Este capítulo describe una montaña ardiente y siete montañas con árboles y gemas preciosas. Se centra en un árbol de fragancia divina que no será tocado hasta el día secreto, cuando su esencia será dada a los hijos de los cielos. Advierte sobre la vanidad de la vida terrenal y alienta a elevar los pensamientos hacia Dios y prepararse para la existencia eterna.