La unión dinástica de las Coronas de Castilla y Aragón tras la muerte de Enrique IV de Castilla y Juan II de Aragón llevó a Isabel y Fernando a gobernar ambos reinos, creando una nueva entidad en la Península Ibérica aunque manteniendo cada reino sus propias leyes y políticas, y dando lugar a mayores conquistas territoriales posteriores como la toma del reino nazarí en 1492 y la anexión de Navarra en 1515.