El movimiento de la arquitectura metabólica surgió en Japón en la década de 1960 en respuesta al rápido crecimiento económico y la sobrepoblación. Los edificios debían ser adaptables y flexibles para satisfacer las necesidades cambiantes, en lugar de ser permanentes. Después de la Segunda Guerra Mundial, los arquitectos y urbanistas podían planificar ciudades ideales, pero en la década de 1960 surgió un debate entre los partidarios de la planificación moderna y los que preferían el modelo de ciudad antigua