1. Publicado en: Observatorio de Recursos Humanos y Relaciones Laborales, Nº 9, enero 2007
Foto:Baharri
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Efrén Martín, gerente de y profesor de la Universidad de Deusto
www.fvmartin.net
“Durante la era glacial, muchos animales
morían por causa del frío. Los puercoespín,
percibiendo esta situación, acordaron vivir en
grupos; así se daban abrigo y se protegían
mutuamente. Pero las espinas de cada uno
herían a los vecinos más próximos, justamente
a aquellos que le brindaban calor. Y por eso, se
separaban unos de otros. Pero volvieron a
sentir frío y tuvieron que tomar una decisión: o
desaparecían de la faz de la tierra o aceptaban
las espinas de sus vecinos. Con sabiduría,
decidieron volver y vivir juntos. Aprendieron
así a vivir con las pequeñas heridas que una
relación muy cercana les podía ocasionar,
porque lo realmente importante era el calor del
otro. Y así sobrevivieron”.
(Madeleine E. Belliard).
La perspectiva del cambio, crea en el ser
humano serios conflictos internos y externos.
Resulta difícil elegir entre: a) dos opciones
positivas, b) dos negativas o -lo más común- c)
entre alternativas que tienen dos polos que no
se pueden disociar. Elijas lo que elijas, las
consecuencias son negativas en los tres
supuestos: a) pierdes algo bueno, b) te quedas
con algo malo, c) has de asumir los dos
extremos.
Según Orwell, se puede “mantener en la
mente dos ideas opuestas en forma
simultanea y aceptar las dos”. Pero, ¿qué
hacen quienes no saben hacerlo? Ante el
dilema de permanecer o cambiar, la reacción
suele ser lamentarse, por dentro o por fuera,
cayendo en el aislamiento o la violencia.
Una u otra reacción depende de si puedes
elegir libremente o no. Quienes son
obligados a elegir, caen en el sentimiento de
desamparo y victimismo, desarrollando la
creencia de que sus esfuerzos no servirán
para nada. Se tornan pesimistas y apáticos.
Los que sí pueden elegir, pero no saben
aceptar, tampoco quedan contentos. Sus
dudas entre los beneficios y costes que toda
alternativa implica, hacen que una vez
elegida una deseen más la otra; cayendo en
la exigencia y el cinismo. Hagan lo que
hagan y se les de lo que se les de, siempre
se arrepienten, porque siempre quieren más.
Lo peor es el daño que se provoca en las
relaciones sociales. Quien no asume su
suerte con esperanza de mejora, pronto
encuentra a quien echar la culpa de todo. Al
proyectar fuera las frustraciones, el conflicto
interno se vuelve externo y el proceso de
cambio se torna tormento. Las reacciones
emocionales de miedo e ira, conducen al
ostracismo o la agresión, malogrando las
oportunidades que todo cambio supone,
porque los pasivos las desperdician y los
activos las destruyen.
En esta nueva era, de cambio acelerado y
crecientemente conflictivo, podríamos
aprender de los puercoespines y aceptar de
buen grado los inconvenientes que toda
convivencia implica, para disfrutar las
ventajas que también conlleva.
AAssuummee eell llaaddoo mmaalloo ddee lloo bbuueennoo.