El Inca Atahualpa fue capturado por el ejército español liderado por Francisco Pizarro en Cajamarca en 1532. A pesar de ofrecer llenar habitaciones de plata y oro a cambio de su libertad, lo cual cumplió, Atahualpa fue sentenciado a muerte por idolatría y otros cargos y ejecutado en 1533 luego de ser bautizado como cristiano.