Remodelación muscular, sarcopenia y entrenamiento.pptx
HECTOR SALOMON CAHUAS MILLER
1. EL ENTRENAMIENTO DE LA
FUERZA, UNA SANA ELECCION A
CUALQUIER EDAD
El nivel de fuerza necesario para satisfacer
las exigencias del quehacer cotidiano no
varía demasiado a lo largo de la vida. No
obstante el proceso de envejecimiento trae
consigo una disminución en la producción
de fuerza lo que dificulta la realización de
tareas que antes hacíamos fácilmente
(Hakkinen, 1995). En este sentido, la
disminución de esta cualidad física es el
condicionante principal que provoca la
dependencia de los adultos mayores.
La fuerza muscular es necesaria para
poder realizar las más diversas tareas del
día a día como subir escaleras, levantarse
de la cama, o simplemente andar. No
obstante no debemos olvidar que la
disminución de esta cualidad física es una
de las causas principales de pérdida de
equilibrio en personas mayores, que trae
consigo una propensión a las caídas lo que
provocará en la mayoría de los casos
fracturas de los huesos (Bassey et al,
1992).
Son los cambios en la capacidad de
contracción del músculo los que originan
con la edad una disminución de la
condición para desarrollar la fuerza máxima
(Sargent, 1996). Si un músculo se vuelve
más lento con la edad, esto tendrá
implicaciones no sólo para la capacidad de
desarrollar la fuerza necesaria para las
actividades cotidianas sino que podrá
reducir críticamente la velocidad de
reflejos. De esta manera, ciertos
movimientos instintivos protectores no
actuarán frente a problemas inesperados
de equilibrio y ello aumentará el número de
caídas (Vandevoort y Hayes, 1989).
Es innegable que con la edad se pierde
masa muscular, pero es muy difícil
distinguir lo que es perdida fisiológica de lo
que es atrofia por inactividad. Un estudio
realizado en atletas suecos mayores de 65
años demostró que únicamente aquellos
que realizaban entrenamiento de potencia
(levantamiento de pesas) eran capaces de
mantener las características del músculo
joven (Serra, 1997). Sin embargo los
atletas que realizaban entrenamiento de
resistencia tenían la misma hipertrofia
muscular y un descenso similar de la
capacidad enzimática que los individuos
sedentarios.
La disminución progresiva de la masa
muscular así como la debilidad que ocurre
en los músculos con el envejecimiento, se
revelan también como un componente
importante que contribuye a la pérdida de
dinamismo. Este deterioro es además
causal de la merma de independencia en el
adulto mayor, de una mayor demanda de
servicios sanitarios, aislamiento social,
depresión y abandono (Sargeant, 1996).
El entrenamiento de fuerza ha sido de lejos
una de las áreas de mayor conflicto entre
los profesionales de la actividad física y la
salud cuando es analizado tanto en la fase
temprana como tardía de la vida. Los
estudios más recientes ponen de
manifiesto que entrenar esta capacidad
conduce a incrementos en la fuerza
máxima así como en la producción de
fuerza explosiva, con adaptaciones en el
sistema nervioso e hipertrofia muscular,
tanto en sujetos de mediana edad
(alrededor de 50) como en personas
mayores (más de 70) de ambos sexos. El
aumento de fuerza y masa muscular
obtenido gracias al entrenamiento en los
adultos mayores supone por ello, una
ganancia de independencia funcional y por
lo tanto una mejora en la calidad de vida, lo
que implica menor dependencia de otras
personas y, obviamente, reducción del
riesgo de contraer patologías músculo-
esqueléticas y, secundariamente, otras de
índole metabólica.