Pablo escribe a los Gálatas para establecer la autoridad y origen divino de su evangelio, el cual algunos en Galacia habían rechazado por otro evangelio. Pablo defiende que recibió su evangelio directamente de Jesucristo y no de ningún hombre, y repasa su conversión para mostrar que no tuvo contacto con los apóstoles hasta años después. Advirtiendo fuertemente contra los que predican otro evangelio, Pablo busca corregir la doctrina falsa y restaurar a los Gálatas a la verdadera fe.