La parábola contrasta la vida de un rico que se da banquetes y un pobre llamado Lázaro que yace a su puerta. Ambos mueren, pero el pobre es llevado por los ángeles al seno de Abraham, mientras que el rico va al lugar de tormento. El rico pide a Abraham que envíe a Lázaro a advertir a sus hermanos, pero Abraham responde que deben escuchar a Moisés y los profetas.