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Capitulo 10
La arquitectura de las sedes de la Diputación
de Bizkaia.De la Casa de Juntas de Gernika al
Palacio de la Gran Vía de Bilbao
DRA. NIEVES BASURTO
1.INTRODUCCIÓN
Desde antiguo, la Diputación de Bizkaia venía funcionando legalmente en aquellos lugares conside-
rados convenientes según la ocasión, tratando sus asuntos repartida y alternativamente entre dos
villas, Gernika y Bilbao.
Por un lado, la villa de Gernika, que como ubicación primigenia se había consolidado como espacio
político-simbólico de tradición ancestral representado en las Juntas. Y es que, para comprender mejor las
raíces de la Diputación vizcaína conviene analizar el devenir del actual edificio de las Juntas de Gernika,
que aunque no puede considerarse una sede exclusiva de la Diputación de Bizkaia, sabemos que su erección
fue iniciativa de la propia institución, tal como queda reflejado en multitud de testimonios; como el del
candidato a diputado por varios distritos Fernando Olascoaga y Gorostiaga, quien nos da a conocer que en
1826 la Junta aprobó las disposiciones tomadas por la Diputación para la construcción de un edificio des-
tinado a albergar el Archivo, conviniendo que la Sala de Sesiones debía construirse conforme al plano que
la Diputación considerase como apropiado; por lo que deducimos un determinante afán por crear una
nueva sede en la que cobijar la histórica institución.
Y, por otro lado, la villa de Bilbao. La Diputación vizcaína tenía la facultad de convocar el Regimiento
General en aquel lugar de Vizcaya que estimaba más adecuado, siendo Bilbao el punto de reunión que,
por preferido, fue prevaleciendo sobre otros; incluso para la custodia de la documentación emanada de los
diversos asuntos vinculados a la corporación. Aunque Bizkaia carecía de capitalidad foral, el peso político
y económico ejercido efectivamente por Bilbao y su mayor población hicieron que la villa bilbaína se im-
pusiera al resto del territorio vizcaíno como candidata definitiva a la capitalidad vizcaína; de modo que de
una designación oficiosa como capital pasó a proclamarse oficialmente la capital de Bizkaia en el siglo XIX.
El primer edificio considerado sede de la Diputación vizcaína fue el construido para tal efecto en uno de
los paños de la Plaza Nueva de Bilbao, según decisión de la Junta General celebrada el 28 de julio de 1829
bajo el árbol de Gernika. Primero desde sus discretas ubicaciones y después desde su sede en la Plaza
Nueva, la Diputación controlaba las actividades del Ayuntamiento bilbaíno y vigilaba atentamente al pode-
roso Consulado y Casa de Contratación de Bilbao y del Comercio de la Villa; un exceso de celo que daba
lugar a notables desencuentros que podían derivar en abiertas hostilidades e incluso en episodios sangrien-
tos.
Interesa analizar la coincidencia en el tiempo de la
construcción de ambos edificios institucionales, en Ger-
nika y en Bilbao, para lo que hay que tener en cuenta
la precaria situación que padecían los emplazamientos
precedentes de ambas villas, tanto la ermita de Gernika
como las primitivas y sencillas sedes de Bilbao; preca-
riedad que venía manifestándose desde tiempo atrás y
que ya revelaba urgencia. Decidir la construcción de
ambas edificaciones fue resultado de la coyuntura eco-
nómica y política del momento; un renovado poder ejer-
cido por la Diputación tendrá su reflejo en dos
construcciones simbólicas: una en Gernika, la Casa de
Juntas, testimonio y signo de su antigüedad, una acró-
polis capaz de aunar lo tradicional (ermita y roble) y lo
nuevo (parlamento actualizado), así como lo religioso y
lo político; y la otra edificación en el corazón de Bilbao,
una casa palacio en la Plaza Nueva, una construcción
con la que recordar a la villa la superior autoridad de la
provincia. Más tarde será el soberbio palacio de la calle Gran Vía Don Diego López de Haro el que ostentará
el poderío institucional.
2.UN NUEVO PROYECTO ARQUITECTÓNICO PARA GERNIKA
Una buena parte de los historiadores que han tratado el tema del edificio de Juntas de Gernika coinciden
en que éstas ocuparon un emplazamiento preexistente, el de la iglesia juradera de Santa María de la Antigua.
Al parecer, se trataba de una vieja ermita que se reedificó en 1410 a expensas del corregidor Gonzalo Moro,
quien solicitó ser sepultado en ella1
.
Carmelo de Echegaray asegura, sin precisar el momento, que se eligió el recinto de la ermita para celebrar
las Juntas Generales, en vez del campo raso que a su frente se extendía. No obstante, el ya mencionado
Fernando Olascoaga y Gorostiaga precisa que, para el año 1628, tras el hábito de celebrar las Juntas asen-
tados únicamente el corregidor y los diputados y de pie los procuradores y demás asistentes, más antigua-
mente bajo el árbol y con posterioridad dentro de la iglesia de la Antigua, se acostumbró a que para mayor
comodidad todos se sentaran porque, lógicamente, la necesidad de resolver una cantidad de asuntos cada
vez mayor requería reuniones más prolongadas. Y así lo vemos ejecutado en las Juntas convocadas para
enero de 1628, en las cuales aparecen el corregidor y los diputados sentados en sillas y los demás en los
asientos de piedra que se habían dispuesto a los lados de la iglesia. Por motivos que analizaremos más ade-
lante y que tienen que ver con la disposición interna de la nueva Casa de Juntas, interesa destacar este
dato: los bancos de piedra se situaban a ambos lados de la iglesia, mientras que las sillas parecían ocupar
el centro del templo.
Todo apunta a que hacia 1686 se construyó una sacristía para que sirviese de Archivo a Vizcaya. En 1700
se habrían colocado bancos de madera con respaldos para los representantes de las poblaciones vizcaínas,
quizá en los mismos lugares que ocuparon los bancos de piedra. A lo largo del siglo XVIII este edificio fue
sometido a numerosas obras de reparación, hasta que en 1796 el arquitecto Alejo de Miranda solicita al Se-
ñorío de Bizkaia permiso para ejecutar un edificio colateral a la iglesia juradera. La documentación nos
muestra obras de reparación en el interior del edificio y en la parte correspondiente al Archivo, que muy
probablemente se dispuso en el piso superior de la mencionada sacristía.
A pesar de las obras de ampliación y mejora ejecutadas en el recinto ceremonial de las Juntas Generales,
para 1826 eran notables y evidentes sus carencias, decretándose su demolición y decidiéndose levantar un
nuevo edificio que fuese testimonio del afecto con que los vizcaínos evocaban y recordaban aquel lugar
donde durante siglos se habían resuelto tantos asuntos importantes y concernientes a la libertad y a la pros-
peridad del Señorío de Bizkaia.
Las razones decisivas para proceder a la sustitución de la tradicional iglesia juradera parecen resumirse
en dos. La primera, su angustura y falta de funcionalidad, ya que hubo de adaptarse a un espacio previo
que no cumplía las nuevas necesidades requeridas. La segunda, su naturaleza humilde, un calificativo que
resulta paradójico si consideramos la tradición en que se basa y el apego a lo ancestral, pero al mismo
HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014
482
Sede de las Juntas Generales de Bizkaia y Arbol de Gernika en 1846. J.E. Delmas
dibujo y litografía. Viaje pintoresco por las Provincias Vascongadas. Obra desti-
nada a dar a conocer su historia y principales vistas, monumentos y antigüeda-
desetc.,enláminaslitografiadascopiadasaldaguerrotipoydelnaturalporJ.E.D.
y acompañadas de texto. Bilbao, Imprenta y Libreria de N.Delmas, 1847.
tiempo un adjetivo ilustrativo, ya que nos ofrece una idea sobre la nueva deriva política emprendida por
las autoridades de la Diputación vizcaína.
Pero además había que tener en cuenta el importante asunto del Archivo. La documentación, desasistida
y desorganizada, venía adoleciendo prolongadamente de un estado de conservación lamentable. Francisco
Sesmero, archivero conservador de la Casa de Juntas de Gernika desde 1959, señala que el Archivo General
del Señorío de Bizkaia llegó a atesorar varios millones de documentos, pues su serie documental que co-
menzaba en 1366 se fue ampliando paulatinamente con más documentación entre los siglos XV y XIX. Ses-
mero afirma que en ese archivo se encontraba documentación referente a: Cartulario Real, Juntas Generales,
Guerras, Guerras Civiles, Marina, Culto, Clero o Armamento; así como documentación relativa a la limpieza
de sangre.
Los documentos allí custodiados eran considerados documentación preciosa e indispensable para pre-
servar derechos, fueros y regalías; de ahí la premura por disponer de un edificio para el Archivo; una cons-
trucción que se decidió incluso antes que la correspondiente a la parte de las Juntas Generales2
.
Paralelamente a este Archivo, en Bilbao se había ido conformando otro: el Archivo Manual, que guardaba
los documentos de tipo administrativo relativos a las Juntas celebradas en la villa, y al que nos referiremos
más adelante.
En conclusión, debía levantarse un edificio acorde a las cada vez mayores y más elevadas necesidades
que demandaba la institución. Eso sí, debía hacerse recopilando toda la carga simbólica y representativa de
las edificaciones precedentes, lo que suponía una especial atención al histórico roble; y al mismo tiempo
debía responder a los renovados requisitos funcionales de la institución. Para elaborar el proyecto corres-
pondiente se solicitó la participación del arquitecto Antonio Echevarría, y comprobamos que el encargo re-
cayó directamente en él; atendiendo a Fernando Olascoaga y Gorostiaga, “el técnico presentó dos proyectos
de los que se aceptó uno”3
. Incidimos en este hecho porque quizá no se trate efectivamente de dos proyectos
sino que, como veremos más adelante, Echevarría podría haber presentado unos planos generales en 1827,
y en 1839 los habría complementado con otro parcial que incluía una serie de modificaciones.
3.EL ARQUITECTO ANTONIO ECHEVARRÍA
Las razones para la elección de Antonio Echevarría como arquitecto están más que justificadas si tenemos
en cuenta la formación y la trayectoria de este técnico. Nacido en 1786 en la anteiglesia de Larrabezúa, lo-
calidad en la que se localizan ricas canteras, podemos presuponerle un temprano interés por la construcción,
ya que desde muy pronto lo vemos trabajando como aprendiz de entablador en Bilbao. Más tarde constará
como sobrestante4
en algunas obras, e incluso ejercerá como arquitecto propiamente gracias al título otor-
gado por la Diputación vizcaína; y es que previamente a la creación de la madrileña Academia de Bellas
Artes de San Fernando (1752), la facultad de conceder los títulos de arquitecto y de maestro de obras recaía
en tribunales, jueces, juntas, congregaciones, cofradías o ciudades. A partir de 1824 el endurecimiento del
control ejercido por la Academia de Madrid llevó a Echevarría a defender su título de arquitecto ante esa
Academia ese mismo año, gracias a un brillante ejercicio y a la obtención de una buena calificación. Por lo
que desde 1824, con 38 años, Echevarría será arquitecto por la Real Academia de Bellas Artes de San Fer-
nando, resultando ser un ejemplo del perfecto “arquitecto de San Fernando”, al adoptar la consigna de esta
Academia de conseguir profesionales capaces de dominar tanto la teoría como la praxis.
Antonio Echevarría conocía todos los secretos de la construcción; desde su posición a pie de obra, sabía
de entablar y levantar muros, y estaba capacitado para manejar cuadrillas de peones y discutir sobre mate-
riales. Además del dibujo del natural dominaba el dibujo técnico, por el que sentía un profundo respeto;
también manejaba con destreza el ejercicio de las sombras, siguiendo los modelos colgados en la Sala de
Arquitectura de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. De la faceta teórica de este arquitecto deja
constancia su manuscrito que, con una clara finalidad pedagógica, fue elaborando a lo largo de su vida
profesional y tituló Recopilación de diferentes proyectos de edificios públicos; casas de Villa, hospitales, Te-
atros, palacios y ó otros edificios mas distinguidos que se conocen en las poblaciones mayores de diferentes
renos (sic) del Mundo. El objeto de esta recopilación es facilitar el estudio a los principiantes que desean
seguir el Estudio hermoso de la Arquitectura Griega Romana5
. En estas recopilaciones Echevarría testimonia
su deuda con la Enciclopedia francesa y con los principios sobre arquitectura defendidos en estos escritos
enciclopédicos franceses; asumiendo el arquitecto la máxima ilustrada de la defensa de la arquitectura clásica
y de los órdenes arquitectónicos, a los que dedica la primera parte de su manuscrito, emulando la mencio-
LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ...
483
nada Enciclopedia francesa. El técnico enfatiza en la bondad del dibujo como instrumento indispensable
para el florecimiento de la arquitectura; y defiende la tratadística clásica, sobre todo a Vitrubio y su De Ar-
chitectura (siglo I a.C.) y sus principios; la firmitas o seguridad a nivel técnico y constructivo, la utilitas o
función a la que se destina, y la venustas o belleza que posee. Dejando constancia de sus lecturas y de su
continua formación, cita a otros autores: Palladio, Vignola; o Durand, más contemporáneo. La deuda de
Echevarría con la Enciclopedia francesa y Vitrubio será, con matices, algo común en la práctica totalidad de
los arquitectos del momento. Por otro lado, podemos comprobar que el carácter y la organización que ma-
nifiesta su libro de modelos aparecen en otros coetáneos interesados en formar y educar nuevos arquitec-
tos.
Hay otro hecho importante que liga a Antonio Echevarría con la Academia de Madrid y con el ideario
de la misma: su estrecha relación con el arquitecto Silvestre Pérez; uno de los decididos introductores de la
arquitectura neoclásica en el País Vasco en general y en Vizcaya en particular, siendo en esta provincia y
concretamente en Bilbao donde dejó obras tan importantes como el Hospital de Atxuri y el antiguo Ayun-
tamiento de la Villa, así como el trazado de su Plaza Nueva, sin olvidar su polémico proyecto para el Puerto
de la Paz que, en connivencia con Godoy y en radical oposición a los intereses de los bilbaínos, realizó
para el Señorío de Bizkaia. Silvestre Pérez fue discípulo de Ventura Rodríguez, a quien Echegaray adjudica
la responsabilidad de introducir primeramente el neoclasicismo en el País Vasco. Después Pérez estuvo
pensionado en Roma. Estudioso de tratadistas como Milizia o Palladio, ejerce como profesor de la Academia
de San Fernando, donde deja fuerte impronta en los arquitectos jóvenes. Echevarría, por su parte, que per-
manece cerca de Pérez en algunos de los proyectos citados, llegará a heredar el proyecto de la Plaza Nueva,
para cuya ejecución se mantiene fiel al espíritu y la letra de su maestro, llegando incluso a superarle en
rigor y ortodoxia.
Como vemos, el ejercicio profesional de Echevarría permanece durante un tiempo en la órbita del am-
biente ilustrado6
, coincidiendo con el relanzamiento de la obra civil no sólo en Bilbao sino en toda la pro-
vincia; y fue en ésta, aunque el Ayuntamiento y el Consulado bilbaínos también participaron, donde la
Diputación puso en marcha un dispositivo constituido básicamente por arquitectos, con el fin de dotar a la
provincia de una importante red de caminos que facilitara su auge comercial y que, consecuentemente, in-
crementase su actividad económica. Entre los encargados de realizar dichas obras de infraestructura encon-
tramos de nuevo a Silvestre Pérez. En 1819 la Diputación encomienda a este arquitecto la demarcación,
delineación y extensión del plano del camino de Bilbao a Balmaseda, “hasta el confín del Señorío”. Para
ese mismo año Pérez también figura como arquitecto director del camino Durango-Bermeo. No parece ca-
sual que en 1826, un año después de la muerte de Silvestre Pérez, sea Echevarría quien ejecute los dos
grandes planos de dos Caminos Reales: el de Bilbao-Pancorbo y el de Bilbao-Durango con sus ramales de
Ermua y Otxandiano. Por lo que quizá tampoco sea una coincidencia que ese mismo año se le encargara
el proyecto de la Casa de Juntas de Gernika, ni que de forma casi simultánea se le confiase también el
diseño y la construcción del edificio de la Diputación en la Plaza Nueva de Bilbao, un proyecto que, recor-
demos, era otra herencia de Pérez. Aparentemente, el veterano arquitecto Pérez también consiguió transmitir
a Echevarría su habilidad para moverse con soltura entre dos clientelas: la de Gernika, y la de la Villa y
Consulado de Bilbao; no muy bien avenidas y enzarzadas en conflictos y disputas sin fin.
En cuanto al enfoque de sus proyectos, las respuestas a los retos que habría de superar Antonio de Eche-
varría radican en su mentalidad de arquitecto de la Academia, en su formación bajo los principios de la ad-
miración de lo que él llama “la buena arquitectura”, por no decir la única arquitectura. A su entender “la
arquitectura antigua es la mas hermosa por la armonía de sus proporciones, buen gusto de sus perfiles,
oportuna aplicación y riqueza de sus adornos elegantes, y estilo grandioso asi en el todo como en sus
partes. Esta clase de arquitectura la imbentaron (sic) según opinión general los griegos: y de estos recibieron
los Romanos, los cuales con sus magnificas obras eternizaron á la posteridad esta Arquitectura”. En cuanto
a la elección del estilo a seguir nos dice literalmente que “la arquitectura es la ciencia de construir los edi-
ficios conservando buenas proporciones y leyes del Arte, empleando oportunamente los adornos mas ele-
gantes que sean posibles. La arquitectura se divide en varias especies, civil, Militar, Naval, Antigua y Gótica”.
Y, por si hubiera alguna duda con respecto a sus preferencias, considera que “la arquitectura gotica se
aparta enteramente de las obras mas bien proporcionadas como se conocen por el carácter de sus edificios.
Esta arquitectura fue imbentada (sic) según opinión general por los godos, sus perfiles no guardan propor-
ción con el todo y sus adornos caprichosos carecen de buen gusto”. No hay, pues, duda sobre la arquitectura
que prefiere; y aunque posteriormente matiza e introduce alguna virtud respecto a la arquitectura medieval,
lo cierto es que Echevarría milita en un neoclasicismo estricto y alejado, aún, de las corrientes románticas
que invadirán el panorama europeo en décadas sucesivas.
HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014
484
4.EL PROYECTO DE ANTONIO ECHEVARRÍA PARA LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA
Gracias al ya mencionado libro manuscrito de Echevarría hemos podido conocer de primera mano el
proyecto que presentó ante las Juntas, previa aprobación de la Academia de Bellas Artes de San Fernando,
como era preceptivo. En dicho manuscrito figuran los planos originales de su edificio para la Casa de Juntas
de Gernika; resultando muy descriptivos los títulos de dichos planos: Plan del nuevo Salon de Juntas que
se intenta ejecutar de nueva planta en el sitio del anterior que existe en la Antigua de Guernica de este
Señorio de Vizcaya con arreglo al Plan formado y aprobado por la Real Academia de San Fernando en su
Junta ordinaria de 18 de Febrero de 1827 para el nuevo Archivo que se está ejecutando de nueva planta en
dicho sitio de la Antigua, y Plan de alzado y cortes del nuevo Salon de Juntas Generales que se intenta eje-
cutar de nueva planta en la Antigua de Guernica de este Señorio de Vizcaya con arreglo al Plan formado
y aprobado por la Academia de San Fernando que se está ejecutando de nueva planta. Ambos están firmados
en Bilbao el 26 de septiembre de 1827. Junto a la rúbrica del arquitecto puede leerse: “Lo invento y lo de-
lineo”. Además consta otro plano en el que se lee: “Delineado en mayo de 1839”; se trata de un plano de
la fachada y corte del cuerpo principal del edificio, es decir, contiene la Sala de Juntas exclusivamente, y
en el que Echevarría incluyó algunas modificaciones que no afectan sustancialmente al edificio, pues se co-
rresponden con la inserción de algunos elementos decorativos.
Respecto a la cuestión de la
funcionalidad, y a tenor de la ci-
tada documentación, Echevarría
se enfrenta a lo que parece una
indefinición del programa por
parte de las Juntas. Tras la lectura
de los distintos textos y documen-
tos es patente la insistencia de la
institución en la necesidad de alo-
jar en primer lugar el Archivo. Las
razones de esta prioridad ya las
hemos señalado anteriormente.
También es clara la referencia a
un hipotético edificio para Parla-
mento. Sin embargo, no puede
concluirse la utilidad que iba a
darse al hipotético tercer cuerpo
que reiteradamente se ha mencio-
nado entre los historiadores del
tema. Nos referimos al que no se
hizo, al que debía haberse situado
simétricamente al otro lado del
cuerpo central del edificio. Y es
que, desde el planteamiento con-
ceptual originario, las necesidades
pasaban por ejecutar primeramente un edificio para alojar el Archivo, y después otro para realizar las reuniones
de las Juntas. De este modo, Echevarría se limitó a dar curso a estas dos necesidades, dejando en suspenso la
edificación de un tercer cuerpo. Así parece deducirse del plano que se incluye en el citado libro de modelos,
donde ambos edificios, el del Archivo y el de la Asamblea, están claramente perfilados y diferenciados, mientras
que el tercer cuerpo queda dibujado con un grafismo mucho más impreciso. De hecho, en el plano firmado
el 26 de septiembre de 1827 el cuerpo destinado a la Asamblea tiene dibujadas dos escalinatas laterales para
acceder tanto al pórtico principal como al acceso de la parte trasera. Es decir, no se contaba con la ejecución
de ese tercer cuerpo.
Este planteamiento, aparentemente claro, encierra contradicciones. Por un lado, se opone a la propia esen-
cia de la arquitectura clásica, que difícilmente podría justificar la palmaria falta de simetría y equilibrio entre
las partes. Por otro, extraña el hecho de que aún hoy pueden observarse los sillares que sobresalen del muro
norte, tanto en el pórtico como en la parte trasera, apuntando a una continuidad del mismo y dejando en sus-
penso, pero claramente sugerida, la posibilidad de su continuación. En este sentido, un siglo después, tampoco
Carmelo de Echegaray nos permite desvelar el misterio cuando escribe:
(…) el año 1833, en que se dieron por terminadas estas obras con la construcción de la capilla y del cuerpo
que a la parte meridional de ella se levantó para archivo, se llevaban invertidos en ella 836.365 reales y 20 ma-
LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ...
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1
2
1. Planta general de la casa de Juntas. Proyecto de A.
Echevarría 1837.
2. Cuerpo destinado a la Asamblea. Proyecto de A. Eche-
varría 1837.
ravedís. No bien se había dado fin a estos trabajos, sobrevino la guerra civil que ensangrentó las campas de
Vizcaya desde 1833 a 1839, y sea por esa causa, sea porque se creyese que con lo construido había bastante
para las necesidades a que había de atender, el hecho es que la Casa quedó en tal estado, y ni siquiera durante
el reinado de Isabel II, en que el país gozó de relativa tranquilidad y las Juntas continuaron reuniéndose en
aquel recinto, se trató de completar el edificio. Ya en nuestros días se ha iniciado más de una vez ese proyecto,
y se ha hablado de levantar otro cuerpo lateral a la parte del Norte para realizar en su totalidad el plan con-
cebido por don Antonio de Echevarría; pero tales ideas no han llegado a concretarse ni siquiera en un acuerdo
de la Diputación. (…).
Además, no deben descartarse dificultades relativas al solar, por lo reducido del mismo y por el hecho
de que es muy probable que, al respecto, mediaran diferencias entre las Juntas o la villa de Gernika y la
anteiglesia de Luno por el tema de la demarcación territorial; y es que, al parecer, la sede de las Juntas Ge-
nerales se asentaba en un territorio que pertenecía a esta última anteiglesia.
Para el proyecto, Echevarría echará mano de su repertorio de arquitectura neoclásica; una arquitectura
que cada vez se interesa más por el buen oficio y la adecuada ejecución; que ensalza la excelencia de los
materiales y las técnicas de construcción; que insiste en la preocupación por la comodidad y la distribución
que la edificación lleva aparejada. Y todo para llegar a la obra óptimamente ejecutada, lo suficientemente
expresiva como para revelar esa buena ejecución y exponer con claridad los elementos constructivos, sim-
plificando su forma hasta que ésta exprese su función. En cuanto a la resolución general de la planta, varios
autores, como por ejemplo José Ángel Barrio, han querido ver la impronta de Juan de Villanueva y del sis-
tema que éste experimentó en la Casita del Príncipe del Pardo y que desarrolló en el Prado: la composición
en cinco cuerpos. Por su parte, Pedro Moleón Gavilanes menciona en sus trabajos monográficos sobre Vi-
llanueva, y concretamente en lo relativo a las obras citadas por Barrio: el fuerte palladianismo de Villanueva;
la estilofilia; la composición axial, siempre dominada por un eje de simetría cortado perpendicularmente
por otro que acoge las circulaciones del interior; así como los desarrollos compartimentados de los espacios
de pequeña escala; y la horizontalidad de las composiciones trabadas, de volumetrías cúbicas contrastadas.
Y aunque todas estas nociones tal vez podrían considerarse utilizadas para el proyecto “completo”, su apli-
cación con respecto al edificio ya realizado parece más difícil.
En clara justificación de la comodidad vitrubiana, lo que sí deja claro el proyecto de Echevarría es la
búsqueda de compartimentación, de independencia entre los elementos que recogen necesidades distintas;
así, el Archivo y el Salón de Juntas (Salón de Sesiones) serán independientes. Una serie de ejes perimetrales
se encargan de relacionar los dos “cuerpos de edificio”. Un atrio espacioso y una galería cubierta en forma
de L invertida enmarcan por dos de sus lados un patio abierto, dos veces más largo que ancho. También a
un lado del patio se sitúa un Salón de Juntas particular. El patio, un elemento ajeno a la tradición de la ar-
quitectura local y desaconsejado en un clima extremadamente lluvioso, es incluido por Echevarría en un
acto de coherencia y ortodoxia, siguiendo un criterio ampliamente difundido en libros y manuales de ar-
quitectura en boga en aquel momento. El arquitecto Manuel Fornés y Gurrea (1777-1856) dejó escritas des-
criptivas alusiones a los patios, considerados indispensables en todas las edificaciones, tanto grandes como
pequeñas, pues gracias a ellos es posible iluminar y
ventilar el interior de los edificios, lo que influye en
la salubridad de los mismos; llegando a mencionarse
que los antiguos ya los construyeron y también los
romanos, quienes los denominaban peristilos, según
refiere Vitrubio, y los circunvalaban de pórticos a
través de los cuales se comunicaban con las demás
viviendas. Sólo así podemos explicarnos que se lle-
gase a construir un elemento tan poco funcional
como es el patio, que finalmente terminó cubrién-
dose.
El cuerpo destinado a Archivo presenta una
forma rectangular y corre paralelo al lado mayor del
patio. Está conformado por un semisótano y una
planta superior donde se sitúa el Archivo Alto. Éste
consta de una sala alargada con balcones de grandes
dimensiones con antepechos de hierro en la que una
larga mesa ocupa el centro. A ambos extremos del
Archivo, dos espacios: uno, del lado de la fachada
principal, destinado a despacho de los asuntos co-
HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014
486
Teatro Cómico Isla León (Cadiz) interior.
rrespondientes al Archivo; en el extremo opuesto el Índice de los asuntos pertenecientes al Archivo. Al ex-
terior, la fachada da al mediodía y su paño central presenta tres grandes huecos en forma de ventanas aba-
laustradas con antepechos de hierro; existiendo dos ventanas idénticas en cada uno de los laterales. Sobre
los huecos corre una amplia imposta sobremontada por cinco ventanas termales, por cierto, muy del gusto
de Silvestre Pérez.
Siguiendo el programa de necesidades, fue el diseño del Salón de Juntas, el espacio asambleario, donde
sin duda Echevarría debió encontrar la mayor dificultad a la hora de conceptuarlo. Recordemos que esta Sala
de Sesiones, en compensación por el derribo de la iglesia de la Antigua y por ocupar su lugar, debía cubrir
también las necesidades derivadas de su carácter de templo, es decir, debía ser iglesia y parlamento a la vez.
Sin embargo, debemos insistir en el hecho de que, si bien la elección de un modelo de templo no debía
ofrecer mayor dificultad dada su proliferación, este caso no era el de un espacio destinado específicamente a
usos parlamentarios; para el concepto de esta doble funcionalidad se carecía de referentes en España e incluso
en Europa. En este sentido, Echevarría debía “inventar” una nueva tipología para un edificio de nueva planta.
Pero, ¿dónde buscar esa inspiración? En nuestra opinión, el antecedente a la edificación de Gernika hay que
buscarlo en Cádiz, concretamente en el espacio elegido por las Cortes para sus primeras reuniones, a partir
de 1810.
Designada la Isla de León para la reunión de las Cortes y nombrado de ellas aposentador el teniente general
del Ejército, Excmo Sr. D. Pedro Gonzalez Llamas, el ingeniero de Marina D. Antonio Prat, por orden de aquel,
procedió á hacer en el hoy Teatro de las Cortes las obras mas convenientes para su transformación en sala de
sesiones, por no haber encontrado, dice Gautier, otro sitio más a propósito7
.
Como vemos en esta cita, Eduardo Quintana menciona a Gautier, quien además de un dibujo del Salón
de Sesiones deja una detallada descripción del aspecto que ofrecía dicho Salón tras las reformas de Antonio
Prat8
:
El patio había sido igualado al antiguo foso escénico, con lo que el salón quedó de figura elíptica; su mayor
diámetro, 26 varas, y el menor 14. (…) Un retrato del rey (de cuerpo entero) presidía bajo dosel el salón. (…)
En medio del mismo salón hallábase la mesa con cinco sillones; uno para el Presidente de las Cortes y cuatro
para los secretarios.
Dos tribunas de las llamadas de “las arengas”, cada una de capacidad de una vara en cuadro, á las que su-
bían por dos escalones, encontrábanse en medio del salón; una á la derecha y otra á la izquierda.
Había en todo el teatro al pié de los antiguos palcos, dos hileras de asientos, para los diputados y hacia el
centro del salón pequeños sofás con destino a los mismos. Todas estas tres filas estaban adornadas con cojines
y espaldares de damasco carmesí.
Además, cuando en 1811 “se propuso pasar las Cortes a Cádiz se eligió el oratorio de San Felipe Neri
como nuevo Salón de Cortes y nuevamente, se encargó al ingeniero Antonio Prat las obras de habilitación.
El nuevo salón de Cortes tendría igualmente planta elíptica en la que se dispusieron tres galerías con cuatro
entradas para que los diputados pudieran acceder a sus asientos; dos de ellos, a modo de hileras de bancos
corridos; la tercera, con sillas (…) las dos últimas, que tienen barandaje solamente de madera. (…) En el
centro del Salon y frente al presbiterio se sitúa la mesa de Presidencia a cuyos lados se colocaron las tribunas
de los oradores. El Altar fue cubierto de telares de color damasco carmesí dejando a la vista las dos pilastras
jónicas que se respetaron a modo de adorno para el salón.”
Continuando con la secuencia histórica, cuando las Cortes deciden en 1813 trasladarse a Madrid, una
vez más será Antonio Prat el encargado de elegir el nuevo local y de realizar las obras de habilitación en
un Salón de Cortes, esta vez en el Convento de doña María de Aragón; no obstante lo cual, hasta la finali-
zación de dichas obras las Cortes se reúnen en el Teatro de los Caños del Peral. Para este proyecto Prat
opta por una planta paraboide y por la disposición de los escaños en una serie de filas en su eje más largo,
resultando “una hermosa sala neoclásica que grabados contemporáneos permiten reconocer en su estado
inicial”9
, y que tras sucesivas reformas aloja en la actualidad el Salón de Sesiones del Senado de Madrid.
Nos inclinamos a considerar estas fuentes como las más verosímiles dentro del panorama de la arquitec-
tura de aquel momento, habida cuenta de que los antecedentes europeos apenas contaban con iniciativas
de este orden, exceptuando las de los cantones suizos, que aspiraban a construir sus propios capitolios,
aunque no consiguieron hacerse realidad salvo en el caso de Lucerna y ya entre los años 1841 y1843. Existen
otros antecedentes, los edificios parlamentarios de los condados de Gloucester (1814-1816) o Hereford
(1817-1819), aunque no parece que estas edificaciones fueran las inspiradoras del proyecto de Gernika, ya
que ambas, en el más puro estilo griego, fueron obra de Sir Robert Smirke, autor del Museo Británico. Más
cerca, es muy probable que Echevarría conociese el proyecto que Silvestre Pérez había realizado para José
LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ...
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Bonaparte, quien le encargó la acomodación de un “Salón de Cortes” en la gran rotonda de San Francisco
el Grande (1810), en Madrid; aunque comprobamos que el arquitecto vasco se decantó decididamente por
la elipsis y no por el círculo. En el Salón de Juntas de Gernika la capilla o altar se halla en el testero, y la
sacristía en la parte dorsal y lateral, a donde se entra por una puerta de la fachada posterior del mismo
cuerpo. La sala, en el hemiciclo sobre el que descansa y apoya la gradería de los asientos, mide 5,51 metros
de ancho y 18,88 metros de largo, contiene cuatro filas de bancos corridos y superpuestos, y por remate
una galería destinada a albergar el público. Es decir, el esquema empleado por Echevarría recuerda enor-
memente el descrito por Gautier. Se reproduce la forma y la disposición de las gradas, enfrentadas a modo
de anfiteatro romano, aunque se sustituye la Presidencia Real por la capilla que se halla en el testero. En el
caso de Gernika las autoridades no están ubicadas en el centro del hemiciclo sino de espaldas al mencionado
altar, que tras el oficio previo de misa se cubría con un paño. En el caso vizcaíno, las gradas a ocupar por
los representantes de las anteiglesias se reproducirían en idéntica posición y en piedra, en recuerdo de los
humildes bancos de la iglesia juradera. Sobre estos bancos de piedra se dispusieron estructuras de madera.
En cuanto al aspecto exterior del edificio, realizado a base de la piedra de la clase asperón procedente
de Oiz, Echevarría adoptaría el más riguroso de los estilos neoclásicos. El pórtico in antis, que confiere el
acceso principal al recinto y que él mismo define como pórtico vitrubiano, presenta un par de imponentes
y sobrias columnas de orden toscano; orden romano, severo y parco en adornos. Esta elección tiene su
justificación en la seriedad requerida por un edificio de estas características. El orden toscano era tratado
de forma solemne y rigurosa; además era bien conocido por Echevarría, quien lo había observado en varias
obras del entorno de Bilbao: en el Hospital de Atxuri; en el pórtico de la iglesia del Cementerio de Mallona,
obra de Juan Bautista de Belauzarán; y en los pórticos de la Plaza Nueva bilbaína. Posteriormente, y dentro
de las modificaciones introducidas por él mismo en los planos de 1839, sobremontaría el friso de este
pórtico de entrada con un gran escudo con las armas de Bizkaia, recurso que se reproducirá de forma casi
idéntica en la Plaza Nueva de Bilbao. En el interior, y en perfecta correspondencia con el pórtico de entrada,
Echevarría optaría de nuevo por el orden romano en el par de columnas de elevados plintos que conforman
la embocadura del altar.
Fernando Olascoaga y Gorostiaga menciona los aspectos constructivos relativos a la tribuna juradera,
llamada Tribuna o Templete de los Patriarcas, y situada en lugar de honor bajo el roble para presidir los
actos con que se abrían las Juntas Generales antes de dar comienzo a las sesiones deliberativas en la “igle-
sia-parlamento”. Dicha tribuna juradera fue construida casi adosada al árbol, al tiempo de la Casa y el Ar-
chivo, en el mismo lugar en que se hallaba el templete anterior; consta de siete asientos y está sostenida
por ocho columnas en las que descansan una sencilla cornisa y una lápida sin inscripción alguna que
recubre el muro y el escudo del coronamiento. Lo cierto es que la mencionada Tribuna de los Patriarcas no
figuraba como tal en el proyecto original de Echevarría. Con una escala aún más descompensada que la del
proyecto definitivo Echevarría, en un principio, se limitó a diseñar un pequeño altar cuya disposición re-
cuerda al altar de Pérgamo; con una escalinata central y dos pequeños cuerpos laterales. La justificación de
esta construcción parece radicar en servir de receptáculo al viejo roble, situado a su espalda, en la parte
trasera, y encerrado en un muro semicircular. Es muy probable que imposiciones de tipo técnico obligaran
a Echevarría a una variación de la propuesta ini-
cial, finalmente concretada en la disposición del
actual templete, de escaso fondo y resuelto a
modo de pórtico; una suerte de pequeño tem-
plo octástilo de orden corintio en cuya concep-
ción se ha apuntado la referencia al gran
pórtico del Panteón de Roma o Panteón de
Agripa. Sin embargo, no consideramos dicha re-
ferencia como la fuente de inspiración de Eche-
varría, pareciéndonos más ajustada la existencia
de una correlación entre la conceptualización
de la construcción y la función última del edifi-
cio, la parlamentaria. Para este caso del pórtico,
aventuramos que la influencia pudo venir del
edificio de la Asamblea Constituyente de París
y de la ubicación de los Quinientos en el pala-
cio Bourbon, en cuya fachada principal el ar-
quitecto Bernard Poyet incluiría un pórtico
HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014
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Alzados y cortes de la Casa de Juntas según proyecto de A. Echevarría firmado el 26 de sep-
tiembre de 1837.
monumental de orden corintio con doce columnas y que, aunque
criticado por su escasa funcionalidad, pudo muy bien servir a Eche-
varría, quien precisamente demandaba un espacio a modo de pór-
tico pero sin esa función. Como resultado, un pórtico de escaso
fondo con un sentido meramente ceremonial y en el que acoger los
siete asientos de las más altas autoridades. Es muy probable que la
obra de París, realizada entre 1806 y 1808, llegara hasta Echevarría
gracias a la abundante bibliografía francesa que siempre utilizaron
los profesores y alumnos de la Academia de San Fernando. Ya que
en el proyecto final no se pudo incorporar el árbol en la manera
que pretendía Echevarría en un principio, el roble quedó desligado
del templete. Además, los trabajos realizados en la cimentación da-
ñaron fatalmente las raíces del árbol, por lo que en 1859 se tuvo
que plantar un vástago de roble que se ubicaría en la parte delantera
del Templete de los Patriarcas que nos ocupa. El viejo árbol, muy
deteriorado y amenazado por las reformas de 1897, en primera ins-
tancia se revistió a modo de relicario con una estructura de hierro y
cristal. En 1929 dicho recubrimiento se sustituyó por el actual tem-
plete circular.
Con todo, el 5 de julio de 1831 la Junta General pudo celebrar
su primera sesión en las nuevas instalaciones. Después, superando
guerras y conflictos, las reuniones de la institución se sucedieron
hasta que en 1876 aconteció la pérdida de los fueros, haciéndose
efectiva la suspensión de las actividades en 1877. Es en 1897 cuando
la Diputación Provincial vizcaína vuelve sobre su viejo edificio en
Gernika, dado el mal estado de algunas de sus instalaciones y por lo significativo del lugar para los vizcaínos;
invirtiéndose el dinero necesario para que el Solar y la Casa de Juntas recuperase su correspondiente estatus.
Fue entonces cuando se emprendieron importantes obras de mejora, recogidas en la Memoria de las Refor-
mas ejecutadas en la casa Solar de la Antigua de Guernica elaborada por el diputado Isidoro de León, y
que afectaron tanto al exterior como al interior del conjunto. Se arreglaron paseos y jardines, se colocaron
bancos de hierro y madera, se fijó la verja sobre el murete, se instaló luz eléctrica en el exterior, se intentaron
paliar en lo posible las deficiencias del Archivo, y se dispuso una biblioteca pública en una de las salas
contiguas al Archivo, donde se reunían las Comisiones de la Juntas en la época foral. Paralelamente, su co-
lección de obras artísticas fue creciendo y se encargaron al pintor Adolfo Guiard las vidrieras que desde en-
tonces coronan la Sala de Juntas.
En nuestra opinión, Echevarría resolvió dignamente este encargo repleto de dificultades de toda índole.
Se mantuvo fiel al topos griego, entendido como “el carácter del lugar” y respetando toda la carga de signi-
ficado que la ubicación de la primitiva iglesia tenía, esa hierofanía o manifestación de lo sagrado que ade-
más estaba en íntima relación con su ambiente natural. También supo recoger el carácter de acrópolis que
debía presentar: ser un conjunto arquitectónico emplazado en un alto, estar rodeado por un murete, aunar
lo sagrado y lo político pero sobre todo lo simbólico, concretado en el viejo roble, árbol sagrado desde la
antigüedad (Carmelo de Echegaray evoca la mitológica encina de Dodona). En lo funcional, Echevarría
consigue resolver, sin contar con precedentes, el tema de la tipología para un edificio parlamentario. En
cuanto al exterior, el edificio tampoco traiciona esa máxima según la cual “la arquitectura vasca, sobre todo
en Vizcaya y Guipúzcoa, de uso público, fue siempre de una sorprendente severidad”10
. No obstante todo
lo señalado, nos atrevemos a decir que no fue lo que podríamos calificar de edificio popular, pues adolece
de cierto carácter retórico. De modo que si bien es cierto que la severidad es una característica de la arqui-
tectura pública en el País Vasco, también lo es la aceptación y el arraigo que tuvo el barroco en nuestra
tierra; de ahí la dificultad para aceptar el excesivo rigor e intelectualismo de un neoclasicismo cuya presencia
e incidencia muchas veces resultaban más que destacadas. Quizá en el caso de Gernika el paso de una er-
mita a un templo ilustrado presentara dificultades de asimilación por romper el orden y la armonía tradi-
cionales. Y lo decimos, quizá leyendo entre líneas, a raíz de un comentario de Juan Ernesto Delmas,
intelectual del momento y buen conocedor tanto del paisaje como del paisanaje cuando escribe:
(…) El aspecto que presenta una de estas asambleas es por demás curioso: allí la antigua anguarina vizcaína,
el calzon corto y la montera ó el cónico sombrero campesino, hacen su vetustez al lado del aristocrático frac,
del elegante pantalón y del apretado guante: -la espesa melena del “echecojauna” y el ancho cuello de la
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Alzado y corte del cuerpo destinado a la Asamblea con
los cambios introducidos por A. Echevarría. Mayo de 1839.
camisa que cubre la mitad de la espalda del rústico aldeano, se confunde con el esmerado traje del habitante
de la villa; (…).
Concluyendo, Echevarría realizó un edificio muy en consonancia con su finalidad, y en este sentido no
escatimó esa solemnidad que en opinión de Pedro Navascués Palacio siempre han buscado los edificios
parlamentarios:
(…) si se hacen excepciones del Parlamento de Londres y de la caprichosa arquitectura neogótica de Bu-
dapest, los parlamentos han tendido, desde el XVIII, hacia el lenguaje de los órdenes clásicos como expresión
formal y símbolo moral de su alto cometido.
Desde Viena hasta Washington estas arquitecturas se han sustraído de la efímera moda estilística del mo-
mento buscando una imagen estable que participara, más allá de la propia tradición local, de la idea más o
menos utópica del “templum” griego como primera forma culta de la arquitectura europea en la que se aprietan
las raíces de nuestra cultura11
.
5.LA DIPUTACIÓN VIZCAÍNA EN LA VILLA DE BILBAO
5.1. Primeras localizaciones de la Diputación en Bilbao
Como ya hemos mencionado y por las razones expuestas, los diputados vizcaínos prefirieron desde
fecha muy temprana celebrar sus reuniones en Bilbao. A las motivaciones fundamentadas en la estrategia
política y económica debieron sumarse otras de tipo práctico y logístico; es presumible que la residencia
de diputados bilbaínos en la propia villa y la facilidad de transporte que Bilbao ofrecía para los foráneos
condicionasen en alguna medida la preferencia por la villa bilbaína. Porque era en Bilbao donde la Dipu-
tación venía celebrando sesiones periódicamente; reuniones que producían una documentación importante
y diversa que fue conformando el llamado Archivo Manual que, como veremos, en principio tampoco tenía
prevista una localización apropiada para su cometido.
A pesar de la frecuencia con que debieron producirse las visitas institucionales a la villa, la Diputación
de Bizkaia no llegó a disponer de una sede fija en Bilbao durante este largo periodo de tiempo; puede que
la hicieran titubear motivos relacionados con el ahorro económico, ya que las sesiones tenían carácter es-
porádico y por lo común no se dilataban más allá de una semana y, además, arrendar una sede supondría
un considerable gasto fijo. Es más, nos consta que Bilbao era una plaza de escasa oferta de alquiler debido
a la falta de inmuebles por lo limitado del suelo disponible; escasez que encarecía progresivamente el
precio de los alquileres a causa de la creciente demanda de una población en alza, impulsada por los ne-
gocios y la efervescencia comercial. Esto hacía de los beneficios por alquileres una de las fuentes de ingresos
más importantes para propietarios y rentistas, quienes desde una posición de fuerza, pues los precios care-
cían de control, siempre habían dirigido el negocio inmobiliario, lo que junto a sus posiciones privilegiadas
en las instituciones les permitió conquistar el poder político de la villa. Los locales eran escasos, caros y,
atendiendo a testimonios y denuncias de lugareños y viajeros que fueron sucediéndose a lo largo de suce-
sivas décadas, nos aventuramos a afirmar que también eran locales de mala calidad. A esto añadiremos que
las fuerzas locales miraban la presencia de la Diputación con recelo, cuando no con abierta hostilidad; es
decir, el Ayuntamiento pero sobre todo el Consulado y Casa de Contratación de la Villa de Bilbao descon-
fiaban del poder del Señorío en la villa. Así entendemos mejor la prudencia de la Diputación al instalarse
discretamente, casi de manera desapercibida. Todas estas circunstancias nos ayudan a comprender el man-
tenimiento de una situación de precariedad e incomodidad que, no obstante, nunca disuadió a la Diputación
vizcaína de desatender su función de control y vigilancia. Este aspecto, como veremos, va a tener conse-
cuencias a la hora de dar forma física a la definitiva Casa-Diputación en la Plaza Nueva.
Sabemos que desde antiguo el lugar de encuentros de la Diputación en Bilbao era la habitación del co-
rregidor, y que para el Regimiento lo era la Casa Consistorial de la villa. Fue en 1777 cuando se otorgó la
escritura de arriendo de la primera casa que la Diputación tuvo para sus oficinas en Bilbao. En aquella casa
de ubicación no concretada, ocupando el segundo piso de un inmueble se estableció la secretaría, pagán-
dose una renta anual a su propietario, Íñigo Pablo de Jarabeitia, quien ejemplifica el perfil de arrendatario
poderoso anteriormente descrito. Es propietario de numerosos edificios y lonjas en el casco urbano y tam-
bién posee propiedades rurales como molinos y caseríos; aunque es vecino de la villa de Bilbao también
lo vemos empadronado en la anteiglesia de Begoña, muy probablemente por motivos fiscales; además des-
HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014
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empeña destacados cargos públicos, como el de regidor capitular en el Ayuntamiento bilbaíno o como el
de diputado. Para el año 1786 encontramos que las reuniones se celebran en otra casa, de localización no
determinada; propiedad de Pedro Manuel Ortiz de la Riba, vecino de Madrid, tesorero de rentas generales
en todo el reino, Caballero de la Orden de Carlos III, igualmente rentista de diversas propiedades: alguna
en la céntrica calle del Correo y otras como molinos y ferrerías en la vecina población de Baracaldo. Aunque
se alude a esta casa arrendada como lugar de reunión, debía tratarse de determinado tipo de reuniones, ha-
bida cuenta de que las asambleas oficiales siguieron celebrándose en los espacios citados. A estas localiza-
ciones hay que añadir como espacio de encuentro el interior de la iglesia de Begoña.
Por otro lado, la cuestión de la documentación y su custodia supuso una constante preocupación, al
igual que en el ya visto caso de Gernika donde la construcción del Archivo se priorizó incluso a la cons-
trucción del Salón de Juntas. Tan es así que, como señala Carmelo de Echegaray, la adecuada conservación
de “los papeles que interesaban al pueblo vizcaino” llegó a figurar en una de las Leyes del Fuero, la XVIII
del Título 1, en la que consta: “se custodien y estén bien guardados”. La Diputación vizcaína necesitaba
contar con dos Archivos: uno, el de Gernika; y otro, manual, en Bilbao. Esta necesidad se ratificó de forma
oficial en unas Juntas celebradas en Gernika en 1768, a pesar de que dicha resolución contravenía una
orden expresa comunicada por el Presidente del Consejo de Castilla que disponía centralizar toda la docu-
mentación en Gernika.
El Archivo Manual sito en Bilbao recogería toda la documentación generada en la villa bilbaína derivada
de la actividad de la Diputación, los Regimientos y las Juntas Generales; es decir, toda la documentación
administrativa procedida de las distintas comisiones y de los diferentes actos celebrados en Bilbao. Así, toda
esa documentación propia del Archivo Manual se fue depositando a lo largo del tiempo en el Colegio de
San Andrés de los padres jesuitas, sito durante un tiempo en la calle de la Cruz. Esta prueba de confianza
no debe extrañarnos dadas las buenas relaciones que mantuvo la Diputación con dicha orden; tras apoyar
la proclamación de San Ignacio de Loyola como patrono de Bizkaia y antes de finalizar el siglo XVII, la Di-
putación decretó que en el Señorío se declarase festivo el día del santo. La Junta, cuando en 1700 se plantea
la necesidad de un historiador, acude al Padre Maestro Manuel de Ibaizabal, de la Compañía de Jesús, “para
que tomase a su cuidado tal empleo y ministerio nombrándole cronista de Vizcaya”. El Archivo Manual per-
maneció en el Colegio de San Andrés hasta la expulsión de la orden jesuita, momento en el que el colegio
pasó a ser Casa de la Misericordia. Por lo que en junio de 1776 la Diputación solicitó de la Corporación Mu-
nicipal de Bilbao que, como patrono de la iglesia de San Nicolás, dicha iglesia le cediera un local, próximo
al coro, para poder alojar allí el Archivo Manual. La Corporación Municipal accede, incluso por escritura fir-
mada en enero de 1777, aunque reservándose el derecho de propiedad “para cuando se le pudiera ofrecer”.
Por aquellos años fue nombrado archivero Mariano José de Urquijo, quien pretextando un traslado de do-
micilio a Yurre abandonó el cargo, siendo sustituido a partir de 1794 por Juan Fermín de Larragoiti. Ya en
1803, mediante un informe, este archivero del Manual denunciaba el mal estado de la documentación. La
Guerra de Convención de 1795 obligó a trasladar los documentos más importantes a Castilla, produciéndose
en su trasiego deterioros y pérdidas. Además, Larragoiti utiliza la ocasión para denunciar el pésimo estado
de las instalaciones en la iglesia, considerándolas no adecuadas para el uso que archivístico se les estaba
dando.
El siglo XIX transcurre así, con el Archivo Manual almacenado en San Nicolás, ampliándose, hasta que
en 1881 Prudencio de Aguirre, el entonces párroco de dicha iglesia, se dirige a la Diputación solicitando la
devolución del local, aduciendo falta de espacio para atender el culto. En su escrito expone que es cons-
ciente de las dificultades de la institución para “colocar los papeles, pues es notorio que su casa palacio es
de cortas dimensiones para todas las dependencias que necesita”, por lo que se atreve a indicar que el Ar-
chivo Manual podría ser trasladado a la Biblioteca del Instituto Vizcaíno “u otro local de la Academia de la
Cruz cuyo Director no tiene inconveniente en poner a su disposición”. Parece que la Diputación, siguiendo
el consejo de Aguirre, trasladó la documentación al Instituto Vizcaíno, donde permanecería hasta la cons-
trucción del nuevo palacio de la calle Gran Vía Don Diego López de Haro.
5.2. Antonio Echevarría en Bilbao. La elección de un emplazamiento para la Casa-Di-
putación
Tras estas primeras aproximaciones de la Diputación a Bilbao, esporádicas y diseminadas, la institución
decide estar presente de forma permanente y definitiva en la villa, con todas las consecuencias. Las Juntas
LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ...
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Generales, bajo el árbol de Gernika, un 28 de julio
de 1829, acordaron la adquisición de un local en
Bilbao, bien dentro de la villa bien extramuros. La
distribución de las piezas del local sería la ade-
cuada para las oficinas y dependencias institucio-
nales, cómoda, y ajustada al pertinente plano en
el que quedarían recogidas las mayores ventajas
artísticas y económicas.
Sabemos que el arquitecto elegido fue Antonio
Echevarría, que no medió concurso o convocato-
ria, y que su primera tarea se centró en la elección
de la futura ubicación del edificio. De modo que
ese mismo año de 1829 el técnico se dedicó a
hacer mediciones en diversas construcciones y so-
lares de la villa, seleccionando finalmente cinco
enclaves.
En primer lugar se pensó en permanecer en el
último inmueble que ocuparon las oficinas de la Diputación, que ya no se situaba en la casa del Pedro
Ortiz de la Riba sino en la calle de Artecalle. Se trataba de un edificio histórico: la casa que en la documen-
tación consultada se denomina “Torre de Bilbao”; propiedad de la familia de Sarachaga, sita en el entonces
número 68 de dicha calle, y cuyo derribo en 1866 suscitó una de las más sonadas denuncias de la villa res-
pecto a la conservación del patrimonio bilbaíno, ya que la Comisión de Monumentos era partidaria de su
conservación, proponiendo incluso que se instalase en ella una biblioteca y un museo provinciales. La pri-
mera idea de Echevarría era añadir a la mencionada “Torre” la casa colindante de la calle de Tendería, ha-
ciendo ambas fachadas a la Plaza Vieja, de tal forma “que en la area de estos dos Edificios podría hacerse
un buen Edificio”. Como segunda opción pensó en el centro de uno de los lienzos de la nueva Plaza Nueva
que entonces se estaba construyendo, “haciendo”, manifiesta, “una fachada magnifica en su frente principal
formando las piezas de oficinas que sean necesarias”. También consideró la opción de la Casa del Prado
del Arenal, titulada entonces Casa de Gómez, que era contigua a la iglesia de San Nicolás. Otro lugar idóneo
parecía hallarse en la manzana de Casas del Marqués de Vargas y Patrón de Begoña “á cuatro fachadas
frente del Convento de la Cruz de esta Villa”. Su última opción era el sitio de la Posada llamada de San Ni-
colás. Además de estas posibilidades, Echevarría no descartó un amplio solar en la zona de la Ribera. En
cuanto al programa de necesidades de la Diputación, ésta quería disponer de los amplios almacenes de los
que, al parecer, ya disfrutaba arrendados en alguna zona del interior del casco urbano. Así que, tal y como
expone el propio Echevarría en la documentación preservada en el Archivo Foral de Bizkaia:
(…) tras hacer las mediciones de estos almacenes que resultaba más las referentes a las oficinas, resultaba
un area de mas de veintemil pies superficiales y viendo que con ninguno de los puntos que quedan señalados
se hallava terreno suficiente que pudiera contener la area que se deseaba, han resuelto los Señores de dicha
Diputacion se haga solo el Edificio para oficinas haciendo en la parte de la planta vaja el almacen que mas se
pueda y sin havitacion alguna. (…).
Para la decisión entre las diversas opciones ideadas por Echevarría pesaron inconvenientes ya conocidos
y mencionados: la dificultad para conseguir la compra, el excesivo desembolso, las importantes reformas
que habría que emprender para acondicionar los locales, o el problema legal que podría presentarse visto
que en algunos de esos edificios preseleccionados había inquilinos. Además, ninguna de las edificaciones
destacaba por su particular calidad, habida cuenta de que algunas de ellas se encontraban en calles angostas,
oscuras, poco ventiladas y no aptas para abrir las fachadas de la futura edificación a una plaza o campo,
requisito casi imprescindible para un edificio de esta clase. Detectados los inconvenientes y visto que sólo
podían satisfacerse las necesidades de orden administrativo, se determinó adquirir los solares y las casas
que ocupaban parte de la fachada sur de la Plaza Nueva con el fin de levantar un edificio de nueva planta
y ex profeso para las necesidades de la Diputación. La decisión contemplaría el hecho de que Echevarría
era el director y responsable del trazado último de dicha plaza, a la que auguraban la consideración de au-
téntico hito urbano o, lo que es más importante, último gran hito urbano que podía permitirse Bilbao, cuyo
territorio propio quedaba así completa e irremediablemente agotado.
Pero antes de centrarnos en el edificio de la Diputación, y aunque es un tema ampliamente tratado por
la historiografía local, creemos conveniente hacer un breve recorrido por la génesis y ejecución de esta
gran plaza pública de Bilbao, “grandiosa para una población que no cuenta ni con quince mil habitantes”,
HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014
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Edificios actuales entre las calles de Artecalle y Tendería con fachadas a la antigua Plaza
Vieja.
a decir de un contemporáneo; terriblemente costosa, no sólo desde el punto de vista económico12
, sino
desde el moral, debido a la secuencia de diferencias, desacuerdos y polémicas que fueron demorando su
construcción, lastrando con ello la terminación del edificio institucional.
5.3. Breve historia de la Plaza Nueva
A partir del año 1786 el señor Loredo, síndico personero, consciente de la estrechez y escasez de las
calles y plazas que había en Bilbao, fijó su vista en el claro que se abría entre las calles del Correo, de Som-
brerería, de Ascao y de la Calleja; un área ocupada con jardines y tejavanas donde los cereros elaboraban
su materia. Pero las esperanzas de Loredo tropezaron con enormes dificultades, fruto de intereses y desen-
cuentros, que no consiguieron sofocar ni la intervención del Supremo Consejo de Castilla ni los mandatos
del señor corregidor. Fue ya en el año 1794 cuando se levantaron planos a instancia de un individuo del
Ayuntamiento; se designó al arquitecto y académico de mérito Alejo de Miranda, quien hizo la demarcación
de terreno; y se establecieron ciertas obligaciones como la de levantar las edificaciones en el término de un
año y la cumplir ciertos requisitos: uniformidad y simetría por la parte de las calles y con arcos arreglados
al plano, por la plaza, según reglas.
Años después, en 1807, por ausencia de Alejo de Miranda, el arquitecto Agustín de Humaran presentó
el presupuesto y el plano que se había encargado al anterior técnico. El año siguiente se notificó a los pro-
pietarios de terrenos e inmuebles. Se intentó continuar el proyecto entre oposiciones y demandas, entre va-
luaciones y demarcaciones, sin que se pudiese adelantar un paso; a estas dificultades se unió la invasión
de los franceses, que al parecer también tuvieron su particular proyecto para la plaza.
En diciembre de 1819, por real orden, se facultó a Luis María de Salazar para que propusiese los medios
necesarios con los que vencer los obstáculos; y debieron llegar a acuerdos, porque a principios de 1821,
mediante ciertos pactos propuestos a la villa, los propietarios cedieron y se pudo levantar el plano del ar-
quitecto Silvestre Pérez. Se demolieron tejavanas y algunas casas del recinto para poder fijar la delineación
bajo la dirección del arquitecto Antonio de Goycochea aunque según el plano de Pérez. Incluso se llegaron
a iniciar los cimientos.
En lo político y en lo social fueron años convulsos, marcados por guerras y enfrentamientos que finali-
zaron con la vuelta de Fernando VII, quien parece que de forma fortuita quiso visitar la villa en 1827. Bizkaia
se afanó en costosas obras de ornato y utilidad; Bilbao, residencia de autoridades superiores, se esforzó
particularmente. Así, se pensó en impulsar de nuevo el proyecto de la plaza como agasajo al monarca, para
lo que se nombró una comisión que junto con el arquitecto Antonio Echevarría se dedicó a desempolvar
todos los proyectos precedentes. Y fue en el momento del nuevo planteo sobre el terreno cuando se tuvo
conciencia de que ni por economía ni por espacio podría realizarse ninguno de ellos. Echevarría redimen-
sionaría la plaza; de forma casi milagrosa y en un lapso de veintinueve días levantó la ficción de la plaza,
justo un día antes de la llegada de los monarcas. Impresionados por tan suntuosa puesta en escena y al
calor del encuentro decidieron darle todo
su apoyo: sería la plaza de Fernando VII, y
por real orden se impuso que toda ella
fuese de cantería y que sirviera exclusiva-
mente para adorno y desahogo de los ha-
bitantes de Bilbao. En contrapartida, a
propuesta del Ayuntamiento, en su centro
se colocaría sobre un pedestal y sin otro
adorno la estatua ecuestre del monarca.
A partir de ese momento Echevarría si-
guió, en lo principal y salvo ciertas peque-
ñas correcciones, el mismo proyecto que
para la plaza provisional; principalmente
hasta el primer cuerpo o cornisamento de
orden dórico con que fue decorada. Eche-
varría dispuso entonces sólo dos pisos
sobre la arcada, a rematar con el cornisa-
mento de coronación, donde se unía el te-
LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ...
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Proyecto de A. Echevarría para la Plaza Nueva de Bilbao firmado el 17 de febrero de 1829.
jado. En el intermedio de los soportales se incluyó un piso con balcones del mismo ancho que los arcos
exteriores. Como ya hemos indicado, toda la fachada exterior se hizo de sillería, siendo entonces cuando
se optó por las cuatro entradas que pasaron a ocupar los ángulos abiertos en calles y que, saliendo de los
soportales, se hicieron dobles.
Con todo, nuevas presiones y viejos intereses volvieron a mediatizar el proyecto; los propietarios exigían
que se añadiese un piso más y que se les indemnizase por los sacrificios y desembolsos que hacían por
una fachada de tanto coste. Nuevos planos de Echevarría resolvían incluir una serie de boardillas con frente
de azotea adornada con sencillos pedestales, alternados con balcones de hierro y jarrones del mismo material
empleado. Entretanto, la Academia de San Fernando iba aprobando cada una de las reformas.
Las guerras carlistas paralizaron las obras. Éstas volvieron a reanudarse hacia 1842, cambiándose nueva-
mente el diseño; se levanta un tercer cuerpo al vivo de la fachada, rematándolo con la misma cornisa. El
31 de diciembre de 1851, y como muy bien resumió el arquitecto Lorenzo Francisco de Moñiz, la plaza se
termina de construir: se colocó la última cornisa veinte y tres años desde que se pusiera la primera piedra
bajo la columna del centro del lado que mira al Poniente; veinte y tres y medio desde que se hiciese como
por ensalmo la plaza modelo para la venida de Fernando VII y su esposa Amalia; veinte y nueve desde que
se comenzaran los primeros derribos para los cimientos con arreglo a distintos planos y al que definitiva-
mente se adoptó; cincuenta y siete desde que se levantasen los primeros proyectos que abrazaban una su-
perficie mucho mayor que la finalmente construida; y sesenta y cinco desde que se pensara y concibiese
tan magnífica idea, se colocó la última cornisa, que puede considerarse como la corona que en nombre de
sus representados honrará la memoria de los señores Santiago de la Azuela, corregidor político del Señorío,
y Eulogio de Larrínaga, alcalde primero de la villa.
5.4. Antonio Echevarría. La Casa-Diputación en la Plaza Nueva de Bilbao
Aunque ya hemos tratado la figura de Antonio Echevarría, volveremos sobre él para centrarnos en su
actividad en la villa de Bilbao, para calibrar su alcance y así reafirmarnos en su candidatura como la idónea.
En las primeras décadas de 1800 Bilbao contaba con una población de apenas unos miles de habitantes,
aunque con una actividad constructiva bastante destacada habida cuenta de la gran vitalidad que mostraron
los oficios agremiados relacionados con la construcción. A la cabeza de todos ellos los tradicionales “maes-
tros albañiles y maestros carpinteros”, quienes agrupaban en torno a sí a “todos los ramos de la arquitec-
tura”13
. A su lado estaban los viejos “alarifes, los maestros mayores, maestros de obras”, y también los
sobrestantes14
, más modernos y con la facultad de desempeñar en diferentes momentos labores de control
sobre la obra. Por encima de todos ellos, el “maestro arquitecto”. Dentro de este entramado, Echevarría fue
recorriendo todos los niveles del escalafón. Empezó como aprendiz de entablador en los días en que Hu-
maran trabajaba en el planteo de Plaza Nueva, pasando con posterioridad a sobrestante. Después actúa
como arquitecto, para finalmente hacerlo como maestro arquitecto, una vez obtenido en 1824 el título oficial
en la Academia de San Fernando. Previamente a esa fecha Echevarría había obtenido una gran experiencia
trabajando en obras privadas y también para el Ayuntamiento de Bilbao, lo cual es comprensible conside-
rando que el consistorio bilbaíno no tenía organizado ni sistematizado lo relativo a las obras de construcción
en la villa. Una serie de comisionados, generalmente arquitectos por la Academia (por ejemplo, Humaran),
inspeccionaban las obras ocasionalmente, y a causa del descontrol general debían denunciar bastantes más
irregularidades de las deseadas. La Junta de Obras del Ayuntamiento no se crearía hasta 1822. La figura del
arquitecto municipal estaba aún lejos de instituirse. Así que veremos a Echevarría en reparaciones de tejados,
algunos de edificios históricos como la Torre de Ibarra; en obras de ensanchamiento de vanos; en la inclusión
de un piso sobre los ya existentes, como sucede con las monjas del convento de la Cruz, en un inmueble
de la calle de Iturribide; e incluso levantando una casa de nueva planta en los números 7 y 8 de la calle de
Tendería. Después de 1824 Echevarría centra su actividad en obras relacionadas con la urbanización y cons-
trucción privada del entorno de la Plaza Nueva. También en tareas de tasaciones e inspecciones. De hecho,
la última noticia profesional que tenemos de él lo sitúa en 1849, cuando junto al arquitecto Lorenzo Francisco
de Moñiz firma un informe sobre el estado ruinoso de una casa en la calle de Barrencalle. Es muy posible
que en torno a esa fecha se produjera también su fallecimiento.
Si hasta ahora hemos analizado la pericia técnica de Antonio Echevarría, pasamos a centrarnos en su
pensamiento teórico y artístico para acercarnos a su criterio arquitectónico. Echevarría supo responder con
creces a las expectativas puestas en él. Dotado de un pragmatismo extraordinario, logró entender las limi-
HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014
494
taciones que se imponían; primero en
el diseño de la Plaza Nueva, donde
se ajustó a lo posible, después en el
propio diseño del edificio para la Di-
putación. Su carácter de hombre de
la Academia y arquitecto del neocla-
sicismo le llevaba a respetar el es-
quema de una Plaza Nueva tradicio-
nal; de planta rectangular y de orde-
nadas fachadas sobre soluciones por-
ticadas formando los característicos
soportales, ofreciendo un conjunto de
equilibrado desarrollo en planta y al-
zados. Un modelo tipo de plaza des-
arrollado en España con gran éxito a lo largo de la historia y que tuvo en la Plaza Mayor en Madrid, obra
de Juan de Villanueva, un auténtico hito. En el caso del País Vasco el modelo de plaza mayor fue adoptado
en ciudades como Vitoria, cuya la plaza mayor fue obra de Justo Antonio de Olaguíbel y supone un ejemplo
paradigmático de plaza mayor neoclásica; y como San Sebastián, cuya la plaza mayor siguió un proyecto
de Pedro de Ugartemendía, imponiéndose en esta ciudad guipuzcoana el esquema de plaza mayor incluso
en pleno Ensanche decimonónico, en la Plaza de Gipuzkoa y en la Plaza del Buen Pastor. Echevarría heredó
proyectos de arquitectos precedentes como Humaran y Goicoechea, pero sobre todo de Silvestre Pérez;
respetando rigurosamente en el proyecto que heredó de Pérez la austeridad, incluso la sequedad del orden
dórico elegido por aquél y que fue tomado directamente del Teatro Marcelo en Roma. Éste fue su legado
y a él se adaptó. Lo cual no significa que Echevarría no tuviese su propio modelo de Plaza Mayor para la
Plaza Nueva, tal como se refleja en su ya citado manuscrito Recopilación de diferentes proyectos de edificios
públicos; casas de Villa, hospitales, Teatros, palacios y ó otros edificios mas distinguidos que se conocen en
las poblaciones mayores de diferentes renos (sic) del Mundo. El objeto de esta recopilación es facilitar el es-
tudio a los principiantes que desean seguir el Estudio hermoso de la Arquitectura Griega Romana. El modelo
ideado por Echevarría se trataba de una Plaza Mayor soberbia, de potente escala, y en la que, tal y como
mandaba la propia tipología, estuviese insertado en uno de sus lienzos un gran edifico institucional como
pudiera ser el Ayuntamiento, la sede de la Diputación o la Bolsa.
Instruida la Diputación vizcaína de que en la Tesorería General no existían fondos suficientes para cubrir
la financiación de las obras del edificio y sede que pretendía levantar en Bilbao, la institución acordó abrir
un préstamo de un millón de reales para poder hacer frente al costo del edificio. Entre los capitalistas-pres-
tamistas volvemos a encontrar conocidos miembros de las élites económicas y políticas de la villa bilbaína:
la viuda de Arriaga, Fernando Landecho, Nicolás de Epalza o Antonio y Francisco de Briñas. Echevarría
había levantado ya buena parte del primer cuerpo de la plaza cuando en 1831 la Diputación le encomienda
el proyecto de la sede de la Diputación vizcaína, solicitando del arquitecto la elaboración de un plano, do-
cumento que la Diputación dirigirá al Ayuntamiento mediante un oficio para obtener el correspondiente
permiso. Para la edificación que finalmente diseñará por encargo de la Diputación, veremos que Echevarría
no sólo hubo de adaptarse al esquema de plaza finalmente consensuado sino que las posibilidades de des-
arrollar su creatividad se vieron limitadas. Estas limitaciones influyeron en el trazado último del edificio, así
como en su carácter, aspecto e impacto final sobre el conjunto de la edificación; en definitiva, en la corre-
lación que había de guardar la sede de la Diputación de Vizcaya con el conjunto de la Plaza Nueva de Bil-
bao, una estrecha relación arquitectónica que han destacado buena parte de los estudiosos del tema,
incidiendo en la pobreza del edificio provincial, que a nuestro modo de ver se ha achacado injustamente a
la falta de pericia del técnico.
5.5. La Casa-Diputación de la Plaza Nueva de Bilbao: una casa palacio discreta para
una convivencia institucional incómoda
Cuando Antonio Echevarría se encontraba decidiendo la localización de la Diputación de Vizcaya, al se-
ñalar la posibilidad de la Plaza Nueva bilbaína, destacó la oportunidad de incluir en ella una “fachada mag-
nífica en su frente principal”. Y nos consta que ése era su pensamiento a la hora de idear el edificio
LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ...
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Proyecto de edificio público en gran Plaza Mayor A. Echevarría incluido en su Recopilacion de diferentes
proyectos de edificios públicos...
institucional. Sin embargo, la primera limitación se produjo con la adquisición del terreno, bastante menor
de lo imaginado por él, lo que le obligó a variar el programa. Además hubo de conformarse con un solar
excéntrico respecto al eje del paño de la plaza, hecho que se vio obligado a disimular con una batería de
recursos técnicos. Por lo que tuvo que acomodarse a estos dos condicionantes previos. Después diseñó su
proyecto, remitiéndolo, como era de precepto, a la Academia de Bellas Artes de San Fernando para su
aceptación.
Simultáneamente la Diputación enviaba un oficio al Ayuntamiento solicitando la aprobación del proyecto
de Echevarría y la debida autorización para iniciar las correspondientes obras, un trámite obligatorio para
quien pretendiera levantar un edificio de nueva planta en la villa. Vamos a analizar ese aspecto de la co-
rrespondencia establecida entre ambas instituciones, pues resulta una auténtica lección de diplomacia y de
sutilidad que, lejos de esconder, evidencia el tenso pulso que mantuvieron al respecto ambos organismos.
La carta de solicitud de la Diputación al Ayuntamiento, fechada el 8 de junio de 1832, en referencia al
plano que la institución provincial envía para su aprobación, dice:
(…) a fin de que con su devolucion se sirva V.S. manifestarla si le ocurre algo que advertir en la parte Ar-
tistica y aspecto público del referido Plano antes de proceder a ponerlo en egecucion, previa la competente
aprobacion de la Real Academia. (…).
El Ayuntamiento responde el 10 de septiembre de 1832:
Correspondiendo sencillamente en las intenciones de V.S. no puede menos de arreglarse á las mismas en
el particular que da por supuesto la aprobacion de la Real Academia y siempre que la merezca no halla reparo
el Ayuntamiento en que se construya el Edificio sugeto por la misma aprovacion á la forma que pone el plano.
En medio de esta sinceridad y franqueza, no puede menos de poner en consideracion de V.S. que no qui-
siera dar lugar á que los adornos que distinguen á la casa de las demas de ella, sean motivo de que se disputen
ó se pongan en duda las atribuciones que pertenezcan al Ayuntamiento como Autoridad local, sea por el
motivo que fuese.
V.S. conocen que todo acto preservativo es muy prudente y que nunca ofende ni puede ofender al ponerlo
presente y salvar sucesos futuros.
Este es el punto de vista que quisiera remover y para el efecto no puede menos de hablar con la sencillez
mencionada y recoger de V.S. una esplicacion sincera que disipe todo recelo en el particular.
Como vemos, se trata de un escrito cortés pero contundente. De hecho, inmediatamente cunde la alarma
y la Diputación se dispone a paralizar la obra, recomendando como primera medida que, en lo referente
al préstamo, se han de devolver los capitales a los prestamistas con el fin de evitar mayores perjuicios eco-
nómicos, en espera de la resolución del asunto artístico.
En este sentido, la Diputación vizcaína no tarda en responder:
Enterada la Diputacion General del Oficio de V.S. del 10 de septiembre corriente, puede asegurar que no
ha tratado de disminuir las atribuciones municipales de V.S. con la fachada de realze y distinguida de las demas
que se propone dar á la Casa que trata de edificar en la plaza nueva de esta villa. Los adornos exteriores que
previa la aprobacion de la Real Academia han de distinguir á la expresada Casa de la Diputacion no puede de
consiguiente alterar por motivo alguno el estado de las atribuciones que competen a V.S, como Autoridad
Local y deben quedar con esta sincera esplicacion disipados los recelos y temores que á V.S. perturban y ma-
nifiesta en su oficio. Bilbao, 12 de septiembre de 1832. J. Ramón de Rotaeche, Pedro Antonio de Vantades, Lo-
renzo Solaeta Balzola (Secretario).
El Ayuntamiento se a presura a responder:
Se persuade este Ayuntato que el lenguaje espresion de V.S en su oficio del dia...ha desvanecido entera-
mente los temores y recelos que precavia, queriendo obrar como debe,con la circunspeccion propia de su
cargo y cuidado.
Repite por lo mismo que mereciendo el plano la aprobacion de la Real Academia, se conforma el Ayuntato
en que se ejecute la Casa segun el diseño; y consiguientemente se colocará la estatua del rey N.S. dirigiendo
su rostro hacia la misma casa de la Diputacion. 24 de septiembre de 1832 Fdo. El Alcalde.
Por esto deducimos que muy probablemente Echevarría no reprodujo su proyecto con toda fidelidad, y
que es en esta desavenencia institucional donde deben buscarse los motivos de una fachada sin resalto y
un tanto anodina, y no en la falta de ingenio o el cansancio creativo del arquitecto, tal como han insinuado
distintos autores que han tratado el tema. Echevarría se limitó a destacar la fachada de la edificación con la
inclusión de cuatro pilastras de orden jónico que recorren las dos plantas superiores del edificio, pero que
resultan tan finas y planas que apenas simulan un dibujo sobrepuesto. Sobre ellas un sencillo y poco resal-
HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014
496
tado frontón, sin ornamentación al-
guna, y que ni siquiera remonta el
muro de fachada. Sólo el escudo de
armas de Bizkaia sobre el frontón
añade al todo una nota decorativa y
se encarga de destacar la singulari-
dad del conjunto respecto al resto
de la plaza. Tampoco se produce la
acentuación del ingreso al edificio,
de tal manera que las arcadas de las
fachadas discurren con una absoluta
regularidad.
Esta descripción del resultado de
la Casa-Diputación no responde al
planteamiento de Echevarría cuando
ideó una “magnífica fachada”. La re-
visión del citado manuscrito Recopi-
lación de diferentes proyectos de
edificios públicos; casas de Villa,
hospitales, Teatros, palacios y ó otros
edificios mas distinguidos que se co-
nocen en las poblaciones mayores de diferentes renos (sic) del Mundo. El objeto de esta recopilación es fa-
cilitar el estudio a los principiantes que desean seguir el Estudio hermoso de la Arquitectura Griega Romana
nos pone en antecedentes acerca de su pensamiento en los dos proyectos que diseña para “palacios de di-
putaciones”. El esquema compositivo recuerda al proyecto para la Diputación vizcaína, pues opta igualmente
por el orden jónico; aunque el tratamiento es considerablemente más monumental y enfático, recurriendo
al doble frontón y al uso del orden gigante con columnas casi exentas y que enmarcan la fachada dotándola
de un marcado volumen. Si bien es cierto que el orden corintio habría contribuido a dar aún más empaque
al edificio, la lógica y el rigor académicos de Echevarría le impedían romper la ortodoxia vitrubiana al su-
perponer al orden dórico, riguroso y severo, un orden marcadamente más femenino y decorativo:
La decoración de los edificios es la que más demuestra el buen gusto del arquitecto. Asi es que los que lo
tienen bien formado, no los prodigan con tal abundancia que causen confusión, siendo preferible en caso de
duda escasearlos; porque la arquitectura requiere de mucha severidad, y en todas circunstancias y fábricas
cuanto mas adornados mas pierde en belleza15
.
Como buen seguidor de Vitrubio, para Echevarría la belleza era la cualidad característica de la arquitectura
y la que daba mayor realce a los edificios. Por ello deducimos que a pesar de su rigor y de la consecuencia
con que trató siempre los órdenes arquitectónicos, en el caso que nos ocupa, pesaron más las limitaciones
impuestas por motivos ajenos que sus propios criterios artísticos.
En cuanto a la disposición interior de la Casa-Diputación, se ha señalado que el programa de necesidades
hubo de reducirse notablemente debido a lo escaso del terreno, que finalmente se adquirió entre el límite
de la plaza y de la calle de la Calleja trasera; un solar de ciento veinte metros cuadrados (diez metros por
LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ...
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Detalle de la fachada principal de la antigua Diputación donde se observa el escaso resalto de los motivos cla-
sicistas.
1
2
1. Escudo de Bizkaia que aún remata
el eje principal de la fachada.
2. Arcada de la fachada donde se ob-
serva su absoluta regularidad.
diez metros de fondo), por el cual se pagó la elevada cantidad de 247.094 reales, a distribuir entre los pro-
pietarios: el marqués de Vargas, el marqués de Rosalejo y José Joaquín de Ampuero. Las plantas del edificio
han sufrido importantes modificaciones conforme a los distintos usos que fueron adoptando tras el traslado
de la Diputación a la bilbaína calle Gran Vía Don Diego López de Haro. Respecto a la distribución de las
estancias, el mismo Echevarría no aclara excesivamente su disposición cuando manifiesta:
En vista de estas diligencias practicadas se me encargó la formacion del Plano en terreno determinado
entre la misma nueva Plaza y la calle de la Calleja de esta Villa y despues de haver formado dicho Plan con el
trozo de almacen, Salones y Oficinas correspondientes para todos los dependientes quedando acuse sobrante
el cuarto suelo sin destino alguno como tambien la mitad del suelo tercero con poca diferencia.
Gracias a la reforma efectuada por Rai-
mundo Beraza en 1902, una vez vendidos los
locales, hemos podido conocer la estructura
primitiva de los distintos niveles. Constatamos
así la pobreza de la escalera de acceso, que
por lo visto fue motivo de preocupación para
el arquitecto, pues no le pudo dar ni en sus
dimensiones ni en su ubicación la importancia
que merecía un edificio de estas característi-
cas, desplazándola hacia la parte lateral iz-
quierda. Por el contrario, la planta entresuelo
se veía en buena parte ocupada por esa
misma escalera, ahora de doble vertiente, y
por un patio de luces encargado de ilumi-
narla, resultando escasos los espacios útiles
restantes. Ambas plantas presentaban una su-
perficie de apenas noventa metros cuadrados.
Las dos plantas principales adolecían del mismo problema por causa de la escalera, cuyo desarrollo absorbía
buena parte de la superficie. Dicha escalera y el espacio reservado a patio, de apenas cuatro metros de su-
perficie, suponían el centro de los respectivos pisos, organizando las estancias en sentido paralelo a la línea
de fachada. Aunque de escaso fondo, sólo las dos grandes salas alargadas que vertían sus huecos a la plaza
presentaban una amplitud suficiente para usos principales. Así, en la planta primera, con cinco huecos al
exterior (en una línea de diez metros aproximadamente) y tres metros de fondo, se desarrollaba la Sala de
Sesiones, en uno de cuyos extremos y en comunicación con el espacio principal se dispuso una habitación
de escasos seis metros cuadrados de superficie, destinado muy probablemente a despacho. Como mobiliario:
sillones y sillas tapizadas de terciopelo rojo, una alfombra clavada al suelo y el retrato de Isabel II. También
se hace referencia a un cuadro de armas de Bizkaia bordado de oro y plata y a diversos planos de caminos;
como el de Bilbao-Pancorbo, el de Bilbao-Durango, el de Durango-Bermeo o el de Bilbao-Bermeo, entre
otros. El resto de la planta presenta pequeños habitáculos que suponemos destinados a las distintas nece-
sidades administrativas. El piso segundo
presenta una distribución muy similar; la
planta entera se encuentra rodeada por la
típica enfilade que permite recorrer todo el
perímetro sin interrupción, es decir, todas
las estancias están relacionadas a la manera
de los primeros palacios urbanos florenti-
nos, elemento que adoptaría posterior-
mente la arquitectura decimonónica.
Echevarría asumió toda la responsabili-
dad de la obra, ya que él actuaba como ar-
quitecto y sobrestante. A él llegaban las
incidencias de tipo técnico y él era el res-
ponsable de los materiales y de los proble-
mas con los operarios. Era el director de
obras por parte de la Diputación, mientras
que los responsables de la cantería fueron
Damián de Gandiaga, Agustín de Uribe,
HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014
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Planos del arquitecto R. Beraza de 1902 con la distribución de las plantas baja y entreplanta de
la antigua Diputación.
Planos del arquitecto R. Beraza de 1902 con la distribución de las plantas primera y segunda.
José de Lejardi y la Compañía de Maestros Canteros representados por el maestro de obras Joaquín de
Uribe. Las ausencias de Echevarría eran sustituidas por el arquitecto Lorenzo Francisco de Moñiz, quien pa-
rece que igualmente fue el responsable de la decoración del salón principal (¿la Sala de Sesiones?) de la
casa palacio. Como tesorero responsable figuraba Vicente de Sarachu, nombrado expresamente por la Di-
putación para esta función. La mano de obra de la construcción se organizó en cuadrillas contratadas quin-
cenalmente y compuestas por operarios distintos, aunque a veces coincidían sus nombres. Así, por ejemplo,
en la cuadrilla contratada entre el 14 y el 28 de julio de 1833 figuraron dos cerrajeros, trece carpinteros, dos
canteros y cuatro peones; mientras que en la cuadrilla siguiente, la contratada del 28 de julio al 11 de agosto,
sólo fueron precisos trece carpinteros y nueve peones. Es decir, la composición de las cuadrillas variaba
en función de las necesidades de la obra.
La referida documentación conservada en el Archivo Foral de Bizkaia nos permite conocer con todo de-
talle la historia de la construcción del edificio. Destacan el cometido y la calidad de los paramentos de los
muros, a base de piedra sillar debidamente aparejada, evocadora de la firmitas vitrubiana. Además de la
piedra de la cantera de Azpillueta se trajo piedra de las canteras de Sangróniz y de Galdakao para usarla en
la fachada trasera, mientras que la piedra de Berango se reservó para la fachada de la plaza. A pesar de su
distinta disposición, el precio de la piedra extraída en Azpillueta y Berango era el mismo; se situaba en los
seis reales la vara. Tanto la piedra de las canteras como los escombros se transportaron mediante gabarras
por la ría y con carros de bueyes por tierra.
Como curiosidad diremos que toda la carpintería exterior (marcos, contraventanas,…) era de color verde;
también eran verdes las puertas de los soportales y del entresuelo; las ventanas y bastidores de los patios
eran de color blanco albayalde; los balcones se pintaron con tres baños de negro; y los segmentos de las
cañerías de las fachadas estaban pintados de amarillo, del mismo color que la piedra.
Finalmente, en diciembre de 1849 la Diputación de Bizkaia se instala en los nuevos locales de la Plaza
Nueva.
5.6. La Casa-Diputación se amplía, se reforma,… y se traslada
La Casa-Diputación de la Plaza Nueva adolecía desde un principio de falta de espacio en su interior, lo
que motivó que ya en 1862 se arrendara la casa contigua a la Oficina de Secretaría, en concreto la tercera
planta del número 10 de la plaza (el primer eje a la derecha con el edificio de frente). De la mencionada
casa nos da jugosos detalles la documentación investigada en el Archivo Foral de Bizkaia:
Era la casa pegante a la oficina de la secretaria de Gobierno para que abriendo comunicacion desde ella
se fijasen y custodiasen todos los expedientes y papeles relativos á los caminos del Señorío formándose una
oficina para la asistencia á ella de los directores de las diferentes secciones y evacuar los informes y otros tra-
bajos que se le encomendase por la Diputación; y en otro departamento la sección de presupuestos, cuentas
y arbitrios, y en otro todo lo relativo al ramo de la administración de derechos y peajes Señoriales con el fin
de que la pieza que hoy ocupa el administrador principal que siempre ha pertenecido al Secretario de Justicia
por encontrarse allí las escrituras y protocolos y demás papeles del Señorio, sea también nuevamente destinado
al mismo objeto para arreglados y ordenados cual corresponden documentos de tanta importancia.
La casa fue arrendada durante nueve años, con el compromiso de restablecer su forma original una vez
acabado el contrato. Las obras de reforma corrieron a cargo del arquitecto Antonio Goicoechea, quien al
menos dos años antes, en 1858, asumió responsabilizarse de las mismas. ¿Por la muerte de Antonio Eche-
varría?
En 1886, y coincidiendo con el primer año de Pablo Alzola en la Presidencia de la Diputación, la Comi-
sión Provincial alquiló el segundo piso de la casa contigua; suponemos que en el mismo inmueble en el
que con anterioridad ya se había arrendado la tercera planta. El nuevo espacio alquilado debía albergar el
despacho del Presidente, el de los Diputados y la Oficina de Estadística, permaneciendo otros espacios me-
nores para desahogar el edificio. Con la llegada de la Regente María Cristina en 1887 a la villa de Bilbao la
Diputación Provincial hizo un esfuerzo por mejorar el estado de sus locales, procediéndose al embelleci-
miento del viejo edificio adornando el Salón de Sesiones y otras dependencias. Con todo, en 1886 Fernando
Landecho y Urríes16
, ingeniero y también diputado por el distrito de Bilbao, opinaba que desde 1876 todas
las diputaciones que se venían sucediendo ponían de manifiesto las carencias del viejo edificio, que por
algún aspecto o por otro no permitía reunir las condiciones necesarias. Una vez aprobada la construcción
del nuevo edificio en la calle Gran Vía Don Diego López de Haro, e incluso durante su edificación, el
LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ...
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técnico ya aconsejaba la conveniencia de un traslado a otro local más amplio. De hecho, algunas de las
reuniones se desarrollaron en el Salón de Actos del cercano Instituto Vizcaíno.
No obstante, la Diputación permaneció en estas dependencias de la Plaza Nueva desde 1849 hasta su
traslado al Palacio de la Gran Vía, inaugurado en 1900, el 31 de julio, coincidiendo con la festividad de San
Ignacio de Loyola. Poco tiempo después el edificio de la Plaza Nueva fue adquirido por Luis Meñaca, jefe
de Movimiento y Tráfico de Intervención y Estadística del Ferrocarril de Triano. Además Meñaca era diputado
por el distrito electoral de Gernika en 1903 y propietario de varias fincas repartidas por el Ensanche, alguna
de ellas próxima a la futura nueva sede de la Diputación en Gran Vía. El reciente propietario solicitó los
servicios del arquitecto Raimundo Beraza para convertir la vieja casa palacio en un hotel-restaurante, para
lo que en enero de 1902 pidió al Ayuntamiento el correspondiente permiso, ya que la reforma afectaba de
forma definitiva a toda la estructura interna del edificio. Dicha reforma incluía el traslado de las escaleras,
el derribo de muros interiores para sustituirlos por columnas y frontales, así como la construcción de nuevos
muros y tabiques. En la fachada a la plaza se intervino en lo concerniente al paseo cubierto, cambiando la
forma semicircular de los huecos por la adintelada que tenían los restantes de la Plaza Nueva. En la fachada
posterior de la calle de Los Fueros, antigua calle de la Calleja, se cambiaron algunas ventanas que pasaron
a ser balcones, incluyéndose dos filas de miradores. Así, el antiguo edificio de la sede de la Diputación en
la Plaza Nueva pasaba a convertirse en el Gran Hotel Vizcaya.
Aquel espacio que fuera propiedad de la Diputación de Vizcaya, en la actualidad es la sede de la Real
Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia, ocupándose oficialmente el 26 de abril de 1991 en un acto
público. Durante los seis años previos se realizaron las obras de remodelación del edificio, con un proyecto
del arquitecto Eduardo de Felipe.
6.HACIA LA SEDE DEFINITIVA:UN PALACIO PARA LA DIPUTACIÓN EN EL ENSANCHE DE BILBAO
Entre la inauguración de la sede de la Diputación de Bizkaia en la Plaza Nueva y la apertura del Palacio
Provincial en la bilbaína calle Gran Vía Don Diego López de Haro mediarán cincuenta años.
El final de las guerras carlistas iba a permitir la recuperación de la economía y la reactivación tanto de
la construcción como de la reconstrucción, ya que los conflictos bélicos habían dejado importantes secuelas
en el conjunto urbano. Tras años de negociaciones, en el año 1876 se aprobó definitivamente el Proyecto
de Ensanche y la villa de Bilbao iba a poder ocupar los territorios de las anteiglesias vecinas, permitiendo
a Bilbao crecer más allá de sus ajustados límites territoriales y ampliarse por nuevos terrenos, atravesando
el puente del Arenal (entonces, Puente de Isabel II) desde la actual Plaza Circular y discurriendo por las
calles y avenidas proyectadas sobre la amplia vega de Abando. Poco a poco se irá consolidando el primer
Ensanche, el que surgirá en base al eje que traza el tramo que discurre entre la calle Gran Vía Don Diego
López de Haro y la Plaza Elíptica.
El liberalismo económico, la revolución industrial y la democracia de la época conforman una atmósfera
que propicia la consolidación de nuevas relaciones entre los modelos de la administración y las tipologías
arquitectónicas utilizadas; en este sentido se opera un cambio cualitativo y cuantitativo. La arquitectura ins-
titucional del XIX conjuga la utilidad y el decoro, y en ella puede observarse un reflejo del poder y de la
situación política del momento, la democrática: firmeza, estabilidad e incluso magnificencia. De modo que
por toda la geografía española surgen verdaderas arquitecturas “parlantes”. Los edificios decimonónicos,
con sus llamativas fachadas y una clara distribución interior, sirven con funcionalidad a una ciudadanía que
debe resolver sus asuntos en las oficinas de la administración provincial-estatal. El programa correspondiente
a una actividad administrativa concreta determinará el tipo de edificio, que resultará reconocible por su ca-
tegoría y forma arquitectónica.
6.1. El Palacio Provincial de Gran Vía: la compra del terreno, el concurso de antepro-
yectos y el inicio de las obras
Anteriormente ya hemos analizado que la Casa-Diputación de la Plaza Nueva carecía de amplitud desde
su génesis, que la escasez de espacio obligó a arrendar dos pisos colindantes para dar cabida a servicios
fundamentales y que nunca estuvo en condiciones de alojar el Archivo Manual. Además de su estrechez,
HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014
500
aquella severa casa palacio ya no respondía a la imagen que la Diputación Provincial pretendía proyectar
de sí misma, pues su poder y solvencia crecían al ritmo de sus abundantes fuentes de financiación.
Aunque se va a ir planteando años antes, es en 1885 cuando se reúne la comisión especial encargada
de estudiar las bases de un proyecto de nuevo palacio; compuesta por cinco personas, sólo una de ellas
era arquitecto, Casto de Zavala. Allí ya se convino que el nuevo edificio debería situarse en el Ensanche,
pero no lejos del Casco Viejo ni de las edificaciones que hasta ese momento se habían levantado ya en la
nueva villa. Entre las distintas ofertas se aceptó la de Francisco Zabálburu, quien había facilitado un buen
precio por un solar con fachada a los actuales Jardines de Albia. En ese momento el señor Zabálburu se en-
contraba inmerso en una de las operaciones inmobiliarias más importantes y lucrativas del primer Ensanche:
la apertura de una calle particular (la actual calle Ledesma), que aunque no estaba contemplada dentro del
entramado urbano aprobado le permitió construir sobre un buen número de solares muy próximos a la
calle Gran Vía Don Diego López de Haro. Sin embargo, poco tiempo después se juzgó que el solar de Za-
bálburu no resultaba el más pertinente para la construcción del nuevo palacio ya que se encontraba limitado
por otros dos terrenos, de modo que el edificio de la Diputación podía quedar deslucido si en algún mo-
mento se llegaban a construir casas de vecindad en dichos terrenos. Tras una convocatoria de ofertas de
nuevos solares se optó por el de la “Sociedad de Terrenos y Construcciones”; tenía forma cuadrada y pre-
sentaba fachadas a la calle Gran Vía, a la calle Astarloa, a una calle particular (luego calle de Epalza y ac-
tualmente calle Diputación), y a la actual calle Arbieto.
Pero entre 1887 y 1889, mientras se estaba tratando el tema del solar, en el seno de la Diputación Pro-
vincial bullía una polémica de gran calado en la que se debatía sobre la idoneidad de construir el gran pa-
lacio. La disputa estaba protagonizada por el entonces presidente de la Diputación Pablo Alzola Minondo
y por Pedro Larrazábal, diputado provincial por el distrito de Marquina en el ejercicio de 1884-1888. Larra-
zábal consideraba que la nueva empresa era un dispendio innecesario, fruto de los aires de grandeza que,
según decía, ostentaban algunos de los nuevos diputados. A su juicio, los buenos resultados económicos
debían emplearse en asuntos como la mejora del puerto o el trazado de caminos de comunicación para las
más dispersas y lejanas poblaciones de la provincia. Además, como motivo último y torticero, dictaminaba
que se estaba priorizando el interés de los dueños de los terrenos próximos a tan costosa edificación, y que
esos propietarios verían incrementado su valor de forma exponencial. Por su parte, Alzola había sido tracista
del Proyecto de Ensanche junto al también ingeniero de caminos Ernesto Hoffmeyer y al arquitecto Severino
de Achúcarro. Alzola también ostentó el cargo de alcalde de Bilbao en los difíciles años de 1877 a 1879, y
además padeció los enormes problemas que tenía la villa para hacer realidad su Ensanche. Conocía de pri-
LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ...
501
Plano de la fachada principal del Pa-
lacio de la Diputación a la actual
calle Gran Vía. Firmado por el arqui-
tecto Luis Aladrén en 1891.
mera mano las dificultades que hubo de superar el municipio para poder siquiera iniciar tan titánica tarea;
inconvenientes, entre otros, como el causado por el escaso presupuesto consecuencia de una fiscalidad
que imposibilitaba gravar la propiedad, o como el debido a la particular legislación vigente en el territorio,
que había impedido la aplicación de la Ley de Ensanche. Alzola consideraba que la construcción del palacio
impulsaría la edificación en esa área fundamental de la villa, consolidando su urbanización e imprimiéndole
a la villa un carácter claramente monumental, en la línea de las nuevas ciudades europeas; un aire de cos-
mopolitismo y progreso que juzgaba necesario para que Bilbao sirviera, por ejemplo, de marco a las nego-
ciaciones en curso relativas a la renovación del Concierto Económico. Eran los tiempos en los que la reina
María Cristina, acompañada del presidente del gobierno Mateo Sagasta, visitaba Bilbao y se alojaba en la
residencia del mencionado Francisco Zabálburu; los tiempos en los que Su Majestad inauguraba el Ayunta-
miento o las escuelas de Abando y visitaba, utilizando el nuevo ferrocarril de la Orconera, las minas y la fá-
brica de Nuestra Señora del Carmen transformada en la Sociedad Anónima Altos Hornos. En definitiva, se
HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014
502
Plano de la fachada lateral del Palacio a la actual
calle de Astarloa. Firmado por el arquitecto Luis
Aladrén en 1891.
Plano de la fachada lateral del Palacio a la actual calle
de Diputación. Firmado por el arquitecto Luis Aladrén
en 1891.
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  • 1. 481 Capitulo 10 La arquitectura de las sedes de la Diputación de Bizkaia.De la Casa de Juntas de Gernika al Palacio de la Gran Vía de Bilbao DRA. NIEVES BASURTO 1.INTRODUCCIÓN Desde antiguo, la Diputación de Bizkaia venía funcionando legalmente en aquellos lugares conside- rados convenientes según la ocasión, tratando sus asuntos repartida y alternativamente entre dos villas, Gernika y Bilbao. Por un lado, la villa de Gernika, que como ubicación primigenia se había consolidado como espacio político-simbólico de tradición ancestral representado en las Juntas. Y es que, para comprender mejor las raíces de la Diputación vizcaína conviene analizar el devenir del actual edificio de las Juntas de Gernika, que aunque no puede considerarse una sede exclusiva de la Diputación de Bizkaia, sabemos que su erección fue iniciativa de la propia institución, tal como queda reflejado en multitud de testimonios; como el del candidato a diputado por varios distritos Fernando Olascoaga y Gorostiaga, quien nos da a conocer que en 1826 la Junta aprobó las disposiciones tomadas por la Diputación para la construcción de un edificio des- tinado a albergar el Archivo, conviniendo que la Sala de Sesiones debía construirse conforme al plano que la Diputación considerase como apropiado; por lo que deducimos un determinante afán por crear una nueva sede en la que cobijar la histórica institución. Y, por otro lado, la villa de Bilbao. La Diputación vizcaína tenía la facultad de convocar el Regimiento General en aquel lugar de Vizcaya que estimaba más adecuado, siendo Bilbao el punto de reunión que, por preferido, fue prevaleciendo sobre otros; incluso para la custodia de la documentación emanada de los diversos asuntos vinculados a la corporación. Aunque Bizkaia carecía de capitalidad foral, el peso político y económico ejercido efectivamente por Bilbao y su mayor población hicieron que la villa bilbaína se im- pusiera al resto del territorio vizcaíno como candidata definitiva a la capitalidad vizcaína; de modo que de una designación oficiosa como capital pasó a proclamarse oficialmente la capital de Bizkaia en el siglo XIX. El primer edificio considerado sede de la Diputación vizcaína fue el construido para tal efecto en uno de los paños de la Plaza Nueva de Bilbao, según decisión de la Junta General celebrada el 28 de julio de 1829 bajo el árbol de Gernika. Primero desde sus discretas ubicaciones y después desde su sede en la Plaza Nueva, la Diputación controlaba las actividades del Ayuntamiento bilbaíno y vigilaba atentamente al pode- roso Consulado y Casa de Contratación de Bilbao y del Comercio de la Villa; un exceso de celo que daba lugar a notables desencuentros que podían derivar en abiertas hostilidades e incluso en episodios sangrien- tos.
  • 2. Interesa analizar la coincidencia en el tiempo de la construcción de ambos edificios institucionales, en Ger- nika y en Bilbao, para lo que hay que tener en cuenta la precaria situación que padecían los emplazamientos precedentes de ambas villas, tanto la ermita de Gernika como las primitivas y sencillas sedes de Bilbao; preca- riedad que venía manifestándose desde tiempo atrás y que ya revelaba urgencia. Decidir la construcción de ambas edificaciones fue resultado de la coyuntura eco- nómica y política del momento; un renovado poder ejer- cido por la Diputación tendrá su reflejo en dos construcciones simbólicas: una en Gernika, la Casa de Juntas, testimonio y signo de su antigüedad, una acró- polis capaz de aunar lo tradicional (ermita y roble) y lo nuevo (parlamento actualizado), así como lo religioso y lo político; y la otra edificación en el corazón de Bilbao, una casa palacio en la Plaza Nueva, una construcción con la que recordar a la villa la superior autoridad de la provincia. Más tarde será el soberbio palacio de la calle Gran Vía Don Diego López de Haro el que ostentará el poderío institucional. 2.UN NUEVO PROYECTO ARQUITECTÓNICO PARA GERNIKA Una buena parte de los historiadores que han tratado el tema del edificio de Juntas de Gernika coinciden en que éstas ocuparon un emplazamiento preexistente, el de la iglesia juradera de Santa María de la Antigua. Al parecer, se trataba de una vieja ermita que se reedificó en 1410 a expensas del corregidor Gonzalo Moro, quien solicitó ser sepultado en ella1 . Carmelo de Echegaray asegura, sin precisar el momento, que se eligió el recinto de la ermita para celebrar las Juntas Generales, en vez del campo raso que a su frente se extendía. No obstante, el ya mencionado Fernando Olascoaga y Gorostiaga precisa que, para el año 1628, tras el hábito de celebrar las Juntas asen- tados únicamente el corregidor y los diputados y de pie los procuradores y demás asistentes, más antigua- mente bajo el árbol y con posterioridad dentro de la iglesia de la Antigua, se acostumbró a que para mayor comodidad todos se sentaran porque, lógicamente, la necesidad de resolver una cantidad de asuntos cada vez mayor requería reuniones más prolongadas. Y así lo vemos ejecutado en las Juntas convocadas para enero de 1628, en las cuales aparecen el corregidor y los diputados sentados en sillas y los demás en los asientos de piedra que se habían dispuesto a los lados de la iglesia. Por motivos que analizaremos más ade- lante y que tienen que ver con la disposición interna de la nueva Casa de Juntas, interesa destacar este dato: los bancos de piedra se situaban a ambos lados de la iglesia, mientras que las sillas parecían ocupar el centro del templo. Todo apunta a que hacia 1686 se construyó una sacristía para que sirviese de Archivo a Vizcaya. En 1700 se habrían colocado bancos de madera con respaldos para los representantes de las poblaciones vizcaínas, quizá en los mismos lugares que ocuparon los bancos de piedra. A lo largo del siglo XVIII este edificio fue sometido a numerosas obras de reparación, hasta que en 1796 el arquitecto Alejo de Miranda solicita al Se- ñorío de Bizkaia permiso para ejecutar un edificio colateral a la iglesia juradera. La documentación nos muestra obras de reparación en el interior del edificio y en la parte correspondiente al Archivo, que muy probablemente se dispuso en el piso superior de la mencionada sacristía. A pesar de las obras de ampliación y mejora ejecutadas en el recinto ceremonial de las Juntas Generales, para 1826 eran notables y evidentes sus carencias, decretándose su demolición y decidiéndose levantar un nuevo edificio que fuese testimonio del afecto con que los vizcaínos evocaban y recordaban aquel lugar donde durante siglos se habían resuelto tantos asuntos importantes y concernientes a la libertad y a la pros- peridad del Señorío de Bizkaia. Las razones decisivas para proceder a la sustitución de la tradicional iglesia juradera parecen resumirse en dos. La primera, su angustura y falta de funcionalidad, ya que hubo de adaptarse a un espacio previo que no cumplía las nuevas necesidades requeridas. La segunda, su naturaleza humilde, un calificativo que resulta paradójico si consideramos la tradición en que se basa y el apego a lo ancestral, pero al mismo HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014 482 Sede de las Juntas Generales de Bizkaia y Arbol de Gernika en 1846. J.E. Delmas dibujo y litografía. Viaje pintoresco por las Provincias Vascongadas. Obra desti- nada a dar a conocer su historia y principales vistas, monumentos y antigüeda- desetc.,enláminaslitografiadascopiadasaldaguerrotipoydelnaturalporJ.E.D. y acompañadas de texto. Bilbao, Imprenta y Libreria de N.Delmas, 1847.
  • 3. tiempo un adjetivo ilustrativo, ya que nos ofrece una idea sobre la nueva deriva política emprendida por las autoridades de la Diputación vizcaína. Pero además había que tener en cuenta el importante asunto del Archivo. La documentación, desasistida y desorganizada, venía adoleciendo prolongadamente de un estado de conservación lamentable. Francisco Sesmero, archivero conservador de la Casa de Juntas de Gernika desde 1959, señala que el Archivo General del Señorío de Bizkaia llegó a atesorar varios millones de documentos, pues su serie documental que co- menzaba en 1366 se fue ampliando paulatinamente con más documentación entre los siglos XV y XIX. Ses- mero afirma que en ese archivo se encontraba documentación referente a: Cartulario Real, Juntas Generales, Guerras, Guerras Civiles, Marina, Culto, Clero o Armamento; así como documentación relativa a la limpieza de sangre. Los documentos allí custodiados eran considerados documentación preciosa e indispensable para pre- servar derechos, fueros y regalías; de ahí la premura por disponer de un edificio para el Archivo; una cons- trucción que se decidió incluso antes que la correspondiente a la parte de las Juntas Generales2 . Paralelamente a este Archivo, en Bilbao se había ido conformando otro: el Archivo Manual, que guardaba los documentos de tipo administrativo relativos a las Juntas celebradas en la villa, y al que nos referiremos más adelante. En conclusión, debía levantarse un edificio acorde a las cada vez mayores y más elevadas necesidades que demandaba la institución. Eso sí, debía hacerse recopilando toda la carga simbólica y representativa de las edificaciones precedentes, lo que suponía una especial atención al histórico roble; y al mismo tiempo debía responder a los renovados requisitos funcionales de la institución. Para elaborar el proyecto corres- pondiente se solicitó la participación del arquitecto Antonio Echevarría, y comprobamos que el encargo re- cayó directamente en él; atendiendo a Fernando Olascoaga y Gorostiaga, “el técnico presentó dos proyectos de los que se aceptó uno”3 . Incidimos en este hecho porque quizá no se trate efectivamente de dos proyectos sino que, como veremos más adelante, Echevarría podría haber presentado unos planos generales en 1827, y en 1839 los habría complementado con otro parcial que incluía una serie de modificaciones. 3.EL ARQUITECTO ANTONIO ECHEVARRÍA Las razones para la elección de Antonio Echevarría como arquitecto están más que justificadas si tenemos en cuenta la formación y la trayectoria de este técnico. Nacido en 1786 en la anteiglesia de Larrabezúa, lo- calidad en la que se localizan ricas canteras, podemos presuponerle un temprano interés por la construcción, ya que desde muy pronto lo vemos trabajando como aprendiz de entablador en Bilbao. Más tarde constará como sobrestante4 en algunas obras, e incluso ejercerá como arquitecto propiamente gracias al título otor- gado por la Diputación vizcaína; y es que previamente a la creación de la madrileña Academia de Bellas Artes de San Fernando (1752), la facultad de conceder los títulos de arquitecto y de maestro de obras recaía en tribunales, jueces, juntas, congregaciones, cofradías o ciudades. A partir de 1824 el endurecimiento del control ejercido por la Academia de Madrid llevó a Echevarría a defender su título de arquitecto ante esa Academia ese mismo año, gracias a un brillante ejercicio y a la obtención de una buena calificación. Por lo que desde 1824, con 38 años, Echevarría será arquitecto por la Real Academia de Bellas Artes de San Fer- nando, resultando ser un ejemplo del perfecto “arquitecto de San Fernando”, al adoptar la consigna de esta Academia de conseguir profesionales capaces de dominar tanto la teoría como la praxis. Antonio Echevarría conocía todos los secretos de la construcción; desde su posición a pie de obra, sabía de entablar y levantar muros, y estaba capacitado para manejar cuadrillas de peones y discutir sobre mate- riales. Además del dibujo del natural dominaba el dibujo técnico, por el que sentía un profundo respeto; también manejaba con destreza el ejercicio de las sombras, siguiendo los modelos colgados en la Sala de Arquitectura de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. De la faceta teórica de este arquitecto deja constancia su manuscrito que, con una clara finalidad pedagógica, fue elaborando a lo largo de su vida profesional y tituló Recopilación de diferentes proyectos de edificios públicos; casas de Villa, hospitales, Te- atros, palacios y ó otros edificios mas distinguidos que se conocen en las poblaciones mayores de diferentes renos (sic) del Mundo. El objeto de esta recopilación es facilitar el estudio a los principiantes que desean seguir el Estudio hermoso de la Arquitectura Griega Romana5 . En estas recopilaciones Echevarría testimonia su deuda con la Enciclopedia francesa y con los principios sobre arquitectura defendidos en estos escritos enciclopédicos franceses; asumiendo el arquitecto la máxima ilustrada de la defensa de la arquitectura clásica y de los órdenes arquitectónicos, a los que dedica la primera parte de su manuscrito, emulando la mencio- LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ... 483
  • 4. nada Enciclopedia francesa. El técnico enfatiza en la bondad del dibujo como instrumento indispensable para el florecimiento de la arquitectura; y defiende la tratadística clásica, sobre todo a Vitrubio y su De Ar- chitectura (siglo I a.C.) y sus principios; la firmitas o seguridad a nivel técnico y constructivo, la utilitas o función a la que se destina, y la venustas o belleza que posee. Dejando constancia de sus lecturas y de su continua formación, cita a otros autores: Palladio, Vignola; o Durand, más contemporáneo. La deuda de Echevarría con la Enciclopedia francesa y Vitrubio será, con matices, algo común en la práctica totalidad de los arquitectos del momento. Por otro lado, podemos comprobar que el carácter y la organización que ma- nifiesta su libro de modelos aparecen en otros coetáneos interesados en formar y educar nuevos arquitec- tos. Hay otro hecho importante que liga a Antonio Echevarría con la Academia de Madrid y con el ideario de la misma: su estrecha relación con el arquitecto Silvestre Pérez; uno de los decididos introductores de la arquitectura neoclásica en el País Vasco en general y en Vizcaya en particular, siendo en esta provincia y concretamente en Bilbao donde dejó obras tan importantes como el Hospital de Atxuri y el antiguo Ayun- tamiento de la Villa, así como el trazado de su Plaza Nueva, sin olvidar su polémico proyecto para el Puerto de la Paz que, en connivencia con Godoy y en radical oposición a los intereses de los bilbaínos, realizó para el Señorío de Bizkaia. Silvestre Pérez fue discípulo de Ventura Rodríguez, a quien Echegaray adjudica la responsabilidad de introducir primeramente el neoclasicismo en el País Vasco. Después Pérez estuvo pensionado en Roma. Estudioso de tratadistas como Milizia o Palladio, ejerce como profesor de la Academia de San Fernando, donde deja fuerte impronta en los arquitectos jóvenes. Echevarría, por su parte, que per- manece cerca de Pérez en algunos de los proyectos citados, llegará a heredar el proyecto de la Plaza Nueva, para cuya ejecución se mantiene fiel al espíritu y la letra de su maestro, llegando incluso a superarle en rigor y ortodoxia. Como vemos, el ejercicio profesional de Echevarría permanece durante un tiempo en la órbita del am- biente ilustrado6 , coincidiendo con el relanzamiento de la obra civil no sólo en Bilbao sino en toda la pro- vincia; y fue en ésta, aunque el Ayuntamiento y el Consulado bilbaínos también participaron, donde la Diputación puso en marcha un dispositivo constituido básicamente por arquitectos, con el fin de dotar a la provincia de una importante red de caminos que facilitara su auge comercial y que, consecuentemente, in- crementase su actividad económica. Entre los encargados de realizar dichas obras de infraestructura encon- tramos de nuevo a Silvestre Pérez. En 1819 la Diputación encomienda a este arquitecto la demarcación, delineación y extensión del plano del camino de Bilbao a Balmaseda, “hasta el confín del Señorío”. Para ese mismo año Pérez también figura como arquitecto director del camino Durango-Bermeo. No parece ca- sual que en 1826, un año después de la muerte de Silvestre Pérez, sea Echevarría quien ejecute los dos grandes planos de dos Caminos Reales: el de Bilbao-Pancorbo y el de Bilbao-Durango con sus ramales de Ermua y Otxandiano. Por lo que quizá tampoco sea una coincidencia que ese mismo año se le encargara el proyecto de la Casa de Juntas de Gernika, ni que de forma casi simultánea se le confiase también el diseño y la construcción del edificio de la Diputación en la Plaza Nueva de Bilbao, un proyecto que, recor- demos, era otra herencia de Pérez. Aparentemente, el veterano arquitecto Pérez también consiguió transmitir a Echevarría su habilidad para moverse con soltura entre dos clientelas: la de Gernika, y la de la Villa y Consulado de Bilbao; no muy bien avenidas y enzarzadas en conflictos y disputas sin fin. En cuanto al enfoque de sus proyectos, las respuestas a los retos que habría de superar Antonio de Eche- varría radican en su mentalidad de arquitecto de la Academia, en su formación bajo los principios de la ad- miración de lo que él llama “la buena arquitectura”, por no decir la única arquitectura. A su entender “la arquitectura antigua es la mas hermosa por la armonía de sus proporciones, buen gusto de sus perfiles, oportuna aplicación y riqueza de sus adornos elegantes, y estilo grandioso asi en el todo como en sus partes. Esta clase de arquitectura la imbentaron (sic) según opinión general los griegos: y de estos recibieron los Romanos, los cuales con sus magnificas obras eternizaron á la posteridad esta Arquitectura”. En cuanto a la elección del estilo a seguir nos dice literalmente que “la arquitectura es la ciencia de construir los edi- ficios conservando buenas proporciones y leyes del Arte, empleando oportunamente los adornos mas ele- gantes que sean posibles. La arquitectura se divide en varias especies, civil, Militar, Naval, Antigua y Gótica”. Y, por si hubiera alguna duda con respecto a sus preferencias, considera que “la arquitectura gotica se aparta enteramente de las obras mas bien proporcionadas como se conocen por el carácter de sus edificios. Esta arquitectura fue imbentada (sic) según opinión general por los godos, sus perfiles no guardan propor- ción con el todo y sus adornos caprichosos carecen de buen gusto”. No hay, pues, duda sobre la arquitectura que prefiere; y aunque posteriormente matiza e introduce alguna virtud respecto a la arquitectura medieval, lo cierto es que Echevarría milita en un neoclasicismo estricto y alejado, aún, de las corrientes románticas que invadirán el panorama europeo en décadas sucesivas. HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014 484
  • 5. 4.EL PROYECTO DE ANTONIO ECHEVARRÍA PARA LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA Gracias al ya mencionado libro manuscrito de Echevarría hemos podido conocer de primera mano el proyecto que presentó ante las Juntas, previa aprobación de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, como era preceptivo. En dicho manuscrito figuran los planos originales de su edificio para la Casa de Juntas de Gernika; resultando muy descriptivos los títulos de dichos planos: Plan del nuevo Salon de Juntas que se intenta ejecutar de nueva planta en el sitio del anterior que existe en la Antigua de Guernica de este Señorio de Vizcaya con arreglo al Plan formado y aprobado por la Real Academia de San Fernando en su Junta ordinaria de 18 de Febrero de 1827 para el nuevo Archivo que se está ejecutando de nueva planta en dicho sitio de la Antigua, y Plan de alzado y cortes del nuevo Salon de Juntas Generales que se intenta eje- cutar de nueva planta en la Antigua de Guernica de este Señorio de Vizcaya con arreglo al Plan formado y aprobado por la Academia de San Fernando que se está ejecutando de nueva planta. Ambos están firmados en Bilbao el 26 de septiembre de 1827. Junto a la rúbrica del arquitecto puede leerse: “Lo invento y lo de- lineo”. Además consta otro plano en el que se lee: “Delineado en mayo de 1839”; se trata de un plano de la fachada y corte del cuerpo principal del edificio, es decir, contiene la Sala de Juntas exclusivamente, y en el que Echevarría incluyó algunas modificaciones que no afectan sustancialmente al edificio, pues se co- rresponden con la inserción de algunos elementos decorativos. Respecto a la cuestión de la funcionalidad, y a tenor de la ci- tada documentación, Echevarría se enfrenta a lo que parece una indefinición del programa por parte de las Juntas. Tras la lectura de los distintos textos y documen- tos es patente la insistencia de la institución en la necesidad de alo- jar en primer lugar el Archivo. Las razones de esta prioridad ya las hemos señalado anteriormente. También es clara la referencia a un hipotético edificio para Parla- mento. Sin embargo, no puede concluirse la utilidad que iba a darse al hipotético tercer cuerpo que reiteradamente se ha mencio- nado entre los historiadores del tema. Nos referimos al que no se hizo, al que debía haberse situado simétricamente al otro lado del cuerpo central del edificio. Y es que, desde el planteamiento con- ceptual originario, las necesidades pasaban por ejecutar primeramente un edificio para alojar el Archivo, y después otro para realizar las reuniones de las Juntas. De este modo, Echevarría se limitó a dar curso a estas dos necesidades, dejando en suspenso la edificación de un tercer cuerpo. Así parece deducirse del plano que se incluye en el citado libro de modelos, donde ambos edificios, el del Archivo y el de la Asamblea, están claramente perfilados y diferenciados, mientras que el tercer cuerpo queda dibujado con un grafismo mucho más impreciso. De hecho, en el plano firmado el 26 de septiembre de 1827 el cuerpo destinado a la Asamblea tiene dibujadas dos escalinatas laterales para acceder tanto al pórtico principal como al acceso de la parte trasera. Es decir, no se contaba con la ejecución de ese tercer cuerpo. Este planteamiento, aparentemente claro, encierra contradicciones. Por un lado, se opone a la propia esen- cia de la arquitectura clásica, que difícilmente podría justificar la palmaria falta de simetría y equilibrio entre las partes. Por otro, extraña el hecho de que aún hoy pueden observarse los sillares que sobresalen del muro norte, tanto en el pórtico como en la parte trasera, apuntando a una continuidad del mismo y dejando en sus- penso, pero claramente sugerida, la posibilidad de su continuación. En este sentido, un siglo después, tampoco Carmelo de Echegaray nos permite desvelar el misterio cuando escribe: (…) el año 1833, en que se dieron por terminadas estas obras con la construcción de la capilla y del cuerpo que a la parte meridional de ella se levantó para archivo, se llevaban invertidos en ella 836.365 reales y 20 ma- LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ... 485 1 2 1. Planta general de la casa de Juntas. Proyecto de A. Echevarría 1837. 2. Cuerpo destinado a la Asamblea. Proyecto de A. Eche- varría 1837.
  • 6. ravedís. No bien se había dado fin a estos trabajos, sobrevino la guerra civil que ensangrentó las campas de Vizcaya desde 1833 a 1839, y sea por esa causa, sea porque se creyese que con lo construido había bastante para las necesidades a que había de atender, el hecho es que la Casa quedó en tal estado, y ni siquiera durante el reinado de Isabel II, en que el país gozó de relativa tranquilidad y las Juntas continuaron reuniéndose en aquel recinto, se trató de completar el edificio. Ya en nuestros días se ha iniciado más de una vez ese proyecto, y se ha hablado de levantar otro cuerpo lateral a la parte del Norte para realizar en su totalidad el plan con- cebido por don Antonio de Echevarría; pero tales ideas no han llegado a concretarse ni siquiera en un acuerdo de la Diputación. (…). Además, no deben descartarse dificultades relativas al solar, por lo reducido del mismo y por el hecho de que es muy probable que, al respecto, mediaran diferencias entre las Juntas o la villa de Gernika y la anteiglesia de Luno por el tema de la demarcación territorial; y es que, al parecer, la sede de las Juntas Ge- nerales se asentaba en un territorio que pertenecía a esta última anteiglesia. Para el proyecto, Echevarría echará mano de su repertorio de arquitectura neoclásica; una arquitectura que cada vez se interesa más por el buen oficio y la adecuada ejecución; que ensalza la excelencia de los materiales y las técnicas de construcción; que insiste en la preocupación por la comodidad y la distribución que la edificación lleva aparejada. Y todo para llegar a la obra óptimamente ejecutada, lo suficientemente expresiva como para revelar esa buena ejecución y exponer con claridad los elementos constructivos, sim- plificando su forma hasta que ésta exprese su función. En cuanto a la resolución general de la planta, varios autores, como por ejemplo José Ángel Barrio, han querido ver la impronta de Juan de Villanueva y del sis- tema que éste experimentó en la Casita del Príncipe del Pardo y que desarrolló en el Prado: la composición en cinco cuerpos. Por su parte, Pedro Moleón Gavilanes menciona en sus trabajos monográficos sobre Vi- llanueva, y concretamente en lo relativo a las obras citadas por Barrio: el fuerte palladianismo de Villanueva; la estilofilia; la composición axial, siempre dominada por un eje de simetría cortado perpendicularmente por otro que acoge las circulaciones del interior; así como los desarrollos compartimentados de los espacios de pequeña escala; y la horizontalidad de las composiciones trabadas, de volumetrías cúbicas contrastadas. Y aunque todas estas nociones tal vez podrían considerarse utilizadas para el proyecto “completo”, su apli- cación con respecto al edificio ya realizado parece más difícil. En clara justificación de la comodidad vitrubiana, lo que sí deja claro el proyecto de Echevarría es la búsqueda de compartimentación, de independencia entre los elementos que recogen necesidades distintas; así, el Archivo y el Salón de Juntas (Salón de Sesiones) serán independientes. Una serie de ejes perimetrales se encargan de relacionar los dos “cuerpos de edificio”. Un atrio espacioso y una galería cubierta en forma de L invertida enmarcan por dos de sus lados un patio abierto, dos veces más largo que ancho. También a un lado del patio se sitúa un Salón de Juntas particular. El patio, un elemento ajeno a la tradición de la ar- quitectura local y desaconsejado en un clima extremadamente lluvioso, es incluido por Echevarría en un acto de coherencia y ortodoxia, siguiendo un criterio ampliamente difundido en libros y manuales de ar- quitectura en boga en aquel momento. El arquitecto Manuel Fornés y Gurrea (1777-1856) dejó escritas des- criptivas alusiones a los patios, considerados indispensables en todas las edificaciones, tanto grandes como pequeñas, pues gracias a ellos es posible iluminar y ventilar el interior de los edificios, lo que influye en la salubridad de los mismos; llegando a mencionarse que los antiguos ya los construyeron y también los romanos, quienes los denominaban peristilos, según refiere Vitrubio, y los circunvalaban de pórticos a través de los cuales se comunicaban con las demás viviendas. Sólo así podemos explicarnos que se lle- gase a construir un elemento tan poco funcional como es el patio, que finalmente terminó cubrién- dose. El cuerpo destinado a Archivo presenta una forma rectangular y corre paralelo al lado mayor del patio. Está conformado por un semisótano y una planta superior donde se sitúa el Archivo Alto. Éste consta de una sala alargada con balcones de grandes dimensiones con antepechos de hierro en la que una larga mesa ocupa el centro. A ambos extremos del Archivo, dos espacios: uno, del lado de la fachada principal, destinado a despacho de los asuntos co- HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014 486 Teatro Cómico Isla León (Cadiz) interior.
  • 7. rrespondientes al Archivo; en el extremo opuesto el Índice de los asuntos pertenecientes al Archivo. Al ex- terior, la fachada da al mediodía y su paño central presenta tres grandes huecos en forma de ventanas aba- laustradas con antepechos de hierro; existiendo dos ventanas idénticas en cada uno de los laterales. Sobre los huecos corre una amplia imposta sobremontada por cinco ventanas termales, por cierto, muy del gusto de Silvestre Pérez. Siguiendo el programa de necesidades, fue el diseño del Salón de Juntas, el espacio asambleario, donde sin duda Echevarría debió encontrar la mayor dificultad a la hora de conceptuarlo. Recordemos que esta Sala de Sesiones, en compensación por el derribo de la iglesia de la Antigua y por ocupar su lugar, debía cubrir también las necesidades derivadas de su carácter de templo, es decir, debía ser iglesia y parlamento a la vez. Sin embargo, debemos insistir en el hecho de que, si bien la elección de un modelo de templo no debía ofrecer mayor dificultad dada su proliferación, este caso no era el de un espacio destinado específicamente a usos parlamentarios; para el concepto de esta doble funcionalidad se carecía de referentes en España e incluso en Europa. En este sentido, Echevarría debía “inventar” una nueva tipología para un edificio de nueva planta. Pero, ¿dónde buscar esa inspiración? En nuestra opinión, el antecedente a la edificación de Gernika hay que buscarlo en Cádiz, concretamente en el espacio elegido por las Cortes para sus primeras reuniones, a partir de 1810. Designada la Isla de León para la reunión de las Cortes y nombrado de ellas aposentador el teniente general del Ejército, Excmo Sr. D. Pedro Gonzalez Llamas, el ingeniero de Marina D. Antonio Prat, por orden de aquel, procedió á hacer en el hoy Teatro de las Cortes las obras mas convenientes para su transformación en sala de sesiones, por no haber encontrado, dice Gautier, otro sitio más a propósito7 . Como vemos en esta cita, Eduardo Quintana menciona a Gautier, quien además de un dibujo del Salón de Sesiones deja una detallada descripción del aspecto que ofrecía dicho Salón tras las reformas de Antonio Prat8 : El patio había sido igualado al antiguo foso escénico, con lo que el salón quedó de figura elíptica; su mayor diámetro, 26 varas, y el menor 14. (…) Un retrato del rey (de cuerpo entero) presidía bajo dosel el salón. (…) En medio del mismo salón hallábase la mesa con cinco sillones; uno para el Presidente de las Cortes y cuatro para los secretarios. Dos tribunas de las llamadas de “las arengas”, cada una de capacidad de una vara en cuadro, á las que su- bían por dos escalones, encontrábanse en medio del salón; una á la derecha y otra á la izquierda. Había en todo el teatro al pié de los antiguos palcos, dos hileras de asientos, para los diputados y hacia el centro del salón pequeños sofás con destino a los mismos. Todas estas tres filas estaban adornadas con cojines y espaldares de damasco carmesí. Además, cuando en 1811 “se propuso pasar las Cortes a Cádiz se eligió el oratorio de San Felipe Neri como nuevo Salón de Cortes y nuevamente, se encargó al ingeniero Antonio Prat las obras de habilitación. El nuevo salón de Cortes tendría igualmente planta elíptica en la que se dispusieron tres galerías con cuatro entradas para que los diputados pudieran acceder a sus asientos; dos de ellos, a modo de hileras de bancos corridos; la tercera, con sillas (…) las dos últimas, que tienen barandaje solamente de madera. (…) En el centro del Salon y frente al presbiterio se sitúa la mesa de Presidencia a cuyos lados se colocaron las tribunas de los oradores. El Altar fue cubierto de telares de color damasco carmesí dejando a la vista las dos pilastras jónicas que se respetaron a modo de adorno para el salón.” Continuando con la secuencia histórica, cuando las Cortes deciden en 1813 trasladarse a Madrid, una vez más será Antonio Prat el encargado de elegir el nuevo local y de realizar las obras de habilitación en un Salón de Cortes, esta vez en el Convento de doña María de Aragón; no obstante lo cual, hasta la finali- zación de dichas obras las Cortes se reúnen en el Teatro de los Caños del Peral. Para este proyecto Prat opta por una planta paraboide y por la disposición de los escaños en una serie de filas en su eje más largo, resultando “una hermosa sala neoclásica que grabados contemporáneos permiten reconocer en su estado inicial”9 , y que tras sucesivas reformas aloja en la actualidad el Salón de Sesiones del Senado de Madrid. Nos inclinamos a considerar estas fuentes como las más verosímiles dentro del panorama de la arquitec- tura de aquel momento, habida cuenta de que los antecedentes europeos apenas contaban con iniciativas de este orden, exceptuando las de los cantones suizos, que aspiraban a construir sus propios capitolios, aunque no consiguieron hacerse realidad salvo en el caso de Lucerna y ya entre los años 1841 y1843. Existen otros antecedentes, los edificios parlamentarios de los condados de Gloucester (1814-1816) o Hereford (1817-1819), aunque no parece que estas edificaciones fueran las inspiradoras del proyecto de Gernika, ya que ambas, en el más puro estilo griego, fueron obra de Sir Robert Smirke, autor del Museo Británico. Más cerca, es muy probable que Echevarría conociese el proyecto que Silvestre Pérez había realizado para José LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ... 487
  • 8. Bonaparte, quien le encargó la acomodación de un “Salón de Cortes” en la gran rotonda de San Francisco el Grande (1810), en Madrid; aunque comprobamos que el arquitecto vasco se decantó decididamente por la elipsis y no por el círculo. En el Salón de Juntas de Gernika la capilla o altar se halla en el testero, y la sacristía en la parte dorsal y lateral, a donde se entra por una puerta de la fachada posterior del mismo cuerpo. La sala, en el hemiciclo sobre el que descansa y apoya la gradería de los asientos, mide 5,51 metros de ancho y 18,88 metros de largo, contiene cuatro filas de bancos corridos y superpuestos, y por remate una galería destinada a albergar el público. Es decir, el esquema empleado por Echevarría recuerda enor- memente el descrito por Gautier. Se reproduce la forma y la disposición de las gradas, enfrentadas a modo de anfiteatro romano, aunque se sustituye la Presidencia Real por la capilla que se halla en el testero. En el caso de Gernika las autoridades no están ubicadas en el centro del hemiciclo sino de espaldas al mencionado altar, que tras el oficio previo de misa se cubría con un paño. En el caso vizcaíno, las gradas a ocupar por los representantes de las anteiglesias se reproducirían en idéntica posición y en piedra, en recuerdo de los humildes bancos de la iglesia juradera. Sobre estos bancos de piedra se dispusieron estructuras de madera. En cuanto al aspecto exterior del edificio, realizado a base de la piedra de la clase asperón procedente de Oiz, Echevarría adoptaría el más riguroso de los estilos neoclásicos. El pórtico in antis, que confiere el acceso principal al recinto y que él mismo define como pórtico vitrubiano, presenta un par de imponentes y sobrias columnas de orden toscano; orden romano, severo y parco en adornos. Esta elección tiene su justificación en la seriedad requerida por un edificio de estas características. El orden toscano era tratado de forma solemne y rigurosa; además era bien conocido por Echevarría, quien lo había observado en varias obras del entorno de Bilbao: en el Hospital de Atxuri; en el pórtico de la iglesia del Cementerio de Mallona, obra de Juan Bautista de Belauzarán; y en los pórticos de la Plaza Nueva bilbaína. Posteriormente, y dentro de las modificaciones introducidas por él mismo en los planos de 1839, sobremontaría el friso de este pórtico de entrada con un gran escudo con las armas de Bizkaia, recurso que se reproducirá de forma casi idéntica en la Plaza Nueva de Bilbao. En el interior, y en perfecta correspondencia con el pórtico de entrada, Echevarría optaría de nuevo por el orden romano en el par de columnas de elevados plintos que conforman la embocadura del altar. Fernando Olascoaga y Gorostiaga menciona los aspectos constructivos relativos a la tribuna juradera, llamada Tribuna o Templete de los Patriarcas, y situada en lugar de honor bajo el roble para presidir los actos con que se abrían las Juntas Generales antes de dar comienzo a las sesiones deliberativas en la “igle- sia-parlamento”. Dicha tribuna juradera fue construida casi adosada al árbol, al tiempo de la Casa y el Ar- chivo, en el mismo lugar en que se hallaba el templete anterior; consta de siete asientos y está sostenida por ocho columnas en las que descansan una sencilla cornisa y una lápida sin inscripción alguna que recubre el muro y el escudo del coronamiento. Lo cierto es que la mencionada Tribuna de los Patriarcas no figuraba como tal en el proyecto original de Echevarría. Con una escala aún más descompensada que la del proyecto definitivo Echevarría, en un principio, se limitó a diseñar un pequeño altar cuya disposición re- cuerda al altar de Pérgamo; con una escalinata central y dos pequeños cuerpos laterales. La justificación de esta construcción parece radicar en servir de receptáculo al viejo roble, situado a su espalda, en la parte trasera, y encerrado en un muro semicircular. Es muy probable que imposiciones de tipo técnico obligaran a Echevarría a una variación de la propuesta ini- cial, finalmente concretada en la disposición del actual templete, de escaso fondo y resuelto a modo de pórtico; una suerte de pequeño tem- plo octástilo de orden corintio en cuya concep- ción se ha apuntado la referencia al gran pórtico del Panteón de Roma o Panteón de Agripa. Sin embargo, no consideramos dicha re- ferencia como la fuente de inspiración de Eche- varría, pareciéndonos más ajustada la existencia de una correlación entre la conceptualización de la construcción y la función última del edifi- cio, la parlamentaria. Para este caso del pórtico, aventuramos que la influencia pudo venir del edificio de la Asamblea Constituyente de París y de la ubicación de los Quinientos en el pala- cio Bourbon, en cuya fachada principal el ar- quitecto Bernard Poyet incluiría un pórtico HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014 488 Alzados y cortes de la Casa de Juntas según proyecto de A. Echevarría firmado el 26 de sep- tiembre de 1837.
  • 9. monumental de orden corintio con doce columnas y que, aunque criticado por su escasa funcionalidad, pudo muy bien servir a Eche- varría, quien precisamente demandaba un espacio a modo de pór- tico pero sin esa función. Como resultado, un pórtico de escaso fondo con un sentido meramente ceremonial y en el que acoger los siete asientos de las más altas autoridades. Es muy probable que la obra de París, realizada entre 1806 y 1808, llegara hasta Echevarría gracias a la abundante bibliografía francesa que siempre utilizaron los profesores y alumnos de la Academia de San Fernando. Ya que en el proyecto final no se pudo incorporar el árbol en la manera que pretendía Echevarría en un principio, el roble quedó desligado del templete. Además, los trabajos realizados en la cimentación da- ñaron fatalmente las raíces del árbol, por lo que en 1859 se tuvo que plantar un vástago de roble que se ubicaría en la parte delantera del Templete de los Patriarcas que nos ocupa. El viejo árbol, muy deteriorado y amenazado por las reformas de 1897, en primera ins- tancia se revistió a modo de relicario con una estructura de hierro y cristal. En 1929 dicho recubrimiento se sustituyó por el actual tem- plete circular. Con todo, el 5 de julio de 1831 la Junta General pudo celebrar su primera sesión en las nuevas instalaciones. Después, superando guerras y conflictos, las reuniones de la institución se sucedieron hasta que en 1876 aconteció la pérdida de los fueros, haciéndose efectiva la suspensión de las actividades en 1877. Es en 1897 cuando la Diputación Provincial vizcaína vuelve sobre su viejo edificio en Gernika, dado el mal estado de algunas de sus instalaciones y por lo significativo del lugar para los vizcaínos; invirtiéndose el dinero necesario para que el Solar y la Casa de Juntas recuperase su correspondiente estatus. Fue entonces cuando se emprendieron importantes obras de mejora, recogidas en la Memoria de las Refor- mas ejecutadas en la casa Solar de la Antigua de Guernica elaborada por el diputado Isidoro de León, y que afectaron tanto al exterior como al interior del conjunto. Se arreglaron paseos y jardines, se colocaron bancos de hierro y madera, se fijó la verja sobre el murete, se instaló luz eléctrica en el exterior, se intentaron paliar en lo posible las deficiencias del Archivo, y se dispuso una biblioteca pública en una de las salas contiguas al Archivo, donde se reunían las Comisiones de la Juntas en la época foral. Paralelamente, su co- lección de obras artísticas fue creciendo y se encargaron al pintor Adolfo Guiard las vidrieras que desde en- tonces coronan la Sala de Juntas. En nuestra opinión, Echevarría resolvió dignamente este encargo repleto de dificultades de toda índole. Se mantuvo fiel al topos griego, entendido como “el carácter del lugar” y respetando toda la carga de signi- ficado que la ubicación de la primitiva iglesia tenía, esa hierofanía o manifestación de lo sagrado que ade- más estaba en íntima relación con su ambiente natural. También supo recoger el carácter de acrópolis que debía presentar: ser un conjunto arquitectónico emplazado en un alto, estar rodeado por un murete, aunar lo sagrado y lo político pero sobre todo lo simbólico, concretado en el viejo roble, árbol sagrado desde la antigüedad (Carmelo de Echegaray evoca la mitológica encina de Dodona). En lo funcional, Echevarría consigue resolver, sin contar con precedentes, el tema de la tipología para un edificio parlamentario. En cuanto al exterior, el edificio tampoco traiciona esa máxima según la cual “la arquitectura vasca, sobre todo en Vizcaya y Guipúzcoa, de uso público, fue siempre de una sorprendente severidad”10 . No obstante todo lo señalado, nos atrevemos a decir que no fue lo que podríamos calificar de edificio popular, pues adolece de cierto carácter retórico. De modo que si bien es cierto que la severidad es una característica de la arqui- tectura pública en el País Vasco, también lo es la aceptación y el arraigo que tuvo el barroco en nuestra tierra; de ahí la dificultad para aceptar el excesivo rigor e intelectualismo de un neoclasicismo cuya presencia e incidencia muchas veces resultaban más que destacadas. Quizá en el caso de Gernika el paso de una er- mita a un templo ilustrado presentara dificultades de asimilación por romper el orden y la armonía tradi- cionales. Y lo decimos, quizá leyendo entre líneas, a raíz de un comentario de Juan Ernesto Delmas, intelectual del momento y buen conocedor tanto del paisaje como del paisanaje cuando escribe: (…) El aspecto que presenta una de estas asambleas es por demás curioso: allí la antigua anguarina vizcaína, el calzon corto y la montera ó el cónico sombrero campesino, hacen su vetustez al lado del aristocrático frac, del elegante pantalón y del apretado guante: -la espesa melena del “echecojauna” y el ancho cuello de la LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ... 489 Alzado y corte del cuerpo destinado a la Asamblea con los cambios introducidos por A. Echevarría. Mayo de 1839.
  • 10. camisa que cubre la mitad de la espalda del rústico aldeano, se confunde con el esmerado traje del habitante de la villa; (…). Concluyendo, Echevarría realizó un edificio muy en consonancia con su finalidad, y en este sentido no escatimó esa solemnidad que en opinión de Pedro Navascués Palacio siempre han buscado los edificios parlamentarios: (…) si se hacen excepciones del Parlamento de Londres y de la caprichosa arquitectura neogótica de Bu- dapest, los parlamentos han tendido, desde el XVIII, hacia el lenguaje de los órdenes clásicos como expresión formal y símbolo moral de su alto cometido. Desde Viena hasta Washington estas arquitecturas se han sustraído de la efímera moda estilística del mo- mento buscando una imagen estable que participara, más allá de la propia tradición local, de la idea más o menos utópica del “templum” griego como primera forma culta de la arquitectura europea en la que se aprietan las raíces de nuestra cultura11 . 5.LA DIPUTACIÓN VIZCAÍNA EN LA VILLA DE BILBAO 5.1. Primeras localizaciones de la Diputación en Bilbao Como ya hemos mencionado y por las razones expuestas, los diputados vizcaínos prefirieron desde fecha muy temprana celebrar sus reuniones en Bilbao. A las motivaciones fundamentadas en la estrategia política y económica debieron sumarse otras de tipo práctico y logístico; es presumible que la residencia de diputados bilbaínos en la propia villa y la facilidad de transporte que Bilbao ofrecía para los foráneos condicionasen en alguna medida la preferencia por la villa bilbaína. Porque era en Bilbao donde la Dipu- tación venía celebrando sesiones periódicamente; reuniones que producían una documentación importante y diversa que fue conformando el llamado Archivo Manual que, como veremos, en principio tampoco tenía prevista una localización apropiada para su cometido. A pesar de la frecuencia con que debieron producirse las visitas institucionales a la villa, la Diputación de Bizkaia no llegó a disponer de una sede fija en Bilbao durante este largo periodo de tiempo; puede que la hicieran titubear motivos relacionados con el ahorro económico, ya que las sesiones tenían carácter es- porádico y por lo común no se dilataban más allá de una semana y, además, arrendar una sede supondría un considerable gasto fijo. Es más, nos consta que Bilbao era una plaza de escasa oferta de alquiler debido a la falta de inmuebles por lo limitado del suelo disponible; escasez que encarecía progresivamente el precio de los alquileres a causa de la creciente demanda de una población en alza, impulsada por los ne- gocios y la efervescencia comercial. Esto hacía de los beneficios por alquileres una de las fuentes de ingresos más importantes para propietarios y rentistas, quienes desde una posición de fuerza, pues los precios care- cían de control, siempre habían dirigido el negocio inmobiliario, lo que junto a sus posiciones privilegiadas en las instituciones les permitió conquistar el poder político de la villa. Los locales eran escasos, caros y, atendiendo a testimonios y denuncias de lugareños y viajeros que fueron sucediéndose a lo largo de suce- sivas décadas, nos aventuramos a afirmar que también eran locales de mala calidad. A esto añadiremos que las fuerzas locales miraban la presencia de la Diputación con recelo, cuando no con abierta hostilidad; es decir, el Ayuntamiento pero sobre todo el Consulado y Casa de Contratación de la Villa de Bilbao descon- fiaban del poder del Señorío en la villa. Así entendemos mejor la prudencia de la Diputación al instalarse discretamente, casi de manera desapercibida. Todas estas circunstancias nos ayudan a comprender el man- tenimiento de una situación de precariedad e incomodidad que, no obstante, nunca disuadió a la Diputación vizcaína de desatender su función de control y vigilancia. Este aspecto, como veremos, va a tener conse- cuencias a la hora de dar forma física a la definitiva Casa-Diputación en la Plaza Nueva. Sabemos que desde antiguo el lugar de encuentros de la Diputación en Bilbao era la habitación del co- rregidor, y que para el Regimiento lo era la Casa Consistorial de la villa. Fue en 1777 cuando se otorgó la escritura de arriendo de la primera casa que la Diputación tuvo para sus oficinas en Bilbao. En aquella casa de ubicación no concretada, ocupando el segundo piso de un inmueble se estableció la secretaría, pagán- dose una renta anual a su propietario, Íñigo Pablo de Jarabeitia, quien ejemplifica el perfil de arrendatario poderoso anteriormente descrito. Es propietario de numerosos edificios y lonjas en el casco urbano y tam- bién posee propiedades rurales como molinos y caseríos; aunque es vecino de la villa de Bilbao también lo vemos empadronado en la anteiglesia de Begoña, muy probablemente por motivos fiscales; además des- HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014 490
  • 11. empeña destacados cargos públicos, como el de regidor capitular en el Ayuntamiento bilbaíno o como el de diputado. Para el año 1786 encontramos que las reuniones se celebran en otra casa, de localización no determinada; propiedad de Pedro Manuel Ortiz de la Riba, vecino de Madrid, tesorero de rentas generales en todo el reino, Caballero de la Orden de Carlos III, igualmente rentista de diversas propiedades: alguna en la céntrica calle del Correo y otras como molinos y ferrerías en la vecina población de Baracaldo. Aunque se alude a esta casa arrendada como lugar de reunión, debía tratarse de determinado tipo de reuniones, ha- bida cuenta de que las asambleas oficiales siguieron celebrándose en los espacios citados. A estas localiza- ciones hay que añadir como espacio de encuentro el interior de la iglesia de Begoña. Por otro lado, la cuestión de la documentación y su custodia supuso una constante preocupación, al igual que en el ya visto caso de Gernika donde la construcción del Archivo se priorizó incluso a la cons- trucción del Salón de Juntas. Tan es así que, como señala Carmelo de Echegaray, la adecuada conservación de “los papeles que interesaban al pueblo vizcaino” llegó a figurar en una de las Leyes del Fuero, la XVIII del Título 1, en la que consta: “se custodien y estén bien guardados”. La Diputación vizcaína necesitaba contar con dos Archivos: uno, el de Gernika; y otro, manual, en Bilbao. Esta necesidad se ratificó de forma oficial en unas Juntas celebradas en Gernika en 1768, a pesar de que dicha resolución contravenía una orden expresa comunicada por el Presidente del Consejo de Castilla que disponía centralizar toda la docu- mentación en Gernika. El Archivo Manual sito en Bilbao recogería toda la documentación generada en la villa bilbaína derivada de la actividad de la Diputación, los Regimientos y las Juntas Generales; es decir, toda la documentación administrativa procedida de las distintas comisiones y de los diferentes actos celebrados en Bilbao. Así, toda esa documentación propia del Archivo Manual se fue depositando a lo largo del tiempo en el Colegio de San Andrés de los padres jesuitas, sito durante un tiempo en la calle de la Cruz. Esta prueba de confianza no debe extrañarnos dadas las buenas relaciones que mantuvo la Diputación con dicha orden; tras apoyar la proclamación de San Ignacio de Loyola como patrono de Bizkaia y antes de finalizar el siglo XVII, la Di- putación decretó que en el Señorío se declarase festivo el día del santo. La Junta, cuando en 1700 se plantea la necesidad de un historiador, acude al Padre Maestro Manuel de Ibaizabal, de la Compañía de Jesús, “para que tomase a su cuidado tal empleo y ministerio nombrándole cronista de Vizcaya”. El Archivo Manual per- maneció en el Colegio de San Andrés hasta la expulsión de la orden jesuita, momento en el que el colegio pasó a ser Casa de la Misericordia. Por lo que en junio de 1776 la Diputación solicitó de la Corporación Mu- nicipal de Bilbao que, como patrono de la iglesia de San Nicolás, dicha iglesia le cediera un local, próximo al coro, para poder alojar allí el Archivo Manual. La Corporación Municipal accede, incluso por escritura fir- mada en enero de 1777, aunque reservándose el derecho de propiedad “para cuando se le pudiera ofrecer”. Por aquellos años fue nombrado archivero Mariano José de Urquijo, quien pretextando un traslado de do- micilio a Yurre abandonó el cargo, siendo sustituido a partir de 1794 por Juan Fermín de Larragoiti. Ya en 1803, mediante un informe, este archivero del Manual denunciaba el mal estado de la documentación. La Guerra de Convención de 1795 obligó a trasladar los documentos más importantes a Castilla, produciéndose en su trasiego deterioros y pérdidas. Además, Larragoiti utiliza la ocasión para denunciar el pésimo estado de las instalaciones en la iglesia, considerándolas no adecuadas para el uso que archivístico se les estaba dando. El siglo XIX transcurre así, con el Archivo Manual almacenado en San Nicolás, ampliándose, hasta que en 1881 Prudencio de Aguirre, el entonces párroco de dicha iglesia, se dirige a la Diputación solicitando la devolución del local, aduciendo falta de espacio para atender el culto. En su escrito expone que es cons- ciente de las dificultades de la institución para “colocar los papeles, pues es notorio que su casa palacio es de cortas dimensiones para todas las dependencias que necesita”, por lo que se atreve a indicar que el Ar- chivo Manual podría ser trasladado a la Biblioteca del Instituto Vizcaíno “u otro local de la Academia de la Cruz cuyo Director no tiene inconveniente en poner a su disposición”. Parece que la Diputación, siguiendo el consejo de Aguirre, trasladó la documentación al Instituto Vizcaíno, donde permanecería hasta la cons- trucción del nuevo palacio de la calle Gran Vía Don Diego López de Haro. 5.2. Antonio Echevarría en Bilbao. La elección de un emplazamiento para la Casa-Di- putación Tras estas primeras aproximaciones de la Diputación a Bilbao, esporádicas y diseminadas, la institución decide estar presente de forma permanente y definitiva en la villa, con todas las consecuencias. Las Juntas LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ... 491
  • 12. Generales, bajo el árbol de Gernika, un 28 de julio de 1829, acordaron la adquisición de un local en Bilbao, bien dentro de la villa bien extramuros. La distribución de las piezas del local sería la ade- cuada para las oficinas y dependencias institucio- nales, cómoda, y ajustada al pertinente plano en el que quedarían recogidas las mayores ventajas artísticas y económicas. Sabemos que el arquitecto elegido fue Antonio Echevarría, que no medió concurso o convocato- ria, y que su primera tarea se centró en la elección de la futura ubicación del edificio. De modo que ese mismo año de 1829 el técnico se dedicó a hacer mediciones en diversas construcciones y so- lares de la villa, seleccionando finalmente cinco enclaves. En primer lugar se pensó en permanecer en el último inmueble que ocuparon las oficinas de la Diputación, que ya no se situaba en la casa del Pedro Ortiz de la Riba sino en la calle de Artecalle. Se trataba de un edificio histórico: la casa que en la documen- tación consultada se denomina “Torre de Bilbao”; propiedad de la familia de Sarachaga, sita en el entonces número 68 de dicha calle, y cuyo derribo en 1866 suscitó una de las más sonadas denuncias de la villa res- pecto a la conservación del patrimonio bilbaíno, ya que la Comisión de Monumentos era partidaria de su conservación, proponiendo incluso que se instalase en ella una biblioteca y un museo provinciales. La pri- mera idea de Echevarría era añadir a la mencionada “Torre” la casa colindante de la calle de Tendería, ha- ciendo ambas fachadas a la Plaza Vieja, de tal forma “que en la area de estos dos Edificios podría hacerse un buen Edificio”. Como segunda opción pensó en el centro de uno de los lienzos de la nueva Plaza Nueva que entonces se estaba construyendo, “haciendo”, manifiesta, “una fachada magnifica en su frente principal formando las piezas de oficinas que sean necesarias”. También consideró la opción de la Casa del Prado del Arenal, titulada entonces Casa de Gómez, que era contigua a la iglesia de San Nicolás. Otro lugar idóneo parecía hallarse en la manzana de Casas del Marqués de Vargas y Patrón de Begoña “á cuatro fachadas frente del Convento de la Cruz de esta Villa”. Su última opción era el sitio de la Posada llamada de San Ni- colás. Además de estas posibilidades, Echevarría no descartó un amplio solar en la zona de la Ribera. En cuanto al programa de necesidades de la Diputación, ésta quería disponer de los amplios almacenes de los que, al parecer, ya disfrutaba arrendados en alguna zona del interior del casco urbano. Así que, tal y como expone el propio Echevarría en la documentación preservada en el Archivo Foral de Bizkaia: (…) tras hacer las mediciones de estos almacenes que resultaba más las referentes a las oficinas, resultaba un area de mas de veintemil pies superficiales y viendo que con ninguno de los puntos que quedan señalados se hallava terreno suficiente que pudiera contener la area que se deseaba, han resuelto los Señores de dicha Diputacion se haga solo el Edificio para oficinas haciendo en la parte de la planta vaja el almacen que mas se pueda y sin havitacion alguna. (…). Para la decisión entre las diversas opciones ideadas por Echevarría pesaron inconvenientes ya conocidos y mencionados: la dificultad para conseguir la compra, el excesivo desembolso, las importantes reformas que habría que emprender para acondicionar los locales, o el problema legal que podría presentarse visto que en algunos de esos edificios preseleccionados había inquilinos. Además, ninguna de las edificaciones destacaba por su particular calidad, habida cuenta de que algunas de ellas se encontraban en calles angostas, oscuras, poco ventiladas y no aptas para abrir las fachadas de la futura edificación a una plaza o campo, requisito casi imprescindible para un edificio de esta clase. Detectados los inconvenientes y visto que sólo podían satisfacerse las necesidades de orden administrativo, se determinó adquirir los solares y las casas que ocupaban parte de la fachada sur de la Plaza Nueva con el fin de levantar un edificio de nueva planta y ex profeso para las necesidades de la Diputación. La decisión contemplaría el hecho de que Echevarría era el director y responsable del trazado último de dicha plaza, a la que auguraban la consideración de au- téntico hito urbano o, lo que es más importante, último gran hito urbano que podía permitirse Bilbao, cuyo territorio propio quedaba así completa e irremediablemente agotado. Pero antes de centrarnos en el edificio de la Diputación, y aunque es un tema ampliamente tratado por la historiografía local, creemos conveniente hacer un breve recorrido por la génesis y ejecución de esta gran plaza pública de Bilbao, “grandiosa para una población que no cuenta ni con quince mil habitantes”, HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014 492 Edificios actuales entre las calles de Artecalle y Tendería con fachadas a la antigua Plaza Vieja.
  • 13. a decir de un contemporáneo; terriblemente costosa, no sólo desde el punto de vista económico12 , sino desde el moral, debido a la secuencia de diferencias, desacuerdos y polémicas que fueron demorando su construcción, lastrando con ello la terminación del edificio institucional. 5.3. Breve historia de la Plaza Nueva A partir del año 1786 el señor Loredo, síndico personero, consciente de la estrechez y escasez de las calles y plazas que había en Bilbao, fijó su vista en el claro que se abría entre las calles del Correo, de Som- brerería, de Ascao y de la Calleja; un área ocupada con jardines y tejavanas donde los cereros elaboraban su materia. Pero las esperanzas de Loredo tropezaron con enormes dificultades, fruto de intereses y desen- cuentros, que no consiguieron sofocar ni la intervención del Supremo Consejo de Castilla ni los mandatos del señor corregidor. Fue ya en el año 1794 cuando se levantaron planos a instancia de un individuo del Ayuntamiento; se designó al arquitecto y académico de mérito Alejo de Miranda, quien hizo la demarcación de terreno; y se establecieron ciertas obligaciones como la de levantar las edificaciones en el término de un año y la cumplir ciertos requisitos: uniformidad y simetría por la parte de las calles y con arcos arreglados al plano, por la plaza, según reglas. Años después, en 1807, por ausencia de Alejo de Miranda, el arquitecto Agustín de Humaran presentó el presupuesto y el plano que se había encargado al anterior técnico. El año siguiente se notificó a los pro- pietarios de terrenos e inmuebles. Se intentó continuar el proyecto entre oposiciones y demandas, entre va- luaciones y demarcaciones, sin que se pudiese adelantar un paso; a estas dificultades se unió la invasión de los franceses, que al parecer también tuvieron su particular proyecto para la plaza. En diciembre de 1819, por real orden, se facultó a Luis María de Salazar para que propusiese los medios necesarios con los que vencer los obstáculos; y debieron llegar a acuerdos, porque a principios de 1821, mediante ciertos pactos propuestos a la villa, los propietarios cedieron y se pudo levantar el plano del ar- quitecto Silvestre Pérez. Se demolieron tejavanas y algunas casas del recinto para poder fijar la delineación bajo la dirección del arquitecto Antonio de Goycochea aunque según el plano de Pérez. Incluso se llegaron a iniciar los cimientos. En lo político y en lo social fueron años convulsos, marcados por guerras y enfrentamientos que finali- zaron con la vuelta de Fernando VII, quien parece que de forma fortuita quiso visitar la villa en 1827. Bizkaia se afanó en costosas obras de ornato y utilidad; Bilbao, residencia de autoridades superiores, se esforzó particularmente. Así, se pensó en impulsar de nuevo el proyecto de la plaza como agasajo al monarca, para lo que se nombró una comisión que junto con el arquitecto Antonio Echevarría se dedicó a desempolvar todos los proyectos precedentes. Y fue en el momento del nuevo planteo sobre el terreno cuando se tuvo conciencia de que ni por economía ni por espacio podría realizarse ninguno de ellos. Echevarría redimen- sionaría la plaza; de forma casi milagrosa y en un lapso de veintinueve días levantó la ficción de la plaza, justo un día antes de la llegada de los monarcas. Impresionados por tan suntuosa puesta en escena y al calor del encuentro decidieron darle todo su apoyo: sería la plaza de Fernando VII, y por real orden se impuso que toda ella fuese de cantería y que sirviera exclusiva- mente para adorno y desahogo de los ha- bitantes de Bilbao. En contrapartida, a propuesta del Ayuntamiento, en su centro se colocaría sobre un pedestal y sin otro adorno la estatua ecuestre del monarca. A partir de ese momento Echevarría si- guió, en lo principal y salvo ciertas peque- ñas correcciones, el mismo proyecto que para la plaza provisional; principalmente hasta el primer cuerpo o cornisamento de orden dórico con que fue decorada. Eche- varría dispuso entonces sólo dos pisos sobre la arcada, a rematar con el cornisa- mento de coronación, donde se unía el te- LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ... 493 Proyecto de A. Echevarría para la Plaza Nueva de Bilbao firmado el 17 de febrero de 1829.
  • 14. jado. En el intermedio de los soportales se incluyó un piso con balcones del mismo ancho que los arcos exteriores. Como ya hemos indicado, toda la fachada exterior se hizo de sillería, siendo entonces cuando se optó por las cuatro entradas que pasaron a ocupar los ángulos abiertos en calles y que, saliendo de los soportales, se hicieron dobles. Con todo, nuevas presiones y viejos intereses volvieron a mediatizar el proyecto; los propietarios exigían que se añadiese un piso más y que se les indemnizase por los sacrificios y desembolsos que hacían por una fachada de tanto coste. Nuevos planos de Echevarría resolvían incluir una serie de boardillas con frente de azotea adornada con sencillos pedestales, alternados con balcones de hierro y jarrones del mismo material empleado. Entretanto, la Academia de San Fernando iba aprobando cada una de las reformas. Las guerras carlistas paralizaron las obras. Éstas volvieron a reanudarse hacia 1842, cambiándose nueva- mente el diseño; se levanta un tercer cuerpo al vivo de la fachada, rematándolo con la misma cornisa. El 31 de diciembre de 1851, y como muy bien resumió el arquitecto Lorenzo Francisco de Moñiz, la plaza se termina de construir: se colocó la última cornisa veinte y tres años desde que se pusiera la primera piedra bajo la columna del centro del lado que mira al Poniente; veinte y tres y medio desde que se hiciese como por ensalmo la plaza modelo para la venida de Fernando VII y su esposa Amalia; veinte y nueve desde que se comenzaran los primeros derribos para los cimientos con arreglo a distintos planos y al que definitiva- mente se adoptó; cincuenta y siete desde que se levantasen los primeros proyectos que abrazaban una su- perficie mucho mayor que la finalmente construida; y sesenta y cinco desde que se pensara y concibiese tan magnífica idea, se colocó la última cornisa, que puede considerarse como la corona que en nombre de sus representados honrará la memoria de los señores Santiago de la Azuela, corregidor político del Señorío, y Eulogio de Larrínaga, alcalde primero de la villa. 5.4. Antonio Echevarría. La Casa-Diputación en la Plaza Nueva de Bilbao Aunque ya hemos tratado la figura de Antonio Echevarría, volveremos sobre él para centrarnos en su actividad en la villa de Bilbao, para calibrar su alcance y así reafirmarnos en su candidatura como la idónea. En las primeras décadas de 1800 Bilbao contaba con una población de apenas unos miles de habitantes, aunque con una actividad constructiva bastante destacada habida cuenta de la gran vitalidad que mostraron los oficios agremiados relacionados con la construcción. A la cabeza de todos ellos los tradicionales “maes- tros albañiles y maestros carpinteros”, quienes agrupaban en torno a sí a “todos los ramos de la arquitec- tura”13 . A su lado estaban los viejos “alarifes, los maestros mayores, maestros de obras”, y también los sobrestantes14 , más modernos y con la facultad de desempeñar en diferentes momentos labores de control sobre la obra. Por encima de todos ellos, el “maestro arquitecto”. Dentro de este entramado, Echevarría fue recorriendo todos los niveles del escalafón. Empezó como aprendiz de entablador en los días en que Hu- maran trabajaba en el planteo de Plaza Nueva, pasando con posterioridad a sobrestante. Después actúa como arquitecto, para finalmente hacerlo como maestro arquitecto, una vez obtenido en 1824 el título oficial en la Academia de San Fernando. Previamente a esa fecha Echevarría había obtenido una gran experiencia trabajando en obras privadas y también para el Ayuntamiento de Bilbao, lo cual es comprensible conside- rando que el consistorio bilbaíno no tenía organizado ni sistematizado lo relativo a las obras de construcción en la villa. Una serie de comisionados, generalmente arquitectos por la Academia (por ejemplo, Humaran), inspeccionaban las obras ocasionalmente, y a causa del descontrol general debían denunciar bastantes más irregularidades de las deseadas. La Junta de Obras del Ayuntamiento no se crearía hasta 1822. La figura del arquitecto municipal estaba aún lejos de instituirse. Así que veremos a Echevarría en reparaciones de tejados, algunos de edificios históricos como la Torre de Ibarra; en obras de ensanchamiento de vanos; en la inclusión de un piso sobre los ya existentes, como sucede con las monjas del convento de la Cruz, en un inmueble de la calle de Iturribide; e incluso levantando una casa de nueva planta en los números 7 y 8 de la calle de Tendería. Después de 1824 Echevarría centra su actividad en obras relacionadas con la urbanización y cons- trucción privada del entorno de la Plaza Nueva. También en tareas de tasaciones e inspecciones. De hecho, la última noticia profesional que tenemos de él lo sitúa en 1849, cuando junto al arquitecto Lorenzo Francisco de Moñiz firma un informe sobre el estado ruinoso de una casa en la calle de Barrencalle. Es muy posible que en torno a esa fecha se produjera también su fallecimiento. Si hasta ahora hemos analizado la pericia técnica de Antonio Echevarría, pasamos a centrarnos en su pensamiento teórico y artístico para acercarnos a su criterio arquitectónico. Echevarría supo responder con creces a las expectativas puestas en él. Dotado de un pragmatismo extraordinario, logró entender las limi- HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014 494
  • 15. taciones que se imponían; primero en el diseño de la Plaza Nueva, donde se ajustó a lo posible, después en el propio diseño del edificio para la Di- putación. Su carácter de hombre de la Academia y arquitecto del neocla- sicismo le llevaba a respetar el es- quema de una Plaza Nueva tradicio- nal; de planta rectangular y de orde- nadas fachadas sobre soluciones por- ticadas formando los característicos soportales, ofreciendo un conjunto de equilibrado desarrollo en planta y al- zados. Un modelo tipo de plaza des- arrollado en España con gran éxito a lo largo de la historia y que tuvo en la Plaza Mayor en Madrid, obra de Juan de Villanueva, un auténtico hito. En el caso del País Vasco el modelo de plaza mayor fue adoptado en ciudades como Vitoria, cuya la plaza mayor fue obra de Justo Antonio de Olaguíbel y supone un ejemplo paradigmático de plaza mayor neoclásica; y como San Sebastián, cuya la plaza mayor siguió un proyecto de Pedro de Ugartemendía, imponiéndose en esta ciudad guipuzcoana el esquema de plaza mayor incluso en pleno Ensanche decimonónico, en la Plaza de Gipuzkoa y en la Plaza del Buen Pastor. Echevarría heredó proyectos de arquitectos precedentes como Humaran y Goicoechea, pero sobre todo de Silvestre Pérez; respetando rigurosamente en el proyecto que heredó de Pérez la austeridad, incluso la sequedad del orden dórico elegido por aquél y que fue tomado directamente del Teatro Marcelo en Roma. Éste fue su legado y a él se adaptó. Lo cual no significa que Echevarría no tuviese su propio modelo de Plaza Mayor para la Plaza Nueva, tal como se refleja en su ya citado manuscrito Recopilación de diferentes proyectos de edificios públicos; casas de Villa, hospitales, Teatros, palacios y ó otros edificios mas distinguidos que se conocen en las poblaciones mayores de diferentes renos (sic) del Mundo. El objeto de esta recopilación es facilitar el es- tudio a los principiantes que desean seguir el Estudio hermoso de la Arquitectura Griega Romana. El modelo ideado por Echevarría se trataba de una Plaza Mayor soberbia, de potente escala, y en la que, tal y como mandaba la propia tipología, estuviese insertado en uno de sus lienzos un gran edifico institucional como pudiera ser el Ayuntamiento, la sede de la Diputación o la Bolsa. Instruida la Diputación vizcaína de que en la Tesorería General no existían fondos suficientes para cubrir la financiación de las obras del edificio y sede que pretendía levantar en Bilbao, la institución acordó abrir un préstamo de un millón de reales para poder hacer frente al costo del edificio. Entre los capitalistas-pres- tamistas volvemos a encontrar conocidos miembros de las élites económicas y políticas de la villa bilbaína: la viuda de Arriaga, Fernando Landecho, Nicolás de Epalza o Antonio y Francisco de Briñas. Echevarría había levantado ya buena parte del primer cuerpo de la plaza cuando en 1831 la Diputación le encomienda el proyecto de la sede de la Diputación vizcaína, solicitando del arquitecto la elaboración de un plano, do- cumento que la Diputación dirigirá al Ayuntamiento mediante un oficio para obtener el correspondiente permiso. Para la edificación que finalmente diseñará por encargo de la Diputación, veremos que Echevarría no sólo hubo de adaptarse al esquema de plaza finalmente consensuado sino que las posibilidades de des- arrollar su creatividad se vieron limitadas. Estas limitaciones influyeron en el trazado último del edificio, así como en su carácter, aspecto e impacto final sobre el conjunto de la edificación; en definitiva, en la corre- lación que había de guardar la sede de la Diputación de Vizcaya con el conjunto de la Plaza Nueva de Bil- bao, una estrecha relación arquitectónica que han destacado buena parte de los estudiosos del tema, incidiendo en la pobreza del edificio provincial, que a nuestro modo de ver se ha achacado injustamente a la falta de pericia del técnico. 5.5. La Casa-Diputación de la Plaza Nueva de Bilbao: una casa palacio discreta para una convivencia institucional incómoda Cuando Antonio Echevarría se encontraba decidiendo la localización de la Diputación de Vizcaya, al se- ñalar la posibilidad de la Plaza Nueva bilbaína, destacó la oportunidad de incluir en ella una “fachada mag- nífica en su frente principal”. Y nos consta que ése era su pensamiento a la hora de idear el edificio LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ... 495 Proyecto de edificio público en gran Plaza Mayor A. Echevarría incluido en su Recopilacion de diferentes proyectos de edificios públicos...
  • 16. institucional. Sin embargo, la primera limitación se produjo con la adquisición del terreno, bastante menor de lo imaginado por él, lo que le obligó a variar el programa. Además hubo de conformarse con un solar excéntrico respecto al eje del paño de la plaza, hecho que se vio obligado a disimular con una batería de recursos técnicos. Por lo que tuvo que acomodarse a estos dos condicionantes previos. Después diseñó su proyecto, remitiéndolo, como era de precepto, a la Academia de Bellas Artes de San Fernando para su aceptación. Simultáneamente la Diputación enviaba un oficio al Ayuntamiento solicitando la aprobación del proyecto de Echevarría y la debida autorización para iniciar las correspondientes obras, un trámite obligatorio para quien pretendiera levantar un edificio de nueva planta en la villa. Vamos a analizar ese aspecto de la co- rrespondencia establecida entre ambas instituciones, pues resulta una auténtica lección de diplomacia y de sutilidad que, lejos de esconder, evidencia el tenso pulso que mantuvieron al respecto ambos organismos. La carta de solicitud de la Diputación al Ayuntamiento, fechada el 8 de junio de 1832, en referencia al plano que la institución provincial envía para su aprobación, dice: (…) a fin de que con su devolucion se sirva V.S. manifestarla si le ocurre algo que advertir en la parte Ar- tistica y aspecto público del referido Plano antes de proceder a ponerlo en egecucion, previa la competente aprobacion de la Real Academia. (…). El Ayuntamiento responde el 10 de septiembre de 1832: Correspondiendo sencillamente en las intenciones de V.S. no puede menos de arreglarse á las mismas en el particular que da por supuesto la aprobacion de la Real Academia y siempre que la merezca no halla reparo el Ayuntamiento en que se construya el Edificio sugeto por la misma aprovacion á la forma que pone el plano. En medio de esta sinceridad y franqueza, no puede menos de poner en consideracion de V.S. que no qui- siera dar lugar á que los adornos que distinguen á la casa de las demas de ella, sean motivo de que se disputen ó se pongan en duda las atribuciones que pertenezcan al Ayuntamiento como Autoridad local, sea por el motivo que fuese. V.S. conocen que todo acto preservativo es muy prudente y que nunca ofende ni puede ofender al ponerlo presente y salvar sucesos futuros. Este es el punto de vista que quisiera remover y para el efecto no puede menos de hablar con la sencillez mencionada y recoger de V.S. una esplicacion sincera que disipe todo recelo en el particular. Como vemos, se trata de un escrito cortés pero contundente. De hecho, inmediatamente cunde la alarma y la Diputación se dispone a paralizar la obra, recomendando como primera medida que, en lo referente al préstamo, se han de devolver los capitales a los prestamistas con el fin de evitar mayores perjuicios eco- nómicos, en espera de la resolución del asunto artístico. En este sentido, la Diputación vizcaína no tarda en responder: Enterada la Diputacion General del Oficio de V.S. del 10 de septiembre corriente, puede asegurar que no ha tratado de disminuir las atribuciones municipales de V.S. con la fachada de realze y distinguida de las demas que se propone dar á la Casa que trata de edificar en la plaza nueva de esta villa. Los adornos exteriores que previa la aprobacion de la Real Academia han de distinguir á la expresada Casa de la Diputacion no puede de consiguiente alterar por motivo alguno el estado de las atribuciones que competen a V.S, como Autoridad Local y deben quedar con esta sincera esplicacion disipados los recelos y temores que á V.S. perturban y ma- nifiesta en su oficio. Bilbao, 12 de septiembre de 1832. J. Ramón de Rotaeche, Pedro Antonio de Vantades, Lo- renzo Solaeta Balzola (Secretario). El Ayuntamiento se a presura a responder: Se persuade este Ayuntato que el lenguaje espresion de V.S en su oficio del dia...ha desvanecido entera- mente los temores y recelos que precavia, queriendo obrar como debe,con la circunspeccion propia de su cargo y cuidado. Repite por lo mismo que mereciendo el plano la aprobacion de la Real Academia, se conforma el Ayuntato en que se ejecute la Casa segun el diseño; y consiguientemente se colocará la estatua del rey N.S. dirigiendo su rostro hacia la misma casa de la Diputacion. 24 de septiembre de 1832 Fdo. El Alcalde. Por esto deducimos que muy probablemente Echevarría no reprodujo su proyecto con toda fidelidad, y que es en esta desavenencia institucional donde deben buscarse los motivos de una fachada sin resalto y un tanto anodina, y no en la falta de ingenio o el cansancio creativo del arquitecto, tal como han insinuado distintos autores que han tratado el tema. Echevarría se limitó a destacar la fachada de la edificación con la inclusión de cuatro pilastras de orden jónico que recorren las dos plantas superiores del edificio, pero que resultan tan finas y planas que apenas simulan un dibujo sobrepuesto. Sobre ellas un sencillo y poco resal- HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014 496
  • 17. tado frontón, sin ornamentación al- guna, y que ni siquiera remonta el muro de fachada. Sólo el escudo de armas de Bizkaia sobre el frontón añade al todo una nota decorativa y se encarga de destacar la singulari- dad del conjunto respecto al resto de la plaza. Tampoco se produce la acentuación del ingreso al edificio, de tal manera que las arcadas de las fachadas discurren con una absoluta regularidad. Esta descripción del resultado de la Casa-Diputación no responde al planteamiento de Echevarría cuando ideó una “magnífica fachada”. La re- visión del citado manuscrito Recopi- lación de diferentes proyectos de edificios públicos; casas de Villa, hospitales, Teatros, palacios y ó otros edificios mas distinguidos que se co- nocen en las poblaciones mayores de diferentes renos (sic) del Mundo. El objeto de esta recopilación es fa- cilitar el estudio a los principiantes que desean seguir el Estudio hermoso de la Arquitectura Griega Romana nos pone en antecedentes acerca de su pensamiento en los dos proyectos que diseña para “palacios de di- putaciones”. El esquema compositivo recuerda al proyecto para la Diputación vizcaína, pues opta igualmente por el orden jónico; aunque el tratamiento es considerablemente más monumental y enfático, recurriendo al doble frontón y al uso del orden gigante con columnas casi exentas y que enmarcan la fachada dotándola de un marcado volumen. Si bien es cierto que el orden corintio habría contribuido a dar aún más empaque al edificio, la lógica y el rigor académicos de Echevarría le impedían romper la ortodoxia vitrubiana al su- perponer al orden dórico, riguroso y severo, un orden marcadamente más femenino y decorativo: La decoración de los edificios es la que más demuestra el buen gusto del arquitecto. Asi es que los que lo tienen bien formado, no los prodigan con tal abundancia que causen confusión, siendo preferible en caso de duda escasearlos; porque la arquitectura requiere de mucha severidad, y en todas circunstancias y fábricas cuanto mas adornados mas pierde en belleza15 . Como buen seguidor de Vitrubio, para Echevarría la belleza era la cualidad característica de la arquitectura y la que daba mayor realce a los edificios. Por ello deducimos que a pesar de su rigor y de la consecuencia con que trató siempre los órdenes arquitectónicos, en el caso que nos ocupa, pesaron más las limitaciones impuestas por motivos ajenos que sus propios criterios artísticos. En cuanto a la disposición interior de la Casa-Diputación, se ha señalado que el programa de necesidades hubo de reducirse notablemente debido a lo escaso del terreno, que finalmente se adquirió entre el límite de la plaza y de la calle de la Calleja trasera; un solar de ciento veinte metros cuadrados (diez metros por LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ... 497 Detalle de la fachada principal de la antigua Diputación donde se observa el escaso resalto de los motivos cla- sicistas. 1 2 1. Escudo de Bizkaia que aún remata el eje principal de la fachada. 2. Arcada de la fachada donde se ob- serva su absoluta regularidad.
  • 18. diez metros de fondo), por el cual se pagó la elevada cantidad de 247.094 reales, a distribuir entre los pro- pietarios: el marqués de Vargas, el marqués de Rosalejo y José Joaquín de Ampuero. Las plantas del edificio han sufrido importantes modificaciones conforme a los distintos usos que fueron adoptando tras el traslado de la Diputación a la bilbaína calle Gran Vía Don Diego López de Haro. Respecto a la distribución de las estancias, el mismo Echevarría no aclara excesivamente su disposición cuando manifiesta: En vista de estas diligencias practicadas se me encargó la formacion del Plano en terreno determinado entre la misma nueva Plaza y la calle de la Calleja de esta Villa y despues de haver formado dicho Plan con el trozo de almacen, Salones y Oficinas correspondientes para todos los dependientes quedando acuse sobrante el cuarto suelo sin destino alguno como tambien la mitad del suelo tercero con poca diferencia. Gracias a la reforma efectuada por Rai- mundo Beraza en 1902, una vez vendidos los locales, hemos podido conocer la estructura primitiva de los distintos niveles. Constatamos así la pobreza de la escalera de acceso, que por lo visto fue motivo de preocupación para el arquitecto, pues no le pudo dar ni en sus dimensiones ni en su ubicación la importancia que merecía un edificio de estas característi- cas, desplazándola hacia la parte lateral iz- quierda. Por el contrario, la planta entresuelo se veía en buena parte ocupada por esa misma escalera, ahora de doble vertiente, y por un patio de luces encargado de ilumi- narla, resultando escasos los espacios útiles restantes. Ambas plantas presentaban una su- perficie de apenas noventa metros cuadrados. Las dos plantas principales adolecían del mismo problema por causa de la escalera, cuyo desarrollo absorbía buena parte de la superficie. Dicha escalera y el espacio reservado a patio, de apenas cuatro metros de su- perficie, suponían el centro de los respectivos pisos, organizando las estancias en sentido paralelo a la línea de fachada. Aunque de escaso fondo, sólo las dos grandes salas alargadas que vertían sus huecos a la plaza presentaban una amplitud suficiente para usos principales. Así, en la planta primera, con cinco huecos al exterior (en una línea de diez metros aproximadamente) y tres metros de fondo, se desarrollaba la Sala de Sesiones, en uno de cuyos extremos y en comunicación con el espacio principal se dispuso una habitación de escasos seis metros cuadrados de superficie, destinado muy probablemente a despacho. Como mobiliario: sillones y sillas tapizadas de terciopelo rojo, una alfombra clavada al suelo y el retrato de Isabel II. También se hace referencia a un cuadro de armas de Bizkaia bordado de oro y plata y a diversos planos de caminos; como el de Bilbao-Pancorbo, el de Bilbao-Durango, el de Durango-Bermeo o el de Bilbao-Bermeo, entre otros. El resto de la planta presenta pequeños habitáculos que suponemos destinados a las distintas nece- sidades administrativas. El piso segundo presenta una distribución muy similar; la planta entera se encuentra rodeada por la típica enfilade que permite recorrer todo el perímetro sin interrupción, es decir, todas las estancias están relacionadas a la manera de los primeros palacios urbanos florenti- nos, elemento que adoptaría posterior- mente la arquitectura decimonónica. Echevarría asumió toda la responsabili- dad de la obra, ya que él actuaba como ar- quitecto y sobrestante. A él llegaban las incidencias de tipo técnico y él era el res- ponsable de los materiales y de los proble- mas con los operarios. Era el director de obras por parte de la Diputación, mientras que los responsables de la cantería fueron Damián de Gandiaga, Agustín de Uribe, HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014 498 Planos del arquitecto R. Beraza de 1902 con la distribución de las plantas baja y entreplanta de la antigua Diputación. Planos del arquitecto R. Beraza de 1902 con la distribución de las plantas primera y segunda.
  • 19. José de Lejardi y la Compañía de Maestros Canteros representados por el maestro de obras Joaquín de Uribe. Las ausencias de Echevarría eran sustituidas por el arquitecto Lorenzo Francisco de Moñiz, quien pa- rece que igualmente fue el responsable de la decoración del salón principal (¿la Sala de Sesiones?) de la casa palacio. Como tesorero responsable figuraba Vicente de Sarachu, nombrado expresamente por la Di- putación para esta función. La mano de obra de la construcción se organizó en cuadrillas contratadas quin- cenalmente y compuestas por operarios distintos, aunque a veces coincidían sus nombres. Así, por ejemplo, en la cuadrilla contratada entre el 14 y el 28 de julio de 1833 figuraron dos cerrajeros, trece carpinteros, dos canteros y cuatro peones; mientras que en la cuadrilla siguiente, la contratada del 28 de julio al 11 de agosto, sólo fueron precisos trece carpinteros y nueve peones. Es decir, la composición de las cuadrillas variaba en función de las necesidades de la obra. La referida documentación conservada en el Archivo Foral de Bizkaia nos permite conocer con todo de- talle la historia de la construcción del edificio. Destacan el cometido y la calidad de los paramentos de los muros, a base de piedra sillar debidamente aparejada, evocadora de la firmitas vitrubiana. Además de la piedra de la cantera de Azpillueta se trajo piedra de las canteras de Sangróniz y de Galdakao para usarla en la fachada trasera, mientras que la piedra de Berango se reservó para la fachada de la plaza. A pesar de su distinta disposición, el precio de la piedra extraída en Azpillueta y Berango era el mismo; se situaba en los seis reales la vara. Tanto la piedra de las canteras como los escombros se transportaron mediante gabarras por la ría y con carros de bueyes por tierra. Como curiosidad diremos que toda la carpintería exterior (marcos, contraventanas,…) era de color verde; también eran verdes las puertas de los soportales y del entresuelo; las ventanas y bastidores de los patios eran de color blanco albayalde; los balcones se pintaron con tres baños de negro; y los segmentos de las cañerías de las fachadas estaban pintados de amarillo, del mismo color que la piedra. Finalmente, en diciembre de 1849 la Diputación de Bizkaia se instala en los nuevos locales de la Plaza Nueva. 5.6. La Casa-Diputación se amplía, se reforma,… y se traslada La Casa-Diputación de la Plaza Nueva adolecía desde un principio de falta de espacio en su interior, lo que motivó que ya en 1862 se arrendara la casa contigua a la Oficina de Secretaría, en concreto la tercera planta del número 10 de la plaza (el primer eje a la derecha con el edificio de frente). De la mencionada casa nos da jugosos detalles la documentación investigada en el Archivo Foral de Bizkaia: Era la casa pegante a la oficina de la secretaria de Gobierno para que abriendo comunicacion desde ella se fijasen y custodiasen todos los expedientes y papeles relativos á los caminos del Señorío formándose una oficina para la asistencia á ella de los directores de las diferentes secciones y evacuar los informes y otros tra- bajos que se le encomendase por la Diputación; y en otro departamento la sección de presupuestos, cuentas y arbitrios, y en otro todo lo relativo al ramo de la administración de derechos y peajes Señoriales con el fin de que la pieza que hoy ocupa el administrador principal que siempre ha pertenecido al Secretario de Justicia por encontrarse allí las escrituras y protocolos y demás papeles del Señorio, sea también nuevamente destinado al mismo objeto para arreglados y ordenados cual corresponden documentos de tanta importancia. La casa fue arrendada durante nueve años, con el compromiso de restablecer su forma original una vez acabado el contrato. Las obras de reforma corrieron a cargo del arquitecto Antonio Goicoechea, quien al menos dos años antes, en 1858, asumió responsabilizarse de las mismas. ¿Por la muerte de Antonio Eche- varría? En 1886, y coincidiendo con el primer año de Pablo Alzola en la Presidencia de la Diputación, la Comi- sión Provincial alquiló el segundo piso de la casa contigua; suponemos que en el mismo inmueble en el que con anterioridad ya se había arrendado la tercera planta. El nuevo espacio alquilado debía albergar el despacho del Presidente, el de los Diputados y la Oficina de Estadística, permaneciendo otros espacios me- nores para desahogar el edificio. Con la llegada de la Regente María Cristina en 1887 a la villa de Bilbao la Diputación Provincial hizo un esfuerzo por mejorar el estado de sus locales, procediéndose al embelleci- miento del viejo edificio adornando el Salón de Sesiones y otras dependencias. Con todo, en 1886 Fernando Landecho y Urríes16 , ingeniero y también diputado por el distrito de Bilbao, opinaba que desde 1876 todas las diputaciones que se venían sucediendo ponían de manifiesto las carencias del viejo edificio, que por algún aspecto o por otro no permitía reunir las condiciones necesarias. Una vez aprobada la construcción del nuevo edificio en la calle Gran Vía Don Diego López de Haro, e incluso durante su edificación, el LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ... 499
  • 20. técnico ya aconsejaba la conveniencia de un traslado a otro local más amplio. De hecho, algunas de las reuniones se desarrollaron en el Salón de Actos del cercano Instituto Vizcaíno. No obstante, la Diputación permaneció en estas dependencias de la Plaza Nueva desde 1849 hasta su traslado al Palacio de la Gran Vía, inaugurado en 1900, el 31 de julio, coincidiendo con la festividad de San Ignacio de Loyola. Poco tiempo después el edificio de la Plaza Nueva fue adquirido por Luis Meñaca, jefe de Movimiento y Tráfico de Intervención y Estadística del Ferrocarril de Triano. Además Meñaca era diputado por el distrito electoral de Gernika en 1903 y propietario de varias fincas repartidas por el Ensanche, alguna de ellas próxima a la futura nueva sede de la Diputación en Gran Vía. El reciente propietario solicitó los servicios del arquitecto Raimundo Beraza para convertir la vieja casa palacio en un hotel-restaurante, para lo que en enero de 1902 pidió al Ayuntamiento el correspondiente permiso, ya que la reforma afectaba de forma definitiva a toda la estructura interna del edificio. Dicha reforma incluía el traslado de las escaleras, el derribo de muros interiores para sustituirlos por columnas y frontales, así como la construcción de nuevos muros y tabiques. En la fachada a la plaza se intervino en lo concerniente al paseo cubierto, cambiando la forma semicircular de los huecos por la adintelada que tenían los restantes de la Plaza Nueva. En la fachada posterior de la calle de Los Fueros, antigua calle de la Calleja, se cambiaron algunas ventanas que pasaron a ser balcones, incluyéndose dos filas de miradores. Así, el antiguo edificio de la sede de la Diputación en la Plaza Nueva pasaba a convertirse en el Gran Hotel Vizcaya. Aquel espacio que fuera propiedad de la Diputación de Vizcaya, en la actualidad es la sede de la Real Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia, ocupándose oficialmente el 26 de abril de 1991 en un acto público. Durante los seis años previos se realizaron las obras de remodelación del edificio, con un proyecto del arquitecto Eduardo de Felipe. 6.HACIA LA SEDE DEFINITIVA:UN PALACIO PARA LA DIPUTACIÓN EN EL ENSANCHE DE BILBAO Entre la inauguración de la sede de la Diputación de Bizkaia en la Plaza Nueva y la apertura del Palacio Provincial en la bilbaína calle Gran Vía Don Diego López de Haro mediarán cincuenta años. El final de las guerras carlistas iba a permitir la recuperación de la economía y la reactivación tanto de la construcción como de la reconstrucción, ya que los conflictos bélicos habían dejado importantes secuelas en el conjunto urbano. Tras años de negociaciones, en el año 1876 se aprobó definitivamente el Proyecto de Ensanche y la villa de Bilbao iba a poder ocupar los territorios de las anteiglesias vecinas, permitiendo a Bilbao crecer más allá de sus ajustados límites territoriales y ampliarse por nuevos terrenos, atravesando el puente del Arenal (entonces, Puente de Isabel II) desde la actual Plaza Circular y discurriendo por las calles y avenidas proyectadas sobre la amplia vega de Abando. Poco a poco se irá consolidando el primer Ensanche, el que surgirá en base al eje que traza el tramo que discurre entre la calle Gran Vía Don Diego López de Haro y la Plaza Elíptica. El liberalismo económico, la revolución industrial y la democracia de la época conforman una atmósfera que propicia la consolidación de nuevas relaciones entre los modelos de la administración y las tipologías arquitectónicas utilizadas; en este sentido se opera un cambio cualitativo y cuantitativo. La arquitectura ins- titucional del XIX conjuga la utilidad y el decoro, y en ella puede observarse un reflejo del poder y de la situación política del momento, la democrática: firmeza, estabilidad e incluso magnificencia. De modo que por toda la geografía española surgen verdaderas arquitecturas “parlantes”. Los edificios decimonónicos, con sus llamativas fachadas y una clara distribución interior, sirven con funcionalidad a una ciudadanía que debe resolver sus asuntos en las oficinas de la administración provincial-estatal. El programa correspondiente a una actividad administrativa concreta determinará el tipo de edificio, que resultará reconocible por su ca- tegoría y forma arquitectónica. 6.1. El Palacio Provincial de Gran Vía: la compra del terreno, el concurso de antepro- yectos y el inicio de las obras Anteriormente ya hemos analizado que la Casa-Diputación de la Plaza Nueva carecía de amplitud desde su génesis, que la escasez de espacio obligó a arrendar dos pisos colindantes para dar cabida a servicios fundamentales y que nunca estuvo en condiciones de alojar el Archivo Manual. Además de su estrechez, HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014 500
  • 21. aquella severa casa palacio ya no respondía a la imagen que la Diputación Provincial pretendía proyectar de sí misma, pues su poder y solvencia crecían al ritmo de sus abundantes fuentes de financiación. Aunque se va a ir planteando años antes, es en 1885 cuando se reúne la comisión especial encargada de estudiar las bases de un proyecto de nuevo palacio; compuesta por cinco personas, sólo una de ellas era arquitecto, Casto de Zavala. Allí ya se convino que el nuevo edificio debería situarse en el Ensanche, pero no lejos del Casco Viejo ni de las edificaciones que hasta ese momento se habían levantado ya en la nueva villa. Entre las distintas ofertas se aceptó la de Francisco Zabálburu, quien había facilitado un buen precio por un solar con fachada a los actuales Jardines de Albia. En ese momento el señor Zabálburu se en- contraba inmerso en una de las operaciones inmobiliarias más importantes y lucrativas del primer Ensanche: la apertura de una calle particular (la actual calle Ledesma), que aunque no estaba contemplada dentro del entramado urbano aprobado le permitió construir sobre un buen número de solares muy próximos a la calle Gran Vía Don Diego López de Haro. Sin embargo, poco tiempo después se juzgó que el solar de Za- bálburu no resultaba el más pertinente para la construcción del nuevo palacio ya que se encontraba limitado por otros dos terrenos, de modo que el edificio de la Diputación podía quedar deslucido si en algún mo- mento se llegaban a construir casas de vecindad en dichos terrenos. Tras una convocatoria de ofertas de nuevos solares se optó por el de la “Sociedad de Terrenos y Construcciones”; tenía forma cuadrada y pre- sentaba fachadas a la calle Gran Vía, a la calle Astarloa, a una calle particular (luego calle de Epalza y ac- tualmente calle Diputación), y a la actual calle Arbieto. Pero entre 1887 y 1889, mientras se estaba tratando el tema del solar, en el seno de la Diputación Pro- vincial bullía una polémica de gran calado en la que se debatía sobre la idoneidad de construir el gran pa- lacio. La disputa estaba protagonizada por el entonces presidente de la Diputación Pablo Alzola Minondo y por Pedro Larrazábal, diputado provincial por el distrito de Marquina en el ejercicio de 1884-1888. Larra- zábal consideraba que la nueva empresa era un dispendio innecesario, fruto de los aires de grandeza que, según decía, ostentaban algunos de los nuevos diputados. A su juicio, los buenos resultados económicos debían emplearse en asuntos como la mejora del puerto o el trazado de caminos de comunicación para las más dispersas y lejanas poblaciones de la provincia. Además, como motivo último y torticero, dictaminaba que se estaba priorizando el interés de los dueños de los terrenos próximos a tan costosa edificación, y que esos propietarios verían incrementado su valor de forma exponencial. Por su parte, Alzola había sido tracista del Proyecto de Ensanche junto al también ingeniero de caminos Ernesto Hoffmeyer y al arquitecto Severino de Achúcarro. Alzola también ostentó el cargo de alcalde de Bilbao en los difíciles años de 1877 a 1879, y además padeció los enormes problemas que tenía la villa para hacer realidad su Ensanche. Conocía de pri- LA ARQUITECTURA DE LAS SEDES DE LA DIPUTACIÓN DE BIZKAIA. DE LA CASA DE JUNTAS DE GERNIKA AL PALACIO DE ... 501 Plano de la fachada principal del Pa- lacio de la Diputación a la actual calle Gran Vía. Firmado por el arqui- tecto Luis Aladrén en 1891.
  • 22. mera mano las dificultades que hubo de superar el municipio para poder siquiera iniciar tan titánica tarea; inconvenientes, entre otros, como el causado por el escaso presupuesto consecuencia de una fiscalidad que imposibilitaba gravar la propiedad, o como el debido a la particular legislación vigente en el territorio, que había impedido la aplicación de la Ley de Ensanche. Alzola consideraba que la construcción del palacio impulsaría la edificación en esa área fundamental de la villa, consolidando su urbanización e imprimiéndole a la villa un carácter claramente monumental, en la línea de las nuevas ciudades europeas; un aire de cos- mopolitismo y progreso que juzgaba necesario para que Bilbao sirviera, por ejemplo, de marco a las nego- ciaciones en curso relativas a la renovación del Concierto Económico. Eran los tiempos en los que la reina María Cristina, acompañada del presidente del gobierno Mateo Sagasta, visitaba Bilbao y se alojaba en la residencia del mencionado Francisco Zabálburu; los tiempos en los que Su Majestad inauguraba el Ayunta- miento o las escuelas de Abando y visitaba, utilizando el nuevo ferrocarril de la Orconera, las minas y la fá- brica de Nuestra Señora del Carmen transformada en la Sociedad Anónima Altos Hornos. En definitiva, se HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA, 1500-2014 502 Plano de la fachada lateral del Palacio a la actual calle de Astarloa. Firmado por el arquitecto Luis Aladrén en 1891. Plano de la fachada lateral del Palacio a la actual calle de Diputación. Firmado por el arquitecto Luis Aladrén en 1891.