mí soñando cada vez que yo sueñe. Seguían hablando el ayudante del Capitán Vulgaridad y el poeta. El poeta preguntó: -Como es que se lo ve tan en calma al Capitán Vulgaridad, él que lleva una tormenta en la mirada. -Como los grandes, joven poeta. Para capear una tormenta o hay que ser una tormenta o haberla conocido. Para hacer el bien, muchas veces hay que ser malo o conocer el mal, es decir meterse a la maldad, para conocerla de fondo y luego usarla en sus conocimientos para hacer el bien. Será como haces vos, para crear fantasía hay que conocer bien la realidad, ser fantasía, y de la realidad, conociéndola bien, crear la fantasía. Una fantasía con mucha realidad. ¿No? -Si- dijo el poeta. Le dijo el Poeta al Ayudante: Hoy en la cantina con el cantinero, se planteó la charla inteligencia versus genialidad. Pongamos que fue más o menos así: -Hay personas que son inteligentes, genios- dijo él. -Bueno- dije pero una cosa es ser inteligente y otra un genio. -Pero ¿Estás diciendo lo mismo?- me dijo la tabernera Pasión que justo pasaba y hoyó parte de la conversación, como diciendo que decía una redundancia o una boludez. -No- respondió el poeta- una cosa es ser inteligente y otra un genio. Una leer de corrido cuatro palabras, o sabes todo un tratado de botánica, pero para mí no es ninguna inteligencia o mejor dicho genialidad. La gente confunde inteligencia con saber. Si sabes el teorema de Pitágoras sos inteligente. La inteligencia está en saber resolver ciertos problemas, si se quiere de la vida cotidiana, y saber manejarse por la vida. Pero la genialidad es otra cosa, cuando vez a alguno y decís este es un genio. -Está bien, pero que es un genio, si vos decís que difiere inteligencia de genialidad, decime que es la genialidad- dijo el Rufián. -Bueno, genio es el raro, diferente, pero no raro en el sentido de grotesco o monstruo, sino el raro que sobresale que es difícil de encontrar, y te agrada. El que dice genialidades en el sentido de que esta más allá del resto, ve el revés de las cosas, no le molesta el qué dirán, y convencido de las cosas, se la juega, siempre con los pies en la tierra claro está, pero se la juega, a doble o nada si es necesario. Y dice lo que muchos callar, y revela lo que nadie sabía y ni siquiera intuía, y por sobre todas las cosas, le importa todo, tiene un corazón atroz, eso es un genio. En un básico decir. Se los puede reconocer a kilómetros de distancia. Muchas veces no sabemos definirlos pero los adivinamos. Sabemos quiénes son. Le importan cosas diferentes, no andan con banalidades ni vanidades.
  • 20. Por último, el genio es tan genio, que no le interesa demostrar que es un genio, salvo en el caso, y si alardea de eso, es para que lo quieran, nada más. Y es tan genio, que en su compañía te sentís a gusto, te hace sentir que el genio no es el sino vos. Vos lo frotas y te cumple los deseos, y de a tres por vez. Un genio es un oasis en un desierto de gente, una isla desierta en un naufragio. Y acá está la revelación y el secreto de la diferencia entre inteligencia y genialidad: el corazón. Uno puede ser muy inteligente, y esa es función del intelecto, pero cuando a eso se le agrega, o se usa el corazón a secas, se convierte en un genio. Usando el corazón se producen las genialidades. -Me suena un poco al filosofía Zen- dijo el Cantinero Rufián. -Si pero el Zen no es una filosofía- dijo el poeta- -¿Como que no es una filosofía?- sorprendido. -Bueno no es una filosofía en el sentido de filosofía dura, es decir Académica de los grandes pensadores de la filosofía, no es una filosofía del intelecto, sino intuitiva, visceral, una filosofía de vida si querés. Por eso te digo eso. -Si es una filosofía, o así lo parece, mirá acá como me vez yo he leído algo de filosofía. -¿Y quién tiene la verdad? le dijo el poeta. Ese libro que leíste lo escribió un tipo, que puede estar equivocado. Nadie tiene la verdad, salvo que digamos que esa vereda es blanca. -¿Pero vos no podes hablar de lo que no sabes o se sabe tanto, o de vez en cuando claro?- dijo el Rufián. -Es de lo único que sé, y lo que hago hablar de lo que no sé. Pero te aviso antes que no se de lo que hablo que es un parecer- dijo el poeta. -No podes cegarte ante las cosas- enfatizó- pero no está mal, me gusta- -Es que no me ciego, a mí me gusta imaginar, a veces claro no siempre, lo que hay dentro del cuarto antes de entrar, luego entro y veo lo que hay. Me gusta hablar y debatir y decir, mira esto es así y después estar abierto a leer y saber cómo es. Además hablar de lo que no se sabe alienta a que te lo digan o generar la charla. ¿Está mal? Estaban el ayudante del Capitán Vulgaridad y el poeta sobre la cubierta del bergantín El mensaje en una botella hablando sobre nada, cuando el ayudante preguntó al poeta: -¿Y no te molesta que al escribir un tratado interminable, o un verso con una imagen monumental te interpreten cualquier cosa? -Es a lo único que se dedica el vulgo, a lo único que se dedican, a interpretar cualquier cosa. Será porque no entienden, o porque no quieren interpretarlo, o no se toman la molestia, no les interesa, o tiene sus convicciones, o tiene sus ideas. Y lo que yo escribo es un disparador, para que piensen lo que ellos quieren, basado en sus creencias y en lo que ellos deciden. En ese caso que piensen lo que ellos quieren. Si sirve para que ellos piensen lo que les dé la gana, bienvenido sea, pero que no me juzguen por lo que puse. Aunque a mí me gustaría que interpreten mis pareceres. De todas maneras, muchas veces yo escribo para interpretarme yo, y dejo de escribirme también para interpretarme. ¿Pero cuál era la pregunta, si me molesta? no. ¿Fui claro? El poeta conoce al borracho a bordo del bergantín el mensaje en una botella del Capitán Vulgaridad. -Servime una copa más- le dice el borracho al poeta.
  • 21. -No es ya suficiente- preguntó el poeta. -Nunca es suficiente, por eso llego a embriagarme- dijo el borracho- siempre tengo las ganas de devorar a alguien, de atacar con mis demonios y mis fieras, de destrozar todo con mi espada, y para que nada de eso suceda, comprendeme, ahogo mis demonios y mis fieras en alcohol. -Bueno- dijo el poeta- menos mal, a otros con el alcohol, avivan los demonios y las fieras. Hum, no probaste con escribir, a mí me da por escribir, sosiega, en gran parte, la mayoría de las veces, sirve en ciertas ocasiones. Pero creo que lo mejor es controlarlos, no con la pluma no con el alcohol, sino con una voluntad de hierro. No sé porque vienen y porque atacan, eso es otro tema, pero si atacan, mantenerlos tranquilos. Vení, escribite algo, yo te enseño- le dijo el poeta, en parte para distraerlo. El poeta se encuentra con el loco en el bergantín el mensaje en una botella del Capitán Vulgaridad. -¿Y porque has enloquecido? le dijo el poeta al loco, mirándolo con un poco de lastima y compasión. Aunque el poeta se llevaba bien con los locos, le agradaban, los locos que no son agresivos, claro está. El loco que adivino la mirada de desconsuelo del poeta le aclaro: -Observa y ten en cuenta, que locos estamos todos, la diferencia es que yo lo sé. ¿Porque enloquecí? Quien sabe, de verdad no sé si en realidad estoy loco. Supongo que como otros locos, como el borracho, hasta como vos, poeta. hacemos lo que hacemos porque no podemos soportar ciertas cosas, o no llegamos a comprender ciertas otras. Supongo. ¿Quién sabe? Algunos se aturden con locuras, otras con alcohol, vos con palabras. Además, ¿Para qué me querés cuerdo? No le sirvo a nadie, ni me sirvo a mí mismo cuerdo. Es necesario un poco de locura. Creen que sufro, pero yo lo disfruto. -Bueno nos aturdimos o nos salvamos, según el caso- dijo el poeta- En algo tenés razón, en que estamos todos locos, pero unos pocos lo sabemos, y lo ocultamos tras las máscaras. Es verdad que disfrutamos haciendo ciertas cosas. Yo por ejemplo escribo novelas, y otros se hacen unas novelas bárbaras. Buscan en mis poemas ciertos significados, creen que yo estoy de cierta manera u alguna otra, pero yo lo disfruto. -Entonces sigamos- dijo el loco- Yo fiel a mis locuras y vos fiel a tus novelas. Por algo le gustaban al poeta los locos, porque tenían salidas extraordinarias. Seguían hablando el loco y el poeta. -Y nos sacamos las máscaras, y cometemos locuras, y escribimos y nos embriagamos, para sentirnos vivos, porque si no hiciéramos todo lo que hacemos, moriríamos- dijo el loco. -Vos de loco tenés muy poco, en todo caso sos un loco lindo- dijo el poeta, que no podía dejar de abrazarlo. El poeta conoce al estúpido engreído en el bergantín el mensaje en una botella, del Capitán Vulgaridad. -Escuchaba el otro día tu charla, creo que fue con el ayudante del Capitán, y decían que todos estamos locos, con la diferencia de que muy pocos lo sabían y que muy pocos decíamos las cosas aunque todos lo pensábamos. Bueno dejame aclararte que Yo no estoy nada loco, y Yo no necesito decir ni pensar nada- dio el estúpido engreído.
  • 22. -Me encanta tu resolución, aunque equivocado o no, tienes convicciones férreas, por lo que veo. A mí siempre me gusto la gente con convicciones. Mira te lo voy a aclarar, el 99 % son unos estúpidos, solo el 1 % se salva. Yo estoy a favor de no convertirse en estúpido y de intentar conservar al 1 % de los que se salvan, de los pocos genios que van quedando. No se me van dando mucha pena los estúpidos, van siendo legión. Me conmueve los dos o tres genios que se salvan de la estupidez- dijo el poeta. -Escuchaba el otro día tu charla, creo que fue con el ayudante del Capitán, y decían que todos estamos locos, con la diferencia de que muy pocos lo sabían y que muy pocos decíamos las cosas aunque todos lo pensábamos. Bueno dejame aclararte que Yo no estoy nada loco, y Yo no necesito decir ni pensar nada- dio el estúpido engreído-. Aunque muchas veces me inciten a hacer locuras o me hagan hablar, no las necesito. Sé que me llaman el estúpido engreído o así me apodaron en este bergantín. Bueno voy a decirte: el mundo se comprende de un 99% de estúpidos y un 1% de genios. ¿Dónde están esos genios? No lo sé. ¿Dónde están esos estúpidos? por todos lados, patea una piedra y aparecerá uno. Estúpidos que no se dan cuenta que la vida es una, que hay que vivirla, estúpidos que pasan indiferentes sin levantar al caído, estúpidos que se asustan ante esto que estoy diciendo. Y por ahí andan algunos genios. Lo que me da pena es que esos genios, bueno todos en general, hasta los estúpidos, hagan genialidades y creen cosas maravillosas, para tener que sufrir irremediablemente su última caída, la trágica caída. -Me encanta tu resolución, aunque equivocado o no, tienes convicciones férreas, por lo que veo. A mí siempre me gusto la gente con convicciones. Mira te lo voy a aclarar, el 99 % son unos estúpidos, solo el 1 % se salva. Yo estoy a favor de no convertirse en estúpido y de intentar conservar al 1 % de los que se salvan, de los pocos genios que van quedando. No sé, me van dando mucha pena los estúpidos, van siendo legión. Me conmueve los dos o tres genios que se salvan de la estupidez- dijo el poeta. Hay que abogar por no convetirse en estúpidos. Pero no te abrumes, Al fin de cuentas no eses ni tan estúpido ni tan engreído como pensábamos. Yo solía pensar un poco como vos, pero la gente no es estúpida, hace lo que puede. Mira vamos a hacer una cosa, dejame que te abrigue con mi poesía, hasta recudir la población de tus estúpidos a 0. A no pasar indiferente. A olvidarte de tus caídas, de tu última caída, con poesía- le dijo el poeta Relámpago. Capítulo 3. El Capitán Vulgaridad. Donde se cuenta algo sobre el Capitán Vulgaridad. En el bergantín mensaje en una botella tripulado, gobernado y presidido por el Capitán Vulgaridad estaban todas las voces, la de la conciencia, prudencia, insensatez, en fin, poetas, filósofos, locos. Era algo así como una gran torre de babel, incomprendida y a la deriva, que el Capitán sabía controlar y navegar. Él era un poco de todos en mayor o menor medida.
  • 23. -¿Y no le molesta que en su tripulación haya locos, extravagantes y solitarios? le preguntó el poeta al Capitán Vulgaridad. -En el mensaje en una botella hay de todas las clases. No, no me molesta. No debes interferir, debes dejarlos ser como son. Puedes acompañarlos, comprenderlos, intentar ayudarlos para que crezcan y sean felices y derechos, que tengan sus amores, ser amables con ellos, cuidarlos, pero no debes interferir. Por más que una llama te mueva ardiente de deseo y quieras torcer sus destinos, debes calmar tus ansias, si ellos no quieren, debes comprender y ayudarlos a que crezcan. Además yo soy casi uno de ellos, no podría interferir porque estoy a gusto con ellos. Volvían el ayudante del Capitán Vulgaridad y el poeta al bergantín el mensaje en una botella, luego de una noche en la cantina. -Que gran noche, toda una fiesta, como se divertía el Capitán, como festejaban todos sus disparates, que a gusto se sentían todos. -El Capitán es feliz en la cantina haciendo divertir a la concurrencia. En el bergantín es tan reacio a veces, y en la cantina con dos copas de más, ya lo ves. -¿Qué bien se encuentra el Capitán entre sus conocidos?- dijo el poeta de pasada. -Bueno chico de eso se trata, de encontrarse a gusto entre conocidos. De sentirse a gusto entre los que te festejan tus ocurrencias, que se quedan y se alegran ante el más mínimo disparate. Al final todo es eso, los que te conocen y se quedan, los que se quedan boquiabiertos ante tus disparates y se quedan. El Capitán Vulgaridad es eso, disparate. Y cuando entra en la cantina la gente lo celebra, porque es uno de ellos. Bueno, me estás haciendo hablar demasiado chico, es tarde por la noche hemos bebido demasiado y me mata el cansancio. Pero para resumírtelo, quédate con los que conozcas, con los que te conozcan, con los que tengan tus mismos disparates, que se alegren de ello, con los que al final de la fiesta y la resaca, se quieran quedar, con los que se quedan. -Me hiciste acordar a los primeros versos de Shakespeare- algo huele a podrido en Dinamarca. Quedarse donde huela bien, donde no huela a podrido- pensó para afuera el poeta. -Hum, Shakespeare, Shakespeare decía bien, sí. El Capitán Vulgaridad brinda con su amigo el Capitán Extravagante en el Bar La corte de los milagros. -¿Y qué sabes de Capitán Esperanza?- le preguntó el Capitán Vulgaridad al Capitán Extravagante. -Está bien, casi no la cuenta, su bergantín El imposible surcaba los mares, cuando topo con un escollo que lo derribo, por suerte todos sus tripulantes pudieron ser salvados por los botes de los pescadores cercanos al puerto. -¿El imposible? Siempre surcando mares imposibles, y siempre llegando a buen puerto, aunque sea naufragando, aunque sea a nado, aunque sea en barca de sencillos pescadores- dijo el Capitán.
  • 24. -Ironía es que el Capitán Esperanza le haya puesto El Imposible a su bergantín- dijo el Capitán Extravagante- Ironía es que tú te llames el Capitán Vulgaridad cuando de Vulgar no tienes nada, que tu bergantín se llame El mensaje en una botella, cuando sabes bien donde van dirigidas tus palabras, que siendo yo el Capitán Extravagante sea en un bergantín donde vayan las personas más extravagantes y disparatadas: poetas, filósofos, borrachos, locos, estúpidos engreídos. El único cuerdo parece tu ayudante. -Bueno- contestó el Capitán Vulgaridad con sorna- irónico es que tu siendo el Capitán Extravagante estés diciendo tantas verdades- siempre a lo irreverente, en tu bergantín No puede ser de otra manera. -Es que- dijo el Capitán Extravagante- Yo soy extravagante cuando el mundo lo necesita, cuando tengo que decir las cosas, cuando se necesita. En parte porque es necesario, en parte para incordiar a los idiotas, no puede ser de otra manera. -Se puede ser de tantas otras maneras- dijo el Capitán Vulgaridad- pero en vos todo esto queda bien. -Andá y decile al Capitán Vulgaridad que en breve llegamos al puerto- le dijo el ayudante al joven grumete. -¿Le parece? Nunca estuve a solas con el Capitán, no quiero importunarlo, ¿No lo molestaré?- preguntó el joven grumete. -Para nada, te falta mucho por aprender joven. Sé cómo el Capitán, a él no le perturba si lo miran con mala cara, él hace lo que tiene que hacer y se mueve como es, y si se enojan o lo miran feo, allá ellos. Así que no te hagas problema, has lo que tengas que hacer, avisale al Capitán y si se enoja allá él. Pero el Capitán Vulgaridad no es de esos- concluyó el ayudante. El bergantín el mensaje en una botella acababa de capear y sortear una de las tormentas más amenazadoras, por lo menos la que había visto el joven poeta, el ayudante ya casi está acostumbrado a ellas. -Con que destreza y determinante tranquilidad navego el Capitán esta tormenta- le dijo el joven poeta al ayudante del Capitán Vulgaridad. -El Capitán Vulgaridad se maneja con naturalidad porque en parte es una tormenta, por eso sabe bien cómo manejarlas- respondió el ayudante. -¿Una tormenta? preguntó el joven poeta, incitándolo a hablar. -El Capitán es un mensaje en una botella, una tormenta complicada, pero comprendió que no hay que atormentar ni atormentarse, complicar ni complicarse- dijo el ayudante. -¿Él es muy el mismo, no?- volvió a preguntar el poeta. -El Capitán Vulgaridad es como el Astro Rey, el sol, todo gira a su alrededor- le dijo el ayudante del Capitán al poeta-. Puede naufragar un rato, puede ir a la deriva, atracar en otros puertos, alunizar en otros planetas, orbitar alrededor de ellos, irse lejos de él, pero siempre regresa a ser el mismo, a su planeta, a su playa. Desorientado, perdido y aturdido al final siempre regresa, se escucha, se
  • 25. encuentra. El Joven poeta se encerró luego de la charla del ayudante en el camarote. Estaba excitado, eufórico por todo lo que había escuchado sobre la vida y sobre el Capitán Vulgaridad y escribió: El Astro Rey, el Rey Sol. El Astro Rey, el Rey Sol, todo gira a su alrededor, El centro del universo, El fin de los versos. El Capitán Vulgaridad, El capricho de la vanidad, en el todo es verdad. El Capitán Vulgaridad y el Capitán Extravagante bebían y miraban en silencio. Ahí estaba el Capitán Contradicción del Bergantín Es mejor así. El Capitán Incomprensión del Bergantín Todo lo sabe. En fin, estaban. El Capitán Vulgaridad y el Capitán Extravagante seguían bebiendo y seguían mirando y seguían en silencio. Y ahí seguían estando el Capitán Absurdo del bergantín Ya verás. El Capitán Extraordinario del bergantín El Rareza. Y seguían en fin, y seguían estando. Estaba el poeta ayudando al ayudante del Capitán Vulgaridad a ordenar unas redes que había en el barco, cuando al mirarlas se le ocurrió: -¿Es verdad lo que se cuenta del Capitán Vulgaridad y las Sirenas, Qué fueron ellas las que cayeron en las redes del Capitán Vulgaridad y no como suele suceder? -¿Suele suceder? No conozco a nadie que haya escapado de las redes del canto de las Sirenas. Salvo el Capitán Vulgaridad. Íbamos por el mar encantado, cuando al pasar cerca de las rocas aparecieron las sirenas, los otros tripulantes advertidos siempre en caso de divisar sirenas corrieron a colocarse tapones en los oídos. Al único que vi resuelto y con las orejas al aire fue al Capitán Vulgaridad que las enfrento, no sé qué les dijo, porque estaba con los oídos tapados, pero pude ver como los ojos de las sirenas se embelesaban, perdían el sentido, sus bocas se movían como diciendo bobadas, o eso parecía. La cosa fue que el Capitán impávido siguió su rumbo junto con el barco. Supongo conociendo al Capitán Vulgaridad, a su manera, que habrá hablado eso, vulgaridades, y las cautivó. Yo creo que ya las conoce, sabe cómo tratarlas. Además creo que las Sirenas le tienen, no sé cómo decirte, respeto, admiración, no lo sé. Pero al pasar lo saludan con cortesía y reverencia. Pero solo a él, el resto debemos seguir poniéndonos los tapones, si no queremos perder la cabeza. -Me fascinan los ojos tormentosos del Capitán Vulgaridad- le dijo el poeta al ayudante del Capitán. -Son fascinantes si, el Capitán no esconde nada tras sus ojos. -Eso es lo que me gusta de ciertas personas, las tormentas que llevan en los ojos, sus demonios. Ya sabes que me subí en este barco para relatar las hazañas del
  • 26. Capitán- dijo el poeta. -Bueno buscale charla en la taberna, ahí es donde afloja la lengua, sus tormentas, sus demonios- respondió. -¿Y qué hace el Capitán Vulgaridad para capear una tormenta?- le preguntó el poeta al ayudante del Capitán. -No lo sé, pero siempre sabe sortear una tormenta. Creo Yo que no le opone mucha resistencia, para que el barco no se ladee y se hunda. Lo que hace con gran habilidad es poner al barco en calma, y dejarlo que fluya, que atraviese la tormenta, que pase lo que tenga que pasar. Siempre le ha funcionado, siempre ha llegado a bien puerto, contra pronóstico- dijo el ayudante. Y ya te lo dije, pero en parte el Capitán sabe cómo tratar una tormenta, porque en parte él es una tormenta. -¿Y a le no le molesta?- quiso saber el poeta, sabiendo la respuesta. -Claro que no, todos llevamos nuestras tormentas, pero son parte de la vida, de la navegación. Además creo que es lo más atractivo del Capitán, sus tormentas. -¿Y cómo se hizo Capitán el Capitán Vulgaridad?- le preguntó el poeta al ayudante del Capitán. -Bueno él una vez me dijo que le sucedió, que le paso, como pudo haber sido jardinero. Así sin más, como vos te hiciste poeta. Le pasó- concluyó el ayudante del Capitán- como mañana le puede pasar cualquier otra cosa. -¿Cómo es que el Capitán Vulgaridad, él que de vulgar no tiene nada, que sea tan extravagante, tan sin sentido, tan temerario a veces, tan tormenta, tan naufragio?- dijo el poeta sabiendo que estaba diciendo todas estas sandeces para hacer hablar al ayudante del Capitán. El poeta le tenía un aprecio enorme al Capitán y nunca diría nada malo sobre él, si decía esto era porque lo admiraba, y empleaba estas palabras más como un halago que como un insulto. -Mira joven poeta- dijo el ayudante- no me piques. El Capitán lo entendió todo, o es uno de los pocos que lo han entendido. Que solo hay una vida, que esto es lo único que tenemos. Por eso le importa nada lo que digan, o lo sientan un excéntrico, él no va a frenar sus sentimientos, ni su navegación, por lo que puedan pensar, o por las tormentas que se le presenten. Pero no es temerario, es valiente. Temerario es el que arremete sin medir las consecuencias. El Capitán no es estúpido, sabe lo que hace, y pensando siempre en capear las tormentas, en llegar a buen puerto. Él y llevando a su tripulación, pero sabiendo esto que te dije, no pierde un minuto a pensar qué pensarán. Lo hace porque debe hacerlo. Yo creo que en el fondo detesta la solemnidad, por eso es tan irónico, tan sarcástico, tan vulgar. Además, la gente lo ama como es. Has visto cómo entra a la taberna, y es una revolución, la gente se altera, canta, baila, se emborracha más, disfruta más, cuando llega el Capitán. Mirá no se lo digas, ni se lo menciones, no lo escribas en sus memorias y aventuras. Pero una vez me dijo: -Yo estoy halagado muchas veces, de que me llamen vulgar ante tanta originalidad pedante, un loco ante los cuerdos, un niño ante los adultos. Se piensan los horteras que me insultan al llamarme extravagante pero me
  • 27. halagan. -O algo así me dio a entender- Y finalizó. -Y además es mi única manera de comunicación con el mundo, me divierte, me hace ser yo mismo. Transparente, sincero con mis sentimientos, vivo, sin ataduras. -Unos cuadrados, ordenados, con definiciones de diccionario. Contra un círculo, un caos, un indefinido donde las palabras no pueden tocarlo- dijo el poeta. -Algo así, nunca mejor dicho. No por casualidad te hiciste poeta- dijo el ayudante. El filoso filósofo Fo charla en cubierta del bergantín el mensaje en una botella sobre el Capitán Vulgaridad. -¿Y qué pensará el Capitán cuando se encierra en su camarote? preguntó el poeta al filósofo. -Hum, no creo que mucho, el Capitán no es de cavilar demasiado, no se enrosca como se suele decir, deja que todo pase, que todo fluya. El navega siempre con el rumbo establecido, buscando los mares en calma, pero cuando vienen tormentas las navega sin más. Yo creo que el Capitán lo entendió todo, todo lo comprende, y deja que las cosas sean como son, que pasen, como pasan las tormentas, como se llega a los puertos. Supongo que lee. ¿Has visto la biblioteca que tiene en su camarote?- dijo el filoso Fo. Y por ahí van los Capitanes surcando los mares. Y por ahí va el Capitán Vulgaridad a bordo del bergantín el mensaje en una botella. Un Capitán Vulgaridad que de vulgar no tiene nada. Y que cuando le dicen: -Oye Capitán, eres tan vulgar-. Lo halagan. Porque su grandeza reside en que no habla con artilugios, ni fuegos de artificios, ni palabras rimbombantes, sino con la palabra precisa, certera, dice lo que todos piensan pero callan, cuando es necesario, y de una manera tan sencilla, que enamora. Pero no se confundan, es vulgar en ese sentido, no es rudimentario al hablar, ni ruin, ni pedante. El ante la vanidad, la pompa, y la solemnidad, prefiere la sencillez, lo que mal llamado se puede decir vulgaridad. Por eso lo llamaban el Capitán Vulgaridad. Surcando los mares en el bergantín el mensaje en una botella, con ideas y cartas que abriga a los personajes más disparatados lanzados a encontrar una playa, un puerto donde recojan la botella, donde lean el mensaje. Un mensaje que capea las tormentas, busca los mares en calma, para atracar en buen puerto. Así es el Capitán su tripulación y su nave. Y por ahí va el Capitán Extravagante, que por su manera de ser, de obrar, diferente a lo común o al orden establecido. Raro y extraño, el Capitán Extravagante era único y original. ¿En que residía esa naturaleza? En que había comprendido que la vida era muy corta para ser normal, había que ser raro. Un caos ante tanto orden. Cuando era necesario, ante las reglas establecidas, ahí venia el Capitán extravagante a desarreglarlo todo, para el bien de todos. Hablaba, vestía y actuaba de manera peculiar, -No se puede vivir de otra manera- decía. Y la gente lo aplaudía. Como se llama su bergantín: el No puede
  • 28. ser de otra manera. Era el alma gemela del Capitán Vulgaridad. Y por ahí va el Capitán Esperanza. Siempre tiene un puerto en frente, algún lugar donde llegar, Eso lo mueve, llegar a alguna parte, y hace rendir ante sus pies los puertos Imposibles. ¿Cómo se llama su bergantín? El imposible. Y por ahí va el Capitán Contradicción. Cuestionado por todos. -Pero sos tan contradictorio- le decían. Y él se reía, porque no comprendían, que si cambiaba de opinión era porque nunca estaba nada dicho y podía decidir cosas diferentes, y reinventarse, y así, será me mejor así decía. ¿Cómo se llamaba su bergantín? Y por ahí va el Capitán Incomprensión, como el Capitán Contradicción también era poco entendido, y como todo lo sabía, poco lo comprendía. Y bueno su bergantín se llamaba el Todo lo sabe. Y por ahí va el Capitán Absurdo. ¿Absurdo, sin sentido? Ya lo verás, y justamente así se llamaba su Bergantín. Y por ahí va el Capitán Extraordinario. Hermano del Capitán Extravagante. El más grande de todos los mares, casi más grande que el Capitán Vulgaridad. Diferente, raro, fuera de lo común. Lo que se definiría un genio. Por donde pasa nada vuelve a ser distinto, nunca pasa desapercibido, incluso cuando ni habla, su presencia es deslumbrante, es extraordinario. Ve lo que otros no ven, es un suspiro en medio de la noche, un quejido en el desierto. Un faro en los puertos. Una estrella en los caminos. El extraordinario es de esos que no se ven todos los días, una rareza, navegando en su bergantín, el Rareza. Y por ahí va el Capitán Sarcasmo siempre navegando a la par del Capitán Poesía, Uno en el bergantín el Ironía y el otro en el Fantasía. Se entienden a la perfección. Van con ironía burlando su destino, uno con lo que dice el otro con lo que escribe. En fin, por ahí van los Capitanes surcando los mares, haciendo lo que hacen, diciendo lo que dicen. -¿Por qué el Capitán Vulgaridad? ¿Por qué lo llaman así, si es un genio, por qué no el Capitán Genialidad o el Capitán Carisma?- preguntó el poeta al ayudante del Capitán. -En realidad no lo sabemos. Creo que fue su amigo, el Rey Tormenta, que de niños le puso ese apodo. Pero podemos adivinarlo. El Capitán Vulgaridad es un genio porque con una par de palabras, con un gesto te arregla todo. No necesita palabras rimbombantes ni escribir cien tratados, ni versificar los mares para navegarlos. Con un simple Hola, con un te quiero es suficiente, aunque dudo que del Capitán salga un te quiero. Es que en el fondo joven poeta, todos somos vulgares, no necesitamos de mucho, un abrazo, una palabra, un gesto es suficiente- contestó el ayudante Razón. -Sos el único razonable en este barco- dijo el poeta, y se rieron. En los mares bravíos y tormentosos conocidos por todos en la región por los mares Infelicidad, no muy lejos de ahí estaba el puerto Consuelo, de costa Melancolía. Ahí capeando las tormentas, atracaban los barcos más osados, y ahí había atracado el mensaje en una botella del Capitán Vulgaridad. En Costa Melancolía había un bar, la corte de los milagros. Así se llamaba en parte por la concurrencia tan variada como extravagante, refugio de maleantes,
  • 29. disparatados, borrachos. Su dueño El Rufián se lo había escuchado decir a alguien -Pero esto parece la corte de los milagros-. Le gustó tanto que le cambio el antiguo nombre, por la corte de los milagros. Pero más importante aún, más que el Rufián, más que asaltantes y forajidos, había una cantinera, la Pasión. Muchos iban a la taberna para huir de algo, para divertirse, otros por no tener que hacer, y muchos por la Pasión. Era como se intuía a penar verla, el deseo vivo. Ella si bien era agradable con todos, no daba muchos miramientos por ninguno, aunque si tenía sus amoríos, pero fuese lo que fuese a pasar, siempre esperaba al Capitán Vulgaridad. Tenía todas las preferencias vivas en la piel por el Capitán. Y a eso iba, y al Capitán le gustaba llegar al puerto Consuelo de costa Melancolía, entrar a la corte de los milagros y sentir a la Pasión a flor de piel. Qué bien le quedaba la Pasión al Capitán Vulgaridad, Que bien le venía al Capitán Vulgaridad la Pasión. La Pasión era del Capitán Vulgaridad, El Capitán Vulgaridad era de la Pasión. Somos más grandes que las fantasías. Las chicas perfectas solo existen en los libros. Las princesas ya no encuentran Castillos, Ni posada donde descansar de los caminos, Ni ventero que me arme caballero, A la vuelta de mi casa. No me gustan las musas en tapa de revista. Los poemas no saben nada del amor, El único que lo sabía fue Lope, Y lo inmortalizó en un soneto, Eso es amor, quien lo leyó lo sabe. Cuando esparza versos sobre el papel, Será cuando este por desangrarme, El sonido al descorchar una birome, Y en un par de poemas embriagarme. En mis poemas discuto con mi pasado, Arreglo y soluciono el presente, Hago algunos pocos planes a futuro. Somos más grandes que las fantasías. Alicia hace 7 imposibles antes del desayuno. Antes que te conviertas en quimera, Pego la vuelta de regreso. Si te conviertes en esfinge de plata, Ya no podré tocarte. Y si miras para otro lado, Al volver la vista ya no podrás mirarme. Él el poeta, ella el cuento de hadas. Ella era el plan, él verso improvisado. Él era el frente, ella un costado. Ella el 7 infierno, él el 7 cielo, Ella el vuelo, él rodar por el suelo. Él el poeta, ella el cuento de hadas. Ella el sueño, él guerra de almohadas.
  • 30. El poeta escribió sus últimos versos, El guerrero destruyó al enemigo, En el sur levantaron el muro más alto, En mi ciudad construyeron duras y asfaltadas carreteras. Se creó un idioma nuevo en la torre de babel, Lo tomaron para la lección en la escuela, Lo analizaron en las academias, La niña se aburrió en su columpio, Y a la princesa no la pudo hacer dormir, ni en versos, ni en sueños ni en mañanas. Preguntan por vos La portera y la vecina, y el diariero de la esquina. Mis poemas y mis versos, otras bocas y otros besos. Los labios y las miradas, sabanas y almohadas. Preguntan por tu voz, Los cuatro vientos, Todos los cuentos. El mundo es mágico. Por ahí van todos, convirtiéndose en estúpidos, convirtiéndose en Reyes, convirtiéndose en Princesas, convirtiéndose en charlas de café, convirtiéndose en calabaza, convirtiéndose en muñecas, convirtiéndose en Poeta. El mundo es mágico 2. El mundo es mágico, Por ahí van todos, convirtiéndose en estúpidos, con sus modos, convirtiéndose en Reyes, de los lodos, convirtiéndose en Princesas, por los recodos, convirtiéndose en charlas de café, en carnavales que no nos mojen, convirtiéndose en calabaza, con los relojes. Convirtiéndose en muñecas,
  • 31. endureciendo la piel. Convirtiéndose en Poeta, con la pluma y el papel. Voy a escribir el mejor poema del mundo, mejor que Quevedo, Borges, Lope, Sé que voy a llegar, tengo unas ideas geniales, solo me falta afinar la pluma. Y si no me sale, no me preocupo, ni me la voy a creer, total, lo mismo da, me puedo dedicar a la jardinería o la vida retirada. ¿A qué hora suenan las campanas en tu casa, y te conviertes en calabaza? Con mi pluma y un par de versos, Yo siempre fui mi propio paparazzi. No vengas a retratarme que estoy acá así desnudo, que todavía no me he puesto el traje de poeta. Casi me agarra el otro día un fotógrafo, infraganti, escribiendo lo que nunca te conté. Soy el recodo que retuerce los caminos. Soy el recodo que retuerce los caminos, Un centauro en el laberinto del rey Minos, Un poeta que escribe su propio destino, El que sabe porque esta y para que vino. El caos que impone un poco de orden.
  • 32. Violentos son tus ojos en cruz como cerrojos, violenta tu mirada cuando no me dices nada, violenta tu sonrisa cuando no vienes con prisa, violentas son tus curvas cuando se mezclan con la turba. Violentos tus pezones que no entienden mis razones, violenta tu silueta cantar de los poetas, violentos son tus labios que trastocan a los sabios, violentos son los años que nos tratemos como extraños. Violentos tus entrecejos que estemos tan lejos, violentas tus caderas que usurpan la primavera, violentas tus excusas cuando compites con mis musas. Para violento tu maltrato, si no vienes a pasar un rato. Me pierdo en unos ojos en tormenta, que prometen liquidar todo en las ventas, Me pierdo entre los recodos de tu piel, Me pierdo entre la pluma y el papel, Me pierdo ni bien me dice hola, Me pierdo como una resaca sin olas, Me pierdo de los pies a la cabeza, Me pierdo ante la más mínima certeza, Me pierdo cuando se quedan a mi lado, Me pierdo cuando conocen mis costados, Me pierdo cuando decides quedarte, Ante el más mínimo de mis disparates, Me pierdo cuando te quedas boquiabierta, ante mis palabras descubiertas.
  • 33. Podes entrar por la ventana, Y jugar con mi ajado corazón, Al otro día por la mañana, Vuelvo a ser el que Yo soy. Te mostrás afiliada al partido, De los que no están con vos, Si se altera tu ombligo, Ya sabes dónde estoy. Lepa y Nino se cruzaron. Y Nino le propuso amor. -¿Le parece?- dijo Lepa. -Ni noción- dijo Nino. Y vivieron felices. Ellos no lo saben, Y creen que me insultan, Cuando me dicen, que soy un insensato. Pero me halagan. Me halagan cuando le llaman loco. Me halagan cuando me llaman extraterrestre, Me halagan cuando me dicen que soy un niño. Me halagan cuando me dicen que soy poeta. Ellos no lo saben, Pero yo se los digo Y creen que me insultan, Cuando me dicen, que soy un insensato. Si nunca pasaron conmigo un rato. Pero me halagan. Me halagan cuando me llaman loco, no me conocen un poco. Me halagan cuando
  • 34. me llaman extraterrestre, si nunca visitaron mi planeta. Me halagan cuando me dicen que soy un niño. Si nunca se enlodaron conmigo. Me halagan cuando me dicen que soy poeta, Yo que soy un versero. Yo he estado en medio del lodo, En el lodo primigenio sin asfaltar, En el lodo ancestral de las cavernas, En el lodo manchado de la niñez, En el lodo revuelto de la modernidad. Pero reestreno mi disfraz de bucanero. A veces me divierto esquivando al mundo entero. Me divierto siempre contando el cuento. No soy un escritor fantasma, Yo sé bien lo que digo, Nadie me da letra, salvo dos o tres musas, y los libros que leo. Y a las personas que quiero, pero termino escribiendo siempre lo que quiero. Siempre que pueda divertirme, y pueda seguir contando, y pueda seguir encontrando, y pueda seguir buscando, Y me sigan excitando, todo lo que veo, leo, creo, Yo sigo saliendo al recreo, Soy un caos, un caos divino, Soy una tormenta violenta. Y cuando levante mi pluma, y desate la tormenta y vuelva el caos divino. dejarás de refugiarte, y te empaparas, y te alteraras, y te divertirás como
  • 35. yo me empapo y altero y me divierto, conmigo. Ayer jugué a un viaje retro, Me silbaron de la infancia, Adivine lo que me decían, Complete mi canción, Me dibuje tal cual era, Si no se eclipsa la mirada. Si ya sé que van a tirar la bomba, Déjame que te cuente un cuento. Si ya sé que vamos a envejecer, Déjame que te cuente un cuento. Si ya sé que no estás de acuerdo, Déjame que te cuente un cuento. Si ya sé que escapas de la tormenta, Déjame que te cuente un cuento. Si ya sé que hay fuego en tu mirada, Déjame que te cuente un cuento. Si ya sé que te sientes rara, Déjame que te cuente un cuento. Si ya sé que se te desvaneció un sueño, Déjame que te cuente un cuento. Si ya sé que no te dejan tocar tu canción, Déjame que te cuente un cuento. Si ya sé que te molesta el sufrimiento, Déjame que te cuente un cuento. Si ya sé que piensas que son todos idiotas, Déjame que te cuente un cuento. Ya sé que estas llena de preguntas, Déjame que te cuente un cuento. Si ya sé que no entiendes muchas cosas, Déjame que te cuente un cuento. Vámonos a divertirnos un rato, Déjame que te cuente un cuento.
  • 36. Si ya sé que te encantan las tormentas, Se puso todo negro y relampaguea, esta por caerse el cielo, Déjame que te cuente un cuento. Si Yo ya se para que escribo, en versos discuto con mi pasado, soluciono el mítico presente, Hago algunos planes a futuro. Arreglo el mundo entre líneas, Te tiendo una almohada de poesía, para que te inspire y desees. Para ahuyentarte los demonios, Y poner hadas en tu fantasía, Para que dejes de fijarte en mi peinado y mires lo que pasa un poco a tu costado. Para todo esto verseo, Déjame que te cuente un cuento. Primero fue su cara de Princesa, Se fue diciendo: A mí no me interesa. Llegó con sus labios de cereza, Se fue balbuceando una certeza, Primero fue toda la poesía, luego fue pura fantasía. Llegó siendo la Venus de Milo, Luego como pendiendo de un hilo, puso en un cartel, No se toca, por favor. Se llevó el pastel, una boca sin sabor. Buscó en mis versos la belleza, Se fue negando con la cabeza. Abría la boca y era un huracán, zarpazo como garras de astracán, Llevaba una tormenta en sus ojos, a tono con sus zapatos rojos, No era un dios ni menos un poeta, Esperar a que te desdibujes, Esperar a que tus ojos me empujen, y enojada o sin interés me mires, y me expulsen del paraíso, Esperar a que salgas de mis poemas, Esperar a mi próximo infierno,
  • 37. Esperar a la siguiente musa, Esperar a ser un príncipe desterrado. Volver al mundo mío. Esperar que dejes de mostrar tu carnet de socio, afiliada al partido, Esperar a que te vengas conmigo. Esperar a dejar de ser tu enemigo, Y me entregues y se rinda tu ombligo. Bien está que te vayas contigo, Bien esta quien te haga de abrigo. Soy un extranjero, vengo con leyes de extranjería. Soy un poeta, haciendo el verso. Soy un niño, que espera un cuento. Un recién nacido, que rompe en llanto. Yo te deseo disparate, te deseo loca de remate, Yo te deseo nostalgia, te deseo por arte de magia. Yo te deseo sola, meciéndote en las olas. Yo te deseo si me deseas, y sino la que me quiera. Yo te deseo y si no vienes, Martes y Jueves, será porque te conviene, Lo mismo da si llueve. Como ser tú amigo, y cuidarme de tu ombligo. Jueves 2 de Marzo. Tuve que fingir caer en el amor, Para escribir un buen soneto,
  • 38. Yo siempre fui un fugitivo, sin saber porque motivo, siempre quise huir, y disentir, de las palabras, otro truco de abracadabra, huir del juego, de los hasta luego, huir de las tablas, de los que me hablan, huir de los amigos, cuando necesitaba abrigo, huir de los ombligos, que se quedaban conmigo, huir de la multitud, que se lleva la corriente, huir de la virtud, de los que mienten, huir de las caricias, que te hielan, huir de las noticias, que se vuelan, huir de los caballeros, si no son andantes, huir de los molinos, que no se convierten en gigantes, huir de los caminos, que no son para caminantes. Huir de los sombreros, de antes, huir de las hadas azules huir de los baúles, huir del frío, de los ojos huir del río, del mar rojo. huir del pasado, huir de lo pensado, huir de lo imaginado, huir de lo pisado, huir de las camas, sin sueño, huir de las llamas. de diseño, huir el llanto, entonar el canto, dos veces, huir de los encantos, de las sirenas, huir de unos cuantos
  • 39. en castillos de arena. huir de las despedidas, huir de las causas perdidas, huir de la nada, huir de las almohadas, con cuentos de hadas. huir de los recuerdos. huir de los cuerdos, huir de las cenizas, cuando arde, huir de la tiza, los que te dicen la jugada de pizarrón, cuando ya no queda nada, solo tachar de un borrón. cuando ya es tarde, huir de las campanas, de alarma, huir de las mañanas, en calma huir de los recuadros, de los peleles, huir si veo que ladro, y vuelvo haciendo eles, huir de los lemas, y de tales teoremas, huir de los temas, que me dicten los poemas, huir de los versos, huir de los besos, huir de las musas y sin excusas huir de los poetas, y volver a mi planeta. huir de los labios, que te arañan la espalda, huir de los sabios. que se sientan en mi falda. En fin, huir de la boludez, de una buena vez. Y a esta altura, ni en pintura. Tuve que fingir caer en el amor, para escribir un buen soneto. Tuve que coquetear con las musas, para que me dejaran un buen poema. Tuve que jugar a ser poeta, antes de volver a mi planeta.
  • 40. ¿Qué venís a buscar al viejo poeta? Es tarde, ya he cambiado de profesión. ¿Que no nos van a dejar entrar? Tranquila, guardo un verso bajo la manga. Que no puedes evitar el abismo, Colgate de mis poemas y pasá. No voy a dejarlo todo, siempre me llama la rima, Vení queda algo para leer, si te arrimas. Puede perder un verso, pero no las mañas. ¿Qué inquieta al poeta? La calma después de la tormenta, Las bocas que no están en venta, Las guerras que no sean de almohadas, Las princesas encerradas en cuentos de hadas. Los sabios que parecen saber de vos todo, Los niños que ya no juegan en los lodos. Las rimas que no te arriman. Los versos que ya no te miman. Inquietan al poeta, Las musas que no se quedan quietas. Los genios que habitan en otro planeta, Los caminantes que se apartan del camino, Los que se salvan reinventando su destino, Los labios que no pegan el zarpazo, Los poemas que pongamos por caso, No terminan con buena letra. Yo aunque este lejos los sigo, Como las minas buscan a Sabina, Calamaro, Bukowski y Bob Dylan. Hay unos ojos que miran y se admiran. Como Sancho Panza ante Don Quijote, Charlie Simms ante el Lieutenant Coroenl Frank Slade Retired. Se admira Alicia ante el sombrerero Loco. Aunque suene arrogante, las musas ante mis versos, Ante mi poesía, Como se admira la realidad ante la fantasía. Muchas veces leo cosas y no entiendo nada, Entonces me pierdo y entro en mis pensamientos, y me imagino en los cuentos de hadas, Pero aunque pierda el hilo no me miento, Y aunque me parezca todo tan raro, Al final, al volver, lo veo todo tan claro. Si la duda te aqueja, Y andas sin rumbo, Un poeta te aconseja,
  • 41. deja de dar tumbos, Has como el poeta, Vuelve a ser tú mismo, Deja de mirar el abismo, vuelve a tu planeta. El poeta escribió cientos y cientos de versos. Para inspirar a los amantes a llenarse de besos. El poeta es consciente de sus limitaciones, Sabe que no va a cambiar nada en canciones, Pero le tirará una almohada a los soñadores. Meterá con un verso un dedo en la llaga, para que mientras el escriba poemas, tú hagas. Si ya sé que no podrás soportar, Dejar de navegar en sus ojos de diabólica tormenta, Nunca más soñar en una noche estrellada, Mucho menos recostarte en la cama, con los versos de Neruda. Las puertas que no abren a su habitación, Yo calmaré a las musas con un verso, Ven que yo dejaré de escribir por un rato, Dejame que te cuente un cuento. Navegas en un sueño apacible, en un mar que se deja soñar, Besas unos labios invencibles, en una boca que se deja besar. Y si alguna vez te sientes sola, recuerda que siempre tendrás mis poemas. Me dieron a elegir entre la pluma del bien y del mal. Una escribe versos malísimos, casi Yo diría que tormentosos. vender mi alma sería carísimo, y todos ellos me salen ripiosos, Ten cuidado no te cruces, con mi pluma maligna. A la hora de mi pluma maldita, susurra una pequeña vocecita, La otra escribe poemas buenísimos. Te ayudan a encontrar el camino, Ven a la hora de mi pluma Bendita, mi pluma es una mágica varita. Mi pluma del mal solo entiende de premios y castigos, Mi pluma del bien solo te dará, un bohemio y abrigo.
  • 42. A veces soy un voy a ver. A veces un esto ya lo he visto, A veces ya se lo que me vas a decir, A veces no se ni lo que decís, A veces voy de bucanero, A veces voy de cuerpo entero. A veces me llaman las musas A veces busco alguna excusa. A veces voy de poeta, A veces desvisto siluetas, A veces voy de pirata, A veces mi pluma te atraca, A veces no importa nada, A veces te tiro una almohada, A veces leo de todo, A veces me veras jugar en el lodo, A veces tengo frío, A veces necesito tu abrigo, A veces como un buen Quijote, Arremeto contra el remolino de tu escote. A veces como una buena Alicia de tus sueños ni noticia. Como yo no puedo salir a batallar, Salen a pelear todos mis poemas. Como yo no puedo a todos besar, Salen a besar todas las bocas mis poemas. Como yo no puedo estar en todos lados, Están en todos lados mis poemas. Como no todo puede ser como yo quiero, imaginan en imágenes mis poemas. Para que los 3 o 4 soñadores sueñen con un mundo más placentero, es que yo escribo mis poemas. Truena, relampaguea, Se cae el cielo a mares, Navegas en una tormenta, De mujer. Deliras, sueñas, No sabes lo que decís, Besas unos labios, De mujer. Estrellado, nocturno, te invitan a entrar, miras unos ojos de mujer.
  • 43. Visitas otros planetas, giras en otras orbitas, Alunizás en una boca De mujer. Lanzas un mensaje en una botella, atracas otras playas, Naufragás en una palabra De mujer. Te cuentan un cuento, ves tono en un momento, Perdés el rumbo en un susurro De mujer. Una sirena te encanta, Un hada te tira una almohada, Te seduce una musa De mujer. Cuentas todos tus cuentos, escribes todos tus versos, Dejas de vivir de los besos. Camino de vuelta a ti mismo, Es hora de regresar a tu planeta, Vuelves a tu pluma de poeta. Soy un niño jugando en el lodo, Una mujer apodada Soledad, Un genio que con una botella, lo sabía todo, mirando las estrellas. Un muñeco de madera, que aprendió de la primavera, y que dice la verdad. Un versero que escribió de mi lo que se cuenta. Tengo el teléfono de las musas, Y el Rey en un imperio de rimas, Con vos si te sacas la blusa, Y con todos si me mima. Unos mellizos claroscuros, Y a las cosas que no entiendo, pongo cara de tipo duro. Yo escribo y me desangro, Lucho contra mis demonios, Y salgo mal herido, Pero curo mis heridas a versos, Y mato al dragón, y levanto mi espada, Y no dejo de escribir porque, ¿Quién sabe quién los necesita?
  • 44. Ella era una camarera, Al costado del camino, -Si me cambias el destino, Yo te espero en la frontera. Él era un fugitivo, Del oxidado corazón, -Si me das algún motivo, Yo te escribo una canción. Ellos hicieron un pacto, Más allá de la razón, Se trataron con tacto, Se encontraron en la estación. Fue por la carretera, En un bar de camarón -Buscame la noche entera, Yo invito el próximo ron. -Si no vienes a primeras, Si no vas de polizón, Si no me das la primavera, Buscate otra del montón. Si ya sé que no queréis rimar con decepción, Si ya sé que no querés que termine la canción, Dejame que te cuente un cuento. Si ya sé que te desojas en las ateridas primaveras, Si ya sé que con un guiño calmaras a las fieras. Dejame que te cuente un cuento. Si ya sé que te molesta que te llamen así Si ya sé que hechas en falta tus labios carmesí. Dejame que te cuente un cuento. Una canción de cuna, que te haga de trinchera, que te traiga la primavera. Una canción de cuna, que no te deje mentir, que te haga dormir, Una canción de cuna, que atraque en tu orilla, que te haga cosquillas.
  • 45. Una canción de cuna, que pida fuego a los dragones, que ponga en celo a los leones. Una canción de cuna, que te acune el corazón, que suene a mi canción. Una canción de cuna, que te espere a la una, bajo el techo de la luna. Una canción de cuna, que no te deje sola, que te mesa en las olas. Una canción de cuna en el séptimo cielo, que se cuelgue de tu cuello. Una canción de cuna, para que escuches mi voz, que no se aparte de vos. Una canción de cuna, si me tiras una almohada, si me haces de hada. Una canción de cuna, si me traes el sueño si me conviertes en un niño bueno. Una canción de cuna, que duerma a la princesa, con un beso. Una canción de cuna, que convierta a tu boca en fresa, con un verso. Una canción de cuna, para más de treinta, que sabe lo que cuenta. Una canción de cura, que calma a las fieras, como la vez primera, que suena a como era.
  • 46. Si ya sé que no podrán knockearte con los ojos, Si ya sé que no te seducirán con zapatos rojos. Dejame que te cuente un cuento. Si ya sé que ciertos payasos te dan más pena que risa, Si ya sé que igual te detienes aunque tienes prisa. Dejame que te cuente un cuento. Dicen que te vieron llorar a mares, en un rincón de mi poema. Que andas buscando los lugares, que se escuche mi canción. Ya no importa si en la cena, si me secan los tinteros, Yo escribo de cero, con la sombra de mis venas. Si apareciera, tu paloma mensajera, en mi balcón. Yo te mando de regreso unos versos, atados a mi corazón. Las musas deben estar celosas, los dioses incordiosos, Si me pierdo en mis cosas, Si en versos me pongo mimoso. Tanto perdurarán mis versos, tanto sigan llegando tus besos, Yo quiero ser un clásico, que sabe esquivar el daño, de la crítica y los básicos, que no lo ataquen los años. Yo siempre fui un intruso, En las academias un obtuso. Llego tarde a comprender, Lo que me dan para aprender, Un intruso en la poesía, con un carnet de fantasía. Un intruso en el amor, batiendo en duelo, con un verso al dolor.
  • 47. Yo siempre fui un intruso, entre por la ventana, u hice uso y abuso, de mis ripios de mañana. Mi poesía es un empujón a tu deseo. Duerme siempre primavera, En mi almohada de ocasión, Yo te espero invierno en vera, hasta la próxima estación. Ven a verme disfrazada, a ser parte de la función, te guarde el papel de hada, antes de que cierre el telón. Ven y hazme de princesa, en mi castillo de cartón, Yo te hago si me besas, de Rey y de bufón. Yo te quise madrugadas, en un verso camaleón, en una playa desolada, como un solo Robinsón. Yo jugaba a que te ibas bajo la lluvia sin camarín, llevame a la deriva, en tu tormenta carmesí. Nunca desescribí lo que escribí y te hice una canción, te lo prometí y no la perdí, tocala acompañada de acordeón. Eras la camarera del salón, Y la portera de mi corazón, esperame en el mismo andén, antes de que salga el último tren. Con mis versos y tu corazón, terminaría esta canción. Con mi versos
  • 48. Con mis versos y tus lemas, cambiaríamos el tema. Con mis versos, Con mis versos y tus cuentos, desafiaríamos al viento. Con mis versos y tus manos, seria todo más humano. Mi poesía es un empujón a tu corazón. Mi poesía, Es un cross por knockout a la nada. Mi poesía es tirarte un almohada. La primavera siempre fue la portera de mi corazón. La primera siempre fue la ramera de mi canción. Yo siempre escribí al contado, pague con el corazón. Yo siempre escribí, cuando me dan calor, y siempre de un tirón. Mis poemas apurate a leerlos, que se enfrían. Tu labios me llevan 100 besos, de ventaja. Faltan noches a tus días, no las guardes
  • 49. en una caja. Sobra espacio en mi cama, sin tu almohada ni piyama. ¿Estas preso? lo deduje por tu corbata. ¿Estás en celo? lo deduje si aúllas, porque vienes, en cuatro patas. ¿Aprendiste la lección? Lo deduje por tus manchas de tiza. ¿Estas triste? lo deduje por tus lágrimas, en la camisa. ¿Sangras? Lo sé hoy no tomaste la pastilla. ¿Estas seria? Intuyo hoy no te han hecho cosquillas. Mejor no busques respuestas a preguntas absurdas, mejor hacerle burla. Si una duda te toca, mejor no te preguntes, si no querés volverte loca. ¿Estas fingiendo? Sé que te molesta, tener calma y atada a tus fieras,
  • 50. con ganas de soltarlas. ¿No lo entiendes? Ya entendí, porque chocas con el mundo, ¡Cuando no lo entendés! Puedo capear una tormenta, Porque Yo soy una tormenta. ¿Si estoy drogado? Yo soy la droga. ¿Si puedo calmar a las fieras? Si yo soy una fiera. ¿Si se cómo se llama? Si yo soy el que nombro las cosas. ¿Si puedo comprenderlos? Si yo soy uno de ellos. Se enamoró de mis versos. sin saber que atrás había un persona, Tengo un puñado de besos, si andas por la zona. Sus palabras son espadas, mis poemas un escudo Ten cuidado con lo que decís, ten cuidado con lo que escribís, detrás de esos ojos, de esas orejas, hay cosas y personas. Vamos a verla, no harás más que quererla. Bajo el insidioso otoño, el sofocante verano, y el tormentoso invierno, En su barrio es siempre primavera. Yo le cuento al camarero, y escribo en el mismo bar, hasta que vuelva. Apaña mi canción, protege mis versos, abrazate a mis poemas. Mis tinteros no dan tregua, y escribo mil leguas. amigo de la palabra y la lengua.
  • 51. Escribo a cuatro manos, para tus ojos diluvianos Hablo a dos lenguas, mi pluma no da tregua. Son un monstruo de 1000 cabezas, discuto en los salones de belleza. Si has perdido el norte, venite al sur, no necesitas pasaporte, ahí habita un tahúr. No hay migraciones Solo hay canciones. Si besas bocas equivocadas, Y dices palabras desencontradas, venite al sur. Venite al sur donde habitan los poetas, Ahí es primavera todavía. Naufragas en unos labios de mujer Sueñas una noche de papel, venite al sur. En la escuela solo conseguí, mancharme de tiza. De memoria aprendí el número del delivery de pizza. Tengo un corazón que hereda, zapatos de otros pasos. Solo miro lo que pasa por mi vereda, del resto no hago caso. Como un mal poeta, que persigue una musa azul, que ha perdido sus cuartetas, vaya a saber en qué baúl. Otra vez a las guerras,
  • 52. sin almohadas. Otra vez a los cuentos, sin hadas. Otra vez a los versos, que no terminan en la cama. Otra vez a los besos, que no terminan, en llamas. Yo podría quedarme callado, pero mi pluma no. Es un grito en el infierno. Yo podría quedarme parado, pero mi pluma no. Anda kilómetros de distancia sobre el papel. Yo podría no hacer nada, pero mi pluma no. Y hace lo que tiene que hacer. Mi pluma provoca y toca otras bocas. Yo me siento y escribo para que otras hagan. Yo podría olvidarme, pero es mi pluma, que te llama. Yo podría calmarme, pero mi pluma no. Y todo termina siempre en llamas. Yo puedo mentirte, pero mi pluma no. Y dice la verdad. Yo podría contarte los cuentos más extraordinarios. Pero mi pluma no. Y dice las cosas más sencillas. Y si alguna vez lees que te ha engañado, fue porque dejes de llorar. Yo puedo no saber, ni entender nada. Pero mi pluma no.
  • 53. Y tiene cien ojos, Y cien orejas, y cien bocas, y cien manos. Yo soy nadie, pero mi pluma no. Dame mi pluma y juro que te conquisto el universo, En un par de líneas en un par de versos. Y hasta tengo tanta suerte que me olvido de mi muerte. Si ya sé que te da pena, morirte ante tanta gente, ante la mirada indiferente, Dejame que te cuente un cuento. Yo solo quisiera, que subamos al ascensor, y habláramos del tiempo, digamos bobadas, y llegáramos a casa. Como dejar de escribir. cuando la pluma está ardiendo, Como dejar de vivir, cuando un corazón está latiendo. Como dejar de mirarte, cuando estas temblando. Como dejar de decir, cuando están mintiendo. ¿Usted me pregunta por qué señor juez? Se murió un amigo, El no hizo nada, digamos que así lo quiso, La gente, siempre indiferente tampoco hizo nada, Y lo que más pena me da es que Yo tampoco hice nada. Entonces ardí en llamas,
  • 54. he incendie la ciudad, encendida y en cenizas. ¿Y usted tiene la insolencia de preguntar por qué? Ella era un oasis, en un desierto de gente. Ella era una tormenta, en una calma indiferente. Todos los cuentos se escriben con mi pluma, Todos los papeles en blanco se rinden ante mi pluma, Todas las hadas anidan bajo mi pluma, Todas las penas y las glorias las tilda mi pluma, Todos los caminos conducen a mi pluma. Las tormentas las capea mi pluma, Los demonios los calma mi pluma. Y escribí, kilómetros de tinta, todo sobre un papel irresistible, alegre de verse atiborrado de versos. Y escribí, kilómetros de tinta, Sin trucos, ni fórmulas matemáticas, Yo te explico todo en un cuento. Y escribí, kilómetros de tinta, Porque tengo el vicio de escribirte, Porque mi lengua se divierte. Y escribí, kilómetros de tinta, y cree un caos y una tormenta, para gente que pierde la calma. Y escribí, kilómetros de tinta, para las musas inconclusas, ¿Qué otra cosa haría un poeta? Y escribí, kilómetros de tinta, entre sonetos y cuartetas, Y viví, viví para versearlo. Te hablarán de sentimientos, un niño, un andante y un poeta. Te hablarán de lo que siento, mis ojos, mis manos y mis cuartetas.
  • 55. Yo ya no sé si mis versos son míos, O si son todos más que suyos. Pero mi pluma no, bien intuyo. Yo podría atrevido, odiarte, y si me miras, esquivarte. Pero mi pluma, ni caso. en lance poético, te quiere, y en trance prosaico, te busca, Y sabe a quién van dirigidos, todos mis gritos y latidos. Voy a drogarme, quiero decir, voy a leer. Voy a desangrarme, quiero decir, voy a escribir. Ven a matarme, quiero decir, ven a besarme. Un sueño despierta, quiero decir, me caigo de la cama. Me pongo en llamas, quiero decir, pienso en su mirada. No entiendo nada, quiero decir, no estoy contigo. Me falta un abrigo, quiero decir, se fueron los que estaban conmigo. Sobran jueces y testigos, quiero decir, se llevó hasta su ombligo. Me dejo diciendo bobadas, quiero decir, huyo con mis palabras. Hola buenas noches, quiero decir, cuanto te quiero. Suena el sonajero, quiero decir, soy un niño. Soy un manchego, quiero decir, estoy loco. Todos los días me reinvento, quiero decir, sigo contando el cuento. Voy de bucanero, quiero decir, soy del mundo entero. Siempre vuelvo al puerto, de la puerta de mi casa. No me busques en el infierno, porque me encontrarás en llamas, No me busques en el cielo, Yo no levanto tanto vuelo.