Este documento discute la importancia de que los entrenadores de fútbol base tengan una titulación adecuada. Argumenta que la experiencia por sí sola no es suficiente y que es necesaria una formación específica en psicología deportiva y metodología de entrenamiento. También sugiere que los entrenadores más cualificados deberían hacerse cargo de los equipos más jóvenes, donde el aprendizaje y desarrollo de los jugadores es clave.
1. EL ENTRENADOR EN EL FÚTBOL BASE
Argelio González Rodríguez
argeligonzalez@hotmail.com
Entrenador Nacional de Fútbol
Profesor de la Escuela Tinerfeña de Entrenadores de Fútbol
Publicado el día 8 de noviembre de 2005 en www.canariasdeportiva.com
Una de las preguntas que siempre hago a los alumnos en la primera clase de Psicología
del Deporte (Nivel I) es si realmente creen que para entrenar a niños y jóvenes es necesario
poseer la Titulación de Entrenador de Fútbol Base. Es habitual que la gran mayoría de estos
alumnos hayan entrenado o estén entrenando a equipos de niños o jóvenes. La palabra
“experiencia” parece ser el denominador común en sus respuestas que anteponen a la
necesidad de formarse para ser Entrenador de Fútbol en la Escuela de Entrenadores.
Me gustaría compartir con todos los lectores de esta página un fragmento de la Carta 2
de Jorge Bucay de su libro “Cartas para Claudia” que analiza esta “experiencia” que muchos
“entrenadores” sin formación específica utilizan como coraza.
Jorge Bucay dice así:
ACTO PRIMERO
(La esposa ha cocinado un hermoso jamón al horno para su marido por primera vez - por
primera vez el jamón no el marido…)
ÉL (lo prueba).- Está exquisito. ¿Para qué le has cortado la punta?
ELLA.- El jamón se hace así.
ÉL.- Eso no es cierto. Yo he comido otros jamones asados y enteros.
ELLA.- Puede ser, pero con la punta cortada se cocina mejor.
ÉL.- ¡Es ridículo! ¿Por qué?
ELLA (duda).- Mi mamá me lo enseñó así…
ÉL.- ¡Vamos a casa de tu mamá!
ACTO SEGUNDO
(En casa de la madre de Ella)
ELLA.- Mamá, ¿cómo se hace el jamón al horno?
MADRE.- Se adoba, se le corta la punta y se mete en el horno.
ELLA (a ÉL).- ¿Has visto?
ÉL.- Señora, ¿y por qué le corta la punta?
MADRE (duda).- Bueno… El adobo, la cocción… ¡Mi madre me lo enseñó así!
ÉL.- ¡Vamos a casa de la abuela!
2. ACTO TERCERO
(En casa de la abuela de ELLA)
ELLA.- Abuela, ¿cómo se hace el jamón al horno?
ABUELA.- lo adobo bien, lo dejo reposar tres horas, le corto la punta y lo cocino a horno lento.
MADRE (a ÉL).- ¿Has visto?
ELLA (a ÉL).- ¿Has visto?
ÉL (obstinado).- Abuela, ¿para qué le corta la punta?
ABUELA.- Hombre, le corto la punta para que pueda entrar en el horno! Mi horno es tan
pequeño…
Mi pregunta para estos “entrenadores” es la siguiente: ¿cómo podemos distinguir ese
conocimiento adquirido y utilizado como “experiencia” de la estupidez e ignorancia absoluta?
¿Qué experiencia es esa?
Evidentemente, lo peor que le puede suceder a un “entrenador” sin formación es creer
que su trabajo es el adecuado basándose exclusivamente es sus años como “entrenador”, en
esa “experiencia”.
No podremos mejorar el fútbol base si no exigimos que nuestros jugadores, hijos e hijas
sean entrenados por una persona cualificada para esa labor.
Mixel Erxarri, en la mesa redonda que se realizó durante la presentación del III Torneo
Internacional Ciudad del Drago, manifestó que no sólo se tendría que clasificar a los
entrenadores en base a su nivel formativo adquirido en la Escuela de Entrenadores, sino también
clasificarlos en función de su formación académica.
En nuestros equipos de fútbol base hay una filosofía un tanto absurda. Es habitual que el
entrenador con más cualificación se haga cargo del equipo representativo de ese club, y aquellos
que no la poseen sean los responsables de los equipos que comprenden las edades más
tempranas (benjamines, alevines, etc.). ¿No sería esto una contradicción teniendo en cuenta la
necesidad que existe en estas edades de llevar a cabo un proceso de enseñanza-aprendizaje
eficaz y coherente?
Para mejorar el fútbol base debemos hacer un esfuerzo para cambiar muchas
incoherencias que limitan el rendimiento deportivo de estos jóvenes deportistas, y no solo su
rendimiento deportivo sino también su crecimiento y desarrollo personal. Por ello, debemos exigir
un cambio de actitudes y de normativa que garantice la integridad deportiva y personal de
nuestros jóvenes deportistas canarios.