Seis mujeres denunciaron haber sufrido violencia de género por parte de un dirigente político y profesor en la FCPyS entre 4 y 10 años atrás. Se reunieron para compartir sus experiencias y darse cuenta de que los relatos eran similares. Piden ser escuchadas y que se mejoren los mecanismos para abordar estas situaciones con el fin de construir una universidad libre de violencia. Expresan vergüenza por cartas que buscan deslegitimar sus testimonios y proteger a los agresores. Reafirman su val
1. Carta pública de las seis denunciantes contra la
violencia patriarcal en la FCPyS
Decidimos escribir esta carta, para que de alguna manera, nuestra voz esté presente,
entera, sin interrupciones ni interpretaciones, sin manoseos ni subestimaciones.
Somos las seis mujeres denunciantes delas situaciones de violencia que padecimos mientras
militábamos en una agrupación. El principal implicado es un dirigente político y profesor de
la FCPyS.
Nosotras no nos conocíamos. No estudiamos juntas ni militamos en el mismo momento en
la agrupación.Pasamosporsituaciones parecidashace cuatro,cinco, seis, siete, ocho, nueve,
hasta diez años atrás. Nos vimos todas por primera vez en la asamblea de diciembre del año
pasado, en esta misma facultad.
Nos juntamos sin quererlo, sin buscarlo, por las ironías de la intuición y lo desagradable del
patriarcado. Nos juntamos, luego, por la conciencia feminista que ganamos, en el momento
histórico en que nos toca vivir. Nos juntamos y nos dimos cuenta que la semejanza de
nuestros relatos no era una ironía, era la injusta trama del patriarcado en nuestras vidas.
Para nosotras lo importante, lo urgente, lo necesario, es que se nos escuche, es poder sacar
la voz. No buscamos la saña, ni mucho menos la persecución política ni ideológica. Todo lo
contrario, en todo caso podríamos decir que existe una persecución política contra nosotras.
Lo que buscamos es sacar el dolor, la angustia, las imágenes que no se detienen. Imágenes
queno se guardansoloen la retina, afincan en cada membrana denuestro cuerpo:en la boca
del estómago, en cada arcada de asco que nos da al recordarnos en las desagradables
situaciones en que nos vimos expuestas, ante las que nos expusieron quienes
considerábamos compañeros y compañeras políticos.
Si alguien duda de nuestras intenciones, no podemos más que repudiarlo y comprender que
es una reacción lógica en una sociedad patriarcal, que solo sabe desestimar, despreciar y
desvalorizar los testimonios y las experiencias de las mujeres que padecen o han padecido
violencia machista.
Lo que queremos, es terminar con las noches de insomnio, de angustia, de pánico, tristeza,
culpa. Lo que queremos, es que no haya nunca más esta invasión en nuestros cuerpos, que
se detenga, que nuestra vida continúe.
No ha sido fácil estar dondeestamos. Hemos y aún atravesamos, dolores, angustias, llantos,
miedos. No es fácil denunciar ni exponerse. No es fácil revolver sitios donde se vivió la
violencia más extrema que muchas de nosotras experimentamos.
2. Y si volvemos atrás, no podemos evitar lo que ya sufrimos, lo que ya atravesamos, lo que
padecimos. Lo único que podemos es intentar recuperar la memoria y nuestras vidas de ese
pasado que nos atormenta.
Al hacerlo, nos juzgarán, como lo han hecho siempre, toda vez que una mujer se ha animado
a saltar el cercodel silencio. Quenuestrorelato esdesordenado,insuficiente, quelas pruebas
no alcanzan, que nos motiva la venganza, el odio y cuánto más sequiera decir... Que porqué
nos demoramos tanto, que porqué, tantos porqués nos piden. Tan poco “sí, les creemos”.
Tan poco silencio para escucharnos. Tanto discurso para callarnos.
Pero a nosotras no nos motiva más que la necesidad de sanarnos, colectiva e
individualmente, de recuperar nuestros cuerposdelrecuerdo delhorror, delos vestigios que
nos sacuden por las noches, en las mañanas, en cualquier momento, sin previo aviso. Que se
activan ante lo más mínimo e imprevisible. Lo que nos motiva, es que a partir de nuestra
experiencia, se mejoren y agilicen los mecanismos institucionales para abordar este tipo de
situaciones, para poder construir un facultad y una universidad libres de todo tipo de
violencia.
Todavía esperamos de las compañeras una respuesta a la altura de lo denunciado.
Esperamosqueal menos reflexionen sobrelas prácticas y violencias patriarcalessistemáticas
y cotidianas padecidas por nosotras. A nosotras nos tocó denunciar las violencias sufridas
dentro deuna agrupaciónen la cualcreímos,a la cual dimosnuestrotiempo y energía porque
estábamos convencidas, y por suerte aún lo estamos, que con la política se transforma la
sociedad.
Es por esto, que esperamos de toda la comunidad universitaria una respuesta política ante
lo sucedido, que sea capaz de avanzar en una educación pública no sexista y apostar a
construir una universidad segura para las mujeres y disidencias sexuales.
Nos da vergüenza la carta pública de la agrupación donde no se hace más que reforzar la
duda patriarcal sobre quienes nos animamos a denunciar y deciden así proteger, una vez
más, a los agresores. Nos da vergüenza y nos preocupa la difusión de otra carta lamentable
de uno de los agresores, cuyo propósito es deslegitimar nuestro testimonio y victimizarse,
queriendo igualar sus condiciones con las de quienes sobrevivimos a la violencia patriarcal.
Frente a estas cartas, solicitamos que se sigan las vías institucionales y les pedimos que se
remitan a dichas vías para defenderse, porque reiteramos, esto no es una persecución
política, es una denuncia formal y merece tal respeto. En resguardo de todas las garantías
constitucionales esperamos sean juzgados por las entidades pertinentes, con todos los
derechos de defensa, para que luego queden en la historia en el lugar que se merecen.
Ante la gravedaddelo expuesto, lasmiradas condenatorias,laspolíticas y el derecho siempre
insuficientes,la complicidad patriarcal con los agresores, los comentarios que circulan e
invaden las redes sociales, los intentos por confundir y desacreditar nuestros relatos, ante
todo ello, reafirmamos nuestra valentía. Que no es sólo la nuestra, la de las seis que hoy
3. denunciamos, sino que es la valentía de todas las mujeres que antes qu e nosotras se
animaron, de las que lo intentaron sin éxito, sorteando las mismas barreras patriarcales que
hoy nos toca, y de aquellas mujeres valientes que vendrán después de nosotras.
La valentía que nos alienta, producto del encuentro entre mujeres, de la escucha activa y
poderosa, es la valentía del miedo transformado en acción. Es una valentía que ninguna
práctica mafiosa, amedrentadora, machista, misógina, podrá detener.
Celebramos esta asamblea de mujeres y disidencias, porque nos sentimos acompañadas,
porque esperamos que se pueda construir un espacio de encuentro y organización entre
estudiantes, docentes, no docentes y egresadas, en pos de derribar los silencios y avanzar
en libertades.