Este es un artículo de Polaino, Aquilino (2008)
Donde se promueve la actitud de escuchar por como humanización, y como respeto hacia quien está hablando.
Aprender a escuchar. la necesidad vital de comunicarse
1. revistaespañoladepedagogía
añoLXVII,nº244,septiembre-diciembre2009,571-586
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Reseña bibliográfica
Polaino, Aquilino (2008).
Aprender a escuchar. La necesidad
vital de comunicarse.
(Barcelona, Planeta) 346 pp.
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Quizá sorprenda al lector el título con
el que Aquilino Polaino comienza este
libro, en una sociedad caracterizada por
la revolución de las tecnologías de la
información y la comunicación, donde
puede parecer que no hay más que decir
sobre el omnipresente proceso comunica-
tivo. Pero con total seguridad el avezado
lector quedará gratamente sorprendido
al introducirse en lo que este autor expli-
ca detenidamente sobre la acción de escu-
char. La amplia experiencia que atesora
en estos menesteres rebosa en cada expli-
cación, en cada ejemplo y en cada aseve-
ración, lo que conjuga sinérgicamente
con una notable humildad que hace ine-
vitable embarcarse en la lectura de esta
obra una vez oteadas sus primeras pala-
bras.
Mientras el interés general parece
concentrarse en las investigaciones sobre
los medios tecnológicos que amplían las
posibilidades de la comunicación entre
individuos, el autor del libro que aquí
reseñamos se ocupa de la comunicación
en sí misma y, más concretamente, de la
acción de escuchar. Polaino escudriña
esta cuestión y llega magistralmente al
fondo de la misma, mediante una redac-
ción sorprendentemente clara e, incluso,
entrañable. Propone una escucha en su
sentido más humano. Una escucha íntima
y personal, sinónimo de acogida del otro,
de apertura y de encuentro. Una activi-
dad central en el ser humano como ser
interdependiente, que le permite relacio-
narse con los otros, sin los cuales no
podría vivir. Y, más allá de esto, es una
actividad que humaniza a la persona, ya
que es en su interacción con el otro cuan-
do alcanza su plenitud. Es la acción lógi-
ca ante la dignidad humana, es decir, un
acto de respeto hacia la persona, quien
merece ser escuchada por sus iguales.
Escuchar significa, según describe el
autor, un acercamiento sin restricciones
al otro en el que la persona se entrega,
olvidando su propio ser, en un acto de
generosidad. Es compartir el dolor, la ale-
gría, la vivencia del otro, incluso hasta
padecerla o disfrutarla cuando se escu-
cha. Es entrega en cuanto que el que
escucha pone en juego su intimidad y es
susceptible de ser afectado por el mensa-
je del que habla. Y es también servicio,
porque la verdadera escucha comprensiva
produce alivio en el otro al hacerse cargo
y compartir el sufrimiento que le atenaza.
En definitiva, es afectividad y racionali-
dad, en una compleja interrelación que
permite conectar emocionalmente con el
otro pero también reflexionar sobre lo que
nos dice.
Pero es ésta una escucha, que quizá
por la escasez de tiempo, de habilidades,
o por el individualismo predominante que
nos incapacita para atender a algo más
que nuestras propias preocupaciones y
necesidades, que se encuentra hoy ausen-
te en las relaciones entre los individuos
de nuestras sociedades.
2. Este libro es una llamada de atención
sobre la necesidad de escuchar y de
aprender a hacerlo correctamente, donde
el autor muestra su preocupación por la
falta de escucha o la escucha deficiente
que en muchos casos se caracteriza por la
atención en el mensaje más que en la per-
sona que habla, lo que implica concebir a
ésta como un medio y no como un fin en sí
misma, al tratarla como una mera fuente
de información.
Saber escuchar requiere que la perso-
na ponga en juego una serie de recursos
que el profesor Polaino describe certera-
mente. Entre ellos cabe destacar una acti-
tud de apertura al otro sin prejuicios, que
permita el contacto entre personas más
allá de la mera interacción de los roles
sociales que desempeñan. Igualmente son
importantes ciertas habilidades para
identificar el contexto y el momento ade-
cuado para la escucha, que dependerá en
gran medida de la persona a la que se pre-
tenda escuchar. Y junto a ello, es preciso
una empatía que supere los formalismos
protocolarios que puedan obstaculizar el
encuentro personal.
En este sentido, identificar los errores
que dificultan la escucha puede acercarnos
a un mejor aprendizaje de tan preciado don.
El autor sospecha de la prisa como enemiga
de la entrega sin reservas, así como del len-
guaje formal superficial anclado en lo pre-
establecido y lo estereotipado. Comprende
que no son pocos los ruidos y distracciones
que dificultan que los individuos escuchen a
los que están a su alrededor y que asfixian
la intimidad del silencio. Asimismo, recono-
ce a la persona que habla, como parte del
proceso comunicativo, responsable de que la
escucha pueda ser posible.
Ya sea mediante los diversos cuestiona-
rios que el autor propone para evaluar
algunas capacidades y actitudes para la
escucha, o a través de las disertaciones que
realiza, el lector encontrará en este bello y
entretenido texto motivos para la reflexión
en el ámbito profesional y en el personal. A
esto contribuyen también los muchos
ejemplos educativos que Polaino utiliza
para mostrar las dimensiones de la escu-
cha y su importancia en este ámbito, confi-
gurando una obra de ilimitada conexión
con la vida cotidiana. Los padres encontra-
rán algunas claves para mejorar el modo
en que escuchan a sus hijos, cuya práctica
se erige como el primer paso para enseñar-
les a ellos a hacer lo mismo. Los profesores
son retados en este libro a escuchar a sus
alumnos y a suscitar el aprendizaje de
actitudes de escucha, lo que sólo es posible
en una relación de confianza. El autor pro-
porciona sugerencias prácticas para desa-
rrollar la capacidad de escuchar en los
hijos y se ocupa de manera especial de los
adolescentes, cuya relación con sus padres
y el mundo de los adultos en general, se
encuentra caracterizada por una profunda
incomprensión que demanda con urgencia
una escucha paciente y atenta.
Plantea la aparentemente paradójica
escucha del silencio. Un silencio concebido
como complemento de las palabras que se
encuentra cargado de significados compar-
tidos. Es además la antesala del silencio
interior que capacita a la persona para la
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3. escucha de los demás y la escucha de sí
mismo, de su propia conciencia. Aprender
a escuchar implica, por tanto, apreciar el
silencio y escuchar la voz interior en él.
El profesor Polaino propone también
una escucha, como la descrita hasta el
momento, cuyo interlocutor no es el hom-
bre sino Dios. Una relación en la que Él
siempre escucha y en la que si la persona
le sabe escuchar, podrá encontrar fácil-
mente su respuesta en múltiples formas
ante las que el hombre debe abrirse y per-
manecer atento para descubrirlas. Para
este diálogo es necesario que la persona
no acapare la palabra y deje espacio para
lo que Dios le tiene que decir.
Finalmente, el autor explica que el
desarrollo sin parangón de las sociedades
actuales parece encontrarse instalado en
un ambiente de desconfianza, motivado
parcialmente por la acción violenta del
hombre en sus múltiples manifestaciones.
También influyen en esta desconfianza
generalizada y contagiosa la falta de sin-
ceridad y la deslealtad que parecen
mediar las relaciones entre individuos, la
manipulación y la morbosidad que no
escasea en los medios de comunicación y
la lacra del terrorismo que amenaza la
propia vida humana. Esto condiciona las
relaciones entre personas y las impregna
de desconfianza, de una excesiva pruden-
cia que obstaculiza la creación de vínculos
entre ellas y que alimenta el ensimisma-
miento, la paranoia y la sospecha.
Es éste un libro que nos enseña a rela-
cionarnos con el otro en su sentido más
profundo, donde lo que se pone en contacto
es la intimidad de los interlocutores. Las
consecuencias educativas que de aquí se
desprenden tienen que ver con la relación
que el educador establece con el educando,
en un contexto donde aún quedan quienes
mantienen que la labor del profesor es
meramente transmisora de conocimientos.
Asimismo, en un momento como el actual
donde se demandan recetas educativas
que solucionen los problemas de la educa-
ción, Aquilino Polaino nos ofrece la receta
de la escucha. Una receta genérica y con-
creta a su vez, que posibilitará al educador
desarrollar una relación de encuentro,
individualizada y personal con el educan-
do. Una verdadera relación educativa.
Juan Luis Fuentes
García, Rafaela; Pérez, Cruz y
Escámez, Juan (2009).
La educación ética en la familia.
(Bilbao, Desclée de Brouwer) 170 pp.
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La familia es, sin duda, el primer refe-
rente valorativo del niño y por supuesto el
lugar originario en el que va forjando su
identidad moral. De acuerdo, pero ¿qué
tipo de educación es la éticamente acon-
sejable en un ámbito tan privado como el
de la familia? ¿Acaso no se ocupa la ética,
sobre todo en los últimos tiempos, de
construir una moralidad pública, cívica y
democrática alejada de asuntos privados
o de intimidad, postergados al criterio de
la persona desde su radical libertad?
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