El documento discute la participación de los estudiantes en la clase presencial desde tres dimensiones: la relación con el saber, el desarrollo de habilidades prácticas y los procesos grupales. Propone que la participación puede comprenderse a nivel socioafectivo e intelectual y en diferentes fases de la clase. Además, sugiere que los docentes deben brindar ayudas técnicas, emocionales y de retroalimentación para fomentar la participación estudiantil.