El documento explica que (1) Cristo dio a la Iglesia el poder de perdonar pecados cuando resucitó, diciéndole a los apóstoles "a quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados"; (2) el bautismo borra todos los pecados, pero la penitencia también puede perdonar pecados posteriores al bautismo; y (3) no hay pecado que la Iglesia no pueda perdonar a través de la penitencia si existe arrepentimiento.