El reinado de los Reyes Católicos supuso la unión dinástica de las coronas de Castilla y Aragón a finales del siglo XV. Tras la guerra civil en Castilla entre Isabel y Juana la Beltraneja, Isabel fue proclamada reina en 1479. Ese mismo año, Fernando se convirtió en rey de Aragón al morir su padre, uniendo así ambas coronas bajo su reinado. No obstante, cada reino conservó sus propias instituciones y leyes.