En el Antiguo Testamento, Dios encargó a los israelitas y judíos ser un pueblo misionero para dar testimonio de Él, pero fallaron en su misión debido a su idolatría, injusticia para con los demás y desobediencia. A pesar de esto, Dios continuó su plan de que todas las naciones recibieran bendiciones a través de profecías y salmos que hablaban de Su misión universal.